“Kareth se situó frente
a ella, cabizbaja dentro de su celda.
La observó con
expresión triste, sentada como estaba sobre un banco de metal, algo oxidado.
Entonces levantó la mirada y la fijó en la suya. Sus ojos estaban cubiertos de
lágrimas.
-Kareth…
-¿Por qué…? ¿Por qué lo
hiciste?”
El despertador sonó de nuevo como cada mañana, provocando el
refunfuño de Kareth. Sin embargo, hoy era un día especial y no iba a enfadarse
porque la alarma le despertase de su apacible sueño.
Sin entretenerse más de lo necesario, se levantó de la cama
y, respirando profundamente el aire de su habitación, se preparó para su primer
día como trabajador.
Al salir por la puerta, se encontró con Remi, quien todavía
estaba medio dormido.
-¿Una mala noche? -preguntó Kareth mientras cerraba con
llave.
-Apenas he podido dormir… -respondió Remi, con los ojos
entornados y los hombros caídos.
-¿No dijiste que no estabas nervioso? –su amigo le miró con
sonrisa burlona.
-Sé lo que dije, no hace falta que me mires así.
-En fin, será mejor que vayamos al centro de trabajo.
Así pues, se encaminaron hacia su objetivo: el centro de
trabajo. Lugar en el que apuntarían sus nombres e identificaciones, y donde se
gestionarían sus expedientes con el fin de buscarles una misión que se adecuase
lo mejor posible a sus capacidades.
Las misiones podían basarse tanto en la búsqueda de
información sobre los planes de las tres potencias como en la infiltración
dentro de una de ellas para destruirlas poco a poco desde dentro, ya fuese
mediante el robo de sus recursos o el asesinato de sus miembros más destacados.
Éstas no eran iguales en todas las Yohei Gakko, adaptándose también a los
poderes que generase el Radiar.
En resumen, en ningún momento se pretendía enzarzarse en una
guerra directa, sino más bien disminuir gradualmente el poder de sus ejércitos,
de manera que no tuviesen más remedio que firmar la paz.
-Díganme sus nombres completos, por favor –les pidió una
mujer que trabajaba como administrativa en el centro.
-Kareth.
-Remiem.
Sin mostrarse extrañada por la brevedad de sus nombres ni por
la falta de apellidos, los tecleó en el ordenador. Era de esperar, al fin y al
cabo sus verdaderos nombres desaparecieron cuando decidieron apuntarse en dicha
escuela, recibiendo otros en su lugar.
-Qué raro suena Remiem –dijo Kareth.
-Eso es porque estás acostumbrado a llamarme Remi.
-Es más corto y fácil de pronunciar.
-Al igual que Kar.
-Cierto. Vosotros también abreviáis el mío.
-Muéstrenme su certificado –les interrumpió la
administrativa.
Ambos enseñaron un distintivo que les permitía demostrar
estar capacitados para presentarse a las misiones.
-Todo en orden. Pasaos por aquí esta tarde y se os asignará
vuestro primer trabajo.
Los dos asintieron y se marcharon de allí.
-El mundo exterior… -dijo Kareth, mientras caminaban por el
sector de ocio.
-Dicen que es un lugar desesperanzador. Que el cielo es más
oscuro y las tierras yermas y sin vida –explicó Kareth
-Desde aquí dentro el cielo no se ve tan mal... dentro de lo
que cabe -comentó Kar.
-Sí, probablemente sea porque Yohei Gakko está situada en una
zona donde hay algo menos de contaminación –respondió Remi mirando hacia
arriba.
-Es raro que, después de quinientos años en guerra, todavía
existan áreas donde la contaminación es menor.
-Ten en cuenta que ha habido un gran desarrollo tecnológico.
Sobre todo en Yohei Gakko, que ha tenido que ponerse a la altura de las tres
potencias. Puede que eso también haya ayudado a mantener más limpia la zona.
Creo que en las otras escuelas no ocurre de la misma forma, pero imagino que
tendrán sus propios métodos.
-¿Sabes lo que pasa en las otras Yohei Gakko? –preguntó
Kareth, ligeramente sorprendido.
-Suelo informarme de vez en cuando. Pero no se mucho más de
lo que sabrás tú.
-Yo sólo sé que los de la escuela de manejo del medio son
denominados semidioses y que necesitan un mayor control. Ah, y que los de
manejo del poder espiritual son llamados nigromantes. Eso es todo lo que te
puedo decir.
-Bueno, puedo decirte que han habido altercados en la Yohei
Gakko de los semidioses.
-¿Altercados?
-Sí, al parecer una chica se descontroló y se cargó algunas
instalaciones antes de que lograsen controlarla.
-Vaya, eso es peligroso. ¿Acaso los semidioses no se
caracterizan por tener un poder inmenso que supera con creces al resto de
alumnos de otras escuelas?
-Sí. Es por eso que deben tener mucho autocontrol, de lo
contrario pueden pasar cosas así o incluso mucho peores.
Los amigos se dirigieron a la cafetería de Nara. Así, a la
vez que visitaban a su amiga, tomaban algo mientras esperaban.
-Buenas -saludó
Kareth, sonando tras de sí la campanilla de la puerta, que avisaba de la
entrada de los clientes.
-Bienvenidos –una joven, vestida de camarera, los saludó con
una agradable sonrisa-. ¿Vais a tomar lo de siempre?
-Sí, por favor.
Tras aquel pequeño intercambio de palabras, se sentaron en
una mesa que había junto a una pantalla, como el de las antiguas televisiones,
el cual siempre emitía acontecimientos que habían tenido lugar allí.
Después de tantos años en guerra, objetos como la televisión
habían quedado bastante en desuso. Se volvió demasiado peligroso informar sobre
el campo de batalla, y entretenimientos como series o películas fueron
eliminadas. Por tanto, aquella pantalla únicamente servía para informar sobre
hechos que tenían lugar en Yohei Gakko o información de la situación de la
guerra llegada de la mano de aquellos que habían estado en el exterior.
En ese momento, estaban dando un repaso a las noticias más
actuales, entre las que se encontraba la prueba del día anterior y los estudiantes
que la habían superado. También se mostraron arrestos realizados por Karma,
nuevas tecnologías, predicciones temporales, etc.
-Mira, han puesto la lista de los aprobados -indicó Remi
señalando a la pantalla.
-Nada que no sepamos ya, ¿acaso no mirábamos las de los demás
cuando todavía éramos estudiantes?
-Jo, me hacía ilusión ver mi nombre, aguafiestas.
-Como quieras. No he dicho nada –contestó Kareth, levantando
las manos.
De repente, la pantalla cambió para dar lugar a una noticia
urgente. Imágenes procedentes del hotel en el que se hospedaba el mandamás de
Comhairle podían verse mientras la voz de un narrador anunciaba lo siguiente:
-Esta madrugada, aproximadamente a las cinco, se ha
descubierto el cadáver de uno de los miembros más importantes de Comhairle en
la habitación en la que se hospedaba…
Los presentes se quedaron mudos ante el suceso, dejando que
el narrador continuase con la noticia.
-…Karma, organización encargada del orden en Yohei Gakko,
junto con los guardaespaldas del señor Yaminari Darker, han descubierto a la
culpable de tal atrocidad, quien ha sido arrestada y llevada a prisión
preventiva, en espera de sentencia.
Levantándose abruptamente de su silla, Kareth asustó a la
pobre Nara, que llegaba para servirles los pedidos.
-¡No puede ser! –exclamó el chico, alterado.
En las imágenes se podía observar a los miembros de Karma
llevando consigo a una chica de pelo azulado, quien no era otra que Sarah. Ésta
no oponía resistencia, agachando la cabeza y caminando como si estuviese en trance.
El narrador continuó.
-Según cuentan los guardaespaldas del señor Darker,
escucharon un grito procedente de la habitación en la que se hospedaba. Al
llegar al lugar de la escena del crimen, encontraron a la chica atravesando el
corazón del hombre. Poco después, simplemente se mantuvo en pie delante de él,
con la mirada perdida y sin oponer resistencia al arresto. Se sabe que la chica
era una de los guardaespaldas del señor Darker, cosa que explicaría por qué…
No necesitaba oír más. Apartando la silla, y sin probar nada
de lo que le acababan de servir, Kareth salió corriendo de la cafetería.
-¡Espera, Kar!
Ignorando la voz de Remi, el joven fue directo hacia la
prisión.
Una vez junto al edificio, se encontró con Lethos. El líder
de Karma, junto con sus compañeros, ya había encerrado a la chica en su celda.
-¡Eh! –exclamó Kareth, corriendo hacia él.
-¡Kar! ¡¿Qué estás haciendo aquí?! –se extrañó Lethos.
-Acabo de ver la noticia.
-Ya te has enterado, ¿eh? Es increíble que alguien haya sido
capaz de cometer un asesinato aquí dentro.
-La chica…
-No te preocupes. Se encuentra en una de las zonas de máxima
seguridad –aseguró Lethos.
-No es eso.
-¿Qué?
-Necesito hablar con ella.
Lethos frunció el ceño.
-¿Qué dices? ¿Te das cuenta de lo que ha hecho esa chica?
¿Por qué querrías hablar con ella?
-Verás... la conozco, y me cuesta pensar que haya podido
hacerlo.
-Pues ya ves que es así. Kar, no necesitas más
confirmaciones. Ni tú ni nadie. Fue pillada con las manos en la masa. La
encontraron atravesando el corazón del señor Darker. En el acto, Kar. No hay
nada más que hacer excepto dictar sentencia. E imagino que ya sabes lo que le
espera.
Claro que lo imaginaba, probablemente no duraría más de tres
días con vida, precisamente por eso, era imperante la necesidad de hablar con
ella.
Kareth respiró profundamente.
-En cualquier caso, necesito hablar con ella. Sólo para
comprender la situación. Por favor, Lethos –pidió el joven.
El líder de Karma miró a Kareth. Tras ello, se llevó una mano
a la frente.
-Bien, supongo que te lo debo por las veces que nos has
ayudado. Yo mismo te acompañaré a la celda.
Siguiendo a Lethos, se adentró en los sótanos de la prisión.
Sólo había estado dos veces allí, pero nunca en esa área. No obstante, podía
observar la seguridad de la que hablaba: cuatro puertas acero reforzado,
probablemente resistentes a cualquier elemento, arma, o lo que sea que
pretendiesen utilizar para escapar, por no hablar de las cámaras y armas de
defensa, todo controlado por el edificio central o centro de control.
Delante de aquellas puertas, el líder de Karma utilizó una
tarjeta especial para abrirlas. Probablemente, poca gente aparte de él
dispondría de ella.
Después de bajar más escaleras, llegaron a una cámara con
varias celdas en un estado preocupante. El número era bastante reducido, por lo
que se podía afirmar que poca gente era encerrada allí. Seguramente, sólo
aquéllos que habían cometido graves delitos como el de ella.
-Siéntete orgullosa, perra. Tienes visita -Lethos la miró con
asco.
Kareth se situó frente a ella, cabizbaja dentro de su celda.
La observó con expresión triste, sentada como estaba sobre un
banco de metal, algo oxidado. Entonces levantó la mirada y la fijó en la suya.
Sus ojos estaban cubiertos de lágrimas.
-Kareth…
-¿Por qué…? ¿Por qué lo hiciste?
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