Se hizo el silencio en la prisión.
-¡Te ha hecho una pregunta, perra! –gritó Lethos, irritado
por la actitud de la chica.
-Lethos, por favor, ¿podrías dejarnos a solas? –pidió Kareth.
-¿Kareth?
El líder de Karma, sorprendido, observó al joven guerrero,
quien el devolvió la mirada sin decir nada.
-De acuerdo. No tardes mucho –respondió Lethos, sintiéndose
algo intranquilo.
-Descuida.
Así pues, echando un último vistazo atrás, abandonó la sala.
-Estás horrible –dijo Kareth, intentando destensar el
ambiente.
Ella se mantuvo en silencio, continuando con la cabeza
agachada al igual que cuando la habían arrestado.
En ese momento, Kareth recordó la primera vez que la vio. Su
elegante figura había sido sustituida por una mala imitación.
-Por favor, contéstame. ¿Por qué lo hiciste? –preguntó de
nuevo el joven.
Sarah levantó de nuevo la cabeza, sin embargo tardó poco en
bajarla. La única diferencia fue que esa vez se atrevió a hablar.
-¿Nunca has tenido una sensación como que todo va muy deprisa
a tu alrededor? –preguntó de repente, lo que dejó extrañado al chico.
-No que yo recuerde. ¿Por qué lo preguntas?
-Cuando ocurrió todo, estaba junto a él. Como tantas otras
veces, quería saber cómo me había ido el día. Además, parecía que tener algo
importante que decirme.
¿Por qué iba a querer alguien tan importante dentro de
Comhairle como él saber sobre el estado de su guardaespaldas? Es más, acababa
de decir “como tantas otras veces”. ¿Significaba que no era la primera vez que
se lo preguntaba? ¿Y sólo a ella? ¿Quién era esa chica? Aquella conversación no
dejaba de confundir a Kareth, quien siguió escuchando su historia.
-Todo empezó a dar vueltas a mi alrededor, el sonido del
ambiente se aceleró, incluso el habla de Yami...
Ni siquiera ella misma entendía sus propias palabras, como si
no acabara de creérselo.
-Mi cuerpo se movió solo y, sin poder controlarme, cogí el
arma que había utilizado para proteger su vida y se la quité. Entonces, todo se
calmó, y volví en mí, dándome cuenta de lo que había hecho. Pero mientras trataba
de asimilarlo, sentí cómo alguien se abalanzaba sobre mí.
No ofrecí resistencia. Estaba muy asustada. No sé por qué lo
hice. Sólo sé que lo he matado con mis propias manos.
Mirando sus manos temblorosas, las lágrimas afloraron de sus
ojos.
-¡¿Por qué lo hice?! ¡¿Por qué?! –se preguntó mientras se
cubría la cara con las manos- ¡¿Por qué está pasando esto?!
Su voz se iba quebrando más a cada palabra que añadía, pero
eso no fue lo único que molestó a Kareth. Aquellas lágrimas no eran lágrimas de
mentira, sino las de alguien que estaba sufriendo. Las lágrimas de alguien que
acababa de perder a un ser querido. ¿Era realmente culpable? Fue la pregunta
que se hizo mientras se acercaba a los barrotes de la celda.
-Sabes que aunque le digas eso a Karma, no van a ceder, y la
justicia de Yohei Gakko tampoco.
-Lo sé…
Por su reacción, supo que se había rendido. Que la
culpabilidad se había aferrado a ella como una sanguijuela, igualmente,
chupándole la esencia.
-Lo que he hecho es imperdonable, así que aceptaré cualquier
castigo –declaró Sarah.
-Qué interesante. Ni siquiera tú misma estás convencida de lo
que te impulsó a matarlo, y pese a todo, aceptas tan fácilmente la culpa.
-No importa el porqué, el caso es que le maté. Aunque no
entienda lo que pasó, los hechos son claros. Es lo justo.
Kareth chasqueó la lengua en señal de desaprobación.
-¿Q-qué pasa? –preguntó ella.
-Nada, es sólo, no me gusta nada tu actitud.
-…
-Dime una cosa más.
-¿Qué?
La chica lo observó entre curiosa y llorosa.
-¿Qué significaba él para ti?
-…
-Él era alguien importante para ti, ¿verdad? De lo contrario,
no te entristecería su muerte. Para todos ha sido un shock, pero para ti parece
haber sido muy doloroso.
-Era como un padre para mí. Fue quien estuvo conmigo después
de que perdiese la memoria. Me trataba bien, se interesaba por mí, me trataba
de manera especial pese a que no teníamos lazos familiares. El hecho de que
haya muerto por mi culpa... es desgarrador.
Un asesino que lloraba por quien había matado. Era una
situación difícil de ver.
-Kareth, se acabó la visita –interrumpió Lethos, entrando de
nuevo en la sala.
-Ah, sí. Perdona, Lethos. No me había fijado en el tiempo
–dijo Kareth, mirando una vez más a la chica, quien le devolvió el gesto.
-Los asesinos no suelen llorar por sus víctimas. Además, tus
ojos... no son los de alguien que mataría sin motivo.
Dicho esto, se marchó, seguido del líder de Karma. Hacía poco
que había empezado a pensar de esa manera, pero Kareth la sensación de que algo
no cuadraba en todo aquello.
-Supongo que ya has encontrado lo que buscabas, ¿me equivoco?
-preguntó Lethos.
-No te equivocas –respondió Kareth.
-Ella ya no puede hacer nada más que esperar la sentencia que
dicte la justicia de Yohei Gakko.
Poco a poco, estaban llegando a la salida de los sótanos.
-Dime una cosa, Lethos –dijo Kareth.
-¿Sí?
-Tú siempre has estado a favor de la justicia, ¿verdad?
-Por supuesto. No me habría alistado en Karma de no tener
esos ideales.
-¿Entonces si consideraras como justo algo que no lo es, qué
harías?
-Es obvio. Haría todo lo posible por que lo injusto se
considere justo.
-Dicho así, suena simple –dijo Kareth, sonriendo.
-No creo que lo fuese. Pero si de verdad creyese en ello, eso
no me impediría hacerlo. En cualquier caso -el jefe de Karma frunció el ceño-,
¿a que viene esa pregunta?
-Nada. Supongo que sólo quiero entender un poco más este
mundo.
-Je, quizás empieces a entenderlo mejor una vez salgas al
exterior. Hasta entonces tendrás que conformarte con lo que hayas aprendido
aquí. Entonces, te darás cuenta de lo difícil que resulta conseguir lo que uno
se propone.
Tras despedirse de Lethos, Kareth anduvo distraído hasta
toparse con Remi.
-¡Uah! Me has asustado -se quejó Kareth.
-¿Dónde te habías metido? Intenté seguirte, pero cuando quise
darme cuenta, habías desaparecido. Llevo buscándote desde entonces. Cuando te
fuiste, nos dejaste preocupados…
-Perdón, había algo que debía comprobar.
-¿Y bien?
-Nada claro, en verdad.
Remi suspiró.
-Eres de lo que no hay. En fin, larguémonos. No me gusta
estar cerca de la prisión...
-Así que se trataba de la bella guardaespaldas, ¿eh? –comentó
Remi.
-Eso parece.
-¿Quién lo hubiese dicho? Aunque, la verdad, no sabíamos
mucho sobre ella.
Kareth y su compañero habían vuelto a la cafetería, donde
discutían lo ocurrido.
-Oye, Kar. ¿Acaso piensas que en verdad ella no haya podido
ser la asesina?
-No lo sé…
Remi observó a su amigo, el cual tenía ambas manos unidas
debajo de la barbilla y la mirada fijada en una pequeña taza, en ese momento,
vacía
-Será mejor que no le des más vueltas, amigo. ¿O es que te
gustaba esa chica?
De repente, se escuchó un ruido de una bandeja golpeándose
contra el suelo. A Nara acababa de caérsele.
-¡L-lo siento! –se disculpó mientras la recogía.
-¡N-no pienses cosas raras! -exclamó Kareth, alterado.
Remi dibujó una sonrisa traviesa ante la reacción de los dos.
-Es hora de irnos –dijo Remi, levantándose de sus asientos.
-Tengo que hacer un par de cosas -señaló Kareth.
-Como quieras. Nos vemos en el centro de trabajo esta tarde.
-Claro.
-Nos vemos, Nara –dijeron casi al unísono, despidiéndose de
su amiga.
-Nos vemos –respondió ella, levantando la mano.
Tras separarse de Remi, Kareth se dirigió hacia el hotel en
el que había tenido lugar el asesinato. Después de todo, investigarlo por sí
mismo era la mejor manera de comprobar la historia de ella, aunque no estaba
seguro de si encontraría algo. Su plan consistía en entrar en la habitación de
Darker y buscar alguna prueba o algo que le aclarase las ideas.
Irrumpir por la puerta principal no parecía buena idea, ya
que seguía estando custodiada por Karma, seguramente esperando a que fuerzas
mayores de la justicia de Yohei Gakko llegaran a la escena del crimen y
cerraran el caso. Al fin y al cabo, y si los testigos estaban en lo cierto, ya
estaba resuelto.
Así pues, decidió introducirse por el callejón que llevaba a
la parte trasera del edificio. El piso estaba un poco alto, pero con sus
habilidades, conseguiría ascender sin demasiada dificultad hasta la ventana.
Habiendo llegado a la parte de atrás, Kareth preparó sus
piernas para saltar lo más alto posible. Sus capacidades físicas no tardaron en
dar de sí en el momento en que logró alcanzar una de las cornisas,
considerablemente grandes, con ambas manos, ayudándose de ellas para subir una
pierna y luego la otra. No obstante, acababa de darse cuenta de una cosa: no
sabía a qué piso tenía que ir.
“Genial. Debo de ser el mayor idiota de Yohei Gakko”, pensó
mientras se golpeaba a sí mismo en la frente.
Sin más opción que guiarse por su instinto, entró a una de
ellas por la ventana que tenía frente a él.
Increíble. Parecía una mansión. Tan espacioso, tan lujoso, se
hacía notar la importancia de aquel hotel, por lo que no era de extrañar que
allí se hubiese hospedado alguien como Darker.
-Como sea, tendré que comprobar que es la habitación que
busco. Espero que no me lleve mucho tiempo –murmuró el chico.
Tras esto, comenzó su investigación por cada uno de los
rincones de aquel sitio. Baño, dormitorio... hasta una pequeña cocina. Nunca
había estado en una habitación así, por lo que le sorprendió bastante la
disposición. En cualquier caso, no observó nada a primera vista que pudiese
identificarla como la habitación en la que se había producido el asesinato.
Suponiendo que Karma no hubiese dejado entrar a nadie,
todavía deberían existir rastros del crimen como armas, sangre, etc. Eso es lo
que trataba de encontrar, no sólo para confirmar que estaba en la habitación
correcta, cuya solución hubiese sido tan simple como preguntarle a Sarah el
número, sino también para tener toda la información posible sobre el caso.
-Esta no es –murmuró, aceptando que se había equivocado.
En ese momento, la puerta de entrada se abrió, sonando un
ligero golpecito procedente de la máquina que daba el permiso.
“¡Mierda!”, nervioso, se apresuró a salir por la ventana y
cerrarla tras de sí, resguardándose en la cornisa, apoyado sobre el lateral de
manera que no fuese visto desde dentro.
El huésped de aquella habitación era un hombre alto y
delgado. Vestía una chaqueta bien cuidada, camisa y pantalones que cubrían la
parte de arriba de dos botas color negro. No alcanzó a ver bien su rostro,
debido a que estaba de espaldas, hablando con alguien a través de un aparato
comunicador.
Como era de esperar, apenas alcanzaba a oír algo debido al
ruido ambiental de la calle y la ventana cerrada. Pese a ello, se esforzó por
concentrar toda su habilidad auditiva en escuchar lo que decía. Cualquier dato
podía ser relevante para el caso.
En un principio, nada de lo que escuchó llamó su atención,
por lo que llegó a pensar que lo mejor sería marcharse antes de que le
descubriese.
-…asesinato…
Al escuchar aquella palabra se encendieron todas sus alarmas,
acercando su cabeza más a la ventana y logrando ver entonces la cara del
hombre, quien se había acercado peligrosamente a donde estaba. Llevaba unas
gafas de sol cubriendo sus ojos y una sonrisa chulesca se dibujaba en su
rostro, lo que le hizo sentirse irritado. No le gustaba.
Decidido ahora a llegar hasta el final, Kareth continuó
concentrando todos sus esfuerzos en escuchar lo que decía.
-…claaaaaaro, no hay de qué preocuparse, todo ha salido según
lo esperado. No creo que tarden demasiado. Cuando llegue el momento, me
encargaré de todo, no le des más vueltas. ¡Oh, vaaaaaamos! ¡Confía en mí! Por
supuesto… Espera… -el hombre se giró hacia la ventana, la sonrisa de antes se
había borrado de su cara- Me parece que tengo a una rata fisgoneando.
“¡¿Qué?!”, asustado, el chico movió la cabeza de un lado a
otro. Estaba en una posición donde era imposible verle desde dentro, pues había
tenido mucho cuidado en que ninguna parte de su cuerpo fuese visto por el
cristal. Además, también había procurado no hacer ningún ruido que lo delatase.
Incluso un estudiante de Yohei Gakko lo habría tenido difícil para darse cuenta
de que estaba allí, ¿cómo era posible que él le hubiese descubierto?
Entonces, ese hombre abrió la ventana y miró a su alrededor,
descubriendo que no había nadie sobre la cornisa. Posteriormente, echó un
vistazo al callejón, esperando encontrar a alguien sospechoso, pero sólo pudo
ver a un numeroso grupo de personas paseando tranquilamente.
No muy convencido, cerró la ventana y corrió las cortinas.
Fue entonces cuando Kareth, situado sobre la cornisa de la habitación de
arriba, pudo respirar tranquilo.
¿Quién era ese hombre? ¿Y de qué estaba hablando?
Tras intentarlo con varias habitaciones más, el chico se dio
cuenta de que a ese paso no conseguiría encontrar nunca la que quería.
Rascándose la cabeza por la frustración, decidió que ya
volvería más tarde, una vez conociese el número. Probablemente, la justicia de
Yohei Gakko no llegaría hasta mañana, por lo que esa misma noche podría probar
suerte otra vez. Por el momento, iría al centro de trabajo a recibir su primera
misión.
Mientras caminaba, su mente siguió cavilando sobre la
identidad de ese huésped.
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