jueves, 26 de enero de 2012

War College: Capítulo 13

A la mañana siguiente, todos se reunieron en el salón para discutir el siguiente movimiento.

-Por el momento, estaremos todos de acuerdo en que no podemos quedarnos aquí para siempre. No sabemos cuánto tardarán en descubrirnos -dijo Seigari.

-Cierto. Anoche tuve tiempo para pensar –comentó Kareth, recordando lo poco que había dormido-, y eso me sirvió para idear una manera de escapar.

-No pudiste dormir, ¿eh? -Remi sonrió maliciosamente.

-Cállate. Como decía, he encontrado una forma de salir de aquí.

-¿Cuál? -preguntó Sarah.

-En el centro de control de Yohei Gakko existe lo que llaman naves de evacuación. Se idearon para casos de alerta roja o peligro inminente, de manera que, sobre todo los civiles, pudiesen abandonar la ciudad mucho más rápidamente que con los vehículos convencionales. Con lo pocos que somos no habría problema en utilizar una.

-¿Pero cómo llegaremos hasta allí? La seguridad será muy alta -preguntó Remi.

-Gracias a Lethos me enteré de que existe un pasadizo que lleva directamente hasta allí. Por si alguna vez lo necesitaba para ayudarles a salvar civiles. Si lo utilizamos, evitaremos la mayor parte de la seguridad –explicó Kareth-. En cualquier caso, habrá que ir con cuidado, ya que probablemente, Lethos lo haya tenido. Dudo que podamos evitar la lucha.

-No te preocupes. Ya me lo imaginaba. –dijo Remi, levantando el brazo y enseñando bíceps.

-Otra cosa. -Kareth miró tanto a Seigari como a Nara-. Me gustaría que no nos acompañaseis.

-¡¿Qué?! –gritaron ambos al unísono.

-No quiero poneros en peligro, e incluso si han llegado a vernos entrar, podéis decir que os forzamos a escondernos. Además, ninguno de vosotros se ha inyectado Radiar. Siento decíroslo así pero, si nos acompañáis, sólo seréis una carga.

-Chico, puede que no sea la persona más cuidadosa, pero para esta misión necesitaréis toda la ayuda que podáis reunir. Incluso si no es de gente con poderes. –dijo Seigari.

-No creo que seáis de mucha ayuda –replicó Kareth.

-Entonces tendré que demostrarte lo contrario.

 

De repente, el hombre se desplazó hasta uno de los armarios y los abrió. Tras esto, quitó las cajas que había dentro, así como un tablón situado sobre uno de los laterales, de donde sacó un revólver.

-¿Un revólver? –preguntó Remi, sorprendido.

-No uno cualquiera. Éste lo he hecho yo mismo –contestó Seigari mientras lo observaba, sonriente.

-No sabía que tenías ese tipo de… aficiones –comentó Kareth, quien reaccionó igual que su amigo.

-Este viejo guarda muchos secretos –el hombre les guiñó un ojo-. Esta maravilla dispara cargas explosivas, por lo que una simple bala puede llevarse a 5 o 6 por en medio. Lo único malo es que no tiene mucha munición. ¿Sigues pensando que sólo voy a ser una carga? –sentenció, cargando el arma.

 

Kareth resopló, rascándose la cabeza.

-Admito que puede sernos útil un arma así, pero...

- Yo también voy –interrumpió Nara, decidida.

-¿Eh?

-He dicho que yo también voy.

-No. Ya me cuesta aceptar que venga Seigari, como para que también lo hagas tú.

-¡Quiero ayudaros! ¡Siempre sois vosotros los que me ayudáis a mí! ¡Es mi turno!

-¡Pero…!

-¡Kar, no quiero quedarme aquí sola sufriendo, si saber si todo saldrá bien! ¡Es posible que nunca vuelva a veros! ¡Si ese así, por lo menos quiero ayudaros!

El chico intentó responder, pero no le salieron las palabras.

-Déjala que venga, chico –dijo Seigari.

 

Nara le observaba con ojos desafiantes, dándole a entender que no se echaría atrás incluso si la obligaba por la fuerza.

-¡Maldita sea! Parece que no puedo contra vosotros –se quejó, rindiéndose ante su cabezonería- Pero no os alejéis de nosotros.

Al escucharle, la chica sonrió, asintiendo.

-No me perdonaría que te pasase algo –declaró Kareth.

-Confío en ti. Sólo quiero que tú hagas lo mismo.

Tras respirar hondo, el joven se levantó.

-Haced los preparativos. En diez minutos, os quiero a todos listos para partir. Vamos a salir de aquí, juntos.

 

Una vez listos, los cinco atravesaron el sótano y volvieron a la cafetería.

-Bien –antes de abrir la puerta, Kareth decidió dedicar unas palabras al grupo-. Esto va a ser una tarea muy difícil. Manteneos alerta y no hagáis nada de lo que podáis arrepentiros. Seigari y Nara, en cuanto lleguemos a la zona de evacuación, os ataremos con cuerdas para hacerles pensar que no tenéis nada que ver con todo esto, ¿estáis de acuerdo?

Los dos asintieron.

-Bien. Poneos las capas.

Tras hacer lo que les pidió. Salieron por la puerta y comenzaron a moverse entre las calles de Yohei Gakko.

 

Mientras tanto, Lethos ya se había posicionado junto a las naves de evacuación. Pensativo, no dejaba de darle vueltas a la idea de que Kareth, aquel que había considerado su amigo, y en cuyo sentido de la justicia confiaba, había decidido rebelarse por salvar a una asesina. ¿Por qué? ¿Por qué alguien como él?

-¿Ocurre algo?

Al oír una voz detrás de él, se giró rápidamente. Rokudo se dirigía hacia él con una sonrisa en la cara.

-Oh, no es nada. Sólo estoy, un poco sorprendido.

-Entiendo...

 

Indagando un poco más en su expresión, pudo ver la duda reflejada en los ojos del líder de Karma.

-No te preocupes, Lethos. Ese chico ha decidido por su cuenta meterse en asuntos que no le conciernen.

-Lo sé, pero aun así, todavía no consigo creérmelo.

-Todo ser humano cae en la oscuridad en algún momento de su vida.

-¿Señor? –se extrañó Lethos ante la frase de Rokudo. Su expresión, escondida entre las gafas de sol, le provocó un escalofrío. Es como si estuviese cabreado.

-Todo hombre es injusto en el fondo –continuó Rokudo- Es por eso que no debes dudar. Debemos defender la justicia y, para ello, debemos castigar a quienes incumplen las leyes.

 

Lethos bajó la cabeza y asintió.

-Sí, señor. No volveré a dudar.

-Bien.

-Por cierto, señor.

-¿Sí?

-¿Está seguro de que vendrán al centro de control?

-Por supuesto. Me imagino que necesitarán una vía de escape. Ya que estas naves son más rápidas que otros vehículos, es fácil saber que recurrirán a ellas. Los esperaremos aquí y entonces los capturaremos.

-Sí, señor.

-Ah, se me olvidaba decirte algo más.

-¿Eh?

-Es sobre Kareth. Vas a necesitar una pequeña ventaja para poder vencerle...

 

Por otro lado, el grupo de Kareth logró escabullirse entre los callejones sin llamar la atención. Finalmente, el chico se detuvo frente al edificio que correspondía al centro de control.

-Será mejor ir por arriba.

-Pero, nosotros no somos capaces de saltar a tanta altura –indicó Nara.

-Eso tiene fácil solución –contestó mientras la agarraba de la cintura.

-¡Uah!

 

Doblando las rodillas, se impulsó hasta llegar a la azotea del edificio.

-¡Vamos! –exclamó Remi tras coger a Seigari y hacer lo mismo. Vigilando la retaguardia, Sarah les siguió.

-¿Estamos todos? –preguntó Kareth, mirando a su alrededor.

La última en llegar hasta la azotea asintió.

-Continuemos.

Saltando entre azotea y azotea, aterrizaron en un edificio contiguo al centro de control. Desde allí, pudieron observar la seguridad que había cerca.

-Buff, tenías razón -susurró Seigari- Parece que nos esperaban.

-Me parece que tendremos que derrotar a unos cuantos para poder entrar. ¡Remi! –ordenó Kareth.

-¡En ello!

 

Había un pequeño grupo de miembros de Karma cubriendo una de las tres entradas que había. Parecían bastante capaces, y se mantenían atentos a cualquier movimiento que les pudiese parecer extraño. Sin embargo, fue demasiado tarde cuando se dieron cuenta de que uno de ellos había caído al suelo, inconsciente.

-¿Qué ocurre? –exclamaron algunos.

Instantes después, varios balazos penetraron en sus hombros y rodillas, dejándoles las extremidades inutilizadas.

 

Quedando únicamente dos de ellos en pie, un par de piernas aterrizaron sobre sus cráneos, terminando el trabajo.

-Buen trabajo –felicitó Kareth a su compañero.

-Como siempre –se chuleó Remi.

 

Golpeando una pequeña compuerta, el grupo entró en el edificio. Al principio, no fueron capaces de ver lo que tenían delante, ya que estaba todo muy oscuro, sin embargo, gracias a su visión mejorada, se acostumbraron fácilmente a ello, vislumbrando el pequeño pasillo que se extendía ante ellos.

 

Kareth y Remi iban delante, guiando a los demás, mientras que Seigari y Nara se situaban en mitad de la formación, cubiertos por Sarah en la retaguardia.

 

Cuando llegaron al final del pasadizo, Kareth hizo una señal para que se detuviesen. Había varios miembros de Karma custodiando la sala a la que acababan de llegar. Una cámara llena de servidores y discos duros donde probablemente se guardaban los registros y otros datos de los habitantes de Yohei Gakko. Por supuesto, también los de los estudiantes.

 

Desde la puerta, contaron unas ocho personas.

-No son muchos, así que creo que podremos deshacernos de ellos sin demasiados problemas. Detrás de uno de ellos se encuentra nuestro objetivo –dijo Kareth, señalando a uno de los miembros de Karma, quien estaba apostado sobre lo que parecía una simple pared, pero que en realidad se trataba de la entrada al pasadizo que tenían que utilizar- Por ahora, tendremos que romper la formación. Nara y Seigari, quiero que vayáis por esas escaleras.

 

Cerca de la entrada, había unas escaleras de metal que llevaban a una pasarela situada a media altura de la sala. Dicha pasarela continuaba paralela a la pared hasta terminar justo donde estaba el soldado frente a su objetivo.

-Nosotros nos encargaremos de distraerles. Vosotros abrid el pasadizo y esperad hasta que lleguemos.

-Entendido. Pero, ¿cómo se abre? –preguntó Seigari.

-Hay un mecanismo justo al lado en el que hay que introducir un código. Éste es 3612–contestó Kareth.

-Si os veis en apuros, siempre puedes usar ese revólver –bromeó Remi.

-Tranquilo. Estoy seguro de que sabrá hacer muy bien su trabajo –añadió Seigari, señalando su arma.

-Vamos –sentenció Kareth.

 

Tanto Remi como Kareth y Sarah, alzaron sus respectivas armas, siendo el arma de Sarah una espada a dos manos. Ésta había sido prestada por uno de ellos, ya que su teletransportador le había sido sustraído al encarcelarla.

-Bonita arma –dijo Remi

-¡Espera a verla en acción! –exclamó Sarah corriendo a enfrentarse a Karma.

 

Nada más verla, los ocho se dispusieron a atacarla con armas de fuego. Algunas eran como las pistolas de Remi, pero aquello no pareció importarle a la joven, quien con movimientos ágiles, realizó varios cortes en los costados de dos de sus atacantes, esquivando al mismo tiempo los disparos del resto.

-¡No está nada mal! –exclamó Remi mientras lograba que sus tiros acertasen en las articulaciones de sus enemigos, cubriendo de esta forma a Nara y Seigari en su recorrido hacia la pasarela.

 

Por su parte, Kareth se defendía con sus dos espadas encadenadas, desviando ataques de armas blancas y aprovechando una apertura en su formación para penetrar en ella e inmovilizarlos con las cadenas, siendo noqueados poco después tras ser lanzados contra la pared.

 

En mitad de la pelea, los tres pudieron observar cómo aparecían más miembros de Karma.

-Esto se está complicando –dijo Kareth.

 

De repente, sonó una alarma en la sala, enviando tras ellos a gran parte de las fuerzas de seguridad.

 

Por otro lado, Seigari y Nara continuaron su camino hacia el objetivo, todavía protegido. En ese momento, Seigari lanzó una de las cargas de su revólver justo al lado del guardián del pasadizo, quien saltó hacia un lado, evitando por los pelos la explosión posterior, pero no la onda expansiva.

-¡Bien! –se alegró Seigari al confirmar el éxito de su disparo.

 

Entonces, ayudándose de Nara, abrió el pasadizo siguiendo las indicaciones que Kareth les había dado.

-¡Chicos! ¡Esto ya está! –avisó Nara.

-¡Nosotros no! –contestó Remi, mientras los tres se defendían de numerosos atacantes que venían por todos lados- ¡Kareth! ¡Yo esto lo contaría como emergencia! ¡Utiliza la “artillería pesada”!

-¡Tengo una idea mejor! ¡Seigari, Lanza otra carga por aquí!

-¡¿Qué?!

-¡Otra carga explosiva! ¡Rápido!

-¡Pero, ¿y si os doy a vosotros?!

-¡No te preocupes! ¡Confiamos en ti!

 

Levantando su revólver, el hombre apuntó al enemigo, procurando que la carga cayese en un lugar lo suficientemente alejado de ellos, pero de forma que les liberase de lo que tenían encima.

 

Una vez consideró asegurado su objetivo, disparó, introduciendo la carga justo en medio de la multitud y consiguiendo la mitad saliese despedida por los aires. De entre la humareda aparecieron los tres jóvenes, empujando a tío y sobrina al interior del pasadizo y cerrando la puerta tras ellos.

 

Finalmente, pudieron tomarse un respiro, pese a que sabían que no duraría mucho.

-Esta zona no la conozco, pero por lo que Lethos me explicó, por aquí iremos a parar otra sala anterior a la de las naves de evacuación. En esa sala sólo existe una compuerta, más visible que ésta y que lleva directamente a nuestro objetivo. No hay pérdida. Sin embargo, seguramente nos estén esperando allí. Estad preparados

Todos asintieron.

-Vamos.

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