domingo, 15 de abril de 2012

The demigoddess and the necromancer: Capítulo 8

-Yo de ti, no iría –aconsejó Miruru, ya en la habitación-. No me fío de esa mujer.
-Ya sé que no parece de mucha confianza, pero no tengo más pistas.
-Podemos seguir buscando por nuestra cuenta. Seguro que en algún momento daremos con él.
-¿Y cuando será eso? Llevo mucho tiempo buscando. Puede que cuando llegue ese momento ya no sirva de nada.

Miruru se mantuvo en silencio, pensativa. Parecía haber llegado a un punto muerto en sus argumentos.
-No te preocupes, te prometo que lo pensaré –la tranquilizó Kai.

En respuesta, ella puso cara de preocupación aunque sabía que no podía hacer nada al respecto ya que la elección dependía de él. Tan sólo le quedaba dar a conocer su opinión.

Había algo en esa situación que no le terminaba de gustar, pero no sabía exactamente el qué. Puede que sólo fuesen imaginaciones suyas.
-Será mejor que descansemos un poco. Mañana, con la mente más despejada, lo decidiremos con más tranquilidad –dijo Kai.

Tras esto, se acostó en la cama, de espaldas a Miruru.
-Oye, Kai –dijo Miruru.
-¿Qué? –contestó éste, ligeramente irritado por ver interrumpido su intento de dormir.
-¿Qué fue lo que pasó?
-¿A qué te refieres?
-El motivo por el que le estás buscando.

Durante un momento, no hubo reacción por parte del nigromante, quien ni siquiera se giró para mirarla.
-Es una historia un poco larga y –contestó, suspirando antes de continuar- un poco difícil de contar.
-Si no quieres hablar de ello, no hace falta que lo hagas –dijo ella, acostándose de cara al techo y cerrando los ojos.

Entonces, Kai hizo lo mismo, mirando a la oscuridad del cuarto mientras recordaba su pasado.
-Te lo contaré. El momento en que decidí abandonar Yohei Gakko.

-Muy bien, por hoy es suficiente.

Tras esto, el profesor recogió los libros de la mesa y se marchó.

Por su parte, Kai se encontraba mirando por la ventana, distraído. Francamente, no le había prestado mucha atención a la clase de ese día, por lo que  ni siquiera escuchó el ruido de las sillas al levantarse el resto de sus compañeros.
-¡Hey!
-¡Uah!

De repente, alguien le gritó al oído, asustándolo y logrando que cayese de su silla, provocando las carcajadas del resto.
-¡Ay! –se quejó el chico- ¿Quién ha sido?
-¡Jajaja! ¡No sabía que te ibas a asustar tanto!
-¡May! ¡Maldita sea! ¡Me has asustado!

Ante él se encontraba una chica de pelo largo y ondulado que, como el resto, reía mientras sujetaba su vientre con ambas manos.
-¡La culpa es tuya por estar tan distraído! Anda, dame la mano –dijo mientras se la tendía.
-De todas formas, no deberías haberlo hecho.
-Vale, vale, culpa mía. Lo siento.
-Estás disculpada.
-En cualquier caso, ahora toca clases prácticas, así que deberíamos marcharnos o se nos hará tarde –avisó May.
-Oh, clases prácticas... –dijo el joven, con tono apagado.
-Vamos, no será para tanto.
-¡¿Qué no?! Ese tío siempre termina humillándome, diciendo que no sé hacer nada...
-Pero sí que sabes.
-Empiezo a dudar de mí mismo. La verdad es que, a pesar de que lo intento, no consigo conectar con el más allá. Y, si lo hago, termina en catástrofe.
-Seguro que es porque te concentras demasiado. Deberías relajarte.
-¿Relajarme? Me pregunto si eso funcionará –respondió Kai, no muy convencido.

Así pues, ambos se dirigieron a la zona de prácticas.
-Tú, cuando sientas que va a salir mal, piensa en algo que te relaje.
-¿Cómo qué?
-No sé, dicen que imaginarse a otros desnudos ayuda.

Al oírla decir eso, estuvo unos segundos mirándola de arriba abajo.
-¡¿Q-qué haces?! –replicó ella, utilizando sus brazos para escudarse de sus ojos.
-Quizás en tu caso sí me relajaría.
-¡¿Qué quieres decir con eso?! –se quejó May, propinándole una colleja a Kai.
-¡Era una broma! –intentó defenderse el joven mientras acariciaba su nuca.

-¿Estamos todos?-preguntó el profesor una vez se hubieron reunido todos los alumnos- Bien, primero, vamos a concentrarnos en la conexión.
Tras esto, dirigió la mirada hacia Kai.
-Espero que esta vez no nos sorprendas.
Mostrándose molesto, el chico se limitó a asentir, desviando la mirada.
-Adelante.

Había distintas formas de conectar con el más allá. La más utilizada por los alumnos consistía en el establecimiento de contratos con los muertos, ya que éstos proporcionaban una conexión más fuerte y estable. Pese a ello, existían otras formas de conectar, así como otros seres.

Así pues, todos los alumnos empezaron a invocar a sus respectivos compañeros, llenándose el área de entidades que no eran de ese mundo. Todos, excepto Kai, quien no consiguió ningún resultado.
-Por lo que veo, esta vez has decidido no hacer nada –se burló el profesor-. Por lo menos, no te has cargado la zona de prácticas.
-Profesor, quisiera pedirle, por favor, que dejase de burlarse de él. Lo hace lo mejor que puede.
-Ya lo veo, señorita May, pero eso no ayudará en nada cuando tenga que salir fuera de Yohei Gakko. ¿O estará usted ahí para protegerlo?
-Por supuesto –afirmó ella, sin dudarlo un solo momento.
-Entonces, imagino que podrás mostrarme un poder que sobrepase mis expectativas.

Asintiendo, May respiró hondo y cerró los ojos. Instantes después, una corriente de aire envolvió su cuerpo como por arte de magia, circulando a su alrededor. Su pelo fue mecido por el viento, dándole una imagen digna. Entonces, abrió los ojos.
-¡Primer espíritu: Kagami!

Contrariando las expectativas que había generado, no ocurrió nada, provocando el silencio de todos los presentes.
-Me temo que así no vas a demostrar nada, señorita.
-Bueno, puede que así no. Pero, ¿qué le parece si probamos otra cosa?

De repente, sacó una pistola y se apuntó a ella misma.
-¡Espera! ¡¿De dónde has sacado eso?! –preguntó el profesor, avanzando hacia ella, con una expresión mezcla de sorpresa y apuro.

Sin más dilación, May disparó varias balas hacia su cabeza. Gran parte de los alumnos gritaran o apartaron la vista, pero ella ni se inmutó, ya que las balas fueron desviadas como si una barrera invisible la protegiese.
-Un espíritu protector... –dijo el profesor, perplejo-. Hacía mucho que nadie lo conseguía.
-Estoy segura de que con esto podré proteger a quien sea. Ah, por cierto, no se preocupe por la pistola, no son balas de verdad –afirmó, sacando la lengua.
Mientras los demás suspiraban aliviados, Kai fue el único cuyo rostro dibujó una amplia sonrisa.

Tras lo ocurrido, May fue regañada por el profesor, pero, al final, todo terminó en un simple castigo.
-¡Eres increíble! –la halagó Kai- Da la sensación de que Siempre vas un paso por delante. No como yo, que parezco una moneda: dependo del azar para saber si lo hago bien o no.
-No es para tanto.
-¡Eres la única de la clase capaz de invocar espíritus! ¡Claro que es para tanto!
-¡Jeje! –rió ella, henchida de orgullo, aunque con algo de vergüenza-. ¿Dónde vamos esta vez? –preguntó, cambiando de tema.
-Te invito a algo. Como agradecimiento por lo de antes –propuso Kai.
-¡Oh! ¡Genial!

Más tarde, los dos amigos se sentaron en uno de los muchos bancos que había a lo largo de la acera. Delante de ellos, había una zona de paseo peatonal. A su espalda, la carretera que les separaba de los edificios que componían la estructura de la zona de ocio.

Kai dejó caer sus brazos detrás del respaldo, acomodándose. Por su parte, May descansaba los suyos sobre las rodillas.
-Es increíble que el Sol siga brillando –observó la chica, mirando al horizonte, donde la estrella luchaba por abrirse paso entre nubes negras.
-¿Lo dices por las nubes? –preguntó Kai, a lo que ella respondió asintiendo.
-Bueno, ¿por qué verlo desde otro punto de vista?
-¿Otro punto de vista? Lo único que veo es al Sol amenazado por esas asquerosas nubes de contaminación.
-Eso es bastante pesimista. Sobre todo viniendo de ti –indicó Kai, con una sonrisa irónica.
-¿Cómo lo ves tú?
-No sabría decir si es exactamente cómo lo veo, pero pongamos que hay un montón de nubes negras cubriendo el cielo y apenas dejan ver las estrellas. Pese a ello, el Sol mantiene su brillo e intenta abrirse paso, poco a poco,  hasta que, finalmente, sale adelante. ¿Qué me dices?

May no contestó, limitándose a mirarle con sorpresa mientras él iba sintiendo cada vez más vergüenza por la presión.
-¡¿Qué?! –soltó Kai, de repente, incapaz de aguantar aquel silencio por más tiempo.
-Eso es bastante optimista. Sobre todo viniendo de ti.
-¡Eh! ¡¿Tan negativo me ves?! –se quejó Kai, sintiéndose decepcionado.
-¡Jaja! –rió su amiga, desplazando la vista, de nuevo, hacia el cielo- Tienes razón. Es mucho mejor pensar así.

-¡Eh! ¡¿Qué estás haciendo?!
Al escuchar una voz detrás de ellos, se giraron para encontrarse, al otro lado de la calle, a un hombre siendo robado por otro, quien se estaba dando a la fuga.
-¡Vamos, Kai! –exclamó May, saltando el respaldo del banco y corriendo tras el ladrón.
-¡Espera! –la siguió el joven, a quien la reacción de ella le había cogido desprevenido.

Segundos después, llegaron a un pequeño callejón por el que se había introducido el hombre, quien les llevaba ventaja.
-¡Kai! ¡Ve por el otro lado! ¡Yo seguiré éste y le rodearemos! –indicó May.

El chico asintió y continuó por otro callejón, el cual daba la vuelta hasta unirse con el primero. De esa forma, apareció justo delante del ladrón, quien se detuvo en seco.
-¡Fin de trayecto! –exclamó Kai.

Sin saber qué hacer, el hombre buscó desesperadamente una salida. Al no encontrarla, decidió recurrir a la fuerza, abalanzándose sobre Kai. Éste, sorprendido, fue derribado sin mostrar apenas resistencia.
-¡Mierda! –se quejó, levantándose del suelo rápidamente y corriendo de nuevo tras el delincuente.

Entonces, como salido de la nada, otra persona golpeó en la cabeza al hombre, noqueándolo en el acto. Tras esto, se quitó el polvo de los pantalones y se agachó para recoger el objeto que había sido robado, acercándose a Kai con intención de entregárselo.
- ¿Es tuyo? –preguntó un joven, en apariencia de su misma edad, de mirada astuta y sonrisa amable.
-No, en realidad es de un hombre que...
-¡Tú! ¡¿Quién eres?! –preguntó May, llegando tarde a escena y situándose delante de Kai, a fin de protegerle de lo que consideraba una nueva amenaza.
-¿Yo? –se sorprendió el otro joven, señalándose a sí mismo.
-¡No veo a nadie más! –contestó, a lo que los tres, incluida ella misma, reaccionaron mirando el cuerpo inconsciente del ladrón- Salvo ése.
-¡Jajaja! –de repente, el recién llegado, rió con fuerza, encogiendo el estómago.
-¡¿Qué te hace tanta gracia?! –se enfado May.
-Nada en especial. Es sólo que no sabía que una chica tan guapa tuviese tanto carácter –dijo él, pillando desprevenida a la joven, quien se ruborizó.
-¡Los halagos no te llevarán a ningún lado!
-Perdona, perdona. En serio, no pretendo nada malo. Sólo digo la verdad –dijo levantando las manos- Mi nombre es First.
-Yo soy May, y él, Kai.
-Gracias por ayudarnos, First –dijo Kai.
-No hay de qué –respondió First, asintiendo, tras lo que enseñó de nuevo el objeto robado- Por cierto, todavía no sé de quien es esto.
-¡Ah! Ven con nosotros. Se lo devolveremos a su dueño.

-¿First es el chico de la foto? –preguntó Miruru, interrumpiendo la historia.
-Sí, y ése, el momento en que May y yo le conocimos.

-¿Eres de por aquí? Nunca te había visto en Yohei Gakko –preguntó May
-En realidad vengo de otra Yohei Gakko. Estoy aquí por trabajo.

Tras devolverle el objeto a su dueño, los tres decidieron ir a dar una vuelta para conocerse mejor.
-Eres bastante fuerte –señaló Kai.
-No es para tanto. En este mundo, uno necesita aprender a defenderse y, si puede, echar mano de algunos trucos.
-Ya me gustaría a mí aprender esos trucos de los que hablas –dijo Kai.
-¿Por qué lo dices? –preguntó First, extrañado.
-Yo no sirvo para pelear –comentó Kai- El tipo de antes me tirado al suelo como si fuese un maniquí.
-¡Kai! ¡Deja de subestimarte! –lo regañó May.
-No lo decía con esa intención. Es lo que ha ocurrido.
-¿Qué te parece si te enseño? -propuso First
-¡¿Qué?! –los dos amigos se sorprendieron.
-¿He dicho algo raro?
-No, no es eso. Es que no nos esperábamos que te prestases a ayudarme así sin más –explicó Kai.
-Bueno, si ves a alguien en problemas, lo lógico es ayudarle, ¿no? –dijo First, como si fuese lo más natural del mundo.
-Pero, ¿estás seguro? No es que sea un alumno fácil –le advirtió Kai.
-Tranquilo. Tengo mucha paciencia.

-Tras ello, se convirtió en algo así como mi mentor y, poco a poco, también en mi amigo. Me enseñó a concentrarme y a combatir cuerpo a cuerpo. Y al final, acabó convirtiéndose en alguien irremplazable para mí y para May.

-Debes relajarte un poco Kai. Conviene más ser alguien precavido que impulsivo –aconsejó First, delante de su agotado alumno.

Los tres amigos se encontraban en la zona de prácticas, en mitad de uno de sus entrenamientos.
-Lo sé, pero no lo consigo –se quejó Kai, sentándose en el suelo, cansado.
-Dime una cosa, Kai –dijo First, sentándose a su lado- Este poder, ¿para qué crees que debe ser usado?
-Para acabar con la guerra –contestó rápidamente el chico.
Sin embargo, su amigo negó con la cabeza.
-Es cierto que los alumnos de Yohei Gakko están aquí con ese propósito, pero seguro que a lo largo del tiempo has encontrado otro propósito para el que usarlo. Y es precisamente ése por el que te estoy preguntando.

Intentando hacer memoria, el chico desvió la mirada hasta situarla en May, quien parecía concentrada en su propio entrenamiento.
-Proteger a mis seres queridos –declaró el chico.
-¿Lo ves? –dijo First, levantándose.
-Pero, ¿qué relación tiene esto con el entrenamiento?
-Todo.
-¿Todo?
-Verás. Yo pienso como tú. Me parece más importante proteger a quienes sufren la guerra que acabar con ella. Y tienes que creer en ese propósito para pedirles tu ayuda a los seres del más allá. No por hacerse más fuerte, sino por el bien de los demás.
-¿No es lo mismo?
-En absoluto, no es lo mismo querer ser poderoso que utilizar tu poder para salvar a otros.
-Creo que entiendo a qué te refieres –reflexionó Kai.
-Bien, inténtalo otra vez.
                                                                                      
Tras esto, el chico cerró los ojos e intentó relajarse. En su cabeza, intentaba convencerse  de que tenía que ser más precavido, de que ser impulsivo podía poner a otros en peligro. Y su deber no era ése, sino el de protegerlos.

De esa forma, una creciente brisa se concentró a su alrededor...

Cuando quiso darse cuenta, se encontraba en el suelo, boca arriba, pero con una sonrisa en su rostro.
-¡Lo he conseguido! Exclamó, eufórico.
-¡Sabía que podías hacerlo! –se alegró May, abrazándolo.

Por otro lado, First extendió su mano hacia él para ayudarle a levantarse.
-¿Lo ves? Sólo necesitas echar mano de algunos trucos –dijo First.
-Gracias, First.
-Recuérdalo bien, Kai. Para proteger a los demás, tu poder puede ser inmenso.
-No lo olvidaré –respondió el joven, asintiendo.
-Bueno, será mejor que volvamos –sugirió First.

Cuando se giraron, descubrieron la figura de May invocando a uno de sus espíritus. En ese momento, Kai desvió la mirada hacia First, quien, embelesado, no apartaba la vista de ella.
-¡May, deberías dejarlo estar! ¡Estás haciendo que First se enamore de ti! –bromeó Kai.

El comentario sobresaltó a ambos, logrando que la chica perdiese la concentración, perdiese el equilibrio y cayese de culo contra el suelo.
-¡¿Qué?! –exclamaron al unísono tanto el uno como la otra, sonrojados por las palabras de su amigo.
-¡Oh, vamos! ¡No podéis ser más obvios!
-¡Kai! –nerviosa, May, se levantó y corrió detrás de Kai con intención de vengarse. Mientras tanto, éste parecía divertirse con la situación.
-Ciertamente, no es que haya mentido... –confesó First, dejando a la chica congelada en el sitio, sin atreverse a mirarle siquiera- Desde hace algún tiempo he sentido admiración por ti, y creo que ese sentimiento se ha ido transformando en algo más. Si a ti te parece bien... –continuó First, divagando.

Mientras tanto, May jugueteaba con su ropa, sin saber qué responder.
-¡Dile que sí! ¡Lo estás deseando! –intervino Kai.
-¡Kai! –gritó May, enfadada

-Poco después, me enteré de que comenzaron a salir. Lo que me hizo muy feliz. Sólo deseaba que nada cambiase. Quería que el tiempo se detuviese y que First nunca tuviese que irse. Sin embargo, en este mundo, nada es para siempre.

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