miércoles, 26 de agosto de 2015

Capítulo 22: Los dos hermanos



-Veamos...cebolletas, azúcar, salsa de soja...creo que lo tengo todo... –saliendo del supermercado con una bolsa en la mano, una chica de pelo rojizo revisaba la lista de la compra.

Colgado de su hombro y extendiéndose hasta el costado, había un bolso de color negro desde el cual se asomó un zorro con pequeños cuernos en la cabeza.
-¿Estás segura, Eri? No sería la primera vez que te despistas y tienes que volver atrás para comprar alguna cosa que se te ha pasado por alto.
-¡Eso sólo fue una vez! Además, estoy casi segura de que lo he revisado bien.
-Casi segura, ¿eh? –recalcó el zorro mientras sacaba las dos patas delanteras del interior del bolso-. Por cierto, hace un calor terrible.
-Estamos en verano, incluso si estás acostumbrado a las altas temperaturas es normal que te afecte.
-Bueno, estar encerrado en esta cosa tampoco ayuda mucho.
-¿Y qué quieres que haga? La gente vería raro a un zorro que habla caminar libremente por la ciudad. Ni qué decir si además tiene tres colas y cuernos.
-Puede, ¿pero era necesario que fuese de color negro? Por culpa de eso el interior parece una estufa.
-¡Es el único que tengo, ¿vale?! ¡Deja de quejarte!
-Vale, vale...

Habían pasado casi tres semanas desde que un hombre que se denominó a sí mismo apóstol decidió atacar la basílica del Vaticano con la intención de llevarse los “Daying Walkers” que allí se encontraban, siendo destruida en el proceso. Por entonces, también había aparecido una chica llamada Lilith, que resultaba ser la nieta de Satán y a la cual estaban buscando para asesinarla.

Así pues, Derain había decidido que mientras se preparaban para un posible ataque por parte de los apóstoles y esperaban a que los pecados se reuniesen en la ciudad, Lilith se quedaría en mi casa, según sus propias palabras: “Porque es la que más espacio tiene, al fin y al cabo, solamente vivís ese zorro y tú.”

Por su parte, ella apenas entendía algo de la profundidad de todo aquello, el hecho de que los apóstoles quisieran resucitar a Dios, o Chronos, o como se llamara, para iniciar otra guerra contra los demonios; el que Kaoru resultase ser un ángel; quiénes eran los pecados...había muchas cosas que no entendía, y lo único que había sacado en claro era que los pecados se encargarían de explicárselo todo.

Para colmo, pese a que estaban en vacaciones de verano, no había tenido mucho tiempo para disfrutarlas. No en el sentido de no haber podido salir con sus amigas, quienes ya estaban recuperadas tras su paso por el hospital, sino por estar más pendiente de que apareciese algún atacante que de pasarlo bien. Y eso que Derain le había dicho que no se preocupase, que en caso de que sucediese algo la avisaría.

Si lo pensaba bien, también estaban Akira y Asari. Y, por lo que había escuchado, Hioni-sensei también había vuelto de su expedición a Italia, aunque no había tenido tiempo de verle debido a que había tenido que ocuparse de otros asuntos.

En cualquier caso, técnicamente no había motivos para estar preocupada pero, aun así, no podía quitarse ese malestar del cuerpo.

Finalmente, llegaron a casa.
-Ya estoy de vuelta.
-Bienvenida
Una chica de pelo azul celeste los recibió amablemente en la entrada.
-¿Quieres que te eche una mano? Parece que pesa –se ofreció la joven.
-No, tranquila, puedo yo sola –respondió Eri mientras dejaba el bolso colgado en una percha cerca de la entrada y permitía salir a Agramón.
-Como quieras pero esta vez te ayudaré a hacer la cena, te guste o no.
-De acuerdo, de acuerdo.

Siguiéndola hasta la cocina, Eri recordó los inicios de su convivencia con Lilith, la cual comenzó con algunas dificultades ya que en un principio no se mostraba muy confiada con ella y Agramón. Así pues, era difícil que aceptara comida de buenas a primeras si era Eri quien la preparaba, cocinando sus propios alimentos y comiéndolos después en un lugar lo más apartado posible de donde lo hacía la chica de pelo rojo. Por entonces, la súcubo se había sentido bastante incómoda ya que ni ella ni Agramón sabían cómo romper el hielo, o al menos no sin que la conversación terminase a los pocos segundos con sequedad. No era como que los tratase mal o algo por el estilo, de hecho era bastante ordenada, tranquila e independiente, sino que por aquel entonces era bastante reservada.

Sin embargo, al cabo de dos semanas había conseguido coger confianza con ellos y, pese a que seguía teniendo sus cosas, se mostraba más cercana y participativa.
-No se te ha olvidado nada, ¿verdad? –preguntó Lilith mientras la ayudaba a colocar los productos en sus respectivos sitios.
-¡P-por supuesto! ¡Repito que sólo me pasó una vez! –se molestó Eri.
-¿Y las espinacas?
-¡No puede ser! –exclamó la súcubo dirigiéndose a la bolsa que estaba mirando Lilith para darse cuenta de que sí que se encontraban en el interior de ésta- ¡Lilith-chan!
La otra chica esbozó una media sonrisa a la vez que cogía el alimento y lo depositaba en el frigorífico.
-Eres muy fácil de engañar, Eri –indicó Agramón.
-¡Tú cállate!

De repente el timbre de la casa sonó.
-Voy yo –dijo la joven de pelo rojo mientras corría hacia la puerta.
Al abrirla apareció al otro lado un chico de pelo negro, alto y fuerte.
-¡Akira-kun! –exclamó Eri alegremente.
-Hola –respondió él con un simple saludo alzando su mano derecha.
-¿Cómo tú por aquí?
-Bueno, pasaba por esta zona y decidí haceros una visita –explicó el joven rascándose la cabeza.
-Por supuesto...una visita de lo más casual... –comentó Agramón apareciendo detrás de Eri.
-¡Tú cállate! –replicó el medio demonio.
-Y ya van dos...
-Entonces, ¿quieres cenar con nosotros? –preguntó la chica.
-Ah...n-no hace falta, si ahora mismo me voy... –respondió él alterándose un poco.
-¡Nada, nada! ¡Cuantos más, mejor! –declaró Eri cogiendo de la mano a Akira e introduciéndolo en la casa.

-¡Lilith-chan! ¡Tenemos visita! –gritó la anfitriona mientras entraba en la cocina.
-Esto...hola... –dijo su amigo apareciendo detrás de ella.
-Hola.
Tanto la súcubo como el medio demonio notaron una mayor frialdad en el saludo de la nieta de Satán, aunque era de esperar teniendo en cuenta que todavía no conocía muy bien al chico.

En parte había que decir que no era culpa suya. Debido a que apenas le permitían salir de casa de Eri, Lilith no había conocido a mucha más gente además de ella y Agramón. Pese a que era por su seguridad, a la súcubo no le gustaba mucho la idea, por no decir que si iba a algún sitio tenía que ser bajo la supervisión de alguien como Derain o Asari. Y eso que la demonio poseía la habilidad de ocultar su Setten, pero no sería suficiente para lidiar con el poder de los apóstoles.

-Bueno, pongámonos manos a la obra –dijo Eri mientras empezaba a sacar utensilios de cocina.
Acto seguido, Lilith cogió uno de los cuchillos y comenzó a cortar las cebolletas.
-¿Puedo ayudaros en algo? –preguntó Akira.
-No te preocupes, tú siéntate y espera con Agra-chan –contestó Eri.
-Si, eso, no sea que fastidies la cena –se burló el zorro.
-¿Sabes? Me está empezando a apetecer zorro a la parrilla –declaró Akira mientras hacía aparecer una llama en su mano. La vena de su frente parecía haberse hinchado peligrosamente.
-¡Inténtalo! ¡No te tengo miedo! –respondió Agramón haciéndose ligeramente hacia atrás, traicionando sus propias palabras.
El chico disipó la llama y resopló. Acto seguido volvió la vista hacia Eri.
-¿Cómo va el entrenamiento de Luka y Shiina?
-Luka ha tardado poco en aprender a controlar sus habilidades demoníacas, de hecho aprendió a concentrar el Setten antes que yo. Incluso ya utiliza habilidades propias de su raza. Como las que utilizó cuando nos enfrentamos a ella, sólo que sin descontrolarse en el proceso. Está superexcitada con eso de tener poderes, ya sabes a lo que me refiero. Estaba deseando salir del hospital para ponerse a experimentar.
-Suena a algo muy propio de ella.
-¿Verdad? Lástima que con Shiina las cosas no vayan tan bien...
-¿Ocurre algo?
-Creo que los efectos secundarios de la maldición la están bloqueando...
-Ya veo...

Después de que Eri maldijese a la chica para evitar su muerte, nadie notó nada fuera de lo normal. No obstante, unos días después de que saliese del hospital, mientras ambas caminaban hacia casa, ocurrió algo extraño cuando la súcubo tropezó y cayó al suelo, golpeándose la rodilla. No es que el golpe fuese muy fuerte, ya que era algo que podía pasarle a cualquier niño al no vigilar sus pasos durante una carrera. El problema fue que, cuando Eri levantó la cabeza, descubrió a su amiga acariciándose el mismo sitio que ella con una mueca de dolor en su rostro.

Cuando le preguntaron a Derain, éste les dijo lo que la chica de pelo rojo ya sospechaba, y es que, debido a los efectos secundarios producidos por la maldición, sus vidas estaban conectadas. No tenía por qué suceder siempre pero, en algunos momentos la una sentiría el dolor de la otra, probablemente sería más pronunciado en dolores agudos, y, además, existía una alta probabilidad de que la muerte de una de ellas significase el final para ambas.

Pese a que en un principio parecía que ambas se lo habían tomado con bastante serenidad, Eri tenía la sensación de que su amiga había estado actuando de manera un poco extraña, como si vigilase cada paso que diese para evitar sufrir algún accidente o tropiezo. Conociéndola, seguramente no quería que Eri lo pasase mal por su culpa.

-¿Has hablado con ella del tema?
-No lo admitirá. Dirá que está bien y que no pasa nada.
­-Incluso así, opino que deberías intentarlo –interrumpió Lilith sin apartar la vista de sus tareas-. Si no te impones no lograrás hacer que entre en razón.
-Lo sé...

Tras terminar de hacer la cena, los cuatro continuaron la conversación sentados en la mesa.
-¿Sabes algo de Tsuchie-kun, Gakusa-san y Mizuki-chan? No los he visto desde el campamento –preguntó Eri.
-Seguirán con su aprendizaje, aunque me pregunto si traerá algo bueno. Al que tampoco se le ve desde el campamento es a Kaoru. Creo que ha estado contactando con los pecados estos últimos días.
-Me pregunto cómo serán...
-¿Los pecados?
-Sí.
-Yo tampoco los conozco así que no puedo ayudarte...
-Yo sí que los conocí –dijo de repente Lilith.
-¿En serio?
-Fue cuando era pequeña, por lo que no recuerdo bien su aspecto pero trataban a mi madre con bastante respeto. No tenía miedo estando cerca de ellos aunque...
-¿Aunque...?
-Cómo decirlo...no es un grupo que te gustaría encontrarte por la calle...
-¿A qué te refieres?
-Por decirlo de alguna forma, no daban miedo pero sentía que estaban fuera de lugar.
-Qué conclusión más extraña... –comentó Agramón.
-Mm... –Eri se mostró pensativa.
-En cualquier caso será mejor no darle tantas vueltas. Ya nos encontraremos con ellos tarde o temprano –sentenció Akira.

Tiempo después de terminar de cenar, el chico se despidió de ellas y se marchó, quedándose solos ellas y el demonio con aspecto de zorro.
-¿Quieres tomarte un baño tú primero, Lilith-chan? –preguntó Eri.
-¿Eh? Ah, puedes ir tú delante si quieres. Yo me encargaré de fregar los platos.
-No seas así. Ya lo haré yo, venga.
-Pero...
-Ni peros ni nada.
Sin intención de discutir, la joven aceptó la proposición.

Mientras tanto, la súcubo se dirigió hacia la cocina para comenzar su tarea. Agramón se sentó en una silla cerca de ella.
-Parece que lo lleva mejor. Este estilo de vida, quiero decir.
-Sí, de alguna forma esa chica me recuerda un poco a mí, ¿sabes?
-¿Lo dices por lo de su madre?
La chica asintió a la vez que depositaba uno de los utensilios ya lavados.
-¿Qué motivos podría tener una madre para abandonar a su hija sin decir nada?
-En lo único en lo que quiero pensar es en que lo hizo para protegerla.
-Para protegerla, ¿eh?
Tras quedarse unos segundos en pausa, la chica elevó la mirada al techo.
-¿Has oído algo?
-Sí... –respondió el zorro levantando las orejas- ¿Es Lilith?
-No, no lo creo.
Aunque leves, se habían escuchado pequeños golpes en el tejado. Si se sumaba lo poco usual que resultaba eso con el estado de alerta constante que tenía la joven, no era de extrañar su reacción.
-Agra-chan, ve a avisar a Lilith. Voy a salir fuera un momento.
-Espero que estés segura de lo que haces –dijo el zorro mientras obedecía.
-Más quisiera...

Abriendo la puerta, observó cómo el cielo comenzaba a oscurecerse. Quizás se hubiese vuelto paranoica con todo lo que había ocurrido últimamente pero no podía evitar pensar que aquel momento era perfecto para un ataque.

Desechando ese pensamiento, y, puesto que no distinguió nada que le pareciese sospechoso, pensó que la mejor manera de comprobarlo sería llegar hasta allí.

Así pues, haciendo aparecer unas alas a su espalda, emprendió el vuelo.

Lo cierto es que era la primera vez que utilizaba aquellas alas para volar en una situación seria, por lo menos siendo consciente de ello, pero las anteriores veces que lo había intentado había sido durante entrenamientos.

Cuando aterrizó en las tejas echó un vistazo a su alrededor, por si encontraba algo sobre las casas del resto de vecinos, sin embargo su búsqueda seguía siendo vana.
-Ah... –resopló- Quizás sólo fuese algún pájaro o su imaginación le estuviese jugando malas pasadas.

Fue entonces cuando, al darse la vuelta, algo no identificado la acometió fuertemente, saliendo despedidos ambos hasta chocar contra el suelo de la calle.

Tras rodar un par de metros, Eri se levantó para encarar a su adversario, el cual se erigía frente a ella vestido con traje y dos halos rodeando sus muñecas.
-Un “Dying Walker”... –o eso le hubiese gustado a ella, ya que, mientras decía esto, tres más aparecieron junto al otro- Como mínimo, estoy segura de que podré lidiar con algo así –continuó diciendo, ya en pie.

Al momento, dos de ellos se lanzaron contra la chica con una de sus manos al frente, disparando un rayo de energía blanco liberado a partir de su halo. Ella se elevó en el aire para esquivarlos y, acto seguido, dibujando un símbolo en el aire, hizo aparecer una lanza cerca de su posición, la cual cogió y arrojó hacia uno de ellos, atravesándole el pecho y deteniendo su avance.

El otro, por su parte, emprendió también el vuelo, recorriendo la distancia que los separaba.
-¡No sabía que pudiesen volar! –exclamó la chica elevándose aún más para no ser alcanzada.

Segundos después tenía a los tres “Dying Walkers” que quedaban pisándole los talones.

Uno de ellos consiguió cogerle el tobillo, haciendo fuerza para lanzarla de nuevo a tierra, sin embargo, reaccionando rápido, la súcubo formó una bola de fuego en la palma de su mano derecha, la cual lanzó directamente a la cabeza de su perseguidor, quien recibió el golpe, cayendo al suelo desde una altura considerable.

De esta forma, habiéndose librado de su acosador más cercano, Eri pudo comenzar su contraataque contra los dos restantes, para lo cual concentró sendas bolas de fuego en las dos manos y las lanzó en su dirección, consiguiendo acertar con una de ellas pero no con la segunda, la cual fue evadida por el “Dying Walker”.
-¡Maldita sea! –exclamó Eri al observar cómo su enemigo apuntaba hacia ella.

Sin perder ni un segundo, hizo aparecer un escudo justo cuando el rayo de energía fue disparado, logrando desviarlo en el último momento. Tras esto, volvió a hacer aparecer otra lanza a su lado mediante un rápido movimiento de su extremidad anterior, agarrándola rápidamente y lanzándose de frente contra su adversario con ésta en una mano y el escudo en la otra, consiguiendo acertarle en el cuello.

Entonces, haciendo desaparecer las armas, bajó a tierra donde la esperaban Agramón y Lilith.
-¿Estás bien? –preguntó la demonio de pelo azul con expresión de preocupación.
-Sí, no han supuesto ningún peligro. Sin embargo debemos estar alerta, no sabemos si aparecerán más.
-No es de ellos de quien deberíais preocuparos... –una voz cercana provocó que los tres girasen la cabeza, topándose con el cuerpo de un hombre sentado sobre la pared que separaba el jardín de una de las casas y la calle. A su lado se encontraba un doberman.
-¡¿Quién eres tú?! –gritó Eri.
-Eso no importa. Me han pedido que venga a por vosotras dos y me gustaría cumplir con mi trabajo sin demasiadas complicaciones, así que, si gustáis... –dijo mientras hacía una señal para que se acercasen a él.
-... –ninguno de los tres se movió.
-Vaya...entonces no me quedará más remedio que utilizar otros métodos... –chasqueando los dedos, tres “Dying Walkers” hicieron acto de presencia justo delante de él, no obstante, éstos no eran como los anteriores. Para empezar eran ligeramente más altos que los normales, la parte de arriba de la ropa no existía, dejando ver un torso de color gris y con varios tornillos de unos cinco centímetros de diámetro distribuidos aleatoriamente por todo éste. Además, a su espalda presentaba una única ala de aspecto robótico y otro halo sobre su cabeza.
-¿Qué...es eso...?
-“Dying Walkers”, sólo que un poco modificados por uno de mis compañeros.
-Y que lo digas...

Sin darles más tiempo para sorprenderse, el del centro avanzó rápidamente hacia ellos realizando un ataque vertical con uno de sus brazos. Los tres esquivaron el golpe, dividiéndose en el proceso, de manera que Agramón y Eri quedaron situados en el lado derecho de la calle y Lilith en el izquierdo.
-¡Lilith-chan! –exclamó Eri.
-Recordad que los quiero vivos. De lo contrario no me servirán para nada... –indicó el hombre.

Al final, el escenario se había convertido en dos de los “Dying Walkers” modificados yendo a por Lilith, y el restante a por Eri y Agramón.
-¡Trágate esto! –reuniendo una bola de fuego de gran tamaño con ambas manos, la súcubo lo lanzó contra el que tenía enfrente, el cual recibió el golpe directamente pero no mostró indicios de verse afectado por ello.

Por su parte, Lilith dibujó un símbolo en el aire y situó ambas manos al frente, enviando un fuerte vendaval a sus enemigos, logrando frenar su avance. Acto seguido, junto sus manos, provocando que el viento se volviese afilado como cuchillas, cortándoles, pero, ignorando esto, los “Dying Walkers” levantaros sus brazos y lanzaron un rayo de energía en su dirección, el cual fue desviado a duras penas por el viento generado por la demonio, golpeando las paredes de las casas.

Mientras tanto, Agramón cambió su apariencia a la de un ser horrendo del tamaño de un león, recibiendo el apoyo de Eri para que tomase forma física y embistiendo a su contrincante. No obstante, este último respondió con un ataque procedente de su única ala, con la que aplastó al zorro.
-¡Aaaah! –Eri hizo aparecer un rifle con el que disparó al ser, el cual avanzó hacia ella sin inmutarse por las balas y la golpeó en el estómago, lanzándola a varios metros de distancia. No contento con ello, el “Dying Walker” levantó uno de sus brazos y apuntó a la chica, quien trataba de ponerse en pie. Fue en ese momento cuando un policía apareció en escena, atraído por el escándalo que se acababa de formar.
-¡¿Qué está pasando aquí?! –preguntó al ver a la joven en el suelo.
-¡Márchese de aquí! –exclamó Eri al observar cómo su enemigo cambiaba el objetivo de disparo- ¡Corra!
En el momento del disparo, la chica saltó para interponerse entre éste y el hombre, sin embargo el contacto no llegó a producirse, cayendo ambos al suelo sin un rasguño.

Cuando la súcubo levanto la cabeza se encontró con el rostro de una chica guapísima de pelo largo recogido en una coleta al final.
-¿Estás bien? –preguntó.
-Sí... –respondió Eri anonadada- ¡Espera! ¡¿Qué...?!
Recomponiéndose de la sorpresa, la demonio se levantó rauda para enfrentarse al “Dying Walker” pero lo que encontró fue a éste detenido en seco, con la mano todavía apuntando al aire.
-¿Qué es lo que...? –dijo Eri sin tener ni la más mínima idea de lo que acababa de pasar.
-No te preocupes, no volverá a atacarte –declaró la otra chica con una tierna sonrisa que hizo que la súcubo se pusiese colorada.
-¿Y Lilith-chan? –preguntó de nuevo más calmada.
-Está todo controlado.

Al otro lado de la calle, un joven pelirrojo con el pelo de punta y una pequeña coleta que le caía hasta la nuca apareció entre Lilith y los “Dying Walkers”, crujiéndose el cuello. En sus manos había ocho pistolas, cuatro de ellas en cada extremidad que estaban sujetadas a partir de un par de varas metálicas que unían los mangos en un punto central, dando un aspecto de cruz. El chico giraba entre sus dedos las varas metálicas haciendo dar vueltas los cañones de las armas, de aproximadamente unos treinta centímetros cada uno.

Sin esperar siquiera a que los “Dying Walkers” reaccionasen, el joven comenzó a disparar, haciendo llover balas sobre las biomáquinas mientras los cañones continuaban girando. Cuando cesó el fuego, sus enemigos habían quedado reducidos a un montón de agujeros.
-¿Qu-quién eres tú? –preguntó Lilith confusa.
-Mi nombre es Ahren -dijo el chico girándose hacia ella-, me encargo de defender a los demonios.
-¿Eh?
-¡Serah! ¿¡Has terminado por allí!?
-¡Sí, Onii-chan! ¡Ya está! –exclamó a la vez que el “Dying Walker” que se encontraba a su lado comenzaba a moverse de nuevo y lanzaba un ataque contra ella.
-¡Cuidado! –gritó Eri, sin embargo, el puñetazo fue desviado hacia el suelo, como si hubiese una barrera invisible a su alrededor- Ah...

Lo que siguió a esto Eri no supo si considerarlo humillante o gracioso. La biomáquina comenzó a lanzar ataques a diestro y siniestro contra la chica mientras ésta observaba a su contrincante sin mover un solo músculo, no obstante, todos los ataque eran desviados mágicamente sin que acertasen a su objetivo.

Fue entonces cuando ella desplazó su mano abierta hacia arriba, provocando que el cuerpo del “Dying Walker se distorsionase y desapareciese en el aire sin dejar rastro.
-De ella es de quien menos hay que preocuparse... –dijo Ahren mientras plegaba las dos varas metálicas para situar las cuatro pistolas de cada arma en línea y así poder guardarlas.
-Así que los pequeños vienen a echar una mano a su padre –se burló el hombre, todavía sentado.
-Tú eres el siguiente –amenazó Ahren.
-Por favor, no quisiera enfrentarme contra los hermanitos. Seguro que en América habréis aprendido muchos trucos.
-...
-Volveremos a vernos. Y la próxima vez no vendré solo...
Dicho esto, el hombre se esfumó, así como el doberman.

Ahren suspiró y miró a Lilith.
-Tú debes de ser la nieta de Satán, ¿me equivoco?
-... –la chica se mantuvo en silencio, insegura y desconfiada.
-¡¿Quiénes sois vosotros?! –preguntó Eri, quien no había recibido presentación por parte de ninguno- ¡Ah!
De repente se acordó del policía y se giró rápidamente para comprobar su estado, encontrándoselo inconsciente en el suelo.
-Tranquila, está bien. Sólo ha sufrido un ligero shock y se ha desmayado –dijo la chica-. Mi nombre es Serah y el chico pelirrojo de allí es mi hermano, Ahren. Tú debes de ser Eri-chan, ¿me equivoco?
-¿Cómo sabes mi nombre?
-Derain nos lo dijo.
-¿Conocéis a Derain?
-Por supuesto. Y ahora que lo pienso, quizás haya que llamarle para borrarle la memoria a ese policía. Puede que a alguien más...
-Por el momento entremos en tu casa, ¿quieres? Si nos quedamos aquí entonces sí que le daremos trabajo a Derain –sentenció Ahren.

 Posteriormente, los cinco, incluido Agramón, entraron en la casa de Eri.
-¿Cómo sabíais que estábamos siendo atacados? –pregunto la súcubo mientras, sentados en los sofás del salón, Serah observaba sus heridas.
-Llegamos a esta ciudad hace algunos días y, tras buscar un sitio donde hospedarnos, contactamos con nuestro padre para reunirnos con él. Íbamos hacia allá cuando notamos algo extraño por esta zona, así que avisamos sobre ello y no dirigimos lo más rápido que pudimos hacia aquí. De hecho, es raro que nuestro padre no haya llegado ya.
-¿Y los detectasteis? Nosotros no supimos de ellos hasta que no los tuvimos encima.
-Tanto mi hermana como yo somos bastante sensibles al Retten y Setten. No quiere decir que podamos percibirlo todo pero somos hábiles en ese aspecto. Probablemente lo mismo pasa en su caso, incluso si habéis sido lo suficientemente cuidadosos de ocultar vuestro Setten no indica que no haya gente capaz de detectaros. Asimismo, se encargaría de ocultar su presencia de vosotros. –explicó el chico pelirrojo.
-Parece que no tenéis nada grave. Cerrad los ojos un momento –dijo Serah situándose frente a los tres.
Tras asentir, cerraron los ojos y sintieron una especie de aire refrescante que cubrió todo su cuerpo, encontrándose cada vez mejor.
-Ya podéis abrirlos
Tanto Eri como Lilith y Agramón observaron sus cuerpos como si los viesen por primera vez.
-¡Me siento genial! –exclamó Agramón.
-¿Qué es lo que has hecho? –preguntó Lilith.
-Mi Setten es un poco especial. Al transmitírselo a otros, como acabo de hacer, es capaz de hacer que recobren sus fuerzas.
-Guau...eso me recuerda, ¿qué fue lo que ocurrió cuando atacó el “Dying Walker”? –preguntó Eri con curiosidad.
-Ah, eso –Serah esbozó una sonrisa irónica.
-Podrías decir que mi hermana es intocable para aquellos que la ven de esa forma.
-¿Eh?
-Es parte de sus poderes de ángel.
-¡Espera! ¡¿Eres un ángel?!
De repente se escuchó el timbre.
-¡Ese debe de ser papá! –exclamó Serah mientras se dirigía corriendo a la puerta y se escuchaba cómo la abría sin ningún reparo- ¡Papá!

Al momento se oyó un golpe seco, como de alguien chocando contra una pared, cosa que provocó que la súcubo saliera a ver lo ocurrido, encontrándose a Serah abrazando a un hombre que presentaba una quemadura que recorría su mejilla izquierda y llegaba hasta la frente.
-¿Hioni-sensei...?
-Cuánto tiempo...

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