Hace ya algún tiempo existían dos hermanos pertenecientes a una familia de médiums, un chico y una chica. En esta familia las mujeres estaban destinadas a vivir en soledad dentro de la mansión familiar acallando las voces de los espíritus de los difuntos.
Estos dos hermanos tenían una relación muy profunda, siempre se les veía juntos, yendo a todas partes, haciendo cualquier actividad. Sin embargo, al cumplir cierta edad llegó el momento de que la hermana cumpliera su cometido. Para ello, ambos, junto a su padre, tuvieron que asistir a una reunión que iban a realizarse en la propia mansión familiar. Y en ese momento, la vida de los dos hermanos cambió. La chica, que apenas superaba los diez años, había sido obligada a abandonar a su familia para quedarse en aquel oscuro lugar, lleno de fantasmas y espíritus que vagaban maldiciendo su propia existencia. Era un destino cruel pero la decisión ya estaba tomada. En cuanto se produjo este hecho, los dos hermanos, de edad cercana, fueron a abrazarse, a quienes estuvieran a su alrededor les habría sido imposible describir el amor que esos dos hermanos se transmitían, y, mientras esto sucedía, el hermano acercó sus labios al oído de su hermana y le susurró:
-No te preocupes, pase el tiempo que pase volveré aquí, volveré y conseguiré sacarte de este sitio. Por favor, espérame.
La niña asintió y entre lágrimas fue llevada por los jefes de la familia hacia el que sería su hogar: un lugar oscuro, solitario, algunos podrían haberlo definido como el propio infierno…
El niño observó como su hermana se perdía en la distancia, y, tras ver desparecida su figura, se dio la vuelta y fijó la vista hacia delante, dispuesto a cumplir la promesa que le había hecho a su hermana.
Pasó mucho tiempo, mucho tiempo hasta el varón de los hermanos pudo conseguir su objetivo. Utilizando medios legales, consiguió que se suprimieran ese tipo de confinamiento. Por fin…por fin podría ver a su hermana y sacarla de aquel lugar.
Abrió la puerta principal y entró en aquella mansión, la puerta hizo un sonido chirriante, estremecedor, el joven se sentía aterrorizado de lo que estaba viendo, sin embargo, no podía permitirse la retirada.
Continuando con sus ideales, se acercó a unas escaleras que subían al segundo piso. Conforme se internaba más en aquel sitio, mejor se escuchaban las voces de los cientos de espíritus que habitaban aquel lugar. De repente, creyó ver una sombra frente a él, se encontraba a cierta distancia pero aún así se podía distinguir la silueta de una mujer. Poco a poco, el joven fue acortando terreno hacia aquella sombra, la cual, lejos de tomar forma, seguía conservando su color oscuro.
Demasiado tarde se dio cuenta aquel joven de lo que sucedía. Aquello que se situaba frente a él no era otra figura que la de su hermana. En apariencia, los espíritus que habitaban la mansión habían tomado su cuerpo como recipiente y éste estaba siendo poseído, desvaneciéndose entre las sombras.
El chico cayó de rodilla al suelo y observó fijamente la escena. Lo que parecía la cabeza de su hermano realizó un ligero levantamiento, probablemente intentaba mirarle a los ojos. El joven la rodeó con sus brazos y la abrazó fuertemente.
-¿Por qué? ¿Por qué lo has hecho?
-Me sentía tan sola que no pude evitar que me poseyeran…
Tras escuchar la frase de su hermana, miles de espíritus se arremolinaron alrededor del chico. Poco después, quedó la oscuridad para ambos…
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