-Yo de ti, no iría –aconsejó Miruru, ya en la habitación-. No
me fío de esa mujer.
-Ya sé que no parece de mucha confianza, pero no tengo más
pistas.
-Podemos seguir buscando por nuestra cuenta. Seguro que en
algún momento daremos con él.
-¿Y cuando será eso? Llevo mucho tiempo buscando. Puede que
cuando llegue ese momento ya no sirva de nada.
Miruru se mantuvo en silencio, pensativa. Parecía haber
llegado a un punto muerto en sus argumentos.
-No te preocupes, te prometo que lo pensaré –la tranquilizó
Kai.
En respuesta, ella puso cara de preocupación aunque sabía que
no podía hacer nada al respecto ya que la elección dependía de él. Tan sólo le
quedaba dar a conocer su opinión.
Había algo en esa situación que no le terminaba de gustar,
pero no sabía exactamente el qué. Puede que sólo fuesen imaginaciones suyas.
-Será mejor que descansemos un poco. Mañana, con la mente más
despejada, lo decidiremos con más tranquilidad –dijo Kai.
Tras esto, se acostó en la cama, de espaldas a Miruru.
-Oye, Kai –dijo Miruru.
-¿Qué? –contestó éste, ligeramente irritado por ver
interrumpido su intento de dormir.
-¿Qué fue lo que pasó?
-¿A qué te refieres?
-El motivo por el que le estás buscando.
Durante un momento, no hubo reacción por parte del
nigromante, quien ni siquiera se giró para mirarla.
-Es una historia un poco larga y –contestó, suspirando antes
de continuar- un poco difícil de contar.
-Si no quieres hablar de ello, no hace falta que lo hagas
–dijo ella, acostándose de cara al techo y cerrando los ojos.
Entonces, Kai hizo lo mismo, mirando a la oscuridad del
cuarto mientras recordaba su pasado.
-Te lo contaré. El momento en que decidí abandonar Yohei
Gakko.
“-Muy bien, por hoy es
suficiente.
Tras esto, el profesor
recogió los libros de la mesa y se marchó.
Por su parte, Kai se
encontraba mirando por la ventana, distraído. Francamente, no le había prestado
mucha atención a la clase de ese día, por lo que ni siquiera escuchó el ruido de las sillas al
levantarse el resto de sus compañeros.
-¡Hey!
-¡Uah!
De repente, alguien le
gritó al oído, asustándolo y logrando que cayese de su silla, provocando las
carcajadas del resto.
-¡Ay! –se quejó el
chico- ¿Quién ha sido?
-¡Jajaja! ¡No sabía que
te ibas a asustar tanto!
-¡May! ¡Maldita sea!
¡Me has asustado!
Ante él se encontraba
una chica de pelo largo y ondulado que, como el resto, reía mientras sujetaba
su vientre con ambas manos.
-¡La culpa es tuya por
estar tan distraído! Anda, dame la mano –dijo mientras se la tendía.
-De todas formas, no
deberías haberlo hecho.
-Vale, vale, culpa mía.
Lo siento.
-Estás disculpada.
-En cualquier caso,
ahora toca clases prácticas, así que deberíamos marcharnos o se nos hará tarde
–avisó May.
-Oh, clases
prácticas... –dijo el joven, con tono apagado.
-Vamos, no será para
tanto.
-¡¿Qué no?! Ese tío
siempre termina humillándome, diciendo que no sé hacer nada...
-Pero sí que sabes.
-Empiezo a dudar de mí
mismo. La verdad es que, a pesar de que lo intento, no consigo conectar con el
más allá. Y, si lo hago, termina en catástrofe.
-Seguro que es porque
te concentras demasiado. Deberías relajarte.
-¿Relajarme? Me
pregunto si eso funcionará –respondió Kai, no muy convencido.
Así pues, ambos se
dirigieron a la zona de prácticas.
-Tú, cuando sientas que
va a salir mal, piensa en algo que te relaje.
-¿Cómo qué?
-No sé, dicen que
imaginarse a otros desnudos ayuda.
Al oírla decir eso,
estuvo unos segundos mirándola de arriba abajo.
-¡¿Q-qué haces?!
–replicó ella, utilizando sus brazos para escudarse de sus ojos.
-Quizás en tu caso sí
me relajaría.
-¡¿Qué quieres decir
con eso?! –se quejó May, propinándole una colleja a Kai.
-¡Era una broma!
–intentó defenderse el joven mientras acariciaba su nuca.
-¿Estamos
todos?-preguntó el profesor una vez se hubieron reunido todos los alumnos-
Bien, primero, vamos a concentrarnos en la conexión.
Tras esto, dirigió la
mirada hacia Kai.
-Espero que esta vez no
nos sorprendas.
Mostrándose molesto, el
chico se limitó a asentir, desviando la mirada.
-Adelante.
Había distintas formas
de conectar con el más allá. La más utilizada por los alumnos consistía en el
establecimiento de contratos con los muertos, ya que éstos proporcionaban una
conexión más fuerte y estable. Pese a ello, existían otras formas de conectar,
así como otros seres.
Así pues, todos los
alumnos empezaron a invocar a sus respectivos compañeros, llenándose el área de
entidades que no eran de ese mundo. Todos, excepto Kai, quien no consiguió
ningún resultado.
-Por lo que veo, esta
vez has decidido no hacer nada –se burló el profesor-. Por lo menos, no te has
cargado la zona de prácticas.
-Profesor, quisiera
pedirle, por favor, que dejase de burlarse de él. Lo hace lo mejor que puede.
-Ya lo veo, señorita
May, pero eso no ayudará en nada cuando tenga que salir fuera de Yohei Gakko.
¿O estará usted ahí para protegerlo?
-Por supuesto –afirmó
ella, sin dudarlo un solo momento.
-Entonces, imagino que
podrás mostrarme un poder que sobrepase mis expectativas.
Asintiendo, May respiró
hondo y cerró los ojos. Instantes después, una corriente de aire envolvió su
cuerpo como por arte de magia, circulando a su alrededor. Su pelo fue mecido
por el viento, dándole una imagen digna. Entonces, abrió los ojos.
-¡Primer espíritu:
Kagami!
Contrariando las
expectativas que había generado, no ocurrió nada, provocando el silencio de
todos los presentes.
-Me temo que así no vas
a demostrar nada, señorita.
-Bueno, puede que así
no. Pero, ¿qué le parece si probamos otra cosa?
De repente, sacó una
pistola y se apuntó a ella misma.
-¡Espera! ¡¿De dónde
has sacado eso?! –preguntó el profesor, avanzando hacia ella, con una expresión
mezcla de sorpresa y apuro.
Sin más dilación, May
disparó varias balas hacia su cabeza. Gran parte de los alumnos gritaran o
apartaron la vista, pero ella ni se inmutó, ya que las balas fueron desviadas
como si una barrera invisible la protegiese.
-Un espíritu
protector... –dijo el profesor, perplejo-. Hacía mucho que nadie lo conseguía.
-Estoy segura de que
con esto podré proteger a quien sea. Ah, por cierto, no se preocupe por la
pistola, no son balas de verdad –afirmó, sacando la lengua.
Mientras los demás
suspiraban aliviados, Kai fue el único cuyo rostro dibujó una amplia sonrisa.
Tras lo ocurrido, May
fue regañada por el profesor, pero, al final, todo terminó en un simple
castigo.
-¡Eres increíble! –la
halagó Kai- Da la sensación de que Siempre vas un paso por delante. No como yo,
que parezco una moneda: dependo del azar para saber si lo hago bien o no.
-No es para tanto.
-¡Eres la única de la
clase capaz de invocar espíritus! ¡Claro que es para tanto!
-¡Jeje! –rió ella,
henchida de orgullo, aunque con algo de vergüenza-. ¿Dónde vamos esta vez?
–preguntó, cambiando de tema.
-Te invito a algo. Como
agradecimiento por lo de antes –propuso Kai.
-¡Oh! ¡Genial!
Más tarde, los dos
amigos se sentaron en uno de los muchos bancos que había a lo largo de la
acera. Delante de ellos, había una zona de paseo peatonal. A su espalda, la
carretera que les separaba de los edificios que componían la estructura de la
zona de ocio.
Kai dejó caer sus
brazos detrás del respaldo, acomodándose. Por su parte, May descansaba los
suyos sobre las rodillas.
-Es increíble que el
Sol siga brillando –observó la chica, mirando al horizonte, donde la estrella
luchaba por abrirse paso entre nubes negras.
-¿Lo dices por las
nubes? –preguntó Kai, a lo que ella respondió asintiendo.
-Bueno, ¿por qué verlo
desde otro punto de vista?
-¿Otro punto de vista?
Lo único que veo es al Sol amenazado por esas asquerosas nubes de
contaminación.
-Eso es bastante
pesimista. Sobre todo viniendo de ti –indicó Kai, con una sonrisa irónica.
-¿Cómo lo ves tú?
-No sabría decir si es
exactamente cómo lo veo, pero pongamos que hay un montón de nubes negras
cubriendo el cielo y apenas dejan ver las estrellas. Pese a ello, el Sol
mantiene su brillo e intenta abrirse paso, poco a poco, hasta que, finalmente, sale adelante. ¿Qué me
dices?
May no contestó,
limitándose a mirarle con sorpresa mientras él iba sintiendo cada vez más
vergüenza por la presión.
-¡¿Qué?! –soltó Kai, de
repente, incapaz de aguantar aquel silencio por más tiempo.
-Eso es bastante
optimista. Sobre todo viniendo de ti.
-¡Eh! ¡¿Tan negativo me
ves?! –se quejó Kai, sintiéndose decepcionado.
-¡Jaja! –rió su amiga,
desplazando la vista, de nuevo, hacia el cielo- Tienes razón. Es mucho mejor
pensar así.
-¡Eh! ¡¿Qué estás
haciendo?!
Al escuchar una voz
detrás de ellos, se giraron para encontrarse, al otro lado de la calle, a un
hombre siendo robado por otro, quien se estaba dando a la fuga.
-¡Vamos, Kai! –exclamó
May, saltando el respaldo del banco y corriendo tras el ladrón.
-¡Espera! –la siguió el
joven, a quien la reacción de ella le había cogido desprevenido.
Segundos después,
llegaron a un pequeño callejón por el que se había introducido el hombre, quien
les llevaba ventaja.
-¡Kai! ¡Ve por el otro
lado! ¡Yo seguiré éste y le rodearemos! –indicó May.
El chico asintió y
continuó por otro callejón, el cual daba la vuelta hasta unirse con el primero.
De esa forma, apareció justo delante del ladrón, quien se detuvo en seco.
-¡Fin de trayecto!
–exclamó Kai.
Sin saber qué hacer, el
hombre buscó desesperadamente una salida. Al no encontrarla, decidió recurrir a
la fuerza, abalanzándose sobre Kai. Éste, sorprendido, fue derribado sin
mostrar apenas resistencia.
-¡Mierda! –se quejó,
levantándose del suelo rápidamente y corriendo de nuevo tras el delincuente.
Entonces, como salido
de la nada, otra persona golpeó en la cabeza al hombre, noqueándolo en el acto.
Tras esto, se quitó el polvo de los pantalones y se agachó para recoger el
objeto que había sido robado, acercándose a Kai con intención de entregárselo.
- ¿Es tuyo? –preguntó
un joven, en apariencia de su misma edad, de mirada astuta y sonrisa amable.
-No, en realidad es de
un hombre que...
-¡Tú! ¡¿Quién eres?!
–preguntó May, llegando tarde a escena y situándose delante de Kai, a fin de
protegerle de lo que consideraba una nueva amenaza.
-¿Yo? –se sorprendió el
otro joven, señalándose a sí mismo.
-¡No veo a nadie más!
–contestó, a lo que los tres, incluida ella misma, reaccionaron mirando el
cuerpo inconsciente del ladrón- Salvo ése.
-¡Jajaja! –de repente,
el recién llegado, rió con fuerza, encogiendo el estómago.
-¡¿Qué te hace tanta
gracia?! –se enfado May.
-Nada en especial. Es
sólo que no sabía que una chica tan guapa tuviese tanto carácter –dijo él, pillando
desprevenida a la joven, quien se ruborizó.
-¡Los halagos no te
llevarán a ningún lado!
-Perdona, perdona. En
serio, no pretendo nada malo. Sólo digo la verdad –dijo levantando las manos-
Mi nombre es First.
-Yo soy May, y él, Kai.
-Gracias por ayudarnos,
First –dijo Kai.
-No hay de qué
–respondió First, asintiendo, tras lo que enseñó de nuevo el objeto robado- Por
cierto, todavía no sé de quien es esto.
-¡Ah! Ven con nosotros.
Se lo devolveremos a su dueño.”
-¿First es el chico de la foto? –preguntó Miruru,
interrumpiendo la historia.
-Sí, y ése, el momento en que May y yo le conocimos.
“-¿Eres de por aquí?
Nunca te había visto en Yohei Gakko –preguntó May
-En realidad vengo de
otra Yohei Gakko. Estoy aquí por trabajo.
Tras devolverle el
objeto a su dueño, los tres decidieron ir a dar una vuelta para conocerse
mejor.
-Eres bastante fuerte
–señaló Kai.
-No es para tanto. En
este mundo, uno necesita aprender a defenderse y, si puede, echar mano de
algunos trucos.
-Ya me gustaría a mí
aprender esos trucos de los que hablas –dijo Kai.
-¿Por qué lo dices?
–preguntó First, extrañado.
-Yo no sirvo para
pelear –comentó Kai- El tipo de antes me tirado al suelo como si fuese un
maniquí.
-¡Kai! ¡Deja de
subestimarte! –lo regañó May.
-No lo decía con esa
intención. Es lo que ha ocurrido.
-¿Qué te parece si te
enseño? -propuso First
-¡¿Qué?! –los dos
amigos se sorprendieron.
-¿He dicho algo raro?
-No, no es eso. Es que
no nos esperábamos que te prestases a ayudarme así sin más –explicó Kai.
-Bueno, si ves a alguien
en problemas, lo lógico es ayudarle, ¿no? –dijo First, como si fuese lo más
natural del mundo.
-Pero, ¿estás seguro?
No es que sea un alumno fácil –le advirtió Kai.
-Tranquilo. Tengo mucha
paciencia.”
-Tras ello, se convirtió en algo así como mi mentor y, poco a
poco, también en mi amigo. Me enseñó a concentrarme y a combatir cuerpo a
cuerpo. Y al final, acabó convirtiéndose en alguien irremplazable para mí y
para May.
“-Debes relajarte un
poco Kai. Conviene más ser alguien precavido que impulsivo –aconsejó First,
delante de su agotado alumno.
Los tres amigos se
encontraban en la zona de prácticas, en mitad de uno de sus entrenamientos.
-Lo sé, pero no lo
consigo –se quejó Kai, sentándose en el suelo, cansado.
-Dime una cosa, Kai
–dijo First, sentándose a su lado- Este poder, ¿para qué crees que debe ser
usado?
-Para acabar con la
guerra –contestó rápidamente el chico.
Sin embargo, su amigo
negó con la cabeza.
-Es cierto que los
alumnos de Yohei Gakko están aquí con ese propósito, pero seguro que a lo largo
del tiempo has encontrado otro propósito para el que usarlo. Y es precisamente
ése por el que te estoy preguntando.
Intentando hacer
memoria, el chico desvió la mirada hasta situarla en May, quien parecía
concentrada en su propio entrenamiento.
-Proteger a mis seres
queridos –declaró el chico.
-¿Lo ves? –dijo First,
levantándose.
-Pero, ¿qué relación
tiene esto con el entrenamiento?
-Todo.
-¿Todo?
-Verás. Yo pienso como
tú. Me parece más importante proteger a quienes sufren la guerra que acabar con
ella. Y tienes que creer en ese propósito para pedirles tu ayuda a los seres
del más allá. No por hacerse más fuerte, sino por el bien de los demás.
-¿No es lo mismo?
-En absoluto, no es lo
mismo querer ser poderoso que utilizar tu poder para salvar a otros.
-Creo que entiendo a
qué te refieres –reflexionó Kai.
-Bien,
inténtalo otra vez.
Tras esto, el chico
cerró los ojos e intentó relajarse. En su cabeza, intentaba convencerse de que tenía que ser más precavido, de que
ser impulsivo podía poner a otros en peligro. Y su deber no era ése, sino el de
protegerlos.
De esa forma, una
creciente brisa se concentró a su alrededor...
Cuando quiso darse
cuenta, se encontraba en el suelo, boca arriba, pero con una sonrisa en su
rostro.
-¡Lo he conseguido!
Exclamó, eufórico.
-¡Sabía que podías
hacerlo! –se alegró May, abrazándolo.
Por otro lado, First
extendió su mano hacia él para ayudarle a levantarse.
-¿Lo ves? Sólo
necesitas echar mano de algunos trucos –dijo First.
-Gracias, First.
-Recuérdalo bien, Kai.
Para proteger a los demás, tu poder puede ser inmenso.
-No lo olvidaré
–respondió el joven, asintiendo.
-Bueno, será mejor que
volvamos –sugirió First.
Cuando se giraron,
descubrieron la figura de May invocando a uno de sus espíritus. En ese momento,
Kai desvió la mirada hacia First, quien, embelesado, no apartaba la vista de
ella.
-¡May, deberías dejarlo
estar! ¡Estás haciendo que First se enamore de ti! –bromeó Kai.
El comentario
sobresaltó a ambos, logrando que la chica perdiese la concentración, perdiese el
equilibrio y cayese de culo contra el suelo.
-¡¿Qué?! –exclamaron al
unísono tanto el uno como la otra, sonrojados por las palabras de su amigo.
-¡Oh, vamos! ¡No podéis
ser más obvios!
-¡Kai! –nerviosa, May,
se levantó y corrió detrás de Kai con intención de vengarse. Mientras tanto,
éste parecía divertirse con la situación.
-Ciertamente, no es que
haya mentido... –confesó First, dejando a la chica congelada en el sitio, sin
atreverse a mirarle siquiera- Desde hace algún tiempo he sentido admiración por
ti, y creo que ese sentimiento se ha ido transformando en algo más. Si a ti te
parece bien... –continuó First, divagando.
Mientras tanto, May
jugueteaba con su ropa, sin saber qué responder.
-¡Dile que sí! ¡Lo
estás deseando! –intervino Kai.
-¡Kai! –gritó May,
enfadada”
-Poco después, me enteré de que comenzaron a salir. Lo que me
hizo muy feliz. Sólo deseaba que nada cambiase. Quería que el tiempo se
detuviese y que First nunca tuviese que irse. Sin embargo, en este mundo, nada
es para siempre.
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