martes, 6 de diciembre de 2016

Capítulo 32: Irracionalidad



-¿Qué? ¿Quieres que yo me encargue de hacer la medicina de Zebub? –preguntó Bel, confusa.
-Sí, incluso si ya está más recuperado, necesita seguir tomando su tratamiento, y yo ahora mismo me encuentro ocupado con otra cosa –contestó Chaos- Te he enseñado cómo hacerla, así que no deberías tener problemas.
-Lo sé...pero es la primera vez que lo hago sola...
-Estoy seguro de que saldrá bien. Te doy mi palabra.
-Si tú lo dices...
Chaos acarició su cabeza con el fin de calmarla.
-Cuida de Biblia e Eve mientras no estoy –sentenció, saliendo por la puerta y encontrándose a pocos pasos con Luci.
-Luci... –exclamó Chaos entre sorprendido y aliviado.
-Chaos, quiero que te enfrentes a mí –soltó el demonio con expresión decidida.
-¿Qué? ¿De qué estás hablando?
-Un combate de entrenamiento. Pero, esta vez, quiero enseñarte todo lo que he aprendido así que será mejor que te lo tomes en serio.
-¿Por qué haces esto?
-Quiero demostrarte que soy merecedor de tu confianza.
-Para eso, no necesitas combatir...
-Sí lo necesito. Si no aceptas, me marcharé de aquí y no volverás a verme.
-¿Lo dices en serio, Luci?
-Muy en serio.

Fijando sus ojos en los del joven, se dio cuenta de su determinación. Si no aceptaba su propuesta, le perdería. En el rostro de Chaos podía verse claramente lo poco que le convencía aquella idea.
-De acuerdo...
-Bien. El combate será dentro de dos días, en el bosque que hay siguiendo río abajo.
-¿Y por qué no hacerlo aquí?
-Ya he dicho que quiero que nos lo tomemos en serio. No creo que luchando cerca de esta casa podamos concentrarnos como es debido. Además, ¿no crees que luchar en otro lugar es mejor para mi entrenamiento?
-Supongo...
-Nos vemos entonces –dijo Luci, girándose para marcharse.
-¡Espera, Luci!
El joven desapareció en la lejanía, ignorando a su maestro y ante la triste expresión de éste.

Más tarde, la escena cambió a una en la que aparecía Luci entrando en el almacén de Mephisto.
-Así que has vuelto, joven –dijo el anciano demonio sin dejar de lado sus quehaceres y provocando que el recién llegado detuviese su avance.
-He venido a por la armadura que vimos Chaos y yo el otro día. Creo que ya estoy preparado para llevarla. Además, he recibido permiso de su parte.
-Ya veo. Adelante pues...no se ha movido de su sitio.

Pasando al lado de Mephisto con cierta desconfianza, Luci continuó hasta la habitación contigua, situándose frente al objeto que le permitiría enfrentarse a Chaos aun a riesgo de no poder quitársela durante el resto de su vida. En ese instante, tuvo un atisbo de duda, reaccionando con un paso atrás y tragando saliva.

¿Realmente estaba haciendo lo correcto? ¿Merecía la pena todo aquello con tal de demostrar que no estaba equivocado?

Una vez se pusiese aquella armadura, no habría vuelta atrás, por lo que era algo que debía pensar con más calma.
-Pero si no lo hago, no podré hacer que Chaos confíe en mi fuerza. Además, tarde o temprano me la habría acabado poniendo, así que... –pese a que todavía podía sentir un peso en las piernas que le dificultaba dar el paso, Luci apretó los dientes e hizo uso de toda su fuerza de voluntad, alargando las manos lentamente hacia el objeto y sacándolo del lugar sobre el que se apoyaba.

Una vez la tuvo en sus manos, se dio cuenta de lo fría que estaba, provocándole una ligera sensación de miedo. No obstante, esto no fue suficiente para hacer que la soltase. Ya había tomado su decisión, ahora sólo le quedaba salir de allí. Una vez se alejase, se la pondría y entrenaría con ella para adaptarse, a fin de poder usarla a pleno potencial durante su combate contra Chaos.

Con esto en mente, el joven volvió a la sala en la que se encontraba Mephisto y se dirigió a la puerta.
-...chico...
La voz del anciano le hizo pararse en seco, poniéndose nervioso de repente.
-Si los años me han enseñado algo, es a saber ver a través de los demás. Por desgracia, soy ya demasiado viejo para poder hacer frente a lo que veo. Así que, déjame darte un consejo...
Luci lo observó de reojo. Por primera vez desde que lo conocía, le vio dejar de lado su trabajo y encararle, clavando sus blancas pupilas sobre las suyas, como si realmente estuviese viendo lo que pensaba.
-Hagas lo que hagas...procura no arrepentirte...

Tras esto, continuó con su trabajo, dándole la espalda de nuevo. No es como que lo que hubiese dicho fuese el mejor consejo que le habían dado a lo largo de su vida pero, la manera en la que lo había hecho...aquella mirada y aquella voz que se habían incrustado dentro de él como una especie de maldición...habían llegado a provocarle un escalofrío.

De esa forma, Luci abandonó la construcción y fue hacia el bosque donde, dos días después, Chaos y él se enfrentarían. Quería ponerse la armadura en un lugar apartado, ya que prefería que nadie le viese en esa forma hasta entonces.

Situándose en mitad de un claro, dejó la armadura en el suelo y respiró hondo, preparándose para el último paso: ponérsela.

Fue entonces cuando Asmodeus apareció de entre los árboles, haciéndole pegar tal brinco que por poco no se golpea contra una rama.
-¡A-As! ¡¿Qu-qué estás haciendo aquí?!
-¿Luci? –se extrañó el demonio, actualmente en forma masculina y cubierto de hojas por todo el cuerpo-. Así que eras tú. Pensé que podría tratarse de alguna joven perdida en el bosque. Entonces, sólo tendría que aparecer y mostrarle mi galantería para encandilarla.
-Vaya...pues lo siento... –dijo Luci, mostrando una sonrisa irónica.
-Por cierto, ¿qué es lo que tienes ahí? –preguntó As, señalando la armadura que el otro trataba de esconder.
-¡¿Eh?! ¡Esto...! ¡Pues...!
-¿Una armadura? –cogiéndola con ambas manos, la giró levemente, observándola con detalle- ¡Mola! A ver qué tal me queda...
-¡No! –exclamó Luci, asustando a Asmodeus al agarrarle por los hombros- ¡Esta armadura...! ¡Chaos me ha pedido que se la lleve! ¡Si le pasa algo, me llevaré una buena bronca!
-¿Huh? Entonces, ¿qué haces en este bosque?
-Ugh... –el joven demonio comenzó a agobiarse debido a la falta de excusas.
-Oh, ya veo, así que planeabas probártela tú, ¿eh? Je, no me esperaba esta travesura de ti, Luci. Siempre había creído que sólo obedecías órdenes de Chaos.
-¡Yo no hago eso!
-Tranquilo, tranquilo. Como quieras, te dejaré en paz. Al fin y al cabo, tengo cosas más interesantes que hacer, y Chaos ya tiene su punto de mira demasiado puesto en mí por lo de escabullirme a territorio humano como para empeorarlo aún más.
-Entonces, ¿me prometes que no le contarás nada?
-Claro, claro. Pero, si te importan las consecuencias, aprende a esconderlo mejor –dijo sonriendo-. Buena suerte con ello –tras esto, continuó su camino, perdiéndose entre los árboles.

Una vez solo, Lucifer desplazó la vista hacia la armadura.
-Así que...sólo obedezco órdenes... –con expresión melancólica, el demonio recogió el objeto y se lo puso.

De repente, éste ejerció una fuerte presión sobre él, aunque no hasta el punto de llegar a causarle dolor. Fue un proceso que debió de durar unos pocos segundos, provocando que se le nublase la vista y se encogiese como un recién nacido.

Cuando recuperó la capacidad de tenerse en pie, se sintió casi como si estuviese viendo a través de dos mirillas, la diferencia es que todo frente a él se observaba con mayor detalle que antes. Además, se sentía incluso más ligero, algo que le resultaba contradictorio dado el peso de la armadura.
-Increíble... –se dijo a sí mismo.

Tentado de comprobar su fuerza, se acercó a uno de los árboles y, tras una pequeña preparación, lo golpeó lateralmente con la pierna derecha.

El ataque no sólo partió el árbol en dos, sino que dio lugar a una onda expansiva que consiguió el mismo resultado en tres o cuatro árboles adyacentes, lo cual le dejó impresionado.
-Si consigo controlar esto...la posibilidad de vencer a Chaos quizás no esté tan lejos...

La escena cambió a otra del día anterior al combate entre Luci y Chaos. En ella se podía observar a Levi, quien caminaba por la calle absorta en sus pensamientos. Hacía tiempo que no visitaba a Chaos y Biblia pero no se sentía con fuerzas de hacerlo después de lo ocurrido. Mucho menos tras haberse enterado del nacimiento de su hija.

Se sentía fatal consigo misma por la manera en la que estaba actuando. Lo normal hubiese sido darles la enhorabuena y apoyarles en lo que necesitasen pero era una cobarde incapaz de enfrentarse a su derrota.

En ese momento, algo llamó su atención, cortando el hilo de sus pensamientos. A varios metros de allí, Mammon se encontraba hablando con otro demonio.
-Entonces, ¿si lo hago me darás lo que te pida? –preguntó la niña con voz animada.
-Siempre y cuando esté dentro de mis posibilidades... –respondió el otro demonio, temeroso de sus ocurrencias- ¿Lo harás?
-Claro. No es como que sea una tarea difícil, así que cuenta conmigo.
-¡¿De verdad?! ¡Muchísimas gracias! ¡Nos vemos allí!
-¡Hasta mañana!

Una vez se hubo marchado aquel demonio, Levi se acercó a la pequeña.
-Hola, Mammon.
-¡Oh! ¡Levi! ¡¿Qué haces aquí?! ¡¿Por qué no has ido a casa de Chaos?!
-He tenido mis problemas...pero más importante, quien era ése, ¿algún conocido tuyo?
-Oh...así que quieres saberlo, ¿eh? –sonrió maliciosamente- Te lo diré si tú me cuentas por qué no has ido durante todo este tiempo.
-¡¿Q-qué?! ¡¿De qué estás hablando?! ¡V-vamos! ¡No seas así!
-No, no. Tú me cuentas algo tuyo y yo te cuento algo mío. Es un buen trato, ¿no crees?
-Mm...de acuerdo, empieza tú primero...
-¡¿Huh?! ¡Ni en broma! ¡¿Crees que me voy a tragar esa jugarreta?!
-¡T-tú también podrías hacer lo mismo si empezase yo!
-¡Entonces no hay trato! ¡Ya nos veremos! –exclamó mientras se daba la vuelta y corría en dirección contraria.
-¡Espe...ra...! –Levi alargó la mano para intentar detenerla pero su reacción resultó ser demasiado lenta-. Maldita sea...

Tras esto, observó la dirección por la que se había marchado el otro demonio, sin embargo, no había ni rastro de él.
-Le he perdido de vista...

En la siguiente imagen que se mostró, apareció Chaos entrando en su casa, en cuyo interior se encontraban Bel y Biblia. Encima de esta última estaba Eve, un poco más crecida y observando su alrededor con expresión de sorpresa.
-Nada... –dijo Chaos, sentándose al lado de Biblia- He conseguido contactar con Chronos pero me ha dicho que no sabe nada sobre el tema. Sin embargo, no me gusta nada su actitud.
-¿Qué quieres decir?
-Está más arisco y arrogante que la última vez que le vi.
-No sabía que el incidente con aquella humana le hubiese afectado tanto –dijo Biblia.
-Algo me dice que no es sólo eso...
-¿Qué piensas hacer entonces?
-No estoy seguro pero ya he descartado que lo que les esté sucediendo a los ángeles sea cosa de una enfermedad. Sólo me queda pensar que están siendo objetivos de alguien o algo que desconozco.
-¿Piensas que Chronos...?
-Si te soy sincero...no lo sé...pero, si fuese así, ¿qué motivos tendría para ello? Me cuesta pensar que sea capaz de algo tan... –Chaos se detuvo antes de terminar-. En cualquier caso, veré si mañana puedo entrar en territorio humano y continuar con la investigación.
-¿Mañana?
-Sí. Hoy tengo que arreglar algunas cosas con Lucifer.
-¿Qué ha sucedido?
-Nada malo. No te preocupes. Tendré una charla con él y ya está. Seguro que entrará en razón.
-Ya veo. Bueno, si se trata de ti, no creo que haya problema.

Sonriendo cariñosamente, Chaos puso una mano sobre la mejilla de su mujer. Posteriormente, hizo lo mismo con la cabeza de su hija.
-En fin, me voy. Tengo que hablar con Gabriel. A ver qué me cuenta. Por cierto, Bel –dijo a la vez que se levantaba del sitio, disponiéndose a salir-, ¿cómo va la medicina para Zebub?
-¡¿Eh?! ¡Ah! ¡Bi-bien! –contestó rápidamente ella.
-Buen trabajo. No te olvides de llevársela hoy.
-Sí...claro...

Una vez Chaos cerró la puerta detrás de sí, Bel observó con expresión melancólica los instrumentos para hacer el medicamento, todavía sin tocar...
-Bueno, será mejor que yo también me vaya –comentó Biblia.
-¿Irte? ¿Adónde? –preguntó Bel.
-Mammon me ha dicho que me quería enseñar algo. Una sorpresa, según ella. ¿Podrías cuidar de Eve mientras no estoy? No tardaré mucho, no te preocupes.
-Sí, claro. Vete tranquila...
-De acuerdo. Entonces la dejo en tus manos –dicho esto se la entregó- Sabes donde está todo lo necesario, ¿verdad?
-Que sí. Vete ya.
-Gracias. Nos vemos después.

Tras despedirse de Biblia, la joven demonio observó la cara de la pequeña Eve.
-Ah...después de todo...no sirvo para nada...

Más tarde, y a mayor distancia de allí, Zebub se levantaba de su cama, preocupado.
-Qué raro, se supone que Bel ya debería haber llegado –dijo mientras echaba un vistazo a través de la ventana, intentando divisar la silueta de la demonio- Quizás le haya surgido un imprevisto...ya sé, iré yo mismo. Aunque me dijeron que hoy me quedase en la cama, no creo que pase nada si sólo es salgo un rato.

Con esto en mente, el joven se dispuso a salir de su habitación cuando, al abrir la puerta, se encontró con un hombre de pelo corto y plateado mirándolo con sonrisa desagradable y ambas manos introducidas en los bolsillos de un pantalón de tela blanca.
-¿Q-quién eres? –preguntó Zebub, dando un paso hacia atrás.
-¿Quién soy? Sí, sin duda soy alguien. Alguien que ha venido a visitarte, sí, ese soy yo.

Aquella extraña manera de responder no hizo sino ponerle más a la defensiva.
-He venido porque Chronos te necesita para su plan. Sí, él lo necesita. Nuestro señor lo necesita. Ese monstruo dentro de ti. Eres un peón más para cumplir sus objetivos.
-¿Ch-Chronos? –se sorprendió el joven.
-¡Oh! ¿He hablado demasiado? Puede que lo haya hecho, sí. No importa. No servirá de nada que lo sepas. Para entonces ya habrás perdido la razón. Sí, te habrás vuelto loco –en ese momento, el hombre le agarró y le obligó a tragarse una extraña sustancia líquida. La velocidad con la que lo hizo fue tal, que al demonio no le dio tiempo a reaccionar.

Acto seguido, Zebub comenzó a toser. Sentía irritación en la garganta, y un calor sofocante bajaba desde ésta hasta su estómago, extendiéndose rápidamente al resto del cuerpo.
-¡¿Qué...me...has...hecho...?! –consiguió decir.
-Sólo te he liberado. Sí, te he liberado. Ha llegado la hora de que te conviertas en un asesino. El asesino de tus semejantes. Un gran asesino, sí.
Mientras decía esto, el cuerpo del joven se transformaba poco a poco en el de un monstruo, haciéndose más y más grande a la vez que toda su piel se llenaba de pelos negros y duros y sus dos alas, anteriormente con distinta forma cada una, tomaba el aspecto de las de un murciélago, adaptándose al volumen que tenía en ese instante.

De esa forma, el techo de la habitación, incapaz de resistir la presión del cuerpo del chico, se rompió, destruyéndose toda la casa en consecuencia y provocando que la atención de los demonios de la zona se pusiese en él, quien había perdido el control sobre sí mismo, comenzando un ataque sobre los demás.

La escena volvió a trasladarse, esta vez, al bosque en el que Luci y Chaos iban a comenzar su pelea.

Situados el uno frente al otro, Luci se puso en guardia.
-No tenemos por qué hacer esto, Luci. Podemos hablar las cosas.
-No hay nada que hablar, Chaos...