miércoles, 29 de octubre de 2014

The three global powers: Capítulo 7

Razer y Sdren caminaban por la calle principal.

-¿Estás seguro de que es por aquí? –preguntó Razer.

-A no ser que haya cambiado de sitio –contestó Sdren.

-¿Cambiado de sitio?

 

En ese momento, escucharon una voz ronca entre el gentío. Allí, encontraron a un hombre situado encima de una pequeña plataforma de madera, probablemente traída por él mismo, gesticulando con sus brazos mientras se manifestaba.

-¡Sé que, como yo, muchos estáis hartos de esta situación! ¡Es por eso que debemos enfrentarnos a ellos! ¡Ahora el gobernador dice que quiere aliarse con los territorios del norte! ¡¿De verdad vais a permitirlo?!

-Pensaba que sería algo más discreto. Me parece extraño que los soldados todavía no lo hayan detenido –señaló Razer, observándolo desde cierta distancia.

-Va cambiado de lugar para que no le sigan la pista. Además, los soldados tienen cosas más importantes que hacer estos días –contestó Sdren- Por otro lado, ésta no es la única forma que tiene de reclutar gente. Ya hay varios que le siguen y que se encargan de hacerlo más discretamente. Aunque no son suficientes para una revuelta. Al menos, eso creo.

-Entiendo. Lo que está haciendo podría considerarse una forma de llamar la atención sobre él mismo, por lo que pueda ocurrir, y servir así de distracción para los soldados. Tiene agallas.

 

Así pues, ambos se desplazaron hasta la plataforma, llamando la atención del hombre.

-¿Habéis decidido uniros? –preguntó.

-Más o menos. En realidad, nos gustaría hacerte una propuesta que quizás pueda interesarte –respondió Razer.

-¿Una propuesta? –repitió el hombre, bajándose de la plataforma para ponerse a su altura. Fue entonces cuando Razer cayó en la cuenta de que, aunque quizás no tanto como Quattuor, era bastante alto.

 

Tras atusarse una barba de varios días y examinar de arriba abajo a los Rebeldes, se decidió a continuar.

-No parecéis soldados, así que escucharé lo que tengáis que decir.

-Bien, pero antes me gustaría que nos acompañases. Ya sabes, a un lugar donde poder charlar más tranquilamente –indicó Razer.

-Claro. Espera un poco a que recoja esto –dijo mientras se cargaba al hombro la plataforma de madera, siguiéndoles poco después.

 

Mientras tanto, Miruru y Nara llegaron al escondite, donde entraron tras vigilar que nadie las siguiese.

-Hay que encontrar algún sitio donde acostarla –dijo la semidiosa mientras buscaba aquello que le pudiese servir-. ¡Maldita sea, ¿es que no hay ninguna cama o qué?! –se quejó.

Después de cerrar la puerta, Nara se unió en la búsqueda.

-¿Y si probamos con las habitaciones del fondo? Con que haya un par de mantas que usar como colchón será suficiente –sugirió la chica.

 

De esa forma, la llevaron hasta allí entre las dos, descubriendo un dormitorio, en mejor estado que la habitación más cerca de la entrada y donde había un pequeño colchón cerca de una de las esquinas.

 

Fue ahí donde depositaron cuidadosamente su cuerpo. Acto seguido, Nara cogió un par de mantas y las colocó debajo de la cabeza de la joven para que sirviesen de almohada.

-Necesitamos agua y comida. Miraré si tienen aquí o si nos queda algo a nosotros –dijo Nara mientras salía por la puerta, a lo que Miruru asintió, quedándose a solas con la chica.

Al tocar su frente, descubrió lo fría que estaba. Había perdido la consciencia por lo que no hubo reacción. Si encontraban algo de comida, cosa que esperaba, se la tendrían que dar boca a boca. Puede que en ese caso, cuando despertase, se encontrase un poco mejor y pudiese comer por ella misma.

 

Después de un rato, Nara regresó llevando en sus manos un recipiente de plástico que contenía un líquido amarillento con algunos trozos sólidos.

-¿Qué es eso? –preguntó Miruru.

-El armario que hemos visto antes tenía algo de verdura y carne dentro. He cogido los que he considerado más blandos y los he calentado con algo agua. Esa chica está deshidratada, le vendrá bien.

-¡Oh! –se sorprendió la joven de pelo rubio- ¡Eres superresponsable!

-Cuando estaba en Yohei Gakko ayudaba a mi tío con su cafetería. S-supongo que sé arreglármelas –contestó Nara, tímidamente.

-Déjame a mí. Yo se lo daré –sugirió Miruru mientras alargaba la mano para que le diese el recipiente.

-¡¿Eh?! ¡Ah, claro! Toma.

 

Entonces, tras introducir algo de la comida en su boca, la semidiosa se acercó a la otra joven y abrió ligeramente la suya. Al principio dudó un poco, pero aquella era la manera más eficaz de que comiese en ese momento.

 

Al poco de juntar sus labios, llevó la comida lo más profundo que pudo hasta provocarle el reflejo de deglución, consiguiendo que tragase. Posteriormente, repitió el mismo proceso varias veces hasta que considerar que ya había comido bastante. Para finalizar, decidieron arroparla con una manta para mantenerla caliente.

-¿Crees que se recuperará? –preguntó Nara.

-No podemos hacer nada más de momento. Esperaremos a ver qué pasa.

 

En ese momento, escucharon el sonido de la puerta principal al abrirse, reconociendo la voz de Razer. Puesto que habían dejado entrar a alguien ajeno a los Rebeldes, no pudieron evitar ponerse nerviosas al pensar lo que diría el líder al ver lo que había pasado.

 

Cual fue su sorpresa, al verle entrar enarbolando su espada en mano, lo que provocó que Nara cayese del susto, dejando escapar un grito, mientras Miruru levantaba su mano izquierda, apuntando a la puerta.

 

El ambiente se mantuvo tenso durante unos segundos en los que ambos bandos se observaron detenidamente.

-¡Eirin! –exclamó de repente el invitado que acompañaba a Razer y Sdren, haciendo a un lado a Miruru y abalanzándose sobre la joven inconsciente- ¡¿Qué te ha ocurrido?! ¡¿Te han hecho algo?! ¡Contesta, hija mía!

Al no recibir respuesta, el hombre los miró con ira.

-¡¿Qué le habéis hecho?! ¡¿Formáis parte de un plan para chantajearme?!

-¡¿Pero qué dices?! –se defendió Miruru, sintiéndose ofendida- ¡La estábamos ayudando! ¡Su hija se mareó en mitad de la calle y si no la hubiese sido por nosotras, a saber cómo habría terminado!

-¡Mientes! ¡No permitiré que le hagáis daño, ¿me oís?! ¡Antes tendréis que matarme!

-P... dre...

Al escuchar un susurro procedente del colchón, todos se quedaron en silencio.

-¡Eirin! ¡¿Estás bien?! ¡¿Puedes hablar?! –preguntó el padre de la chica, acercando su cara a la de ella.

-E... llas no... son... cul... pables... –respondió la joven, intentando elevar el tono de voz, lo que le estaba costando un grandísimo esfuerzo.

 

Por suerte para Miruru y Nara, su padre consiguió entenderla, girándose hacia ellos con una mirada más afable.

-Es posible que me haya precipitado. Lo siento –dijo el hombre.

-¡Claro que te has precipitado! ¡Mira que considerarnos unas secuestradoras! –se quejó Miruru.

-Miruru –dijo Nara, intentando calmarla.

-¡Ejem! –carraspeó Razer, llamando la atención de todos- No tengo claro qué ha pasado. Y aunque me hago una idea, preferiría que vosotras nos lo explicaseis –solicitó.

 

Después de que las dos implicadas contasen lo sucedido, el líder de los Rebeldes tomó la palabra para evaluar la situación.

-Entiendo. Al principio pensé que alguien había descubierto este sitio, viendo que las puertas del armario estaban abiertas y había utensilios de cocinas desperdigados por la mesa.

En ese momento, Miruru miró a Nara de reojo, quien esbozó una sonrisa a modo de disculpa. Por otro lado, Eirin había despertado del todo, presentando mejor color de piel.

-Cuando caí al suelo, noté que alguien me cogía y me traía hasta aquí. No pude saber quién, ya que quedé inconsciente, pero si tuvieron el valor de ayudarme, no pueden ser malas personas. Muchas gracias por salvarme –agradeció la chica.

-¡No hay de qué! ¡Me alegra ver que estás mejor! –contestó Miruru, alegremente.

-Mi hija siempre ha tenido una salud delicada –explicó el hombre-. No debería haberla dejado sola.

-No ha sido culpa tuya. Fui yo quien te pidió que no te preocupases por mí. No quería interponerme en tu trabajo. Debería haber conocido mejor mis límites.

-Si estás tan mal, ¿no deberías estar bajo tratamiento? –preguntó Miruru, a lo que el padre de la chica negó con la cabeza.

-Hay gente de aquí que apenas tiene para comer. Imagínate para medicinas.

-Nos dijeron que había nuevos sistemas para disminuir la falta de recursos. ¿Cuáles son? –preguntó Nara.

-El sistema L-Drill y la clonación –comenzó Razer-. El primero tiene su origen en una máquina de uso militar, pero, puesto que perdió contra el poder del imperio, decidieron darle otra utilidad. Está constituida por cuatro emisores láser, dispuestos sobre una superficie circular que gira a grandes velocidades mientras los emisores se desplazan desde la zona más superficial del círculo hasta la más interna. Lo que le da un aspecto parecido un taladro.

-¿Y cual qué uso pasó a dársele?

-Pues lo que esperarías de un taladro: excavar. Las tierras yermas, salvo algunas excepciones, apenas permiten la retención de agua en superficie. Incluso la roca impermeable que permitía los acuíferos en el pasado, ha perdido esa capacidad. Como resultado, la escasa agua que cae ha ido ahondando más y más bajo tierra, por lo que se requiere excavar más profundamente para poder obtenerla.

-Ya veo.

-Aun así, es un proceso largo y requiere de mucho esfuerzo. Además de que no se sabe con certeza la cantidad de agua que se puede obtener –continuó el hombre- En lo que respecta a la clonación. Debido a la escasez de animales comestibles, se decidió clonar a los pocos que teníamos. Al principio se utilizó el útero de hembras para el desarrollo del cigoto y, posteriormente, placentas artificiales. Sin embargo, no todos los animales que se han producido son comestibles, por no hablar de la relación coste-beneficio, acabando por gastarse más recursos de los que se obtienen. En resumidas cuentas, la solución ideal sería desviar los recursos utilizados en la guerra al desarrollo y beneficio de los civiles, pero eso iría en contra del objetivo de este gobierno. También se han propuesto otros métodos, como la alimentación transgénica, que busca cultivar plantas resistentes a las condiciones de los yermos, pero los resultados terminaron siendo casi peores que los de la clonación. Es por eso que la última opción que le queda a los ciudadanos es rebelarse contra este gobierno, pero...

-...o tienen demasiado miedo o prefieren desentenderse. Sí, por desgracia eso ya lo he visto –sentenció Miruru.

-Y ahí es adonde quería llegar. Nuestra intención ayudarte a que te escuchen. Sabemos que quieres tomar como rehenes a los gobernadores y, al igual que tú, queremos detener esta situación y otras muchas que ha generado la guerra –dijo Razer.

 

Al escuchar esas palabras, Miruru hizo un gesto de desdén, pero la única que pareció darse cuenta fue Nara.

-Entiendo. Si es así, vuestra ayuda es bienvenida. Acabo de oír lo que habéis hecho por Eirin y, por el momento, no tengo motivos para desconfiar de vosotros. Aceptaré vuestra propuesta –declaró el hombre.

-Gracias. Dicho esto, todavía no me he presentado. Me llamo Razer.

-Yo soy Garth. Encantado.

 

Mientras tanto, Kai y Kareth observaban, desde uno de los tejados de las casas, el recinto de gobierno.

 

Como cabía esperar, su tamaño y aspecto contrastaban con el resto de construcciones, consistiendo en un total de tres edificios, unidos los dos laterales con el del centro mediante sendas estructuras alargadas y de forma rectangular que debían de ser pasillos.

 

El edificio central era el más grande. Su fachada de blanco, algo amarillento. Las paredes de los dos restantes, por el contrario, eran totalmente negras, como si quisieran hacer destacar a su compañero. A excepción de esto, no poseían ninguna característica extraña a simple vista.

-Está bien vigilado –apuntó Kareth, señalando la verja metálica que rodeaba el recinto y que debía ser de cinco a seis metros de alto.

-Deben de ser de un metal bastante resistente. Uno que pueda aguantar cualquier golpe. Por no hablar de su altura. Sólo podría saltarla gente muy hábil o con buena musculatura en las piernas –añadió Kai.

-Y que lo digas. Además, hay soldados tanto fuera como dentro. Puede que incluso más por los preparativos para la reunión –dijo Kareth, suspirando ambos- Tendremos que ver hacia donde nos lleva el plan.

-Será mejor que volvamos –sugirió Kai.

-¡Espera! –lo detuvo Kareth, alargando el brazo-. Ese tipo de ahí... –añadió, haciendo que su compañero mirase en la misma dirección, donde divisó a un joven de aspecto peculiar.

-¡Quinto espíritu: Loria! –exclamó Kai mientras, como si llevase puestos unos prismáticos, su visión le permitía alcanzar largas distancias, pudiendo distinguir así mejor sus rasgos.

 

El joven al que acababan de ver tenía la mitad del pelo de punta, y la otra mitad tapando un ojo. Aparentaba ser un chico frágil, e iba vestido con una capa negra cuya capucha caía sobre su espalda. Además, mostraba una actitud entre aburrida e indiferente mientras charlaba con uno de los soldados, quien lo trataba con respeto.

 

Tras desactivar el espíritu, la voz de Kareth se escuchó a centímetros de su oreja.

-¡Kai!

-¡Aah! –gritó el chico, sobresaltado.

-¡¿Qué ha pasado?! ¡¿Era como si estuvieses sordo?! –preguntó su compañero.

-Es que cuando utilizo al quinto espíritu uno de mis sentidos mejora pero, a cambio, el resto permanecen adormecidos. Generalmente no lo uso a no ser que sea necesario o no haya peligro cerca.

-¿Y? ¿Has visto algo interesante?

-La manera en la que lo tratan los soldados. Está claro que tiene un puesto importante, pero no estoy seguro de quién será. Puede que se trate del asesor del gobernador.

-El asesor... –murmuró Kareth- Entonces seguro que es un descendiente de Gaia.

 

Al escucharle, Kai frunció el ceño. Ellos eran quienes más podían poner en peligro el plan y para quienes habían estado entrenando concienzudamente todo ese tiempo.

 

Habiendo visto de lo que era capaz alguien como Quattuor, no quería ni imaginarse el resto. Así pues, debían estar preparados.

-Será mejor que nos quedemos mucho tiempo por aquí. Si nos ve, se acabó –dijo Kai.

-Sí, vámonos.

-¡Alto! –exclamó una voz detrás de ellos, lo que les hizo permanecer inmóviles mientras, de reojo, veían a tres encapuchados apuntándoles con sus armas- ¿Qué hacéis aquí? –continuó mientras levantaba su fusil hasta situar la mirilla cerca de su ojo derecho.

-S-sólo queríamos disfrutar de las vistas –mintió Kareth, sabiendo que era una pésima excusa.

-¿Sois soldados del gobernador? –preguntó la misma persona.

-Eso depende de quién lo pregunte –replicó Kai.

-¡Oye! ¡Está claro que su forma de actuar es muy rara! ¡Dispárales y punto! –sugirió otro encapuchado.

-Es mejor que no nos precipitemos. ¿Y si resulta que van contra del gobierno o son rebeldes a los que no conocemos?

-¡Espera un momento! ¡¿Vosotros también sois rebeldes?! –preguntó Kareth

-¿Eh? –respondieron los tres a la vez, mostrándose confusos.

 

-¡Ah! ¡Así que vosotros sois los que habéis venido con Razer! ¡Debería habérmelo imaginado! –dijo uno de ellos, una vez se les hubo explicado la situación.

-¿Ves por qué era mejor no disparar antes de preguntar?

-Pero imagínate que son soldados del gobierno de la facción o de la unión. O peor, del imperio. La idea de matarlos no te hubiese parecido tan mala, ¿eh?

-Pero han resultado ser de los nuestros. Te habrías equivocado.

-¡Oh, vamos! ¡No es para tanto!

-¡Sí lo es!

 

Ante aquel intercambio de palabras, tanto Kai como Kareth se mantuvieron en silencio, observándolos. Haciendo caso omiso de los otros dos, el tercero se acercó a ellos.

-Perdonadles, siempre están igual. Somos hermanos y, por desgracia, solemos discutir con frecuencia.

-Tranquilo –contestó Kareth.

“Este parece más normalito”, pensaron ambos, “Aunque ninguno de ellos se ha quitado la capucha pese saber ya quiénes somos.”

-Por cierto, mi nombre es Zen –continuó el encapuchado- En cuanto a ellos dos, el más impulsivo se llama Sen y el más precavido Len. Los tres llevamos vigilando este territorio desde hace varios días.

-¿Y bien? ¿Alguna novedad? –preguntó Kai.

-Poca cosa, más allá de lo que ya habéis visto –explicó Sen, quien ya había dado por finalizada la discusión-. El gobernador apenas sale del recinto, por lo que actualmente es ese tipo de pelo extravagante quien está dando las órdenes. Se quiere hacer de esto algún tipo de acto honorífico.

-Sí, de hecho apenas se permite que los civiles se acerquen, y cualquiera que se atreva a hacerlo será arrestado. Por lo menos, hasta que los dos soberanos se hayan reunido –prosiguió Len.

-¿Qué clase persona es el gobernador de aquí? –preguntó, de nuevo, Kareth.

-Claro, vosotros no lo habéis conocido, ¿verdad? –dijo Len.

-Y tal y como están las cosas no lo haréis hasta dentro de un par de días o así –añadió Sen.

-Es casi tan extraño como el tipo de pelo extravagante. Siempre lleva puesta una armadura. Como si fuese un robot. Nunca le hemos visto la cara, ¿verdad? –preguntó Len.

-Para nada.

-Aun así, se hace de respetar –intervino, esta vez, Zen mientras Kai y Kareth trataban de asimilar aquella información.

-Por cierto, ¿hace mucho que habéis llegado? –preguntó Sen.

-¿Qué tal está Razer? –le siguió Len.

-¿Ya habéis contactado con Sdren? –añadió Zen.

-T-todo está en orden. Y hemos llegado esta mañana. –consiguió responder Kai, algo agobiado por aquella repentina cadena de preguntas.

-Sería genial que pasarnos por allí –continuó uno de los tres hermanos.

-Nos dirigíamos hacia el escondite. Si queréis venir... –propuso otro.

-No podemos –contestó el primero.

-Exacto, todavía no podemos –aseguró el tercero- Tenemos que permanecer en nuestro puesto hasta próximo aviso –explicó Zen, probablemente el que menos parte tomaba en la conversación, comparado con los otros dos.

-Comprendo –dijo Kai.

-En cualquier caso, nos reuniremos con vosotros el día del evento. Me alegro de trabajar juntos.

-Y nosotros –contestó Kareth.

-¡Un placer! –exclamaron los otros dos hermanos al unísono.

 

Cuando regresaron al escondite, los demás ya habían llegado. Estaban discutiendo sobre el plan a seguir para ayudar a Garth a reunir el apoyo de los ciudadanos. Todo ello mientras comían alrededor de la mesa.

-Lo primero sería conseguir que más personas confiasen en nosotros –propuso Sarah.

-¿Y en que estás pensando exactamente, peliazul? ¿Dar una paliza a los soldados delante de todos y así demostrarles que vamos en serio? No es que me parezca mal, pero en ese caso todo nuestro plan se irá al garete.

-¡Pero si no hacemos que confíen en la seguridad del plan, no recibiremos apoyo, ¿no crees?!

-Puede que si nos mostramos activos ayudando a los más necesitados –propuso Razer.

-Pero eso puede que nos lleve demasiado tiempo –replicó Sarah.

 

Mientras discutían, Nara se acercó a Kai.

-Oye...

-¿Qué pasa? –preguntó el chico al ver su expresión de preocupación.

-Creo que es mejor que hables con Miruru.

-¿Por qué?

-La noto algo rara desde hace unas horas. De hecho, no ha querido participar en la discusión y ha ido a ver a la hija de Garth.

-Entiendo. De acuerdo. Gracias por avisarme.

 

En la habitación del fondo, Miruru estaba junto a Eirin, intentando acomodarla en el colchón.

-¿Eres hija única? –preguntó la semidiosa, recibiendo por respuesta el silencio de la otra chica- No tienes por qué contestarme si no quieres. Era por hablar de algo...

-No me importa. Lo cierto es que tenía una hermana... bueno, quiero pensar que la sigo teniendo. Hace mucho se marchó con mi madre, quien no pudo soportar la vida aquí y decidió irse llevándose a mi hermana.

-¡Qué egoísta! –maldijo Miruru- ¡No me puedo creer que abandonase a su familia así!

-En parte, puedo entender por qué lo hizo. Aquí las cosas siempre han sido así. Es difícil pedirles a los demás que te entienda y te den parte de lo que tienen. Al fin y al cabo, ellos están en una situación parecida. Mi madre no pudo soportarlo más.

-Aun así, ¿por qué no intentar cambiar la situación? Dejarlo estar o huir de los problemas no solucionará nada.

-Porque tenemos miedo a lo que no conocemos. Pensar en la posibilidad de fracasar si actúas, sólo consigue acobardarte más. Y al final, prefieres seguir igual aunque no seas feliz. Muchos piensan así.

-¿No le guardas rencor?

-¿A mi madre? No. Es cierto que la quería muchísimo. Y que ella y mi hermana se marchasen es algo que todavía me cuesta asimilar. Pero también sé que hubiese querido llevarme a mí también. Por desgracia, soy de salud frágil y un viaje tan largo habría acabado conmigo. Además, tampoco podía dejar solo a mi padre –respondió Eirin con expresión melancólica-. Recuerdo cuando jugábamos las dos juntas. No teníamos mucho, pero eso no nos importaba a mi hermana ni a mí. Incluso cuando tenía que guardar cama, ella venía e inventaba alguno de sus juegos para que me distrajese y no me preocupase. Hoy en día me pregunto qué habrá sido de ella. Si está bien, si sería capaz de reconocerla...

 

De repente, se escuchó a alguien tocando a la puerta.

-¿Se puede pasar? –preguntó la voz de Kai, sorprendiendo a Miruru.

Al ver su reacción, Eirin sonrió.

-Ve con él. Puede que sea importante.

-¿Seguro que puedes quedarte sola? –preguntó la joven de pelo rubio.

-Sí, no te preocupes. Además, ya puedo comer por mí misma.

-¡Enseguida salgo! –exclamó la semidiosa mientras se levantaba-. Descansa –dijo antes de abrir la puerta.

 

-¿Qué pasa? –preguntó Miruru.

-La verdad es que eso es lo que te quería preguntar yo. –respondió Kai- Nara me ha dicho que te ha visto un poco rara últimamente. Así que quería saber si te encontrabas mal.

-¿Rara? –se extrañó la chica, a quien le vino a la cabeza la conversación que habían tenido aquella mañana, poniéndose nerviosa de golpe- ¡No! ¡En absoluto! ¡Estoy perfectamente! ¡En forma! ¡¿Ves?! –dijo, dando unos pequeños saltitos a la vez que su cola se mantenía erguida, como si alguien la hubiese agarrado. Esto provocó cierta inseguridad en Kai, quien la miró no muy convencido.

-¿De verdad te encuentras bien? –preguntó el joven.

-¡Por supuesto, no tienes por qué preocuparte!

-Ya... –respondió él, dejando escapar un ligero suspiro- Me alegro entonces. La verdad es que me había preocupado. Somos amigos y me gustaría que me contases cualquier problema que tengas. Estoy aquí para ayudarte en lo que necesites.

“Amigos”, por alguna razón, a Miruru aquella palabra no le sonó bien.

-C-claro, no te preocupes. Si ocurre cualquier algo, te avisaré –dijo la chica mientras maldecía internamente a Nara. “¡La próxima vez que la vea voy a agarrarla de las orejas!”, pensó.

-Volveré con los demás. Todavía están discutiendo sobre el plan de secuestro. No sé acabarán decidiendo –dijo con una sonrisa irónica-. Nos vemos más tarde.

-¡Espera, Kai! –exclamó Miruru justo cuando éste se disponía a darse la vuelta

-En realidad, sí que hay algo que me gustaría decirte. Es sobre el plan.

-¿De qué se trata?

-Creo que es mejor que no lo hagamos.

lunes, 20 de octubre de 2014

Capítulo 19: La nueva generación



Sentados sobre la hierba y formando un círculo se encontraban Kazuma, Nanako y Mizuki. Hacía un tiempo que Derain y Kaoru se habían marchado. Durante ese tiempo, Asari les había explicado un poco la situación pero aquello les hacía sentirse bastante confusos al respecto. Ninguno de ellos podía creer que tanto Luka como Eri y Akira tuviesen que ver con algo tan ficticio como los demonios. Parecía una historia fantástica o paranormal sacada de la mente más imaginativa. Y, sin embargo, ninguno de los tres podía replicar tras haber visto lo ocurrido.

Jugueteando con la hierba del suelo, Mizuki tenía una expresión melancólica dibujada en su rostro. Por su parte, Kazuma parecía impaciente y no era difícil de vislumbrar cierta rabia contenida por la posición de sus cejas.

Poco después, Asari se reunió con ellos, sentándose entre Mizuki y Kazuma. Frente a ella, Nanako se dedicó a observarla como si esperara resolver el misterio de todo lo que estaba ocurriendo.
-No hace falta que le deis tantas vueltas. En cuanto todo esté arreglado no recordaréis nada sobre esto.
-Así que es cierto que nos borraréis los recuerdos.
-Incluso con lo poco que sabes ya deberías haber llegado a la conclusión de que no es algo que podamos permitir que se expanda, ¿no crees? –respondió la profesora a su alumno mientras apoyaba las manos en el suelo, dejando caer su espalda hacia atrás.
-...
-¿Crees que estarán bien? –preguntó Mizuki.
-Por supuesto, además Derain y Kaoru han ido a ayudarles así que no habrá problema.
-Fujita-kun... –murmuró la chica- Siempre he pensado que era un chico muy enigmático...pero... ¿quién es exactamente?
La profesora se quedó callada un momento durante el cual mantuvo los ojos en el cielo oscurecido. Tras esta pausa decidió contestarle.
-Como os he dicho antes, hace mucho tiempo hubo una guerra entre humanos, constituido por la Inquisición, y los demonios. No obstante también había otra especie en aquella época. Éstos eran los ángeles.
-¡¿Ángeles?! –se sorprendieron los tres al unísono.
Asari asintió y continuó con su historia.
-Los ángeles eran considerados en principio neutrales al conflicto, y, por tanto, fuera del mismo. Pero no todos pensaban de la misma manera. Hubo algunos que decidieron ponerse de parte de los humanos, otros de parte de los demonios, otros intentaron pner paz entre ambos bandos. Al final, fueron muchos los que se vieron envueltos y, para el momento en el que se hizo la primera tregua con intención de conseguir la paz completa, además de aquellos que no quisieron inmiscuirse en la guerra sólo quedaba una ángel. Hasta que, por alguna razón, fueron desapareciendo siendo ésta la última en hacerlo.
-¿Qué fue lo que les ocurrió?
-Sobre la chica, se sabe que murió, pero del resto de los ángeles que quedaban en ese momento no quedó ni rastro. Se consideró que murieron al igual que todos los demás.
-Entonces, ¿ya no queda ningún ángel?
-Así es. O al menos en teoría.
-¿Qué quieres decir?
-Desde aquel día sólo han existido dos personas con poderes parecidos a los de los ángeles, pero fue recientemente cuando apareció alguien con las mismas características que esa especie. Lo que se consideraría lo más cercano a un ángel como los de antaño.
-¿Y ese es...?

-¿Kaoru? ¿Qué haces aquí?
-Creo que es algo bastante obvio, Akira. He venido a echaros una mano. Veo que estáis teniendo algunos problemas...
-¿Qué significa esto, Derain? –preguntó de nuevo el medio demonio cambiando de objetivo.
-Será mejor que hablemos en otro momento, chico. Aunque me parece que vas a tener tiempo de observarlo con tus propios ojos.
-¿Cómo es que no los has visto venir? –preguntó el líder de la cabeza rapada al individuo de la túnica.
-No lo entiendo, debería haberlos notado.
-Así que eres un rastreador, ¿eh? Eres capaz de borrar tu propia presencia así como la de los que te rodean. Y no sólo eso. También puedes sentir la presencia de otros Setten y Retten –explicó Derain al percatarse de la sorpresa del encapuchado.
-...
-Siento decirte que nosotros contamos con algo parecida. Aquí el señor –continuó mientras señalaba a Kaoru- también es capaz de anular su presencia y la de los demás. Otro de los motivos por los que me costó saber de quien se trataba en realidad...
-Me lo tomaré como un cumplido... –dijo Kaoru levantando las cejas.
-Como sea. Es posible que nos hayáis sorprendido pero eso no indica que hayáis ganado. Un imp nos vendrá bien para nuestra colección.
El demonio dio otra calada a su puro sin inmutarse por las palabras del líder.
-Ya...para eso tendréis que demostrar lo que valéis...
-Aah...aah... –de repente uno de los hombres comenzó a encogerse sobre sí mismo. Acto seguido se agarró la cabeza con las manos quejándose de un terrible dolor. Otros dos del grupo empezaron a actuar de la misma forma.
-¡¿Qué es lo que os pasa?! ¡Eh! ¡Chicos!
Derain volvió a dar otra calada a la vez que sonreía maliciosamente.
-La mente puede ser dominada en muchos sentidos. Y el que vosotros merecéis es uno tan cruel como... –el imp chasqueó los dedos-...la traición.

Al momento los hombres levantaron sus armas y se dispararon entre ellos, alcanzándose las extremidades de manera que quedaron incapacitados en el suelo, volviéndose a encoger de dolor tras recuperar la razón.
-Chst... –el hombre de la cabeza rapada chasqueó la lengua con desagrado.
-¿Y bien? Tú eliges. Ir a prisión por las buenas o con varios huesos rotos.
-Je...soy un “cazatesoros”...si no estuviese preparado para estas cosas, sería incapaz de enfrentarme a demonios.
Dicho movió la mano hasta su espalda y agarró un arma de fuego de extraño diseño. Ésta estaba formada por tres cañones de color negro con una especie de batería plateada situada encima de los mismos, varios centímetros más atrás de la salida del cañón, y que presentaba una línea que emitía una luz roja a lo largo de ésta. El mango del arma medía el doble que la de una pistola normal y el gatillo, el cual se alargaba hasta la mitad de lo que medía el mango, tomaba forma de medía luna, surgiendo a partir de la unión entre el mango y los tres cañones.

Sin pensárselo dos veces, el hombre apretó el gatillo, provocando que la luz roja se fuese apagando paulatinamente de derecha a izquierda, como si se tratase de la barra de vida de algún videojuego. Instantáneamente, tres láseres rojos aparecieron por los agujeros de los cañones y recorrieron la distancia que separaba al líder de Derain, el cual, sin verse venir ese contraataque, recibió el ataque de lleno, cayendo al suelo fulminado.
-¡Derain! –exclamó Eri, todavía esposada y con uno de los miembros de aquel grupo sentada encima de ella.
-Je...tanta palabrería y ha caído al primer ataque. Parece que es cierto lo de perro ladrador poco mordedor. Lástima, hubiese sido bueno llevar al imp vivo al mercado negro pero supongo que su cadáver también nos será útil. Venga, chicos, recojamos la mercancía y marchémonos antes de llamar más la atención.
-Vaya, parece que no me tomáis muy en serio –declaró Kaoru sonriendo.
-Cuando quiera jugar con chiquillos te llamaré. Por ahora haznos un favor y desaparece –dijo mientras le daba la espalda.
-Dime, ¿has oído hablar de la nueva generación?
El líder del grupo se detuvo en seco y se dio la vuelta.
-¿La nueva qué?
-La nueva generación. Hace algún tiempo, los pecados capitales decidieron recoger la sangre de un ángel y conservarla para el futuro. El motivo era que, cuando el momento llegase, esa sangre supondría la recreación de una nueva generación de ángeles, no genuinos pero con los mismos poderes que los extintos –en la espalda de Kaoru aparecieron un par de bultos que empezaron a abrirse paso a través de la camiseta. Fue entonces cuando, rompiendo el tejido de la misma, surgió un par de alas blancas que se extendieron en su totalidad, contrastando con el cielo nocturno. Ubicadas sobre sus brazos, dos ballestas hicieron acto de presencia a partir de una luz muy brillante. La cara del líder no podía ser más expresiva dada la situación.
-Debiste haberme tomado en serio antes...

Acto seguido, varias flechas de luz fueron lanzadas contra el grupo, acertando en cada uno de los miembros restantes, incluido el hombre de la cabeza rapada, quien cayó al suelo inconsciente pese a que el objeto había atravesado uno de sus puntos vitales.

Impresionada, Eri pudo por fin levantarse, aunque seguía esposada. Sin embargo había alguien además de ella y el ángel levantado, y ése era el encapuchado.
-Me imaginaba que serías capaz de protegerte de esto. Eres un demonio, ¿no es cierto?
-Sólo iba con ellos a cambio de que me proporcionasen información sobre el paradero de alguien.
-Eso no te exime del daño que has causado.
-No pretendía poner una excusa. Pero no pienso dejarme capturar aquí...
-Entonces sólo nos queda luchar –indicó el chico mientras se preparaba.
-Bien –el encapuchado se quito la túnica.
-¡¿Huh?! –Eri dejó escapar un pequeño grito.

Debajo de la túnica se encontraba una chica de pelo corto azul celeste y orejas puntiagudas. Llevaba una chaqueta de cuero que dejaba al descubierto la piel de sus brazos y vientre, y unos vaqueros que llegaban hasta un poco más arriba de las rodillas. Debía de medir lo mismo que ella y mostraba una mirada decidida frente a su adversario. Pese a que su amigo había dicho que se trataba de una demonio, la joven no logró distinguir cuernos sobresaliendo de sus sienes. Quizás fuese una medio demonio al igual que Akira...

Tras revelar su identidad, la chica se lanzó contra Kaoru empuñando lo que parecía una pequeña daga, la cual manejaba con la hoja apuntando hacia abajo.

Logrando situarse cerca de su adversario, desplazó rápidamente su extremidad superior derecha en horizontal, realizando un corte directo hacia el cuello del ángel, quien consiguió evadirlo por centímetros.
-¡Qué rápida! –exclamó Akira.
Posteriormente, volvió a propinar un segundo ataque, esta vez con la pierna izquierda, la cual se elevó por encima del hombro de su contrincante, directa a la sien de éste. No obstante, Kaoru la había visto venir y consiguió agacharse a tiempo, haciendo un barrido con una patada sobre la extremidad de apoyo de ella, logrando que cayese al suelo para después apuntar y lanzarle varias de sus flechas.

Después de esquivarlas rodando por el suelo, la rastreadora se puso en pie y se lanzó de nuevo contra él.

De esta manera se produjeron varios intercambios de golpes que no llevaron sino a que ambos volviesen a situarse el uno frente al otro, tensando el ambiente y dando la sensación de estar empatados.
-Eres buena en el combate cuerpo a cuerpo.
-Gracias...
-Dime, ¿cómo te llamas?
-...eso es algo que no puedo decirte...
-Ooh...ya veo...entonces, ¿qué te parece si hacemos una apuesta? Si gano yo el combate, te entregarás sin causar más daños y me dirás tu nombre...
-¿Y si gano yo?
-...pues que no sólo ganarás tu libertad sino que te ayudaré con la información que necesitas.
“Tengo la sensación de que el premio de ella es más compensatorio”, pensó Eri frunciendo el ceño.
-Me gusta la idea –respondió ella tras varios segundos pensándoselo.

En ese momento, lanzó la daga y dibujó un símbolo en el aire, provocando que, alrededor de ésta, apareciese una barrera de viento girando en distintas direcciones, de manera que, pese a que el chico lo esquivó, esta barrera fue desplegada como una onda expansiva hacia todas partes, goleándole y provocando varios cortes en el cuerpo del joven. Tras esto, la daga volvió a las manos de su dueña como por arte de magia.

Kaoru desplegó sus alas y se levantó no sin cierta dificultad. Por su parte, tanto Eri como Akira observaban el combate sin pronunciar palabra. Había algo en la forma de pelear de su amigo que les parecía extraña pero no estaban seguros de qué era.

La otra chica volvió a lanzar la daga, la cual actuó del mismo modo que antes. De nuevo, pese a que el chico volvió a esquivarlo, el ataque lo alcanzó, lanzándolo de nuevo al suelo y aumentando la cantidad de magulladuras en su cuerpo.
-¿Qué te pasa? ¿Ya has perdido todo el ímpetu en este combate? Si sigues así voy a ganar la apuesta –dijo ella con un tono más de queja que de burla.
-No estás mostrando todo tu poder, ¿verdad?
-¿Qué...?
La joven de pelo azul celeste abrió los párpados para luego bajar la cabeza.
-No importa lo que digas. Voy a vencerte aquí y ahora. No puedo permitirme perder...
-...
-¡Prepárate!
Esta vez, el mismo símbolo fue dibujado, sólo que con la daga todavía en mano. Al instante, las corrientes de viento alrededor de ésta comenzaron a tomar una forma cónica alrededor de la hoja del arma, como si se tratase de una especie de taladro, para posteriormente ser lanzada hacia su adversario a gran velocidad.

Kaoru se limitó a cerrar los ojos mientras el objeto se dirigía con fiereza hacia su estómago. Fue entonces cuando, tanto los sonidos del ambiente así como los movimientos de todo ser vivo a su alrededor se detuvieron, como si el tiempo se hubiese parado.

Un camino iluminado entre dos líneas paralelas apareció frente al chico, situándose el extremo final del mismo donde se encontraba su enemiga. En ese momento puso las ballestas una encima de otra y una pequeñísima flecha se generó en el espacio que había entre las dos armas. Siendo disparada mientras el joven mantenía los ojos cerrados.

Volviendo a recuperarse la continuidad del ambiente, habiendo acontecido todo en apenas unas pocas décimas de segundo, la flecha y la daga tomaron contacto, sin embargo, la segunda no tardó en penetrar por el centro de la barrera de viento de la primera, alcanzando la hoja del arma y dando lugar a que está se hiciese añicos.

Todos quedaron en silencio. Al mismo tiempo, el ángel abrió los ojos y observó la expresión impotente de quien tenía enfrente.
-No puede ser... –murmuró la chica.
-Dices que no puedes perder aquí...yo opino de la misma forma...
-...
-Creo que he ganado la apuesta.
La joven apretó los dientes.
-¿O quizás aún quieres seguir luchando?
-Chst...
Sin darle tiempo a reaccionar, cogió algo del bolsillo de su pantalón y lo lanzó contra el suelo, provocando que saliese humo el cual cegó a los presentes.
Cuando éste se hubo despejado, la chica había desaparecido.
-¿S-se ha escapado? –preguntó Eri.
-No te preocupes. No irá muy lejos.
-¿Huh?
Kaoru señaló el lugar en el que anteriormente había estado Derain, ahora vacío...

Corriendo entre los árboles, la chica huía con la intención de abandonar el valle.
-¡Maldita sea! ¿Por qué me tiene que pasar esto a mí? ¡Hyaaa! –tropezándose, cayó al suelo, quedando tumbada sobre la hierba. Pequeñas lágrimas comenzaron a salir a partir de sus ojos-. ¿Dónde estás, madre?
Tras mantenerse así durante un rato, decidió enjugarse las lágrimas y continuar su camino pero poco a poco empezó a darse cuenta de que estaba yendo en círculos.
-¿Eh? ¿Qué está pasando? –no importa dónde mirase, sólo veía lo mismo una y otra vez.
Asustada se hizo hacia atrás, pero se dio contra algo.

Al darse la vuelta, descubrió la pequeña figura de un imp, aquel al que se habían enfrentado en el claro.
-¿Tú no estabas...?
Sin inmutarse, el demonio encendió otro puro y, tras darle una calada, contestó.
-Si muriese por algo así no podría hacer bien mi trabajo.
-¿Qué diablos eres? –preguntó mientras se alejaba de él.
-Sólo un “cazador de sueños”.
De repente, la chica comenzó a sentirse débil y amodorrada y, llevada por un peso que no parecía el suyo, cayó dormida al suelo.
-En fin, supongo que con esto hemos acabado con todos los problemas...al menos de momento...
El imp dio otra calada a su puro mientras observaba cómo el Sol se erigía a lo lejos...

Antes de que se despertasen los demás alumnos, Eri y los demás llegaron al campamento, donde los esperaban Asari y los demás. Nada más verlos, Mizuki corrió a abrazarlos.
-¿Qué ha pasado? ¿Ha ido todo bien? ¿Estáis heridos?
-Tranquila, tranquila. Estamos bien, quizás sólo necesitemos descansar un poco. No hemos dormido mucho que digamos –comentó la demonio con una sonrisa irónica en sus labios.
-Vas a tener que explicarme algunas cosas, Kaoru –dijo Akira mirando seriamente a su amigo.
-Ahora no tengo nada que esconder...así que contestaré a lo que sea que quieras preguntarme...pero por ahora dejémoslo así. Creo que todos necesitamos un respiro...
-Ah, y ahora me tocará tener que borrarle la memoria a estos chiquillos. Yo si que no termino de trabajar nunca –se quejó Derain.
-¡No pienso dejar que me borréis la memoria! –exclamó Kazuma un poco más alejado del resto.
-¿Ya te estás poniendo impertinente otra vez?
-Quiero ayudaros. Y Mizuki y Nanako también están de acuerdo.
Las dos chicas asintieron.
-¿Estáis locos? –preguntó Asari-. Dejad de decir tonterías. Esto no es un juego así que no os lo vamos a permitir.
-Sensei, es precisamente porque no es un juego que queremos ayudar... –dijo Nanako haciéndose oír por primera vez en todo lo que llevaban de campamento, y quizás más tiempo antes de eso-. Es posible que no tengamos habilidades como las de ellos. Que sólo seamos simples humanos. Pero los humanos también pueden luchar. Además, eso ayudaría a reducir las diferencias y discriminaciones que hay entre ambas especies. Estoy segura de que habrá algo en lo que podremos ser útiles, incluso si es sólo buscar información o a más gente que esté dispuesta a echarnos una mano. ¿Acaso pretendéis que nos quedemos quietos después de lo que hemos visto? ¿Después de saber que nuestros amigos ponen sus vidas en peligro para protegernos? Incluso si es desde un lugar seguro, cualquier cosa es mejor que no hacer nada y seguir como normalmente sin saber lo que ocurre en realidad. Estoy segura de que a nadie de aquí le gustaría estar ciego ante la verdad, ¿me equivoco?

Los presentes no supieron que decir al respecto. Aquello los había dejado enmudecidos.
-¡Jajajajaja! –Derain comenzó a reírse a carcajadas- ¡Impresionante! ¡Hacía tiempo que no veía a un humano decir algo así! ¡Me habéis caído bien!
-¿Derain? No estarás insinuando que...
-Dejémoslos por esta vez. Si vemos que la cosa se complica siempre podré manipular su mente para que lo olviden todo.
-¡Pero...!
-Vamos, Asari. Tenemos cosas más importantes que hacer. Estas dos chicas requieren más atención por ahora –comentó el imp señalando a Luka y la otra joven, quienes Akira y Kaoru llevaban en brazos-. Si después de esto sigues teniendo quejas, te escucharé.
Asari abrió la boca para intentar decir algo pero se detuvo a mitad, disponiéndose a seguir al imp.
-¡Eso ha sido genial, Nanako! –exclamó Kazuma, una vez los dos se hubieron alejado.
Ella se limitó a levantar el pulgar.
-Entonces supongo que os debemos una mejor explicación sobre esto –indicó Eri.
-Por ahora descansemos. El resto despertará dentro de poco. Aunque la verdad es que no sé cómo han conseguido dormir con todo lo que se ha armado.
-Sí. Será lo mejor. Luego habrá tiempo para aclarar las cosas...
Sentenció Akira mientras daba el primer paso hacia el interior del campamento seguido del resto.

miércoles, 1 de octubre de 2014

The three global powers: Capítulo 6

-¡Ah, por fin un rato para relajarse! –dijo Unum, dejándose caer encima de un cómodo sillón en la habitación que habían preparado para él.

-Pareces un viejo –replicó Duobus, con un tono de voz monótono.

-¡No digas eso! Si tendremos más o menos la misma edad.

-Eso no es excusa.

-En fin, lo que tú digas –dijo el hombre, dando por zanjado el tema.

-¿Qué opinas sobre ellos? –preguntó Duobus.

-¿Hablas de esos Erasers? Son criaturas interesantes, feroces... cuesta imaginar cómo las domarán. Por otro lado, me producen una sensación extraña, parecida a la que me produce Detz –respondió Unum ante la mirada impasible de su compañera- En cualquier caso, tengo curiosidad por ver de lo que son capaces o lo que ese loco les pueda ordenar.

 

De repente, se escuchó un aviso en su comunicador, sobresaltándolo ligeramente. Entonces, introdujo su mano en el bolsillo de su chaqueta y, tras coger el aparato, se lo acercó al oído.

-¿Sí? –preguntó.

-¡Unum! ¡Cuánto tiempo!

-¿Tribus? ¿Por qué me llamas?

-¡Oye, ¿por qué siempre eres tan desagradable conmigo?!

-Que sí. Que lo que tú digas. Ve al grano.

-¡Aburrido! Sólo llamaba para decirte de que Detz va hacia allí.

-¿Detz? –se extrañó Unum, frunciendo el ceño- ¿Para qué? –a su lado, Duobus ladeó la cabeza, también confusa ante aquella noticia.

-Bueno, en realidad todavía no se ha puesto en marcha. El caso es que ha conseguido hacer un par de copias de la “Errantia”. Ya sabes, esa espada que saca los núcleos de sus portadores. Y quiere dároslas.

-Pensaba que para eso te enviaría a ti antes que venir él mismo.

-Parece que esta interesado en llevar las riendas del imperio.

-Ah... ya veo... –contestó Unum, dejando escapar un suspiro-. Bueno, tampoco es que me importe. Probablemente también quiera echarles un ojo a esos monstruos.

-¿Monstruos?

-Sí. Cuando tengas la oportunidad deberías venir a verlos.

-Todavía no puedo. Debo seguir vigilando este sitio hasta que Detz diga lo contrario.

-Así que vas a estar encerrada una buena temporada, ¿eh?

-Sí... eso creo... –dijo ella, detectándose en su voz cierta melancolía.

-¿Te sientes mal por ello?

-¿Eh? Puede. Supongo que les había cogido cariño a esos nómadas.

-Son humanos, Tribus. No lo olvides. Escoria que existe para nuestro beneficio. Sólo sirven para traer desastre y por ello deben ser eliminados. No hay que tener piedad.

-Lo sé. Pero aunque sea una descendiente, parte de mí sigue siendo humana. ¿No te ocurre a ti lo mismo, Unum?

En ese momento, la imagen de una chica cruzó fugazmente la mente de Unum.

-Para nada –contestó- De todas formas, gracias por la información. Volveremos a vernos.

-¡Okay! –dijo Tribus antes de cortar la comunicación.

 

-Por aquí –dijo Razer, haciendo de guía en los conductos de alcantarillado.

Llevaban varios días viajando entre óxido y oscuridad, por no hablar del olor que todavía desprendía aquella zona, alimentándose de las provisiones que llevaban consigo. Pese a ello, nadie se había quejado y se habían limitado a seguirle.

-Debemos de estar cerca –continuó Razer.

-Me pregunto cómo se las arreglarían los primeros rebeldes que descubrieron este sitio –comentó Miruru.

-Probablemente estén muertos –dijo Quattuor.

-¡Quattuor! ¡No digas algo así delante de Razer! –replicó Sarah.

-No te preocupes. No me molesta. Aunque he de decirte que nuestros exploradores siguen vivitos y coleando, sólo que con algunos años de más y en otros territorios.

-¿Cuántos grupos tenéis distribuidos? –preguntó Kareth.

-Los suficientes para cubrir todo el terreno que podamos, y así disponer de una buena red de información y recursos. Por suerte o por desgracia, cada vez hay más gente que quiere unirse a nuestra causa, e incluso así, seguimos necesitando más.

-La gente ha dejado de tener miedo a enfrentarse a la guerra –dijo Kareth.

-A estas alturas, hay personas que no tiene mucho o nada que perder. Así que, antes que morir en vano, prefieren arriesgarse sus vidas para salvar las de otros.

-Suena a lo que era Yohei Gakko antes.

-Sobre eso no puedo opinar. Por otro lado, si consiguiésemos la ayuda de Normand, nuestras fuerzas y esperanzas aumentarían.

-¿Qué clase de hombre es ese tal Normand? –preguntó esta vez Nara, a lo que Razer no respondió inmediatamente, deteniéndose frente a una escalera que subía a la superficie.

-Es probable que ya hayas escuchado hablar de él –dijo mientras se agarraba a una de las barras de metal que constituía los escalones-. Considerado un genio en el campo de la ingeniería armamentística, ha diseñado armas para las tres potencias así como para otros grupos independientes.

-¡Ah! –exclamaron Sarah y Kareth de repente, sobresaltando a todos excepto a Quattuor.

-¡Por eso me sonaba tanto! ¡Fue él quien diseñó las armas que se usan en Yohei Gakko! –exclamó Kareth,

-¡Fue quien inventó los motores de propulsión! –añadió Sarah.

-Así es –continuó el líder de los Rebeldes-. Los motores Z, R y K que utilizan la presión del aire para mejorar la potencia de ataque, siendo K el más potente y Z el más débil. Aunque, eso no equivale a que las que posean el K sean más fuertes, puesto que los motores más débiles resultan más fáciles de manejar.

-Pero siendo alguien tan solicitado, ¿cómo lo haréis para que os ayude? –preguntó Nara.

-Hace algún tiempo dejó de diseñar armas y desapareció. Por lo que nos dijo Quattuor, estaba buscando conocimientos sobre tecnología militar. El caso es que esta desaparición probablemente haya causado un gran revuelo entre los altos mandos de las tres potencias y otros grupos, por lo que lo estarán buscando. Corre el rumor de que sus verdaderas intenciones son las de acabar con la guerra creando un arma de destrucción masiva –explicó Razer.

-¡¿Es que ha perdido la cabeza?! –dijo Kareth.

-O eso, o su conciencia no ha podido soportar el peso de lo que han hecho sus propias armas.

-No sé yo si un tipo así es la mejor opción para pedirle ayuda –declaró Kai.

-Puede ser, pero necesitamos poder si queremos acabar con esto de una vez por todas. Y, si es verdad que él también quiere que todo termine, nos ayudará.

 

Habiendo llegado al final de las escaleras mientras hablaban, Razer hizo fuerza con una de sus manos para separar la tapa metálica que los separaba de la superficie, de forma que algunos rayos de luz se introdujeron por las rendijas, cegando a la mayoría.

-Ya hemos llegado.

Momentos después, todos habían salido de las alcantarillas, apareciendo en la parte de atrás de una pequeña casa. Tras cerrar la entrada, el grupo echó un vistazo a su alrededor.

-¿Y tus espías? –preguntó Quattuor, dirigiéndose a Razer.

-Seguidme –contestó éste.

 

Obedeciendo al joven, el grupo continuó por una serie de callejones, desde donde pudieron observar mejor los alrededores.

 

Las casas eran más pequeñas que en el norte. Apenas había edificios altos, y los pocos que se veían tenían mejor aspecto que las viviendas, que parecían a punto de derrumbarse.

 

Encontraron un bullicio de gente al llegar a la calle principal, cuyos suelos eran de piedra, al contrario que el cemento que cubría el territorio de la unión. Esto recreaba una época mucho más antigua, aunque la ropa de sus habitantes, más contemporánea, no se adaptaba a ese tiempo. Aun así, uno no podía evitar pensar en la escasez de recursos invertidos en aquella ciudad.

-¿Qué son esos edificios? –preguntó Miruru.

-¿No te lo imaginas? –respondió Quattuor, con tono irónico- Allí es donde desarrollan su tecnología militar y, por tanto, a lo que se le da mayor prioridad. Si tuviese que poner en porcentajes a qué se dedican los fondos del estado, la población se llevaría un 25% de los recursos, mientras que el resto iría al desarrollo de armas y soldados. Al menos, así era antes. Ahora puede que haya mejorado un poco, pero dudo que el porcentaje que se lleva la población supere el 35%. Mirad –continuó mientras señalaba con la cabeza a un niño desmayarse en mitad de la calle. Tuvo que pasar un tiempo hasta que una mujer, apurada, se acercase a él y lo cogiese en brazos, llevándoselo al interior de una de las casas; ya que una gran mayoría decidió ignorarlo, pasando a su lado sin apenas percatarse de su existencia.

-Es horrible. A ese niño podían vérsele hasta los huesos de las costillas –dijo Miruru, visiblemente afligida.

-Ha tenido suerte de que esa mujer lo haya recogido. En otro lugar, probablemente alguien haya muerto de esa misma forma –explicó Quattuor.

-¿Y por qué nadie hace nada?

-Miedo, egoísmo... Mientras unos estén bien, preferirán no compartir con otros. E incluso si intentan luchar por ellos, serán reprimidos por los soldados de la facción. Ya os lo dije, gastaron, y siguen gastando, muchos recursos en el desarrollo de tecnología militar. La población lo ha acabado pagando cuando han empezado a escasear. Es cierto que, al verse en esta situación, el gobernador decidió hacer también uso de esa tecnología para obtener recursos, pero el sistema no es del todo práctico y hay mucha gente que sigue sin poder acceder a comida, agua u otras necesidades. Los territorios mantienen cierta estabilidad, pero no se llega a un buen nivel de bienestar. Y para colmo, si alguien se pasa de la raya en sus ideales revolucionaros, es detenido por los fieles al gobernador.

-Y pese a ello, nosotros queremos provocar una revuelta –ironizó Sarah.

-No tenemos más remedio. Aun así, intentaremos que no muera nadie en el proceso –sentenció Razer.

 

Finalmente, Razer giró hacia la derecha, introduciéndose en otra calle, situada entre dos pequeñas casas con grietas en las paredes. Allí, continuó hasta llegar a una bifurcación y, girando de nuevo a la derecha, les llevó hasta una plaza vacía, cercada por un gran número de viviendas sin apenas espacio entre ellas. La única entrada y salida de aquel lugar era por donde habían venido.

 

Deteniéndose frente a una de las casas, y tras asegurarse de que nadie los veía, el líder de los Rebeldes golpeó la puerta siguiendo una secuencia.

 

Momentos más tarde ésta se abrió, primero dejando un pequeño resquicio y, más tarde, una abertura lo suficiente ancha como para que pasasen todos.

 

Ya en el interior, se encendieron varias velas, vislumbrando así una habitación mediana con varias sillas mal distribuidas y un par de mesas pequeñas y circulares. En uno de los laterales había un armario en otra época marrón oscuro, pues la pintura se había deteriorado y parte de su estructura estaba roída, además de faltarle una de las patas, problema solventado gracias a un montón de papeles que hacían de tope. Las velas que iluminaban la habitación se hallaban encima del armario y sobre ambas mesas, dejando también ver un pasillo que parecía llevar a un par de habitaciones situadas más al fondo.

 

La persona que les había abierto se sentó en una de las sillas y esperó a que los demás hiciesen lo mismo.

 

Se trataba de un hombre de entre treinta y cuarenta años, con una cicatriz en el ojo izquierdo, pelo corto de color negro, delgado y cuyo brazo derecho estaba cubierto por un guante de tela que llegaba hasta el antebrazo.

-¿Qué tal va todo, Sdren? –preguntó Razer, siendo el segundo en sentarse.

-No ha habido mucho cambio desde la última información que os dimos. Los soldados siguen con los preparativos para recibir al gobernador de la unión y su séquito. La gente está cuchicheando sobre ello.

-¿Qué dicen?

-Quejas y miedo hacia un nuevo ataque contra el imperio. Los hay que no se fían de esta alianza, pero todos callan en cuanto los soldados se acercan.

-Justo como decías, Quattuor. No parecen estar muy contentos con la noticia –señaló Razer.

-Sí, pero, por lo que veo, tendremos que forzar la situación si queremos que se produzca una revuelta –respondió Quattuor.

-En realidad, creo que hemos encontrado algo a nuestro favor –intervino Sdren.

-¿Qué es? –preguntó Quattuor.

-Hay un hombre que está intentando unir a los ciudadanos para irrumpir en el recinto de gobierno el día de la reunión y tomar a los mandatarios como rehenes.

-Tiene que estar loco. La seguridad ese día será muy alta –se sorprendió Razer.

-Depende de en qué momento –aclaró Quattuor-. Es un plan muy arriesgado, pero no imposible. Eso sí, más le vale disponer de mucho apoyo.

-En cualquier caso, era lo que buscábamos ¿no? –indicó Kareth.

-Y supongo que nuestra tarea consistirá en apoyarle –añadió Sarah.

-Por el momento ya ha reunido apoyo, pero dudo que sea suficiente. La población tiene bastante miedo a las consecuencias –dijo Sdren.

-Ya veo. En ese caso, conseguir más gente será lo primordial ¿Qué hay de los demás? –preguntó Razer, refiriéndose al resto de espías rebeldes.

-Siguen vigilando a los soldados y los alrededores del recinto de gobierno.

-De acuerdo. Que continúen por el momento. Mientras tanto, guíame adonde está ese hombre. Hablaré con él. En cuanto a los demás, creo que sería conveniente que os dividáis en equipos de dos, para llamar menos la atención, y hagáis un reconocimiento de la zona. Procurad no ser vistos al volver. Si nos descubren, se acabó.

-¿Cómo conseguisteis este sitio? –se interesó Sarah.

-En su tiempo estuvo habitado. Pero al abandonarse y no reclamarlo nadie, lo tomamos como nuestro sin que nadie se enterase –contestó Sdren.

-¿Sabéis qué le ocurrió al dueño?

-Quizás mejor no saberlo.

 

Una vez hechas las parejas, Nara y Miruru, a quienes les había tocado juntas, decidieron dar un paseo por la zona comercial, alejándose así del área residencial por la que habían pasado antes.

-Esto me trae recuerdos del norte –dijo Miruru.

-¿Qué pasó allí? –preguntó Nara.

-Kai y yo ayudamos a un comerciante a cambio de quedarnos en su casa. Atraíamos a los clientes haciendo actuaciones –contó la chica, sin poder evitar sonreír al recordar esos momentos.

-Mm... ¿qué clase de relación tenéis Kai y tú?

-¡¿Eh?! ¡S-somos amigos! ¡Camaradas! –respondió con nerviosismo.

-¿En serio? Habría jurado que sentías algo por él.

-¡¿Yo?! ¡Para nada! ¡Es verdad que si no hubiese sido por él seguiría sola en aquellas ruinas, o que habría muerto cuando nos secuestraron durante el torneo, o...! –conforme más hablaba, más roja se iba poniendo, cavándose su propia tumba- ¡Pero no siento nada por él, te lo aseguro!

 

Aunque le dijese eso, Miruru sabía lo que había rondado por su cabeza últimamente. La cantidad de veces que se había sentido rara cuando estaba con él. Como si quisiese pasar más tiempo a su lado. Se sentía confusa y a la vez asustada. A sus quince años de edad no había experimentado nada parecido, y no entendía bien el concepto del amor.

-¿Estás bien, Miruru?

-¡S-sí! ¡E-estoy bien! –respondió rápidamente, saliendo de su ensimismamiento.

“Le estoy dando demasiadas vueltas”, pensó mientras golpeaba las mejillas para despejarse.

 

De repente, se escuchó el ruido de algo chocando contra el suelo. Cuando ambas miraron, encontraron el cuerpo de una joven con los ojos cerrados y respiración acelerada. Estaba muy pálida y apenas tenía fuerzas.

-¡Eh! ¡¿Qué ocurre?! –preguntó Miruru, quien, instintivamente, fue a socorrerla, cogiéndola de los hombros y zarandeándola ligeramente para obtener alguna reacción de ella.

-¡Creo que se ha mareado! –explicó Nara- ¡Puede que no haya comido en días! –añadió al recordar la situación en la que vivían muchos habitantes de allí.

-¡Tenemos que hacer algo! –exclamó Miruru, levantándose para llamar la atención del resto de transeúntes- ¡¿Podéis ayudarnos, por favor?! ¡¿Hay alguien que tenga algo de comida o agua?! –dijo, sin obtener ninguna respuesta, pues la gente las trataba como si no existiesen.

 

Al ver esa respuesta, la joven se acercó a uno de los establecimientos cercanos.

-¡Por favor, ¿tiene algo de comer?! ¡O por lo menos díganos un lugar donde podamos llevarla!

Por desgracia, el vendedor, sorprendido, dio un paso atrás y miró a otro lado, ignorándola descaradamente.

-¡Esto es increíble! –se quejó, acercándose de nuevo a joven enferma y subiéndola a su espalda- ¡Si no tenéis lo que hay que tener, lo haré yo misma! –gritó enfurecida, mientras Nara se acercaba por detrás y la ayudaba a sujetarla.

-Te recuerdo que no eres la única que quiere ayudarla –dijo.

-¡Gracias! –respondió la semidiosa- ¡Llevémosla al escondite, rápido!