-Gracias
por su compra. Vuelva otro día.
Haciendo
una reverencia, Eri se despidió de uno de los clientes de la librería en la que
trabajaba.
Cuando
sus padres se marcharon le dejaron una cuenta con una gran cantidad de dinero
en ella para que pudiese seguir adelante sin ellos, sin embargo, no se sentía
del todo cómoda con ese dinero, además de que si lo gastaba sin pensar
terminaría vaciándose antes de darse cuenta. De modo que, con el permiso de sus
tutores, decidió buscarse un trabajo para los fines de semana. Cobraba poco,
pero, puesto que tampoco era alguien de muchos gastos, no es que le importase.
La
chica suspiró y se dispuso a ordenar algunos libros que los niños se ponían a
desordenar cada vez que venían. Pese a que insistía una y otra vez en que debían
ser buenos y comportarse, había pocos que hiciesen caso.
-Hola.
Una
voz la sobresaltó, provocando que los libros que llevaba sobre sus brazos
cayesen al suelo, estampándose contra uno de sus pies, dando lugar a que se
encogiese sobre sí misma debido al dolor.
Al
darse la vuelta se dio con el rostro de Asari.
-¿A-Asari-sensei?
-¿Estás
bien? –preguntó ella sonriendo irónicamente.
-S-sí...enseguida
recojo esto...
-Bueno...no
me refería sólo a tu pie...
El
cuerpo de la chica se detuvo de cuclillas, con uno de sus brazos alargado
y dispuesto a coger uno de los libros.
Tras este lapso temporal, la joven se levantó con los textos en las manos y los
depositó en su sitio.
-...
“-¿Una maldición? –preguntó Eri.
Derain asintió.
-Cuando alguien es maldecido por un demonio
se le inocula parte del Setten de éste, de manera que el individuo adquiere
capacidades propias de un demonio. Eso incluye una mayor esperanza de vida,
poderes sobrenaturales e incluso la posibilidad de devolver a alguien a la
vida.
-Recuerdo haber leído algo antes –dijo
mientras recordaba la búsqueda que hizo Reima- Entonces, ¿sugieres que maldiga
a Shiina?
-No es tan sencillo. Si has visto algo
sabrás que provoca efectos secundarios en la persona que es maldecida, además
de que el hecho de resucitarla no es seguro. Ambas cosas dependen del poder del
demonio que realice la maldición.
-... –la chica volvió la vista hacia su
amiga- ¿Qué t-tipo de efectos secundarios se pueden dar?
-Son muy variables. He llegado a ver desde
dolores intensos cada cierto periodo de tiempo hasta conexiones vitales entre
el demonio y el otro individuo.
-Entiendo.
Entonces aquello era como una ruleta de la
suerte. No sólo el hecho de devolverla a la vida sino también que al despertar
terminase peor que como estaba.
-¿Y qué me dices de ti, Derain? Tú también
eres un demonio, y además poderoso. Si lo hicieses tú las probabilidades irían
a nuestro favor –propuso Akira.
-Por desgracia, yo no puedo.
-¿Por qué?
-Las maldiciones sólo pueden realizarse una
vez en la vida del demonio. Cuando se realizan una segunda vez, tanto el
demonio como el individuo al que se intenta maldecir mueren. Yo ya lo hice una
vez por lo que no serviría de nada el volver a hacerlo...
La mente de Eri se encontraba indecisa ante
aquella posibilidad. ¿Realmente Shiina querría volver a la vida bajo aquellas
circunstancias? ¿Y si se arriesgaba y no servía para nada?
-No sé qué es lo que debería hacer...
-No voy a decidir por ti, chica, pero a
veces es bueno dejarse llevar por lo que quiere uno, y no por lo que quieren
los demás.
Lo que quería ella...
-Derain, dime qué tengo que hacer.
-Muy bien.
El imp caminó hasta situarse frente a la
joven.
-Lo primero que tendrás que hacer será tomar
tu forma demoníaca.
-¡¿Qué?! –exclamó Akira- ¡¿Estás loco?!
¡Antes ha perdido completamente el control al transformarse! ¡Si vuelve a
hacerlo quién sabe lo que pasará!
-Lo sé pero es necesario para que pueda
realizar la maldición.
-No me importa...
-¡Eri!
-No te preocupes, Akira-kun. Esta vez sabré
controlarme.
De repente, el cuerpo de la chica comenzó a
adoptar la forma de súcubo. Las anteriores veces que lo había hecho se había
producido de una forma muy agresiva, pero por alguna razón, en ese momento,
ningún violento vendaval o fuerza sobrenatural hizo que los demás saliesen despedidos
por los aires sino que los rasgos que caracterizaban a su raza se mostraron sin
problemas.
Se sentía segura. Su mente le decía que todo
iba a salir bien, porque aquello era lo que quería...lo que deseaba con todas
sus fuerzas.
-Ahora mantén tus manos en contacto con su
cabeza –continuó Derain mientras ella apoyaba las palmas de ambas extremidades
en las mejillas de su amiga-. Después debes canalizar tu Setten hacia ella, es
parecido a lo que harías para provocar una llama pero reduciendo tu poder de
manera que este se dirija convenientemente a un punto fijo. No tienes que
pensar en que tu Setten explote sino que se mueva con suavidad.
La joven cerró los ojos y apareció una luz a
partir de sus manos. Era blanca, firme pero suave, sin dañar la vista ni
producir un calor intenso.
-Conéctate con ella, con su ser. Toma sus
recuerdos, su vida y sus sentimientos.
Eri abrió los ojos. Se encontraba en un
sitio de total oscuridad. Parecía que estuviese flotando.
Fue en ese momento cuando el cuerpo de
Shiina apareció delante de ella. Pero éste estaba desapareciendo lentamente.
Aquella oscuridad se la estaba tragando.
La chica alargó su brazo, intentando llegar
hasta el hombro de su amiga, sin embargo, por alguna razón, no lograba
alcanzarlo. Pese a estar tan cerca, su mano no lograba tocarla.
-¿Quieres que vuelva? –una voz surgió de las
profundidades de aquella oscuridad. Era la voz de Shiina pero se escuchaba
distorsionada.
-Sí.
-¿Pese a que tenga que volver a enfrentarse
al sufrimiento?
-...
-¿Incluso si vuelve a morir por salvarte la
vida?
-...
-Ella no volverá a ser la misma que era...
-Lo comprendo.
-Si estás dispuesta a hacerte cargo de su
dolor entonces concederé tu deseo.
-Lo estoy. Es algo que he decidido. Sé que
estoy siendo egoísta pero no voy a echarme atrás.
-Como quieras. A partir de ahora cargará con
un peso que deberá soportar durante todos los días de su vida. No te
arrepientas de tus actos.
-No lo haré...
De repente el hombro de su amiga se hizo
palpable. Una vez pudo tocarla la oscuridad empezó a desaparecer, volviéndose
todo cada vez más luminoso hasta que el brillo provocó que abriese los ojos,
encontrándose de nuevo con la cabeza de Shiina entre sus manos.
-Parece que ya has hecho lo más difícil
–indicó Derain.
-¿Aún queda algo más?
-Sí. Verás, se necesita un último acto para
sentenciar el proceso.
-¿Cuál?
-Besarla.
El rostro de Eri se puso rojo, avergonzada.
La cara de Akira tampoco se diferenciaba mucho de la de la chica.
-P-p-pero...
-No me digas que después de llegar hasta
aquí te vas a echar atrás por algo como esto.
-N-no es eso, es sólo que...
-Si de verdad quieres que esto salga bien,
debes hacerlo hasta el final.
La demonio bajó la cabeza. Derain tenía
razón. No podía echarse atrás.
-De acuerdo.
Dicho esto emitió un profundo suspiro y acercó
su cara a la de Shiina. Forzándose a seguir hacia delante, cerró los ojos para
que aquello no le resultase tan incómodo. Aquellos segundos se le hicieron
eternos hasta que finalmente, sus labios se encontraron con los de ella.
No era una sensación desagradable. Pese a lo
fríos que estaban seguían siendo suaves aunque aquello no le produjo ningún
estímulo.
Cuando sus labios se separaron, la
respiración de su amiga volvió a sentirse, aunque de forma tenue.
-Está viva...
Con lágrimas en los ojos, la demonio apoyó
la frente sobre la de ella.
-Menos mal...
Akira, quien tenía a una dormida Mai entre
sus brazos, relajó su cuerpo, mostrándose sonriente.
-Parece que todo ha ido bien –comentó
Derain-. Ah, por cierto, lo del beso no era necesario, pero ha sido interesante.
Será mejor que os aseguréis de dejarla descansar. Necesitará un par de semanas
para recuperarse del todo. Hasta la próxima.
Y dejando a los jóvenes en silencio, el imp
se marchó de allí.
-¡¡Derain!! ¡¡Maldito seas!!”
-Ahora
se encuentra en el hospital –dijo Eri mientras dividía una serie de libros en
varios montones.
-Lo
sé. Derain se encargó de modificar los recuerdos de todos aquellos que se
vieron implicados en el suceso. Los padres de Shiina piensan que alguien entró
a robar y lo dejaron todo revuelto.
-¿Y
que incluso destrozaron la habitación de su hija? –preguntó la demonio con
ironía en sus palabras.
-Bueno,
se podría reducir al uso de algún explosivo o algo parecido. No te preocupes,
Derain sabe hacer bien su trabajo.
La
joven desvió la mirada.
-Sigues
preocupada por ella, ¿verdad?
-Por
una parte me siento aliviada de que esté viva, pero son muchas cosas las que
rondan mi mente. Mi amiga estuvo a punto de morir y no tuve el poder suficiente
como para protegerla. Lo que más temía desde el ataque al instituto ha
ocurrido. E incluso si ha logrado salir de ésta, puede que haya sido pagando un
precio muy alto...
-No
te culpes a ti misma. Hiciste lo que pudiste dadas tus capacidades. No siempre
podemos proteger todo aquello que queremos, pero por ello debemos seguir
esforzándonos hasta ser más y más fuertes.
Tras
terminar de ordenar los escritos, la chica se dispuso a volver a su puesto,
donde ya la esperaban los clientes para pagar sus compras.
-Supongo
que tienes razón.
Asari
salió de la librería.
-¿Y
bien? –preguntó Reima/Derain.
-No
hay de qué preocuparse. Todavía necesita acostumbrarse a esto pero es una chica
fuerte.
-Ya
veo.
-¿Por
qué le mentiste al decirle que la parte del beso era innecesaria? –preguntó
ella mientras empezaban a caminar.
-¿Quién
sabe? Quizás no quería que supiese lo que en ocasiones puede conllevar el
realizar una maldición...
-¿Huh?
-Nada,
olvídalo. Por cierto, he tenido que avisar a Serah y Ahren.
-¡¿A
esos dos?! ¡Ya tienen suficiente vigilando las cosas en América! ¿Es por eso
por lo que tardaste tanto en llegar hasta Eri y Akira?
-No
sólo por eso. Ellos dos no son los únicos a los que avisé.
-Sí
que has estado moviendo hilos.
-Es
por una buena razón.
-Judas
Iscariote...es el nombre uno de los héroes que luchó en el pasado contra los
demonios. ¿Crees que se trata del mismo?
-No
lo sé. Ni siquiera sé si tiene relación con el chico que atacó el instituto,
pero cuantos más ojos tengamos mejor.
-Parece
que antes de matar a Ryouta estuvieron hablando de algo pero no llegamos a tiempo.
-Si
esto ya olía mal, ahora apesta...
El
fin de semana terminó y llegó el lunes.
-¡Eriiii!
Gritando
alegremente, Luka se lanzó contra su amiga.
-¡L-Luka!
¡Ten más cuidado! ¡Me vas a matar!
-Perdón,
perdón. Oye, ¿quieres ir a ver a Shiina después de clase? Akira-kun y
Fujita-kun dicen que vendrán también.
-Claro,
estoy segura de que Shiina se pondrá muy contenta.
Poco
después, Reima/Derain hizo su aparición en clase.
-Hola,
chicos. Siento haber llegado un poco tarde pero he estado en una reunión de no
se qué campamento que tenéis cerca, ¿alguien sabe algo?
Los
alumnos se miraron unos a otros. Uno de los chicos, subdelegado y encargado en
ausencia de la delegada, decidió contestar a la pregunta.
-Es
algo que llevamos preparando desde hace un mes junto con los senseis. Se supone
que se realizarán actividades de estudio del medio ambiente además de fomentar
el compañerismo entre nosotros y las otras clases.
-Ah...
–respondió Reima/Derain secamente mientras colocaba los pies encima de la
mesa-. ¿Y por qué tengo que ir yo?
-P-porque...trabaja
aquí...y da clases a este curso...
-Ah...pues
vaya...bueno, en cualquier caso, me han dicho que os avise de que el autobús
que os llevara estará a las siete de la mañana en la puerta del instituto así
que más os vale no llegar tarde. Yo ya veré cómo me puedo
escaquear...-murmurando esto último se dispuso a empezar la clase.
Tras
salir del instituto, los cuatro emprendieron camino hacia el hospital.
-Así
que la semana que viene campamento... –dijo Luka.
-Es
una pena que Shiina se lo vaya a perder. Ayudó mucho a prepararlo.
-La
verdad es que sí, pero es más importante su salud. Siendo la chica responsable
que es seguro que lo entenderá...
-¡Yo
quiero ir! –ya en la habitación en la que descansaba su amiga, Luka y Eri forcejeaban
con ella para evitar que saliese de la cama.
-¡No
seas cabezota! ¡No puedes tal y como estás! ¡Necesitas descanso!
-Mm...
–Kaoru se situaba a cierta distancia del trío.
-Yo
la veo llena de energía... –comentó Akira.
-¡¿Queréis
ayudar un poco?! –exclamaron las dos chicas.
Finalmente,
consiguieron que Shiina se tranquilizara.
-Ah,
ah, veo que te encuentras bien...
-En
realidad me siento cansada.
-¡La
culpa es de que te haya dado por patalear de esta forma! ¡¿A quién se le
ocurre?!
-Lo
siento. Es que me apetecía ir con vosotras al campamento...
-La
salud es lo primero. ¿Es que no escuchas las noticias?
-Seguro
que más que tú.
-Uuuuh...
Luka
bajó la cabeza.
-¿Qué
te han dicho los médicos? –preguntó Akira.
-Al
parecer me caí desde el piso de arriba y me golpeé la cabeza. Me han estado
haciendo pruebas pero parece que no tengo nada grave. Han deducido que
probablemente algo amortiguaría la caída. Sin embargo no recuerdo que ocurriese
algo así aunque supongo que es normal...por el golpe.
Eri
puso cara de preocupación...
“-La maldición cerrará la herida que le hizo
Ryouta. Aunque en principio no recordará nada sobre lo que sucedió –dijo Derain
una vez fuera de clase.
-¿No lo recordará?
-Podrías llamarlo una especie de “secuela
momentánea” que deja la maldición. Con el tiempo volverán sus recuerdos sobre
ello. Será mejor estar atentos a ese momento para explicarle la situación.”
-Seguramente
estará relacionado con la explosión que hubo en tu habitación.
-Algo
relacionado a ello me contaron mis padres. Aunque, como estaba sola en casa no
saben exactamente lo que ocurrió. Es una suerte que siga viva después de algo
así.
“Sola
en casa. Así que tampoco recuerda la presencia de aquella niña.”, pensó Eri.
-Bueno,
en cualquier caso, todos nos alegramos de que estés bien –indicó Luka.
-Gracias.
Espero recuperarme sin problemas.
-Oye,
Shiina, ¿puedo preguntarte una cosa?
-Claro,
Eri.
-¿Has
notado algo extraño...en tu cuerpo...desde que estás aquí en el hospital?
-¿Algo
extraño? Depende de a lo que te refieras...
-Pues
por ejemplo, dolor intenso en alguna zona, alguna extraña transformación...
Akira
y Kaoru dirigieron la mirada hacia la demonio. Ambos se mostraron un poco
exaltados por la pregunta de la chica. Por su parte, tanto Eri como Luka
fruncieron el ceño.
-¿Qué
estás diciendo, Eri? Por supuesto que no tengo nada de eso. Sólo me encuentro
débil, cansada y con algo de dolor de cabeza. Nada más.
-¿De
verdad?
-Claro.
Eri, me estás asustando un poco.
-Ah,
lo siento. Es sólo que...temía que pudiera empeorar de alguna forma.
-Te
aseguro que no pasa nada.
La
joven suspiró aliviada ante las palabras de su amiga. Después de lo que le
había dicho Derain sobre los efectos secundarios de la maldición quería
asegurarse.
Tras
un tiempo se despidieron de Shiina.
-Pasáoslo
bien en el campamento –les deseó con algo de melancolía en sus palabras.
-Te
traeremos un bonito recuerdo –dijo Luka.
-Eso
espero...
De
repente, al salir por la puerta, Eri se chocó contra una de las enfermeras,
cayendo al suelo y golpeándose en el codo.
-Ah,
lo siento –dijo la enfermera levantándola. Era una joven de poco más de veinte
años y de su misma altura. Vestía el uniforme de trabajo y tenía el pelo de
color negro recogido en un moño. Lo que más le llamó la atención a Eri fue el
color de sus ojos, de un rojo intenso- Iba un poco distraída y no me he dado
cuenta –dicho esto se llevó una mano a la cabeza y se la golpeó.
-No,
ha sido culpa mía. Lo siento.
-Nada,
nada... –dijo mientras agitaba ambas manos en señal de que no había necesidad
de disculparse. Acto seguido, levantó la vista hacia el número de la
habitación-. Ah, ¿habéis venido todos de visita?
Todos
asintieron.
-Eso
es genial... –nada más terminar la frase profirió un largo bostezo- Siempre me
alegra ver a los unos cuidando de los otros...
-¿Te
encuentras bien? –preguntó Akira.
-¿Eh?
¡Ah! ¡Sí, claro! No te preocupes. Me pasa a menudo... –volvió a bostezar-
Bueno, si me disculpáis, justamente tenía que venir aquí, y llevo un poco de
retraso en mi trabajo. Me he quedado dormida, jejeje...
Antes
la sorprendida mirada de los demás. La enfermera entró en la habitación de
Shiina y cerró la puerta detrás de ella. Frotándose el codo, Eri se marchó
junto con el resto.
-¿Te
encuentras bien, Shiina-chan? Parece que te duela algo –preguntó la enfermera
mientras se ocupaba de ajustar las persianas.
-¿Eh?
No, no. Sólo ha sido un pequeño pinchazo –explicó la chica mientras se
acariciaba el codo...
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