-¡Kai! –exclamó Miruru mientras sus compañeros corrían hacia ellas.
-¡¿Estás bien?! –preguntó Kai, ayudando a levantarse a Miruru.
-Sí, no te preocupes por mí –dijo la semidiosa, llevándose la mano al pecho- ¡Cough! ¡Cough!
-¡Descansa aquí! –le pidió su compañero.
-¡No! ¡Espera! ¡Runya! ¡¿Cómo está ella?!
-¡Ha recibido bastante daño pero está estable! –comentó Drake mientra él y Seph la ayudaban a incorporarse- ¿Puedes ponerte en pie?
-Las piernas no me responden –dijo Runya apretando los dientes por la rabia y la impotencia que sentía.
Mientras la ayudaban a sentarse, apoyando su espalda sobre una pila de cajas, Miruru la miró preocupada.
-Déjalo. Sólo vas a hacer que me sienta peor –replicó Runya, desviando la mirada.
-Entonces, eso que me dijiste...
-Este mundo es muy cruel. No lo olvides –sentenció.
Por otro lado, Jake consiguió salir del montón de cajas bajo el que había quedado enterrado, acariciándose la nuca por el dolor.
-Reconozco que ha sido un buen golpe –dijo, entre arrogante y enfadado.
Sin bajar la guardia, Kai le encaró, haciendo aparecer los dos brazos de Hel.
-Impresionante. Nunca había visto algo parecido.
-Me alegra que te guste, porque será lo último que veas –amenazó el nigromante.
-Ooh, que agresivo. Yo que tú, no me pondría tan gallito. No eres el único que tiene ases en la manga.
De repente, el chico agarró su propio brazo, que comenzó a transformarse.
-¡¿Qué está pasando?! –preguntó Seph, horrorizada.
-¡No puede ser! –se sorprendió Kai.
El brazo de Jake se había vuelto grande y negro, dejando ver garras largas y afiladas al final de sus manos.
-Lo sabía –murmuró el nigromante.
Pese a que aquella transformación parecía dolerle, Jake mantuvo la compostura, adoptando una expresión orgullosa.
La imagen del monstruo al que se enfrentó en el pueblo le vino a la mente. Cuando aquel hombre se inyectó Radiar y terminó transformado irreversiblemente.
-¡No te distraigas! –exclamó Jake, lanzándose contra el nigromante, quien bloqueó el ataque con una de las manos de Hel mientras la otra intentaba aplastar al mercenario.
-¡Demasiado lento! –se burló Jake, esquivándolo con facilidad.
-¡¿Tú crees?!
Detrás de su adversario surgió uno de los brazos de la invocación, agarrándolo de cuerpo entero y lanzándolo contra la pared.
-Que sea grande no significa que sea lento –contestó Kai.
Atravesando la polvareda que se había formado por el choque, Jake acometió de nuevo contra Kai. La diferencia era que, esta vez, tenía ambos brazos transformados.
-¡Maldita sea! –se quejó Kai mientras utilizaba las manos de Hel como escudo. Por desgracia, éstas cedieron, no dejándole más opción al chico que saltar hacia atrás para esquivar el ataque.
-Si pudiese invocar a May, lo purificaría, pero entonces no podría defenderme. En ese caso...
Mientras pensaba qué hacer, su adversario insistió en su ataque, aunque Kai ya estaba preparado para ello.
En ese momento, los brazos de Hel se interpusieron entre los dos, sólo que en lugar de proteger a Kai, golpearon con fuerza el suelo, levantando una columna de fuego justo enfrente de Jake, quien tuvo que frenar su embestida para no acabar calcinado.
Todo el mundo se mostró sorprendido ante aquel repentino suceso.
-¡¿Cómo has hecho eso?! –preguntó el mercenario.
-¡¿Creías que lo único que sabía hacer Hel era servirme de escudo?! ¡Un consejo! ¡Nunca subestimes a tu contrincante! –declaró Kai- ¡Hel es uno de los cuatro Infernos! ¡Procedentes del más allá! ¡Y en su caso, es capaz de crear y manejar el fuego!
Ante aquel descubrimiento, la expresión de Jake se volvió tensa.
-¡Y eso no es lo único! –continuó Kai- ¡Hasta ahora, no me he molestado en hacerlo pero, que él sea invocado no significa que yo no pueda pelear!
-¡¿Qué?!
Una gran bola de fuego se formó sobre la palma de una de las manos de Hel.
Habiendo alcanzado rápidamente el suficiente tamaño, ésta fue lanzada hacia Jake, quien la esquivó pese a las dificultades que le supuso. Aun así, el verdadero problema vino después, ya que Kai aprovechó la distracción para desplazarse a su lado.
-¡Te lo advertí! –gritó mientras le propinaba un fuerte puñetazo en la mejilla, dejándolo inconsciente en el suelo.
-Buen trabajo –dijo Miruru al ver acercarse a su compañero.
-Tú también.
Cansado, el nigromante hizo desaparecer a Hel, dejando como único recuerdo de haber sido invocado, el negro de las paredes debido a la bola de fuego.
-Será mejor que nos marchemos antes de que...
-¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAGH!
Un rugido espeluznante resonó por toda la sala, seguido de una explosión donde antes había estado el cuerpo inconsciente de Jake.
Al girarse, todos pudieron ver a un monstruo negro de ojos rojos erigiéndose por encima de todos.
-¡TE MATARÉ! –gritó aquel ser.
Demostrando una velocidad impropia de su tamaño, el monstruo corrió hacia ellos sin darles más opción que huir.
-¡Esas escaleras llevarán a la salida! –avisó Miruru.
-¡¿Estás segura?! –preguntó Kai.
-¡No, pero tampoco tenemos tiempo para una idea mejor!
Así pues, el grupo se dirigió hacia allí con aquella bestia pisándoles los talones.
-¡Rápido, rápido! –exclamó el nigromante a los más rezagados.
Una vez alcanzado su objetivo bajaron los escalones casi saltando, evitando en el último momento las garras de su perseguidor, quien trató de introducir el brazo por el hueco de la escalera, sin mucho éxito.
-¡Buff! ¡Ha faltado muy poco! –dijo Drake, sin dejar de bajar, por si acaso la bestia encontraba la manera de alcanzarles- ¿Creéis que nos seguirá hasta aquí?
Justo en ese momento, el techo se rompió, cayendo su perseguidor con él.
-¡¿Tú para qué hablas?! –se quejaron los demás, resumiendo la carrera mientras observaban de reojo cómo aquel monstruo se quitaba de encima los escombros.
-¡Mierda, la salida está detrás de él! –informó Drake
-¡Allí hay una ventana! –gritó Seph- ¡Tengo un plan! ¡Drake! ¡Utiliza tus explosivos más fuertes contra el monstruo y lanza otro hacia ese cristal! –ordenó, señalando la única ventana que había- ¡Yo me encargo del resto!
Tras asentir, Drake arrojó una de sus bombas hacia dicha ventana, logrando abrir un boquete por el que pasar. Entonces, mientras el grupo se dirigía hacia él, dejó detrás de sí otra del tamaño de una canica.
-¡¿Estáis locos?! –exclamó Kai, quien se veía venir lo que iba a pasar.
-¡Agárrate! –exclamó en ese momento Valer, quien rodeó a la mayoría con sus brazos y se lanzó al vacío.
Entonces, mientras caían, Seph utilizó su arma para enganchar a Valer a la cornisa y lograr que se mantuviesen en el aire, todo ello poco antes de que se produjese una segunda explosión, mucho más fuerte que la primera, golpeando de lleno al monstruo y haciendo surgir una llamarada por el boquete.
-Puff, menos mal que estábamos en un piso alto. Si hubiese sido en un sótano, no quiero pensar cómo habríamos acabado –comentó Miruru, agarrada a Kai, mientras éste a su vez se agarraba al brazo izquierdo de Valer. La única que no se encontraba rodeada por los brazos del ciego era Runya, quien había permanecido durante toda la huida abrazada al cuello del luchador ciego.
-Ahora sólo quedar saber cómo bajar de aquí y escondernos antes de que lleguen las autoridades –sentenció Valer.
Mientras tanto, en una sala aparte, situada en el área subterránea donde tenía lugar el torneo, Anna se encontraba reunida con el resto de aspirantes a líder del bajo mundo.
Hacía ya tiempo que tenía un mal presentimiento, y tanto Kai como Miruru estaban tardando demasiado en aparecer.
En otras circunstancias, quizás eso no la hubiese preocupado, pero, teniendo en cuenta la importancia del, torneo y que los participantes solían ser puntuales, la situación cambiaba.
-Anna, ¿te encuentras bien?
Al escuchar una voz cerca de ella se giró, algo exaltada. Frente a ella se hallaba un hombre de pelo corto y perilla, con un abrigo blanco colgado de su espalda.
-Arks. Eres tú. Sí, estoy bien. Puede que un poco nerviosa –respondió ella, observándolo de arriba abajo, calculando los movimientos del que era uno de sus rivales por el puesto.
-Relájate. Siempre has sido más calmada.
-Ya. Será que he perdido facultades con la edad.
Mientras hablaban, Arks se situó a su lado.
-Parece que esos dos todavía no han llegado –dijo Arks, refiriéndose a Kai y Miruru- Seguramente se habrán retrasando un poco. No te preocupes.
-Agradezco tu consideración, pero no es asunto tuyo.
-Vamos, anímate. Te invito a una copa.
-Ahórratela.
-Como quieras –contestó el hombre, encogiéndose de hombros.
Tras esto, abandonó la sala, dejándola sola.
Arks manejaba un importante grupo de “Spheres”, por lo que en el bajo mundo era respetado como un gran comerciante, destacado además por su caballerosidad. Sin embargo, desde hacía un tiempo, Anna lo notaba extraño, como si escondiese un secreto importante, uno que podía afectar al equilibrio del bajo mundo.
Por lo que sabía, pese a su prestigio, hacía años desde que su grupo fue líder por última vez. Debido a ello, había perdido contacto con el gobernador de la Unión, de manera que otras organizaciones se habían posicionado por delante de ellos tanto en ventas como en relaciones comerciales.
Dicha situación, le hacía preguntarse a Anna si el cambio que había notado en él estaría relacionado.
-¿Estáis todos bien? –preguntó Kai, escondido, junto a los demás, en un callejón.
Habían conseguido evitar a las autoridades, quienes, atraídos por la explosión, ya tenían acordonada la zona.
-Sí –contestó Valer. El luchador ciego dejó que Runya se sentase sobre una pequeña caja. La chica seguía siendo incapaz de mover sus piernas.
-Ya te he dicho que lo dejes –espetó Runya, al observar la preocupación en los ojos de Miruru- No me digas ahora que sientes pena por mí.
Sus palabras provocaron que la semidiosa bajase la cabeza, sin saber que responder.
-Ya no creo que pueda volver a moverlas, pero yo soy la única culpable de eso –continuó Runya.
-Si lo hubiese sabido...
-¿Qué? ¿No habrías dejado que luchara? –ante aquella pregunta, Miruru asintió tímidamente. Entonces, tras un profundo suspiro, Runya volvió a hablar- Hace tiempo tuve un compañero. Estaba muy unida a él, hasta el punto de que habría sido capaz de confiarle mi vida.
Un día, nos tendieron una emboscada. Nos superaban por mucho y hubo un momento en el que todo parecía perdido. Entonces, sin ver otra salida y dispuesta a lo que hiciera falta para salvar su vida, utilicé una gran parte de mi poder.
Sabía lo peligroso que era, cómo me afectaría... pero quería que al menos él sobreviviese.
Y lo logré. Si, lo hice. Los vencí a todos y conseguí que sobreviviésemos los dos. Pero, por desgracia, me traicionó. Tuvo miedo de que volviesen a atacarnos, así que me vendió a cambio de que le dejasen vivir.
En ese momento, algo en mi cabeza se hizo pedazos, y empecé a pensar que lo único que podía hacer era confiar en mí misma. Matar antes de que te maten. Fingir ser quien no eres para sobrevivir. ¿Por qué creer en algo si, en cualquier momento, puede perderse?
-Pero no todo el mundo es igual. Hay personas en las que se puede confiar y que estarían a dar la vida por ti, igual que tú fuiste capaz. No tienes por qué renegar de los demás sólo porque alguien renegase de ti –replicó Miruru.
-No es tan fácil...
-¿Por qué me ayudaste antes, cuando luchamos contra esos mercenarios?
-Eso sólo fue porque me convenía.
-¿Conveniencia? ¿También lo fue cuando Jake me atacó? -aquella pregunta dejó en silencio a Runya- En el fondo, sigues buscando a alguien en quien confiar –continuó Miruru-. Quizás no sea fácil cambiar pero, al menos, me gustaría que intentaras confiar en mí. Puede que estés asustada. A mí también me ha pasado, pero vivir siempre con miedo, al final de destroza. Y quizás algún día, llegues a pensar de otra forma.
-No quisiera interrumpir, pero deberíamos marcharnos. Todavía estamos a tiempo de llegar antes de que os descalifiquen –dijo Drake.
-¡Vamos a comenzar la siguiente fase del torneo! ¡Llegados a este punto, tan sólo quedan dieciséis participantes! ¡Cualquiera de ellos podría convertirse en el ganador! –exclamó Marie animadamente, mientras los combatientes que quedaban, y se habían presentado, la vitoreaban.
-Todavía no han venido –murmuró Anna– ¿Qué les habrá pasado?
-¡Anna! –la voz de otro de los líderes resonó en aquella sala- ¡He oído que los que contrataste todavía no han llegado!
La mujer observó al recién llegado, quien era más joven que Arks y vestía de manera más informal dado su estatus.
-¿Acaso sabes algo, Jenneth? –preguntó con seriedad, a lo que éste respondió negando con la cabeza.
-A decir verdad, yo me encuentro en la misma situación.
-¿Qué quieres decir?
-Aquellos que contraté para el torneo, tampoco han aparecido.
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