lunes, 22 de mayo de 2017

Inmortal



Cuando abrí los ojos, lo único que sentí fue frío. No sabía quién era ni por qué estaba allí. No conocía nada de lo que me rodeaba, aunque mis ojos sólo distinguían nieve blanca cubriendo el suelo. Tampoco como que supiese qué era la nieve o el suelo. Nadie me había enseñado esos conceptos al fin y al cabo.

En ese momento vi una mujer que se acercó a mí, me puso una manta por encima y me pidió que la siguiese, cosa que hice sin dudar, desconociendo incluso la desconfianza.

Aquella mujer me acogió en su pequeño hogar, una casita de madera que compartía con otras personas a las cuales se refería como hijos y marido. La construcción me resguardaba del frío y, además, ellos me proporcionaban lo que consideraban necesidades básicas, como comida o agua. Aunque lo cierto es que yo no sentía hambre ni sed. Pese a ello, decidí aceptar su ofrecimiento, y durante muchos años conviví con aquella familia.

Me enseñaron mucho sobre el mundo en el que vivía. El significado de lo que me rodeaba, cómo debía comportarme e incluso el concepto de amar y de ayudar a otras personas, aunque no entendiese bien esos sentimientos. Pero, conforme pasaba el tiempo, me fui dando cuenta de algo: los seres vivos envejecen y mueren.

No obstante, si eso era verdad. ¿Por qué no ocurría lo mismo conmigo? ¿Acaso eso significaba que no era un ser vivo?

Un día decidí preguntarle a aquella mujer por qué yo era diferente.
-Tú no debes morir. Esa no es tu misión –me contestó.
-¿Qué quieres decir? –pregunté, confuso.
-Llegará el día en el que lo entiendas. Y ese será el momento en el que hayas cumplido con tu deber –sin decirme nada más, aquella mujer continuó con sus quehaceres, dejándome con más dudas que antes.

Años después, sus hijos se marcharon, y al cabo de unos cuantos años más, aquella mujer murió.

Recuerdo el día del funeral. Vinieron muchas personas que decían conocerla, entre ellos, por supuesto, sus hijos, a los que había visto crecer desde jóvenes, algunos desde niños. Todos me miraron extrañados, como si fuese un bicho raro. Como si estuviese fuera de lugar. Y realmente no les faltaba razón.

No envejecía. No cambiaba. Incluso la familia de aquella mujer se hacía preguntas sobre mi existencia. Aunque sabía bien que no tenían malas intenciones.

Los años seguían pasando y llegó el momento en el que ningún miembro de aquella familia seguía en este mundo. Fue entonces cuando decidí salir de los alrededores de aquella casita y comencé a caminar por el mundo.

Ciudad tras ciudad, conocí a mucha gente de la que aprendí mucho. Algunas incluso ya las sabía pero que, al parecer, tenían diversas formas de interpretación.

Aprendí más sobre la situación del ser humano: su economía, su política, sus amistades, sus conflictos, sus inventos, sus leyes... Todo lo que los rodeaba y los hacía tal y como eran.

Y así, después de mi largo viaje, conocí a alguien que cambiaría mi forma de ver la vida. Se trataba de una niña, de aspecto frágil e inocente y, al igual que yo cuando desperté, no daba la sensación de conocer mundo. Después de todo, siendo huérfana, nadie se había molestado en enseñarle.

Así pues, imitando la voluntad de aquella mujer, decidí llevarla conmigo, encontrando una pequeña casa de campo, recuerdo de donde me crié, en la que me instalé con ella.

El tiempo siguió corriendo, más rápido incluso que antes. El ser humano de antaño lo decía: “el tiempo pasa más deprisa cuando eres feliz”, y qué gran razón tenía.

Yo le enseñé todo lo que había aprendido durante mi tiempo con aquella mujer, la ayudé en todo lo que necesitaba, la alegré en momentos de tristeza y la acompañé en momentos de alegría. Y, antes de darme cuenta, un sentimiento floreció en mí, mucho más fuerte que el que había sentido con la familia que me educó.

Recordé entonces el nombre de aquella palabra: amor. Pero era un amor distinto del que se siente hacia una pareja. Ese amor se correspondía con el afecto que una madre y un padre tenían por sus hijos. Un afecto mucho más fuerte que cualquier otro.

No obstante, al mismo tiempo que este cálido sentimiento se hacía más grande en mi interior, también lo hacía otro mucho más indeseable: el miedo. Miedo a perderla, miedo a que un día me dejase y no pudiese volver a verla, un miedo que terminó haciéndose realidad.

Fui feliz viéndola crecer, fui feliz viéndola cumplir sus sueños y también lo fui en el momento en que decidió irse con la persona a la que amaba y formar la familia que siempre había deseado. Pero mientras el tiempo pasaba para los demás, no lo hacía para mí. Cuando quise darme cuenta, al igual que ocurrió con aquella mujer, también la perdí a ella.

¿Por qué me enseñaste a amar? ¿Fue para que llegase ese momento y conociese también lo que significaba sufrir? Lo único que pensaba por entonces era en la desgracia de tener que seguir vivo mientras veía cómo el resto de cosas preciadas para mí me dejaban atrás. Si de verdad tenía una misión. Si de verdad había un propósito para que continuase viviendo, quería que se cumpliese cuanto antes. Quería estar donde consideraba que pertenecía.

Después de aquello, pues las desgracias nunca vienen solas, algo mucho peor aconteció. La guerra estalló entre los humanos.

Sin saber las razones, vi cómo gente torturaba y mataba a sus semejantes, cómo destruían ciudades construidas por ellos y el medio en el que habitaban. Intenté por todo los medios salvar a todos los que pude, sobre todo a la familia de mi amada, pero no pude.

Y entonces fue cuando me quedé solo. El daño causado por la guerra llevó a un aumento de las temperaturas y a una disminución en el oxígeno de la atmósfera, haciendo que todos los seres vivos perecieran. Pero yo podía resistir aquellas temperaturas. Yo podía respirar ese aire contaminado. Yo era el único que podía sobrevivir.

Sin saber hacia dónde dirigirme. Caminé, guiado por simple instinto, deseando morir a cada paso que daba mientras veía como el fuego daba lugar a la desolación y luego a un frío intenso, más intenso que el que sentí cuando desperté y vi el mundo por primera vez.

Lo había perdido todo. No había nada por lo que mereciera la pena seguir en pie y, aún así, estaba obligado a ello. Me resultaba irónico cómo cuando la humanidad vivía, no dejaba de quejarse de que la vida era muy corta. Muchos se desesperanzaban al ver que ésta iba a terminar y eran capaces de pagar grandes sumas de dinero con tal de que algún científico descubriese una fórmula para alargar su existencia. ¿De verdad les hubiese merecido la pena?

Puesto que a lo único a lo que no era inmune era al cansancio, tras varios días andando sin dormir, finalmente, caí al suelo, rendido.

Sin embargo, cuando abrí los ojos de nuevo, descubrí algo que no esperaba. Delante mí, una pequeña planta intentaba abrirse paso entre toda la nieve, luchando por existir en un lugar que no se lo permitía.

Lo primero que me pregunté en aquel momento fue: ¿Por qué? ¿Por qué se empeña en vivir cuando sabe que es imposible? Al contrario que yo, era débil, enclenque, su tallo ni siquiera sobrepasaba mi tobillo. Pero una parte de mí entendió que quizás aquella planta tuviese también una misión. Un objetivo, al igual que el mío, por el que no podía rendirse.

Todavía me quedaba algo por hacer. Si no le encontraba sentido a mi vida, entonces se la daría a la de los demás.

Así pues, comencé a apartar la nieve de su alrededor, construyendo una pequeña muralla con el fin de protegerla. Posteriormente removí un poco la tierra en la que se sustentaba, con cuidado de no arrancar sus pequeñas raíces e intentando que el suelo fuese más idóneo para su crecimiento.

Al cabo de poco tiempo observé cómo, cerca de la anterior, aparecían más plantas de igual forma, por lo que mi trabajo no tardó en multiplicarse.

Cuando quise darme cuenta, al mismo tiempo que se generaban plantas del mismo tamaño, aquéllas que llevaban más tiempo crecían a lo alto y ancho, pareciéndose cada vez más a árboles como los que había antes de que el mundo cambiase.

Poco a poco, pequeños animales se acercaron a buscar cobijo junto a los árboles. Mientras tanto, yo me encargaba de protegerlos del frío y del viento, haciendo más grande el muro de nieve que había formado al principio.

Finalmente, el clima cambió, asomándose de nuevo el Sol y fundiendo el hielo formado hasta dar lugar a pequeños riachuelos y arroyos.

El crecimiento de la vegetación comenzó a intensificarse, y los animales aumentaron en número conforme los árboles y arbustos se hicieron más grandes y fuertes. El área que me rodeaba volvía a ser habitable. Había requerido de muchísimos años y sacrificio, pero el propio planeta se había renovado, empezando casi desde cero.

Sin embargo, no fue hasta más tarde cuando observé criaturas precursoras de los humanos, quienes comenzaban a dar sus primeros pasos hacia la evolución y el aprendizaje.

En ese momento pensé que si el ser humano volvía a ser como era nada cambiaría, y el mundo volvería a sumirse en el mismo desastre que lo llevó a su renacimiento. Por ello, decidí acercarme a ellos y, con un gran esfuerzo por mi parte, les enseñé lo que recordaba sobre el mundo que crearon sus ancestros tiempo atrás, sin embargo, omití todo aquello que tenía que ver con la guerra y los conflictos, tratando medios distintos para solucionar sus problemas y dar lugar a la comprensión y al entendimiento.

Por supuesto, en un principio me tuve que comunicar mediante gestos para hacerles entender las cosas más básicas, hasta que lograron aprender un lenguaje hablado con el que pudiese conversar.

Durante ese tiempo me pregunté si daría resultado. Si conseguiría cambiar los errores del pasado. Pero, incluso si no funcionaba, o si sólo conseguía retrasar o reducir lo inevitable, por lo menos sentiría que había intentando cambiar algo, servir para algo.

Y, de esta forma, la humanidad siguió creciendo. Como esperaba, los conflictos no finalizaron gracias a mis enseñanzas pero me di cuenta de que el diálogo y la votación popular se consideraban por encima de la violencia y la toma de poder.

Como consecuencia, el ser humano se desarrolló de forma más rápida y racional, tomando como objetivo primordial la búsqueda del bien común y la supervivencia de la especie antes que el cumplimiento de sus ambiciones y deseos egoístas.

No necesitaban una deidad. Tomaban como fuente de vida la naturaleza, considerándome a mí parte de ella. Una especie de representante de la misma que les había ayudado a entender qué era lo verdaderamente importante. Sin duda, aunque aquella humanidad quizás no durase para siempre, se había dado un paso adelante social y medioambientalmente hablando.

Pese a todo, sabía que no podía inmiscuirme en sus vidas mucho más. No tenía nada más que enseñarles y su existencia seguía siendo efímera, al contrario que la mía.

Fue entonces cuando ocurrió lo inesperado. Mi cuerpo comenzó a sentirse pesado, débil. Resultaba difícil el sólo hecho de andar, es más, apenas podía ponerme en pie.

Viéndome en aquel estado, decidí aposentarme en una pequeña casucha alejada de la civilización. Un lugar que seguía recordándome a las personas a las que había amado, a aquéllos que tanto me enseñaron y me dieron la oportunidad de enseñar. Y, en ese instante, entendí lo que quería decirme aquella mujer.

“Llegará un día en el que lo entiendas. Y ese será el momento en el que hayas cumplido con tu deber”, me dijo.

Obligado a vivir una eternidad, mi misión siempre había sido la de guiar al ser humano hasta este punto. Todo lo que había experimentado, todo lo que había pasado y aprendido. Todo había sido para este momento.

Quizás el humano actual tenga razón. Es posible que la propia naturaleza me creara para esto, quizás ya hubiese predicho que se iba a dar lugar a la destrucción del planeta una vez y mi vida suponía un punto de partida para enmendar sus errores.

En cualquier caso, fuese cual fuese mi origen, mi existencia por fin había cobrado sentido, y ahora que el objetivo había sido cumplido, se me tenía permitido morir.

Acostado sobre la cálida hierba en verano, fui cerrando los ojos lentamente. Dos personas me vinieron a la mente: una, la mujer que me recogió y me enseñó cómo debía ser; la otra, la persona que me mostró lo que era amar alguien más que a mi propia vida.

Si, como decían los antiguos humanos, existe un cielo en el que puedan estar, sólo espero poder reunirme con ellas algún día. No le temeré a la muerte, pues únicamente será el descanso después de saber quién soy.

Capítulo 34: Reencarnación



De esa manera, los recuerdos de los pecados finalizaron, dejando en silencio a todos los presentes. Sin embargo, lo que ocurrió después les sacó de sus cavilaciones, sorprendiendo a muchos.

Eri se llevó ambas manos a la cabeza, sujetándosela como si en cualquier momento le fuese a estallar. Oía un pitido cada vez más fuerte, y un fuerte dolor crecía en su interior, mezclándose con recuerdos que no le pertenecían.
-¡Eri! –exclamaron Shiina y Luka, yendo a socorrerla. No obstante, Luci y Zebub se interpusieron en su camino, protegiéndolas de una onda expansiva que surgió del cuerpo de la joven súcubo, quien, con un grito desgarrador, comenzó a flotar en el aire a la vez que los rasgos de su raza se hacían visibles.

En ese instante, una barrera de agua rodeó el cuerpo de la chica a fin de controlar el poder que acababa de desatar.
-¡Bel-chan! ¡As-chan! ¡Ma-chan! ¡Rápido! –ordenó Levi, con una expresión de esfuerzo en su rostro.

Asintiendo, Bel volvió a caer en un profundo sueño, pero, esta vez, para entrar dentro de Eri y controlar el desborde emocional que estaba sufriendo. Por otro lado, Mammon creó una serie de paredes que apresaron la barrera de agua en cuadrado casi perfecto. En cuanto a Asmodeus, éste se situó encima de la figura geométrica, respiró hondo, y transformó la mitad de su cuerpo en el de un hombre y la otra mitad en el de una mujer, poniendo ambas manos sobre la superficie de aquella improvisada jaula y traspasando su poder al interior de ella.

Por un momento, dio la sensación de que aquel cuadrado iba a estallar, llevándose a todos por delante pero, finalmente, se hizo la paz y el silencio, permitiendo a Mammon y a Levi deshacer sus protecciones, y dejando ver a una Eri inconsciente que fue cuidadosamente recogida por Luci.
-¡¿Qué ha pasado?! –preguntó Lilith, asustada.
-¡¿Qué le habéis hecho?! –exclamó Luka.
-Calmaos, por favor –dijo Beelzebub-. Ahora os lo explicaremos todo –mientras tanto, Lucifer depositó a Eri en la cama, junto a Bel- Como habéis visto, antes de que Chronos asesinase a Biblia, ella declaró que algún día regresaría para hacerle pagar por su maldad. Debido a que uno de sus poderes consistía en registrar la historia según acontecía, parece que éste tomó dicha declaración como un hecho, es decir, como algo que, a lo largo de la historia, tiene que ocurrir.
-A ver si lo he entendido bien –resumió Ahren-. ¿Quieres decir que es como si al escribir un acontecimiento en un libro, éste se cumple?
-Exacto.
Todos miraron a Eri.
-Entonces ella es... –continuó Serah.
-Así es. Eri es la reencarnación de Biblia.
-Pero, ¿por qué? ¿Cómo es que, de entre todo el mundo ha sido elegida para ello? –preguntó Shiina.
-Eso es algo que ni yo mismo sé. Lo más lógico hubiese sido que su descendiente hubiese tomado ese papel –declaró Zebub-. Sin embargo, no fue así.
-Entonces, vosotros sabíais que ella era la reencarnación de Biblia, ¿no es así? Y también sabíais que esto ocurriría si le enseñabais vuestros recuerdos –continuó la chica.
-Sí.
-Entonces, ¿por qué se los mostrasteis?
-Para evitar la resurrección de Chronos o, más bien, para destruirlo por completo, se necesita el mismo rito que él utilizó contra Chaos. Y para ello, tenemos que despertar el poder de Biblia.
-E incluso así, nos hace falta una cosa más: un descendiente de Chaos o Chronos capaz de llevarlo a cabo –indicó Levi.
-Lilith... –murmuró Luka, desplazando la vista hacia la demonio, quien se había dado por aludida.
-Aclarándoos la respuesta de por qué no lo habíamos revelado hasta ahora, nosotros nos enfrentamos a Chronos y a los apóstoles en el pasado. Podríamos decir que vencimos pero lo único que conseguimos fue encerrar a Chronos en Heaven –continuó la demonio de pelo multicolor.
-¿Heaven?
-Sí, podrías considerarlo como un núcleo de poder creado por el propio Chronos. Utilizó gran parte de los cadáveres de los demonios que asesinó en el pasado para crearlo, y su idea era la de unirse con dicho núcleo para convertirse en un ser invencible. Básicamente, alcanzar la cúspide como deidad. Un ser omnipotente, omnisciente y omnipresente. Cuando luchamos contra él, se encontraba en mitad de la unión con Heaven, casi habiéndose transformado en un ser monstruoso. Por suerte, conseguimos evitar que completase el proceso y apresarlo en su interior, así como en la dimensión en la que se encontraba: el Arca.
-¿Quieres decir que Heaven estaba en otra dimensión? –preguntó Lilith.
-El poder encerrado en el interior de Heaven era inmenso, en caso de que algo hubiese salido mal, podría haber destruido gran parte del planeta. Por eso, decidió crear una pequeña dimensión donde guardarlo.
-¿Adonde quieres llegar con esto?
-El precio que los pecados pagamos por encerrar a Chronos fue la pérdida de nuestros poderes y recuerdos. Algo que tardamos mucho tiempo en volver a recuperar, y que, incluso cuando lo hicimos, no nos sirvió para conocer el paradero de Chronos y los apóstoles, ni siquiera si seguían existiendo o no. Por ello, decidimos investigar sobre ello, y fue entonces cuando, al conocer a los padres de Eri, no enteramos de la existencia de la reencarnación de Biblia. En cualquier caso, hay algo que me gustaría que ella pudiese escuchar. Así que, si no os importa, quisiera continuar cuando haya despertado –indicó Levi-. Por el momento, tenemos que hablar con los demonios refugiados y explicarles la situación. Os recomiendo que descanséis hasta entonces. Este lugar es prácticamente impenetrable para los apóstoles, y dudo que se atrevan a hacerlo en caso de poder. Así que no os preocupéis.

Dando por finalizada la reunión, Levi se marchó, seguida de más gente. Al final, en la habitación sólo quedaron Mammon, quien, al estar encargada de mantener a flote todo aquello había decidido permanecer allí; Bel, que se había quedado dormida junto a Eri; Luci, sentado de forma muy parecida a la de un samurai, con las manos encima de las rodillas y la espalda erguida; Lilith, quien estaba preocupada por Eri, así como el resto de sus compañeros, exceptuando a Kaoru; Derain, que descansaba en un rincón de la habitación con el fin de terminar de recuperarse; y Asari, que, como mentora, se consideraba responsable de estar junto a sus alumnos.

-¿Estás bien, Lilith-chan? –preguntó Mizuki
La demonio se mostró al principio desconfiada con ella, ya que apenas la conocía, sin embargo, al ver que sus intenciones no eran para nada ofensivas, decidió relajarse.
-Sí... es sólo que... de repente parece que tengo demasiadas responsabilidades sobre mis hombros... –se lamentó.
-Hay una cosa que no entiendo –dijo Akira-. Se supone que muchos creían muerta a Lilith. Si ella era necesaria para utilizar el poder de Biblia, ¿significa eso que vosotros sabíais que estaba viva?
Lucifer y Mammon se miraron, tras lo cual la segunda respondió.
-La familia de Lilith desapareció junto con ella hace tiempo para refugiarse de los humanos que les perseguían. Al ser quienes eran no es de extrañar que recibiesen más atención de los grupos que estaban en contra de la paz. No le hablaron a nadie sobre su paradero, así que ni siquiera nosotros sabíamos sobre éste.
-Entonces, ¿cómo planeabais derrotar a Chronos si no sabíais donde estaba Lilith?
-Ah... –Mammon resopló, al contrario que a Levi, no era muy dada a explicar las cosas-. Como ya ha dicho Levi, después de sellar a Chronos, perdimos nuestros poderes y recuerdos y que, pese a recuperarlos por completo al cabo de mucho tiempo, para entonces, la existencia de los apóstoles y de Chronos se había desvanecido. Tras conocer sobre la existencia de Eri y descubrir que era la reencarnación de Biblia, investigamos también sobre el paradero de Eve y Lilith, uno de los motivos por los que tardamos tanto tiempo en comenzar con este plan; pero, por supuesto, sabíamos que quizás no diésemos con ellas, así que nuestro plan B consistía en utilizar el proyecto de la “nueva generación” para crear un demonio con sangre de Eve, la cual conseguimos en el pasado.
-¿La nueva generación es aquella de la que forma parte Kaoru?
-Exacto, y el único, por el momento. En cualquier caso, no estábamos seguros de si crear un demonio a partir de la sangre de Eve serviría para utilizar el poder de Biblia, por lo que la aparición de Lilith ha sido como un regalo.

Akira desvió la vista hacia la demonio, quien, al escuchar las palabras de Mammon, bajó la cabeza, mordiéndose el labio inferior.
-Poner el futuro de los demonios en manos de dos chicas... no sé, me parece demasiada presión... –comentó Mizuki.
-¡Eso es! ¡Son demasiado jóvenes para algo así! ¡¿No sería mejor buscar otra forma?! –preguntó Kazuma.
-Por desgracia, no nos queda tiempo. Y durante el tiempo que hemos estado investigando, sólo hemos podido recurrir al plan B del que os ha hablado Mammon –explicó Luci-. No os vamos a obligar a hacerlo pero, si queremos destruir a Chronos de una vez por todas, ésta es la única opción que nos queda.

Se hizo un silencio, tras el que Eri se despertó.
-¡Eri! –exclamaron sus amigos, situándose casi encima de ella y despertando a Bel como consecuencia.
-¿Eh? ¿Qué? ¿Nos atacan? –preguntó el pecado de la pereza, con un ojo medio cerrado.
-¡No pasa nada, bella durmiente! ¡Vuelve a la cama! –exclamó Mammon, a lo que su compañera obedeció-. ¡Podría tener algo más de decencia! –se quejó la niña.

-¿Qué... ha pasado...? –preguntó Eri, llevándose una mano a la cabeza.
-¿No lo recuerdas? –se sorprendió Akira.
-Sé que... estábamos viendo la historia de los pecados cuando... –la chica pareció sentir un ligero dolor de cabeza-. Yo... hay otra persona dentro de mí, ¿verdad?
-Parece que no ha despertado del todo pero el hecho de que pueda sentir a Biblia ya es un avance. Luci, avisa a Levi.
-¿No puedes hacerlo tú?
-Claro que puedo. No quiero, que no es lo mismo.
-Y luego Bel es la perezosa... –murmuró para sí mismo.
-¡¿Has dicho algo?!
-No... nada... ya voy... –indicó el demonio mientras se levantaba y se marchaba de la habitación. Segundos después, Akira hizo lo mismo.
-¡Eh! ¡Luci! ¡Espera!
-¿Huh? ¡Oh! ¡Si eres tú! ¡¿Quieres acompañarme?! ¡Eres un buen tío! Aunque no tanto como yo –dijo el pecado girándose hacia el medio demonio.
-Um... en realidad, hay un favor que me gustaría pedirte...

Mientras tanto, Levi terminaba de contarles lo ocurrido a los demonios refugiados. Éstos se encontraban en un amplísimo espacio compuesto por una gran sala común, a partir de la cual se podía acceder a un gran número de habitaciones distribuidas en cuatro pisos, y que hacían el papel de dormitorios. No era precisamente el hotel más lujoso del planeta pero, dado el número de clientes, proporcionaba las necesidades básicas sin problemas.

-¿Qué tal ha ido? –preguntó Zebub al verla aparecer por la puerta.
-Estaban bastante nerviosos pero, al decirles quién soy, se han calmado un poco. Es normal, han vuelto en sí dentro de un lugar que no conocían de nada.
-No había más remedio. Haberles traído y explicado la situación uno por uno hubiese sido perder demasiado tiempo.
-Lo sé, aun así entiendo su actitud. En cualquier caso, después de haberles resumido el peligro inminente que acecha nos acecha, han decidido colaborar y quedarse aquí dentro hasta que pase lo peor.
-Sabes que no podemos mantenerlos aquí eternamente.
-Sí, por eso debemos acabar con Chronos cuanto antes –declaró Levi seriamente.
-Si me lo permitís, creo que hubiese sido más conveniente que me contarais sobre esto desde un principio –comentó Reima, quien apareció en escena junto con sus dos hijos.
-¡Hacía tiempo que no te veía, Rei-chan! –dijo animadamente Levi, para luego cambiar a un tono más melancólico-. Probablemente tengas razón pero fueron muchas cosas las que nos hicieron dudar. Al final confiamos en que tú y tu grupo podríais defender a los demonios sin necesidad de saber sobre los apóstoles.
-Entiendo que uno de esos factores es el hecho de que perdieseis vuestros poderes y recuerdos pero... también temíais que se filtrase información sobre Eri y el posible paradero de Lilith, ¿no es así?
-Muy perspicaz –le halagó la demonio-. No en vano fuiste mi discípulo. Como bien dices, ese es otro de los factores. Por entonces no sólo no sabíamos nada sobre los apóstoles, sino tampoco quiénes eran sus aliados o enemigos. Es decir, no podíamos estar seguros de si había un espía entre nosotros que pudiese dar con la única manera que tenemos de destruir a Chronos.
-Sin embargo, ella también es la única manera que tienen de dar lugar a su resurgimiento...
-Así es, si los apóstoles capturan a Eri-chan, tendrán una de las piezas necesarias para llevar a cabo su plan. Tenemos la ventaja de que ellos no tienen a nadie que pueda realizar el rito.
-Es decir, que también podrían venir a por Lilith.
-No debemos descartarlo.
-Perdonadme un momento... –interrumpió Ahren- Quizás lo que diga no sea lo correcto. Tan sólo pretendo hablar desde un punto de vista práctico. Si ellas dos son el único método que tienen para el resurgir de Chronos, ¿estáis seguros de que mantenerlas con vida es lo mejor?
-¡Onii-chan! –exclamó Serah.
-Sé que lo que estoy diciendo no es ético pero estamos hablando de las vidas de miles de demonios por las de dos chicas.
-Entiendo tu punto de vista –explicó Levi-. Aun así, eso no serviría de nada. Mientras Chronos siga vivo, los apóstoles renacerán una y otra vez, no importa el tiempo que tarden en hacerlo. E incluso si destruyésemos a la reencarnación de Biblia, nada nos asegura que evitaríamos el resurgir de otras reencarnaciones. De hecho, es posible que a lo largo de estos años las haya habido y no nos hayamos dado cuenta.
-Ya veo. Me disculpo entonces.
-No pasa nada. Sé que piensas en lo mejor para los demonios.
-Levi –en ese momento, Luci les interrumpió, acompañado de Akira-. Eri ya ha recuperado el conocimiento.
-¿Cómo está?
-Parece que es capaz de sentir la presencia de Biblia pero no ha sido despertada del todo.
-Ya veo. Dile a Mammon que prepare una habitación vacía. Nos trasladaremos allí y tomaremos el siguiente paso para traerla de vuelta.
-De acuerdo.

Minutos después, todos a excepción de Mammon, Bel, Luci y Akira, se encontraban en un cuarto distinto al anterior. Éste era mucho más amplio que pero carecía de decoración. Ni siquiera había muebles, sólo techo, paredes y suelo.
-¿Para qué hemos venido aquí? –preguntó Lilith, a quien habían situado frente a Eri, mostrándose esta última más vivaz.
-Primero de todo, imagino que Eri-chan ya conoce los detalles que os he comentado antes –dijo Levi.
-Sí, me lo han explicado.
-Bien, en ese caso, hay algo más que debes saber. Otro de los motivos por los que no pudimos hablar sobre quién eres. Y ese motivo tiene que ver con tus padres.
-¿Mis padres? –preguntó, confusa, la demonio.
-Después de explicarles que eras la reencarnación de Biblia, nos pidieron que no te dijésemos nada. Su intención era la de que tuvieses una vida lo más normal posible. Sin embargo, sabían bien que aquello no duraría mucho tiempo y que, tarde o temprano, los apóstoles descubrirían tu identidad e irían a por ti. Por ello, llegado el momento en el que consideraron que podrías cuidar de ti misma, decidieron alejarse de tu lado, aprovechándose de que los apóstoles todavía no sabían de tu existencia y extendiendo el rumor de que tu madre era la reencarnación en tu lugar.
-Ah... ¿Qué? –Eri se quedó sin palabras. La desaparición de sus padres era un hecho que le había marcado desde que tuvo lugar. Había pensado en muchas posibilidades al respecto, incluido que la odiasen. Ahora que conocía la verdad, una avalancha de sentimientos se cernía sobre ella, provocándole una dolorosa presión en el pecho.
-Eri... –murmuró Shiina, abrazándola por la espalda. Por su parte, Luka posó una mano sobre la cabeza de su amiga y acercó su frente a la de ella.
Sin poder aguantarlo más, Eri rompió a llorar. Ni siquiera sabía si era por tristeza o por alegría. Simplemente, lo necesitaba. De lo contrario no sería capaz de seguir adelante y aceptar aquella situación.

Pasó un tiempo hasta que la chica logró tranquilizarse. Sentada de espaldas a la pared, tenía la vista al frente pero no miraba nada en realidad, pues mantenía la imagen de sus padres en la cabeza, como la foto que aún conservaba de ellos.
-¿Cómo estás? –preguntó Shiina.
El resto de sus amigos también se acercaron para comprobar su estado de ánimo. Todos estaban preocupados.
-Estoy bien. Es sólo que... yo... quería estar con ellos... y sólo puedo sentir impotencia al darme cuenta de que no habría podido cambiar nada aunque quisiese. Que, al final, era algo que tenía que suceder, y que no puedo culpar a nadie por ello...
-Es cierto que no podrías haber hecho nada para evitarlo pero ahora es diferente, Eri. Además, si hubiese alguien a quien culpar, sin duda, ése sería Chronos -dijo Shiina.
-Le he preguntado a Levi sobre el paradero de tus padres y me ha contestado que hace tiempo que perdieron el contacto –continuó Luka-, pero eso puede significar que están vivos, en alguna parte, y que volverás a verles si conseguimos que todo termine.
-Nosotros te ayudaremos en todo lo que necesites –añadió Mizuki, a lo que Kazuma y Nanako asintieron.
-Cuenta conmigo –dijo el chico señalándose con orgullo.
-Gracias por todo, chicos –dijo la joven, levantándose de su sitio. Tras esto, miró hacia su alrededor- Por cierto, ¿dónde está Akira-kun?
-Buena pregunta. En mal momento se le ocurre desaparecer –se quejó Kazuma, recibiendo un codazo por parte de Nanako.
-Le he visto irse con Luci antes pero no sé adónde –comentó Mizuki.
-Ya veo... –dijo con un tono de voz algo apagado, lo cual fue advertido tanto por Shiina como por Luka.

En ese momento, Lilith se unió al grupo.
-¿Cómo te encuentras, Eri? ¿Crees que podrás seguir con esto? –preguntó con preocupación.
-Por supuesto. Vamos a ello.

Con decisión, ambas se posicionaron de la misma manera que al principio: una enfrente de la otra.
-Te pido perdón por haberte ocultado lo de tus padres. Ellos nos lo pidieron y decidimos hacer caso de su voluntad. Créeme, para ellos fue una decisión muy difícil pero confiaban que, a la larga, sería lo mejor para ti. Siento que te causara tantos problemas –se disculpó Levi.
-No tienes por qué hacerlo. Se que todos, tanto mis padres como vosotros, teníais buenas intenciones. Y, ahora que he ordenado un poco mis ideas, creo que... puedo llegar a entenderles. Así que, estoy dispuesta a hacer lo que sea necesario para acabar con Chronos y hacer que todo vuelva a la normalidad.
-¡Oh! ¡Esa es una gran respuesta! –exclamó As.
-De acuerdo. Vamos a intentar entonces despertar del todo a Biblia. Y, para ello, vamos a recurrir al ritual usado por los dos hermanos para liberar el registro histórico dentro de ella así como los poderes que encerraron en su interior. Esperábamos que sólo con contarte su pasado sirviese pero, por desgracia, no ha sido suficiente. Pese a ello, el que hayas ganado consciencia de la existencia de Biblia dentro de ti, nos permitirá despertarla con este ritual.
-¿Y qué es lo que tenemos que hacer exactamente? –preguntó Lilith.
-Es sencillo. Sólo tienes que acercarte a Eri, extender tu mano hacia ella, y recitar las palabras que te he dictado antes.
La demonio miró a su amiga mientras tragaba saliva. Por su parte, la súcubo asintió, dándole permiso para que hiciese lo que tenía que hacer.

Sin embargo, cuando dio sus primeros pasos hacia ella, una pantalla apareció en mitad de la habitación, mostrándose el rostro de Mammon en ella.
-¡Chicos! ¡Tenemos problemas!
-¿Qué ocurre, Ma-chan?
-¡Los apóstoles acaban de abrir una conexión entre mi realidad y la verdadera!