lunes, 21 de agosto de 2017

Capítulo 36: Los más fuertes



Matthew se levantó tras recibir el golpe de Luci, sin embargo, no pasó ni un segundo hasta que otro lo elevase en el aire, seguido de una serie de puñetazos que lo lanzaron fuera de la casa por el mismo lugar por el que había hecho su entrada.
Acto seguido, el pecado del orgullo se arrojó contra él, enarbolando su espada, y siendo interrumpido a mitad de camino por una fuerza que le hizo chocarse contra el suelo.
-Tan pesado como siempre. Siempre corriendo de un lado para otro. Por eso aborrezco a alguien sin habilidades como tú. Sí, por eso te aborrezco –explicó Matthew saliendo de entre la polvareda que se había formado tras su caída.
-Ni que tú hicieses algo más aparte de usar ese poder tuyo para controlar la gravedad.
-Hay muchas maneras de usar este poder, ¿lo sabías? Lo sabes. Sí, estoy seguro de que lo sabes.
-¡Lo que tu digas! –exclamó Luci, quien, haciendo acopio de su fuerza de voluntad, agarró el tobillo de Matthew y lo lanzó hacia un lado, deshaciendo así el aumento de gravedad sobre sí mismo. Posteriormente, persiguió a su adversario, no obstante, éste consiguió recuperar el equilibrio y alteró la gravedad frente a él, logrando que el pecado fuese elevado en el aire el tiempo necesario como para propinarle un puñetazo en el estómago que lo mandó varios metros hacia atrás, finalizando el movimiento con otro ataque gravitatorio que provocó que su enemigo rebotase contra el suelo hasta detenerse sobre el mismo.

Pese al daño recibido, aquello no asustó a Luci, quien se puso en pie y aceleró de nuevo hasta situarse al lado derecho del apóstol, que, sin tener tiempo para reaccionar, recibió un talonazo en la barbilla seguido de una patada en el pecho, que casi lo dejó sin respiración, obligándole a aplicar gravedad a su alrededor para hacerle retroceder.

Mientras tanto, Mammon arreglaba los destrozos causados en su habitación a la vez que creaba una pequeña pantalla para comunicarse con todos.
-¡Chicos! ¡Un apóstol ha conseguido en casa de Eri! ¡Ahora mismo, Luci se está haciendo cargo de él pero, ya que se trata de alguien muy poderoso, será mejor que os mantengáis alerta! -Nanako sintió un escalofrío de repente, agarrándose los hombros. Kazuma tampoco parecía encontrarse bien. Tenía una expresión muy seria y daba pequeños golpes al suelo con la punta de uno de sus pies, mostrándose inquieto-. ¡Levi y los demás, ya he conseguido cerrar la conexión!
-¡Bien hecho, Mammon! –exclamó el pecado de la envidia, quien se encontraba manteniendo a raya a los apóstoles y sus creaciones.
-¡Espera! –gritó de repente la niña- ¡Maldita sea! ¡Está abriéndose una segunda en otra zona! ¡Alguien tendrá que ocuparse de defenderla hasta que la cierre!
-¡Ahren! ¡Serah! ¡Asari! ¡Id vosotros! –ordenó Reima- ¡Yo ayudaré a Luci!
-¡No sé si es buena idea! ¡Ese apóstol te estaba buscando, Reima! –comentó el pecado de la envidia.
-¡Déjale, Mammon! –interrumpió Levi- Necesita enfrentarse a él.
-¿Estás segura, Levi?
-Sí.
-De acuerdo. Ya has oído, Reima, tienes vía libre.
El chico se extrañó un poco. ¿Ese apóstol le estaba buscando? ¿Significa que era alguien que conocía? ¿De qué? Muchas preguntas cruzaron su mente, aumentando su curiosidad. Pese a ello, por el momento decidió sacarse aquellos pensamientos de la cabeza y centrarse en el trabajo que tenía presente.
-¡Derain! ¡Tú te quedarás aquí protegiendo a los más jóvenes!
-De acuerdo...

Por otro lado, Luci continuaba midiendo fuerzas con Matthew, sin llegar a una conclusión. Los dos estaban llenos de magulladuras pero ninguno aparentaba tener problemas para continuar con el combate.

Así pues, fue Matthew quien dio comienzo al siguiente movimiento, intentando aplastar a su adversario realizando varios ataques gravitatorios seguidos que eran esquivados por el pecado del orgullo. Éste, haciendo uso de sus capacidades físicas, logró acercarse a pocos metros de su contrincante, sin embargo, al igual que había estado ocurriendo desde su último ataque contra el apóstol, un campo de gravedad le impidió el paso.
-Aquí es donde se encuentra el límite de alguien sin habilidades. Si no tienes la capacidad de hacer otra cosa que no sea pegar como un troglodita no podrás superar una fuerza como la mía. Sí, no podrás superarla.
-¡Ah! ¡Me has pillado! ¡Al final supongo que sólo soy un inútil que únicamente sabe dar patadas y puñetazos! –exageró Luci- ¡Aunque, ahora que lo pienso! ¡No eres la única persona contra la que he luchado que ha puesto un muro frente a mí para protegerse! ¡¿Qué demonios?! ¡Sí ni siquiera es la primera vez que me enfrento a ti! ¡Jajaja!
Fue entonces cuando desplazó su brazo derecho, el cual poseía la espada, hacia atrás, realizando poco después un corte en el aire que dio lugar a una onda expansiva, impactando ésta sobre el campo de gravedad sin logar mayor avance que ése.
A pesar de ello, Luci continuó realizando un corte tras otro, cada vez alcanzando más velocidad y fuerza, hasta que, finalmente, uno de ellos logró atravesar aquella barrera, obligando al apóstol a evadir el ataque.
-¡Oh! –se sorprendió Matthew.
-¡Ha llegado el troglodita! –exclamó Luci, consiguiendo reducir la distancia entre él y su contrincante, al que le propinó un puñetazo en la mejilla a la vez que éste hacía lo mismo, acabando ambos en el suelo.
-Sí. No está nada mal, demonio sin habilidades. Has conseguido superar mi campo gravitatorio haciendo uso de tu propia fuerza. Parecía totalmente imposible superar la fuerza de la gravedad y tú lo has hecho. Estás empezando a llamar mi atención. Sí, estás empezando a interesarme.
-¡Qué grosero! ¿¡Después de todos estos años y es ahora cuando te enteras de lo que valgo!? –se quejó Luci.
-He de avisarte de algo. Sí, he de hacerlo –continuó Matthew.
-¡Me estás ignorando, excentricidad andante! Aunque quizás no soy quién para hablar...
-Cuanto más me interesa alguien, más poderoso me vuelvo contra esa persona. Sí, más ganas me dan de aplastarla. De aplastarla y desintegrarla con todo mi poder.
-¡Uh! ¡La cosa se anima! –se emocionó el demonio.

De repente, Luci notó una intensa presión que le hizo arrodillarse en el suelo. Al contrario que en sus anteriores ataques, esta vez Matthew estaba aumentando la gravedad en toda la zona.
-Por fin has decidido tomártelo en serio –murmuró el pecado del orgullo.
Tras esto, el apóstol alargó la mano en un gesto que provocó una fuerza de atracción mediante la que su enemigo salió despedido hacia delante. A pocos centímetros de su oponente, Lucifer recibió un fuerte golpe que lo estampó contra el suelo, siguiéndole a éste una serie de puñetazos que impactaron en distintas zonas de la armadura. Posteriormente, fue alzado en el aire y lanzado contra el suelo varias veces hasta que, finalmente, su contrincante le asestó una patada en el costado que lo dejó encajado de espaldas a una de las paredes de la calle.
-¡Gah! –se quejó el demonio- Esto no está pagado –desde allí pudo observar que las casas a su alrededor también habían recibido daños en los tejados debido al despliegue de poder de Matthew, por no hablar de los escombros que le rodeaban y probablemente se debían a la fuerza de atracción que había usado.
-Eres resistente. Si no tuvieses esa armadura ten claro que ya habrías muerto. Deberías tenerlo claro. Sí, lo tienes claro.
-¿Nunca te han dicho que te repites?
-Muchos temas han surgido sobre mi forma de hablar. Sí, muchos han surgido. Pero eso no importa. Sí, no importa. La mayoría de aquéllos que los sacaron ahora están muertos. Están muertos, sí. Y tú también lo vas a estar. Sí, tú también vas a morir.
Dicho esto, el apóstol lo sacó de la pared y lo arrojó al suelo.
-Veamos cuánto puedes aguantar. ¿Aguantarás mucho? No, no lo harás.
Una fuerza cada vez más alta comenzó a aplastar el cuerpo de Luci. Por el momento, su armadura aguantaba, pero si seguía aumentando la presión incluso su resistencia se vería en problemas. De hecho, el cemento sobre el que descansaba su cuerpo ya estaba sufriendo las consecuencias.

En ese instante, una ola de fuego se abalanzó sobre Matthew, quien, pese a que se protegió con su campo gravitatorio, tuvo que hacerse hacia atrás debido al intenso calor.
El recién llegado, Reima, se desplazó rápidamente hasta donde se encontraba su compañero, cargándolo en su hombro y distanciándolo del enemigo.
-Gracias por echarme una mano, Reima –dijo Luci, incorporándose mientras se quitaba el polvo de la armadura y se crujía los huesos de la espalda-. ¡Ah! ¡Mucho mejor!
-Me sorprende tu capacidad de resistencia –comentó Reima.
-Cada uno tiene sus puntos fuertes... supongo... –contestó el pecado llevándose una mano a la barbilla como si dudase de su propia respuesta-. En cualquier caso, sé que Levi te ha dicho que vinieses a ayudarme pero he de decir que yo también tengo mis dudas de si ha sido la elección correcta.
-¡Tú! ¡Eres tú, Reima! –gritó de repente el apóstol al darse cuenta de la presencia del chico- ¡Por fin te he encontrado! ¡Tanto tiempo queriendo dar contigo y por fin lo he conseguido! –el hombre levantó los brazos, eufórico, hasta su manera de hablar había cambiado- ¡Sí, hoy es un gran día!

El profesor se dio la vuelta hasta posar su mirada sobre Matthew, cambiando su expresión a una de perplejidad y, tras el paso de unos segundos, a otra de ira, creciendo dentro de él un fuerte instinto asesino.
-¡AAAAAAAH! –rugió Reima, con voz desgarrada al tiempo que con su espada lanzaba un corte de fuego que era esquivado por su adversario, partiendo por la mitad unas tres casa situadas detrás.
-¡Jajajaja! ¡Qué gran bienvenida! ¡Luchemos! ¡Matémonos mutuamente! ¡Muéstrame de qué es capaz el hombre que le hizo esto a mis ojos! –señalándose la venda y con la mente totalmente ida, la zona afectada por su gravedad se incrementó, aumentando también la presión ejercida por ésta.
-¡¡Maldito asesino!! –con furia, Reima se abalanzó sobre él, rodeado de un aura de fuego a partir de la que surgieron cuatro llamaradas en forma de torbellino que impactaron sobre su campo gravitatorio. Tras esto, el chico realizó un corte horizontal con su espada, el cual atravesó dicha barrera pero no consiguió alcanzar a Matthew, quien, con una sonrisa en su rostro, contraatacó con un fuerte puñetazo hacia el estómago del profesor. No obstante, tal golpe no detuvo a Reima, realizando éste un corte en diagonal que hirió a su adversario en el pecho. Los dos continuaron con un intercambio de ataques, dificultando la intervención de Luci.
-Espero que tu idea sirva de algo, Levi...

Aquellos que se encontraban en casa de Eri, sintieron algunos temblores debidos al poder desatado de Matthew. Pese a todo, Eri se encontraba mejor después de su fusión con Biblia, aunque estaba preocupada por lo que había escuchado de Reima y el apóstol.
-Lilith, terminemos con esto cuanto antes –dijo la súcubo, levantándose de su lugar de descanso.
-¿Qué quieres decir? –se sorprendió la nieta de Chaos.
-Tenemos que quitarle la inmortalidad y los poderes a Chronos utilizando el mismo ritual que él usó contra Chaos.
-Pero, ¿sabes cómo hacerlo?
-Ahora que me he fusionado con Biblia, también comparto sus recuerdos por lo que sé los pasos que debemos seguir.
-Aun así, en los recuerdos que nos mostraron los pecados, Chronos lo hizo a escasa distancia de Chaos. ¿Y si es uno de los requerimientos? –preguntó Shiina.
-En los recuerdos de Biblia no hay datos de que deba hacerse de una manera u otra. Tendremos que arriesgarnos.
-Bien, indícame el camino –sentenció Lilith mientras se ponía en posición. Eri se acercó a ella y le susurró las palabras que tenía que recitar, situándose frente a ella poco después.
Acto seguido, la nieta de Chaos extendió su brazo, haciendo aparecer los símbolos de antes y comenzó a hablar.
- En nombre de Lilith, nieta de uno de tus creadores, impongo mi derecho a relegar a mi tío abuelo, Chronos, de su ocupación e impedirle el uso de sus poderes hasta que se le haya dado muerte. Los cargos por los que se le acusa son asesinato y alta traición. Que así sea.
-Necesitaremos algo de sangre de Lilith –declaró Eri.
-Permíteme –dijo Derain, acercándose a la joven-. Tranquila, sólo escocerá un poco.
Tras el consentimiento de ella, el imp le realizó un pequeño corte con la uña en la palma de su mano, permitiendo así que la sangre cayese sobre los símbolos, los cuales brillaron con luces blancas antes de volver al cuerpo de la súcubo.
-¿Y bien? –preguntó Lilith mientras Derain se ocupaba de su herida- ¿Crees que habrá funcionado?
 -Eso espero –respondió Eri- En cualquier caso, aún nos queda encontrarle y destruirle de una vez por todas.

Justo entonces, se abrió un boquete en la pared que daba al exterior de la sala, apareciendo a través de ella Reima y Matthew, este último sujetando por el cuello al primero.
-¡Jajaja! ¡¡Esto es genial, Reima!! ¡¡No sabes lo bien que me lo paso peleando contra ti!! ¡¡Quiero más!! ¡¡Más!! –exclamó el hombre de pelo plateado a la vez que recibía una patada en la barbilla por parte de su contrincante.
-¡¡Cállate!! –gritó Reima.
El apóstol se acarició la barbilla, sonriente y orgulloso de la reacción de su adversario. En ese instante, se dio cuenta de la presencia de los demás.
-Vaya, si resulta que tenemos espectadores. Y una de ellas es la Biblia. Sí, eres tú. Deduzco que la chica que está a tu lado es la nieta de Satán –comentó señalando a Lilith.
-¡Mi abuelo se llamaba Chaos! –replicó la joven.
-Gracias por confirmarme que, efectivamente, eres tú –agradeció Matthew, quien, sin previo aviso, recibió otro golpe en la cara que le hizo chocar contra la pared. El autor de tal acto, Lucifer, aterrizaba en el suelo de la habitación.
-¿Estáis bien? –preguntó a las dos chicas, que asintieron en silencio- ¡Así me gusta! ¡Ahora, si me disculpáis, tengo un combate que continuar! ¡Derain, llévales a un lugar seguro!
-Últimamente no hago más que recibir órdenes. Como se nota que me estoy haciendo mayor. ¡Vamos, chicos! ¡Larguémonos de aquí antes de que la cosa se ponga más fea! –dijo el imp.
-No tan rápido. Sí, no tan deprisa –nada más empezar a correr, el grupo cayó de cara contra el suelo, notando una gran cantidad peso sobre sus espaldas.
-¡¿Qué es esto?! –exclamó Mizuki.
-¡No puedo levantarme! –se quejó Luka.
El techo de la habitación se hundió justo encima de sus cabezas, cayendo sobre ellos los escombros.
-¡Maldita sea! –gritó Derain, quien consiguió producir varias bolas de fuego para destruir algunos de ellos, fallando en librarse de los que se precipitaban sobre él mismo. No obstante, un muro fue creado en el aire, desplazándose horizontalmente y rechazando los escombros como si fuesen pelotas de tenis. Acto seguido, Mammon volvió a aparecer por una de las pantallas de televisión que todavía seguían suspendidas en el aire.
-¡¿Se puede saber qué estáis haciendo?! ¡Estoy intentando cerrar una conexión con la realidad, enfrentándome a un hacker... ¿y todavía me tengo que mover para salvaros el culo?! ¡Poned un poco de vuestra parte! –se quejó la niña.
Ignorándola, Reima volvió a acometer contra Matthew, coordinándose con Luci para intentar penetrar su defensa. Por su parte, el hombre de pelo plateado se defendió como pudo de ambos pero no pudo evitar recibir algunos cortes.
-¡Sí! ¡Síiiii! –con la emoción por la batalla a flor de piel, el apóstol dio lugar a una onda expansiva que alejó a sus dos contrincantes. Su contraataque, lejos de terminar ahí, continuó con la creación de un pequeño agujero negro que empezó a atraer la materia circundante, incluyendo a todos los presentes menos él mismo.

Reima clavó su espada para evitar ser absorbido pero los demás no lo tenían tan fácil. Mizuki fue la primera en salir volando, siendo agarrada por Luci, quien se mantenía en tierra gracias a la fuerza de sus piernas.
-¡Tranquila! ¡Estás en buenas manos! –exclamó el pecado.
Por desgracia, ella no fue la única, ya que Kazuma y Nanako también salieron despedidos, siendo el uno cogido también por Luci y, la otra, por el brazo libre que le quedaba a Reima.
-¡Derain! ¡Necesito que te transformes! –gritó el profesor.
-¡No puede estar hablando en serio!
-¡Sé lo que ocurrirá si lo haces pero ni Luci, ni Mammon ni yo podemos ayudar a nadie más!
Derain no contestó, indeciso.
-¡Vamos, Derain! ¡Hazlo!
Sin poder aguantar más, tanto Shiina como Luka salieron volando hacia el agujero negro.
-¡Shiina! ¡Luka! –gritó Eri.
Agramón y Kaoru se lanzaron en su ayuda, el segundo de ellos desplegando sus alas para intentar hacer resistencia, pese a ello, sólo consiguieron agarrar a Luka, quedando Shiina a merced del agujero.
-¡No! –exclamó Luka.

Fue entonces cuando apareció el gran cuerpo de Akira que, transformado, hizo de tope para la chica.
-¡Ahora, Reima! –al escuchar el grito del medio demonio, el profesor desenganchó momentáneamente la espada del suelo y realizó un corte a distancia que impactó en el cuerpo de Matthew, provocando que el agujero negro se extinguiese. Décimas de segundo después, multitud de escombros caían sobre la superficie de la habitación.

En otro lugar, Ahren, Serah y Asari, llegaban hasta donde se encontraba la otra conexión. Allí también estaban dos apóstoles, uno de ellos un chico rubio y delgado que llevaba una vara en sus manos, y el otro, un hombre con barba de varios días y aspecto de vagabundo, que vestía una manta de color marrón y llevaba un remo en una de sus manos.
-Parece que hemos llegado al mismo tiempo –dijo el chico rubio.

domingo, 13 de agosto de 2017

A New World: Capítulo 7

-Tú eres Runya, ¿verdad? –preguntó Kai, poco antes de desplazar la vista hacia el hombre que sujetaba la silla de ruedas en la que se sentaba la joven-. Y tú eres... ¿Valer? ¿Qué hacéis los dos aquí?

-Eso mismo podríamos preguntarte nosotros –respondió ella-. Después de todo este tiempo, pensé que te alegrarías más de vernos.

-No es que no me alegre. Es que... no me lo esperaba.

-¿Y Miruru? ¿Sigues viajando con ella?

Al escuchar su nombre, el nigromante se  mostró esquivo. Su expresión, sombría.

-Entiendo –continuó Runya, cabizbaja-. Supongo que se excedió usando su poder, ¿no es así?

-Fue para proteger la villa en la que vivíamos.

-¿Y lo consiguió?

-Sí.

-Me alivia saberlo. Al menos, su muerte no fue en vano –dijo, apenada- ¿Entonces has venido a despedirte de ella?

-Podría decirse que sí –dijo, recordando la conversación que había tenido con Miruru en el más allá-. Aunque no sólo por eso. Justo aquí enterramos a un buen amigo suyo. Y, bueno... quería disculparme con él por no haber podido protegerla, así como aclararme un poco las ideas.

-Espero que lo hayas conseguido.

-Al menos tengo claro qué haré a partir de ahora –indicó Kai-. Decidme entonces, ¿para qué habéis venido vosotros?

-Lo cierto es que vivimos cerca de aquí.

-¿En serio? Pero si esto está en mitad de la nada.

-No hay otro lugar para nosotros. Tampoco para los que son como yo.

-¿Qué quieres decir?

-Acompáñanos. Te lo mostraré.

 

Tras aceptar su oferta, siguió a Valer y Runya hasta las afueras de aquel sitio en ruinas.

 

A medio kilómetro de  camino aproximadamente, había un pequeño campamento de apenas tres tiendas malamente construidas: dos de ellas pequeñas, y una más grande donde debían de caber como cuatro personas. En el centro del círculo que conformaban las viviendas, divisó una gran tela, sujeta en el aire con varias varas de metal oxidado y madera, que parecía servir de cobertura en caso de lluvia, aunque en esa zona era complicado que ocurriese algo así.

-¡Chicos! ¡Salid! ¡Tenemos visita! –exclamó Runya.

 

Del interior de las tiendas, surgieron cuatro personas: tres chicas y un chico. Ninguno de ellos con el mejor de los aspectos. Sus ropas, roídas y sucias; y sus caras, llenas de indiferencia y desánimo.

 

No obstante, por lo menos estaban bien alimentados e hidratados.

-¿Quiénes son? –preguntó Kai, entre susurros, a Runya.

-Semidioses. Al igual que Miruru y yo.

-¡¿Qué?! ¡¿En serio?!

-¿Te parece extraño?

-Un poco. Quiero decir, no es muy común encontrarse con ellos. Más si se tiene en cuenta que su Yohei Gakko fue destruida.

-Aun así, todavía los hay vagando por este mundo. Algunos sin saber qué hacer con sus cortas vidas, como es su caso –explicó-. Las tres chicas son hermanas. Las encontré en mitad de los yermos, buscando algo que llevarse a la boca. Estaban tan débiles que ni siquiera tenían fuerzas para usar sus poderes.

 

>>El chico vino al campamento con la intención de atacarnos, también intentando sobrevivir. Logramos reducirlo y decidí ofrecerle unirse a nosotros.

 

>>De momento, vivimos aquí. Valer y yo los estamos manteniendo, y gracias a un oasis que hay cerca, no hemos tenido problemas de comida o agua. Pero llegará el momento en que tendremos que emigrar a un lugar mejor, si es que lo hay.

 

Los jóvenes semidioses, cuya apariencia debía de ser de unos dieciocho, pero que apenas superarían los trece, tenían la mirada perdida, como si estuviesen vacíos por dentro.

-Me gustaría darles un motivo por el que luchar. Al menos, hasta que su vida termine –continuó Runya-. Ahora mismo, ése es mi mayor objetivo.

-Algo por lo que luchar, ¿eh? –murmuró el nigromante, quien se sintió identificado con ellos- Runya, hay algo que me gustaría contaros.

-¿De qué se trata?

-Es sobre el fin de la humanidad...

 

-Ya veo –dijo Runya, tras escuchar todo lo ocurrido con el proyecto Gaia y su intención de destruir la raza humana- No es que le tenga mucho aprecio al ser humano, si te soy sincera.

-No eres la única. Aun así, me gustaría que me ayudaseis.

-¿Quieres que luchemos en una guerra que ni siquiera sabéis si vais a ganar?

-Morir sin un objetivo o morir por uno. Esa es mi propuesta. Si lo que quieres es que tengan un motivo por el que luchar, entonces esa es la única opción que les queda. Si la humanidad desaparece, no habrá esperanza ni para ellos ni para nadie.

-Aun así no puedo enviarles a morir, Kai.

-Lo entiendo, pero creo que no sólo depende de ti –replicó el joven, refiriéndose a los cuatro jóvenes, a los que ella miró con tristeza, como una madre que se separa de sus hijos.

-Hablaré con ellos mañana. De momento, ¿por qué no te quedas a cenar y pasas la noche aquí? Es tarde y no creo que encuentres mejor sitio en esta zona.

-Gracias.

 

Horas más tarde, mientras los demás dormían dentro de las tiendas, Kai estaba sentado fuera, ligeramente alejado de ellas.

 

Con las palabras de Jared aún recientes,  no era capaz de pegar ojo.

-Ni siquiera sé dónde ni cuándo tendrá lugar la batalla. Mi única pista es que el proyecto Gaia tiene una base en Genese. Quizás deba ir allí.

 

Mientras meditaba sobre ello, escuchó el sonido de alguien sentándose a su lado, descubriendo, al girarse, a una de las tres hermanas. Una chica de pelo corto, desordenado y rubio, y que parecía la mayor.

-¿Qué haces aquí? –preguntó ella, sin andarse con rodeos.

-¿Qué haces tú aquí? –contraatacó Kai, frunciendo el ceño.

-No podía dormir.

-Pues ya somos dos.

-Dime, ¿podemos confiar en ti?

-Bueno, yo confío en mí mismo. Pero no soy quién para pedirte que tú también lo hagas.

-La verdad es que me da igual. Si intentases algo, te mataría. Tan sólo lo pregunto porque Runya dice que lo eres.

-¿Y confías en ella?

La semidiosa asintió.

-Entonces, ahí tienes tu respuesta –contestó Kai.

 

Lo cierto era que hablar con aquella joven le resultaba algo incómodo. No por el hecho de que la considerase un peligro, sino, más bien, porque no le daba la sensación de que tuviese cuidado a la hora de escoger sus palabras o acciones. Eso la hacía impredecible y difícil de tratar.

-Entonces, ¿es verdad que nos harás luchar?

-¿Eso también te lo ha dicho Runya?

-No. Escuché vuestra conversación. No entendí la mayoría de los que dijisteis, pero te oí hablar de una guerra. ¿Quieres que participemos en ella?

-Decir que “quiero que participéis en ella” suena a que os estoy obligando, pero no es así. Es decisión vuestra si lo hacéis o no.

-Yo quiero participar –dijo ella, sorprendiendo al nigromante, quien no esperaba una respuesta tan clara y directa.

-¿Puedo preguntarte por qué?

-Cuando lucho, siento que mi vida cobra sentido. Es como si sólo valiese para eso: sobrevivir y seguir luchando.

-Bueno, no puedo decir que esté de acuerdo con esa forma de pensar, pero creo que te entiendo.

 

Otra de las consecuencias de aquella guerra. Todo se reducía a lo mismo. Fuese cual fuese su objetivo, los miembros de Yohei Gakko no dejaban de ser soldados preparados para el combate. Por si fuese poco, la esperanza de vida de los semidioses solía ser bastante corta. No tener expectativas de futuro y haber sido enseñados a luchar desde tan pequeños (por no hablar del miedo que provocaban en otros debido a su poder), hacía de ellos los usuarios de Radiar más desgraciados.

 

Pensándolo así, no era de extrañar el encontrar a gente que viese la situación igual que esa chica.

-Y, pese a todo, ella estaba tan llena de energía... –comentó Kai, sonriendo, mientras recordaba a Miruru- Si luchar es lo que te hace feliz, entonces no seré yo quien te detenga. Aun así, me gustaría que tu motivación no fuese “que sólo sirves para eso”.

-¿Y cuál crees que debería ser?

-¿Qué te parece la de proteger a tus seres queridos?

-¿Y a quién debería proteger?

-N-no lo sé. ¿A tus hermanas?

-Mm... –caviló, aumentando la tensión que sentía Kai al hablar con ella- Me lo pensaré.

-C-claro

 

Resultaba de lo más triste ver cómo ni siquiera importaban los lazos entre ellas, pese a ser de la misma sangre.

 

Probablemente, lo único que las había mantenido unidas hasta ese momento había sido la necesidad de sobrevivir.

 

Tras un profundo suspiro, el joven miró en dirección al campamento.

-En fin, será mejor que volvamos. Quizá ahora podamos dormir –indicó, tendiéndole su mano para ayudarla a levantarse, la cual fue aceptada sin muchas contemplaciones-. Por cierto, no sé cómo te llamas.

-May.

 

De repente, Kai se quedó sin habla. No podía creer lo pequeño que podía ser a veces el mundo. En su boca, se dibujó una sonrisa, llevada por la nostalgia.

-May. Mi nombre es Kai. Encantado de conocerte.

-Lo mismo digo –contestó, asintiendo con la cabeza, poco antes de encaminarse hacia el campamento.

 

Él la vio marchar, antes de seguir sus pasos.

 

Al día siguiente, reunidos bajo la tela que cubría la zona central del campamento, Runya se dispuso a contarles a los cuatro la propuesta de Kai. Sin embargo, antes de que empezase, May levantó la mano.

-Antes de que lo hagas, he de decirte que ya os oímos hablar del tema ayer. Y, tras hablarlo con los demás, hemos decidido ayudar.

 

La chica en silla de ruedas los miró extrañada, desplazando la vista poco después hacia Kai, quien se encogió de hombros señalando que no había tenido nada que ver.

-¿Estáis seguros? –preguntó Runya.

-Sí. Queremos saber qué significa luchar para proteger a nuestros seres queridos.

-Entiendo –Kai pudo ver en su rostro una expresión de alivio-. Entonces preparémonos cuanto antes para el viaje.

-Antes, tengo algo que contaros –señaló Kai-. No sé muy bien dónde se producirá la batalla. Por desgracia, tan sólo dispongo de información del sitio donde quizás se encuentre el proyecto Gaia.

-No te preocupes. A 2-3 kilómetros de aquí, hay otro pueblo donde vive un viejo cliente mío. Me debe una, así que estoy segura de que estará más que contento de ayudarnos. E incluso prestarnos un transporte.

-¿Dices que vive en un pueblo? Me cuesta creer que alguien que viva tan apartado y donde hay tan pocos recursos pueda  proporcionarnos un vehículo.

-Es un ex-“sphere”. Como tantos otros antes que él, prefirió irse a una zona alejada de la guerra una vez hubo amasado la suficiente fortuna para no tener que traficar más.

-Entiendo.

-Démonos prisa. Nos espera un largo camino por delante.

 

-¡Enviad a las tropas aéreas! ¡Si es necesario, también a los Erasers! –ordenó Naithan a su subordinado.

-¡Pero, si lo hacemos sin las precauciones necesarias, nuestros soldados también se verán envueltos en el ataque!

-¡Eso no importa ahora! ¡Si no eliminamos a esos semidioses, no podremos avanzar!

-¡D-de acuerdo!

 

Pese a estar escuchando las órdenes de su señor, varios súbditos reaccionaron rápidamente para ponerse delante de él, a fin de protegerle del ataque de Razer, quien no había tenido reparos en interrumpir la conversación.

-¡Será mejor que te centres en lo que tienes delante! –le advirtió el líder de los Rebeldes, en mitad de un forcejeo entre su arma y las de los sirvientes.

-¡Maldito mosquito! ¡¿Se puede saber de dónde los has sacado?!

-¡Soy un tipo con suerte, pero ni yo mismo sé de dónde procede! –se burló Razer, poco antes de desestabilizar a uno de los soldados enemigos y atravesar su pecho con su estoque, evadiendo el ataque de otro al saltar hacia atrás.

Al mismo tiempo, Will y otros rebeldes mantenían a raya al resto.

-¡Ahora, si de verdad tienes lo que hay que tener, enfréntate a mí cara a cara!

 

Mientras tanto, dentro del área ocupada por el bando de Ceron, su líder acababa de evitar ser enterrado vivo gracias al sacrificio de sus soldados, quienes habían actuado de escudo frente a la avalancha de tierra arrojada por uno de los semidioses.

-¡Señor! ¡¿Está bien?!

-¡Sí! –contestó mientras dirigía la mirada al enemigo- ¡Informa de que activen el sistema L-Drill y manden al batallón aéreo!

-¡Pero señor, creía que sólo lo usaríamos en caso de emergencia!

-¡Es que es una emergencia, soldado! ¡Lo único con lo que podemos hacer frente a esas bestias! ¡Tranquilo, estoy seguro de que el ejército de la unión también estará de acuerdo!

-¡Sí, señor! –respondió el soldado, marchándose raudo.

-Si no pasamos de aquí, no podré darle una lección a ese imbécil de Naithan –dijo para sí mismo, agarrando con fuerza su arma.

 

Así pues, los cuatro semidioses continuaron su ataque, haciendo retroceder a cada uno de los ejércitos mientras iban reduciendo poco a poco su número.

 

Junto a las tropas de la alianza entre la facción y la unión, se encontraban May y una de sus hermanas, ambas en pie sobre un bloque de tierra que la primera hacía flotar a varios metros de altura, lo que les permitía evadir los disparos del enemigo mientras atacaban a su antojo.

 

Sin embargo, se preguntaban durante cuanto tiempo serían capaces de mantener ese ritmo. Al fin y al cabo, el uso excesivo de su poder podía acabar repercutiéndoles con el tiempo.

 

En ese momento, divisaron un grupo de pequeños aviones volando en dirección a ellas.

No parecían muy veloces, pero sí muy maniobrables, lo que probablemente haría más difícil acertarles.

-Yo me encargo –dijo la hermana de May, dibujando un círculo al unir el pulgar y el índice de su mano derecha, y situándolo entre sus ojos y uno de los objetivos, como si se tratase de una mirilla.

 

Al instante, una explosión, surgida de la nada, golpeó de lleno el avión al que había apuntado, haciendo que el que estaba a su lado empezase a dispararle. Por suerte, allí estaba su hermana para protegerla, levantando un muro de piedra delante de las dos.

 

Pese a ello, la continua ráfaga de balas la obligó a reunir más arena para formar lanzas con las que atacó y persiguió a los aparatos, consiguiendo eliminar a otros cuatro de ellos al atravesar su motor. Al mismo tiempo, su hermana la apoyó mediante una serie de explosiones a su alrededor, acabando así con la que sería la primera oleada.

-No parecen tan difíciles de destruir –indicó May, confiada.

 

Todo cambió cuando escuchó el grito de su hermana, a quien vio sujetándose la pierna con expresión de dolor.

 

Los soldados en tierra habían aprovechado su enfrentamiento contra la unidad aérea, durante el cual se había reducido la altura que las separaba de ellos, para dispararles desde abajo.

 

Aquel descuido por parte de May, había dado lugar a esa situación.

-No te preocupes. Yo te protegeré –dijo, inconscientemente, mientras se elevaban a una distancia más prudencial, viendo llegar una segunda oleada de aviones, que comenzó a disparar nada más tenerlas a tiro.

 

En respuesta, la joven envió de nuevo más lanzas al mismo tiempo que seguía escudándose de los disparos. Sin embargo, el número era mayor que el de la primera oleada y, aunque su hermana intentaba ayudarla, el dolor de su herida hacía que su puntería fuese menos precisa, llegando a interferir con sus explosiones en la trayectoria de sus propios ataques.

 

Cuando quiso darse cuenta, estaban rodeadas, siendo acribilladas a tiros, que golpeaban de manera incansable el muro de piedra y tierra que las cubría, ahora formando una esfera a su alrededor.

 

“No voy a poder resistir mucho más tiempo”, pensó May, “Tengo que sacarnos de aquí”.

 

Así pues, haciendo acopio de mucha fuerza de voluntad, logró levantar una inmensa cantidad de tierra, llevándose consigo a buena parte de los soldados en la vanguardia, para luego hacer que esa misma masa de arena y rocas se juntase hasta formar el cuerpo de un gran golem, que extendió sus brazos hacia los aviones y los destruyó.

 

No obstante, aquello supuso un gran esfuerzo para May, debilitándola hasta el punto de que el golem se deshizo a los pocos segundos, precipitándose en forma de avalancha sobre el ejército enemigo. Asimismo, los bloques de tierra que las mantenían flotando en el aire también dejaron de existir, lo que provocó que ambas cayesen al vacío.

 

Mientras tanto, Kai y Kareth seguían buscando un sitio por el que escapar de aquella sala.

-¿Mm? ¿Has oído algo? –pregunto Kareth, agudizando el oído- Me ha parecido escuchar como una respiración muy fuerte.

-Me parece increíble que puedas escuchar la respiración de alguien que ni siquiera está aquí –declaró Kai.

-Me temo que esa respiración no pertenece a alguien, sino a algo –respondió, preparándose para luchar- ¡Y ese algo sí que está en esta sala!

 

Justo entonces, dos de las paredes se abrieron como compuertas, dejando entrever los cuerpos de sendos Erasers que no tardaron en introducirse en la habitación, observándolos con cara de pocos amigos.

-Parece nos habían preparado algunas sorpresitas –dijo Kai-. ¿Alguna propuesta?

-Tú sigue buscando la salida. Yo me encargaré de ellos.

-¿No tendrás problemas enfrentándolos tú solo?

-Mientras estuviste fuera, yo también tuve tiempo para pensar, y gracias a ello, creo que al fin he encontrado lo que buscaba –explicó Kareth, a la vez que se transformaba en un Eraser, sólo que manteniendo su forma humana, al igual que Detz-. Es hora de comprobar si con esto seré capaz de vencer a Detz.

lunes, 7 de agosto de 2017

Capítulo 35: El apoyo y el constructor



-¡¿Cómo lo han conseguido?! –preguntó Levi.
-¡Habrá sido cosa de alguno de los apóstoles! ¡Creo que podré arreglarlo pero necesitaré tiempo! ¡Mientras tanto, el mundo real estará desprotegido! –avisó Mammon.
 -Sin duda, se trata de una trampa –dijo Zebub.
-Lo sé pero no podemos dejar que muera gente inocente –replicó Levi.
-¡Espera! ¡¿Por qué acaso los demonios no están en este sitio?! –se extrañó Luka.
-Sí, sin embargo no ocurre lo mismo con los humanos.
-¡¿Y por qué atacarían a los humanos?! ¡¿No buscan exterminar a los demonios y que los humanos dominen este mundo?! –volvió a preguntar la joven.
-Si es por conseguir su objetivo, no dudarán en matar a las creaciones de Chronos. Al fin y al cabo, lo único que importa es que él se convierta en la deidad de este mundo. Si eso ocurre, podrá volver a generar tantos humanos como le plazca.
-¡Es horrible! –se escandalizó Shiina.
-Hasta esos límites llega la ambición de Chronos. Será mejor que nos movamos rápido –dijo Levi.
-¿Y quienes irán? –preguntó Eri.
-Nosotros, los pecados, nos encargaremos de ellos –indicó Levi-. Que alguien avise a Luci y a Bel.
-Yo lo haré –dijo Mammon-. Al fin y al cabo, tengo que quedarme aquí.

Asintiendo a la pantalla, Levi les hizo una señal a Zebub y As, quienes la siguieron hasta una de las paredes de la habitación, la cual se abrió casi inmediatamente para dejarles salir al exterior. Tras abandonar la casa, la pared retomó su forma original.
-¿Les irá bien? –preguntó Eri.
-¡¿Si les irá bien?! –se sorprendió Mammon- ¡Estás hablando de los pecados! ¡Obsérvalo por ti misma!
Otra pantalla apareció al lado, mostrando un área donde se habían comenzado a reunir numerosos “Dying Walkers”. Entre ellos se podía observar a un hombre de piel morena y peinado militar.
-Es él... –dijo Derain.
-¿El que te venció? –preguntó Eri.
-Eso me temo.
Detrás del grupo de biomáquinas podía vislumbrarse una distorsión en el aire, como un gran cristal roto, que debía de corresponder con la conexión entre esa realidad y la verdadera.

No pasó mucho tiempo hasta que Levi, Zebub y As llegaron allí, surcando el suelo sobre pequeñas corrientes de agua generadas por la primera. Mammon había sido la encargada de guiarles hasta allí.
-¡Habéis venido! –gritó Andrew- ¡Se nota que sois guerreros formidable! ¡Ahora podré mataros como es debido!
-¿Vosotros os acordabais de este tipo? –preguntó As.
-Creo que mi mente quiso borrarlo... –contestó Zebub.
-Centraos, As-chan, Ze-chan. Puede que sea un idiota pero consiguió debilitar a Dera-chan. No podemos tomárnoslo a la ligera.

En ese momento, los “Dying Walkers” se adelantaron con intención de atacar primero a los tres pecados, quienes se habían colocado uno al lado del otro.
-¡Oh! ¡Vienen a saludarnos! –se alegró As.
-No les hagamos esperar –sonrió Zebub.

Con un simple movimiento, Levi levantó un chorro de agua por debajo de As, logrando que fuese elevado por encima de las biomáquinas. Desde arriba, el pecado de la lujuria concentró una gran masa de energía que liberó una vez tocó el suelo, creando una onda expansiva que desintegró a todos los “Dying Walkers” en cuestión de décimas de segundo, haciendo retroceder incluso al propio apóstol. Por su parte, Levi acababa de generar una barrera con la que había protegido a Zebub y a ella misma del ataque de su compañero.
-¡Qué extraordinaria fuerza! ¡Propia de hombres! –exclamó Andrew, con una sonrisa de oreja a oreja y las manos situadas sobre su cintura.
-¡Eh! ¡Eh! ¡Eso no es así! ¡Yo tengo dos sexos! –se quejó Asmodeus.
-¡Ahora te golpearé con tu propio ataque! –haciendo aparecer sus características cuerdas, el apóstol las lanzó contra el pecado, sin embargo, tres barreras de agua consecutivas lo impidieron, provocando que los extremos de las cuerdas se hundiesen en ellas. De repente, en dichas barreras se hizo un agujero por el que pasó Beelzebub, quien transformó su brazo en el de un insecto.
-¡Devuelve esto! –exclamó el demonio mientras golpeaba el estómago del apóstol que, al sentir el golpe, vomitó saliva, saliendo despedido a una distancia considerable, atravesando una de las casas y continuando hasta detenerse en la pared de la siguiente, quedando inerte en el suelo.

-¡Es increíble! –se fascinaron los más jóvenes de la sala.
-Ejem... –carraspeó Reima- Veo bien que os emocionéis al ver su combate pero todo esto es para ganar tiempo para el ritual. Será mejor que continuemos con ello cuanto antes.
-¡Uah! ¡Tienes razón! ¡Casi lo olvido! –se disculpó Eri, encarándose con Lilith, quien se puso algo nerviosa-. No te preocupes, Lilith-chan. Estoy lista.
Después de un largo suspiro, la nieta de Chaos levantó el brazo hacia Eri y comenzó a recitar las palabras que le habían dictado.
-En nombre de Lilith, nieta de uno de tus creadores, impongo mi derecho a despertar tu poder, Biblia, a fin de obedecerme y destruir aquello que rechaza a mi especie. Que así sea.
Nada más terminar de hablar, una serie de símbolos surgieron del cuerpo de Eri hasta alcanzar la palma de la mano de Lilith, deteniéndose en ese punto.
-¿Qu-qué hago ahora? –preguntó la joven, confusa.
-Vuelve a recitarlo –explicó Mammon-. Ahora que han surgido los símbolos, tendrá efecto.
Tras asentir, la demonio pronunció de nuevo aquellas palabras, dando esta vez como resultado que el cuerpo de Eri sintiese una extraña sacudida desde su interior.
-¡Agh! –se quejó la súcubo.
-¡Eri! –exclamaron Luka y Shiina a la vez.
-¡Alejaos los más jóvenes! ¡El resto, preparaos para lo que pueda suceder! –exclamó el pecado de la avaricia.
-¡Sí! –contestaron todos al ver cómo el cuerpo de Eri recibía otra sacudida y tomaba la forma de una súcubo, siendo rodeada por los símbolos de antes. Fue entonces cuando una luz la rodeó, cegando al resto de los presentes.
-¡¿Qué está ocurriendo?! –gritaron de nuevo las amigas de la chica.
-¡No entréis en pánico! ¡Esperad hasta que se haya pasado! –les ordenó Mammon.
Finalmente, el brillo se redujo hasta que pudo verse el cuerpo de la chica, descansando sobre el suelo.
-¡No os acerquéis a ella! –avisó Reima, prediciendo la reacción de los demás y acercándose él en su lugar-. Eri...

Por su parte, la súcubo abrió los ojos, o al menos ésa era la sensación que tenía, ya que el escenario a su alrededor estaba completamente oscuro.
-¿Dónde estoy? –preguntó, sin embargo, esas palabras no salieron de su boca sino que brotaron de aquel lugar, formándose eco.
-Estás dentro de ti misma –contestó otra voz, apareciendo ante ella una mujer pelirroja de expresión afable.
-¿Eres Biblia?
Ella asintió. A diferencia de los recuerdos mostrados por los pecados, en ese momento llevaba el pelo suelto y estaba desnuda, algo que le hizo cerciorarse de que ella misma también lo estaba, haciéndola sentir un poco incómoda.
-S-supongo que es la primera vez que nos vemos en... ¿persona?
-De hecho, es la primera vez que te veo. Siempre he estado dentro de ti pero nunca he podido salir de este lugar. Aunque, en momentos en los que tu mente se encontraba inestable o tenías problemas, podía utilizar mi poder para ayudarte.
-Supongo que eso explica algunas cosas... –dijo la joven, recordando la lucha contra el padre de Akira-. Dime, ¿por qué yo? ¿Hay algún motivo por el que yo sea tu reencarnación?
-Jaja, me gustaría decir que sí pero me temo que es algo que escapa de mi control.
-Oh, vaya... –Eri se sintió algo decepcionada.
-Siento todo lo que has tenido que vivir por mi culpa. Sé que si no hubieses sido mi reencarnación, tu vida habría resultado mucho más fácil.
-¡N-no hace falta que te disculpes! Tú misma has dicho que escapa a tu control, además, lo pasaste peor que yo en el pasado... y si no hubiese sido yo, otra chica habría tomado mi lugar... ¡Lo que quiero decir es que no vale la pena lamentarse! ¡Ahora que hemos llegado a esto, pensemos en vencer a Chronos! –exclamó la súcubo, intentando encontrar las palabras exactas que desviasen la conversación.
-Jaja, tienes razón.
-Bueno... –continuó la joven, echando un vistazo a su alrededor-. ¿Qué es lo que sigue? ¿Ahora tú pasarás a controlar mi cuerpo o algo así?
-No, puedes estar tranquila. Digamos que dejaré de ser una parte de tu mente para unirme por completo a ella. Serás tú y yo a la vez –Biblia se llevó la mano a la barbilla, pensando en una manera mejor de explicarlo-. Es como si le añadieses especias a la sopa.
-¿Algo así como una evolución?
-Exacto... aunque, dicho así puede que suene un poco ofensivo.
-Sé bien que todavía me queda mucho por mejorar así que no me lo tomo a mal. Si puedo ser de más ayuda a partir de ahora me da igual si lo llamas evolución, subida de nivel o echarle especias a la sopa. Sólo quiero proteger a los demás.
-Tienes un buen corazón, Eri. Y no es algo de lo que me haya dado cuenta ahora.
-Gracias... –respondió la demonio, sonrojándose- Por cierto, has dicho que has estado dentro de mí siempre, ¿no es así?
Biblia asintió.
-¡¿Eso significa que ha sabido en todo momento lo que pienso?!
-Me temo que sí –contestó Biblia con una sonrisa irónica.
-¡No puede ser! –gritó avergonzada- ¡No te atrevas a decirle a nadie lo que hayas oído aquí dentro! –Biblia fue desapareciendo poco a poco conforme ella hablaba- ¡Eh! ¡Has escuchado lo que he dicho, ¿verdad?! ¡Eh!

Momentos después, la joven despertó, sintiendo el tacto de la mano de Reima en su hombro.
-¿¡Uh!?
Algo mareada, comenzó a levantarse ayudada por su profesor. Las miradas de todos los demás estaban puestas en ellas. Algunas de intriga y otras de preocupación.
-¿Te encuentras bien? –preguntó finalmente Reima.
-Sí... aunque tengo la sensación de haber vivido mucho en muy poco tiempo...
-Será mejor que descanses un poco.
-Gracias. ¿Cómo están yendo las cosas fuera?
Reima señaló la pantalla de televisión con un gesto de la cabeza. En ella se pudo observar la presencia de dos nuevos apóstoles frente a Levi, Zebub y As. Uno de ellos era un anciano de barba blanca, calvo, espalda encorvada, que vestía una toga blanca con líneas doradas formando una cruz en su pecho y portaba un bastón de madera. El otro, era un hombre de entre cuarenta y cincuenta años, pelo castaño y corto, quien vestía también una toga blanca pero cuyas líneas eran de color plateado. Además, llevaba sujeto bajo el brazo derecho una especie de pergamino.
Por lo que la escena daba a entender, no hacía mucho que los dos habían llegado.
-Philip... –dijo Zebub, refiriéndose al anciano- De ti sí que me acuerdo. No puedo decir lo mismo del otro.
-Este joven se llama Thomas –respondió tranquilamente el mayor de los dos, posando ambas manos sobre el bastón.
-En uno de sus renacimientos, supongo –declaró Levi.
-Así es. Hacía tiempo que no os veía, pecados. Desde que luchamos aquella vez por la supremacía de Chronos.
-Y os vencimos –sonrió As.
-Por desgracia he de admitir que así fue. No obstante, aunque uno es viejo y tiene mucha experiencia sobre sus hombros, no deja de aprender, y puedo aseguraros que no soy el mismo de entonces.
-Si es así, será mejor que lo demuestres –indicó Zebub.
-Con mucho gusto.

De repente, un aura de color negro rodeó al anciano, a la vez que su compañero desenrollaba su pergamino y dejaba que éste flotase en el aire, recitando silenciosamente las palabras escritas en el mismo.
Entonces, el aura  pasó a formar parte de Thomas, quien, habiendo terminado de pronunciar el texto, hizo aparecer dos gigantes de color negro cuya apariencia física recordaba a la de estatuas de piedra, con los brazos cruzados y una corona sobre su cabeza.
Nada más ser creados, los gigantes se desplazaron como autómatas hasta situarse enfrente de los pecados. Acto seguido, levantaron una de sus piernas y se dispusieron a aplastarlos, obligando a Levi a generar una barrera de agua para protegerse. Sin embargo, la fuerza del ataque superó su escudo, provocando que los tres retrocediesen varios metros.
-El apoyo y el constructor –dijo Zebub-. Uno es capaz de crear y modificar máquinas y autómatas que luchen a sus órdenes, y el otro es capaz de mejorar y modificar las habilidades de todo lo que desee, incluido el mismo. ¿Se me olvida algo?
-Veo que vuestra memoria se encuentra bien –dijo Philip-. Una buena combinación la nuestra. Espero que no sobrepase demasiado vuestro poder.

Los gigantes continuaron su acometida, esta vez, golpeando hacia el suelo con sus puños. Mientras tanto, los demonios los esquivaban, buscando la oportunidad para contraatacar, tarea complicada ya que las aberturas que dejaba uno en su defensa eran suplidas por el otro.
-¡Ze-chan, permiso para transformarte! –exclamó Levi.
-¡¿Estás segura?!
-¡Creo que, en esta situación, es la mejor opción!
Asintiendo, el cuerpo de Zebub comenzó a cambiar justo cuando los gigantes intentaban un nuevo ataque con sus puños, impactando de lleno contra el cuerpo del pecado de la gula. No obstante, en lugar de quedar éste aplastado, fueron los autómatas los que se vieron impulsados hacia el suelo, erigiéndose ante ellos una bestia de mayor tamaño, con alas de murciélago y aspecto de insecto.
-¡As, transforma su energía! –volvió a gritar Levi.
-¡En ello! –siguiendo sus órdenes, Asmodeus adoptó una forma mixta entre hombre y mujer y situó sus manos sobre los tobillos de uno de los gigantes, absorbiendo el Retten que los formaba e intercambiándolo por Setten, provocando que su estructura se desestabilizase. Tras esto, Zebub golpeó el cuerpo del autómata con una de sus extremidades, destrozándolo en el acto.
Por otro lado, el gigante restante, logró levantarse justo antes de ser tocado por el pecado de la lujuria, retrocediendo hasta situarse al lado de su creador.
-Nada mal –dijo Philip-. Pero, temo deciros que si eso es todo lo que sabéis hacer, no lograréis acabar con nosotros.

Así pues, repitiendo el mismo proceso que habían utilizado antes, los dos apóstoles hicieron aparecer más gigantes, llegando a generar hasta ocho de ellos.
-Esto se pone interesante... –indicó As, con una sonrisa irónica.
Fue entonces cuando, sin previo aviso, los gigantes comenzaron a golpearse entre ellos.
-¡¿Qué...?! –se sorprendió Philip, viendo cómo las creaciones de su compañero llegaban incluso a juntarse en grupos para destruir a uno, el cual no oponía resistencia alguna.
-¡Eres muy oportuna, Bel-chan! –se alegró Levi al ver llegar a su compañera, rodando por el suelo y con los ojos cerrados-. Aunque tienes que cambiar esa costumbre de moverte así mientras duermes...
-Tsk... –chasqueando la lengua, Philip concentró un aura de color rojo a su alrededor, transmitiéndosela posteriormente a Thomas, quien se despertó de su ensimismamiento.
-¿Qué ha pasado? –preguntó el hombre, siendo la primera vez que hablaba desde su aparición.
-Esa demonio se ha introducido en tu mente y ha controlado a los gigantes. Has bajado la guardia, Thomas. Ten más cuidado.
-Lo siento, Philip.
-¿Y ahora qué, Philip? –preguntó As, señalando a los gigantes medio destrozados.
-Yo que vosotros no cantaría victoria tan rápido.
-¡Eso! ¡Todavía no me habéis derrotado! -con su característico grito, Andrew volvió al combate mientras se acariciaba la zona en la que había sido golpeado por Zebub- ¡Tienes mucha fuerza! ¡Será gratificante destruirte!
-Tres contra cuatro. No os veo con mucha ventaja.
-¿Tres? No. Nosotros no somos los únicos que hemos venido. Y mientras estáis aquí, hay otro que se está infiltrando en vuestra base.
-Matthew, ¿no es cierto? –dijo Bel, levantándose.
-Correcto.
-Ya veo. Vuestro propósito era el de atraernos para reducir nuestro número en la base y entonces enviar dentro al único loco capaz de superar el poder de Mammon –explicó Levi- Sin embargo, hay un problema en esa ecuación. Y es que nosotros también contamos con dos monstruos en nuestro equipo. Además, uno de ellos guarda bastante rencor hacia Matthew así que estará feliz de volver a enfrentarse a él.

Mientras tanto, Mammon se encontraba en mitad de una batalla mental para volver a cerrar la conexión. Fue entonces cuando la pared de su habitación estalló en pedazos, apareciendo entre el polvo y los escombros un hombre de pelo plateado y una venda cubriendo sus ojos.
-Bueno, pues ya estoy aquí. Ya he llegado, sí. Y parece que he encontrado alguien con quien entretenerme. Me pregunto si lo hará. Espero que lo haga. Tiene que hacerlo, sí.
-Matthew... –murmuró el pecado de la avaricia, bajándole gotas de sudor frío por la espalda.
-Tienes miedo. Sí, puedo sentir tu miedo. Me tienes miedo, ¿no es así? ¿Qué es lo que temes? ¿Eh? ¿Qué es? –continuó mientras se acercaba a ella- ¿Quizás que llegue hasta los demonios que escondes? ¿Es eso? ¿Quizás que destruya a tus amigos? ¿Quizás es eso? ¿O puede que... temas por tu vida?
-¡Ni la primera! ¡Ni la segunda! ¡Y mucho menos la tercera! –exclamó una voz desde la puerta de la habitación. Allí se encontraba Luci, con los brazos cruzados y pose altiva- ¡No dejaré que le hagas daño, Matthew!
-¿A quien tenemos aquí? Si es el demonio sin poderes, el demonio que no tiene habilidades, la vergüenza de los demonios.
-¡Si me halagas tanto vas a hacer que me sonroje! –respondió Luci mientras se llevaba las manos a las mejillas.
-¡Oh! Ahora que me acuerdo. Reima está por aquí, ¿verdad? Sí lo está. Sé que lo está. Si me decís dónde, os mataré rápido y con sólo un poquito de dolor. Sólo un poquito. No pasa nada por un poquito, ¿verdad? Sí, no pasa nada.
-Siento decirte que eso es información confidencial. Así que no puedo decírtelo.
-Claro. Comprendo. Es información confidencial. Debí imaginármelo. Debí hacerlo, sí. Entonces sólo tengo que sonsacárosla y torturaros en el proceso. Será un buen calentamiento para cuando luche contra él. Sí, un buen calentamiento.
-¡Estoy de acuerdo! ¡Será un buen calentamiento! –en ese momento, el pecado de la soberbia adoptó una extraña pose en la que llevaba las puntas de sus dedos a sus sienes y se mantenía sobre una sola pierna.

-Dos monstruos, ¿eh? –dijo Philip continuando a partir de las palabras de Levi-. Deduzco que uno de ellos es “Darkblade”. En cuanto al otro... te refieres a esa anormalidad que tenéis por compañero.
-Incluso Matthew recordará lo que significa luchar contra alguien como Luci. Puede que, de todos nosotros, sea el único que no tenga habilidades pero, precisamente porque se esforzó en suplir esa desventaja, probablemente sea el más fuerte.

En el interior de la habitación de Mammon, el cuerpo de Luci desapareció de la vista de los presentes. Una décima de segundo después, Matthew recibía un fuerte golpe en la cabeza que lo hacía despegar hasta chocar contra una de las paredes. Dando saltitos, el demonio volvió a aparecer.
-¡Esto va a ser divertido!