Tras desviar un ataque frontal de su oponente, cuya lanza
perforó el suelo, Kareth contraatacó dirigiendo una de sus espadas al costado
de la chica. No obstante, de poco sirvió, pues sirviéndose de su arma como
pértiga, su adversaria saltó por encima de él, buscando esta vez su espalda, lo
que dio lugar a un giro rápido por su parte y al ruido metálico producido por
el choque de sus armas.
Estaba preocupado. Pese a que Sarah era una gran guerrera,
los miembros de Karma no se quedaban atrás, y estaba enfrentándose sola a una
multitud de ellos. Además, las cargas del revólver de Seigari parecían haberse
terminado, lo que la dejaba como única capacitada para defenderlos.
-¡Sí de verdad son importantes para ti, yo que tú me daría
prisa! –dijo Tara.
Aun así, él tampoco lo tenía fácil, pues estaban igualados en
combate.
Tratando de pensar en su siguiente movimiento, Kareth dio un
salto hacia atrás, guardando un poco las distancias.
-¡¿Qué pasa?! ¡¿Vas a huir?! –se burló su adversaria.
Sólo se le ocurría una forma rápida de vencerla, pero para
ello tendría que recurrir a algo que se había prometido no utilizar, ya no sólo
por mantenerlo en secreto, también porque cuando combatía sin preocuparse de
sus heridas tendía desvincularse de su alrededor llegando a ignorar la
integridad tanto de enemigos como de aliados.
Ensimismado como estaba, se vio sorprendido por un nuevo
ataque de Tara, defendiéndose de éste en el último momento, sin embargo no pudo
hacer lo mismo con un segundo, hiriéndolo en la barbilla.
“Buena estrategia”, pensó, concluyendo que uno había sido una
distracción para encajarle el otro.
Por desgracia, la embestida de la chica no acababa ahí, ya
que, aprovechando la ventaja que había conseguido sobre él, continuó enlazando
ataque tras ataque hasta acorralarlo contra la pared.
-¡Mierda! –se quejó Kareth, quien quedó desarmado y con la
lanza de su contrincante apuntándole al cuello
-Me temo que el combate ha terminado –declaró Tara, orgullosa
de su victoria.
Era evidente que no se encontraba en la mejor situación. Sus
dudas le habían hecho perder la concentración en el combate, metiéndole de
lleno en apuros.
Desde allí, pudo observar a sus amigos, concretamente a
Sarah, a quien ya comenzaban a flaquearle las fuerzas. ¿A cuántos se habría
enfrentado ya?
Aquella imagen le incentivó para tomar una decisión, cerrando
los ojos y respirando hondo durante unos instantes antes de dirigirse a Tara.
-No tendré más remedio que tomármelo serio –murmuró.
-¿Eh? –sin entender
bien a qué se refería, la chica inclinó la cabeza, confusa. Entonces,
Kareth apretó el botón de su teletransportador e hizo aparecer un cuchillo de
caza.
Por otro lado, Remi seguía combatiendo, llevando ventaja
sobre su oponente. Pese a que Weird era bastante hábil con su arma, la puntería
de Remi lo desestabilizaba.
De repente, Weird se detuvo en mitad del combate.
-¡¿Qué?! ¡¿Ya te has cansado?! –se burló Remi, provocando un
suspiro por parte de Weird.
-Veo que así no voy a llegar a ninguna parte. Así que te
enseñaré algo interesante.
Entonces su arma emitió un extraño sonido, cambiando algunas
piezas por otras pero, básicamente, tomando el mismo diseño que antes.
-No veo mucha diferencia –dijo Remi,
-¿Tú crees? –con esta pregunta, Weird disparó los filos de su
garra hacia Remi, pasando por su lado a escasos centímetros
-¡Eso ya lo hacía antes! –se quejó Remi, irritado con su
adversario.
Para su sorpresa, Weird desplazó su extremidad hacia un lado,
movimiento con el que hizo que los se dirigiesen a la pierna de Remi.
-¡Agh! –gritó el chico, apoyando una rodilla en el suelo al
sentir un dolor punzante en su gemelo. Al mirar hacia atrás, vio los filos
clavados en éste- Así que ahora vez los manejas tú.
-¡Exacto! Quizás hubiese sido buena idea usarlo antes, pero,
ya sabes, “no es bueno mostrar todas tus cartas”.
Haciendo acopio de fuerza de voluntad, Remi volvió a ponerse
en pie.
-Esto se ha puesto interesante –dijo el chico.
Tras esto, disparó a Weird, quien utilizó su garra para
cubrirse de las balas, repitiendo el mismo movimiento que antes. Esta vez, su
adversario ya conocía la versatilidad de sus filos, lo que hizo que se
mantuviese vigilante una vez los hubo esquivado.
-¡No volveré a caer en el mismo truco! –mientras apuntaba con
su arma a los filos recién disparados, sintió cómo otros atravesaban su
estómago- ¡Gaaaaah! –el impacto le hizo caer de nuevo al suelo, encogido sobre
sí mismo.
-¡¿Creías que no lo tenía todo pensado?! ¡Puedo manejar más
de una carga! –exclamó Weird, sonriente.
-¡Ugh! ¡Mierda! –se quejó Remi al tiempo que sangre comenzó a
fluir por sus labios- Eres un tramposo...
-Yo prefiero llamarlo “estrategia”. Y ahora, el golpe de
gracia –dijo mientras extendía su brazo.
Mientras observaba la mano de su contrincante, la mente de
Remi intentó pensar en una manera de salvarse. No quería perder. No así. Sabía
que todavía quedaba esperanza. Que podía darle la vuelta al combate. Pero el
dolor no le dejaba pensar con claridad. ¿Qué podía hacer?
Fue en ese momento cuando se le ocurrió algo que quizás
funcionase.
Cargando el cañón de sus armas, apuntó hacia abajo y esperó
hasta que Weird disparase. Justo cuando éste lo hubo hecho, apretó el gatillo,
elevándose ligeramente en el aire por la fuerza del retroceso, con el apoyo de
su pierna sana. Entonces, desde el aire, disparó una ráfaga que golpeó las
articulaciones de Weird.
-¡Aaah! –éste cayó al suelo, de rodillas, misma posición que
adoptó Remi tras aterrizar, incapaz de mantener el equilibrio.
-Admito no me lo esperaba –dijo Weird.
-Gracias –contestó Remi.
-Esto no ha terminado, Remi
-Lo sé, pero la próxima vez, mi tiro irá a la cabeza.
Entonces sí será el fin.
-¡Remi! ¡Sal de aquí!
De repente, la voz de Kareth le interrumpió. Al mirar en su
dirección, observó el cuchillo que su amigo sujetaba.
-¡Ah! ¡Podrías haber avisado antes! –exclamó Remi, dando un
paso atrás.
-¿Qué es lo que…? –intentó preguntar Tara.
En ese momento, Kareth avanzó hacia su lanza permitiendo que
su cuello fuese atravesado de parte a parte.
Aquello sorprendió a Tara, a la vez que la asustó, incapaz de
apartar la vista mientras su adversario continuaba con aquel acto macabro.
Finalmente, no pudo soportarlo más, y decidió soltar su arma, alejándose de él.
-¡¿Q-qué significa esto?! –un sudor frió recurrió el cuerpo
de Tara, quien no podía creer cómo Kareth no había muerto ante semejante
herida.
Mientras tanto, el joven sacó la lanza de su cuello y la tiró
al suelo.
-Es complicado de explicar –dijo una vez se hubo cerrado el
boquete en su garganta-. Allá voy.
Nada más acabar la frase, se desplazó a gran velocidad hacia
Tara, quien teletransportó la lanza de nuevo a sus manos y ensartó su corazón.
Sin embargo, esto no tuvo ninguna consecuencia en él, quien continuó con su
embestida, acuchillando su estómago y parte del pecho.
-¡Aaaah! –se quejó Tara, perdiendo el equilibrio y cayendo
hacia atrás.
Ignorándola, Kareth se dirigió esta vez hacia Weird y Remi.
El último de los dos, habiendo recibido el aviso de su amigo,
corrió hacia Sarah, ayudándola a quitarse de encima a algunos miembros de Karma
y haciéndole señas con la mano para que le siguiese.
-¡Rápido! ¡Larguémonos de aquí!
-¡¿Qué ocurre!? –preguntó Sarah, mirando a su alrededor por
si aparecían más enemigos.
-¡Ahora mismo es mejor no meterse en el camino de Kareth!
¡Aprovechemos para escapar! ¡Él se encargará del resto!
-¡¿Cómo que se encargará del resto?! –gritó ella, confusa.
Haciendo caso omiso a sus preguntas, Remi arrastró a los
otros tres hacia el otro lado de la puerta, disparando contra todo oponente que
se cruzaba a su paso. Una vez fuera de la sala, logró cerrar la entrada antes
de que los persiguiesen.
-R-Remi… -intentó decir Nara entre jadeos. Se encontraba boca
abajo en el suelo, ya que con las prisas, había acabado tropezando- Casi nos
matas.
-Lo siento –se disculpó el chico, sentándose a su lado.
-¿Qué ocurre con Kareth? –volvió a preguntar Sarah,
desconcertada y en la misma posición que su amiga.
-Imagino que si no lo sabes, es porque no te ha contado nada.
Parece ser que el Radiar evolucionó de una manera distinta en Kareth. Por eso,
tiene una regeneración fuera de lo normal. De hecho, lo hace inmortal ante
cualquier herida física. Incluso si le cortas la cabeza, sigue vivito y
coleando.
-¿Eh? –fue lo único que pudo responder ella, frunciendo el
ceño.
-Se que es difícil de creer, pero lo he visto con mis propios
ojos. Es muy real.
-Entiendo –aun así, una parte de ella seguía sin estar muy
convencida. Sólo podía creer en las palabras de Remi, pues no había visto el
momento en que el cuello de su amigo fue atravesado por la lanza, regenerándose
al instante- Pero, ¿qué relación tiene eso con que debamos alejaros de él?
-Digamos que, cuando deja de preocuparse por su estado, va a
por todas, sin pararse demasiado a observar lo que se ponga por delante de él.
Diferenciar entre aliados y enemigos se vuelve un poco difícil en ese momento.
-¿Y por qué guarda en secreto esa habilidad?
-Porque no sólo prefiere recurrir a ella en caso de que no
haya más remedio sino que, si lo mostrase en público, llamaría demasiado la
atención.
Agarrando a Weird del cuello, Kareth le acuchilló varias
veces en el abdomen, empujándolo contra la pared, dejándolo inconsciente y
lleno de sangre. Tras esto, se dirigió hacia los miembros de Karma que
quedaban, quienes le dispararon a la vez que intentaban alejarse de él, con el
miedo en sus miradas. Pero de poco servían las balas. Pese a que estómago,
corazón y pulmones fuesen atravesados, e incluso su cabeza se llenase de
agujeros, estos se regeneraban rápidamente, permitiéndole avanzar, imparable,
con cuchillo en mano.
Uno tras otro, sus enemigos fueron derrotados. La sangre
salpicó suelo y paredes en una horrorosa escena propia de una masacre.
Cuando no quedó nadie en pie, Kareth se detuvo unos instantes
en mitad de la sala, buscando una nueva presa a la que acuchillar. Había
intentado controlarse lo máximo posible, pero con ello sólo había logrado
minimizar los daños un poco. Seguramente, hubiese matado a varios de ellos. Fue
ese pensamiento el que le hizo volver en sí.
-Y este es uno de los motivos por el que prefiero utilizarlo
como último recurso –murmuró.
De repente, escuchó a alguien respirar con dificultad. Se
trataba de Tara, quien se hallaba sentada en el suelo. Su espalda, apoyada
sobre una de las paredes de la habitación.
Sin prensárselo. Se acercó a ella y la cogió en brazos.
-¿Cómo estás? –preguntó.
-¿Tú qué crees, idiota? –haciendo una larga pausa para poder
respirar. Probablemente le había perforado un pulmón. Incluso si los guerreros
de aquella Yohei Gakko tenían una capacidad física y regeneración fuera de lo
normal, algo así no dejaba indiferente a nadie. Y, por supuesto, al menos en lo
que respectaba a la regeneración, ésta no podía compararse a la de Kareth.
-Lo siento, hubiese preferido no llegar a esto.
-Un poco tarde, ¿no crees? –respondió Tara, regañándole con
la mirada- En cualquier caso, parece que tendré que darte la razón. Si has
tenido que llegar a estos extremos para demostrarme tu determinación, tendré
que aceptar que no es una asesina –la joven sonrió, quedándose en silencio
durante uno segundos- Sigue adelante. Tus amigos te están esperando.
-¿Estarás bien? –preguntó Kareth.
-No es momento para preocuparte por mí. Si te hubiese
capturado, habrías muerto, idiota.
-Lo sé, pero odio que las cosas tengan que acabar de esta
forma.
-Tú lo has dicho. Puede que fuese inevitable. Al fin y al
cabo, somos rivales, ¿no?
Al escuchar sus palabras, Kareth dejó escapar una mueca de
dolor. Puede que hasta hace un momento la hubiese visto como una enemiga, pero
no dejaba de ser alguien con quien había compartido enseñanza durante años.
-Márchate ya. Ya sabes que soy bastante dura. Podré
soportarlo.
Asintiendo, el joven la colocó suavemente en el suelo y, tras
echarle un último vistazo a Weird, quien seguía inconsciente, abrió la puerta y
se marchó.
Por otro lado, los demás continuaron por el pasadizo hasta
llegar a la siguiente sala. Según les había dicho Kareth, allí se encontraban
las naves de evacuación.
Realizando un gesto a los demás para que se apartaran, Remi
abrió la puerta de una patada, dejando al descubierto una amplísima cámara con
multitud de pequeños ascensores o elevadores frente a ellos. Todos cubiertos de
un cristal de aspecto bastante resistente, y que supusieron se trataban de las
naves.
A su izquierda, había un gran ventanal desde el que podía
verse Yohei Gakko. ¿Habían estado subiendo mientras recorrían los pasadizos? Si
era así, ninguno se había dado cuenta
-Lo hemos conseguido –dijo Remi, observando las naves.
-Primero, tendremos que comprobar como funcionan estas cosas
–añadió Sarah.
-Cierto. Debe de haber un panel de control en alguna parte
–dijo Remi.
-Lo hay, pero no para traidores como vosotros.
Todos se giraron hacia el lugar del que procedía aquella voz,
perteneciente a Lethos, quien apareció ante ellos desde detrás de uno de los
pilares del edificio.
Al verle, no tardaron en levantar la guardia. Preparando sus
armas, incluso si la de Seigari estaba descargada.
-Menuda bienvenida –rió el líder de Karma.
-¡¿Qué esperabas?! ¡¿Una condecoración?! –preguntó Remi.
-Qué raro que no esté Kar con vosotros –se extrañó Lethos,
buscándole entre el grupo.
-Tranquilo. No tardará en llegar.
-Eso me alegra. Cuando lo haga, sólo espero que os encuentre
sanos y salvos... –dijo mientras teletransportaba un cuchillo, parecido al que
había utilizado Kareth, sólo que éste poseía una extraña luz verdosa rodeando
el filo.
Sin mediar más palabra, el líder de Karma se situó en un
visto y no visto frente a Remi, quien, sorprendido, no fue capaz de esquivar el
codazo que su enemigo le propinó en el pecho, dejándolo casi sin respiración.
Reaccionando en ese instante, Sarah intentó atacarle por el lateral con su
espada, pero fue esquivada fácilmente, siendo golpeada en el costado por una
patada que la lanzó contra el suelo.
Tras esto, Seigari fue el siguiente en actuar, intentando
golpearle por la espalda. Sin embargo, Lethos lo detuvo con su mano,
agarrándole de la muñeca y retorciéndosela hasta dislocarle la extremidad.
-¡Gaaaaaah! –Seigari gritó de dolor.
-¡Tío! –Nara corrió hacia él, dispuesta a ayudarle, pero
Lethos se interpuso en su camino, cuchillo alzado, preparándose para hacerle un
corte. Por suerte, los disparos de Remi lo evitaron, logrando que se alejase de
ellos.
Habiéndose refugiado del ataque de Remi, el líder de Karma
observó a sus contrincantes. Su expresión era la viva imagen de la arrogancia.
Como si estuviese tratando con insectos muy por debajo de su nivel. Pudiendo
aplastarles cuando le apeteciese.
-Me parece increíble que hayáis sido capaces de llegar hasta
aquí. Ni siquiera he tenido que usar mi arma para dejaros por los suelos –se
burló.
-¡Juegas sucio! ¡¿Contra cuántos crees que hemos tenido que
pelear antes de llegar aquí?!
-Eso me da igual. Yo no os he obligado a venir. Vosotros
solitos os habéis metido en este lío, traidores.
-¡Traidores esto! ¡Traidores lo otro! ¡Tú es que no te
enteras! –exclamó Remi, quien había perdido la paciencia.
-Pobre idiota. Tranquilo, yo te liberaré de tu estupidez. Y
detrás de ti, irá el resto.
Tras aquellas palabras, Lethos avanzó hacia Remi, dispuesto a
cortarle la cabeza, cuando un par de espadas se interpusieron en su camino.
-Ya era hora, Kar. Te estaba esperando –sonrió Lethos.
El chico miró fijamente a su adversario.
-Lamento haberte hecho esperar –contestó, desviando su arma
hacia un lado.
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