viernes, 13 de junio de 2014

Capítulo 11: Maldición



-Gracias por su compra. Vuelva otro día.
Haciendo una reverencia, Eri se despidió de uno de los clientes de la librería en la que trabajaba.
Cuando sus padres se marcharon le dejaron una cuenta con una gran cantidad de dinero en ella para que pudiese seguir adelante sin ellos, sin embargo, no se sentía del todo cómoda con ese dinero, además de que si lo gastaba sin pensar terminaría vaciándose antes de darse cuenta. De modo que, con el permiso de sus tutores, decidió buscarse un trabajo para los fines de semana. Cobraba poco, pero, puesto que tampoco era alguien de muchos gastos, no es que le importase.

La chica suspiró y se dispuso a ordenar algunos libros que los niños se ponían a desordenar cada vez que venían. Pese a que insistía una y otra vez en que debían ser buenos y comportarse, había pocos que hiciesen caso.
-Hola.
Una voz la sobresaltó, provocando que los libros que llevaba sobre sus brazos cayesen al suelo, estampándose contra uno de sus pies, dando lugar a que se encogiese sobre sí misma debido al dolor.
Al darse la vuelta se dio con el rostro de Asari.
-¿A-Asari-sensei?
-¿Estás bien? –preguntó ella sonriendo irónicamente.
-S-sí...enseguida recojo esto...
-Bueno...no me refería sólo a tu pie...
El cuerpo de la chica se detuvo de cuclillas, con uno de sus brazos alargado y  dispuesto a coger uno de los libros. Tras este lapso temporal, la joven se levantó con los textos en las manos y los depositó en su sitio.
-...

-¿Una maldición? –preguntó Eri.
Derain asintió.
-Cuando alguien es maldecido por un demonio se le inocula parte del Setten de éste, de manera que el individuo adquiere capacidades propias de un demonio. Eso incluye una mayor esperanza de vida, poderes sobrenaturales e incluso la posibilidad de devolver a alguien a la vida.
-Recuerdo haber leído algo antes –dijo mientras recordaba la búsqueda que hizo Reima- Entonces, ¿sugieres que maldiga a Shiina?
-No es tan sencillo. Si has visto algo sabrás que provoca efectos secundarios en la persona que es maldecida, además de que el hecho de resucitarla no es seguro. Ambas cosas dependen del poder del demonio que realice la maldición.
-... –la chica volvió la vista hacia su amiga- ¿Qué t-tipo de efectos secundarios se pueden dar?
-Son muy variables. He llegado a ver desde dolores intensos cada cierto periodo de tiempo hasta conexiones vitales entre el demonio y el otro individuo.
-Entiendo.
Entonces aquello era como una ruleta de la suerte. No sólo el hecho de devolverla a la vida sino también que al despertar terminase peor que como estaba.
-¿Y qué me dices de ti, Derain? Tú también eres un demonio, y además poderoso. Si lo hicieses tú las probabilidades irían a nuestro favor –propuso Akira.
-Por desgracia, yo no puedo.
-¿Por qué?
-Las maldiciones sólo pueden realizarse una vez en la vida del demonio. Cuando se realizan una segunda vez, tanto el demonio como el individuo al que se intenta maldecir mueren. Yo ya lo hice una vez por lo que no serviría de nada el volver a hacerlo...
La mente de Eri se encontraba indecisa ante aquella posibilidad. ¿Realmente Shiina querría volver a la vida bajo aquellas circunstancias? ¿Y si se arriesgaba y no servía para nada?
-No sé qué es lo que debería hacer...
-No voy a decidir por ti, chica, pero a veces es bueno dejarse llevar por lo que quiere uno, y no por lo que quieren los demás.
Lo que quería ella...
-Derain, dime qué tengo que hacer.
-Muy bien.
El imp caminó hasta situarse frente a la joven.
-Lo primero que tendrás que hacer será tomar tu forma demoníaca.
-¡¿Qué?! –exclamó Akira- ¡¿Estás loco?! ¡Antes ha perdido completamente el control al transformarse! ¡Si vuelve a hacerlo quién sabe lo que pasará!
-Lo sé pero es necesario para que pueda realizar la maldición.
-No me importa...
-¡Eri!
-No te preocupes, Akira-kun. Esta vez sabré controlarme.
De repente, el cuerpo de la chica comenzó a adoptar la forma de súcubo. Las anteriores veces que lo había hecho se había producido de una forma muy agresiva, pero por alguna razón, en ese momento, ningún violento vendaval o fuerza sobrenatural hizo que los demás saliesen despedidos por los aires sino que los rasgos que caracterizaban a su raza se mostraron sin problemas.
Se sentía segura. Su mente le decía que todo iba a salir bien, porque aquello era lo que quería...lo que deseaba con todas sus fuerzas.
-Ahora mantén tus manos en contacto con su cabeza –continuó Derain mientras ella apoyaba las palmas de ambas extremidades en las mejillas de su amiga-. Después debes canalizar tu Setten hacia ella, es parecido a lo que harías para provocar una llama pero reduciendo tu poder de manera que este se dirija convenientemente a un punto fijo. No tienes que pensar en que tu Setten explote sino que se mueva con suavidad.
La joven cerró los ojos y apareció una luz a partir de sus manos. Era blanca, firme pero suave, sin dañar la vista ni producir un calor intenso.
-Conéctate con ella, con su ser. Toma sus recuerdos, su vida y sus sentimientos.
Eri abrió los ojos. Se encontraba en un sitio de total oscuridad. Parecía que estuviese flotando.
Fue en ese momento cuando el cuerpo de Shiina apareció delante de ella. Pero éste estaba desapareciendo lentamente. Aquella oscuridad se la estaba tragando.
La chica alargó su brazo, intentando llegar hasta el hombro de su amiga, sin embargo, por alguna razón, no lograba alcanzarlo. Pese a estar tan cerca, su mano no lograba tocarla.
-¿Quieres que vuelva? –una voz surgió de las profundidades de aquella oscuridad. Era la voz de Shiina pero se escuchaba distorsionada.
-Sí.
-¿Pese a que tenga que volver a enfrentarse al sufrimiento?
-...
-¿Incluso si vuelve a morir por salvarte la vida?
-...
-Ella no volverá a ser la misma que era...
-Lo comprendo.
-Si estás dispuesta a hacerte cargo de su dolor entonces concederé tu deseo.
-Lo estoy. Es algo que he decidido. Sé que estoy siendo egoísta pero no voy a echarme atrás.
-Como quieras. A partir de ahora cargará con un peso que deberá soportar durante todos los días de su vida. No te arrepientas de tus actos.
-No lo haré...
De repente el hombro de su amiga se hizo palpable. Una vez pudo tocarla la oscuridad empezó a desaparecer, volviéndose todo cada vez más luminoso hasta que el brillo provocó que abriese los ojos, encontrándose de nuevo con la cabeza de Shiina entre sus manos.
-Parece que ya has hecho lo más difícil –indicó Derain.
-¿Aún queda algo más?
-Sí. Verás, se necesita un último acto para sentenciar el proceso.
-¿Cuál?
-Besarla.
El rostro de Eri se puso rojo, avergonzada. La cara de Akira tampoco se diferenciaba mucho de la de la chica.
-P-p-pero...
-No me digas que después de llegar hasta aquí te vas a echar atrás por algo como esto.
-N-no es eso, es sólo que...
-Si de verdad quieres que esto salga bien, debes hacerlo hasta el final.
La demonio bajó la cabeza. Derain tenía razón. No podía echarse atrás.
-De acuerdo.
Dicho esto emitió un profundo suspiro y acercó su cara a la de Shiina. Forzándose a seguir hacia delante, cerró los ojos para que aquello no le resultase tan incómodo. Aquellos segundos se le hicieron eternos hasta que finalmente, sus labios se encontraron con los de ella.
No era una sensación desagradable. Pese a lo fríos que estaban seguían siendo suaves aunque aquello no le produjo ningún estímulo.
Cuando sus labios se separaron, la respiración de su amiga volvió a sentirse, aunque de forma tenue.
-Está viva...
Con lágrimas en los ojos, la demonio apoyó la frente sobre la de ella.
-Menos mal...
Akira, quien tenía a una dormida Mai entre sus brazos, relajó su cuerpo, mostrándose sonriente.
-Parece que todo ha ido bien –comentó Derain-. Ah, por cierto, lo del beso no era necesario, pero ha sido interesante. Será mejor que os aseguréis de dejarla descansar. Necesitará un par de semanas para recuperarse del todo. Hasta la próxima.
Y dejando a los jóvenes en silencio, el imp se marchó de allí.
-¡¡Derain!! ¡¡Maldito seas!!

-Ahora se encuentra en el hospital –dijo Eri mientras dividía una serie de libros en varios montones.
-Lo sé. Derain se encargó de modificar los recuerdos de todos aquellos que se vieron implicados en el suceso. Los padres de Shiina piensan que alguien entró a robar y lo dejaron todo revuelto.
-¿Y que incluso destrozaron la habitación de su hija? –preguntó la demonio con ironía en sus palabras.
-Bueno, se podría reducir al uso de algún explosivo o algo parecido. No te preocupes, Derain sabe hacer bien su trabajo.
La joven desvió la mirada.
-Sigues preocupada por ella, ¿verdad?
-Por una parte me siento aliviada de que esté viva, pero son muchas cosas las que rondan mi mente. Mi amiga estuvo a punto de morir y no tuve el poder suficiente como para protegerla. Lo que más temía desde el ataque al instituto ha ocurrido. E incluso si ha logrado salir de ésta, puede que haya sido pagando un precio muy alto...
-No te culpes a ti misma. Hiciste lo que pudiste dadas tus capacidades. No siempre podemos proteger todo aquello que queremos, pero por ello debemos seguir esforzándonos hasta ser más y más fuertes.
Tras terminar de ordenar los escritos, la chica se dispuso a volver a su puesto, donde ya la esperaban los clientes para pagar sus compras.
-Supongo que tienes razón.

Asari salió de la librería.
-¿Y bien? –preguntó Reima/Derain.
-No hay de qué preocuparse. Todavía necesita acostumbrarse a esto pero es una chica fuerte.
-Ya veo.
-¿Por qué le mentiste al decirle que la parte del beso era innecesaria? –preguntó ella mientras empezaban a caminar.
-¿Quién sabe? Quizás no quería que supiese lo que en ocasiones puede conllevar el realizar una maldición...
-¿Huh?
-Nada, olvídalo. Por cierto, he tenido que avisar a Serah y Ahren.
-¡¿A esos dos?! ¡Ya tienen suficiente vigilando las cosas en América! ¿Es por eso por lo que tardaste tanto en llegar hasta Eri y Akira?
-No sólo por eso. Ellos dos no son los únicos a los que avisé.
-Sí que has estado moviendo hilos.
-Es por una buena razón.
-Judas Iscariote...es el nombre uno de los héroes que luchó en el pasado contra los demonios. ¿Crees que se trata del mismo?
-No lo sé. Ni siquiera sé si tiene relación con el chico que atacó el instituto, pero cuantos más ojos tengamos mejor.
-Parece que antes de matar a Ryouta estuvieron hablando de algo pero no llegamos a tiempo.
-Si esto ya olía mal, ahora apesta...

El fin de semana terminó y llegó el lunes.
-¡Eriiii!
Gritando alegremente, Luka se lanzó contra su amiga.
-¡L-Luka! ¡Ten más cuidado! ¡Me vas a matar!
-Perdón, perdón. Oye, ¿quieres ir a ver a Shiina después de clase? Akira-kun y Fujita-kun dicen que vendrán también.
-Claro, estoy segura de que Shiina se pondrá muy contenta.
Poco después, Reima/Derain hizo su aparición en clase.
-Hola, chicos. Siento haber llegado un poco tarde pero he estado en una reunión de no se qué campamento que tenéis cerca, ¿alguien sabe algo?
Los alumnos se miraron unos a otros. Uno de los chicos, subdelegado y encargado en ausencia de la delegada, decidió contestar a la pregunta.
-Es algo que llevamos preparando desde hace un mes junto con los senseis. Se supone que se realizarán actividades de estudio del medio ambiente además de fomentar el compañerismo entre nosotros y las otras clases.
-Ah... –respondió Reima/Derain secamente mientras colocaba los pies encima de la mesa-. ¿Y por qué tengo que ir yo?
-P-porque...trabaja aquí...y da clases a este curso...
-Ah...pues vaya...bueno, en cualquier caso, me han dicho que os avise de que el autobús que os llevara estará a las siete de la mañana en la puerta del instituto así que más os vale no llegar tarde. Yo ya veré cómo me puedo escaquear...-murmurando esto último se dispuso a empezar la clase.

Tras salir del instituto, los cuatro emprendieron camino hacia el hospital.
-Así que la semana que viene campamento... –dijo Luka.
-Es una pena que Shiina se lo vaya a perder. Ayudó mucho a prepararlo.
-La verdad es que sí, pero es más importante su salud. Siendo la chica responsable que es seguro que lo entenderá...

-¡Yo quiero ir! –ya en la habitación en la que descansaba su amiga, Luka y Eri forcejeaban con ella para evitar que saliese de la cama.
-¡No seas cabezota! ¡No puedes tal y como estás! ¡Necesitas descanso!
-Mm... –Kaoru se situaba a cierta distancia del trío.
-Yo la veo llena de energía... –comentó Akira.
-¡¿Queréis ayudar un poco?! –exclamaron las dos chicas.

Finalmente, consiguieron que Shiina se tranquilizara.
-Ah, ah, veo que te encuentras bien...
-En realidad me siento cansada.
-¡La culpa es de que te haya dado por patalear de esta forma! ¡¿A quién se le ocurre?!
-Lo siento. Es que me apetecía ir con vosotras al campamento...
-La salud es lo primero. ¿Es que no escuchas las noticias?
-Seguro que más que tú.
-Uuuuh...
Luka bajó la cabeza.
-¿Qué te han dicho los médicos? –preguntó Akira.
-Al parecer me caí desde el piso de arriba y me golpeé la cabeza. Me han estado haciendo pruebas pero parece que no tengo nada grave. Han deducido que probablemente algo amortiguaría la caída. Sin embargo no recuerdo que ocurriese algo así aunque supongo que es normal...por el golpe.
Eri puso cara de preocupación...

-La maldición cerrará la herida que le hizo Ryouta. Aunque en principio no recordará nada sobre lo que sucedió –dijo Derain una vez fuera de clase.
-¿No lo recordará?
-Podrías llamarlo una especie de “secuela momentánea” que deja la maldición. Con el tiempo volverán sus recuerdos sobre ello. Será mejor estar atentos a ese momento para explicarle la situación.

-Seguramente estará relacionado con la explosión que hubo en tu habitación.
-Algo relacionado a ello me contaron mis padres. Aunque, como estaba sola en casa no saben exactamente lo que ocurrió. Es una suerte que siga viva después de algo así.
“Sola en casa. Así que tampoco recuerda la presencia de aquella niña.”, pensó Eri.
-Bueno, en cualquier caso, todos nos alegramos de que estés bien –indicó Luka.
-Gracias. Espero recuperarme sin problemas.
-Oye, Shiina, ¿puedo preguntarte una cosa?
-Claro, Eri.
-¿Has notado algo extraño...en tu cuerpo...desde que estás aquí en el hospital?
-¿Algo extraño? Depende de a lo que te refieras...
-Pues por ejemplo, dolor intenso en alguna zona, alguna extraña transformación...
Akira y Kaoru dirigieron la mirada hacia la demonio. Ambos se mostraron un poco exaltados por la pregunta de la chica. Por su parte, tanto Eri como Luka fruncieron el ceño.
-¿Qué estás diciendo, Eri? Por supuesto que no tengo nada de eso. Sólo me encuentro débil, cansada y con algo de dolor de cabeza. Nada más.
-¿De verdad?
-Claro. Eri, me estás asustando un poco.
-Ah, lo siento. Es sólo que...temía que pudiera empeorar de alguna forma.
-Te aseguro que no pasa nada.
La joven suspiró aliviada ante las palabras de su amiga. Después de lo que le había dicho Derain sobre los efectos secundarios de la maldición quería asegurarse.

Tras un tiempo se despidieron de Shiina.
-Pasáoslo bien en el campamento –les deseó con algo de melancolía en sus palabras.
-Te traeremos un bonito recuerdo –dijo Luka.
-Eso espero...
De repente, al salir por la puerta, Eri se chocó contra una de las enfermeras, cayendo al suelo y golpeándose en el codo.
-Ah, lo siento –dijo la enfermera levantándola. Era una joven de poco más de veinte años y de su misma altura. Vestía el uniforme de trabajo y tenía el pelo de color negro recogido en un moño. Lo que más le llamó la atención a Eri fue el color de sus ojos, de un rojo intenso- Iba un poco distraída y no me he dado cuenta –dicho esto se llevó una mano a la cabeza y se la golpeó.
-No, ha sido culpa mía. Lo siento.
-Nada, nada... –dijo mientras agitaba ambas manos en señal de que no había necesidad de disculparse. Acto seguido, levantó la vista hacia el número de la habitación-. Ah, ¿habéis venido todos de visita?
Todos asintieron.
-Eso es genial... –nada más terminar la frase profirió un largo bostezo- Siempre me alegra ver a los unos cuidando de los otros...
-¿Te encuentras bien? –preguntó Akira.
-¿Eh? ¡Ah! ¡Sí, claro! No te preocupes. Me pasa a menudo... –volvió a bostezar- Bueno, si me disculpáis, justamente tenía que venir aquí, y llevo un poco de retraso en mi trabajo. Me he quedado dormida, jejeje...
Antes la sorprendida mirada de los demás. La enfermera entró en la habitación de Shiina y cerró la puerta detrás de ella. Frotándose el codo, Eri se marchó junto con el resto.

-¿Te encuentras bien, Shiina-chan? Parece que te duela algo –preguntó la enfermera mientras se ocupaba de ajustar las persianas.
-¿Eh? No, no. Sólo ha sido un pequeño pinchazo –explicó la chica mientras se acariciaba el codo...

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