domingo, 30 de julio de 2017

A New World: Capítulo 6

-¿Qué ves? –preguntó Will a Razer, quien sostenía unos prismáticos con los que observaba el campo de batalla.

-Parece que el imperio y “Comhairle” se están preparando. Debe de haber más de dos kilómetros entre ellos y los otros dos ejércitos. Abre el comunicador, voy a hablar con Seph y Drake.

 

Obedeciendo al líder de los Rebeldes, el nómada sacó el aparato de entre sus ropas. El formato de éste no era diferente de los que habían usado otras veces, pero su alcance era considerablemente mayor, permitiéndoles comunicarse con el otro grupo a una distancia incluso mayor que la que separaba a ambos ejércitos.

 

Una vez encendido, Will lo cogió de manera que tanto el como Razer pudiesen hablar.

-Seph, Drake, ¿me oís? –preguntó el chico.

-Perfectamente –contestó Seph.

-Seph, soy Razer. ¿Cómo va todo por vuestra zona?

-De momento, todo sigue igual. Tanto nuestras tropas como las que hay al otro lado están bien escondidas entre rocas y dunas. Estamos vigilando atentamente qué movimientos hacen la facción y la unión.

-Bien. Avanzad hasta que estéis cerca de ellos, siempre manteniéndoos ocultos, y esperad hasta que dé la señal de ataque. Menos mal que hemos llegado con tiempo. De lo contrario, no habríamos podido tomar posiciones.

-Estoy de acuerdo, pero tengo una duda. ¿No será mejor si les atacamos ahora que todavía se están preparando para la batalla?

-Teniendo en cuenta que nos superan en todos los aspectos, y que ahora mismo estarán pendientes de cualquier movimiento enemigo, atacarles ahora sólo conseguiría que nos eliminasen. Es mejor aprovecharse del caos que habrá después, cuando estén centrados en los otros ejércitos. Entonces, podremos sorprenderles. O, al menos, intentarlo.

-¿”Intentarlo”?

-Hay que tenerlo todo en cuenta. Nada nos asegura que Naithan no esté enterado de nuestro ataque, y tampoco sabemos qué estrategia usará en ese caso. Al haberse aliado con el proyecto Gaia, cualquier cosa es posible. Aun así, dado que nuestro tiempo ha sido limitado y nos quedan pocas opciones, tendremos que improvisar sobre la marcha.

-Entiendo. Entonces seguiremos con el plan.

 

Al apagar el comunicador, la voz de Seph también dejó de escucharse.

-Avisa a los soldados. Antes de acercarnos a la posición del enemigo, repasaremos qué hacer en caso de que nos tiendan una trampa. Informa al otro escuadrón de que hagan lo mismo.

 

Asintiendo, Will se marchó de allí a la vez que cambiaba de frecuencia el comunicador para así contactar con las tropas que había al otro lado.

-Esto tiene muy mala pinta. Aunque ya me imaginaba que no sería fácil –murmuró Razer para sí mismo-. Espero que los demás estén teniendo mejor suerte.

 

Tras defenderse de otro ataque de los esqueletos, Ivel saltó al tejado de una de las casas, encontrándose, al aterrizar, con otro grupo de ellos, que la rodearon y se abalanzaron sobre la chica con sus espadas en alto.

 

Moviéndose con fluidez, detuvo con su lanza un corte vertical y golpeó el cráneo de uno de los esqueletos con el talón derecho. Acto seguido, giró 360º y seccionó las piernas de un tercer atacante, finalizando con un corte diagonal que mandó a volar la cabeza de un cuarto.

 

En ese instante, varias estocadas, procedentes de todas direcciones, la obligaron a agacharse, desplazando casi al momento su arma en un ataque ascendente que golpeó sus filos y los desestabilizó. Posteriormente, realizó varios giros con su lanza antes de descuartizarlos con un sólo golpe, dejando un montón de huesos tirados por el suelo.

 

Cuando se disponía a ir a por Tribus, un tentáculo de Sead apareció por su lado, habiendo de detener sus pasos a fin de evitarlo.

-Recuerdo cuando eras pequeña y entrenábamos juntas. Siempre te tomabas nuestros combates muy en serio aunque no fuesen más que un juego. Por entonces, ya demostrabas grandes dotes como líder.

-Tú, por el contrario, no hacías más que burlarte de mí. En ningún momento usaste todo tu poder.

-Si lo hubiese hecho, habría tenido que separarme de vosotros. Y eso era algo que no deseaba.

-Qué ironía que al final haya acabado ocurriendo.

-Lo sé. Supongo que sólo conseguí alargar lo inevitable.

-Dime, Tribus, ¿tan poderosa es Gaia como para hacerte cambiar?

-Como habrás podido comprobar, la madre de Kareth consiguió interrumpir, e incluso invertir, los cambios en las mentes de su hijo y la de Quattuor. Aunque dudo que, de haber sabido para qué servía lo que les entregó, lo hubiesen aceptado. Bueno, puede que Kareth sí. Fuese como fuese, mi caso es diferente.

-¿A qué te refieres?

-Dime, Ivel, ¿alguna vez te has enamorado? –preguntó Tribus, sorprendiendo a la chica, que apretó fuertemente el mango de su arma- Entiendo. Te conozco lo suficiente como para saber que todavía lo estás. Es más, deduzco que es un amor no correspondido, ¿no es así? –continuó mientras Ivel se mantenía en silencio, con la mirada fija en el suelo- A mí me ocurre lo mismo. Desde hace mucho tiempo, he estado enamorada de la misma persona. Alguien por quien sería capaz de dar mi vida tantas veces como me lo pidiera, incluso sabiendo que jamás seré correspondida. Es doloroso y, a la vez, no puedo cambiar lo que siento.

-Esa persona no será...

Tribus suspiró.

-Ha tenido más de un nombre, pero ahora se le conoce por el de Detz.

 

Estupefacta por aquella revelación, abrió la boca para intentar explicarle lo equivocada que estaba al amar a alguien así, pero se dio cuenta de que quizás no fuese quién para hacerlo. Al fin y al cabo, una parte de ella la comprendía, pues por mucho que Kareth no sintiese lo mismo, olvidarse de él le resultaba tremendamente difícil.

 

No quería ni pensar cómo sería esa situación para Tribus, quien había querido a Detz desde hacía mucho más tiempo.

-Lo siento, pero no hay nada que hacer –sentenció la descendiente mientras levantaba su mano, haciendo aparecer uno de los tentáculos de Sead, el cual cogió desprevenida a Ivel y la golpeó fuertemente en el costado.

-¡Agh! –grito ella, por el dolor, mientras era arrojada contra el cristal de otra casa, atravesándolo y acabando en el suelo del interior.

 

Mareada, alcanzó a ver cómo su lanza salía despedida hasta clavarse en una pared.

 

Mientras tanto, en la base subterránea del proyecto Gaia, después de ver rechazado su ataque por la oportuna entrada de Kai, Duobus actuó rápido, haciendo aparecer por encima de su hombro una ametralladora que disparó hacia donde se encontraba Kareth, obligándole a separarse de la salida.

 

Viéndose perseguido por una intensa ráfaga de balas, el guerrero corrió a refugiarse detrás de End, donde ya estaban Sarah y el propio Kai.

-¡¿Dónde te habías metido?! –preguntó la peliazul.

-¡Necesitaba un poco de tiempo para pensar y encontrarme a mí mismo! –contestó Kai, utilizando ahora al Inferno para resistir el ataque de dos ametralladoras.

-¡Pues espero que hayas encontrado algo que nos ayude en esta situación! –declaró Kareth.

-¡Y lo he hecho, pero no para ayudarnos a nosotros!

 

De repente, los disparos se detuvieron, ya fuese porque se hubiese cansado de no dar en el blanco o porque hubiese decidido cambiar de estrategia.

-¡¿Qué quieres decir con “no para ayudarnos a nosotros”?! –inquirió la joven.

-¡Ya os lo contaré en otro momento! ¡Ahora lo más importante es deshacernos de ella!

 

Dicho esto, Duobus hizo aparecer un cañón en cuya boca empezó a concentrarse una extraña energía de color blanco azulado.

-¡Yo lucharé contra ella! ¡Seguid vosotros! –exclamó Sarah.

-¡¿Estás segura?! ¡Incluso sin su habilidad para teletransportarse, esa chica es fuerte! –indicó Kai.

-¡Vamos contrarreloj! ¡Si nos detenemos aquí perderemos mucho tiempo! ¡Marchaos!

 

Al grito de la joven, tanto ella como su hermano salieron de aquel escondite y corrieron por cada uno de los lados de la habitación en un intento de contraatacar a Duobus.

 

La primera en hacer un movimiento fue Sarah, quien disparó una de sus flechas a la boca del cañón. Por desgracia, ésta fue desviada por una de las espadas que acababa de invocar su adversaria.

 

Al lado contrario, Kareth continuó el ataque con una patada dirigida a la descendiente, que, pese a defenderse con otra espada, perdió el equilibrio y cayó al suelo.

 

Sin embargo, pese a que aparentemente había quedado a su merced, logró disparar el cañón en el último momento, lo que distrajo al chico el tiempo suficiente para devolver patada, ella sí acertando en su mejilla.

 

Mientras tanto, el láser que acababa de salir del arma fue directo hacia Kai, quien tuvo que invocar a Hel y a End para combinarlos y así golpear aquel haz de luz con sus dos espadas, provocando una explosión de fuego y electricidad que, tras unos segundos, permitió al nigromante salir ileso, pese a hacer desaparecer a ambos Infernos.

-¡Qué potencia! ¡Lo peor de todo es que ni siquiera parecía estar cargado al máximo! ¡¿Es que quiere demoler este sitio?! –se quejó.

 

Entonces, aprovechando el caos, Sarah disparó otra flecha que hizo retroceder a Duobus.

-¡Ahora! –ordenó.

-¡Octavo espíritu: Sázam! –recitó Kai, desplazándose velozmente hasta el cuerpo de Kareth y cogiéndolo para llevárselo- ¡Buena suerte! –con estas últimas palabras, se despidió de ella y escapó por el pasillo.

 

Aunque la descendiente intentó seguir sus pasos, la joven de pelo azul se interpuso en su camino.

-Tú y yo tenemos una cuenta pendiente –declaró ella.

 

-¿Te encuentras bien, Kareth? –preguntó Kai, dejando en el suelo a su amigo, quien pudo mantenerse en pie por sí solo.

-Sí, aunque he de admitir que ha sido una buena patada –respondió, chasqueando la lengua con incomodidad.

-Lo importante es que hemos salido de ahí. Debemos hacer que la oportunidad que nos ha brindado Sarah no sea en vano.

-Tienes razón.

 

Así pues, continuaron recto hasta llegar a otra sala más grande que la anterior, desprovista de cualquier tipo de decoración o mobiliario, incluyendo puertas y ventanas. No como que estas últimas hubiesen servido de mucho en un subterráneo.

-Esto no me gusta –indicó Kai.

 

Como si alguien le hubiese escuchado, la entrada empezó a cerrarse detrás de ellos.

-¡No! –exclamó Kareth, saltando hacia ella, pero sin ser lo suficientemente rápido para evitar quedar encerrados- ¡Qué truco más viejo, Detz! –maldijo mientras volvía a ponerse en pie.

-Recuerdo haber estado en una situación parecida –dijo Kai- En ese entonces, uno de nosotros optó por buscar una zona en la estructura de los muros que fuese más frágil que las otras, para así romperla.

-Ahora que lo dices, me resulta raro que Duobus protegiese este sitio si sólo era una habitación sin salida.

-¿Quieres decir que la tenía antes de que llegásemos?

-No perdemos nada por probar.

 

Decididos, inspeccionaron y golpearon cada parte del material que conformaba la habitación.

-Me pregunto de que estarán hechas –comentó Kai al ver que, tras un ataque combinado de los Infernos, la pared siguió sin ceder.

-Oye, Kai.

-Dime.

-Me alegra que estés mejor. Cuando ocurrió lo de Miruru... cuando vi la cara que pusiste... no supe qué decir. Si yo hubiese perdido a Nara, no sé lo que me habría pasado.

-Nadie quiere pasar por eso, Kareth, pero, por desgracia, hay muchas personas que lo han vivido. No sólo yo. Aun así, me alegro de haberme marchado. Durante mi viaje, pude hablar con ella y conocer el propósito para el que nací. Fue entonces cuando decidí qué camino quería seguir. El camino más apto para alguien como yo, que no fue capaz de proteger a las dos personas más importantes de su vida.

-Ya veo. Entonces sólo me queda desear que llegues hasta el final.

-Lo haré. Te lo aseguro –respondió el nigromante, con una sonrisa.

-¡Ah! Una cosa más. Has dicho que has encontrado algo, pero que no era para ayudarnos a nosotros. ¿A qué te referías?

-¡Ah, eso! ¡Jajaja! Dicho así, suena como si se tratase de algún arma o poder especial, pero en realidad son personas.

-¿Personas?

-Sí, y muy poderosas. Me separé de ellos cuando vine aquí.

-¿Y adónde han ido?

-A un lugar donde los necesitarán más que nosotros.

 

Desde una distancia más corta que antes, los Rebeldes pudieron observar mejor la formación enemiga.

 

Llevaban de avanzadilla un batallón de vehículos ligeros de cuatro ruedas, con espacio para tres personas: un conductor y dos tiradores. Detrás de ellos había un gran número de regimientos de infantería, divididos entre usuarios de Radiar y soldados rasos. Y por último, un pelotón aéreo y un grupo de Erasers.

 

Según las predicciones de Razer, la unidad aérea y la de Erasers, se mantendrían en espera hasta que las otras hubiesen avanzado. Al fin y al cabo, su objetivo principal era provocar un choque de fuerzas entre usuarios de Radiar, no una masacre.

 

Todo fuese dicho, también había que tener en cuenta el uso de otro pelotón aéreo por parte del ejército contrario. Por no hablar del sistema L-Drill.

-Están a punto de ponerse en marcha –informó Will-. Drake y Seph me han avisado de que han visto a Ceron liderando los dos ejércitos aliados, pero no consigo ver a Naithan junto a los suyos.

-¿Qué estás tramando, Naithan? –se preguntó Razer, apretando los dientes- ¡Bien, no importa! ¡Reúne al escuadrón y cambia la frecuencia para que nos escuchen todos! ¡Voy a dar la señal de ataque! –dijo, cogiendo sus armas mientras Will asentía y se iba.

 

Tras ajustarse a la cintura su ya reconocido estoque, una daga y una pistola; el líder rebelde respiró hondo y miró al cielo nublado, levantando el brazo hacia él como si se tratase de un ritual antes de la batalla.

 

Numerosas filas de sus seguidores se alineaban frente a él, erguidos, sobre las tierras yermas que, una vez más, serían escenario de aquella guerra.

 

Algunos eran veteranos, otros jóvenes inexpertos, pero ninguno tenía la intención de echarse atrás.

 

Al igual que el ejército imperial, su avanzadilla también estaba constituida por vehículos ligeros de cuatro ruedas, sin embargo, el espacio de dentro estaba hecho para cuatro personas, siendo la cuarta la encargada de llevar una gran placa rectangular de aspecto metálico.

 

También había algunos usuarios de Radiar, pero en comparación con el imperio, su número era inmensamente menor.

 

El resto estaba conformado por soldados rasos, armados con todo tipo de armas, ya fuesen blancas o de fuego, ligeras o pesadas.

 

-¡Escuchadme, soldados! ¡Sé que pensaréis que esto es una locura! ¡Y que cuando salgamos a luchar, estaremos a merced de sus trampas! ¡No sabemos qué nos espera, pero si no somos capaces de seguir adelante, nadie lo hará por nosotros! ¡Por eso, os pido que no miréis atrás! ¡Que no retrocedáis! ¡Seguid peleando aunque muchos de nosotros caigamos! ¡A cambio, os juro que os conseguiré la cabeza de su líder, incluso si tengo que arrastrarme con ella! -hizo una pausa, durante la que tanto él como Will se montaron en uno de los vehículos de la vanguardia- ¡Creamos en la esperanza! ¡Creamos en la victoria! ¡Creamos en nosotros mismos! ¡¡A la carga!!

 

El grito de la multitud siguió al de su líder, dando inicio a la carrera del ejército Rebelde hacia la que iba a ser su última batalla.

 

El roce de neumáticos contra el suelo y el trote de los soldados, levantaron una nube de tierra tan sólo equivalente a la de los ejércitos enemigos.

 

Entonces, cuando no quedaba mucho para alcanzar su objetivo, Razer observó una figura en pie y con los brazos cruzados justo enfrente de ellos.

 

Se trataba de Naithan, rodeado de subordinados vestidos de forma similar a los que ya viese en su última pelea contra él.

-¡Te estaba esperando, Razer! –exclamó.

-¡¿Naithan?! ¡¿Qué hace él aquí?!

 

De repente, a cada lado del destacamento, y camuflados entre el yermo, surgió una multitud de soldados que, armados con fusiles, dispararon a todo el que se cruzase por delante. No obstante, sus balas chocaron contra las placas metálicas que habían traído consigo, recibiendo un rápido contraataque que dejó en el suelo a muchos de ellos.

 

Por desgracia, aquello no fue suficiente. El número de soldados imperiales era muy superior a la avanzadilla del ejército rebelde.

-¡Seguid adelante! –ordenó Razer, acercándose a la ventana del vehículo de manera que, cuando estuvo a pocos metros del emperador y sus súbditos, saltó por ella junto con Will, situándose frente a frente con ellos.

 

Mientras tanto, el resto de transportes que habían sobrevivido al ataque continuó avanzando hacia el ejército principal, al mismo tiempo que sus compañeros de infantería se enzarzaban en una lucha contra los soldados que les habían emboscado.

-¡Qué pena! –dijo Naithan, con expresión arrogante- ¡Me hubiese gustado ver tus sesos esparcidos por el suelo de un disparo! ¡Si llego a saber que sobrevivirías me hubiese quedado en el ejército principal! ¡Pero en fin, ya tendré tiempo de divertirme después de haberte matado!

-¡Eres un maldito sádico! –replicó Razer, asqueado.

-¡Lo sé! ¡Y tú un iluso por pensar en hacerme frente! ¡No eres más que un mosquito comparado conmigo!

-¡Puede que seamos mosquitos, pero no te conviene subestimarnos! ¡Nuestra picadura es muy dolorosa!

 

En ese instante, uno de los subordinados de Naithan le interrumpió para decirle algo al oído, provocando que el emperador reaccionase de manera muy diferente a la de hacía unos segundos.

-¡¿Qué?! ¡¿Qué unos semidioses están atacando a nuestras tropas?!

 

Sorprendido ante aquellas palabras, Razer miró a Will, quien acababa de recibir un comunicado de Drake.

-¡No entiendo nada! ¡Dos semidioses acaban de aparecer frente al ejército de Ceron y les están poniendo contra las cuerdas! –se escuchó a través del comunicador.

-¿Qué significa esto? –preguntó Razer.

 

Cuatro humanos, divididos en grupos de dos para sendas alianzas, se encontraban en mitad de un despliegue de poder elemental propio de fenómenos naturales desatados.

 

Llamaradas que quemaban vehículos del imperio, fuertes tornados que los elevaban por los aires como si fuesen muñecos de trapo, avalanchas de tierra a las que sucumbían soldados de la alianza entre la unión y la facción y numerosas explosiones que destruían pelotones enteros.

 

A lo lejos, un hombre ciego sujetaba una silla de ruedas donde se sentaba una chica sonriente.

-Esto es lo mejor que podemos hacer, Kai, Miruru. Pensaron que acabarían con los semidioses destruyendo Yohei Gakko, pero todavía quedaban algunos dispuestos a dar su vida por la humanidad. Y como que me llamo Runya, que les demostraremos de qué somos capaces.