Antes de leer:
-
Esta historia no ha sido escrita con el ánimo de herir a nadie, excepto
posiblemente a una paloma mensajera y al Papa.
- La
historia trata sobre uno de los superhéroes que pueblan nuestras calles. Calles
llenas de crueldad y locura. ¡La Máscara de la Muerte!
- Las
posibles incoherencias y demás fueron hechas a propósito. Niños, no hagáis esto
en casa.
- Por
último, dar las gracias, a la compañía cebollera Gómez Murillo, a mi perro Fran
y a los personajes que salen en esta historia quienes se ofrecieron a recibir
hostias por parte de nuestro superhéroe. Por supuesto, gracias a él también.
Sin
más dilación, les dejamos con la película…
DANNWOND FIGHTER
Primera Historia
Era
una mañana caliente, de esas que te pega el Sol en la frente, era el verano de
97 y…y bueno, y había un tío llamado…digamos…señor X, el cual trabajaba como
abogado defensor. Uno de los mejores de su época, todo sea dicho. Tenía ciertos
problemas familiares, su mujer le había dejado porque un día se le ocurrió
freír las patatas en vez de cocerlas, eso despertó sensaciones en su bebé, el
cual hizo sonar su sonajero, alterando al perro que se golpeó contra la puerta,
la cual se cerró estrepitosamente golpeando una pelota, la pelota fue a parar
bajo la mesa y el gato se puso a jugar con ella, y la mujer, al ver al gato
jugar, pues se cabreó con el marido, a quien consideraba el culpable de todo.
En
cualquier caso, él intentaba superarlo aferrándose a su trabajo, el cual le
gustaba mucho. Sin embargo, aquel día era diferente. El señor X llevaba
sintiendo la presencia de alguien que le seguía, no por menos cuando miraba a
su alrededor observaba la cara de un tipo con gafas y sonrisa en la boca que,
educadamente, le devolvía la mirada desde una esquina. Esto sucedió varias
veces hasta que por fin llegó a su lugar de trabajo. Su santuario. Allí no notó
la presencia de aquel tipo, por lo que pensó que lo había despistado.
“Maldito
acosador”
Sin
embargo, la pesadilla no había hecho más que comenzar. Cuando llegó a la planta
en la que trabajaba con otras cinco personas además de él, observó que no había
nadie. Papeles desperdigados por el suelo, sillas encima de la mesa (sí, como
en el colegio), y un cartel en el que ponía claramente “Compro oro” pegado en
la pared cerca de una de las ventanas. El señor X estaba muy asustado, no sabía
a qué se debía todo esto. Entonces, de repente la ventana se rompió, dando paso
al personaje que le había estado observando durante todo su trayecto hasta la
oficina.
- ¿Pero
qué?-dijo en voz alta.
El
tipejo aquel llevaba una especie de batín rojo a modo de capa y sonreía
constantemente posando sus dos brazos sobre la cintura. Al instante, señaló al
señor X y exclamó:
- ¡Lucha
contra mí!
El
señor X no sabía que hacer, estaba confuso. El tipejo volvió a decir.
- ¡Lucha
contra mí!-se acercó hasta nuestro protagonista y le lanzó contra una de las
mesas, provocando que se golpeara en la espalda.
- ¡Qué
dolor de muelas!-exclamó el señor X.
- Soy
Dannwond Fighter, ¡lucha contra mí!
Acto
seguido se subió a una de las mesas, señaló a una cucaracha y le gritó:
- ¡Lucha
contra mí!
Y
volvió a señalar al señor X para decirle:
- ¡Tú
mataste a mi tejón!
A lo
que el señor X respondió.
- Pero
si no tienes tejón.
- ¡Lucha
contra mí!-volvió a decir Dannwond Fighter golpeándole varias veces en el
cogote con la mano abierta-No tienes derecho a preparar galletas.
El
señor X no sabía qué hacer. Su salvación podría ser lo primero que pillara con
la mano. Entonces cogió ácido sulfúrico (sí, en toda oficina de abogados hay
ácido sulfúrico) y se lo lanzó a Dannwond Fighter, el cual lo cogió en el aire
y, con ojos desorbitados, observó su peor pesadilla.
- ¡Noooooo!
¡Pone Frudesa! ¡Aaaaah!
Habiendo
visto eso, Dannwond Fighter se lanzó por la ventana y desapareció de la vista
del señor X.
Al
día siguiente, en la tele de su hogar, el señor X vio la siguiente noticia:
“Todo
el mundo le ha visto la cara, pero nadie sabe de su existencia. Todo el mundo
sabe su nombre pero desconocen cómo se llama, sí, señores, ¡él es Dannwond
Fighter!”
El
señor X apagó la tele.
- El
mundo está loco…-comentó sorprendido.
Fin
Segunda Historia
El
señor Y caminaba por el parque tranquilamente. Era un día precioso, caía lluvia
ácida, el cielo estaba embozado por la contaminación, cientos de rayos
destruían todo a su paso y muchas personas caían fulminadas por ellos. Sí, sin
duda un día precioso, de no ser porque era rico y tenía novia, todo habría sido
aún más perfecto. Pero bueno, dejando eso a parte, el señor Y seguía una vieja
ruta marcada en su mapa del tesoro, un viejo mapa dado por el típico vendedor
de helados de la esquina del cine, aquel que todos conocemos pero no nos
atrevemos a preguntarle el nombre no vaya a ser que nos mire. En cualquier
caso, algo llamó la atención de nuestro protagonista, sentía una clara
presencia desde hacía algún tiempo. Sentía como que alguien le estaba
observando, pero, ¿de quién podría tratarse?
Para
relajarse, decidió acercarse al lago y observar su imagen sobre el agua, llena
de peces muertos y que no reflejaba nada, pero él quería verse a sí mismo no le
vayamos a fastidiar. El caso es que al llegar frente al pozo, salió una niña
de…ups, perdón, ejem, al llegar frente al lago y agacharse para observar su
rostro en la gran podredumbre, se fijó en que había algo allí que no se correspondía
con él. Se extrañó, y, puesto que quería observarlo más de cerca, decidió
aproximarse al agua. De repente lo vio, una cara con gafas y sonriente se
encontraba en el lugar en el cual debería estar su cara. Dos manos salieron al
instante y le introdujeron en el lago, volviéndole a sacar y volviéndole a
meter, así tres veces con incisos de veinte minutos para descansar y tomar
algo.
Durante
este tiempo en el que reposaba de tan terrible castigo, se dispuso a hablar con
aquel que le estaba torturando, el cual no era otro que Dannwond Fighter, del
que todo el mundo estaba hablando en las noticias.
-¿Quién
eres?-preguntó el señor Y.
Dannwond
Fighter tomó un sorbo de la piedra que tenía en las manos, a modo de alimento,
y, tras esto, respondió:
- Lucha
contra mí.
El
señor Y se sorprendió por la incoherencia de sus palabras. Era lo que menos
sentido tenía en todo el día.
- Yo…no
lucharé…
De
repente Dannwond Fighter reaccionó y escupió gravilla por la boca cual café se
tratase.
- ¿Qué
no quieres luchar contra mí?-preguntó-¡Eso sí que no tiene sentido! ¡Aaaaaah!
A
grito pelado y con la furia de un tritón, Dannwond Fighter agarró a su enemigo
y lo lanzó contra un árbol, el cual se partió por la mitad al recibir el
impacto.
- ¡Maldito!-gritó
Dannwond Fighter-¡Ese era mi sillón de terciopelo! ¡Lucha contra mí!
Y se
lanzó en horizontal imitando a un personaje que había visto en algún
videojuego, uno de estos que le llevó a convertirse en superhéroe. Sin embargo,
la técnica le salió mal, y en lugar de apuntar hacia el enemigo se fue volando
del lugar, esfumándose, no sin antes dejar clara su insignia:
- ¡The Dannwond! ¡The Dannwond! ¡The
Dannwond!
De
aquella curiosa manera despareció sin dejar ni gota.
Al
día siguiente, mientras el señor Y paseaba por el parque con un chichón en la
cabeza y otro en el culo (búsquese en Wikipedia el motivo de esto), observó una
estrella fugaz a lo lejos y pensó:
“Qué
belleza”
Lo
que no sabía es que aquella estrella era Dannwond Fighter, quien, todavía con
energía, gritaba a los cuatro vientos:
- ¡¡¡¡THE
DANNWOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOND!!!!
FIN
Tercera Historia (y última)
Esto
era un niño, vamos a llamarle Juan, y el hijo, ya te lo he dicho, decidió
meterse en una mansión del terror para creérselo mucho y así demostrarle al payaso
de Micolor que también sabía combinar vestimentas. Total, que al internarse en
la mansión del terror de la feria de su pueblo, Juan, y el hijo, ya te lo he
dicho, observó una momia que se movía hacia él con paso acelerado. En un
principio le entraron ganas de cagar, hasta que descubrió que no era papel
higiénico lo que llevaba colgando, sino vendas.
La
momia, como todo ser vivo en una mansión del terror, pretendió asustar al
chaval, pero éste, que se conocía el truco de los seres de las mansiones del
terror, se quedó quieto, y como la momia no podía pegarle pues se resignó y
pagó prenda. Al quitarse las vendas, murió.
Juan,
y el hijo, ya te lo he dicho, se dio cuenta de que aquello no daba miedo, por
lo que le resultaría fácil ganar su apuesta con el payaso, sin embargo, él no
contaba con la presencia de Dannwond Fighter, quien salió desde una tumba y le
gritó al oído.
- ¡Lucha
contra mí!
El
niño tenía dolor en el oído desde que un sapo le picó cuando era pequeño, por
lo que no podía aguantar los ruidos fuertes, así que decidió salir corriendo.
No obstante, Dannwond Fighter no le iba a dejar escapar.
El
niño se encontró con el típico tío de la motosierra que a todos nos da miedo en
nuestra infancia, bueno, a mí no claro está, no se ofenda señor Rodríguez, y
está claro que al niño tampoco ya que se aprovecho de la bondad del hombre de
la motosierra para pedirle que le dejara pasar, cosa que el ser hizo sin
problemas, deseándole buena suerte.
Juan, y el hijo, ya te lo he dicho (dios, que cansino
escribir eso, a partir de ahora lo llamaré:
JoseJavierVázquezbylittlelivenjagwerandemorningatachthemorningamoregandemorenighthijodelalunapordiosmeestáncomiendolosfideosquienquiereunmartiniqueinvitanlossolespuntocomporfrancia
De apellidos: losetodorodriguezdelafuenteporculojoderquenombremáslargoestoyhaciendoalotontoelqueleaestodirémalditohijodeputapuntonet
para abreviar, así que, puesto que me parece corto, lo dejaré en Juan) creyó
haber despistado a Dannwond Fighter, pero éste siempre había estado con él,
metido en su bolsillo. Dannwond Fighter salió sin reparos de allí:
- ¡Lucha
contra mí o no te daré galletas!
El
niño gritó, y Dannwond Fighter dijo:
- Vale,
te las daré, pero sin galleta.
Tras
esto golpeó al niño y lo sacó de la mansión, pero no pudo ir tras él porque los
seres de aquella gran casucha intentaron bloquearle el paso. Entonces Dannwond
Fighter dijo:
- Siempre
quise tener ganado. ¡Luchad contra mí!
Sin
embargo, Dannwond Fighter se dio cuenta de que el niño había volado demasiado
lejos.
- Oh,
no, he de salvarlo.
Utilizando
su batín como propulsor, voló hacia el niño. Toda la gente tenía puesta la
mirada en los dos, ¿salvaría Dannwond Fighter a su hijo?
Entonces
Dannwond consiguió cogerlo en el aire y lo llevó a tierra. La gente le
aplaudía, era un héroe, merecedor de una medalla y dos galardones a los Óscar.
Dannwond
Fighter sonrió, el niño sonrió, ambos se miraron y entonces Dannwond Fighter
cogió al niño y lo lanzó muy lejos.
Cuando
la gente le preguntó al superhéroe por qué había lanzado al niño, Dannwond
Fighter respondió:
- ¿Era
un niño? Es que, como no quería luchar…
FIN
Bueno,
espero que hayáis disfrutado de esta historia y que hayáis comprendido que no
es bueno rechazar a Dannwond Fighter cuando pide un combate, ya que eso
provocará una locura por su parte.
Comprad
ositos de caramelo y sed felices.
¡Adiós!
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