miércoles, 27 de marzo de 2013

Gaia Project: Capítulo 4

Emprendiendo el vuelo, Jaryl se lanzó contra Kareth, quien esquivó el primer ataque agachándose.

-¡Eh! ¡No vale! ¡Tienes ventaja aérea! –se quejó el joven guerrero.

-¡Las alas son parte de mi cuerpo, así que puedo usarlas sin infringir las reglas! –respondió Jaryl.

-¡Maldita sea!

 

Girando en el aire, el nómada volvió a lanzarse mediante un ataque en picado, el cual, pese a ser detenido por las espadas de su adversario, logró que saliese despedido por la potencia del golpe, rodando varios metros por el suelo.

-¡¿Por qué no usaste tus alas contra aquel monstruo de la otra vez?! –preguntó Kareth.

-¡Eso dejaré que lo descubras por ti mismo! –contestó Jaryl, poco antes de iniciar una tercera acometida, esta vez, aminorando la velocidad, y realizando varios cortes con sus espadas.

 

Defendiéndose de él, cada vez que Kareth intentaba contraatacar, era esquivado por Jaryl, quien apoyaba ligeramente los pies en el suelo y lo esquivaba impulsándose con sus alas, ejerciendo otra vez presión contra su rival.

 

“Qué raro”, pensó el guerrero de Yohei Gakko mientras continuaba defendiéndose, “Quizás sea mi imaginación, pero tengo la sensación de que ha aumentado la intensidad de sus ataques. Es la misma reacción que esperaría de alguien que está acorralado.”

 

Entonces, durante el intercambio de golpes, finalmente los brazos del guerrero cedieron, quedándose a merced del nómada.

-¡Maldición! –exclamó Kareth, apretando los dientes, pues una patada logró desarmarle de una de sus espadas, que acabó clavándose en tierra. Sin perder la oportunidad, Jaryl volvió a elevarse, disponiéndose a realizar un nuevo ataque frontal.

 

“No me deja ni respirar”, pensó hasta una bombilla se iluminó en su mente, “Un momento, no usó sus alas contra aquel monstruo pese a que le podrían haber ayudado. ¿Es posible que, en realidad, no hubiese sido así?”.

 

Mientras seguía meditando, su rival había vuelto a posicionarse frente a él, acosándole a corta distancia e impidiendo un contraataque certero por su parte.

 

“Si mi suposición es correcta, necesito ganar tiempo. Y tan sólo se me ocurre una manera para protegerme en estos casos”, se dijo mentalmente.

 

Entonces, aprovechando el poco tiempo que le daba el nómada, en lugar de contraatacar, Kareth optó por golpear el suelo lo más fuertemente posible, levantando un bloque de tierra lo suficientemente grande como para permitirle distanciarse de él.

Jaryl, por su parte, huyó hacia el cielo, esta vez, más alto que las anteriores.

-¡Con el próximo golpe, pienso acabar contigo! –declaró Jaryl.

-¡Vamos! –provocó Kareth, diciéndose a sí mismo que debía aguantar ese golpe como fuese.

 

Sin hacerse esperar un instante más, el cazador comenzó su caída, girando sobre sí mismo para ganar más velocidad. Kareth, por otro lado, levantó el puño lo más alto que pudo, golpeando el suelo con todas sus fuerzas y levantando otro bloque de roca y tierra, esa vez de mayor proporción comparado con el primero.

 

Cuando Jaryl chocó contra el bloque, éste fue destruido como si nada, impactando seguidamente contra el joven inmortal.

 

El ataque hizo que los pies del guerrero se levantasen del suelo, siendo arrastrado por el joven alado durante varios metros, hasta finalmente chocar contra una gran roca, levantándose como resultado una gran nube de arena que les cubrió por completo.

 

Sin saber muy bien lo que había sucedido, Jaryl escapó de allí haciendo uso de sus alas, observando desde arriba el escenario y esperando a que la niebla que había formado la arena se disipase. En ese instante, sorprendiéndole, otra figura apareció de entre aquel cúmulo de partículas, consiguiendo agarrarse a su tobillo con una mano.

-¡He ganado! –dijo Kareth, quien esbozó una sonrisa, cubierto de tierra como estaba, y se agarró con la otra a una de las alas de su contrincante, impidiéndole seguir manteniéndose en el aire y cayendo a tierra con el cuerpo del guerrero de Yohei Gakko encima de él.

 

Aprovechándose de su estado tras la caída, el joven inmortal le quitó las dos armas sin dificultad, logrando el objetivo del combate.

-Ugh... –se quejó Jaryl, de cara contra el suelo.

-Se acabó –dijo Kareth, quitándose la tierra de encima.

-Al final, has conseguido pillarme.

-Parece que no me equivocaba. No puedes hacer uso de esas alas durante mucho tiempo, ¿verdad? De hecho, probablemente te supongan un gran esfuerzo –indicó el guerrero-. Noté que habías aumentado la velocidad e intensidad de tus ataques, como si quisieses terminar rápido el combate. Al principio, pensé que simplemente estabas sacando todo su potencial, pero entonces me acordé de que no la habías usado durante la batalla contra aquella bestia, por lo que me decanté por la posibilidad de que fuese tu último recurso. Así que me defendí como pude de ese último ataque y aproveché que estabas a baja altura, por el cansancio, para atraparte.

-Nada mal –le halagó el cazador.

-Eso debería decirlo yo. Si no hubiese levantado el bloque de tierra, habría perdido -afirmó Kareth, mientras enseñaba la espada que le quedaba, en cuyo filo podía observarse una parte mellada, a punto de romperse-. Además, si mi cuerpo fuese el de una persona normal, habría quedado una masa de huesos rotos. Así que, buen trabajo.

-Me alegra que me digas eso, pero creo que aún me queda mucho por entrenar.

-De momento, descansa un poco –le sugirió Kareth, mientras observaba cómo Ivel se acercaba a ellos.

-Habéis pasado la prueba –declaró.

-¿Y Sarah? –preguntó el guerrero, extrañado.

-Ella terminó antes que tú –respondió, señalando con la cabeza la zona donde habían combatido Sarah y Will, en la que se podía ver el cuerpo de este último en el suelo y, sentado cerca de él, la joven.

-Ha conseguido desarmarlo de un golpe –explicó Ivel.

-¿De un golpe? –se sorprendieron Jaryl y Kareth.

-Sí –contestó la chica pelirroja mientras recordaba lo sucedido.

 

Will intentó mantenerse lo más alerta posible a cualquier movimiento que pudiese realizar Sarah, pues la expresión de ella no le había generado muy buena sensación.

 

Por su parte, Sarah estaba mucho más calmada.

-¿Sabes? Antes solía ser guardaespaldas de la persona que me crió y educó. Para mí, protegerle era lo que más me importaba. Pero, cuando más lo necesitaba, yo... fracasé... –dijo ella, mostrando arrepentimiento en sus ojos y confundiendo al nómada, quien no entendía por qué le contaba aquello.

-No puedo permitirme perder aquí. Así que, el próximo golpe, será el último –indicó mientras adoptaba una pose en la que situaba su arma apuntando al cazador, y el brazo restante escondido tras su espalda, cerrando los ojos.

 

Will esperó a que hiciese algún movimiento, pero, viendo que continuaba quieta en el mismo punto, decidió ser él quien tomase la iniciativa y extendió su arma en un nuevo ataque a distancia. No obstante y para su sorpresa, éste fue desviado por la joven, volviendo acto seguido a la misma posición.

 

Con un movimiento horizontal de su arma, el nómada continuó su ataque, pero éste también fue evitado sin ninguna dificultad. Entonces, decidido a seguir utilizando las mismas técnicas de antes, situó el filo de su espada hacia atrás y se impulsó hacia delante, buscando realizar un tajo frontal con ambas espadas. Para su desgracia, Sarah cruzó ambas piernas en un movimiento lateral con el que le esquivó, deteniendo el posterior giro de sus espadas, con el que encadenó su acometida, utilizando la única de la que disponía.

 

Al ver que había fallado, Will se alejó hasta encontrarse fuera de su alcance. Mientras tanto, ella seguía en la misma posición que al principio, sin aparente pretensión de atacar o incluso contraatacar.

-Preocupante –murmuró el cazador.

 

Si esa era su postura, lo mejor que se le ocurría era realizar una finta para después apuntar a su arma con el filo extensible. Si funcionaba, lograría desarmarla y ganar el combate.

 

Así pues, situó sus dos brazos detrás de su espalda, haciendo ver que cambiaba de mano las espadas, y efectuó el primer movimiento con la que carecía de gatillo, que se encontraba en la misma que antes.

 

En respuesta, Sarah realizó un ligero movimiento con sus pies, pensando que iba a utilizar la hoja extensible, pero, por el contrario, ésta vino de la otra mano en dirección a su espada.

 

En ese instante, como si ya lo hubiese visto venir, dio un paso atrás y esperó a que el filo de la espada de Will quedase a escasos centímetros de tomar contacto con el de la suya. Entonces, haciendo uso del brazo que había tenido todo ese tiempo tras su espalda, golpeó el arma del nómada con los dedos índice y corazón, de forma que la hoja se rompió en pedazos delante de la atónita mirada de su dueño, quien, poco después, vio cómo la que sujetaba con su otra mano también se deshacía en trocitos de metal inservibles.

-¿Qué ha pasado? –preguntó Will, sin entender cómo había podido ser derrotado de un solo golpe.

-Durante mi entrenamiento, me enseñaron a conocer el punto débil de las armas. Si eres capaz de golpear ahí, sea el objeto que sea, terminará destruyéndose por sí solo –explicó Sarah- No es una técnica fácil de aprender, mucho menos de perfeccionar. En este caso, he golpeado con fuerza el lugar indicado, y he utilizado tanto la propia espada como tu cuerpo para transmitir las ondas de choque generadas en ese punto a la otra espada. Para hacerlo, primero tenía que conocer muy bien dónde apuntar. Por eso, al principio, sólo me dediqué desviar tus ataques. A esta técnica la llamo “Sword Target”

 

De repente, Will sufrió un temblor por todo su cuerpo, cayendo de rodillas al suelo.

-También puedo hacer que las ondas afecten a tus músculos, por lo que tardarás un buen rato en poder levantarte –concluyó la chica mientras se acercaba a él y se sentaba a su lado-. La victoria es mía.

 

Habiendo ganado el combate, Kareth y Sarah se reunieron frente a Ivel, preparados para la siguiente prueba.

-Tengo que admitirlo. Habéis luchado como verdaderos guerreros. Aunque aún les queda mucho por aprender, los miembros de los cazadores son buenos en combate. Que los hayáis vencido, demuestra lo que valéis -les halagó Ivel.

-Gracias –contestó Kareth.

-Dicho esto, creo que podemos dar por finalizada la prueba. A partir de hoy, formaréis parte de los cazadores. Al menos, hasta que lleguemos a Genese –concluyó la nómada, dejándoles confusos.

-¿No dijiste que si conseguíamos vencer a los demás cazadores, nos enfrentaríamos a ti? –preguntó Kareth.

-Sí, pero, habiendo visto vuestra fuerza, no creo que podáis vencerme. Por no hablar de que no sería justo luchar contra vosotros en la condición en la que estáis –explicó Ivel.

-¿Incluso si es un dos contra uno? –preguntó Sarah, quien, desde el punto de vista de Kareth, era quien tenía más ganas de medir fuerzas con ella.

-Hagáis lo que hagáis, vais a perder contra mí. Es más, incluso puedo calcular el tiempo que va a durar cada uno.

-¿En serio? –se sorprendieron ambos, frunciendo el ceño.

-Por ejemplo, tú... –dijo señalando a Sarah- ...calculo que durarás más o menos unos diez segundos. En cuanto a ti... –esta vez, señaló a Kareth- ...probablemente no más de tres.

-¡¿Qué?! –gritó Kareth, incrédulo y visiblemente molesto.

-Eres muy hábil, pero tu técnica es peor que la de ella –comentó Ivel.

-Si eso crees, demuéstramelo en combate –propuso el chico, recibiendo una mirada y un resoplido de resignación por parte de la joven pelirroja.

-Como queráis. Sólo digo que he hecho los cálculos en base a que voy a ponerme seria desde el principio. Aun así, ¿todavía queréis intentarlo?

-¡Sí! –gritaron, sin ningún atisbo de duda.

-Muy bien –sentenció Ivel, encogiéndose de hombros.

 

Así pues, una vez hechas las preparaciones, la nómada tomo posición frente a Sarah y Kareth, agarrando su lanza con el tercer brazo a su espalda y situando las otras cuatro extremidades en el suelo, como si de un animal se tratase.

 

Sus contrincantes a quienes se les había restituido las espadas que les faltaban, así como, en el caso de Kareth, aquella que estaba dañada; se sorprendieron al verla.

-Intentaré no romper vuestras espadas.  No me gustaría quedarnos sin armas –comentó Ivel.

-Primero tendrás que vencernos –la desafió Kareth.

-Hagamos una cosa, si no consigo ganaros en el tiempo que he dicho, podéis pedirme lo que queráis y os aseguro que haré lo que esté en mi mano por cumplirlo. Siempre cuando entre dentro de mis posibilidades –aclaró la nómada.

-¿Una apuesta? –preguntó Sarah.

-¿No os interesa? –dijo Ivel, devolviendo la pregunta.

-¿Y qué pasa si perdemos?

-Mm... ¡Ya sé! Durante un día entero, tendréis que hacer las tareas domésticas de todo el campamento –declaró la nómada, sonriendo mientras levantaba el dedo índice.

-Me parece justo –comentó Kareth.

-¡Sí, hagámoslo! –apoyó Sarah, llevándose un levantamiento de ceja por parte de su compañero, quien la veía más emocionada con la situación desde que se había apostado.

-Tres segundos Kareth y diez Sarah –murmuró Ivel mientras su lanza giraba sobre su espalda- ¡Comencemos!

 

Habiéndose dado el inicio del combate, Kareth se adelantó, pero, cuando quiso darse cuenta, Ivel ya había desaparecido de su vista. Instantes después, estaba justo frente a él, desde donde, sin darle tiempo a reaccionar, le atacó con su lanza justo en dirección al cuello, obligándole a interponer sus espadas y haciéndolas saltar por los aires.

-¡Uno menos! –exclamó Ivel, en un tono animado.

 

Instantes después, se desplazó, casi sin tocar el suelo, hacia donde estaba Sarah, quien, aunque logró esquivar el primer golpe sin dificultad, de poco le sirvió, ya que su contrincante cambió la trayectoria de su arma, en un ataque horizontal dirigido a su cintura.

-¡Chst! –se quejó la joven de pelo azul, que pese a protegerse del golpe, fue derribada por la fuerza de éste.

 

Una vez consiguió ponerse de pie, ya había perdido otra vez de vista a Ivel, quien apareció justo encima de ella, cayendo en picado con su lanza, la cual esquivó por los pelos, quedando clavada en tierra, a escasos centímetros de la joven, y levantando una gran nube de arena en el proceso.

-¡Cuidado! –le advirtió Kareth.

 

Sin embargo, antes de acertar a saber a qué se refería, la lanza de la cazadora apareció de entre la nube de de partículas, golpeando las espadas de Sarah y  arrebatándoselas de las manos.

 

Así pues, fueron derrotados tal y como había predicho la cazadora.

-Os lo avisé –dijo Ivel, ahora sobre sus dos pies, espolsándose la tierra de su ropa-. Será mejor que descanséis un poco. Vais a tener mucho trabajo –declaró orgullosa, tras lo que se marchó, dejándolos humillados y en silencio.

 

-La hemos subestimado, ¿eh? Es cierto que no estamos en nuestro mejor momento, pero aun así, dudo que el resultado hubiese sido muy diferente –dijo Kareth.

 

Ambos estaban en el interior de la tienda habilitada para los heridos. Junto a ellos, el resto de cazadores también se recuperaban del combate.

-No os sintáis mal por ello –les dijo Jaryl, acercándose y sentándose junto a ellos-. Ella ha entrenado con mucha más intensidad que todos nosotros juntos. Probablemente, con el objetivo protegerlos a todos, se ha estado esforzando al máximo –tras esto, hizo una pequeña pausa y cambió de tema- Ese lugar del que procedéis, Yohei Gakko, debía de ser un buen sitio para entrenar, visto lo fuertes que sois vosotros.

-Era... –empezó a hablar Kareth, meditando su respuesta- ...un lugar peculiar.

-Peculiar, ¿eh? –dijo Jaryl, sonriendo- En fin, voy a ver a Will. Nos vemos luego.

-Claro -contestó Kareth.

-¡Y dile que se recupere pronto! –añadió Sarah, a lo que el nómada asintió mientras se marchaba. Tras esto, Kareth pudo observar el cambio de expresión en Sarah, como si estuviese distraída con sus pensamientos.

 

Aquella noche, en mitad del campamento, una figura se sentó junto a otra alrededor del fuego.

-Hola –saludó Kareth a la joven peliazul.

-Hola... –respondió ella, devolviéndole el saludo casi sin prestarle atención.

-¿Estás bien?

-Sí, es sólo que... me siento un poco frustrada. Es como si no me hubiera dado tiempo a dar lo mejor de mí misma –explicó ella.

-Dímelo a mí. Doy un solo paso y ¡bang! Ya estoy fuera. Nos ha dejado para el arrastre.

-Esa chica. Me pregunto cómo se habrá hecho tan fuerte.

-Míralo por este lado. A partir de ahora formaremos parte de los cazadores. Bueno, hasta que lleguemos a Genese. Pero durante ese tiempo quizás podamos aprender algo de ella.

-Sí, supongo –contestó Sarah, sonriendo un poco- ¡Mírate ahora! Dándome ánimos otra vez después de lo decaído que estabas.

-¿Te refieres a lo que ocurrió en Yohei Gakko? La verdad es que sigo pensando en ello, pero no puedo quedarme estancado ahí. No puedo permitírmelo. Y mientras tenga fuerza de voluntad, seguiré adelante y aprenderé de mis errores. Creo que ese el primer paso para hacerme más fuerte –dijo el chico, mirando al fuego, a la vez que su compañera asentía, corroborando sus palabras.

-La próxima vez que luche contra ella, pienso ganar –declaró Sarah.

-Jajaja. Me preocupa un poco esa competividad tuya –dijo Kareth.

-Hay personas que se hacen más fuertes al competir. Les hace superarse –replicó Sarah.

-Ya, ya. Sólo espero que no... se te vaya de las manos –intentó aclarar su compañero.

-¡Oye! ¡No soy ningún tipo de obsesa por la victoria! ¡Además, a todo el mundo le gusta ganar! –le reprochó, molesta

-Vale, vale. Lo siento –dijo él, levantando las manos en señal de paz y dejando escapar un leve suspiro.

-En fin, será mejor que nos acostemos. Mañana nos tocará cumplir nuestra parte de la apuesta –dijo Sarah.

-Ugh... –se quejó Kareth.

-Lo prometimos, Kar. Tenemos que cumplir con nuestra palabra.

-¿Por qué no rechazaría la apuesta? –se preguntó a sí mismo, mientras se levantaba, apagaba el fuego, y cada uno se iba a su respectiva tienda.

 

Por otro lado, en un área subterránea no excesivamente alejada del campamento nómada, un hombre dormía en el interior de una celda cuyos barrotes estaban hechos de un material muy duro, habiendo sido reforzada mediante un doble vallado.

 

Como si hubiese escuchado un ruido de fuera, se levantó y se quedó quieto, mirando la nada. Después, esbozó una sonrisa, acariciando un pequeño anillo con una pluma incrustada.

-Parece que las cosas van a ponerse interesantes.

domingo, 17 de marzo de 2013

Gaia Project: Capítulo 3

-¿A qué te refieres exactamente? –preguntó Kareth.

-No es frecuente encontrar a dos jóvenes inconscientes en el interior de un vehículo desconocido –se explicó Argo.

-Ya. En eso tengo que darte la razón –respondió Kareth.

-¿Y bien? –continuó el hombre, haciendo señas para que procediesen a contar su situación.

 

Kareth miró a Sarah, quien hizo un gesto de afirmación con la cabeza, mostrándose de acuerdo en relatarles lo sucedido. Así pues, intentó hacerlo de manera resumida y ahorrando algunos detalles.

-Tanto mi compañera como yo venimos de un lugar llamado Yohei Gakko. Es como una academia para formar guerreros –aclaró-. Allí, pasaron algunas cosas que la llevaron a ser acusada falsamente de asesinato, por lo que otros compañeros y yo decidimos ayudarla a escapar. Por desgracia, cuando pensábamos que lo conseguiríamos, apareció... –en ese momento, el joven calló, generando confusión entre sus oyentes. La imagen de Unum asesinando a sus amigos había regresado a su cabeza, perdiendo el habla durante unos instantes.

-Kar... –murmuró Sarah, apoyando una mano sobre su hombro para tranquilizarlo.

-Ah, l-lo siento –dijo finalmente, aclarando un poco la garganta antes de continuar-. Apareció ante nosotros alguien que... mató a mis amigos... Ellos se sacrificaron para que consiguiésemos escapar. No estamos seguros, pero seguramente, al forzar la nave de evacuación, no se pudo calcular bien el aterrizaje y quedamos inconscientes al chocarnos contra tierra –sentenció el chico, provocando el silencio en aquella tienda- Puede que no os creáis nuestra historia, pero es la verdad.

 

Al terminar, Argo cerró su ojo sano durante unos segundos, meditando qué responder.

-Os creo –dijo, volviendo a abrirlo y mirándolos fijamente-. No parece que hayáis mentido, aunque tengo la sensación de que tampoco nos lo habéis contando todo.

“Así que sabe que he ocultado información”, pensó Kareth.

-Tengo bastante experiencia en tratar con la gente, y sé decir si alguien miente o no según los gestos de su cara y cuerpo. Entenderéis que el hecho de que estéis con nosotros nos pone en una situación complicada. Al fin y al cabo, aunque ella fuese acusada falsamente, si no se demostró, la considerarán una criminal a la fuga, y tú, su cómplice.

-Lo sé –dijo Kareth.

-Por suerte para vosotros, no somos del tipo de personas que dejan a alguien en la estacada. Actualmente, nos dirigimos a Genese.

-¡¿Genese?! –se sorprendió Sarah.

-¿La conoces? –preguntó Argo

-Claro. Es la ciudad donde Emil Greenard descubrió el Radiar. Es donde comenzó todo –explicó la chica.

-Exacto. Se ha convertido en un lugar de comercio y trueque en mitad de los yermos, por lo que para nosotros supone un punto esencial donde abastecernos de provisiones y otros materiales más difíciles de obtener. Si queréis, podemos llevaros hasta allí –propuso Argo.

-Sería muy amable por vuestra parte –agradeció Sarah.

-Decidido entonces. Por ahora, os quedaréis con nosotros. Y una vez en Genese, cada uno irá por su lado. Si os soy sincero, preferiríamos tener que ver lo menos posible con vosotros.

-Es lo más razonable.

-Pues ya está –sentenció Argo, abriendo sus manos con un gesto una sonrisa cordiales- Podéis marcharos.

 

Tras terminar la conversación, volvieron a la tienda en la que dormía Kareth, acompañados de nuevo por Jaryl y Will.

-¿Qué tenéis pensado hacer una vez nos separemos? –preguntó Jaryl con curiosidad.

-Todavía es un poco pronto para decidirlo. Lo mejor será que mantengamos un perfil discreto mientras vivamos con vosotros. Así no causaremos problemas –contestó Kareth-. Para empezar, nos gustaría ayudaros de alguna forma. Ya sabes, nos dais cobijo y transporte, qué menos que aportar algo de mano de obra –Sarah asintió, mostrándose de acuerdo con el joven- Será también una buena manera de pasar desapercibidos como dos miembros más de vuestra sociedad.

-Mm... sí... parece lógico, pero no sé en qué podríais ayudar –dijo Jaryl, pensativo.

-Bueno, tanto ella como yo somos buenos peleando, así que creo que podríamos ayudar en la caza y en vuestra seguridad –sugirió el joven.

-¿Estáis seguros? Ya sabéis cómo es Ivel –avisó el nómada, a lo que Sarah y Kareth se miraron

-Tranquilo, nos irá bien –contestaron al unísono.

 

-¿Dicen que quieren ser cazadores? –preguntó Ivel, frunciendo el ceño como si acabase de escuchar una locura.

-Bueno... sí, ¿no es así, Will? –preguntó Jaryl, apoyándose en su compañero para reforzar su afirmación

-Sí –contestó Will, secamente.

-¿Lo ves?

 

Ivel, quien en ese momento estaba entrenando al resto de cazadores, miró en dirección a Sarah y Kareth.

-Je. En ese caso, me gustaría comprobar de lo que son capaces –dijo mientras esbozaba una sonrisa pícara. Entonces, se acercó a los dos aspirantes- Ya que parecéis bastante confiados, haremos una cosa. Tendréis que enfrentaros vosotros solos al resto de cazadores, incluidos Jaryl y Will, y desarmarlos. En el hipotético caso de que consiguieseis hacerlo, os enfrentaréis a mí.

-¿Dos contra nueve? ¿No es eso un poco injusto? –preguntó Sarah.

-Si no podéis con esto, dudo mucho que seáis dignos de llamaros “guerreros” –se burló la nómada.

 

Al escucharla, la chica de pelo azul la fulminó con la mirada, molesta

-Kar –dijo, dejando a su compañero sorprendido por su cambio de carácter- Vamos a demostrarle a ésta lo que es un guerrero de verdad.

-¿Sarah? –se asustó Kareth, dando un paso atrás.

-Me gusta esa actitud, pero será mejor que la guardes para después –contraatacó Ivel.

-Desde luego que lo haré.

 

Por alguna razón, entre ambas se acababa de formar una especie de rivalidad.

-Creo que es la primera vez que la veo así –murmuró Kareth para sí mismo, refiriéndose a su compañera.

 

No pasó mucho tiempo hasta que Jaryl, liderando a los nueves cazadores, les llevó a un lugar apartado donde pudiesen realizar la prueba. Ivel, un poco más alejada de allí, hacía arbitraba el encuentro.

-¡Las reglas son simples! ¡Debéis desarmar al contrario utilizando únicamente vuestras habilidades físicas y las espadas de las que disponéis –explicó, refiriéndose a las armas utilizadas por los cazadores-, por lo que está prohibido usar el rifle! ¡Por supuesto, quien haga trampas será descalificado, ateniéndose a las consecuencias! –dijo mientras se crujía los nudillos, lo que aclaró perfectamente sus intenciones-. ¡No es un “todos contra todos”, así que el trabajo en equipo será importante! ¡Tenedlo muy presente!

 

Pese a que aquel combate estaba hecho para probar sus habilidades, Kareth se dio cuenta de que la chica lo estaba aprovechando para entrenar a los suyos.

-¡Si lo habéis entendido, empezad!

 

Nada más darse el comienzo, ninguno de los dos bandos se atrevió a tomar la iniciativa. Kareth podía ver la clara desventaja en la que se encontraban, por no hablar de que ya había observado lo bien que los cazadores trabajaban en equipo. Aun así, también sabía que podía confiar en la habilidad de Sarah.

-¡Formación en círculo! –exclamó Jaryl, dando el primer paso a la vez que sus compañeros rodeaban a los dos guerreros de Yohei Gakko, bloqueando cualquier vía de escape.

-Empezamos fuerte –murmuró Kareth, con una media sonrisa.

 

Espalda contra espalda, ambos encararon a sus adversarios.

-Quieren reducir nuestra movilidad desde el principio –comentó Sarah.

-En ese caso, nosotros también tendremos que ponernos serios –respondió Kareth.

-¿Tienes un plan?

-Sí, atacar de frente, cada uno por su lado –propuso el joven.

-No lo has meditado mucho, ¿verdad? –replicó ella.

-Puede, pero ahora mismo es lo mejor que tenemos. ¿O prefieres quedarte aquí mientras esperas a que nos den una paliza?

-¡¿Estás loco?! ¡Antes muerta que darle ese placer a Ivel! –dijo Sarah, claramente enfadada.

-Debo decir que nunca había visto esta parte de ti –indicó Kareth.

-Tampoco es que me conozcas desde hace mucho. Es sólo que no me gusta perder. Mucho menos después de lo que pasó en Yohei Gakko –aclaró con tono serio.

-Sí. En eso estoy de acuerdo.

-¿Y bien?

-¡A mi señal!

 

Manteniéndose alerta, los cazadores avanzaron cautelosamente, siempre con sus espadas al frente.

-¡Ahora! –exclamó Kareth, quien adoptó una posición más aerodinámica para emprender carrera, echando hacia delante la mitad superior de su cuerpo.

 

Cada uno corrió en dirección contraria, yendo de frente a por los nómadas. Entonces, justo cuando éstos les atacaron, realizaron una voltereta a ras del suelo, esquivando la acometida, para, acto seguido, hincar la hoja de una de sus espadas en el suelo y apretar el gatillo que llevaba incorporado.

 

El resultado final fue que ambos salieron despedidos hacia arriba, llevándose cada uno por delante a un nómada, quienes fueron desarmados al recibir una fuerte patada en el esternón.

 

Aterrizando fuera del perímetro formado por los cazadores, devolvieron la hoja de la espada a su tamaño normal.

-Dos menos. Nada mal –dijo el joven inmortal, sonriente.

-Esta espada es más fácil de manejar de lo que pensaba –comentó Sarah para sí misma.

-¡Preparaos! ¡Ahora somos nosotros quienes os han rodeado! O eso me gustaría decir, pero, siendo sólo dos, no imponemos mucho –bromeó Kareth.

 

Decididos a no dar tregua a los dos guerreros, cuatro de los nómadas restantes se coordinaron en un ataque dirigido a Kareth, quien se defendió como pudo, deteniendo algunos de los filos y esquivando otros por los pelos.

-¡¿Cuatro contra uno?! ¡¿Por qué sólo a por mí?! ¡¿Es que queréis matarme?! –se quejó el chico.

 

Pese a mantenerlos a raya, los cuatro combinaban muy bien ataques. Si la situación seguía así, terminarían desarmándolo. Así pues, una vez encontró un hueco en sus defensas, se agachó y, girando sobre sí mismo, manos apoyadas en tierra, logró acertar con el talón en la barbilla de uno de ellos, utilizando el impulso del golpe para escapar con otra voltereta. Tras ponerse en pie, apretó de nuevo el gatillo de su espada, de forma que ésta se alargó hasta chocar contra el metal de otras dos, desarmando a su usuario.

 

Mientras tanto, Sarah ya se había deshecho de dos de los cazadores con facilidad, quedando sólo uno frente a ella.

-¡¿Qué estás haciendo, Kar?! ¡Estás tardando mucho! –se burló la chica.

-¡Céntrate! –replicó Kareth.

 

Will, el restante de los tres que había ido a por la chica, inició su ofensiva contra ella, quien no tuvo muchos problemas en esquivarle y golpearle en la nuca con el canto de la mano abierta, haciéndole perder el equilibrio y cayendo al suelo.

-No me considero alguien arrogante, pero con ese nivel no me llegas ni a la suela de los zapatos –dijo Sarah con frialdad.

 

Esto no desanimó al cazador, que se levantó y acometió de nuevo contra ella, siendo esquivado por segunda vez sin aparente esfuerzo.

-Ya te lo he dicho. Tendrás que probar de otra forma –le aconsejó la joven peliazul, mientras Will se disponía a intentarlo una tercera vez.

-Entendido. Cambio de técnica –respondió con indiferencia.

-¿Eh? –se sorprendió la chica, al ver cómo el nómada, en lugar de atacarla, se alejaba de ella- ¿Qué estás...?

 

Antes de que pudiese terminar la pregunta, Will apretó el gatillo de su espada, lanzando el filo hacia la chica, quien consiguió esquivarlo a escasos milímetro de que golpease su espada. Viendo una oportunidad, Sarah corrió hacia él con sus armas al frente. Sin embargo, con un rápido movimiento, el cazador recogió la hoja, situándola esta vez mirando en dirección contraria y volviendo a apretar el mecanismo, clavándola en una leve elevación del terreno y lanzándose el mismo hacia delante.

-¡Oh, no! –sorprendida por ello, Sarah no tuvo más remedio que apartarse, intentando buscar un hueco donde contraatacar. Por desgracia, Will ya había pensado en esa posibilidad, recogiendo el filo de su espada y girando sobre sí mismo en el aire, creando una suerte de peonza humana intocable.

 

Al poco de aterrizar, volvió a hacer uso de la hoja extensible para distanciarse de ella.

-¡Qué escurridizo! –se quejó la chica.

-No te daré tiempo –replicó Will

 

Repitiendo el mismo movimiento, Will continuó con su ofensiva.

-¡¿Otra vez?! –exclamó Sarah mientras lo esquivaba- Yo también puedo hacerlo, ¿sabes? –dijo, disponiéndose a apretar el gatillo de su espada para contraatacar.

 

Al ver esto, el nómada, desplazó la hoja de su espada, todavía estirada, horizontalmente, consiguiendo que a Sarah le fuese arrebatada de las manos una de sus armas.

-Así que pretendes huir y atacar a distancia todo el rato, ¿eh? Muy inteligente, pero bastante irritante –se enfadó la joven, cuya expresión había cambiado al ver que sólo le quedaba una espada, al tiempo que Will recogía el filo y se preparaba para otro ataque.

 

Mientras tanto, Kareth ya había acabado con parte del grupo al que se estaba enfrentando. Tan sólo quedaba Jaryl.

-Parece que sólo quedamos Will y yo –indicó el cazador, animadamente.

-Has sabido arreglártelas para que no te desarme –le halagó Kareth.

-¿Acaso esperabas que me dejase vencer tan fácilmente?

-Supongo que si Ivel ha puesto expectativas en ti no es por nada.

-¡Vas a ver de lo que soy capaz! ¡Prepárate! –gritó Jaryl, segundos antes de quitarse la capa que cubría su cuerpo.

 

En ese momento, Kareth pudo ver su aspecto. Se trataba de un chico joven, canoso, con algunos mechones color castaño, algo delgado pese a sus brazos tonificados y de postura un poco encorvada. Llevaba pantalones ligeramente arrugados, cubiertos de vendas en el área las espinillas. En cuanto al torso, iba al descubierto.

-Así que éste es tu verdadero yo –dijo Kareth.

-Casi. No todas las mutaciones son un inconveniente, ¿lo sabías? –respondió Jaryl mientras algo surgía de su espalda, sorprendiendo a Kareth, quien, a su vez, sintió cierta emoción, como cuando se ve una cosa por primera vez.

 

Allí estaban, dos pares de alas de mediana anchura y longitud, propias de un ave rapaz, reluciendo sus plumas color marrón y blanco.

-¡Ahora es mi turno! –exclamó el nómada.