martes, 13 de septiembre de 2016

Capítulo 29: Diferencias



La escena que se vio a continuación se centraba en un joven acostado en una cama. El chico tenía una manta por encima y observaba lo que acontecía fuera de su habitación a través de una ventana que tenía al lado. La luz de ésta iluminaba su cuerpo, el cual, desde el punto de vista de Eri, tenía un aspecto extraño: la cabeza tenía forma humana, sin embargo, un par de alas de diferente forma surgían de su espalda, una como la de un murciélago y la otra parecida a la de un insecto; además, sus extremidades superiores tenían una longitud considerable dado el tamaño de su cuerpo, siendo peludas, de color negro y tomando un aspecto puntiagudo.

De repente, a la habitación entraron tres personas. Dos de ellas eran Chaos y Biblia, mientras que la tercera era una niña con una especie de muñeco en sus brazos. Se trataba de Mammon.
-¿Cómo te encuentras, Zebub? –preguntó Chaos.
El demonio se giró hacia él, esbozando una débil sonrisa.
-Por el momento, bien. Aunque sigo sin poder adoptar una forma más...visible...
-Lo importante es que te recuperes. ¿Has comido algo?
-No mucho...
-¡Eres un debilucho! –se quejó la niña.
-Él no tiene la culpa de ser de constitución débil, Mammon.
-Je, es irónico, hay otros demonios que me tienen miedo por mi verdadera forma, sin embargo, soy enfermizo y frágil... –Beelzebub agachó la cabeza- Dime, Chaos, ¿por qué me hiciste de esta manera?

El creador de los demonios dio un largo suspiro y cogió una silla cercana para situarse al lado del joven.
-Verás, Zebub, tanto los demonios como los ángeles son imperfectos, pero es cuando eres de esa forma cuando puedes superar tus propios límites. La perfección, por el contrario, es una imagen que nos hacemos donde dichos límites ya están alcanzados. No puedes dar lo mejor de ti mismo siendo alguien perfecto.
-¿Quieres decir que sólo aquellos que lo han pasado mal pueden superarse a sí mismos?
-No tienen por qué haberlo pasado mal –respondió Chaos con una sonrisa irónica-. Alguien que no tiene la imagen de ser lo suficientemente bueno, puede ser mejor.
-No estoy seguro de entenderlo.
-Lo entenderás. Y ahora, voy a prepararte tu medicina –dijo mientras se levantaba de la silla y se disponía a salir de la habitación- Quédate con ellos, Biblia.
-Claro –respondió ella ocupando su sitio junto a la cama de Zebub-. ¿Quieres ir a ayudarle, Mammon, o prefieres quedarte aquí y animar a Zebub?
-¡¿Qu-quién querría hacer algo así?! ¡Yo sólo he venido porque estaba aburrida!
-Pues antes de entrar parecías bastante preocupada por él... –comentó Biblia llevándose una mano a la boca para ocultar su sonrisa.
-¡E-eso no es verdad! ¡Jamás me preocuparía por un debilucho como él!
-Ah...tan repelente como siempre...no me extraña que los demás se alejen de ti... –se quejó Zebub.
-¡Como si me importaran! ¡Algún día todos ellos serán mis sirvientes, y me construirán la casa más grande de todas, y me darán todo lo que les pida, y terminaré siendo la reina del mundo que lo tendrá todo! ¡Todo!
-No estoy segura de que Chaos tenga buena opinión sobre ello... –dijo Biblia.
-¡E-eso no importa! ¡Él también será mi sirviente!
-¿Sirviente de quién? –preguntó el creador de los demonios, apareciendo con un bol en su mano derecha, lleno de un extraño brebaje, mientras con la izquierda cargaba otra silla.
-¡De nadie! ¡Nadie ha dicho sirviente! ¡¿A que nadie lo ha dicho?! –exclamó Mammon, alterada.
Biblia y Zebub se miraron.
-No...nadie lo ha dicho... –coincidieron con voz monótona.
-E-entiendo... –dijo Chaos, frunciendo el ceño al no saber qué pensar sobre aquella situación.
-No has tardado mucho... –comentó Mammon.
-Se hace en poco tiempo –aclaró el creador de los demonios mientras se sentaba.
-¿Y no sería más sencillo utilizar tu poder?
-Ya digo que prefiero no intervenir en vuestra evolución. Dicho así, parece que lo esté incumpliendo al preparar esta medicina pero, dependiendo de las circunstancias, opto por el mejor camino que requiera la mínima intervención por mi parte.
-Ya...no me he enterado de nada... –concluyó la niña.

-Por cierto, hay algo que me he estado preguntando durante un tiempo –comenzó Mammon mientras Chaos ayudaba a Zebub a que se bebiese la medicina-. ¿Biblia y tú estáis saliendo?
Cogido por sorpresa, el creador de los demonios le estampó el bol en la cara a Zebub, manteniéndolo sobre éste.
-¡Ugh! –se quejó el joven mientras intentaba quitárselo de encima para poder respirar.
-¡¿A qué viene esa pregunta?! –exclamó Chaos.
-Bueno, es que como siempre os veo tan juntos y os lleváis tan bien, pensé que erais pareja.
-... –Chaos se mantuvo en silencio, sin saber que contestar.
-Por el momento creo que deberías quitarle el bol de encima a Zebub. Se está ahogando –comentó Biblia al tiempo que el aludido perdía fuerzas.
-¡Uah! ¡Lo siento!

Al verse liberado del objeto, Beelzebub cayó de espaldas sobre la cama, respirando hondo y con un líquido espeso por toda la cara.
-Casi...me...matas...
-¡Ha sido culpa de Mammon! ¡Que me hace preguntas extrañas!
-Pues a mí también me gustaría escuchar la respuesta –dijo Biblia, dibujándose una sonrisa en su rostro a la vez que se acercaba a Chaos.
-¡¿Qué es esto?! ¡¿Una encerrona?!

La imagen volvió a oscurecerse, dando paso a la siguiente. Eri se sentía como si estuviese viendo una película.

Así pues, la siguiente escena tenía lugar en las pedregosas calles que separaban el conjunto de casas que Eri había visto sobre la llanura. En dicha escena, Biblia, Chaos y Mammon llegaban hasta un pequeño jardín junto a la plaza central.

Tomando una forma rectangular, los bordes del jardín estaban decorados con flores de diversos colores y formas y, en la parte central, se observaban varias hileras de árboles: limoneros, manzanos, cerezos, nogales, etc.

Al ver todo aquello, la Eri se preguntó cómo era posible que creciesen tantas plantas tan diferentes en un mismo lugar. Fue en ese momento cuando se fijó en una figura apoyada sobre uno de los árboles, durmiendo pacíficamente.
-¡Ah! ¡Ahí está! –exclamó Mammon, dirigiéndose con expresión de enfado hacia la figura: una joven demonio con cuernos formando una caracola a ambos lados de su cabeza y con una cola de león saliendo desde la parte más baja de su espalda que descansaba sobre la verde hierba que cubría el suelo.

Una vez frente a ella, la niña la señaló con el dedo de manera autoritaria.
-¡¿Se puede saber dónde estabas, Bel?! ¡Creía que ibas a venir con nosotros a ver a Zebub! ¡Y resulta que estabas vagueando en el Jardín del Edén!

La aludida abrió levemente los ojos y la miró para volver a cerrarlos tras unos segundos.
-¡¿Me estás ignorando?! –se enfadó Mammon, levantando la mano para darle un capón. Sin embargo, fue detenida por Chaos.
-Vamos, vamos. Tampoco es para tanto –dijo mientras se acercaba a Bel-. Oye, Bel, despierta.

Recibiendo unos golpecitos en el hombro, la joven demonio volvió a abrir los ojos.
-Oh, Chaos, eres tú. Buenos días –acto seguido, desplazó la vista hacia Mammon- ¿Te...conozco...? –preguntó, inclinando la cabeza hacia un lado, confusa.
-Esto me molesta muchísimo... –dijo la niña, quien estaba a punto de estallar de la rabia.
-¿Qu-qué estás haciendo aquí? Se suponía que habíamos quedado para ir a visitar a Zebub –preguntó Chaos.
-Me levanté temprano para ir... –empezó a explicar, pausando un instante para bostezar- ...pero, puesto que tenía tiempo de sobra, decidí acostarme aquí un rato...y me quedé dormida...
-Por qué será que no me sorprende... –murmuró Mammon.
-No, en serio, me suenas mucho...
-¡La mato! ¡Juro que la mato! –gritó la niña, siendo detenida esta vez por Biblia.
-Ah, Biblia. Buenos días.
-Buenos días, Bel. La verdad es que tienes razón, hoy hace un día estupendo para acostarse sobre la hierba, y más si hablamos de este jardín, donde Chaos y Chronos dieron vidas a sus creaciones. Está tan lleno de energía que no es de extrañar que cualquier planta sea capaz de crecer aquí. Se siente genial.
-Pero no la excuses... –habiendo perdido la fuerza de voluntad tras aquella última réplica, Mammon se dejó caer sobre los brazos de Biblia.
-No te lo tomes tan en serio, Mammon. ¿Qué te parece si nos quedamos aquí un rato? He traído algo para almorzar y este lugar es perfecto para ello –propuso la mujer.
-De acuerdo...

-Dejando las bromas a un lado, es cierto que no deberías haberte quedado dormida. Por culpa de eso no he podido enseñarte cómo preparar la medicina de Zebub –dijo Chaos al tiempo que se llevaba una hogaza de pan con miel a la boca.
-Lo he estado pensando. Después de todo, quizás la medicina no sea lo mío –declaró Bel.
-¿Huh? Si estabas deseando que te enseñara.
-¡Siempre abandona todo lo que empieza! –intervino Mammon-. Hace un par de semanas decía que quería aprender a cocinar. Tras un par de intentos la encontré dormida junto al río diciendo que quería aprender medicina.
-Es mi defecto. No tengo voluntad para continuar con lo que empiezo. Hay quien diría que soy una inútil por ello...
-Lo eres. ¡Ay! –se quejó Mammon al ser golpeada por Biblia.
-No eres una inútil. Seguramente todavía no has encontrado aquello con lo que te encuentras más cómoda... ¡Ah! ¡Ya sé! ¡¿Qué te parece si estudiamos juntas?! ¡De esa manera, ambas nos ayudaremos mutuamente para seguir adelante!
-Um...no es mala idea...pero no sé si resultará.
-¡Seguro que sí! ¡Intentémoslo!

En ese momento se empezaron a escuchar murmullos procedentes de la plaza, atrayendo la mirada de los cuatro. Un joven de pelo rubio y de aspecto andrógino, de cuya cabeza sobresalían dos cuernos que formaban un tirabuzón y acababan con la punta hacia abajo, era la fuente del inusual acontecimiento, y no por él mismo, sino por quien traía consigo: una humana.
-¿Ese es As? –preguntó Mammon, frunciendo el ceño-. ¿Qué hace aquí con una humana?
-No lo sé pero nunca había visto a una humana en territorio de los demonios –comentó Chaos-. Voy a ir a ver.
-Voy contigo –declaró Biblia.

Asmodeus, por su parte, caminaba despreocupadamente, rodeando con su brazo a la chica y susurrándole algo al oído de vez en cuando. Ella sonreía levemente, sin embargo, podía observarse la tensión en su cuerpo, quizás por encontrarse en territorio desconocido.
-Hola, As –dijo Chaos situándose frente al joven demonio.
-¡Chaos! ¡Biblia! ¿¡Cómo vosotros por aquí!?
-A mi modo de ver, lo raro no es que nosotros estemos aquí, sino que lo esté una humana.
-Oh, ¿te refieres a ella? Se llama Aalis. ¿No es preciosa? Fui a territorio humano y la encontré lavando prendas en un río. Hablé con ella y decidí traerla de visita a nuestro territorio.
-¿Has ido a territorio humano?
-Claro. Que yo sepa no hay ninguna prohibición sobre ello.
-Cierto, pero su sociedad es distinta a la nuestra. Inmiscuirse puede traer problemas, As.
-¡Oh, vamos! ¡Deja que nos divirtamos un poco! Hay muchas cosas que Aalis no conoce, parece que única tarea que tenga en su territorio sea la de lavar y lavar. Además, ¿acaso los ángeles no mantienen una buena relación con ellos?
Chaos se mantuvo en silencio, mirando fijamente al chico.
-Como sea –continuó Asmodeus-. Voy a seguir con lo mío, te guste o no te guste. Que os vaya bien, parejita –dijo mientras pasaba por su lado y se alejaba por una de las calles.
-¿Estás conforme con esto? –preguntó, tímidamente, Biblia.
-Ah... –suspiró Chaos- Puede que As sea un incauto y tenga una actitud rebelde pero no le falta razón. No hay nada que prohíba que los demonios se relacionen con los humanos. Sin embargo, estoy seguro de que mi hermano no lo verá con buenos ojos, ya que incluso varias veces se ha mostrado en contra de que se relacionen con los ángeles. Los mantiene en una sociedad muy estricta, siguiendo los patrones que él mismo dicta. No le interesa que intervengan extranjeros que puedan cambiar su conducta. Así pues, para los demonios, se ha convertido en una especie de regla no escrita el no entrar en territorio humano.
-No te preocupes, si discute contigo, te apoyaré.
-Lo que me preocupa no es discutir con él, Biblia. Eso es algo normal entre hermanos. Pero tengo la sensación de que, desde que creamos a las tres especies, hay algo que le ha estado molestando. Y creo que la base de eso soy yo.
-Seguro que sólo te lo estás imaginando –intentó tranquilizarle ella.
-Eso espero... –sentenció él mientras volvían con las otras dos demonios.

-Deberías controlar a tus súbditos, hermano –dijo Chronos.
La escena había cambiado de nuevo al interior de la casa que Eri había visto en la primera escena.

Fuera de la casa, Levi observaba la situación escondida cerca de una de las ventanas. Su mirada mostraba preocupación.

Por otro lado, Biblia se encontraba sentada al lado de Chaos.
-Ya te he dicho que no voy a intervenir en el camino que eligen.
-No puedes dejarles hacer lo que les plazca. Si algún día les da por matar a sus semejantes o incluso a otras especies, ¿quieres decir que te quedarías mirando sin hacer nada?
-Los demonios han desarrollado sus propias leyes dentro de la sociedad en la que viven, hermano. No me ha hecho falta imponerles mis ideas para que ellos mismo se den cuenta de que matar a sus semejante, o a otras especies, es algo perjudicial.
-¿Y puedes asegurar que en algún momento no incumplirán esas normas? Al fin y al cabo el motivo de esta discusión es que uno de los tuyos lo ha hecho.
-Para empezar, no había ninguna ley que impidiese el que uno de los míos se relacionase con los tuyos. Y, en caso de que se pasasen de la raya, entonces sí intervendría. Lo que no quiero es limitarles. Ellos tienen derecho a equivocarse y aprender de sus errores con el fin de seguir evolucionando. Si les impongo mis ideales y pensamientos, como estás haciendo tú, no les ayudaré a pensar por ellos mismos. ¿Crees que podrán mejorar de esa forma?
-Por supuesto. Yo les transmitiré la información que necesiten para llegar a lo más alto, no necesitan nada más.
-¿Y qué pasa si llega el día en el que no estás para cuidar de ellos?
-Entonces formaré un grupo de personas que prediquen mis conocimientos generación tras generación.
-Al final esos conocimientos quedarán obsoletos. Los humanos quedarán atascados en su evolución.
-Prefiero eso a que su falta de vigilancia les pueda llevar a la destrucción del resto del planeta.
-Hay algo que no entiendo –interrumpió Biblia-. ¿Por qué no te parece mal que algunos de los ángeles se relacionen con los humanos pero sí que lo hagan los demonios?
-Los ángeles que se relacionan con los humanos tienen un pensamiento parecido al mío, por lo que sólo se encargan de aportar la información justa y necesaria para no destruir la sociedad que he creado.
-Ya veo...
-En cualquier caso –dijo Chronos volviendo al tema y dirigiéndose de nuevo a su hermano-, ahora tendré que pensar que hacer con la humana que habéis llevado a vuestro territorio. Si habla sobre lo que ha visto con los demás, el orden de los humanos podría peligrar.
-Si hay que hacer algo con ella, preferiría que se quedase con nosotros. No quiero que tenga que morir o recibir un castigo por la intervención de uno de los míos.
-Lo pensaré. Al fin y al cabo, es cosa mía –sentenció Chronos marchándose de la casa.

Chaos realizó un largo suspiro una vez su hermano hubo abandonado el lugar.
-¿Estás bien? –preguntó Biblia.
-Más o menos...me gustaría que pudiésemos compartir el mismo punto de vista, pero supongo que él también tiene su parte de razón.
-Personalmente, pienso que tus ideales son los correctos.
-¿De verdad?
-Sí. Los humanos que he visto siguen sus vidas como si tuviesen un destino del que no pueden escapar. Cuando ríen, se enfadan, e incluso lloran, te da la sensación de que no lo hacen porque ellos quieran, sino porque tienen que actuar de esa manera. Es...triste...Sin embargo, puedes ver que los sentimientos de los demonios son genuinos. Se expresan como desean, aman, luchan por lo que quieren...te dan la sensación de que son verdaderamente felices.
Chaos cerró los ojos y sonrió.
-Gracias, Biblia

Sus rostros estaban muy cerca el uno del otro, tanto que ninguno podía apartar la mirada. E, inevitablemente, sus labios se fueron acercando poco a poco hasta tomar contacto en un tierno beso.

Eri vio cómo en ese momento, Levi, quien seguía observando desde la ventana, se llevaba una mano hacia el pecho, mordiéndose el labio inferior.
-¿Qué estás haciendo, Levi? –preguntó de repente Chronos, apareciendo detrás de la chica.
-¿Qu-qué...? –se sorprendió ella restregándose el brazo rápidamente por los ojos y girándose hacia el creador de los humanos. No obstante, la expresión que vio en él, hizo que quisiese salir corriendo. Una mirada asesina, de puro odio, puesta en la pareja que seguía en el interior del hogar.
-Ya veo...así que así son las cosas... –dijo Chronos, tras lo cual dio media vuelta y camino hacia la oscuridad de la noche, dejando a la pobre Levi con una creciente sensación de miedo en el cuerpo...

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