viernes, 4 de abril de 2014

Capítulo 6: Fugitivo



A la mañana siguiente, Eri se levantó tras escuchar el sonido del despertador.
Bostezando se dirigió a la ventana con el fin de correr las cortinas y que la luz del día entrara por ésta. Fue entonces cuando, al hacer esto, se dio de bruces con el rostro de una mujer apoyado en el cristal.
-¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaah! –gritó la demonios cayéndose al suelo y gateando hasta su cama donde se protegió con las sábanas.
-¡Eri! ¡Soy yo! –Asari, situada al otro lado de la ventana, saludaba con la mano.
-¡No vuelvas a hacer eso! –exclamó Eri con lágrimas en los ojos.

Ya dentro de la habitación, Asari dejó el nuevo uniforme de la joven encima de su escritorio.
-¿Ves? Te lo dije. Asunto solucionado.
-¿Se puede saber de donde lo has sacado?
-Soy profesora de instituto. Sólo tuve que mover unos cuantos hilos y obtener los resultados.
-Haces que suene como que los profesores de instituto tienen un poder extraordinario...
-Nunca se te ocurra subestimarlos –dijo orgullosa situando una mano en su pecho.
-Claro, claro...no te preocupes por ello...
-Bueno, ya he cumplido mi cometido, es hora de que me vaya –indicó la profesora mientras se disponía a saltar por la ventana.
-Sensei, podrías utilizar la puerta como todo el mundo.
-Es mucho más cómodo por aquí. ¡Ah! Lo olvidaba. Akira-kun no podrá entrenarte hoy. Ayer le surgió una urgencia y estará un tiempo ausente pero no te preocupes, Derain le sustituirá.
-¿Ausente? ¿Ha ocurrido algo grave?
-Digamos que necesita ocuparse de unos asuntos familiares
-E-entiendo...
-Mañana lo volveremos a tener con nosotros.
-De acuerdo...
Si Eri no recordaba mal, el padre de él era un demonio y su madre una humana. La chica se preguntaba qué tipo de padres eran...

-Mm...
Derain se encontraba sentado observando a Eri. Quien se mantenía en pie mirando al imp con una ceja levantada.
-Se...supone que tendríamos que...estar entrenando, ¿no?
El demonio dio una calada al puro que sujetaba en una de sus manos y expulsó el humo como si nada de ello fuese consigo.
-Qué rollazo...
-¡Pon un poco de interés!
-Te aseguro que lo intento pero cuesta mucho... –explicó mientras daba otra calada a su puro.
Eri profirió un largo suspiro.
-Bien...si empezamos por lo básico esto sería la concentración de la energía demoníaca o también llamada “Setten”.
-Setten...
-El Setten se conoce como la energía con la que nacieron seres como los ángeles y los demonios. Por el contrario, los humanos fueron creados con otro tipo de energía llamada “Retten”.
-Entiendo...
-Ni que fuese muy difícil...
-¡Cállate!
-En cualquier caso, uno de los elementos más básicos en los que se suelen presentar el Setten en nosotros es el fuego. Así pues, intenta concentrar tu energía para crear una llama. Cuando puedas hacerlo habrás completado el primer paso...
-Y... ¿cómo lo hago exactamente?
-...
Derain volvió a dar otra calada al puro, algo de lo que Eri estaba empezando a cansarse.
-Lo mejor en mi opinión sería imaginarte una situación de peligro. Normalmente los seres vivos suelen mostrar una mayor capacidad en situaciones de estrés o nerviosismo pese a que si no saben tener cierto control sobre sí mismos todo puede irse al traste. Así pues deberías imaginarte una situación en la que te sientas intranquila y encontrar un punto donde comiences a controlar poco a poco la situación. En ese momento en mitad de la tranquilidad y el estrés es donde encontrarás la concentración para liberar tu Setten.
-Suena más difícil de lo que pensaba. ¿Cómo diablos hago eso sin encontrar una situación práctica?
-Eres una súcubo. Seres como tú o como yo tenemos facilidad para la imaginación por lo que no te debería resultar tan difícil.
-D-de acuerdo...
Eri comenzó a hacer memoria de una situación en la que se sintiera de esa manera. Fue entonces cuando recordó la primera vez que fue perseguida por los “Dying Walkers”. Aquel momento en el que se encontraba sola y corría intentando salvar su vida. Cuando la acorralaron y estaban a punto de acabar con ella. Y, en ese momento, apareció Reima para salvarla.
La joven sintió que ese era el momento perfecto, la situación en la que había encontrado el punto intermedio que le había dicho Derain. Alargó la mano y dejó fluir la energía que había dentro de ella.
-¡Hah!
La demonio abrió los ojos esperando encontrar una llama a partir de su mano, por el contrario, no había nada.
-Me temo que vas a necesitar más práctica.
-Y yo que pensaba que lo tenía... –dijo bajando los brazos.

-¡Hah!
Nada aparecía a partir de su mano.
-¡Hah!
Pese a que lo volvió a intentar todavía no lograba resultados.
-¡Haaaaaah!
-Si sigues así cuando lo consigas tendré treinta años más –comentó Derain quien ya llevaba cinco puros.
Eri jadeaba después de sus numerosos intentos.
-¿Por qué no me sale?
-Aunque imagines la situación, si no eres capaz de sentirla es imposible que tu energía fluya como debería.
-¿Y cómo voy a sentir algo que no estoy viviendo?
-Eso no es algo en lo que te pueda ayudar. Es algo que debes resolver tú misma.
-Maldita sea... –se quejó Eri.
De repente Asari hizo acto de presencia corriendo hasta donde se encontraban los dos.
-Derain, necesito que vengas conmigo. Ryouta ha escapado de prisión.
-Chst... –levantándose de su sitio, el imp se dispuso a seguir a la mujer.
-¡Espera! ¡¿Qué ocurre?!
-Éste es un asunto del que nos ocuparemos nosotros, Eri. Tú vuelve a casa, ya se está haciendo tarde.
-Pero...
-¡No hay peros que valgan!
-V-vale...
La chica observó cómo la profesora sacaba el rifle y los dos desaparecían tras el fuego provocado por el arma...

Tras la teletransportación, Derain y Asari llegaron a un lugar subterráneo justo frente a una puerta la cual se hallaba abierta. La entrada daba a un extenso pasillo donde se podían observar a cada lado numerosas celdas cuyos barrotes presentaban cadenas de gran tamaño que recorrían cada uno de los espacios entre ellos, uniéndose en el centro por un candado también grande y de decoración exótica.
En éste pasillo ya había reunido un buen tumulto entre el cual pudieron hallar a Akira.
-Akira-kun, ¿qué ha ocurrido?
-Al parecer consiguió romper las cadenas de los barrotes y escapar de aquí. Cuando quise darme cuenta se encontraba avanzando por el pasillo de la prisión, arrasando con todo lo que veía a su paso. Ninguno de los guardas ni yo fuimos capaces de detenerlo.
-Pero, eso es imposible, ningún demonio debería ser capaz de hacer algo semejante.
-Nadie sabe cual es el método que ha usado para romperlas. Ahora mismo se está haciendo una investigación al respecto –indicó el joven señalando a una serie de personas que se encontraban en el interior de la celda tomando datos sobre la estructura de la misma así como de las cadenas- Están analizando si hay rastros de Setten o algo que les pueda llevar a la causa de lo ocurrido.
-Ya veo.
-He pedido que me permitan encargarme de atraparlo y devolverlo a su celda. Al fin y al cabo soy el que mejor conoce de lo que es capaz. No obstante necesitaré vuestra ayuda.
-Claro, al fin y al cabo también es nuestro trabajo.
-Prefiero eso a tener que seguir entrenando a esa chiquilla...

-¡Haaah!
Ya en su casa, Eri continuaba haciendo pruebas para ver si conseguía que la llama apareciese de una vez pero no había forma de que sucediese.
-Por mucho que diga es yo lo tengo más fácil no estoy tan convencida de ello.
Cansada, se sentó en su cama y profirió un suspiro.
-Me pregunto que es lo que habrá ocurrido para que hayan tenido que marcharse así de rápido. Debía de ser algo urgente ya que parecían muy alterados.
La joven estiró los brazos y emitió un bostezo.
-En fin, será mejor que haga algo de cenar y me vaya a la cama. Mañana será otro duro día.
De repente se escuchó un fuerte grito en el exterior.
-¿Qué?
Eri corrió hacia la ventana y se dispuso a buscar entre la oscuridad de a noche, sin embargo no consiguió ver nada que llamase su atención.
-¿Habrán sido imaginaciones mías? –murmuró.
No, sabía bien lo que había escuchado. Aquel grito había sonado muy claro pero, ¿de dónde procedía?
Actuando de manera decidida, se encaminó a la puerta de su casa y la abrió, situándose en medio de la calle frente a su hogar. Acto seguido miró hacia un lado y al otro siguiendo sin distinguir nada.
Poco a poco comenzó a andar por aquella sombría zona, lentamente y atenta a cada sonido. Pese a que se sentía insegura, su fuerza de voluntad la permitía seguir adelante. Si quería ayudar a los demás, no debía tener miedo o de lo contrario sería un paso atrás.
Girando en una bifurcación a la izquierda observó un pequeño parque frente a ella.
Cuando era pequeña, sus padres solían llevarla mucho a ese lugar donde jugaba con otros niños. Shiina y Luka también venían con frecuencia. Entre las tres montaban pequeñas historias utilizando cualquier elemento que hubiese en el parque, ya fuesen los columpios o incluso los cuatro o cinco árboles que había. Al final todo quedaba en un recuerdo más de sus desaparecidos padres...

En principio allí tampoco había nada destacable. De hecho, el sitio ni siquiera había cambiado desde que era pequeña, conservando en el mismo estado los columpios y el balancín. Fue entonces cuando cayó en la cuenta de algo situado en el suelo. Debido a la oscuridad no podía ver muy bien lo que era por lo que decidió acercarse más, descubriendo un brazo humano que provocó que la chica diese un salto hacia atrás tapándose la boca con las manos.
-¿Po-por qué? ¿Quién ha podido hacer algo así?
¿Quizás los “Dying Walkers” habían actuado de nuevo?
-¿Tú también eres un humano? –preguntó una voz desde detrás de ella, lo que provocó que se girase de forma repentina.
-¡¿Quién anda ahí?!
Un ser de varios metros de altura, los suficientes como para que la chica se preguntase cómo es que nadie antes que ella había notado su presencia, se acercó a Eri. Caminaba sobre sus brazos y piernas, como si fuese un gorila, sin embargo su piel era de color rojo y tenía dos grandes cuernos en su cabeza, dando a entender que se trataba de un demonio.
-¿Te lo preguntaré de nuevo? ¿Eres un humano?
La joven negó con la cabeza y enseñó sus cuernos, escondidos tras su melena.
-¿Tú has hecho eso? –señaló el brazo.
-Varios humanos se cruzaron en mi camino y no tuve más remedio que darles una lección.
-¿Así sin más? ¿Simplemente porque se cruzaron en tu camino los has matado como si se fuesen simples moscas? –preguntó incrédula.
-¿Acaso debería darles mejor trato? Tú, como demonio que eres, deberías saberlo. Los humanos son crueles y egoístas. Desconfían de nosotros, nos tienen miedo, y como se sienten así en cuanto tienen la oportunidad de atacarnos no se la guardan. Dime, ¿por qué debería actuar diferente?
-Pero no todos los humanos son así. N-no tienes derecho a hacer algo así sólo porque algunos humanos te hayan tratado de forma horrible.
-Jajajaja... ¿sabes? Yo también solía pensar como tú. Aunque algunos humanos actúen de esa forma no significa que todos sean iguales, al fin y al cabo entre los demonios también existen aquellos que pueden traicionarte. Eso es lo que pensaba. Pero cuando la persona a la que amas te considera un monstruo pierdes cualquier esperanza en los humanos.
-Tú... ¿estabas enamorado de una humana?
-Eso es algo del pasado pero me ha perseguido hasta hoy y no podré descansar tranquilo hasta ver a todo ser humano sumido en el miedo y la desesperación. Quiero que sufran y mueran.
-Entonces no serás muy diferente a los crueles humanos de los que hablas.
-Es posible...pero a estas alturas la venganza ya ha dominado cada centímetro de mi cuerpo. Ojo por ojo y diente por diente. Eso es en lo único que puedo pensar. Ahora que he conseguido salir de la prisión que me mantenía confinado podré dedicarme a cumplir con ello.
Dicho esto se dispuso a marcharse.
-¡Espera!
-¿Mm?
-Yo...no puedo permitir que hagas algo así.
-Ja...así que eres de ese tipo de demonios, ¿eh?
-No conozco tus problemas y probablemente no pueda entender como te sientes pero yo misma hay humanos a los que quiero proteger, y no creo que ellos sean malos.
-Me recuerdas mucho a mi hijo...
-¿?
-Sin embargo es demasiado tarde. Si intentas detenerme te consideraré de parte de los humanos y te mataré junto a ellos.
Ambos se encararon. Pese a sus palabras, Eri no sabía bien qué iba a hacer para luchar contra ese ser. Ni siquiera podía emitir una simple llama...
-Dime una cosa, ¿cual es tu nombre?
-K-Kasaiga Eri.
-Kasaiga Eri, no es la primera vez que oigo hablar de ti.
-¿En serio?
-Mi nombre es Haga Ryouta. Ha sido un placer, Eri.
Dicho esto el demonio levantó el puño hacia la chica. Justo en ese momento algo se lanzó contra él y lo placó, inmovilizándolo en el suelo. Por lo que la chica pudo ver se trataba de un demonio con, prácticamente las mismas características que el primero, sólo que no tenía cuernos y era de menor tamaño.
-Eres rápido, Akira.
-No podía permitir que por culpa de mi descuido mucha gente muriera.
-Jajaja, ¿y quien dice que pese a que estés aquí podrás impedirlo?
Haciendo fuerza, Ryouta consiguió levantar poco a poco el cuerpo de Akira. Acto seguido, con un último esfuerzo lo lanzó lejos de su posición, cayendo encima del balancín y provocando que uno de los árboles fuese arrancado.
-Debo reconocer que tu fuerza parece haber aumentado durante estos últimos años, sin embargo dudo que puedas vencerme tú solo.
-¡No está solo!
Eri giró la cabeza, fijando su vista en Asari y Derain.
-Vaya... –musitó Ryouta.
-Vamos a detenerte, padre.

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