El panel de mandos que controlaba las naves había sido
golpeado por Rokudo, observándose pequeñas descargas eléctricas entre los
pedazos de hierro y cables que sobresalían. Pese a todo, aún parecía usable.
Por otro lado, aquel era el menor de sus problemas, dado que
el propio perpetrador de aquel acto, se encontraba delante de ellos, con sus
gafas de sol y su desagradable sonrisa.
-¿Qué haces tú aquí? – preguntó Kareth, haciendo esfuerzos
para ver bien lo que ocurría a través del cristal.
-¿Qué hago aquí? ¿No es obvio? Sabía que derrotarías a ese
idiota. De hecho, me habrías decepcionado de no haberlo hecho –dijo,
encogiéndose de hombros- Así que he venido a terminar el trabajo.
-¿Pretendes enfrentarte a nosotros tú sólo? –preguntó Remi,
incrédulo.
-¿Ves a alguien más? –se burló Rokudo, mirando a su alrededor
con fingida sorpresa.
-Pero…
-“Los miembros de Comhairle son personas normales”, ¿no es
así? –interrumpió Rokudo- Qué ilusos.
-Sabía que no estaba equivocado. Tú fuiste quien mató a
Darker. –le acusó Kareth.
-No me digas ¿Tan evidente era? –ironizó Rokudo, parecía que
nunca hubiese pretendido esconderlo-. Así es. Yo le maté. E hice que la
culparan por ello –continuó, señalando a Sarah- Incluso el que viniese aquí
estaba dentro de mis planes. ¿Quién crees que dejó aquella nota allí, Kareth?
El chico recordó entonces la nota de Darker.
-Entonces, ¿tú la escribiste?
-No exactamente. Verás, Darker ya se veía venir que iban a
matarlo, pero no sabía ni quién, ni cómo, ni cuando –incluso su manera de
contar con los dedos provocaba irritación- Intentó utilizar el viaje a Yohei
Gakko como una forma de resguardarse y ganar tiempo, y así, informar a aquellos
de confianza de lo que sabía sobre quienes intentaban matarlo. Una de esas
personas resultó ser esa chica y parece ser que escribió la nota por si no
lograba decírselo él mismo en persona. Muy precavido. Por suerte para mí,
encontré esa nota y la usé a mi favor, aunque no esperaba que hubiese ocultado
otro mensaje. Muy listo. Aun así, supe hacer uso de mi posición para engañar a
ese idiota de Karma y hacer pensar a todos que estabais locos.
-¿Y para qué querrías tú que descubriese la nota? –continuó
interrogando Kareth.
-Nada en especial. Tan sólo que hicieses lo mismo que has
estado haciendo hasta ahora. Es decir, que intentases rescatar a la chica y
vinieses a este sitio ¡Y lo has hecho! ¡Buen trabajo! –exclamó con alegría
fingida, aplaudiendo.
-¿Por qué? ¿Con qué propósito?
-Para probarte y mejorarte.
-¿Qué? –Kareth no podía dar crédito a lo que acababa de decir-
No lo entiendo.
-Ya lo entenderás. Ahora que he visto lo bueno que puedes
llegar a ser, tan sólo tengo que “convencerte” para que me prestes tu ayuda.
-¿Eres idiota? ¡Ni aunque fueses la última persona en este
planeta!
-Nunca dije que te lo pediría amablemente.
-¿Todo era para capturarme a mí?
-¡Oh, no! Era por más que eso. Por ejemplo, también me venía
bien matar a Darker y ejercer influencia como miembro de Comhairle. Con esto he
matado dos pájaros de un tiro.
-¡Bastardo! ¡Pienso cortarte esa sucia cabeza! –gritó Sarah,
golpeando fuertemente el cristal con sus puños mientras derramaba lágrimas de
rabia.
-Oh, la gatita se enfada. Vamos, fue divertido. Ver su sangre
caer entre tus dedos y tu espada. Matarlo con tus propias manos –pese a que las
gafas de sol cubrían sus ojos, los gestos de su boca, hacían notar que estaba
poniendo una expresión triste. Claramente, burlándose de ella.
-¡Cállate! – exclamó Sarah, sacando su arma, y golpeando el
cristal para intentar romperlo, sin éxito. Al contrario que el del ventanal por
el que había caído Lethos, éste estaba mucho más reforzado. A ello había que
añadirle que la fuerza de Sarah se había visto considerablemente mermada debido
al cansancio.
-Ver ante ti como la vida de una persona tan querida se
desvanece –continuó Rokudo, poniendo un tono de voz dramático.
-¡Cállate! ¡Cállate! ¡Cállate! –gritó ella, dejando caer su
arma y tapándose los oído para intentar alejar su voz.
-Vamos, ¿dónde ha quedado tu sentido del humor, señora
A-S-E-S-I-N-A?
-¡Nooooooooooooo! –un lamento desgarrador surgió de la
garganta de Sarah, con un tono agudo impensable hasta ese momento en ella,
seguido de sollozos e inicios de un ataque de ansiedad.
-¡Eres lo peor! -exclamó Remi, su expresión desencajada por
la ira.
-¡Por favor, tantos halagos me van a sacar los colores! –por
su lado, el disfrute de Rokudo no hacía más que aumentar.
-¡¿Qué es lo que pretendes Rokudo?! ¡¿Para qué quieres
capturarme?! ¡¿Para qué quieres entrar en Comhairle?!
-Todo a su debido tiempo, Kareth. Digamos que hay un proyecto
entre manos, y tú perteneces a ese proyecto.
-¿Un proyecto? -Kareth recordó la nota de Darker, en ella le
decía a Sarah que detuviese el proyecto, ¿se refería a eso?
-¿Qué clase de proyecto? –preguntó el chico.
-El proyecto Gaia.
-¿Proyecto Gaia?
-Cuando dicho proyecto se convierta en realidad, todos vamos
a ser muy felices.
-¿De qué estás hablando?
-Hay cosas que están mejor muertas –Rokudo sonrió. Sólo el
renacimiento puede traernos la paz.
-¡Habla claro! ¡Maldita sea!
-Como he dicho, ya lo entenderás -Rokudo se quitó las gafas
dejando ver unos ojos pequeños y entrecerrados, de aspecto malicioso y astuto-.
Ah, por cierto. Ya es hora de que dejéis de llamarme Rokudo. Me aburre ese
nombre, y ya conocéis la verdad. Mi verdadero nombre es Unum. Y ahora, los que
no sois Kareth, hacedme el favor de morir.
-¡Tú si que estás muerto! –declaró Remi, levantando sus dos
pistolas.
-No pasarás de donde estás –añadió Seigari.
-¡Remi! ¡Seigari! –exclamó Kareth.
-Déjanos esto a nosotros, Kar. No dejaremos que se acerque a
ti.
-En fin. Que esas sean vuestras últimas palabras...
De repente, justo debajo de ellos, parte del suelo se
extendió hacía arriba formando una figura cónica muy delgada, parecida al filo
de una lanza, atravesando el corazón de Seigari.
-¡Agh! –al recibir el impacto, el hombre escupió sangre,
quedándose totalmente inmóvil.
-¡¡Tío!!
Su sobrina gritó horrorizada mientras Seigari, una vez la
figura volvió a su lugar de origen, caía al suelo, todavía sin asimilar lo que
acababa de pasar.
-Nara... –logró decir con un hilo de voz- Lo siento...
-¡¡Tío, no!!
-Demasiado fácil -añadió Unum, con tono de aburrimiento.
Al instante, una mayor cantidad de esos filos surgieron del
mismo lugar, penetrando el cuerpo del hombre por cada uno de sus órganos y
tejidos, dejándolo en un estado irreconocible, y formándose un pequeño charco
con su sangre.
Tras contemplar aquella escena, Nara cayó de rodillas al
suelo. Sus ojos desorbitados y su expresión desencajada. El silencio se adueñó
de todo, hasta el punto de que lo ocurrido no parecía real. Como sacado de un
mal sueño. Sus cerebros eran incapaces de procesarlo.
Fue entonces cuando el lamento de Nara rompió con aquella
pesadilla y la hizo realidad.
-¡¡AAAAAAAAAAH!!
Fue estremecedor. El sonido de la melancolía. De una persona
que había perdido a la única familia que le quedaba y que había cuidado de ella
hasta entonces, como sin de su hija se tratase. Y, por supuesto, el causante de
aquel dolor, no iba a dejar pasar su oportunidad de mancillar su recuerdo.
-Ups, espero no haberme pasado –dijo Unum, llevándose una
mano a la boca, en un gesto con el que pretendía humillarles aún más.
-¡¡Cabrón!! –dejándose llevar por sus sentimientos, Remi no
pudo mantener la compostura y se lanzó contra él.
En respuesta, Unum contraatacó con más de aquellas
extensiones cónicas, algo para lo que el chico ya estaba preparado, y supo
esquivar hábilmente. Sin embargo, cuando se disponía a dispararle, descubrió
que su enemigo ya no estaba ahí.
-¡Remi! ¡Detrás de ti! –le avisó Kareth.
Reaccionando demasiado tarde, Remi no pudo evitar que la mano
de su adversario le agarrase de la cabeza y lo alzase como una marioneta.
Cualquier resistencia fue fútil dado que sus armas le fueron
arrebatadas y lanzadas fuera de su alcance.
-¡Remi! –volvió a gritar Kareth sintiendo dolor por las
heridas de su combate contra Lethos.
-¿Qué os parece si os doy unas clases de química? Pese a los
cambios en la atmósfera, sigue habiendo un gran porcentaje de nitrógeno en su
composición. ¿Qué pasaría si utilizase ese nitrógeno, lo transformase en estado
líquido y lo utilizase contra cualquier ser vivo?
La expresión de Remi se transformó en una de sorpresa, a la
vez que intentaba liberarse de su agresor.
-¡Exacto! ¡Parece que lo has adivinado! –continuó Unum
mientras concentraba un fluido a varios centímetros de la palma de su mano.
-¡No! ¡Espera! ¡Por fav...! –intentó gritar Kareth,
deteniéndose a mitad debido a la falta de fuerzas.
-¡Kar! –gritó Remi, intentando girar la cabeza hacia él- ¡No
dejes que te capture!
-¡Remi!
Cuando el líquido hizo contacto con su cuerpo, éste se
congeló casi al instante, entre gestos y chillidos de dolor, quedando como
resultado una estatua criogenizada, inerte y fría.
-Ha sido menos divertido de lo que esperaba –dijo Unum,
lanzando a Remi por el ventanal roto.
-Remi –murmuró Kareth, observando a quien una vez fue su
amigo perdiéndose de vista en la caída.
Mientras tanto, y siguiendo con su particular caza, el
miembro de Comhairle avanzó hasta Nara.
-¡No! ¡Para! ¡Déjala en paz! ¡Por favor! ¡Maldita sea!
–Kareth intentó levantarse para romper el cristal, pero fue inútil. Su herida,
todavía abierta, le impedía llegar siquiera llegar hasta su objetivo- ¡Nara!
¡Huye!
Por su parte, Sarah, la única que quizás pudiese haber hecho
algo, se encontraba prácticamente hecha un ovillo. En un estado mental casi
peor que las heridas física de él.
“¡¿Por qué tiene que pasar esto?!”, pensó el joven, apretando
los dientes, impotente ante la idea del asesinato de Nara.
Al mismo tiempo, la joven levantó la cabeza, lentamente,
observando al asesino de sus seres queridos, sin apenas fuerzas para levantarse
y huir.
-¿Algunas últimas palabras, chica? –preguntó Unum, el único
divirtiéndose con aquella situación, y a quien le pareció oportuno alargar unos
segundos más la existencia de su próxima víctima.
Pero ésta se hallaba en estado de shock. Mirando a su
alrededor u no viendo nada. ¿Por qué? ¿Por qué tenía que pasar esto?
Habían creído que su lucha tendría un final feliz. Que
mientras hiciesen lo correcto serían recompensados con la victoria. Pero todo
había sido un sueño. Un intento vano. Una forma de eludir la cruda realidad.
Ya no quedaba esperanza.
A su lado, descubrió una de las pistolas de Remi. Por alguna
razón, las imágenes de él y de Kareth aparecieron en su mente. Entonces, como
una muerta en vida, cogió el arma y apuntó con ella a Unum. Sus manos
temblaban.
-¿Planeas enfrentarte a mí? –preguntó Unum, sonriendo.
En ese instante, una lágrima descendió sobre su mejilla, y
sin saber cómo, obtuvo fuerzas para responder.
-No –susurró.
-¿Mm? –se extrañó el miembro de Comhairle.
-Yo salvaré a Kareth –continuó ella.
-¿Estás delirando? ¿Qué piensas hacer? Estás sola y ni
siquiera puedes tenerte en pie –se burló Unum.
-¡Nara! ¡No digas tonterías! ¡Escapa! ¡Corre! –gritó Kareth.
-No, no lo haré.
-¡Nara!
-Kar… -dijo, giró la cabeza para mirar al chico- Te quiero.
Tras esto, cambió la dirección en la que apuntaba su pistola
y disparó al panel de control de la nave, activando así el despegue de la
misma.
-¡No! –exclamó Unum, cuya arrogancia había jugado en su
contra
-¡No! –mientras el cuerpo de la chica se iba haciendo más y
más pequeño en la distancia, Kareth continuó gritando su nombre- ¡Nara! ¡Nara!
De esa forma, ambos desaparecieron, yéndose en la nave de evacuación.
Instantáneamente, Unum noqueó a la chica, tras lo cual
observó la nave alejándose de Yohei Gakko, a demasiada distancia como para
alcanzarles incluso con sus habilidades.
-Parece que la he subestimado –dijo con expresión seria,
antes de volver a ponerse sus gafas de sol.
Entonces, se dispuso a rematarla, cuando, sin previo aviso,
alguien apareció detrás de él.
-Vaya, ¿qué haces aquí, Duobus?
Una chica de pelo rubio y corto hasta el cuello, dio un paso
hacia él.
-Me han enviado para comprobar cómo llevas tu trabajo, Unum.
-Bien, como cabía esperar.
-Entonces, ¿dónde está el chico? –preguntó ella, mirando a su
alrededor.
-Ha habido ciertas... complicaciones.
-No creo que esto le guste mucho a él, Unum –pese a que
aquella frase podría haberse tomado como una regañina, el tono indiferente de
voz de la chica le quitaba cualquier significado.
-Bah, cállate, ya me encargaré de eso.
-¿Y ella? –preguntó Duobus, señalando a Nara.
-Parece que es alguien importante para Kareth. Iba a matarla.
Bajando la mirada, Duobus estuvo meditando algo durante unos
instantes.
-Mm, quizás podría servirnos –dijo, llevándose una mano a la
barbilla.
-¿A qué te refieres? –preguntó Unum.
-Has dicho que es importante para Kareth, ¿cierto? Podríamos
usarla para atraerle hasta nosotros.
-Ah, no es mala idea. Aunque nada divertida.
-Lo que a ti te divierta, me trae sin cuidado. Además, podría
servirnos de experimento.
-¿Vas a usarla a ella? –preguntó Unum, frunciendo el ceño.
-Necesitaremos a alguien a quien transferirla. Ya sabes. Un
contenedor.
-Pero, ¿crees que este cuerpo lo aguantará?
-Es por eso que digo que es un experimento.
-Entiendo. Llévatela.
Tras esto, se hizo a un lado para dejar que su compañera
recogiese el cuerpo de Nara y la cargase sobre sus hombros.
-Yo me quedaré aquí. Tengo que hacer una llamada –dijo Unum,
a lo que Duobus asintió, marchándose tal y como había venido.
Tras apretar un par de botones en su aparato comunicador,
éste sonó un par de veces hasta que alguien lo descolgó.
-¿Sí? ¿Quién es? –una voz aguda contestó al otro lado.
-Hola.
-¡Ah! ¡Unum! ¡Cuánto tiempo! ¿Cómo estás? ¿Qué tal va todo?
-¿Está Detz por ahí?
-¡Ah! ¡Qué maleducado! ¿¡Es que no quieres hablar conmigo!?
¡Vamos! ¡Unum!
-No tengo tiempo para juegos. Hazme el favor de ponerme con
él.
-¡Vaaale! ¡Antipático!
Pasó un corto periodo de tiempo hasta que otra persona tomó
el relevo.
-¿Sí?
-Detz. Soy Unum.
-Unum. Ya veo. Dime, ¿tienes al chico?
-No he conseguido capturarlo.
-Creí haberte dejado claro que no quería fallos.
-Tranquilo. Duobus ha tenido una idea genial para atraparle.
-Pues espero que funcione. En cualquier caso, continúa en tu
posición y ocúpate de convencer a Comhairle de entrar en guerra abierta. Ah, y
si vuelves a toparte con él, no vuelvas a dejarle escapar. Este proyecto requiere
un 100% de éxito.
-Claro, dalo por hecho –dijo Unum, sonriente.
-¿Algo más?
-Sí, una cosa más. Seguramente Darker haya informado a más
gente sobre el proyecto Gaia, sugiero buscar a esa gente y eliminarla. No creo
que convenga que se extienda.
-Inicia una investigación. Aprovéchate de la influencia que
tienes ahora.
-De acuerdo.
-Sí podemos reunir a todos los descendientes de Gaia
estaremos un paso más cerca de nuestro objetivo.
Así pues, la llamada finalizó, provocando un suspiro por
parte de Unum. Después de mirar quedarse mirando el aparato durante un tiempo,
se marchó de la sala.
En otro lugar del planeta. Una tierra árida se extendía más
allá del horizonte. Ni una sola planta, animal o signo de vida. Lo único que se
divisaba eran los restos de una especie de nave utilizada para evacuar
personas.
Dentro de ella, se encontraban dos personas inconscientes. A
primera vista, sus heridas físicas podían tratarse fácilmente. Más difíciles de
olvidar serían aquellas que afectaban sus mentes.
Paso un tiempo hasta que una persona se acercó a ellos.
Llevaba una capa algo roída a su espalda, sin que revelase su identidad.
Tras observar el estado de los dos jóvenes en el interior de
la nave, se alejó corriendo de allí para, más tarde, volver con un compañero.
Entre los dos cargaron a esas personas y se marcharon de allí.
Mucho más alejado de aquella zona, un hombre encapuchado
aparcó su moto en las afueras de un pueblo. Haciéndose servir de una gran roca
cercana, escondió su vehículo e inició su camino hacia allí.
En sus manos llevaba una foto, en ella se podía observar el
rostro de una persona sonriendo a la cámara.
De esa forma, se situó frente a la entrada, respiró
profundamente y continuó.
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