miércoles, 19 de febrero de 2014

Capítulo 3: Cacería



-¿Hioni-sensei?
-¿Huh?
Eri observó el rostro confuso del chico. Acto seguido él pareció darse cuenta de a lo que se refería.
-¡Ah! No, creo que me estás confundiendo con otro.
-¿Qué? Pero acabas de decir...
-Sé a quien te refieres, y conozco a ese tipo, pero, aunque nos llamamos igual, no somos la misma persona, créeme... –contestó él mientras se rascaba la cabeza. No parecía saber bien qué palabras usar.
-Ya...ya veo...
Eran casi idénticos, se llamaban de la misma manera y sin embargo no eran la misma persona. ¿Qué significaba todo eso?
-En fin, será mejor que te lleve a casa. No creo que sea muy seguro el que regreses sola.
Dicho esto la cogió con ambos brazos y la cargó como si fuesen recién casados. Ella se sonrojó ligeramente.
-Vamos.

Saltando sobre los tejados no tardaron en llegar al hogar de Eri.
-Ya estamos aquí – indicó Reima ayudando a la joven a incorporarse.
-G-gracias...
-No hay de qué. Ahora tengo que marcharme...
-¡Espera!
-¿Mm?
-No...no entiendo nada...quiero decir... ¿Qué ocurre? ¿Van a volver a por mí?
-Aah, es normal que tengas preguntas...no todos los días te atacan tíos como esos y encima viene alguien a salvarte el trasero pero verás, la verdad es que a mí no se me dan muy bien estas cosas...
-P-pero...
-Mira...si quieres saber algo mejor pregúntaselo al tal Hioni-sensei.
-¿Eh?
-Seguro que él puede ayudarte. Ahora mismo yo tengo un poco de prisa. ¡Ya nos veremos! ¡Venga, a mandar!
-...
Antes de que pudiera darse cuenta, Reima había desaparecido.

Reima sacó el móvil de su bolsillo y marcó un número. Se trataba de una llamada internacional.
-¿Sí?
-Soy yo, ponme con Ettore.
-¡¿Qué?! ¡P-pero, ahora mismo está ocupado y...!
-Me importa un pimiento. O se pone o voy yo mismo allí y la armo.
-U-un momento...
Se escuchó el movimiento apresurado de un par de piernas. Tras una pequeña espera la voz grave de un hombre de unos treinta años hizo su aparición al otro lado del aparato.
-Reima...
-Ettore, iré al grano. Hay varios de tus secuaces atacando a una chica aquí en Japón, ¿me puedes dar una explicación sobre esto?
-Vamos, vamos, pareces un poco alterado.
-¡Contéstame!
-Tranquilo, tranquilo...mira, no sé de lo que me estás hablando. No tengo interés en atacar a demonios descarriados.
-Ni se te ocurra mentirme...
-Digo la verdad, no tengo nada que ver con esto, te lo aseguro.
-Entonces, ¿cómo explicas la situación? Me informaron de que aquí estaban empezando a haber problemas con los demonios de esta zona. Pensé que serían radicales humanos que querían capturarlos para el mercado negro, pero cual fue mi sorpresa al encontrarme a miembros de la Inquisición.
-Mira, ya te digo que no lo sé. Últimamente he escuchado rumores de algunos renegados entre los “Dying Walkers”.
-Creía que no tenían conciencia propia, que era considerados como robots.
-Y así es, pero es posible que estén siendo manejados por alguien.
-Chst...
-Vamos, tienes que creerme. En serio que la Inquisición sigue manteniendo el tratado de paz con los demonios.
-Ya hablaremos...
-Vamos, Re...
El chico cortó la conexión y continuó su camino...

-¡Eri! ¡Eri! ¡ERI!
-¡Ah! –gritó la demonio al sentir un golpe en la nuca- ¡Luka! ¡¿A qué ha venido eso?!
-Es que parecías un alma en pena, ¿se puede saber qué te pasa?
-Esta vez debo estar de acuerdo con ella, no estás actuando como siempre – corroboró Shiina.
-Qué amable por tu parte... –Luka se puso de morros al escuchar las palabras de su amiga.
-Es sólo...me siento un poco mareada...si me disculpáis voy al servicio...
-¿Quieres que te acompañemos?
-N-no, no hace falta...
Tras esto se marchó hacia el pasillo.

“Debe de estar por aquí”, pensó Eri situándose frente a la puerta de la sala de profesores. Al entrar se encontró de frente con Asari-sensei.
-Oh, Eri, ¿qué haces aquí?
-Pues, estaba buscando a Hioni-sensei.
-Se ha ido hace un momento, creo que iba al patio exterior.
-G-gracias.
-¡E-Eri!
Haciendo caso omiso de la llamada de su tutora, corrió escaleras abajo en dirección al lugar indicado.
-¿Qué le habrá dado de repente? –se pregunto Asari-sensei.

Al cabo de un rato alcanzó su destino, sin embargo no conseguía ver al joven por ninguna parte.
“¿Dónde diablos se habrá metido?”
-¿Buscas a alguien?
Una voz apareció por detrás, asustando a la chica.
-Oh, lo siento, no era mi pretensión...
-N-no importa...en realidad, le estaba buscando a usted.
-¿A mí? ¿Alguna duda sobre la asignatura? –preguntó Reima.
-N-no exactamente...pero una duda al fin y al cabo.
-¿Qué ocurre?
-B-bueno, no sé como decirlo. Un...amigo suyo...me pidió que contactara con usted...
-¿Un amigo? No entiendo...
-Hioni Reima.
-Sí, así me llamo –respondió el chico algo confuso-. Oye, ¿estás bien?
-Su amigo...se llamaba igual...
-Ah...
Al decirle esto reaccionó quedándose perplejo.
-Así que no habían sido imaginaciones mías...
-¿Imaginaciones? Entonces es verdad que sabe algo.
-Mira...sé que estás confusa pero...de verdad no creo que sea algo en lo que debas inmiscuirte.
-¡¿Qué no debo inmiscuirme?! ¡Me han atacado en dos ocasiones unos tipejos extraños que nunca había visto hasta ahora! ¡Y lo único que he recibido como respuesta es un chico con una espada que me ha salvado en esas dos ocasiones y el hecho de que todo está relacionado con que soy una...!
Antes de que acabara la frase el profesor le tapó la boca.
-Cuidado con lo que dices. Podría haber gente escuchando, y no creo que te gustara el que se enterasen de tu procedencia. Vayamos a otra parte.
Dicho esto, ambos se alejaron de allí, situándose en la zona trasera del edificio donde había una pequeña caseta en la que se guardaba material de mantenimiento.
-Bien, supongo que aquí podremos hablar sin que haya problemas.
-¿Y bien?
-Supongo que siendo lo que eres ya conocerás la leyenda sobre los demonios.
-Sé que antaño fueron seres muy peligrosos que atacaron a la especie humana y que ésta consiguió rebelarse y se enfrentó a ellos hasta llegar al punto de casi exterminarla.
-Hasta que tuvo lugar la aparición de “Darkblade” quien puso una tregua entre la por aquel entonces Inquisición y los demonios.
La chica asintió.
-Gracias a la tregua que impuso “Darkblade” los demonios fueron salvados, sin embargo todavía existía odio de los seres humanos hacia ellos. Debido a esto, los demonios comenzaron a ser cazados por algunos grupos clandestinos de humanos, quienes usaban los cuerpos de sus capturas para venderlos en el mercado negro en calidad de esclavos, trofeos o incluso investigaciones de todo tipo. Al fin y al cabo, para los humanos, el poder de los demonios era algo temible.
-Pero, ¿cómo es que los demonios no pueden derrotar a los humanos siendo más fuertes que ellos?
-Los humanos utilizan estrategias para debilitarlos antes de enfrentarse directamente a ellos. Saben que están en desventaja en un enfrentamiento directo pero no ocurre así si preparan una estrategia adecuada.
-E-entiendo...pero, ¿quiere decir que los que me han atacado son humanos? ¿No incumpliría eso las reglas de la tregua?
-La cosa no está del todo clara, por lo que no se sabe si realmente se está incumpliendo el acuerdo, sin embargo es algo que debe ser evitado. Todavía es un misterio sin resolver, pero quizás haya algo más que tenga asuntos contra los demonios...supongo que ya se encargará él de eso...
-¿Él? ¿Te refieres a tu amigo?
-Sí.
-¿Quién es él? ¿Una especie de protector de la justicia? ¿Y cómo sabes tú sobre todo esto?
-Tranquila, no creo que debas preocuparte por eso. Todo se terminará solucionando, estoy seguro. Confía en él, te protegerá hasta que termine todo esto.
-...

La chica se dirigió hacia su clase.
-Que confíe en él...si ni siquiera sé quién es...
Sentándose de nuevo junto a sus amigas, esperó a que empezara la siguiente clase. En esto que vio aparecer por la puerta a Hioni-sensei, quien comenzó su clase como si nada hubiese ocurrido.
“Me pregunto quién serás en realidad”
De repente se escucharon gritos en el pasillo. Algunos alumnos reaccionaron asustándose mientras los más curiosos hacían ademán de levantarse a ver qué estaba ocurriendo.
-¡Quedaos aquí! Voy a ver que pasa.
El profesor cerró la puerta detrás de sí, dejando a la clase sumida en murmullos.
-¿Creéis que habrá sido algo grave? – preguntó Luka.
-Nah, seguramente sólo sea que han visto alguna rata o algo parecido.
-Uff...menos mal que no ha aparecido por aquí entonces...
“Tengo un mal presentimiento”, pensó Eri mientras comenzaba a mirar a su alrededor con nerviosismo, “me siento como cuando esos tipos me atacaron”.
Sin previo aviso, las ventanas de la clase se rompieron en mil pedazos provocando que se repitiesen los gritos. La demonio se cubrió la cara con ambos brazos, intentando impedir de manera instintiva que los cristales se incrustasen en su cabeza, no obstante, ese no era el mayor de sus problemas. Junto a las ventanas, pisando los trozos de vidrio roto estaban aquellos tipos trajeados. Eran cuatro, todos iguales. Sin pronunciar palabra e ignorando los gritos de los demás comenzaron a caminar por la clase a paso ligero, parecían estar buscando algo...o a alguien...
“¿Es posible que me estén buscando a mí y todavía no me hayan visto?”, se preguntó Eri observando a aquellos extraños personajes con halos en las muñecas, “si es así, debo alejarlos de aquí”, pensó mientras observaba el pánico de sus compañeros el cual iba acrecentándose conforme los recién llegados comenzaban a apartarlos de forma agresiva, “ellos no tienen nada que ver con esto”.
Con actitud decidida, la chica salió corriendo hacia la puerta intentando en el proceso llamar la atención lo máximo posible.
-¡Eh! ¡Vosotros! ¡Es a mí a quien buscáis, ¿no?! ¡Pues venid a cogerme!
Tras esto abrió la puerta y comenzó a correr por los pasillos del instituto, detrás se encontraban los cuatro tipos de blanco...

Bajó las primeras escaleras que vio a la mayor velocidad que pudo. Aquellos seres le pisaban los talones.
“Tengo que buscar una manera de despistarlos. Intentaré esconderme en alguna clase”, pensando en esto continuó bajando las escaleras hasta llegar al piso de más abajo, entonces giró hacia la izquierda y se escondió en uno de los auditorios usados para las clases de música, cerrando la puerta para evitar ser vista. Esperó un rato. Parecía que aquellos tipos la habían perdido de vista ya que no sentía golpes que pretendieran echar la puerta abajo.
“Buff...quizás logre permanecer tranquila por un rato”. Había mucha oscuridad en aquella aula pero lo mejor sería seguir manteniendo las luces apagadas o de lo contrario no le serviría de mucho el haberse escondido allí.
“Me pregunto si Hioni-sensei habrá avisado a su amigo. Espero que Luka y Shiina se encuentren bien.”, mientras pensaba en esto, de repente la puerta del auditorio se vino abajo llevándose a la joven demonio por delante, quien rodó por el suelo hasta chocar contra una mesa. Levantando parte de su cuerpo a duras penas, la demonio pudo observar a las cuatro figuras que la habían estado persiguiendo.
-Maldita sea... –se quejó Eri.
Los “Dying Walkers” se movieron dispuestos a atrapar a su objetivo. En ese momento algo de gran tamaño irrumpió en el auditorio, destrozando aún más la entrada y golpeando fuertemente a aquellos seres.
-¡Sal de aquí!
Una voz grave, procedente del nuevo individuo, se dirigió hacia Eri. La chica no alcanzó a ver de quien se trataba debido a la oscuridad del aula, sin embargo captó el mensaje, haciendo uso de la mayor fuerza que le permitieron sus músculos para levantarse y echar a correr de nuevo en dirección al pasillo.

Nada más salir se dio de bruces contra otros dos “Dying Walkers”.
-¡¿Es que no tenéis vida social?! –exclamó la demonio comenzando a correr en sentido contrario al lugar en donde estaban aquellos tipos.
Girando hacia la derecha salió al patio donde aparecieron varios más de los “Dying Walkers”.
Finalmente la chica quedó acorralada. Jadeando debido a la carrera no pudo hacer más que dejarse caer de rodillas al suelo.
-¡¿Qué queréis de mí?! ¡Es posible que sea una demonio pero no os he hecho nada malo! ¡Dejad en paz a mis compañeros y dejadme en paz a mí!
-Todos los demonios han de ser cazados.
-Todos deben ser eliminados.
-Eso es lo que quiere Chronos.
-Pero hay más demonios aquí de lo que se pensaba.
-Deberíamos informar de esto.
-Por el momento debemos matarte a ti.
-Así es como debe ser...
-¡Chst!
Rompiendo uno de los cristales del instituto, una figura fue a parar justo donde se encontraban los “Dying Walkers” y Eri, chocándose contra algunos de ellos.
-¿Qué...? –atónita, la joven observó cómo alguien se erigía entre la masa de humo que se había formado. Se trataba de Reima.
-Eso ha sido un buen golpe.
-¿Hioni-sensei?
-¿Huh? –el profesor parecía acabar de darse cuenta de donde había ido a parar- ¿Qué haces aquí?
-¡Eso mismo me pregunto yo!
-¿Eh? Ah, bueno es que me golpearon y salí despedido...
Otra figura aterrizó en la zona, provocando un nuevo levantamiento de polvo y arena. Al despejarse la vista, se divisó la figura de un chico rubio y delgado. Iba vestido con un atuendo propio de un párroco y llevaba una vara en sus manos.
-¡No pienses que te vas a escapar!
-¡Uah!
El joven rubio atacó a Reima quien esquivó el golpe rodando hacia el lateral. Acto seguido se levantó y corrió hacia Eri.
-¡Agárrate!
-¡¿Eh?! ¡Hyaaa!
El profesor la cogió en brazos y saltó fuera de la zona cercada por los “Dying Walkers”.
-¡Uah! –exclamó la demonio.
-¡Rápido! ¡Qué no se escape!
Acatando las órdenes del chico, las figuras trajeadas se dispusieron a perseguir a maestro y alumna.

-Bueno, aquí estarás segura por el momento –dijo Reima mientras la dejaba sobre el suelo.
-¿Quién es ese chico?
-Parece ser quien guía a los “Dying Walkers”. Imagino que ya habrás supuesto que tú eres su objetivo.
-Me ha costado deducirlo... –indicó Eri con sarcasmo.
-Bueno, en cualquier caso quédate aquí.
-Pero...
-Nada de peros. Si te cogen te matarán.
-...
-No te preocupes, una vez él aparezca todo se solucionará.
-¿Y cuando va a aparecer?
-Muy pronto. Haremos que sea muy pronto.
-¿Haremos? ¿Quiénes?
-Por su bien, no puedo decírtelo.
-¡No creo que sea el momento de mantener las cosas en secreto!
-Nos vemos
-¡Escucha a los demás cuando te hablan!
Cuando la demonio quiso darse cuenta, ya se había marchado.

-¡¿Que no les habéis encontrado?! ¡Seréis inútiles!
El chico rubio golpeó fuertemente a uno de los “Dying Walkers”.
-Maldita sea...nos hemos arriesgado a mostrarnos en público y todo para que no consigamos nada...
De repente algo atrajo su mirada. Presas del pánico por el ataque de sus súbditos, un buen número de estudiantes corría por los patios en dirección a la salida.
-Quizás haya una manera de hacer que salgan las ratas... –dijo mientras esbozaba una maliciosa sonrisa.

-¿Dónde se habrá metido?
Reima había conseguido entrar en el edificio sin que lo viesen. En su búsqueda, había llegado hasta el segundo piso de los tres que componían el instituto.
-Quizás deba buscar el aula en la que más explosiones haya...seguramente sea fácil encontrarla allí...
Fue entonces cuando escuchó un fuerte ruido de una de las aulas y sin pensárselo dos veces se dirigió hacia allí. Cuando llegó observó la escena de una mujer enfrentándose a varios de los “Dying Walkers” con un rifle francotirador, el cual usaba como arma blanca. A excepción de ella, la clase se encontraba vacía, por lo que el profesor pudo respirar tranquilo.
“Probablemente les haya dicho que se escondan en el piso de abajo”, pensó el chico.
-¡Quitaos de mi camino! –gritó la mujer mientras dejaba inconsciente a un par de los tipos que la acosaban a base de golpes con el rifle- ¡Sois tan débiles que no merece la pena ni mataros!
No tardó en deshacerse de los que quedaban en pie. En ese momento se dio cuenta de la presencia de Reima.
-Oh, así que estabas aquí.
-Buen trabajo –comentó el chico mientras observaba los cuerpos de los “Dying Walkers”.
-Gracias. Una se esfuerza por dejar el suelo bien sucio...
-Ese es un chiste bastante malo...
-¿Cómo está la chica?
-Por ahora la he dejado escondida en una zona segura.
-Bueno, esa chica es responsable, no creo que haga algo de lo que termine arrepintiéndose. Les he dicho a los alumnos que se dirijan al salón de actos del piso de abajo. Por allí se encuentra Akira, así que no creo que haya problemas. Sin embargo ha habido un grupo de alumnos que ha entrado en pánico y no he podido controlarlos. Ahora pensaba dirigirme en su búsqueda.
-De acuerdo pero antes necesito tu ayuda, de lo contrario no podré entrar en combate.
-Así que sigues sin poder luchar en esta forma.
-Sabes que sería demasiado peligroso.
-Ya veo, entonces supongo que no queda otra que dejárselo al chico malo.
-¿¡Se me escucha!? ¡Probando! ¡Probando!
-Esa voz...
Los dos salieron del aula y se dirigieron a las ventanas de los pasillos. En el patio había un grupo de alumnos rodeados por los tipos trajeados además del joven rubio, quien estaba utilizando un megáfono.
-¡No sé si he conseguido que me escuchéis pero aun así seguiré hablando! ¡No sé si sabéis que a día de hoy, mis...compañeros y yo nos encontramos aquí debido a que andamos buscando a cierta persona! ¡Bueno, no sería adecuado llamarla persona ya que en realidad es una demonio! ¡Iré directo al grano! ¡Contaré hasta diez, y si esa demonio no se presenta ante mí, mataré a uno de sus compañeros, luego volveré a contar hasta diez y de nuevo mataré a otro si se sigue sin acatar mis órdenes! ¡Asimismo, que alguien se abstenga de hacerse el héroe, o ello puede suponer otra muerte innecesaria! ¡Así pues, comencemos la cuenta! ¡Uno!
-¡Será cobarde! ¡Utilizando rehenes! –se quejó Reima.
-Me encargaré de que se lleve un tiro de mi parte –declaró la mujer preparando el arma.
-¡No! Si lo haces podría repercutir también en los alumnos.
-¿Entonces que sugieres?
El chico la miró fijamente. Ella dejó escapar un suspiro.
-Sabes cuales son las consecuencias de inducir a que salga, ¿verdad?
-Lo sé...
-Bien...
La mujer levantó el arma y se dispuso a disparar al profesor. Sin embargo se detuvo al ver la escena que se desarrollaba en el patio. Eri, antes la mirada sorprendida de sus compañeros, se había plantado delante de los agresores.
-¡No! –exclamó Reima.
-Así que has decidido mostrarte. Buena chica.
-Es a mí a quien buscáis. Si me queréis, aquí estoy, haced lo que queráis conmigo pero dejadles en paz a ellos.
-Tranquila. No es de mi interés matar humanos normales y corrientes, eso me quitaría puntos para estar al lado de mi señor. ¡Soltadles!
Mientras dos de los “Dying Walkers” agarraban a la chica, el resto dejaba escapar a los otros alumnos.
-¿Lo ves? Sé cumplir con mi palabra.
Los tipos trajeados hicieron que la chica se arrodillara. El joven rubio pulsó un mecanismo situado en el cuerpo de la vara de manera que en uno de los extremos se dejó ver un filo, transformándola en una especie de lanza.
-Bueno, acabemos rápido, tengo ganas de llegar a casa. ¿Últimas palabras? –preguntó.
-...no, no tengo nada que decir, sabiendo que con mi vida puedo salvarles, no me arrepiento...
-Una buena chica, lástima que seas una demonio asquerosa...
Sin más que añadir levantó la lanza con el fin de rebanarle la cabeza. No obstante el corte no se produjo ya que algo derribó al joven.
-¡Soy de lo más oportuno! ¡Sin duda es una de mis habilidades!
Un chico con una quemadura presente en su mejilla izquierda hizo su entrada. Desde la ventana del instituto salió disparado un objeto el cual cogió en el aire. Se trataba de una espada.
-Siento decirte que la suerte no está hoy de tu lado...

miércoles, 5 de febrero de 2014

Capítulo 2: Secreto



-Bien, hoy vamos a continuar con la clase por donde lo dejamos ayer – Reima, con una venda en su cabeza comenzó su lección con una calmada sonrisa.
-Es increíble que pueda seguir así de bien después del golpe que se dio ayer – susurró Luka a Eri.
-Qu-quizás no fue para tanto...
-¿Qué no fue para tanto? A mi me pareció escuchar un ligero “¡Croc!” cuando se estampó contra el suelo.
-...
Eri sonrió con preocupación.
-En cualquier caso, está bien y eso es lo importante – sentenció Shiina.

-...o eso es lo que parecía...
A la hora del almuerzo Eri y sus dos amigas acababan de juntar sus mesas como solían hacer siempre, sólo que aquella vez alguien se les había unido.
-S-sensei... -intentó decir Shiina mientras observaba a Reima, quien comía despreocupadamente frente a las chicas.
-¿Mm? ¿Ocurre algo? – preguntó.
-¿P-por qué está comiendo aquí?
-¿Yo? Sólo estoy aquí como uno más. Con gente es más divertido almorzar, ¿verdad?
-No es eso... – comenzó Luka – Es que normalmente los profesores no comen con los alumnos.
El resto de compañeros de clase se encontraba mirando la escena un tanto alejados de los otros cuatro.
-¿En serio? No sabía que fuese algo tan raro. Creía que aquí todos erais compañeros y hablabais entre vosotros, incluidos los profesores. Una conversación es importante para llevarse bien, por ejemplo, ¿qué tal te ha ido con el resto de asignaturas este día, Kasaiga?
-¿Huh? B-bien, supongo.
-¿No has tenido ningún problema últimamente?
-N-no que yo sepa...
-Me alegro, ¿y vosotras?
-E-esto, tenemos que ir al baño.
-¿Eh? ¿Las tres a la vez?
-¡Sí! ¡Somos tan amigas que cuando una tiene que ir al baño el resto va detrás!
-Ya veo, id con cuidado entonces.
-C-claro – contestó Luka mientras empujaba a sus dos amigas fuera del aula.

-¿Qué es lo que le pasa a ese tío? – situadas en el patio exterior, junto a un par de árboles de tronco grueso y suficiente altura como para dar lugar a dos extensas sombras, Luka se quejaba.
-Tampoco es que haya hecho algo malo – dijo Eri.
-Pero debes admitir que es raro – indicó Shiina quien rara vez coincidía en opiniones con Luka.
-Bueno, puede que al ser más joven que otros profesores se sienta más cómodo entre los alumnos.
-Mm...incluso así me siento bastante incómoda de esa forma.
-¡Ah, chicas, por fin os encuentro!
Una voz procedente de una de las ventanas de la planta más baja del edificio les hizo girar la cabeza hasta toparse con Reima, cuya mitad superior del cuerpo sobresalía por una de ellas.
-No sabía que estabais aquí, quería seguir conversando con voso... – cuando se fija mejor se da cuenta de que las chicas ya se han marchado - ¿Cuándo se han ido?

-Hah, hah, hah...
-¿N-nos ha estado siguiendo?
-¿Aún sigues diciendo que eso es normal, Eri?
-Y-ya no lo tengo tan claro...
-Qui-quizás deberíamos decirle algo –comentó Shiina.
-Pe-pero, me sabe mal...p-parece muy simpático...
-Hah... –suspiró Luka–. Supongo que entonces tendremos que buscar un lugar donde no nos pueda encontrar.
-¿Qué os parece la terraza? –propuso Shiina–. Generalmente nadie suele ir allí por lo que podría ser un buen lugar donde esconderse. Además, podemos hacer una especie de barricada para atrancar la puerta o algo así.
-Yo creo que deberíamos seguir como siempre...es cierto que es raro pero quizás estemos sacando las cosas de quicio...

Los días fueron pasando y las chicas veían que la insistencia del profesor seguía sin disminuir. Si decidían ir al patio aparecía por allí con algún snack o aperitivo en sus manos, si decidían estar en los pasillos aparecía por las escaleras y se unía a ellas, si se quedaban en clase ahí estaba él para agarrar una silla y juntarla a la de las chicas...
En cualquier caso, por más que lo intentaban no podían evitar que Reima las encontrara e intentara entablar conversación con ellas u ofrecerles algo para almorzar.
-Uuuuh, en un principio, dentro del sinsentido tenía hasta sentido pero esto... – dijo Luka apoyando los codos sobre su mesa.
-Creo que debería decirle algo a Asari-sensei sobre esto. ¡Esto empieza a llamarse acoso!
-Parece que se os ha pegado a la espalda, el profesor sustituto – un chico de pelo negro, alto, musculoso, y un poco regordete hizo acto de presencia.
-Akira-kun, Fujita-kun – dijo Eri.
Haga Akira, un amigo de las tres chicas desde hacía bastante tiempo se encontraba junto a Fujita Kaoru, otro chico un poco más bajo que su compañero, de pelo castaño, corto y alborotado, apuesto y algo inexpresivo. Éste último era un nuevo compañero que habían conocido ese mismo año.
-¿Qué es lo que ha pasado para que esté de esa manera con vosotras? – preguntó Akira.
-¿Y a nosotras que nos cuentas? De repente empezó a hacerlo. En un principio nos pareció raro pero pensamos que Eri tenía razón y que quizás nos lo estábamos tomando demasiado en serio...pero esto...
-¿Tú que opinas, Kaoru? – preguntó Akira a su compañero.
Tuvo lugar un pequeño silencio hasta que decidió contestar.
-Creo que si lo hace es por una buena razón. Parece ser un buen tipo...
-¡Pues ya podría decirnos la razón! –exclamó Shiina– Como sea, hablaré con Asari-sensei. Ya que ella lo conoce más quizás pueda echarnos una mano.

-¿Huh? ¿Os está siguiendo en los recreos?
-B-bueno, dicho así suena mal...
-Mm... –Asari-sensei se cruzó de brazos-. Quizás sólo quiera ser más cercano a sus alumnos y piense que vosotras sois el mejor ejemplo.
-En ese caso lo entendería de Eri y de mí pero, ¿qué hay de Luka?
-¡Oye! ¡Shiina!
-Jajaja...lo que quiero decir es que no os preocupéis demasiado por ello, además, ¿por qué no se lo preguntáis a él mismo? Quizás entonces os aclare todo.
-Tienes razón –declara Eri-. Perdón por las molestias.
-No pasa nada, para eso estoy –respondió la mujer sonriendo.
Las chicas se despidieron de Asari-sensei y se marcharon de la sala de profesoras.
-¡Shiina! ¡¿Qué querías decir con lo de antes?! –exclamó Luka mientras salían por la puerta.

Al salir del instituto, Eri se despidió de sus amigas y comenzó a andar en dirección a su casa.
“¿Por qué no se lo preguntáis a él mismo?”, la chica recordaba las palabras de su tutora. Aquel chico era bastante extraño, no sólo la forma de actuar tan cercana que había adoptado con ellas, también en las clases demostraba ser alguien inusual. Se le veía una persona torpe, despistada y algo olvidadiza. No era la primera vez que se caía o llegaba a clase y no recordaba por donde se había quedado la última vez. Aun así, no es como si se sintiera incómoda con su presencia, más bien es como si destellara cierto optimismo, una manera diferente de ver las cosas, otro punto de vista...

Cavilando sobre esto y aquello la chica llegó a una zona que le sonaba. Se trataba del lugar donde fue atacada por aquel extraño individuo trajeado. En su mente todavía figuraba como un mal sueño, uno muy real.
Desde aquello, más de una vez se había sentido insegura al estar sola, como si de nuevo alguien fuese a perseguirla.
“Qué tontería...”, pensaba mientras movía la cabeza de un lado para otro, “...no debería estar asustada de algo así.”
Intentando borrar de su mente ese tipo de pensamientos se alejó de allí...

Al día siguiente, como tantas otras veces, Reima se sentó junto a las chicas.
 -Hola, ¿qué hay?
 -Hioni-sensei...
 -¿?
-Verá, ¿por qué es que nos está siguiendo a todas partes? –preguntó Eri, directa al grano.
-¿Mm? Ya os lo dije. Es más divertido almorzar junto a alguien y es importante el acercamiento entre el profesor y el alumno.
-Entiendo que sea importante el acercamiento al alumno y el profesor pero es raro que siendo tantos alumnos en clase nos sigas sólo a nosotras –indica Shiina frunciendo el ceño.
-Ah... –de repente Reima se queda algo sorprendido-. Eh, bueno...esto...quizás...puede que...tengas razón...esto...si me disculpáis...
Dicho esto el profesor se levantó de la mesa y desapareció tras la salida de la clase.
-¿Cómo se supone que debemos interpretar eso? –preguntó Luka extrañada.
-Ni idea, quizás se ha dado cuenta de la situación... –contestó Shiina.
Eri se quedó observando durante unos instantes cómo se marchaba.

Las clases continuaron aquel día sin que sucediese nada destacado. La reacción del profesor había sido extraña, dejando un poco confusa a la demonio. ¿Sería simplemente que había entendido la incomodidad que sentían las chicas?
Cuando sonó la sirena los alumnos se levantaron de sus pupitres y recogieron sus libros y apuntes dispuestos a volver a sus casas.
-Te estamos esperando, Eri –comentó Luka.
-Ah, no hace falta que lo hagáis, tengo que ir a la biblioteca a mirar unas cosas. Ya nos vemos mañana.
-Bien. Como veas. Hasta mañana.

La joven se dirigió a la biblioteca del instituto. Ésta no destacaba demasiado en tamaño pero, pese a ello, la información que recogía era bastante rica, aunque gran parte estaba en formato digital.
Al entrar a la sala se encontró con Reima, quien estaba frente a uno de los ordenadores.
-¿Hioni-sensei?
El chico se asustó al escuchar la voz de ella, cayéndose de la silla y golpeándose fuertemente con la cabeza en el suelo.
-¡Hioni-sensei! –exclamó Eri situándose junto a él- ¿E-está bien?
-Ah, s-sí, no te preocupes. A propósito, ¿qué haces aquí?
-He venido para buscar cierta información sobre una de las clases de hoy, quería tomar algo de apuntes extra.
-Ah, jajaja, ya veo...eres una buena estudiante...
Reima se incorporó, levantando la silla y volviendo a sentarse en ella.
-¿Y usted, sensei?
-¿Eh? Sólo estaba buscando un poco de información sobre algunos hechos históricos de hace varios siglos. Nada importante. De hecho estaba por irme –comentó mientras cerraba lo que estaba en pantalla-. Procura no quedarte hasta muy tarde. Es peligroso vagar sola de noche.
-¿Eh? C-claro. Gracias por el consejo.
-No hay de qué. Nos vemos mañana.
-Hasta mañana.
Una vez se hubo marchado la chica se sentó frente al mismo ordenador que había utilizado él. Buscando en los archivos digitales de la biblioteca se dispuso a seleccionar aquello a lo que había venido, si embargo sus dedos se detuvieron antes de hacer clic.
Movida por una imperiosa curiosidad, Eri decidió mirar el historial de búsqueda, de manera que apareció ante ella una lista en la que se encontraba los archivos abiertos por anteriores usuarios, dándole al primero que había anterior a su búsqueda.
-N-no debería estar haciendo esto... – se dijo a sí misma.
Al abrirse vio un artículo en cuyo título se podía leer: “La maldición de un ángel”.
-¿La maldición de un ángel?
Al leerlo más detalladamente se dio cuenta de que en él se hablaba sobre la existencia de diversos tipos de maldiciones provocadas por diversas criaturas, entre ellas algunas como los demonios o los llamados ángeles.
-Ángeles...
De pequeña sus padres le dijeron que hace mucho tiempo habían existido unos seres llamados así. Se supone que se consideraban seres neutrales ante la batalla entre la Inquisición y los demonios. Este estatus les daba libertad de opinión y decisión sobre aquello que consideraban más justo, por lo que algunos se ponían de parte de un bando, otros del contrario, incluso los había que simplemente estaban en contra de la guerra e intentaban actuar como mediadores.
Sin embargo, parece ser que algo ocurrió con ellos, pues un día terminaron desapareciendo. Nadie supo el por qué.

Eri continuó leyendo. En el texto se hablaba de estas maldiciones como una manera de traspasar poderes a la persona que era maldecida, pero, como es común en este tipo de cosas, provocaba efectos secundarios en aquellos que eran maldecidos.
-No sabía que algo así pudiese ocurrir...me pregunto, ¿por qué Hioni-sensei estaba leyendo esto?
En el artículo también se nombraba a los demonios. Se les tachaba de seres crueles y despiadados que atacaban a los seres humanos, considerados inferiores y, para algunos, alimento. No hacía falta decir que todo aquello se publicaba desde un punto de vista espiritual y en referencia a varias leyendas.

Eri puso una expresión de descontento. No estaba orgullosa del pasado de los demonios. No llegaba a entender por qué atacaron a la especie humana y llegaron a provocar su propia decadencia.
Tras la lectura, la chica llevó una de sus manos hasta uno de sus cuernos, acariciándolo suavemente. ¿Por qué “Darkblade” impuso la paz entre la Inquisición y los demonios? ¿Realmente aquellos demonios lo merecían?
La joven movió la cabeza de un lado para otro para intentar despejarse. Probablemente, incluso su especie necesitaba otra oportunidad, al fin y al cabo no todos lo demonios eran malos. De repente la imagen de una espada ensangrentada le vino a la mente, provocando que se llevara una mano a la cabeza.
“¿Qué ha sido eso?”, se preguntó a si misma. Había sido un breve dolor, pero muy intenso.
Confusa por la imagen que acababa de aparecer en su mente y el dolor de cabeza momentáneo, observó el reloj de la biblioteca.
-¡Ah! ¡Es más tarde de lo que pensaba! ¡Será mejor que acabe lo que había venido a hacer y me marche de aquí!

Tras terminar su trabajo la chica abandona la biblioteca. El cielo ya estaba oscurecido.
-Maldita sea... –murmuró para sí misma – Esto no me gusta...
Saliendo por la puerta externa de entrada al instituto, la chica continuó calle abajo en dirección a su casa.
Puesto que no quería pasar por el lugar de su sueño, decidió dar un rodeo. Incluso así, tenía un mal presentimiento.
-Es la misma sensación que tuve en el sueño...alguien me está observando...
Asustada miró a su alrededor pero no divisó nada poco frecuente, mucho menos algo parecido a aquel individuo trajeado.
“Sólo es mi imaginación, sólo es mi imaginación...”, pensó mientras continuaba caminando.
Fue entonces cuando escuchó un extraño ruido detrás de ella. Al girar su cabeza en dirección al foco descubrió algo que la horrorizó. Una especie de líquido viscoso y de color negro comenzaba a amontonarse. El líquido no parecía proceder de algún lugar en concreto, simplemente se encontraba ahí en medio y no dejaba de salir.

Sin pensárselo dos veces, la chica comenzó a correr en dirección contraria, pero se topó contra algo que impidió su paso. Echándose atrás descubrió que se trataba de aquel individuo trajeado que la había perseguido en su sueño, sólo que esta vez venía acompañado de otros tipos completamente iguales a él.

Aquellos personajes comenzaron a avanzar pausadamente hacia ella. Centrándose en lo que tenía delante, cometió el error de no fijarse en el líquido negro, el cual, como si de una cuerda se tratase, se enganchó a la pierna de la joven, provocando que cayese al suelo.
-¡¿Qué diablos es esto?! –exclamó la chica sintiendo como aquel líquido amordazaba su cuerpo e impedía que pudiese hacer cualquier movimiento.
-No te preocupes, chica demonio, pronto acabaremos.
Los individuos levantaron sus manos en dirección a ella, las cuales comenzaron a brillar.
-¡Cómo si fuese a dejaros!
La voz de alguien se escuchó desde arriba. Aterrizando a gran velocidad sobre aquellos tipos, una figura cortó con su espada a la mayor parte de ellos.
Eri se cubrió los ojos debido al viento que acababa de levantar la entrada en escena del joven.
-Tú...
-Deberías tener más cuidado, menos mal que me he asegurado de vigilarte.
¿Vigilarla? ¿Qué quería decir con eso? Se preguntaba Eri mientras le venía a la mente la imagen de un acosador.
Aquel chico tenía la misma quemadura en la mejilla izquierda que ya vio la primera vez que se encontró con él. Exceptuando eso, era físicamente igual a su profesor de historia.
-¿Q-qué es lo que pasa? –fue la primera pregunta que se le vino a la mente a la chica.
-Una fiesta, ¿a ti qué te parece?
Desde luego no parecía igual de agradable...
El chico alzó la espada y esta quedó envuelta en llamas. Tras esto apuntó con ella en dirección a Eri.
-¡Espera! ¡¿Qué estás haciendo?!
-No te preocupes, no te dolerá.
Al bajar su espada, una línea de fuego se extendió por toda la calle partiendo desde la punta del arma. Ésta atravesó a la joven sin dañarla, disipando el líquido negro y liberándola de sus ataduras.
-Oh...
-No está mal, ¿eh?
Aún quedaban más de aquellos tipos de traje blanco por lo que el chico se encaró hacia ellos poniendo su espada por delante.
-¿Y bien? ¿Quién quiere morir el primero?
Sus contrincantes, haciendo caso omiso de las provocaciones, levantaros sus brazos y dispararon a partir de sus halos lo que parecían unas extrañas esferas del mismo color que cubría prácticamente todo su cuerpo.
El espadachín las esquivó sin dificultad y se situó detrás de ellos.
-Acabemos de una vez.
Volviendo a alzar la espada, que todavía seguía envuelta en llamas, la clavó en el cemento que cubría el suelo.
-Rest in peace.
Con estas palabras un remolino de fuego se alzó bajo los pies de sus adversarios, elevándose hacia el cielo y provocando su incineración.

Después de haber acabado con ellos el chico realizó un movimiento rápido con su arma, lo que provocó que se apagase la llama que la cubría. Al mismo tiempo también se apagaron las llamas que cubrían a Eri.
-¿Estás bien? – preguntó el chico mientras le tendía la mano.
-Creo que sí...
-Me alegra el haber llegado a tiempo.
-Tú... ¿por qué estás aquí?
-Ya te lo dije la primera vez. Yo me encargo de defender a los de tu especie. Mi nombre es Hioni Reima, encantado.