sábado, 28 de junio de 2014

The three global powers: Capítulo 3

-¿Qué deberíamos hacer? –preguntó Kareth, reunidos todos de nuevo.

-Creo que lo mejor sería dejar de lado vuestro entrenamiento y dirigirnos a los territorios de la facción antes de que sea demasiado tarde –sugirió Donell.

-Espera. En realidad, creo que podemos aprovecharnos de la situación –intervino Quattuor.

-¿A qué te refieres? –preguntó Razer.

-Es una suposición, y no negaré que nos arriesgaremos si la seguimos, pero creo que lo que quieren es presionar a la facción y a la unión para que forjen una alianza entre ellas.

-¿Una alianza? ¿Por qué harían algo así? ¿No son enemigos?

-Sí, pero, si aparece un enemigo mayor, puede que dejen atrás sus diferencias para luchar contra él.

-¿Y qué provecho sacaría el proyecto Gaia de esto?

-Ellos buscan es un choque entre las fuerzas de todos los bandos. Si logran reducir el número de bandos a sólo dos...

-...será mucho más fácil que en una batalla participen todos, y así, recoger toda la energía necesaria para invocar a Gaia –sentenció Sarah.

-Así es. Y puesto que en cada una de las potencias hay un descendiente, éstos se encargarán de influir a los líderes para que tomen ese camino –continuó Quattuor.

-Pero, volviendo a lo primero, ¿por qué dices que podemos aprovecharnos de ello? –preguntó, de nuevo, Razer.

-Piénsalo. Las alianzas requieren un acuerdo entre ambos líderes, por lo que, si se produce, ambos se reunirán en algún punto. Y si interferimos justo entonces...

-...podremos hablar con ambos líderes y matar dos pájaros de un tiro.

-Parece que te ha dado por terminar todas mis frases, peliazul.

-Será que me estoy acostumbrando a ti –replicó la chica, con una sonrisa maliciosa.

-Entonces sólo necesitamos enterarnos de dónde y cuándo tendrá lugar dicha alianza, ¿no es así? –dijo Razer.

-Correcto –respondió Quattuor.

-Donell envía más espías a ambos territorios y avisa a los que ya se encuentran allí. Necesitaremos cualquier información relacionada con esa posible alianza. No hace falta que se infiltren en las residencias de los gobernadores. Bastará con cualquier rumor que surja entre los civiles o incluso entre soldados o relacionados.

-De acuerdo.

-En cuanto tenga algo, os lo diré a los demás –aclaró Razer, refiriéndose a todos los allí reunidos.

 

-Esto cada vez se está liando más –comentó Miruru, una vez fuera.

-Por ahora, lo único que podemos hacer es seguir entrenando –dijo Kai.

-Sobre eso, ya he pensado en algo –señaló Quattuor.

-Estás en todo, ¿eh? –se sorprendió Kareth.

-Por alguna razón, no me ha sonado muy bien eso de “ya he pensado en algo” –dijo Sarah.

-Dije que os entrenaría según las capacidades de cada uno, y creo saber lo que os hace falta. Más o menos.

 

Sarah frunció el ceño, no muy convencida con las palabras del hombre.

-En cualquier caso, ¿no deberíamos cambiar de estrategia? –preguntó Kai- Teniendo en cuenta que ahora puede que nos enfrentemos a dos bandos a la vez, quizás necesitemos replanteárnosla.

-No te preocupes. Seguiremos igual. Aunque haya más soldados, el camino seguirá siendo el mismo. Quitárnoslos de en medio –aclaró Quattuor

-Entiendo... –respondió el nigromante.

 

Al poco de volver al terreno donde se habían enfrentado a Quattuor, éste se situó enfrente de ellos y se dispuso a contarles sus planes.

-A ver, vosotros tres, conmigo –dijo señalando a Kareth, Sarah y Nara-. Vosotros dos iréis por vuestra cuenta –añadió, refiriéndose a Miruru y Kai.

-¡¿Eso es todo?! –exclamaron todos al unísono.

-Ah, es verdad. Debería explicaros por qué. Que aburrimiento –dijo el hombre.

-¡Un día pienso enterrarte con mis propias manos! –gritó Sarah, irritada.

-Fuiste tú la que me metiste en esto, así que no te quejes.

-¡Ugh! –golpeada por su propio error, la chica se quedó en silencio.

-Kareth, eres bueno con las armas, pero aún estás muy verde para enfrentarte a un descendiente. Ahora que no tienes núcleo, morirás al primer intento. Sin embargo, me llamó la atención la transformación del otro día. Si aprendes a controlarla, podría serte útil.

 

Puesto que, de los presentes, eran los únicos que no la habían visto; Miruru, Nara y Kai se mostraron intrigados al escuchar sobre aquella transformación.

-Pero si ni siquiera sé qué pasó –se excusó Kareth.

-No tenemos muchas más opciones en este momento. Tendremos que intentarlo –replicó Quattuor pese a la desconfianza del joven- En cuanto a ti, peliazul. Me interesa esa técnica que has hecho antes. Podríamos intentar darle un nuevo enfoque –continuó, recibiendo el silencio de ella como respuesta- Por otro lado –dijo, girando la cabeza hacia Nara-, tú te encargaras de curarlos a ambos. Ese “poder” tuyo es bastante conveniente. Así que cuanto antes te acostumbres a usarlo, mejor.

 

Aliviada de que no pretendiese usarla para alguna clase de tortura como la de la última vez, Nara suspiró profundamente con una mano en el pecho.

-En cuanto a vosotros dos –siguió el hombre, esta vez, dirigiéndose a Miruru y Kai-. Os coordináis bastante bien, así que me gustaría que centraseis vuestro entrenamiento en el trabajo en equipo. Conoceros mejor os ayudará a crecer. Además, creo que seréis buenos oponentes. Lo mismo os digo a los demás, por cierto. Esa es otra de las razones por las que os he dividido en estos grupos. ¿Alguna pregunta?

 

Pese a que ninguno parecía tenerlo claro, todos asintieron.

-Pues comenzaremos mañana. Descansad bien. Os va a hacer falta.

 

-Así que conocernos mejor –murmuró Miruru, sentada en el suelo de su habitación después de que Quattuor hubiese terminado de hablar con ellos. De repente alguien tocó a la puerta.

-¿Miruru? –era la voz de Kai.

-¡¿Qué?! ¡¿Qué pasa?! –sorprendida, se levantó deprisa, tropezándose con su cola y cayendo de frente contra el suelo- ¡Agh!

-¡Oye! ¡¿Estás bien?! ¡Voy a entrar! –preocupado, el joven abrió la puerta- ¿Qué estás haciendo? –preguntó, con una sonrisa irónica en su rostro.

-Na-nada... –respondió ella, roja de la vergüenza.

 

Con ojos llorosos, debido al golpe, la chica permitió a Kai poner un paño con agua fría en la frente para bajar la inflamación.

-Tienes que tener más cuidado –dijo Kai

-¡Ay! ¡Eso duele! –se quejó ella.

-Lo siento. Sería mejor si tuviese algo de hielo.

 

Mientras la joven se acariciaba la frente, él se fijó en el movimiento de su cola.

-¿No te molesta? –preguntó Kai.

-¿Eh? ¡Ah! Estoy bastante acostumbrada. Aunque hay veces en que desearía no tenerla. Como aquella en el torneo, cuando la pisaron.

-Ah, sí. Lo recuerdo. Te enfadaste muchísimo.

-¡¿Sabes lo que duele?!

-Nunca he tenido cola, así que no sabría decirte –se disculpó el chico, levantando las manos.

-Además, es parte de mi cuerpo, no me guste que se toque así sin más. Mucho menos pisarla.

-Lo entiendo –respondió Kai, tras lo que sucedió un corto silencio.

-Aunque... puede que no me importase si fueses tú... –murmuró la chica.

-¿Has dicho algo?

-¡N-no! ¡Nada! ¡Olvídalo! –exclamó, apurada, mientras desviaba la mirada.

“¡¿Por qué habré dicho eso?! ¡¿Se puede saber qué me pasa?!”, pensó para sus adentros.

-Dime, ¿qué edad tienes, Miruru? –preguntó Kai.

-¿Eh? ¿A qué viene esa pregunta de repente? –se sorprendió Miruru.

-Quattuor dijo que conocernos mejor nos haría crecer. Y me he dado cuenta de que todavía hay cosas que no sabemos el uno del otro. Yo tengo veinticinco, ¿y tú? –preguntó Kai, presentándole su mano para cederle la palabra, recibiendo silencio como respuesta- ¿Miruru?

 

Por su parte, ella se giró, de forma que el chico no le viese la cara.

“¡¿Ha dicho veinticinco?!”, pensó, escandalizada

-¿Te encuentras bien?

-¡Sí! C-creo que sí.

-¿Y bien?

Ante la presión de él, Miruru se mostró vacilante.

-Vamos, ¿no te acuerdas o es que eres de esas personas a las que les da vergüenza decir su edad? –bromeó.

-Qu... –intentó decir ella.

-¿Qu...?

-Quince... –murmuró Miruru.

-¿Qué?

-¡Quince! ¡Quince años! –gritó, cubriéndose poco después la boca con las manos, como si hubiese dicho algo que no debía.

 

Por su parte, Kai se quedó de piedra, logrando que el ambiente se volviese más tenso.

-¡¿En serio?! ¡Y-yo te habría echado veinte o así! –dijo el joven.

-¡Me he desarrollado rápido, ¿vale?! ¡¿Acaso importa?! ¡S-suele ser común en los semidioses!

“¡Agh! ¡¿Por qué me importa tanto que lo sepa?!”, pensó Miruru.

-¡No es que importe! ¡Sólo estoy sorprendido! ¡Me resulta raro sacarte diez años! –se explicó Kai.

-¡No digas eso, viejo estúpido!

-¡¿Pero por qué te enfadas tanto?! ¡Y yo no te he insultado!

-¡Sí lo has hecho!

-¡¿Qué?! ¡Oye, te estás comportando como una niñata!

-¡Es así como me ves, ¿verdad?!

-¡Pues ahora mismo sí, niñata!

-¡Viejo!

-¡¡Niñata!!

-¡¡Viejo!!

 

Conforme aumentaban sus gritos, también lo hacía la cercanía de sus rostros, como si de esa forma quisiesen resultar más amenazantes. Llegó un momento en que la situación se había vuelto tan ridícula que, de repente, los gritos se transformaron en carcajadas, acabando literalmente por los suelos, sujetándose el vientre por la risa que les había causado sus propias expresiones.

 

Limpiándose las lágrimas, ambos volvieron a sentarse.

-Qué situación tan estúpida –dijo Kai, tosiendo, con la garganta irritada de tanto reír.

-Tienes razón. Siento haberme puesto así –se disculpó Miruru, una vez más relajada.

-Olvídalo. Ni lo he tenido en cuenta. ¿Sabes? Creo que Quattuor tenía razón.

-¿En qué?

-En lo de que nos compenetramos bien –señaló el chico-. Estamos en esto juntos, compañera. Cuento contigo –tras esto alargó su mano.

-¡Por supuesto! –contestó ella, estrechándola. Su expresión iluminada por la emoción y la alegría al escucharle.

 

A la mañana siguiente, volvieron a reunirse, dividiéndose en los grupos predispuestos por Quattuor.

-Toma –dijo Quattuor, lanzándole algo a Sarah.

-¿Huh? ¿Un arco? –preguntó ella, confusa, levantando el arma y observándola de arriba abajo, como intentando descubrir si tenía truco- ¿Por qué un arco?

-Vas a practicar con él.

-Mm... No es como que no tenga práctica con ellos. De hecho, recuerdo que se me daban bastante bien, pero, siempre he sido más de armas blancas.

-Este arco es un poco diferente a los demás. Tanto él como sus flechas han sido imbuidos con Radiar.

-Ahora que me acuerdo, Lethos utilizó algo parecido cuando luchó contra mí. Fue lo único que pudo hacerme daño pese a tener el Núcleo de Jade –intervino Kareth.

-Sólo estas armas podrían matar a un descendiente que tenga núcleo. El Radiar es capaz de interaccionar entre sí, provocando una especie de resonancia y alterando así la regeneración. Sin embargo, dudo que ese tal Lethos sacase todo el potencial del arma.

-¿Qué quieres decir? –preguntó Kareth.

-Este tipo de armas requiere que el usuario sepa utilizar el principio de resonancia. Y para ello, debe entender cómo concentrar la energía de su propio Radiar en un punto concreto.

 

A modo de demostración, Quattuor se acercó a un par de rocas que había traído. Entonces, cogió una de ellas y la lanzó al aire. Al golpearla, la hizo trocitos.

-Esto es lo que ocurriría en un caso normal –explicó.

 

Acto seguido, cogió la otra roca e hizo lo mismo, sin embargo, esta vez acabó convertida en polvo, siendo llevado por el viento.

-Y esto es en caso de que el Radiar haya sido concentrado en un punto. En concreto, mi puño –continuó mientras se acercaba a Sarah-. Esa técnica tuya, el Sword Target o como la llames, requiere de esa concentración, siendo tus dedos el punto de concentración, lo que, a su vez, permite que se transmita a armas imbuidas en Radiar, siguiendo el principio de resonancia.

-Creía que el Radiar sólo desbloqueaba las limitaciones del cuerpo y la mente, mejorando las capacidades físicas y psíquicas del ser humano –dijo Sarah.

-El Radiar llega, por sangre, al sistema nervioso, trasladándose, junto con los neurotransmisores, durante el envío de información. De esa forma,  es capaz de permitir el acceso a zonas a las que los primeros, de por sí, no podrían.

-Y es por eso que puede concentrarse en puntos específicos al enviar una orden a ciertas partes del cuerpo –continuó la chica.

-Así es, pero no es la única forma. La energía residual que se produce con el uso del Radiar, también puede usarse para resonar con artefactos con las mismas características que este arco, incluso sin estar en contacto con ellas. Esto es mucho más fácil para aquellos con capacidades psíquicas como los nigromantes o los semidioses, y puede verse, por ejemplo, en vehículos que no necesitan combustible para poder funcionar.

-Entiendo –dijo Kareth-, pero entonces, ¿por qué no se han usado más este tipo de armas durante la guerra?

-Porque concentrar el Radiar en tu puño es una cosa, pero transmitirlo hacia un arma es más complicado. Requiere mayor concentración y experiencia –explicó Quattuor, dirigiéndose, acto seguido, a Sarah-. Si aprendes el principio de resonancia con armas a distancia podrías llevar el Sword Target al siguiente nivel.

 

-Me parece bien –contestó la joven, mirando su arco y sonriendo.

-Ahora sólo faltas tú –dijo el hombre, refiriéndose a Kareth.

-Ya te dije que no sé cómo me transformé. Ni siquiera tengo recuerdos de lo que pasó.

-¿Ni siquiera cual fue el motivo que lo desencadenó? –preguntó Quattuor, ante la mirada del joven, quien meditó sobre ello durante unos segundos.

-Recuerdo que quería poder para poder salvarlos a todos –dijo finalmente.

-Salvarlos a todos –repitió el hombre, quedándose ambos en silencio hasta que éste fue interrumpido por Kareth.

-¡Espera! ¡No estarás pensando en...!

-¡¿Qué estás haciendo?! –se quejó, de repente, Nara, quien acababa de ser agarrada por el cuello- ¡Suéltame!

-¡¿Quattuor?! –exclamó Sarah, perpleja ante la actuación del descendiente.

-¡No serás capaz! –exclamó Kareth.

-¿Tú crees? –respondió el hombre, con una sonrisa maliciosa, atravesando con rapidez el abdomen de la chica con su brazo, de manera que ella acabó escupiendo sangre por la boca. Al mismo tiempo, brazos dejaron de forcejear, cayendo inertes.

 

Dejándola sobre la arena, Quattuor se dirigió a Sarah, cuyos ojos, en shock por lo que acababa de ocurrir, se llenaron de lágrimas. En ese instante, era incapaz de mover un solo músculo.

 

Por otro lado, las rodillas de Kareth le fallaron, cayendo al suelo mientras observaba el cuerpo sin vida de Nara.

-Si no te das prisa, otra persona va a morir –dijo Quattuor mientras se disponía a hacer lo mismo con Sarah.

 

Entonces, el joven sintió cómo algo se movía en su interior.

“Tengo que hacer algo. Tengo que moverme.”, fueron las palabras que repitió en su cabeza mientras su palidecía y aumentaba de tamaño, adquiriendo garras afiladas y un hocico alargado.

 

Después de transformarse, la bestia, que anteriormente había sido un joven de unos dieciocho años, alzó la mirada y emitió un horrible gemido, escuchándose por todo su alrededor.

-Parece que, después de todo, si que has podido transformarte –dijo Quattuor, encarándose a él, quien bajó la cabeza y volvió a gruñir, mostrando una profunda ira hacia el hombre-. Veamos de lo que eres capaz ahora.

Capítulo 12: Agramón



-Procederemos a continuar con el entrenamiento –dijo Akira.
Eri y él se situaron el uno frente al otro. Hacia uno de los laterales estaba Derain con uno de sus puros en la boca.
-Empecemos por ver cuánto has progresado en hacer aparecer una bola de fuego.
La chica asintió. Acto seguido cerró los ojos, concentrándose en cumplir con el objetivo. En su mente apareció el momento en el que, desbordada por el dolor y la rabia, se había transformado en súcubo y se había enfrentado a Ryouta. Poco después, una pequeña llama apareció en sus manos, la cual no tardó en adoptar un mayor tamaño hasta convertirse en una bola de fuego.
-Perfecto –aplaudió Akira, contento.
Eri sonrió tras ver su propio logro.
-Habiendo completado el primer paso en la concentración de Setten, no te costará nada utilizar tus habilidades como demonio.
-Akira... –interrumpió Derain de repente- Déjame comprobar una cosa.
Posteriormente, el imp dirigió su mirada hacia la joven.
-Quisiera saber si puedes transformarte por propia voluntad en súcubo.
-Pero...
-Es algo básico que también debería aprender, chico. Además, aquella vez lo consiguió sin problemas luego podría ocurrir de nuevo.
-Lo haré. Quiero intentarlo.
Cerrando los ojos por segunda vez, la chica volvió a concentrarse. De repente, el cuerpo de ella comenzó a adoptar la forma de demonio. Era como la última vez. En lugar de desatarse de forma violenta se había producido sin ningún tipo de problema.
-Parece ser que ha avanzado más de lo que pensábamos.
Por desgracia, la chica no pudo mantenerla demasiado tiempo y terminó volviendo a su forma normal.
-No está mal, chica –Derain dio una pequeña calada a su puro-. Algunos demonios puros como tú o como yo pueden encontrar dificultades en mantener su forma humana pero la transformación suele ser algo natural que se aprende conforme pasan los años. Supongo que tus padres querían que fueses lo más humana posible y decidieron no contarte nada sobre tu transformación ni dejarte que la desarrollaras. Cuando liberaste tu verdadera forma probablemente una parte de ti haya recordado cómo era originalmente pero, pese a ello, otra parte sigue pensando en sí misma como una humana. Eso hace que te limites a ti misma. Cuando aprendas a aceptar totalmente quién eres entonces podré enseñarte cómo usar tu poder de súcubo...

Al terminar el entrenamiento, Akira se marchó, dejando solos a Eri y Derain.
-Oye, Derain, antes de que te marches quiero saber una cosa. Asari-sensei no me dijo nada al respecto y he estado demasiado preocupada por el estado de Shiina como para preguntar sobre ello. ¿Qué fue lo que le ocurrió a Ryouta? Quiero decir, ¿escapó?
-Así que Akira tampoco te ha dicho nada...
-¿Akira-kun?
-Ryouta está muerto, Eri.
La chica desvió la mirada. No podía decir que sintiese tristeza por ello debido a lo que le había hecho a Shiina pero, pese a todo, tampoco se sentía cómoda con ello.
-¿Qué fue lo que pasó?
-No se conocen los detalles. Cuando llegaron ya era demasiado tarde, un hombre llamado Judas Iscariote lo había asesinado.
-¿Judas Iscariote? Me suena haber escuchado de él en alguna parte.
-Uno de los héroes que luchó contra los demonios en el pasado.
-¡¿Qué?! ¡¿Qué hace alguien como él en esta época?!
-No lo sabemos. Ni siquiera sabemos si se trata de la misma persona o simplemente se hace llamar así. Pero, parece ser que no ha sido la primera vez que ha actuado.
-¿Eh? ¿A qué te refieres?
-Sobre eso, será mejor que no lo sepas. Y, sobre todo, será mejor que Akira no se entere.
-¡¿Qué quieres decir?! ¡Derain! ¡Oye, Derain!
Ignorando las palabras de la chica, el imp se esfumó de su vista, dejándola con más preguntas que respuestas.

-Ah. ¿Qué es lo que le pasa? ¿Por qué no puede contarme lo que está ocurriendo? Creía que a estas alturas por lo menos me tendría en cuenta para eso.
Caminando por las calles de la ciudad, la demonio se quejaba de tanto secretismo por parte del imp. Fue entonces cuando se dio cuenta de que se había desviado del camino de vuelta a casa.
-Voy tan ensimismada que ni siquiera sé por donde piso. ¿Huh?
De repente divisó la figura de un joven situado frente a una casa. Reconociéndolo, decidió acercarse a él.
-¿Akira-kun? ¿Qué haces aquí? Creía que ya te habías ido a casa.
-Ah, Eri. Bueno...sí, era lo que pretendía pero supongo que no he podido evitar pararme aquí.
La chica dirigió la vista hacia la vivienda.
-¿Conoces a alguien que viva ahí?
-En realidad, conocía. Aquí es donde estaba mi antigua casa.
-¿La que quemó tu padre?
-¿Qué? No. –el chico no pudo evitar sonreír- Esta es la casa donde un día vivimos los tres juntos. Aunque ahora es propiedad de otras personas.
-Debe ser duro para ti...lo que le ha ocurrido a tu padre...lo siento...
-Mi padre odiaba a los humanos. Incluso si empezó a atacar demonios por culpa de un tercero, probablemente accedió por propia voluntad...
-Incluso así, que lo asesinaran de esa forma...
-Sé lo que quieres decir. Y no digo que esté conforme con que el asesino de mi padre quede impune. Debe ser castigado como cualquier criminal.
-...
-Es sólo que...después de todo...pese a intentarlo una y otra vez...él era incapaz de olvidar ese odio. No puedo evitar preguntarme si no ha sido mejor el que haya muerto...
-¡No digas algo así! –Akira se asustó ante el repentino grito de la joven- ¡Aun así, él era tu padre! Tú, ¿crees que merecía morir de esa forma?
-Eri...
-Cuando Derain me lo contó yo tampoco sabía qué pensar. Lo que le hizo a Shiina...nunca se lo perdonaré. Pero la sola idea de que un hijo piense que la muerte de su padre está bien...es...
Eri se detuvo. Tenía la sensación de que todo podía haber sido diferente. Que Ryouta podría haber cambiado. Aunque ya no importaba.
En ese momento, Akira empezó a reírse de buena gana.
-¿Eh?
-Nada. No es nada. Gracias. Fuese quien fuese, él era parte de mi familia, alguien que una vez luchó para que los humanos y los demonios pudiesen coexistir en total armonía. Quizás no pueda evitar el hecho de que su odio le hizo cometer aquellos actos, pero, al menos yo, debo recordarlo como quién fue y lo que también hizo por los demás...
-Al menos tú, ¿eh?
-¿Quién mejor que su propio hijo? –contestó medio en broma- Vamos, te acompañaré a casa.

-¿Me estás escuchando, papá?
-Creo que está bastante claro que no.
Sentado en su celda, Ryouta dormitaba, cansado de las historias que le contaba su hijo cada vez que venía a verlo.
-Ah... –resopló el chico-. Podrías poner al menos un poco de tu parte.
-¿Por qué debería hacerlo si no me interesa? No quiero saber nada de tu estúpida vida con los humanos.
-¿Crees que algún día podrías dejar de hablar así de los humanos?
-Ja, esa es buena.
-En fin...no importa, seguiré por donde iba.
El chico se quedó durante unos instantes en silencio.
-He perdido el hilo de lo que estaba diciendo...
-Genial.
Akira se mostró algo decepcionado.
-Bueno...no importa, seguro que mañana me acordaré. Y te contaré más cosas.
Levantándose, el chico se dispuso a irse.
-Ya nos veremos.
Viendo como su hijo se alejaba, Ryouta carraspeó.
-Si yo estuviese en un instituto, seguro que sería el que mejores notas sacaría. Claro que para ello tendría que estudiar mucho, supongo –dijo hablando para sí mismo pero de forma que le escuchasen todos los que había a su alrededor.
El joven se paró durante unos instantes. Tras esos segundos, continuó su camino hasta salir de “Cerberos”.
-Tsk... –Ryouta, por su parte, chasqueó la lengua en señal de desagrado y se echó sobre el suelo de la celda.
-Gracias, papá –susurró Akira antes de abandonar la cárcel.

-Bueno, os recordaré brevemente una vez más lo que haremos durante el campamento –comentaba en clase Asari-sensei-. Serán cuatro días durante los cuales acamparemos junto al lago. Saldremos a las siete de la mañana en autobús. Una vez allí nos organizaremos para montar las tiendas de campaña en las que dormiremos en parejas de dos. Tras esto reuniremos a los grupos de seis personas ya previamente formados y empezaremos con las actividades dirigidas por los profesores. Estas consistirán en la observación de la fauna y flora del medio, aprendizaje de métodos de supervivencia, actividades cooperativas, escalada, observación de la geología, etc. ¿Queda claro?
Todos los alumnos asintieron. Luka por su parte levantó la mano.
-¿Qué ocurre, Luka?
-Sensei, en nuestro grupo estaba Shiina pero como se encuentra ahora en el hospital nos hemos quedado con sólo cinco.
-Puesto que los grupos ya están hechos el vuestro será de cinco personas.
-Okay.
-Así pues y si todo está claro daremos comienzo a la clase. Si surge alguna duda de última hora informadme de ella. Ah, y no olvidéis mirar la lista de las cosas que tenéis que llevaros.

-Ugh...
-¿T -te encuentras bien, Luka? –preguntó a su amiga, quien apoyaba la barbilla sobre su mesa con una expresión cómica en su rostro.
-La verdad es que tengo el estómago un poco revuelto...
-A saber que has vuelto a comer. Deberías tener más cuidado.
-No he comido nada malo te lo aseguro...últimamente me ha estado pasando...
La demonio resopló.
-Quizás deberías ir a la enfermería para que te revisen.
Ella asintió.
-Iré después de clase.
-Casi sería recomendable que fueses ya.
Tras esto la chica escuchó al alguien llamándola. Cuando giró la vista hacia el origen, descubrió a Derain/Reima haciéndole un gesto con la mano para que fuese hacia donde estaba.
La chica se levantó de su sitio.
-¿Huh? ¿Dónde vas?
-¿Eh? A-al baño.
-¿Quieres que te acompañe?
-Mejor vete a la enfermería de una vez –replicó bajando los hombros.

-¿Qué pasa?
-Necesito que me hagas un favor.
-¿Un favor?
-Sí, me han informado de que vaya a ver un pequeño problema con un demonio que ha surgido en un edificio abandonado cerca de aquí.
-¿Y por qué no puedes ir tú?
-Porque voy a estar ocupado en una reunión de profesores. Así que necesitaré que vayas tú en mi lugar.
-¡¿Qué?! ¡¿Estás loco?!
-Baja la voz. No querrás que todo el mundo se entere de nuestras conversaciones.
Mirando a su alrededor, la joven se aseguró de que no hubiese nadie cerca.
-¿Cómo quieres que haga algo así si apenas puedo mantener mi forma de súcubo?
-Tranquila, no es un demonio muy poderoso. Probablemente sólo esté asustando a la gente para divertirse. Además te acompañará Akira.
-¿Y no podrías saltarte la reunión como has hecho otras veces?
-Si me salto demasiadas reuniones le llamarán la atención a Reima.
-Para empezar no le llamarían la atención si no te las saltaras...
-Bueno, en cualquier caso, gracias por tu comprensión. He de irme.
-¡Esp...!
Antes de que pudiese terminar la palabra el imp ya se había marchado.
-Algún día voy a acabar matándolo...

Al salir del instituto, Akira y Eri se encaminaron hacia el edificio en el que se había encontrado el caso. El medio demonio, quien tenía información más detallada sobre el problema, dirigía a su amiga hacia la construcción.
-Siento que Derain te haya metido en esto.
-Ese estúpido hace lo que quiere.
-En realidad me dijo que esto te ayudaría en tu entrenamiento.
-¿Y en qué me va a ayudar exactamente?
-Ni idea.

No tardaron mucho en situarse frente al edificio. El aspecto que tenía no era muy alentador. La mayoría de las ventanas estaban medio rotas, se notaba el desgaste de las paredes e incluso se llegaban a ver las vigas que lo sustentaban en alguna que otra zona. Además de esto, la entrada estaba precintada y tenía una verja a su alrededor.
-¿No debería ser ilegal entrar aquí?
-Debería no. Lo es. Así que cuanto antes acabemos mejor.
Vigilando que nadie los viese, se introdujeron bajo el precinto que cubría la entrada al recinto en el que se encontraba el edificio y caminaron hasta la puerta principal, la cual se hallaba vieja y oxidada.
-No parece muy difícil de abrir pero si la forzamos probablemente llamaremos la atención.
-Entonces quizás sea mejor entrar por la ventana –propuso Eri.
-Buena idea. Busquemos alguna por la que sea fácil meterse.
Rodeando la construcción, observaron una por una las ventanas del primer piso hasta dar con la adecuada.
-Esta parece haberse roto por completo. Será mucho más fácil pasar por aquí. Bien -agachando su espalda, Akira giró la cabeza hacia Eri-, apóyate en mí y salta.
-D-de acuerdo.
Tomando un poco de distancia, la chica corrió hacia su amigo y se impulsó hacia la cornisa, agarrándose con ambas manos.
-¿Estás bien? –preguntó el chico.
-¡Sí, pero no mires hacia arriba! –respondió ella refiriéndose al hecho de que llevaba falda.

Una vez dentro del primer piso, el aspecto no la animó demasiado. Varios muebles olvidados por el suelo, el cual se encontraba agrietado; paredes con humedades; puertas con las bisagras oxidadas y desatornilladas...el espectáculo perfecto para una película de terror.
De repente la chica sintió una mano posarse sobre su hombro, provocando que se diese la vuelta golpeando instintivamente a lo que estuviese a su espalda.
-¡Eh! ¡Eh! ¡Tranquila! ¡Soy yo!
Eri suspiró.
-Lo siento. El ambiente me pone algo tensa.
-Lo comprendo. A partir de ahora tendremos que tener cuidado. Sea poderoso o no, estamos tratando con un demonio.
-Un demonio...
El recuerdo de las palabras de Derain vinieron a su cabeza: “Cuando aprendas a aceptar totalmente quién eres entonces podré enseñarte cómo usar tu poder de súcubo...
-Aceptar quién soy... –murmuró para sí misma.
-¿Has dicho algo?
-No, sólo estaba pensando en voz alta.
Acto seguido salieron de la sala en la que se encontraban y llegaron a un extenso pasillo con varias puertas a ambos lados. La falta de ventanas conseguía un ambiente más siniestro al evitar la entrada de la luz del día. Ambos caminaban vigilando cada paso que daban.
-¿Sabes dónde se encuentra exactamente?
-No...puede estar en cualquier parte del edificio. Lo mejor será situarse en un espacio lo más abierto posible y llamar su atención.
-¿Un enfrentamiento directo?
-No se me ocurre una idea mejor ya que no sabemos de qué demonio se trata ni de las habilidades que usa. Si tenemos que capturarlo mejor que sea en un sitio donde podamos movernos bien.
Al cabo de un tiempo llegaron hasta unas escaleras situadas en la parte izquierda.

Comenzaron a subirlas poco a poco. Akira continuaba llevando la delantera mientras Eri lo seguía cerciorándose de que no apareciese nada inusual por la espalda.
En ese momento escucharon un fuerte ruido procedente de los pisos superiores, provocando que se detuviesen.
-¿Crees que ha sido el demonio?
-Sígueme.
Acelerando el paso, pasaron del siguiente piso y continuaron ascendiendo hasta que llegaron al último de ellos.

Al igual que los anteriores, un pasillo y varias puertas era lo único que podían divisar.
-Creo que venía de aquí.
-Eso es muy vago...
-Tendremos que observar las salas una por una.
Dicho esto, se acercaron a la que tenían enfrente de ellos y lentamente giraron el pomo de la puerta, dejándose escuchar el rechinar de ésta al hacerlo.

La habitación que vieron era mucho más grande que la primera en la que habían estado. Había muchos cristales rotos por el suelo y una gran cantidad de ventanales rectangulares desde los que se podía ver el exterior. En el centro se hallaba una silla vacía mirando hacia ellos.
-No parece que aquí haya nada... –comentó Eri.
-Sí...miremos en otra habitación.
Tras asentir, la chica salió primero de la sala. Justo entonces la puerta se cerró dejando a Akira solo.
-¡¿Akira-kun?!
-¡Eri!
La chica intentó abrir la puerta de nuevo pero misteriosamente se había vuelto una tarea imposible. El chico intentaba lo mismo desde el otro lado sin obtener éxito.
-¡¿Qué diablos es esto?! ¡¿Cómo es que se ha cerrado de repente?!
-¡Tiene que haber sido obra de él! Debe de estar por aquí cerca.
Mientras el joven continuaba forcejeando, se escuchó un susurro detrás de él, lo que provocó que parase y se diese la vuelta lentamente.
-¡AAAAAAAH!
-¡¿Akira-kun?! ¡¿Qué ha pasado?! –la demonio al oír el grito intentó golpear la puerta para tirarla abajo pero era inútil. De alguna forma se había vuelto impenetrable.
-¡Akira-kun!
Ya no se escuchaba nada al otro lado.
-Maldita sea, tengo que buscar la manera de entrar.
Creando una bola de fuego, la chica la lanzó contra la puerta pero lo único que consiguió fue una pequeña demostración de fuegos artificiales. Lo mismo pasó al intentar lanzar la bola contra la pared.
-Chst...quizás si pruebo a entrar desde la habitación de al lado lo consiga.
Así pues corrió hacia la puerta contigua y la abrió sin preocuparse por lo que hubiese dentro.

Al entrar, dio de nuevo con un ambiente diferente. Había numerosas mesas distribuidas por toda la sala dejando un único camino posible desde donde ella acababa de entrar hasta un círculo formado en el centro de la habitación. Además, varias telas sucias cubrían las ventanas impidiendo el paso de la luz, que apenas conseguía filtrarse a través del material que las constituía.

Poco después de entrar la puerta se cerró, impidiendo a la joven marcharse de allí y no dejándole otro remedio mas que continuar por el camino que había quedado dibujado.

Cuando se hubo situado en el centro una de las mesas se alzó en el aire, girando sobre sí misma.
-¿Tienes miedo?
-¿Eres tú el demonio? ¡No queremos hacerte daño! ¡Sólo queremos que vengas con nosotros para llevarte a un lugar seguro!
-No...no hay lugar seguro al que ir...sólo hay miedo... ¿acaso no sientes el miedo?
Al igual que la anterior, más de aquellas mesas empezaron a danzar por la habitación, dibujando movimientos aleatorios mientras seguían girando una y otra vez.
-Por favor. De verdad que no queremos hacerte daño. Hemos venido porque nos han informado de que un demonio estaba causando problemas en este sitio.
-No hay nada que hacer, jamás saldré de aquí...ni ahora vosotros tampoco...
Fue entonces cuando una figura humana emergió del suelo. Parecía un niño, sin embargo su imagen se distorsionaba y cuando la chica se fijo en su rostro, éste carecía de ojos, nariz y boca, dándole un aspecto de lo más macabro.
-¿Qu-qué es lo que eres? –preguntó la demonio echándose hacia atrás.
-Yo soy el miedo... –dijo mientras cada vez se acercaba más y más a ella.
La chica tropezó y cayó al suelo, lo que provocó que la figura decidiese ponerse a gatas y seguir avanzando.

Finalmente llegó un momento en el que la espalda de Eri se topó con una de las mesas, deteniendo su huida.
-Se acabó para ti... –la figura alargó su mano, sin embargo, no llegó a tocarla ya que algo la elevó en el aire manteniéndola flotando. Las mesas dejaron de moverse y cayeron al suelo de forma descontrolado y armando un buen escándalo. La joven por su parte alzó instintivamente las manos para protegerse de que alguno de los muebles se abalanzase sobre su cabeza.
-¿Huh?
Atreviéndose a observar lo que había pasado, descubrió a Akira, quien tenía al niño agarrado intentando escaparse en vano.
-¿Akira-kun? –Eri fijó la mirada en él y posteriormente en el niño- ¿Qué significa esto?
-Me temo que hemos sido engañados por un truco barato.
-¿Un truco?
-Sí. ¿Verdad, amiguito?
-¡Suéltame! ¡Yo no he hecho nada! –con una voz aguda que nada tenía que ver con la susurrante de antes, la figura sin rostro intentó golpear a su agresor sin ningún éxito- ¡No vais a atraparme!
-Haremos un trato entonces. Dejamos de jugar y muestras quien eres en realidad o hago que tu cuerpo arda como la leña –propuso mientras con la mano que tenía libre producía una llama.
-...
-Tú mismo.
Quedándose quieto el cuerpo del niño comenzó a distorsionarse provocando que la imagen se volviese más pequeña hasta ir tomando una forma diferente. Cuando finalmente la transformación cesó, colgado de las manos de Akira se encontraba un pequeño zorro con tres colas y pequeños cuernos en la cabeza.
-¿Qué...? ¿Un zorro?
-¡Me llamo Agramón, demonio del miedo! ¡Ni se te ocurra volver a llamarme zorro!

viernes, 13 de junio de 2014

Capítulo 11: Maldición



-Gracias por su compra. Vuelva otro día.
Haciendo una reverencia, Eri se despidió de uno de los clientes de la librería en la que trabajaba.
Cuando sus padres se marcharon le dejaron una cuenta con una gran cantidad de dinero en ella para que pudiese seguir adelante sin ellos, sin embargo, no se sentía del todo cómoda con ese dinero, además de que si lo gastaba sin pensar terminaría vaciándose antes de darse cuenta. De modo que, con el permiso de sus tutores, decidió buscarse un trabajo para los fines de semana. Cobraba poco, pero, puesto que tampoco era alguien de muchos gastos, no es que le importase.

La chica suspiró y se dispuso a ordenar algunos libros que los niños se ponían a desordenar cada vez que venían. Pese a que insistía una y otra vez en que debían ser buenos y comportarse, había pocos que hiciesen caso.
-Hola.
Una voz la sobresaltó, provocando que los libros que llevaba sobre sus brazos cayesen al suelo, estampándose contra uno de sus pies, dando lugar a que se encogiese sobre sí misma debido al dolor.
Al darse la vuelta se dio con el rostro de Asari.
-¿A-Asari-sensei?
-¿Estás bien? –preguntó ella sonriendo irónicamente.
-S-sí...enseguida recojo esto...
-Bueno...no me refería sólo a tu pie...
El cuerpo de la chica se detuvo de cuclillas, con uno de sus brazos alargado y  dispuesto a coger uno de los libros. Tras este lapso temporal, la joven se levantó con los textos en las manos y los depositó en su sitio.
-...

-¿Una maldición? –preguntó Eri.
Derain asintió.
-Cuando alguien es maldecido por un demonio se le inocula parte del Setten de éste, de manera que el individuo adquiere capacidades propias de un demonio. Eso incluye una mayor esperanza de vida, poderes sobrenaturales e incluso la posibilidad de devolver a alguien a la vida.
-Recuerdo haber leído algo antes –dijo mientras recordaba la búsqueda que hizo Reima- Entonces, ¿sugieres que maldiga a Shiina?
-No es tan sencillo. Si has visto algo sabrás que provoca efectos secundarios en la persona que es maldecida, además de que el hecho de resucitarla no es seguro. Ambas cosas dependen del poder del demonio que realice la maldición.
-... –la chica volvió la vista hacia su amiga- ¿Qué t-tipo de efectos secundarios se pueden dar?
-Son muy variables. He llegado a ver desde dolores intensos cada cierto periodo de tiempo hasta conexiones vitales entre el demonio y el otro individuo.
-Entiendo.
Entonces aquello era como una ruleta de la suerte. No sólo el hecho de devolverla a la vida sino también que al despertar terminase peor que como estaba.
-¿Y qué me dices de ti, Derain? Tú también eres un demonio, y además poderoso. Si lo hicieses tú las probabilidades irían a nuestro favor –propuso Akira.
-Por desgracia, yo no puedo.
-¿Por qué?
-Las maldiciones sólo pueden realizarse una vez en la vida del demonio. Cuando se realizan una segunda vez, tanto el demonio como el individuo al que se intenta maldecir mueren. Yo ya lo hice una vez por lo que no serviría de nada el volver a hacerlo...
La mente de Eri se encontraba indecisa ante aquella posibilidad. ¿Realmente Shiina querría volver a la vida bajo aquellas circunstancias? ¿Y si se arriesgaba y no servía para nada?
-No sé qué es lo que debería hacer...
-No voy a decidir por ti, chica, pero a veces es bueno dejarse llevar por lo que quiere uno, y no por lo que quieren los demás.
Lo que quería ella...
-Derain, dime qué tengo que hacer.
-Muy bien.
El imp caminó hasta situarse frente a la joven.
-Lo primero que tendrás que hacer será tomar tu forma demoníaca.
-¡¿Qué?! –exclamó Akira- ¡¿Estás loco?! ¡Antes ha perdido completamente el control al transformarse! ¡Si vuelve a hacerlo quién sabe lo que pasará!
-Lo sé pero es necesario para que pueda realizar la maldición.
-No me importa...
-¡Eri!
-No te preocupes, Akira-kun. Esta vez sabré controlarme.
De repente, el cuerpo de la chica comenzó a adoptar la forma de súcubo. Las anteriores veces que lo había hecho se había producido de una forma muy agresiva, pero por alguna razón, en ese momento, ningún violento vendaval o fuerza sobrenatural hizo que los demás saliesen despedidos por los aires sino que los rasgos que caracterizaban a su raza se mostraron sin problemas.
Se sentía segura. Su mente le decía que todo iba a salir bien, porque aquello era lo que quería...lo que deseaba con todas sus fuerzas.
-Ahora mantén tus manos en contacto con su cabeza –continuó Derain mientras ella apoyaba las palmas de ambas extremidades en las mejillas de su amiga-. Después debes canalizar tu Setten hacia ella, es parecido a lo que harías para provocar una llama pero reduciendo tu poder de manera que este se dirija convenientemente a un punto fijo. No tienes que pensar en que tu Setten explote sino que se mueva con suavidad.
La joven cerró los ojos y apareció una luz a partir de sus manos. Era blanca, firme pero suave, sin dañar la vista ni producir un calor intenso.
-Conéctate con ella, con su ser. Toma sus recuerdos, su vida y sus sentimientos.
Eri abrió los ojos. Se encontraba en un sitio de total oscuridad. Parecía que estuviese flotando.
Fue en ese momento cuando el cuerpo de Shiina apareció delante de ella. Pero éste estaba desapareciendo lentamente. Aquella oscuridad se la estaba tragando.
La chica alargó su brazo, intentando llegar hasta el hombro de su amiga, sin embargo, por alguna razón, no lograba alcanzarlo. Pese a estar tan cerca, su mano no lograba tocarla.
-¿Quieres que vuelva? –una voz surgió de las profundidades de aquella oscuridad. Era la voz de Shiina pero se escuchaba distorsionada.
-Sí.
-¿Pese a que tenga que volver a enfrentarse al sufrimiento?
-...
-¿Incluso si vuelve a morir por salvarte la vida?
-...
-Ella no volverá a ser la misma que era...
-Lo comprendo.
-Si estás dispuesta a hacerte cargo de su dolor entonces concederé tu deseo.
-Lo estoy. Es algo que he decidido. Sé que estoy siendo egoísta pero no voy a echarme atrás.
-Como quieras. A partir de ahora cargará con un peso que deberá soportar durante todos los días de su vida. No te arrepientas de tus actos.
-No lo haré...
De repente el hombro de su amiga se hizo palpable. Una vez pudo tocarla la oscuridad empezó a desaparecer, volviéndose todo cada vez más luminoso hasta que el brillo provocó que abriese los ojos, encontrándose de nuevo con la cabeza de Shiina entre sus manos.
-Parece que ya has hecho lo más difícil –indicó Derain.
-¿Aún queda algo más?
-Sí. Verás, se necesita un último acto para sentenciar el proceso.
-¿Cuál?
-Besarla.
El rostro de Eri se puso rojo, avergonzada. La cara de Akira tampoco se diferenciaba mucho de la de la chica.
-P-p-pero...
-No me digas que después de llegar hasta aquí te vas a echar atrás por algo como esto.
-N-no es eso, es sólo que...
-Si de verdad quieres que esto salga bien, debes hacerlo hasta el final.
La demonio bajó la cabeza. Derain tenía razón. No podía echarse atrás.
-De acuerdo.
Dicho esto emitió un profundo suspiro y acercó su cara a la de Shiina. Forzándose a seguir hacia delante, cerró los ojos para que aquello no le resultase tan incómodo. Aquellos segundos se le hicieron eternos hasta que finalmente, sus labios se encontraron con los de ella.
No era una sensación desagradable. Pese a lo fríos que estaban seguían siendo suaves aunque aquello no le produjo ningún estímulo.
Cuando sus labios se separaron, la respiración de su amiga volvió a sentirse, aunque de forma tenue.
-Está viva...
Con lágrimas en los ojos, la demonio apoyó la frente sobre la de ella.
-Menos mal...
Akira, quien tenía a una dormida Mai entre sus brazos, relajó su cuerpo, mostrándose sonriente.
-Parece que todo ha ido bien –comentó Derain-. Ah, por cierto, lo del beso no era necesario, pero ha sido interesante. Será mejor que os aseguréis de dejarla descansar. Necesitará un par de semanas para recuperarse del todo. Hasta la próxima.
Y dejando a los jóvenes en silencio, el imp se marchó de allí.
-¡¡Derain!! ¡¡Maldito seas!!

-Ahora se encuentra en el hospital –dijo Eri mientras dividía una serie de libros en varios montones.
-Lo sé. Derain se encargó de modificar los recuerdos de todos aquellos que se vieron implicados en el suceso. Los padres de Shiina piensan que alguien entró a robar y lo dejaron todo revuelto.
-¿Y que incluso destrozaron la habitación de su hija? –preguntó la demonio con ironía en sus palabras.
-Bueno, se podría reducir al uso de algún explosivo o algo parecido. No te preocupes, Derain sabe hacer bien su trabajo.
La joven desvió la mirada.
-Sigues preocupada por ella, ¿verdad?
-Por una parte me siento aliviada de que esté viva, pero son muchas cosas las que rondan mi mente. Mi amiga estuvo a punto de morir y no tuve el poder suficiente como para protegerla. Lo que más temía desde el ataque al instituto ha ocurrido. E incluso si ha logrado salir de ésta, puede que haya sido pagando un precio muy alto...
-No te culpes a ti misma. Hiciste lo que pudiste dadas tus capacidades. No siempre podemos proteger todo aquello que queremos, pero por ello debemos seguir esforzándonos hasta ser más y más fuertes.
Tras terminar de ordenar los escritos, la chica se dispuso a volver a su puesto, donde ya la esperaban los clientes para pagar sus compras.
-Supongo que tienes razón.

Asari salió de la librería.
-¿Y bien? –preguntó Reima/Derain.
-No hay de qué preocuparse. Todavía necesita acostumbrarse a esto pero es una chica fuerte.
-Ya veo.
-¿Por qué le mentiste al decirle que la parte del beso era innecesaria? –preguntó ella mientras empezaban a caminar.
-¿Quién sabe? Quizás no quería que supiese lo que en ocasiones puede conllevar el realizar una maldición...
-¿Huh?
-Nada, olvídalo. Por cierto, he tenido que avisar a Serah y Ahren.
-¡¿A esos dos?! ¡Ya tienen suficiente vigilando las cosas en América! ¿Es por eso por lo que tardaste tanto en llegar hasta Eri y Akira?
-No sólo por eso. Ellos dos no son los únicos a los que avisé.
-Sí que has estado moviendo hilos.
-Es por una buena razón.
-Judas Iscariote...es el nombre uno de los héroes que luchó en el pasado contra los demonios. ¿Crees que se trata del mismo?
-No lo sé. Ni siquiera sé si tiene relación con el chico que atacó el instituto, pero cuantos más ojos tengamos mejor.
-Parece que antes de matar a Ryouta estuvieron hablando de algo pero no llegamos a tiempo.
-Si esto ya olía mal, ahora apesta...

El fin de semana terminó y llegó el lunes.
-¡Eriiii!
Gritando alegremente, Luka se lanzó contra su amiga.
-¡L-Luka! ¡Ten más cuidado! ¡Me vas a matar!
-Perdón, perdón. Oye, ¿quieres ir a ver a Shiina después de clase? Akira-kun y Fujita-kun dicen que vendrán también.
-Claro, estoy segura de que Shiina se pondrá muy contenta.
Poco después, Reima/Derain hizo su aparición en clase.
-Hola, chicos. Siento haber llegado un poco tarde pero he estado en una reunión de no se qué campamento que tenéis cerca, ¿alguien sabe algo?
Los alumnos se miraron unos a otros. Uno de los chicos, subdelegado y encargado en ausencia de la delegada, decidió contestar a la pregunta.
-Es algo que llevamos preparando desde hace un mes junto con los senseis. Se supone que se realizarán actividades de estudio del medio ambiente además de fomentar el compañerismo entre nosotros y las otras clases.
-Ah... –respondió Reima/Derain secamente mientras colocaba los pies encima de la mesa-. ¿Y por qué tengo que ir yo?
-P-porque...trabaja aquí...y da clases a este curso...
-Ah...pues vaya...bueno, en cualquier caso, me han dicho que os avise de que el autobús que os llevara estará a las siete de la mañana en la puerta del instituto así que más os vale no llegar tarde. Yo ya veré cómo me puedo escaquear...-murmurando esto último se dispuso a empezar la clase.

Tras salir del instituto, los cuatro emprendieron camino hacia el hospital.
-Así que la semana que viene campamento... –dijo Luka.
-Es una pena que Shiina se lo vaya a perder. Ayudó mucho a prepararlo.
-La verdad es que sí, pero es más importante su salud. Siendo la chica responsable que es seguro que lo entenderá...

-¡Yo quiero ir! –ya en la habitación en la que descansaba su amiga, Luka y Eri forcejeaban con ella para evitar que saliese de la cama.
-¡No seas cabezota! ¡No puedes tal y como estás! ¡Necesitas descanso!
-Mm... –Kaoru se situaba a cierta distancia del trío.
-Yo la veo llena de energía... –comentó Akira.
-¡¿Queréis ayudar un poco?! –exclamaron las dos chicas.

Finalmente, consiguieron que Shiina se tranquilizara.
-Ah, ah, veo que te encuentras bien...
-En realidad me siento cansada.
-¡La culpa es de que te haya dado por patalear de esta forma! ¡¿A quién se le ocurre?!
-Lo siento. Es que me apetecía ir con vosotras al campamento...
-La salud es lo primero. ¿Es que no escuchas las noticias?
-Seguro que más que tú.
-Uuuuh...
Luka bajó la cabeza.
-¿Qué te han dicho los médicos? –preguntó Akira.
-Al parecer me caí desde el piso de arriba y me golpeé la cabeza. Me han estado haciendo pruebas pero parece que no tengo nada grave. Han deducido que probablemente algo amortiguaría la caída. Sin embargo no recuerdo que ocurriese algo así aunque supongo que es normal...por el golpe.
Eri puso cara de preocupación...

-La maldición cerrará la herida que le hizo Ryouta. Aunque en principio no recordará nada sobre lo que sucedió –dijo Derain una vez fuera de clase.
-¿No lo recordará?
-Podrías llamarlo una especie de “secuela momentánea” que deja la maldición. Con el tiempo volverán sus recuerdos sobre ello. Será mejor estar atentos a ese momento para explicarle la situación.

-Seguramente estará relacionado con la explosión que hubo en tu habitación.
-Algo relacionado a ello me contaron mis padres. Aunque, como estaba sola en casa no saben exactamente lo que ocurrió. Es una suerte que siga viva después de algo así.
“Sola en casa. Así que tampoco recuerda la presencia de aquella niña.”, pensó Eri.
-Bueno, en cualquier caso, todos nos alegramos de que estés bien –indicó Luka.
-Gracias. Espero recuperarme sin problemas.
-Oye, Shiina, ¿puedo preguntarte una cosa?
-Claro, Eri.
-¿Has notado algo extraño...en tu cuerpo...desde que estás aquí en el hospital?
-¿Algo extraño? Depende de a lo que te refieras...
-Pues por ejemplo, dolor intenso en alguna zona, alguna extraña transformación...
Akira y Kaoru dirigieron la mirada hacia la demonio. Ambos se mostraron un poco exaltados por la pregunta de la chica. Por su parte, tanto Eri como Luka fruncieron el ceño.
-¿Qué estás diciendo, Eri? Por supuesto que no tengo nada de eso. Sólo me encuentro débil, cansada y con algo de dolor de cabeza. Nada más.
-¿De verdad?
-Claro. Eri, me estás asustando un poco.
-Ah, lo siento. Es sólo que...temía que pudiera empeorar de alguna forma.
-Te aseguro que no pasa nada.
La joven suspiró aliviada ante las palabras de su amiga. Después de lo que le había dicho Derain sobre los efectos secundarios de la maldición quería asegurarse.

Tras un tiempo se despidieron de Shiina.
-Pasáoslo bien en el campamento –les deseó con algo de melancolía en sus palabras.
-Te traeremos un bonito recuerdo –dijo Luka.
-Eso espero...
De repente, al salir por la puerta, Eri se chocó contra una de las enfermeras, cayendo al suelo y golpeándose en el codo.
-Ah, lo siento –dijo la enfermera levantándola. Era una joven de poco más de veinte años y de su misma altura. Vestía el uniforme de trabajo y tenía el pelo de color negro recogido en un moño. Lo que más le llamó la atención a Eri fue el color de sus ojos, de un rojo intenso- Iba un poco distraída y no me he dado cuenta –dicho esto se llevó una mano a la cabeza y se la golpeó.
-No, ha sido culpa mía. Lo siento.
-Nada, nada... –dijo mientras agitaba ambas manos en señal de que no había necesidad de disculparse. Acto seguido, levantó la vista hacia el número de la habitación-. Ah, ¿habéis venido todos de visita?
Todos asintieron.
-Eso es genial... –nada más terminar la frase profirió un largo bostezo- Siempre me alegra ver a los unos cuidando de los otros...
-¿Te encuentras bien? –preguntó Akira.
-¿Eh? ¡Ah! ¡Sí, claro! No te preocupes. Me pasa a menudo... –volvió a bostezar- Bueno, si me disculpáis, justamente tenía que venir aquí, y llevo un poco de retraso en mi trabajo. Me he quedado dormida, jejeje...
Antes la sorprendida mirada de los demás. La enfermera entró en la habitación de Shiina y cerró la puerta detrás de ella. Frotándose el codo, Eri se marchó junto con el resto.

-¿Te encuentras bien, Shiina-chan? Parece que te duela algo –preguntó la enfermera mientras se ocupaba de ajustar las persianas.
-¿Eh? No, no. Sólo ha sido un pequeño pinchazo –explicó la chica mientras se acariciaba el codo...