Seigari abrió los ojos al escuchar un fuerte choque metálico.
Había llegado a desmayarse debido al dolor. Una vez su visión se volvió más
clara, el rostro de su sobrina apareció frente a él. Ella lo sostenía entre sus
brazos mientras le llamaba.
-¡Tío! ¡Tío! ¡Menos mal que te has despertado! ¡Estaba muy
preocupada!
Desviando la vista hacia su brazo dolorido, descubrió que
éste se encontraba inmóvil e incluso vendado. Una barra de metal había sido
puesta a modo de férula, probablemente temiendo que además de la dislocación se
hubiese fracturado algún hueso. Dolía. Dolía terriblemente.
-¿Q-qué ocurre? –preguntó, un poco aturdido.
-Kar y Lethos están luchando –respondió ella.
Muy cerca de allí, Lethos y Kareth se enfrentaban en un duelo
a muerte. Fue el primero de ellos quien prosiguió el combate, golpeando al
segundo en el estómago, logrando empujarlo hacia atrás y tratando después de
clavarle su cuchillo. Por suerte, Kareth consiguió desviarlo con una de sus
espadas, poniendo algo de distancia entre ambos, para contraatacar con un corte
vertical que finalizó en un nuevo choque de armas.
-Lástima. Creía que ya te tenía –dijo Lethos.
-¿Y qué más? –respondió Kareth.
Tras aquel pequeño intercambio de palabras, Lethos volvió a
la carga, rompiendo el bloqueo y buscando el costado de Kareth, quien interpuso
una de sus espadas entre el filo del cuchillo y su piel. Para su desgracia, ese
era el objetivo del líder de Karma, quien cambió la dirección de su arma hacia
la pierna de su adversario, infligiéndole un corte en la rodilla.
-¡Agh! –se quejó Kareth, saltando hacia atrás. Fue entonces
cuando se dio cuenta de que su herida no se estaba regenerando
-No se regenerará –dijo Lethos, para sorpresa de su
adversario- Es un arma especial que me ha dado el señor Rokudo.
-¿Un arma especial? ¿De qué…?
- El señor Rokudo me lo contó todo. Acerca de tu
“inmortalidad”.
Una sensación de miedo y agobio se apoderó de Kareth. ¿Cómo
sabía Rokudo lo de su regeneración?
-Por lo que me explicó, este cuchillo anula las habilidades
que proporciona el Radiar por lo que esa herida no se regenerará. De la misma
forma, si te corto la cabeza, morirás –sentenció Lethos, dibujándose una
malvada sonrisa en su rostro.
Viéndose en problemas, Kareth apretó los dientes.
-¿Cómo sabe él lo de mi regeneración?
-Eso no es de tu incumbencia. Tampoco de la mía.
-¡Estás siendo irracional!
-¡¿Acaso tú eres mejor?! ¡Pensaba que confiabas en mí,
Kareth! ¿¡Cómo quieres que te crea si no eres capaz de contarme algo así!? He
actuado bien, de haberte hecho caso, habría sido engañado.
-¡Lethos, por favor, recapacita de una vez!
-Se acabó. Voy a matarte aquí y ahora. Cumpliré con mi deber.
Tengo permiso para ello. Así que no me lo pongas más difícil y al menos ten el
honor de aceptar tu muerte.
Dicho esto, se lanzó de frente contra Kareth, quien esquivó
el filo del cuchillo, dirigido hacia su corazón.
-¡Espera!
-¡Cállate!
Kareth continuó evadiendo los ataques de su contrincante, que
no le dejaba ni un segundo para respirar. Entre la multitud de ataques, hubo
uno que no consiguió ser bloqueado, dirigiéndose directamente hacia su
esternón.
-¡Kar! –gritó Nara.
Fue en ese momento cuando una bala golpeó el filo del
cuchillo, evitando una herida fatal.
-¡Remi! –exclamó Kareth con alivio.
Desde la distancia, su amigo se encontraba con una pistola en
sus manos, haciendo alarde de su puntería.
-¡Cobarde! ¡Tener que depender de los demás! –se quejó
Lethos.
-¡Como si fueses quién para hablar! –replicó Remi.
Aprovechando aquel pequeño lapso de tiempo, Kareth respiró
profundamente.
-¡No importa! ¡Puedo con todos vosotros!
-Tranquilo, Remi no volverá a interferir –dijo Kareth,
tranquilamente, mientras dirigía la vista hacia su amigo. Éste comprendió el
mensaje y decidió dejar su arma a un lado.
Por otro lado, Sarah, aprovechando el tiempo que le había
proporcionado el combate entre Kareth y Lethos, buscó, junto a las naves, el
panel de control necesario para activarlas y escapar de allí.
-¡Remi! –exclamó, intentando que sólo la escuchase el joven-
¡Ven! ¡Creo que lo he encontrado!
Asintiendo, y tras vigilar que Lethos no le veía, corrió
hasta donde se encontraba la chica. Sin embargo, el líder de Karma, superó sus
expectativas.
-¡Como si fuese a dejaros! –exclamó Lethos, pretendiendo ir
tras ellos.
-¡Tu contrincante soy yo! –declaró Kareth, deteniendo su
avance.
-Buen trabajo –comentó Remi una vez junto a la máquina,
investigándolo de arriba abajo.
-¿Sabes como funciona? –preguntó Sarah.
-Ni idea. ¿Y tú?
-Lo siento –contestó ella, negando con la cabeza.
-No tenemos tiempo. En cualquier momento podrían llegar
refuerzos. Tendremos que probar al azar.
-Espera, chico.
La voz de Seigari se escuchó a sus espaldas.
-¡¿Qué haces aquí?! ¡No deberías moverte! –le regañó Remi.
-Creo que sé cómo funciona –interrumpió el hombre, quien
caminaba con la ayuda de su sobrina.
-¿Cómo?
-Hace tiempo, antes de venir aquí, vi unos controles
parecidos. Dejadme echarle un vistazo.
Apartándose a un lado, le dejaron ponerse frente a los
numerosos botones y medidores que componían el aparato.
El hombre se mantuvo pensativo durante un buen rato, como si
estuviese jugando al ajedrez o resolviendo un complicado puzzle.
-Creo que no me será muy complicado, sin embargo, alguien
tendrá que quedarse junto al panel de control. Al parecer, no existe ningún
tipo de cierre automático una vez introducidos en la nave.
-¿Qué insinúas? –preguntó Remi, aunque, por el sudor frió que
descendía por sus mejillas, ya conocía la respuesta.
-Que uno de nosotros tendrá que quedarse aquí.
Aquello fue como una jarra de agua fría. Un golpe bajo que
dejó a los allí presentes sin palabras.
-No os preocupéis. Yo lo haré –declaró el hombre.
-¡¿Qué?! ¡¿Bromeas?! ¡No puedes quedarte aquí! ¡Te matarán!
–replicó Remi.
-Soy el más viejo del grupo. Me parece lo más correcto.
Además, sabré apañármelas.
-¡Deja de fingir! ¡Tienes un brazo dislocado! ¡Puede que
fracturado! ¡No te quedan cargas en el revólver! ¡¿Cómo piensas salir de esta?!
¡Además, ¿qué hay de Nara?! ¡¿Vas a dejarla sola?!
-Mientras Nara esté con vosotros, todo irá bien. Además, ella
ya no me necesita para cuidar de sí misma.
-Tío…
Al ver aquella discusión, Sarah no pudo evitar morderse el
labio inferior.
-Debería hacerlo yo. No puedo dejar que muráis –propuso ella.
-¡Entonces no tendrá sentido haberte salvado la vida! ¡No!
¡Debe de haber alguna forma de que todos salgamos de ésta! –declaró Remi.
-Pero, ¿cuál? –preguntó Nara.
-Quizás pueda activar el cierre desde lejos.
-No estarás hablando de utilizar tu pistola, ¿verdad?
-¿Alguna idea mejor? –replicó Remi, sintiéndose algo
presionado.
-Mm… es posible funcione -dijo de repente Sarah-, pero es muy
arriesgado, tenemos que contar con que la máquina no se rompa con el disparo y
responda como nosotros queremos. Además, el que dispare tendrá muy poco tiempo
para entrar en la nave.
En ese momento, Remi levantó su arma y sonrió.
-¡O salimos todos o morimos todos! ¡Déjame intentarlo,
trabajo mejor bajo presión!
-De acuerdo. Intentémoslo –dijo Seigari, tras un largo
suspiro. Tras esto, comenzó a pulsar botones sirviéndose de su brazo sano.
Mientras tanto, el combate entre Lethos y Kareth permanecía
igualado. Tal y como le había ocurrido con Tara, el guerrero era incapaz de
asestar el golpe de gracia. No. De hecho era peor, ya que no disponía de la
ventaja que su capacidad regenerativa le había otorgado contra ella.
En uno de sus intercambios de golpes, Lethos consiguió
alcanzar su abdomen.
-¡Agh! –gritó Kareth, a la vez que un golpe en la zona de los
tobillos le hacía caer al suelo.
-¡Se acabó! –exclamó Lethos, disponiéndose a acabar con él.
En un último intento de salvar su vida, Kareth interpuso sus
espadas entre el cuchillo y su cabeza, convirtiéndose el combate en un forcejeo
en el que tenía todas las de perder.
La presión que ejercía Lethos, ayudado del peso de su propio
cuerpo, por no hablar de la incesante pérdida de sangre de Kareth, a partir de
la herida de su abdomen, provocaba el avance lento pero seguro del arma del
líder de Karma.
-Siempre te guardaré en mi memoria como un buen amigo, Kar.
Pese a tu traición y todas tus mentiras –dijo Lethos, acercando cada vez más su
rostro al de su enemigo.
Casi sin fuerzas para seguir aguantando, Kareth observó de
reojo el ventanal situado detrás de él.
-Adiós.
-Sí, Lethos. Adiós.
-¡¿Qué?!
Poniendo toda la fuerza que le quedaba en sus piernas, Kareth
dio una voltereta hacia atrás, lleva a su contrincante hacia delante, y
aprovechando el giro para apoyar las plantas de sus pies sobre el estómago de
Lethos, empujándolo con todas sus fuerza hacia el cristal.
Éste se rompió en múltiples pedazos por el impacto,
precipitándose al vacío el cuerpo de Lethos. El ruido de sus gritos fue lo
último que se escuchó de él.
Por otro lado, el resto del grupo consiguió abrir una de las
naves.
-¡Kareth! –exclamó Nara, corriendo hacia su amigo, quien
continuaba sangrando, sin poder mover ni un músculo- ¡Dios mío!
-N-no te preocupes –dijo con un hilo de voz-, sigo vivo
¿Acaso crees qu-que te dejaría sola? Eso no fue lo que t-te prometí…
Ella lo abrazó mientras lágrimas caían sobre el pecho de él.
-Idiota.
Al apartarse de él, posó una mano sobre su mejilla.
-Kareth, yo… -intentó decir.
-No hace falta que digas nada –interrumpió él.
La joven desvió la mirada. Sabía que sus sentimientos eran
como un libro abierto, así que no se sorprendió de que Kareth ya lo supiese.
-Pero no creo que funcione. Ya sabes que nuestra esperanza de
vida es más pequeña que la de las personas normales. Si estamos juntos, sólo te
traeré sufrimiento. Es por eso que...
-¡¿De qué estás hablando?! –le interrumpió Nara,
sorprendiendo al joven- ¿¡Eres idiota!? ¡¿Crees que con eso estás siendo
considerado?!
-Pero...
-¡¿Crees que no conozco los riesgo?! ¡Por supuesto que sí!
¡Es sólo que no me importan! ¡Incluso si sólo vives un par de años, sé que
serán los mejores de mi vida! ¡Entérate! ¡Te quiero! ¡Quiero estar a tu lado
cuanto tiempo puedas darme! ¡Pero no vuelvas a decidir por ti mismo lo que es
mejor para mí! –habiéndose quedado sin aliento, se detuvo unos segundos para
coger aire- ¡Eso es... tan egoísta...!
-Nara… -Kareth no supo qué decir ante aquella declaración.
Siempre había pensado que estaba haciendo lo mejor para ella, pero ahora se
daba cuenta de lo estúpido que había sido al dar por hecho sus sentimientos.
Tras unos instantes durante los cuales se estuvieron mirando
el uno al otro, Kareth sonrió.
-Parece que soy un completo insensible. Lo siento.
Ella negó con la cabeza.
-Estás vivo. Ahora mismo es lo único que importa.
-Últimamente. Creo que te he hecho muchas promesas, pero una
más no creo que haga daño –bromeó el chico- Cuando salgamos de aquí, permíteme
corresponderte como es debido. Prometo estar a tu lado hasta que la muerte nos
separe.
-No vale echarse atrás... -respondió ella.
-Y así fue como nació una nueva historia de amor –dijo Remi
alegremente, rodeando a ambos con sus brazos.
-Remi... tú...
-No tienes buen aspecto amigo.
-Saldré de ésta. Por la cuenta que me trae –dijo mientras
miraba a Nara.
-¡Eh! ¡Eso no tiene gracia! –se quejó ella.
-En cualquier caso, será mejor que nos vayamos. No es que
tengamos todo el tiempo del mundo, ¿sabéis? –apremió Remi a la vez que ayudaba
a su amiga a levantar a Kareth.
Una vez junto a la nave, Kareth fue el primero en ser
introducido.
-Bien. Uno menos. Id entrando los demás, yo seré el último
–dijo Remi.
-¿Estás bien? –le preguntó Sarah al entrar dentro de la nave.
-Más o menos –respondió Kareth- ¿Por qué Remi tiene que ser
el último?
-Oh, no te preocupes, lo hace para poder activar el cierre y
sacarnos de aquí. Parece que tiene bastante confianza en sí mismo.
-Jejeje. Sí, siempre ha sido esa clase de persona –rió
Kareth.
Seigari se acercó a Remi.
-¿Seguro que podrás hacerlo, chico? –preguntó Seigari.
-Me duele que lo preguntes.
-Je. A partir de aquí dependemos de ti.
Ayudado por Nara, Seigari se disponía a entrar en la nave
cuando, de repente, algo golpeó el panel de control, cerrándose la puerta al
instante, con únicamente Kareth y Sarah en el interior de la nave.
-¡¿Qué?! –exclamó Remi, giran la cabeza hacia el panel.
-Parece que he llegado a tiempo para la función.
Ante la atónita mirada de algunos y el miedo de otros, Rokudo
hizo acto de presencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario