viernes, 21 de septiembre de 2012

The demigoddess and the necromancer: Capítulo 19

Tras lo ocurrido, Kai fue corriendo a su habitación, donde Miruru seguía durmiendo.

-¡Levántate! ¡Tenemos que irnos! –exclamó mientras se disponía a recoger sus pertenencias.

-¡¿Qu-qué?! –preguntó la chica, saltando de la cama, con el pelo alborotado y casi tropezando al intentar incorporarse.

-¡Tenemos que irnos! –repitió Kai.

-¡¿P-por qué?! ¡¿Qué pasa?!

-“Comhairle” ha entrado en guerra.

-¡¿Eh?! –medio dormida como estaba, la semidiosa no llegó a entender bien lo que le estaba diciendo, pero, por el tono, determinó que se trataba de algo grave- ¡¿”Comhairle”?! ¡¿En guerra?! ¡No entiendo nada!

-¡Te lo explicaré por el camino! ¡Date prisa! –contestó el joven, marchándose del dormitorio.

 

-Gracias por todo –le agradeció Kai a Roland.

-No hay de qué. Aunque soy yo quien debe agradeceros el empujón que le habéis dado a mi negocio –respondió Roland- Me hubiese gustado que os quedaseis un poco más. ¿Por qué tanta prisa en marcharos?

-Ya sé dónde está quien busco, y he de darme prisa si quiero encontrarlo. Por eso, no podemos quedarnos más tiempo.

-Entiendo. Si es así, os deseo suerte. Ha sido un placer teneros aquí. Me ha hecho sentirme acompañado.

-Espero que la tienda continúe bien sin nosotros.

-Claro, me ocuparé de ello. No te preocupes.

 

Minutos después, apareció Miruru, reuniéndose con ellos dos.

-¡Ah! ¡Por cierto! –dijo Roland, de repente- He preparado esto. Os hará falta para el viaje.

 

En ese momento, le entregó un saco a Kai. En él había alimentos, algo de ropa y otros útiles.

-No me ha dado tiempo a más, pero espero que os sirva.

-No tenías por qué hacerlo –dijo Miruru.

-Claro que sí. Usadlo bien.

 

Tras un abrazo, ambos jóvenes se marcharon, no sin antes echar un último vistazo atrás, donde Roland les despidió con un movimiento de su mano y una sonrisa.

 

Mientras se dirigían adonde Kai había ocultado su moto, éste le explicó la situación a su compañera.

-¿Entonces First es el líder de las fuerzas militares de “Comhairle” y ha declarado la guerra a las tres potencias? –preguntó, incrédula, ella.

-Exacto.

-Con razón dijo Anna que era alguien importante. Aun así, ¿por qué tanta prisa? No creo que se vaya a mover de ahí.

-¿Recuerdas cuando entramos en los territorios del norte?

-Sí, supongo –contestó la chica, sin saber bien adónde quería llegar.

-Cuando di nuestra identificación, nos hice pasar por mensajeros de “Comhairle”. Ahora que le ha declarado la guerra a la Unión, las autoridades no tardarán en venir a por nosotros.

-¡Ah! –exclamó la chica al entender a qué se refería.

-Por eso tenemos que irnos cuanto antes –continuó el chico-. Dejé la moto bien escondida y me he informado de una zona por la que nos será más fácil escapar. Aunque no puedo asegurar el no meternos en líos.

-¡No te preocupes! ¡Si eso pasa, te cubriré! –respondió Miruru, chocándose los puños.

 

Así pues, finalmente llegaron a un pequeño patio situado entre dos edificios, a su vez conectados por escaleras. Dicho patio estaba cercado por vallas metálicas, y en ellas había una puerta cerrada con un sistema de candados. Probablemente, se usaba como salida de emergencia para los residentes de ambos edificios.

 

Al llegar a ella, Kai la forzó y abrió como ya había hecho la primera vez, al esconder la moto allí.

 

Después de entrar, se acercaron a un bulto cubierto por una especia de manta o lona, justo debajo de un pequeño techado perteneciente a uno de los edificios.

 

Al quitarla, se descubrió el vehículo, igual que como lo dejó.

-Vigila que no venga nadie –le indicó a Miruru, mientras comenzaba a moverla, a lo que ella asintió, adelantándose fuera del patio. Entonces, tras echar un vistazo a un lado y a otro, le hizo una señal para que saliese.

 

-Imagino que primero tendrán que confirmar nuestras identificaciones antes de denunciarnos. Eso nos dará bastante ventaja –dijo el nigromante mientras subían al vehículo y arrancaba el motor.

 

Entonces, justo delante de ellos, apareció un escuadrón de las autoridades, quienes ocuparon el ancho de la calle, frenando así su avance.

-¡Alto! ¡Vosotros dos! ¡Hemos recibido información de que sois mensajeros de “Comhairle”! ¡Será mejor que vengáis con nosotros por las buenas! –gritó el que parecía liderarlos mientras les apuntaba con un rifle.

-¡¿No decías que tendríamos ventaja?! –se sorprendió Miruru.

 

“¡Es imposible! ¿Cómo ha podido darles tiempo? ¡No me digas que...!”, pensó Kai.

-Creo que alguien les ha chivado la información antes –le susurró a su compañera.

-¡¿Qué?! ¡Pero, ¿quién?! –preguntó ella.

-No tengo ni idea.

-¡Lo volveré a repetir! ¡Hemos recibido información de que sois mensajeros de “Comhairle”! ¡Será mejor que vengáis con nosotros por las buenas!

-¡¿Qué hacemos?! –presionó Miruru con nerviosismo.

-¡Agárrate fuerte!

 

Acelerando al máximo, la moto fue de frente contra el escuadrón, quienes tuvieron que hacerse a un lado para esquivarlos.

-¡Seguidlos! –ordenó el hombre que había hablado antes.

 

Pocos segundos después, varias motocicletas, montadas por las autoridades, les pisaban los talones.

-¡Nos persiguen! –informó Miruru, agarrándose con fuerza al torso de Kai.

-¡Ya lo veo! –respondió éste.

 

Tras girar hacia la izquierda en una bifurcación, comenzaron a dispararles.

-¡No están disparando mientras conducen!

-¡Eso también lo veo! ¡Primer espíritu: Kagami! –exclamó el joven, logrando que parte de las balas fuesen desviadas- ¡Voy a intentar algo! –continuó al divisar delante otra bifurcación- ¡Cuarto espíritu: Lein!

 

Momentos después, mientras una copia de ellos fue por uno de los caminos, los verdaderos fueron por el otro, lo que provocó que sus perseguidores, ante la indecisión sobre cuál era el verdadero, se dividiesen en dos grupos.

-¡Miruru! ¡¿Puedes darles desde aquí?! –preguntó Kai.

-¡Nunca he probado a tanta velocidad pero haré lo que pueda!

 

Mientras uno de sus brazos seguía sujeto a su compañero, alargó la otra hacia el enemigo. En ese instante, uno de los más adelantados fue lanzado hacia un lado hasta chocar contra su compañero, logrando que ambos cayesen de la moto mientras sus vehículos se tambaleaban peligrosamente.

-¡Buena puntería!

-¡Gracias!

 

Continuando con su ataque, la semidiosa consiguió deshacerse de dos más. Por desgracia, algo impactó contra el eje de la rueda de atrás de su vehículo, por lo que éste se desestabilizó y ambos salieron despedidos.

 

Cuando Kai logró levantarse, vio a su compañera a pocos metros de él, sin moverse, en el suelo.

-¡Miruru! –exclamó, corriendo hacia ella y descubriendo al llegar que estaba inconsciente, con un hilo de sangre bajando desde su frente.

 

Poco después, las autoridades desmontaron y les apuntaron de nuevo con sus rifles.

-¡Ni se os ocurra volver a escapar!

 

Impotente, Kai apretó sus dientes. Su brazo le dolía. Puede que se hubiese fracturado un hueso. Pese a todo, no pretendía rendirse. Así que, poniéndose en pie, les hizo frente.

 

Entonces, algo aterrizó desde arriba, justo entre los dos compañeros y el escuadrón, golpeando fuertemente el suelo y levantando parte del asfalto, lo que dio lugar a que la mayoría de los agentes fuese lanzados por los aires o perdiesen el equilibrio por la repentina inclinación del terreno.

-¡Por aquí! –gritó otra persona mientras cogía a Kai de la muñeca y se introducía junto con él por un pequeño agujero hecho en el suelo.

 

Una vez sus ojos se hubieron acostumbrado a la oscuridad, consiguió discernir algunas siluetas humanas. Estaban hablando pero no lograba entender de qué, ya que se encontraba un poco aturdido.

-¡¿Q-quienes sois?! –preguntó, amenazante.

 

Cuando pensaba que iban a responderle, la llegada de otro miembro más del grupo les interrumpió. Éste llevaba a alguien sobre uno de sus hombros.

-Perdona, daré algo de luz –dijo una voz femenina.

 

Al iluminarse su alrededor, el repentino contraste lo cegó. Sin embargo, poco después, pudo vislumbrar a cuatro personas. Una de ellas con Miruru descansando sobre su hombro.

-¡Miruru! –gritó mientras corría hacia ella.

-¡Eh! ¡Eh! ¡Eh! ¡Tranquilo! –dijo el hombre que la llevaba a cuestas, empujándolo hacia atrás con tal fuerza que logró sentarlo. Aunque no parecía que le hubiese supuesto mucho esfuerzo- Si quieres pelea, estaré encantado de ser tu oponente, pero ahora mismo estás hecho un asco.

-¡Quattuor, ¿tienes que ser tan grosero?! –le recriminó una chica de pelo azul a su lado.

-¡Mira, peliazul! ¡Yo tengo mi manera de hacer las cosas, y me importa poco lo que piense una marimandona como tú!

-¡Imbécil!

-¡Oh! ¡¿Quieres jugar!?

-¿P-podéis calmaros u-un poco? –pidió otra chica de aspecto más tímido, a quien Kai identificó como la que había iluminado la sala.

-¡¿Eh?! –dijo el hombre llamado Quattuor, mirándola desafiante.

-¡Ah! –asustada, la chica corrió a refugiarse detrás de otro chico de aspecto más joven, quien se echó una mano a la frente ante el espectáculo que estaban montando sus compañeros.

-Vamos a calmarnos un poco, ¿vale? Ahora mismo tenemos cosas más importantes de las que ocuparnos –dijo.

 

Por su parte, Kai empezaba a dudar de si estar con ellos era una opción segura.

-Perdona a Quattuor, es un poco... bueno, como es... pero en el fondo es un buen tipo. En el fondo... –intentó aclarar la chica de pelo azul.

-¡Tú lo que quieres es tocarme las narices, ¿no?! –replicó Quattuor, un hombre que debía de medir unos dos metros y, pese a que no era complexión fuerte, imponía bastante.

-¿Quiénes sois? –preguntó Kai.

-Somos amigos. Eso te lo aseguro. Lo primero será llevaros a un lugar tranquilo donde podamos tratar vuestras heridas. Una vez allí, ya habrá tiempo para las presentaciones.

 

Pese a que todavía desconfiaba, no tenía mejores opciones, por lo que, por el momento, decidió ir con ellos.

 

Por lo que había podido observar, se encontraban en un túnel de alcantarillado, aunque, por su aspecto, parecía haber sido abandonado hace tiempo.

 

Finalmente, llegaron frente a una puerta en cuyo interior había una habitación algo vieja, pero que había sido utilizada hacía relativamente poco.

-Acércate –le pidió el chico joven del grupo mientras Quattuor depositaba el cuerpo de Miruru sobre un colchón roído- Al parecer, alguien utilizó esta habitación como su hogar durante un tiempo. No sé si se trataría de alguien que trabajaba en las alcantarillas o no –explicó, como tratando de justificar que ocupasen la habitación.

-Siéntate aquí, por favor –dijo esta vez la chica asustadiza, indicándole un sitio junto al colchón.

 

Kai siguió su consejo, agachándose con algo de dificultad debido al dolor de su brazo. Entonces, la joven se arrodilló a su lado.

-¿Tienes alguna herida? –preguntó.

-Mi brazo. Creo que me lo he roto –informó el nigromante.

-Déjame ver.

 

Levantando su brazo, con cuidado para no hacerle daño, lo observó con detenimiento. Éste presentaba una inflamación en la zona situada por encima del codo, lugar que la chica comenzó a masajear.

 

Aunque al principio sintió dolor, poco después notó cómo éste desaparecía, reduciéndose la inflamación como por arte de magia.

-¿Cómo has hecho eso? –se sorprendió Kai. Era como si el hueso se estuviese reparando por sí solo. Al volver la vista hacia ella, se dio cuenta de que tenía una joya color esmeralda incrustada en la frente.

 

“¿Dónde he visto eso antes?”, pensó mientras la imagen de May cruzó su mente.

 

-Dijiste que os presentaríais una vez aquí. Contestadme entonces, ¿quiénes sois? –preguntó sin miramientos.

-De acuerdo, de acuerdo –el chico joven levantó las manos en señal de calma-. El hombre que ha llevado a tu compañera todo el rato es Quattuor. También ha sido él quien os ha salvado de las autoridades.

 

En ese momento, Kai recordó el golpe que había levantado el asfalto.

-De nada –dijo Quattuor con arrogancia.

-¡Quattuor! –se quejó la joven peliazul, lo que llevó a un resoplido por parte del hombre.

-La chica de pelo azul se llama Sarah –continuó el joven.

-Encantada –contestó ella, educadamente.

-Lo mismo digo.

 

Tras esto, se fijó en que llevaba una espada sujeta a su espalda, lo que le hizo pensar que debía de tratarse de una guerrera.

-La chica que te está tratando es Nara.

-E-encantada –respondió ella con timidez, a lo que el nigromante asintió a modo de saludo.

-¿Y tú? –preguntó Kai, girándose hacia el que había estado haciendo las presentaciones.

-¡¿Yo?! Soy Kareth, aunque puedes llamarme Kar. Y bueno, supongo que se podría decir que los cuatro formamos parte de los Rebeldes.

-¿Rebeldes?

-Sí. Aunque nuestro objetivo es detener el verdadero origen de la guerra.

 

Después de observar uno por uno a los integrantes del grupo, volvió la mirada hacia Kareth.

-Así que Kar, ¿eh? –dijo.

-Eso es.

-Un placer.

 

Por otro lado, en lo alto de uno de los edificios de la Unión, una chica observaba la calle destrozada por Quattuor.

-Vaya, vaya. Así que consiguió escapar, ¿eh? Esto se complica cada vez más.

 

De repente, se escuchó un sonido procedente de su bolsillo, sacando de éste un aparato, el cual se acercó a la oreja.

-Sí. Lo sé. ¡¿Van los dos juntos?! ¡Maldita sea! ¿Quieres que los busque? –preguntó, esperando la respuesta de la otra parte- De acuerdo. Me quedaré aquí por ahora. Sí. Ha ido todo bien aunque he tenido algunos problemillas. Pero tranquilo, no tienes de qué preocuparte. Dentro de poco, el bajo mundo estará bajo mi control. Sí, nos mantendremos en contacto. Hasta la próxima, Detz.

 

Finalizada la conversación, devolvió el aparato a su bolsillo.

jueves, 13 de septiembre de 2012

The demigoddess and the necromancer: Capítulo 18

La respuesta de los dos líderes no se hizo esperar, dirigiéndose rápidamente a la sala en la que se encontraban los demás.

-¡Escuchad! ¡Es una emergencia! –exclamó Anna, manteniéndose firme pese a los muchos ojos que se posaron sobre ella- Tanto los participantes que envió Jenneth como los que envié yo no han llegado todavía.

-Así que no sois los únicos... –dijo otro de los líderes, quien, al igual que un segundo, mostró tener el mismo problema.

-Cuatro de nosotros... Yo creo que está bastante claro que alguien está haciendo trampas –declaró Anna.

-¡¿Qué?! –exclamó Jenneth- ¡Anna, ésa es una acusación bastante grave!

-Lo sé, y me hago responsable, pero no se me ocurre nadie mejor a quien le convenga boicotear el torneo que uno de los que están aquí. Incluso no descartaría que fuese más de uno.

-Tiene razón. Aquí está pasando algo raro. Además, es muy sospechoso que hayan desaparecido participantes justo cuando habían avanzado a las últimas fases –comentó otro de los líderes afectados.

-¡Pero, eso es imposible! ¡Ninguno de nosotros sería capaz de algo así, ¿verdad?!

 

Impulsados por la desconfianza, todos se enzarzaron en una discusión en la que se acusaban unos a otros.

-Damas, caballeros –intentando calmar la situación, Arks dio un paso al frente, situándose en mitad de la sala-. Comprendo que estamos en problemas, pero discutiendo no vamos a llegar a ninguna parte, así que lo mejor será calmarnos y organizar la información que tenemos –dijo mientras bajaba las manos para apaciguar los ánimos-. Lo primero de todo es que se ha hecho evidente la desaparición de seis de los participantes. Dos de ellos contratados por Anna, otros dos por Jenneth, otro por Lauris y otro por Hersh, ¿correcto? –una vez los cuatro líderes asintieron, continuó- Bien. Visto lo visto, podemos pedir a la juez del torneo que retrase sus combates para dar tiempo a que aparezcan y, mientras tanto, enviar a un equipo de búsqueda.

Por otro lado, Anna, tu acusación es muy grave, y debo pedirte por favor que la retires. De lo contrario, si te equivocas en lo que dices y alguien decide recurrir, podrías perder tu estatus.

 

Durante unos instantes, la mujer se mantuvo en silencio.

-Lo siento, pero no pienso hacerlo. Estoy segura de que todo esto es obra de alguien, y que ese alguien está entre nosotros.

 

Ante su respuesta, Arks cerró los ojos, desistiendo de convencerla.

-Si es así, que sepas que todos somos testigos de lo que has dicho –sentenció él, antes de que Anna asintiese y se marchase.

 

Fue poco después cuando los líderes se reunieron con Marie para contarle lo ocurrido.

-Haré lo que pueda, aunque no será por mucho tiempo.

-Todo lo que puedas darnos será suficiente. Mientras tanto, mandaré a algunos de mis hombres a buscarles –sugirió Arks.

-Preferiría que de eso se encargasen otros –dijo Anna.

-Ahora mismo, los únicos que están vigilando los alrededores están a mis órdenes. Entiendo tu desconfianza, pero me temo que no hay más opción.

 

A regañadientes, la mujer no tuvo más remedio que aceptar sus condiciones.

-Como mucho podré daros un par de horas –intervino Marie, ajena a la discusión entre los líderes.

-Suficiente –sentenció Arks.

 

-¿Sabéis adónde vais? –preguntó Valer mientras corrían por un callejón.

-No estoy muy seguro, pero no podemos volver al torneo por la entrada principal tal y como están las cosas. Tendremos que dar un rodeo y buscar otra –contestó Kai.

 

Al cabo de un rato, el nigromante hizo un gesto a los demás para que se detuviesen. Desde una de las puertas del edificio al que debían ir, apareció un grupo vestido de forma parecido a quienes les habían secuestrado.

-¡Venga ya! ¡¿Es que no se acaban nunca?! –se quejó Drake.

-¡Creo que ése no es nuestro único problema! –exclamó Miruru, señalando hacia arriba.

 

Allí, todos pudieron ver a la bestia, a la que consideraban muerta tras la explosión. Pese a estar herida, todavía resultaba amenazante, golpeando las paredes de los edificios, obligándolos así a escapar a un espacio más abierto y concurrido.

 

Al verla, la multitud comenzó a gritar, algunos huyendo despavoridos y otros quedando paralizados por el miedo.

 

Las autoridades, quienes ya se encontraban en aquella zona debido a la explosión de antes, no tardaron en establecer un perímetro de seguridad para que nadie más se acercase. Y fue mientras esto sucedía, cuando el monstruo embistió contra Kai y los demás...

 

Por otro lado, el torneo seguía su curso, habiendo finalizado otro combate.

 

Tras declarar al vencedor, Marie se acercó a los líderes.

-Lo siento pero no puedo daros más tiempo. Si todavía no han llegado, tendré que anunciar la retirada de los participantes.

-Ah, supongo que se ha hecho lo que se ha podido –dijo Arks, mostrando tristeza por la noticia- Lo siento mucho por todos los líderes afectados, pero ya conocéis las reglas.

 

Pese a la ira que sintió ante aquellas palabras, Anna no pudo hacer nada más que morderse el labio inferior y callarse.

 

Entonces, se escuchó el ruido de una gran explosión en el exterior que destruyó el techo, cayendo en mitad de la sala una bestia de color negro, que aplastó a algunos de los participantes y causó el caos.

 

Con gran esfuerzo, el monstruo se levantó y rugió a los presentes con una voz horriblemente grave.

-¡Apartaos de mi camino!

 

Tras esto, comenzó a golpear a toda persona que se le cruzó.

-¡¿Qué es eso?! –se escandalizó Jenneth.

 

Algunos de los participantes intentaron atacarla, pero eso no hizo más que enfurecerla todavía más.

 

En ese instante, una serie de escombros se arremolinó alrededor de sus extremidades, haciendo presión sobre ellas para inmovilizarla.

 

Intentó liberarse, pero fuertes hilos rodearon el resto de su cuerpo, ayudando a sujetarla.

-¡No es suficiente! ¡Tenemos que hacer que caiga! –exclamó una voz entre la multitud.

 

A dicha orden, un gran número de explosivos sobrevolaron la cabeza del monstruo, siendo detonados a escasos metros de su espalda, lo que generó una fuerte onda de choque que le hizo golpearse contra el suelo.

 

Finalmente, una vez ya totalmente inmovilizada y casi inconsciente, un joven se acercó a él, seguido del fantasma de una mujer. Entonces, situándose frente a él, ambos mantuvieron unas palabras, e instantes después, la mujer situó su mano sobre el hocico, desapareciendo los dos en el aire.

-¿Qué ha pasado?

 

Mientras uno de los participantes hacía esa preguntad, las autoridades entraron por la puerta principal.

 

Tiempo después, Kai se encontraba sentado sobre uno de los escalones que llevaba a la sala de los líderes.

 

Tras lo últimos sucesos, todo había quedado más o menos de la siguiente manera: después de que la bestia se abalanzase sobre ellos, chocó contra el edificio bajo el cual se estaba desarrollando el torneo.

 

Entonces, parte de la estructura cedió, cayendo junto a ella. Luego sucedió el enfrentamiento en el subterráneo y la aparición de las autoridades, quienes los habían seguido hasta allí.

 

Varios fueron los detenidos, teniendo lugar una charla entre los líderes clandestinos y el jefe de escuadrón de las autoridades.

 

Al final, todo quedó en que el gobernador sería informado de lo sucedido, incluyendo la aparición de la bestia, y el lugar quedaría bajo vigilancia. Además, los participantes capturados serían interrogados.

 

En cuanto a la corrupción en el torneo, Arks despareció cuando el monstruo hizo acto de presencia en el subterráneo. Se cree que aprovechó el caos para huir, por lo que es posible que ya tuviese datos sobre esa transformación.

 

Todos los que estaban a su mando y que fueron capturados, es decir, los mercenarios que lideraba Jake, también fueron interrogados. Así pues, no tardó en saberse quienes habían sido los involucrados. Por tanto, Arks, así como los otros dos líderes que se habían asociado con él, serían sometidos a juicio en el bajo mundo.

 

Con respecto a que todo este asunto llegase a oídos del gobernador, según Anna, no repercutiría mucho en el manejo de los negocios en el bajo mundo. Probablemente, aparte de calmar un poco a las autoridades, también estableciese algunas reglas más para controlarles así como alguna que otra reducción en los derechos de los líderes, pero dudaba que fuese lo suficientemente graves. Al fin y al cabo, la unión seguía dependiendo de ellos para la guerra.

 

Por supuesto, el torneo había sido cancelado.

 

Mientras todo se ponía en orden, el nigromante estaba esperando a Anna, quien seguía hablando con el jefe de escuadrón.

 

Tamborileando con los dedos en sus rodillas, se dio cuenta de que Miruru acababa de sentarse a su lado.

-Ah... –suspiró la chica- Ha sido un día horrible.

-¿Me lo dices o me lo cuentas...?

-Conque aquí estabais.

 

Delante de ellos aparecieron Drake y Seph, y, un poco más alejado, alguien más, quien parecía estar esperándoles, por lo que supusieron que sería el amigo del que les habían hablado cuando los conocieron.

-¿Aún no habéis hablado con vuestra contratante? –preguntó Seph, cosa que ellos negaron- Nosotros ya lo hemos hecho. Por culpa de que el torneo se ha cancelado, nos hemos quedado sin toda la recompensa. Por lo menos nos han dado una pequeña parte. Creo que con eso tendremos suficiente hasta que lleguemos a nuestro siguiente destino. Además, él nos ha ayudado a conseguir más –sentenció mientras señalaba a su otro compañero. Al observarlo más detenidamente, Kai cayó en la cuenta de que su brazo era mecánico.

-En fin, nosotros veníamos a despedirnos. Antes lo hicimos con Runya y Valer, pero tenían tanta prisa que apenas dio tiempo a un par de palabras –se quejó Seph.

-¿Se fueron juntos? –preguntó Miruru con curiosidad.

-Por lo que tengo entendido, él se ofreció a llevarla hasta que pudiese valerse por sí misma.

-Ese tío es más bueno de lo que aparenta –comento Kai. Por su parte, Miruru se mostró cabizbaja.

-Por cierto, Runya me dio esto para ti –continuó Seph, entregándole una nota a la semidiosa- Tenemos que irnos ya. Ha sido un placer conoceros, y espero que algún día volvamos a vernos en otras circunstancias.

-¿Donde iréis ahora? –preguntó Kai.

-Queremos llegar a los territorios del imperio –respondió Drake.

-¿Los territorios del imperio?

-¿Recuerdas cuando te contamos que fuimos prisioneros allí? Hace varias semanas escuchamos de un grupo de rebeldes que había comenzado a extenderse. Uno de sus objetivos es la liberación de los prisioneros utilizados como experimentos. Queremos unirnos a la causa.

-Eso es propio de vosotros –dijo Miruru con una sonrisa- Espero que lo consigáis.

 

De repente, Seph se agachó para abrazarlos.

-Os voy a echar mucho de menos. Pese al poco tempo que llevamos juntos os he cogido mucho cariño –dijo ella con voz melancólica.

-Nosotros también –respondió la semidiosa.

 

Tras este intercambio de afecto, volvieron a separarse. En ese instante, Drake se acercó a Kai y le dio una pequeña bolsa.

-Toma, un pequeño regalo.

-¿Mm? ¿Qué es? –preguntó el nigromante, al tiempo que miraba dentro y descubría varios de los explosivos utilizados por Drake- ¡¿Bombas?!

-Nunca sabes cuando te pueden ser de ayuda. Úsalas bien –dijo Drake, ante la preocupación de Kai. Acto seguido, cogió la mano de Miruru.

-¡¿Eh?! –se sorprendió la chica.

-Pequeña rubita, nuestro encuentro ha sido corto pero precioso, tan precioso como siempre lo será nuestro am... ¡Aaaaaaaah! –gritó a mitad de frase, después de que su oreja fuese agarrada por Seph, quien lo arrastró con ella.

-¡Vas a estropear el momento, idiota! –se quejó ella, ante la risa de los otros dos- ¡Buena suerte, Kai, Miruru! ¡Espero volver a veros muy pronto!

-¡Igualmente! ¡Nos volveremos a ver, tengo una corazonada! –respondió Miruru.

 

Así pues, los dos se alejaron y se unieron a su compañero, desapareciendo de su vista.

-¿Crees que estarán bien, Kai? –preguntó la chica.

-Estoy seguro.

 

Al recordar la nota que le había entregado Seph, Miruru se dispuso a leerla. Sus ojos se movían rápidamente de un lado a otro, emocionada por su contenido. Cuando terminó, una sonrisa, mezcla de alegría y melancolía se dibujó en su rostro.

-¿Qué es lo que pone? –preguntó Kai.

-Nada, cosas nuestras...

 

Tiempo después, Anna los llevó a su establecimiento, donde volvieron a entrar en la misma habitación que la primera vez. Nada más llegar, la mujer se sentó.

-Supongo que no hemos podido cumplir con nuestro trato –dijo Kai, directamente y siendo el primero en hablar.

-Lo que ha pasado no lo podíamos predecir. Sabíamos de la situación de Arks, pero nunca que se rebajaría a ese nivel. Aunque, para ser sincera, creo que ha habido alguien más detrás de todo esto –añadió Anna.

-Uno de nosotros seis opinó lo mismo.

-Como ya os dije, tenemos nuestro propio orgullo y honor, por lo que no descartaría la posibilidad de que alguien le hubiese llevado a él y a los otros dos a tener que recurrir a ello.

-¿Alguna idea de quién podría haber sido?

-Por desgracia, no. En cualquier caso, cuando los líderes arrestados sean juzgados e interrogados, puede que consigamos saber algo más.

-¿Cuándo será el juicio?

-No es algo de lo que debas preocuparte. Eso es asunto del bajo mundo.

-Entiendo. De todas formas, ya que no cumplí con mi parte del trato, creo que es justo que no nos des nuestra recompensa.

 

Ante aquel comentario, Anna sonrió.

-Sois personas muy interesantes. Precisamente por ello os diré dónde podrás encontrar a quien buscáis –respondió la mujer mientras observaba cómo Miruru y Kai se quedaban en silencio- Conocéis “Comhairle”, ¿verdad?

-Sí... –dijo Kai, mostrando cierta sorpresa ante el repentino nombramiento de la organización.

-Pues, quien buscáis, se encuentra en esa organización y forma parte de ella –sentenció Anna.

-¿Estás segura? –preguntó Kai, sin dar crédito a lo que decía.

-Completamente. Estuvo aquí, en la Unión, y fue a ver al gobernador en nombre de “Comhairle”. Por lo que pude saber de él, es un importante miembro de la organización, por lo que tendréis altas probabilidades de encontrarle si os dirigís hacia su edificio central –indicó Anna, viendo la expresión, todavía en shock de Kai- No puedo decirte más, por el momento, pero si en un futuro requieres más información, ya sabes donde encontrarme.

-Gracias –respondió el joven.

-Quizás incluso vuelva a contratarte –dijo ella, mostrando una sonrisa pícara.

-No tengo forma de contactar contigo.

-No te preocupes, encontraré la manera. Al fin y al cabo, soy informante.

 

Tras despedirse de Anna, volvieron a casa de Roland.

-Entonces, ¿cual es el plan? –preguntó Miruru.

-Iremos al edificio central de “Comhairle”. Bueno, si quieres seguir acompañándome.

-No lo habría preguntado de no ser así.

-Je. Supongo que tienes razón.

 

Desde su asiento, los ojos de Anna se posaron en la puerta que tenía enfrente. Si bien es cierto, no miraba allí por alguna razón concreta, ya que había algo que le seguía rondando por la cabeza: quién era la persona que había incitado a Arks y a los otros dos.

 

En ese momento, se escucharon pasos en la oscuridad.

-¡¿Quién anda ahí?! –preguntó asustada.

-Bonita conversación. Y parece que ninguno se ha dado cuenta de mi presencia... hasta ahora. ¡Eh! ¡Eh! ¡Eh! Yo que tú no intentaría escapar –advirtió la figura, observando el vano intento de la mujer por levantarse de su sitio-, no te servirá de nada.

-¿Quién eres? –preguntó Anna.

-¿Quién soy? Se me ha conocido por muchos nombres, aunque el que utilicé en este caso me pareció bastante mono. Aunque debo admitir que mis planes no salieron del todo como esperaba. Supongo que no me quedará más remedio que dejar de usarlo.

-¿Tu plan? ¡¿Fuiste tú?! ¡¿Fuiste tú quien manipuló a Arks?!

-¿Manipularlo? Yo no lo llamaría así. Tan sólo necesitaba un pequeño empujoncito para caer en mi trampa. Se le veía tan necesitado... En cierto modo, hasta me dio un poco de pena.

-¡¿Quién eres?!

-¿Todavía no te has dado? –preguntó la figura con tono burlón. Fue entonces cuando se dejó ver.

 

 

-¡T-tú! ¡No puede ser! ¡¿Por qué?! –dijo, incrédula, Anna.

-Quería tener controlado al gobernador de la unión, pero visto que el plan A ha salido mal, tendré que recurrir al B.

-¿Qué plan B?

-Matar a todos los líderes clandestinos.

 

Aquellas palabras le hicieron tragar saliva, sintiendo cómo ésta se le secaba, un sudor frío recorría su espalda y sus ojos casi se le salían de las cuencas.

-Sí, querida. Ahora mismo eres la única que queda con vida de todos ellos. La verdad es que no fue difícil deshacerme de esos estúpidos arrogantes, aunque supongo que me traerá algunas desventajas.

-No...

-Adiós.

Instantes después, el pecho de Anna fue atravesado.

 

A la mañana siguiente, Kai fue despertado por una voz magnificada a través de unos altavoces. Se preguntaba si se trataría de un mensaje del gobernador en relación a lo ocurrido el día anterior.

-¡¿Q-q-q-qué pasa?! –exclamó Miruru, medio incorporándose con los ojos todavía cerrados. Tras permanecer unos minutos en esa posición como una estatua, acabó por volver a tumbarse.

 

Por el contrario, Kai se levantó y se dirigió a la entrada, donde ya se encontraba Roland.

-¿Qué ocurre? –preguntó nada más llegar.

-Parece una conferencia de “Comhairle” –respondió Roland, quien se mostró algo confuso.

 

Cuando dirigió la vista hacia el mismo sitio que Roland, se percató de la presencia de una gran pantalla en la que podía observarse la figura de un hombre de sonrisa desagradable y gafas de sol.

-Queridos ciudadanos del mundo, ya viváis en los territorios de la unión, la facción o el imperio. Mi nombre es Rokudo, miembro de “Comhairle”, y al mando de las fuerzas militares de Yohei Gakko. Seguramente os estéis preguntando, ¿qué es Yohei Gakko? Pues hoy conoceréis la respuesta. Las Yohei Gakko, son escuelas dedicadas a la formación de guerreros con el objetivo de detener la guerra. Durante años, los guerreros de Yohei Gakko han estado infiltrándose entre vuestras tropas, ocultándose en la oscuridad. Todo ello con la intención de eliminar el origen del conflicto, causando el mínimo daño posible. Por desgracia, visto que no hemos obtenido los resultados deseados, nos hemos visto obligados a cambiar de estrategia –en ese momento, Rokudo se quitó las gafas-. Así pues, yo, líder de las fuerzas militares, declaro la guerra a las grandes potencias de este planeta y, por tanto, “Comhairle”, así como Yohei Gakko, dejará la diplomacia atrás para establecerse como organización beligerante. Eso es todo.

 

Nada más terminar la conferencia, el murmullo de los civiles hablando entre sí inundó las calles. Algunos se mostraron confusos, otros escépticos y, no pocos, bastante nerviosos.

-No me lo puedo creer. Todo este tiempo, ¿han estado escondiendo a esa gente? –mientras Roland hablaba para sí mismo, desvió la mirada hacia Kai, cuya expresión era mezcla de sorpresa y rabia- Chi-chico, ¿estás bien?

-Ese... era First...

miércoles, 5 de septiembre de 2012

The demigoddess and the necromancer: Capítulo 17

-¡Kai! –exclamó Miruru mientras sus compañeros corrían hacia ellas.

-¡¿Estás bien?! –preguntó Kai, ayudando a levantarse a Miruru.

-Sí, no te preocupes por mí –dijo la semidiosa, llevándose la mano al pecho- ¡Cough! ¡Cough!

-¡Descansa aquí! –le pidió su compañero.

-¡No! ¡Espera! ¡Runya! ¡¿Cómo está ella?!

-¡Ha recibido bastante daño pero está estable! –comentó Drake mientra él y Seph la ayudaban a incorporarse- ¿Puedes ponerte en pie?

-Las piernas no me responden –dijo Runya apretando los dientes por la rabia y la impotencia que sentía.

 

Mientras la ayudaban a sentarse, apoyando su espalda sobre una pila de cajas, Miruru la miró preocupada.

-Déjalo. Sólo vas a hacer que me sienta peor –replicó Runya, desviando la mirada.

-Entonces, eso que me dijiste...

-Este mundo es muy cruel. No lo olvides –sentenció.

 

Por otro lado, Jake consiguió salir del montón de cajas bajo el que había quedado enterrado, acariciándose la nuca por el dolor.

-Reconozco que ha sido un buen golpe –dijo, entre arrogante y enfadado.

 

Sin bajar la guardia, Kai le encaró, haciendo aparecer los dos brazos de Hel.

-Impresionante. Nunca había visto algo parecido.

-Me alegra que te guste, porque será lo último que veas –amenazó el nigromante.

-Ooh, que agresivo. Yo que tú, no me pondría tan gallito. No eres el único que tiene ases en la manga.

 

De repente, el chico agarró su propio brazo, que comenzó a transformarse.

-¡¿Qué está pasando?! –preguntó Seph, horrorizada.

-¡No puede ser! –se sorprendió Kai.

 

El brazo de Jake se había vuelto grande y negro, dejando ver garras largas y afiladas al final de sus manos.

-Lo sabía –murmuró el nigromante.

 

Pese a que aquella transformación parecía dolerle, Jake mantuvo la compostura, adoptando una expresión orgullosa.

 

La imagen del monstruo al que se enfrentó en el pueblo le vino a la mente. Cuando aquel hombre se inyectó Radiar y terminó transformado irreversiblemente.

-¡No te distraigas! –exclamó Jake, lanzándose contra el nigromante, quien bloqueó el ataque con una de las manos de Hel mientras la otra intentaba aplastar al mercenario.

-¡Demasiado lento! –se burló Jake, esquivándolo con facilidad.

-¡¿Tú crees?!

 

Detrás de su adversario surgió uno de los brazos de la invocación, agarrándolo de cuerpo entero y lanzándolo contra la pared.

-Que sea grande no significa que sea lento –contestó Kai.

 

Atravesando la polvareda que se había formado por el choque, Jake acometió de nuevo contra Kai. La diferencia era que, esta vez, tenía ambos brazos transformados.

-¡Maldita sea! –se quejó Kai mientras utilizaba las manos de Hel como escudo. Por desgracia, éstas cedieron, no dejándole más opción al chico que saltar hacia atrás para esquivar el ataque.

-Si pudiese invocar a May, lo purificaría, pero entonces no podría defenderme. En ese caso...

 

Mientras pensaba qué hacer, su adversario insistió en su ataque, aunque Kai ya estaba preparado para ello.

 

En ese momento, los brazos de Hel se interpusieron entre los dos, sólo que en lugar de proteger a Kai, golpearon con fuerza el suelo, levantando una columna de fuego justo enfrente de Jake, quien tuvo que frenar su embestida para no acabar calcinado.

 

Todo el mundo se mostró sorprendido ante aquel repentino suceso.

-¡¿Cómo has hecho eso?! –preguntó el mercenario.

-¡¿Creías que lo único que sabía hacer Hel era servirme de escudo?! ¡Un consejo! ¡Nunca subestimes a tu contrincante! –declaró Kai- ¡Hel es uno de los cuatro Infernos! ¡Procedentes del más allá! ¡Y en su caso, es capaz de crear y manejar el fuego!

 

Ante aquel descubrimiento, la expresión de Jake se volvió tensa.

-¡Y eso no es lo único! –continuó Kai- ¡Hasta ahora, no me he molestado en hacerlo pero, que él sea invocado no significa que yo no pueda pelear!

-¡¿Qué?!

 

Una gran bola de fuego se formó sobre la palma de una de las manos de Hel.

 

Habiendo alcanzado rápidamente el suficiente tamaño, ésta fue lanzada hacia Jake, quien la esquivó pese a las dificultades que le supuso. Aun así, el verdadero problema vino después, ya que Kai aprovechó la distracción para desplazarse a su lado.

-¡Te lo advertí! –gritó mientras le propinaba un fuerte puñetazo en la mejilla, dejándolo inconsciente en el suelo.

 

-Buen trabajo –dijo Miruru al ver acercarse a su compañero.

-Tú también.

 

Cansado, el nigromante hizo desaparecer a Hel, dejando como único recuerdo de haber sido invocado, el negro de las paredes debido a la bola de fuego.

-Será mejor que nos marchemos antes de que...

-¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAGH!

 

Un rugido espeluznante resonó por toda la sala, seguido de una explosión donde antes había estado el cuerpo inconsciente de Jake.

 

Al girarse, todos pudieron ver a un monstruo negro de ojos rojos erigiéndose por encima de todos.

-¡TE MATARÉ! –gritó aquel ser.

 

Demostrando una velocidad impropia de su tamaño, el monstruo corrió hacia ellos sin darles más opción que huir.

-¡Esas escaleras llevarán a la salida! –avisó Miruru.

-¡¿Estás segura?! –preguntó Kai.

-¡No, pero tampoco tenemos tiempo para una idea mejor!

 

Así pues, el grupo se dirigió hacia allí con aquella bestia pisándoles los talones.

-¡Rápido, rápido! –exclamó el nigromante a los más rezagados.

 

Una vez alcanzado su objetivo bajaron los escalones casi saltando, evitando en el último momento las garras de su perseguidor, quien trató de introducir el brazo por el hueco de la escalera, sin mucho éxito.

-¡Buff! ¡Ha faltado muy poco! –dijo Drake, sin dejar de bajar, por si acaso la bestia encontraba la manera de alcanzarles- ¿Creéis que nos seguirá hasta aquí?

 

Justo en ese momento, el techo se rompió, cayendo su perseguidor con él.

-¡¿Tú para qué hablas?! –se quejaron los demás, resumiendo la carrera mientras observaban de reojo cómo aquel monstruo se quitaba de encima los escombros.

-¡Mierda, la salida está detrás de él! –informó Drake

-¡Allí hay una ventana! –gritó Seph- ¡Tengo un plan! ¡Drake! ¡Utiliza tus explosivos más fuertes contra el monstruo y lanza otro hacia ese cristal! –ordenó, señalando la única ventana que había- ¡Yo me encargo del resto!

 

Tras asentir, Drake arrojó una de sus bombas hacia dicha ventana, logrando abrir un boquete por el que pasar. Entonces, mientras el grupo se dirigía hacia él, dejó detrás de sí otra del tamaño de una canica.

-¡¿Estáis locos?! –exclamó Kai, quien se veía venir lo que iba a pasar.

-¡Agárrate! –exclamó en ese momento Valer, quien rodeó a la mayoría con sus brazos y se lanzó al vacío.

 

Entonces, mientras caían, Seph utilizó su arma para enganchar a Valer a la cornisa y lograr que se mantuviesen en el aire, todo ello poco antes de que se produjese una segunda explosión, mucho más fuerte que la primera, golpeando de lleno al monstruo y haciendo surgir una llamarada por el boquete.

-Puff, menos mal que estábamos en un piso alto. Si hubiese sido en un sótano, no quiero pensar cómo habríamos acabado –comentó Miruru, agarrada a Kai, mientras éste a su vez se agarraba al brazo izquierdo de Valer. La única que no se encontraba rodeada por los brazos del ciego era Runya, quien había permanecido durante toda la huida abrazada al cuello del luchador ciego.

-Ahora sólo quedar saber cómo bajar de aquí y escondernos antes de que lleguen las autoridades –sentenció Valer.

 

Mientras tanto, en una sala aparte, situada en el área subterránea donde tenía lugar el torneo, Anna se encontraba reunida con el resto de aspirantes a líder del bajo mundo.

 

Hacía ya tiempo que tenía un mal presentimiento, y tanto Kai como Miruru estaban tardando demasiado en aparecer.

 

En otras circunstancias, quizás eso no la hubiese preocupado, pero, teniendo en cuenta la importancia del, torneo y que los participantes solían ser puntuales, la situación cambiaba.

-Anna, ¿te encuentras bien?

 

Al escuchar una voz cerca de ella se giró, algo exaltada. Frente a ella se hallaba un hombre de pelo corto y perilla, con un abrigo blanco colgado de su espalda.

-Arks. Eres tú. Sí, estoy bien. Puede que un poco nerviosa –respondió ella, observándolo de arriba abajo, calculando los movimientos del que era uno de sus rivales por el puesto.

-Relájate. Siempre has sido más calmada.

-Ya. Será que he perdido facultades con la edad.

 

Mientras hablaban, Arks se situó a su lado.

-Parece que esos dos todavía no han llegado –dijo Arks, refiriéndose a Kai y Miruru- Seguramente se habrán retrasando un poco. No te preocupes.

-Agradezco tu consideración, pero no es asunto tuyo.

-Vamos, anímate. Te invito a una copa.

-Ahórratela.

-Como quieras –contestó el hombre, encogiéndose de hombros.

 

Tras esto, abandonó la sala, dejándola sola.

 

Arks manejaba un importante grupo de “Spheres”, por lo que en el bajo mundo era respetado como un gran comerciante, destacado además por su caballerosidad. Sin embargo, desde hacía un tiempo, Anna lo notaba extraño, como si escondiese un secreto importante, uno que podía afectar al equilibrio del bajo mundo.

 

Por lo que sabía, pese a su prestigio, hacía años desde que su grupo fue líder por última vez. Debido a ello, había perdido contacto con el gobernador de la Unión, de manera que otras organizaciones se habían posicionado por delante de ellos tanto en ventas como en relaciones comerciales.

 

Dicha situación, le hacía preguntarse a Anna si el cambio que había notado en él estaría relacionado.

 

-¿Estáis todos bien? –preguntó Kai, escondido, junto a los demás, en un callejón.

 

Habían conseguido evitar a las autoridades, quienes, atraídos por la explosión, ya tenían acordonada la zona.

-Sí –contestó Valer. El luchador ciego dejó que Runya se sentase sobre una pequeña caja. La chica seguía siendo incapaz de mover sus piernas.

-Ya te he dicho que lo dejes –espetó Runya, al observar la preocupación en los ojos de Miruru-  No me digas ahora que sientes pena por mí.

 

Sus palabras provocaron que la semidiosa bajase la cabeza, sin saber que responder.

-Ya no creo que pueda volver a moverlas, pero yo soy la única culpable de eso –continuó Runya.

-Si lo hubiese sabido...

-¿Qué? ¿No habrías dejado que luchara? –ante aquella pregunta, Miruru asintió tímidamente. Entonces, tras un profundo suspiro, Runya volvió a hablar- Hace tiempo tuve un compañero. Estaba muy unida a él, hasta el punto de que habría sido capaz de confiarle mi vida.

Un día, nos tendieron una emboscada. Nos superaban por mucho y hubo un momento en el que todo parecía perdido. Entonces, sin ver otra salida y dispuesta a lo que hiciera falta para salvar su vida, utilicé una gran parte de mi poder.

Sabía lo peligroso que era, cómo me afectaría... pero quería que al menos él sobreviviese.

Y lo logré. Si, lo hice. Los vencí a todos y conseguí que sobreviviésemos los dos. Pero, por desgracia, me traicionó. Tuvo miedo de que volviesen a atacarnos, así que me vendió a cambio de que le dejasen vivir.

En ese momento, algo en mi cabeza se hizo pedazos, y empecé a pensar que lo único que podía hacer era confiar en mí misma. Matar antes de que te maten. Fingir ser quien no eres para sobrevivir. ¿Por qué creer en algo si, en cualquier momento, puede perderse?

-Pero no todo el mundo es igual. Hay personas en las que se puede confiar y que estarían a dar la vida por ti, igual que tú fuiste capaz. No tienes por qué renegar de los demás sólo porque alguien renegase de ti –replicó Miruru.

-No es tan fácil...

-¿Por qué me ayudaste antes, cuando luchamos contra esos mercenarios?

-Eso sólo fue porque me convenía.

-¿Conveniencia? ¿También lo fue cuando Jake me atacó? -aquella pregunta dejó en silencio a Runya- En el fondo, sigues buscando a alguien en quien confiar –continuó Miruru-. Quizás no sea fácil cambiar pero, al menos, me gustaría que intentaras confiar en mí. Puede que  estés asustada. A mí también me ha pasado, pero vivir siempre con miedo, al final de destroza. Y quizás algún día, llegues a pensar de otra forma.

-No quisiera interrumpir, pero deberíamos marcharnos. Todavía estamos a tiempo de llegar antes de que os descalifiquen –dijo Drake.

 

-¡Vamos a comenzar la siguiente fase del torneo! ¡Llegados a este punto, tan sólo quedan dieciséis participantes! ¡Cualquiera de ellos podría convertirse en el ganador! –exclamó Marie animadamente, mientras los combatientes que quedaban, y se habían presentado, la vitoreaban.

-Todavía no han venido –murmuró Anna– ¿Qué les habrá pasado?

-¡Anna! –la voz de otro de los líderes resonó en aquella sala- ¡He oído que los que contrataste todavía no han llegado!

 

La mujer observó al recién llegado, quien era más joven que Arks y vestía de manera más informal dado su estatus.

-¿Acaso sabes algo, Jenneth? –preguntó con seriedad, a lo que éste respondió negando con la cabeza.

-A decir verdad, yo me encuentro en la misma situación.

-¿Qué quieres decir?

-Aquellos que contraté para el torneo, tampoco han aparecido.

miércoles, 29 de agosto de 2012

The demigoddess and the necromancer: Capítulo 16

Sin añadir nada más, Valer se introdujo por el boquete que acababa de abrir.

-¿Recordáis lo que dije antes sobre este tipo? Olvidadlo –dijo Drake.

 

Siguiendo al luchador ciego, llegaron hasta otra habitación completamente diferente a la que acababan de dejar. Era mucho más pequeña y poseía una ventana en una de sus paredes, junto a un escritorio y un par de sillas de madera al lado. En otro rincón, había una estantería del mismo material, vacía.

-¿Un despacho? –supuso Seph, por su aspecto.

-Por aquí se puede salir –indicó Kai abriendo una puerta situada en la pared opuesta a la ventana.

 

Al salir, frente a ellos apareció un alto y extenso pasadizo que giraba más adelante.

-¿Qué es este lugar? –preguntó Drake.

-Diría que no estamos muy lejos de donde nos secuestraron –señaló Runya.

-¿Y no habría sido más fácil matarnos?

-Probablemente tenían planeado hacerlo aquí para llamar menos la atención. Puede que incluso tras haber sido descalificados de la siguiente fase, ya que en caso de hacerlo antes, si el resto de líderes consiguen descubrirles, tendrás menos argumentos con los que defenderse –contestó Kai-. En cualquier caso, para ellos es más importante nuestra salida del torneo que nuestra muerte.

 

Así pues, continuaron avanzando por el único camino que había, dominado por el silencio, hasta que, de repente, Valer se detuvo.

-¡Cuidado! –exclamó.

 

Una placa de hierro apareció desde el suelo, justo debajo de ellos, obligándoles a saltar.

 

Una vez esquivado el obstáculo, fueron capaces de observar mejor la situación, descubriendo un gran muro ante ellos, ocupando el alto del pasillo.

-¡¿Qué ha sido eso?! –exclamó Drake.

-¡Miruru y la otra chica están al otro lado! –exclamó Kai.

-¡Eh, detrás! –exclamó Seph, haciendo que los otros tres se girasen.

 

En el punto señalado por ella, se encontraba un grupo de personas de aspecto poco amistoso.

-¡Son los que nos atacaron! –declaró Drake.

 

-¡Kai! ¡Kai! –gritó Miruru desde el otro lado, golpeando el muro que les separaba.

-Yo que tú estaría más atenta a otra cosa –dijo Runya quien, al igual que Seph, acababa de encontrarse con el enemigo- Supongo que no nos queda otra que luchar –añadió, poniéndose en guardia.

 

 

En ese momento, uno de los atacantes tomó la iniciativa, abalanzándose sobre ella. Entonces, mediante un gesto horizontal con el brazo, la joven provocó una fuerte ráfaga de viento que lo impulsó hacia arriba, haciendo que se golpease fuertemente la cabeza contra el techo.

-¡¿Control del viento?! –preguntó Miruru al ver la habilidad de Runya.

 

Aprovechando su distracción, dos más la atacaron. Por suerte, la semidiosa logró recuperar la concentración a tiempo y consiguió esquivarles, elevando ambos brazos acto seguido, de manera que parte del suelo fue levantado como una alfombra, enrollándose hacia ellos, atrapándolos e inmovilizándolos. Entonces, mediante otro gesto con la mano, hizo que el centro del muro que dividía el pasillo se aboyara, golpeando a varios de sus adversarios.

 

Una vez volvió la vista de nuevo hacia Runya, la descubrió alineando a varios de enemigos contra la pared. Ellos intentaban liberarse sin éxito de la fuerza invisible que los mantenía retenidos.

 

En ese instante, Runya se dispuso a darles fin.

-¡No! ¡Espera! –gritó Miruru, tratando de detenerla.

 

Sin embargo, con un simple movimiento, los cuerpos de aquellas personas fueron descuartizados, salpicando sangre sobre su asesina, en cuyo rostro se dibujó una maliciosa sonrisa.

 

Miruru no pudo más que quedarse petrificada ante aquella escena, creciendo en ella un profundo sentimiento de rabia.

 

Sin pensárselo dos veces, se lanzó contra ella, embistiéndola contra el suelo, agarrándola de los hombros y zarandeándola con fuerza.

-¡¿Por qué?! ¡¿Por qué tenías que matarlos?! ¡¿Acaso era necesario?! ¡Contesta! –exclamó la semidiosa, casi histérica.

 

Por otro lado, Runya había vuelto una expresión de indiferencia.

-Para mí todos son iguales –dijo con frialdad.

-¿Qué?

-Todos ellos son el enemigo. Irán a por mí con intención de matarme, así que lo único que hago es defenderme.

-¡Pero...! –intentó replicar Miruru, siendo interrumpida por Runya.

-Matar antes de que te maten es algo natural. Matar a quien ha asesinado a un ser querido, también. Supervivencia, venganza... ojo por ojo, diente por diente... si no vives de esa forma, no sobrevivirás en un mundo como éste. Seguro que a ti también te ha pasado algo parecido.

 

En ese momento, a Miruru le vinieron imágenes de cuando su mente se nubló por la ira hacia quienes mataron a su amigo lobo. Entonces, la soltó.

-Lo imaginaba –comentó Runya mientras se incorporaba.

 

-Hah... hah...

-¿Ya no hay más? –preguntó Seph, girando sobre sí misma con nerviosismo.

-Creo que no –respondió Kai.

-Y nosotros sin nuestras armas –señaló Drake.

-Parece que han sido lo suficientemente inteligentes de quitároslas mientras estabais inconscientes –añadió Kai.

-Bueno, quizás las encontremos en alguna habitación de este sitio –dijo Seph, esperanzada.

En ese momento, Valer se acercó a uno de los atacantes derrotados, aunque todavía consciente, y lo levantó en el aire.

-Necesitamos información –dijo el luchador ciego, con voz autoritaria.

-No pienso decirte nada –replicó el enemigo.

-Me lo esperaba –dijo mientras volvía a dejarle en el suelo y se crujía los huesos de las manos.

 

Al cabo de un rato, se reunió con Seph, Drake y Kai.

-¿Y bien? –preguntó el nigromante.

-He conseguido que me hable sobre este lugar y dónde están vuestras armas. También me ha dicho que nos encontramos en uno de los edificios adyacentes al subterráneo donde se desarrolla el torneo. Según parece, pertenece a uno de los líderes clandestinos, un tipo llamado Arks. Junto a él hay otros dos líderes involucrados.

-¿Dos más? –preguntó Drake.

-Seguramente, hayan llegado a un acuerdo para compartir el poder una vez ganen el torneo –explicó Kai.

-En cuanto dónde están vuestras armas. Ha dicho que más adelante el pasillo disminuye en altura y luego se bifurca. Si giramos a la izquierda, veremos una habitación vigilada donde las guardan –dijo Valer.

-Al final eras un buen tipo –dijo Drake con lágrimas en los ojos.

-Drake, me estás dando vergüenza ajena –se quejo Seph.

-¿Cómo lo has convencido para que te diese esa información? –preguntó Kai.

-Tengo mis métodos –contestó el ciego, secamente, por lo que Kai prefirió no indagar más.

-En cualquier caso, gracias.

-No hay de qué.

 

Así pues, continuaron por donde les había dicho el enemigo hasta llegar a la bifurcación.

 

Allí, apoyado sobre la pared, de manera que no fuese visto, Kai inspeccionó el terreno para evaluar la vigilancia de la habitación. Junto a la puerta, sólo llegó a divisar a dos personas, una a cada lado de ésta.

 

Tras hacer a sus compañeros una señal para que lo esperasen, camino sigilosamente, pegado a la pared sobre la que apoyaban sus espaldas los guardias.

 

Cuando se hubo situado lo más cerca posible de ellos, les atacó, noqueándolos en segundos. Tras esto, hizo otra señal para llamar a los demás.

 

Una vez atravesada la puerta, la cual tuvieron que romper, se encontraron con un pequeño almacén.

 

Pese a que no era muy grande, había un gran número de estanterías con armas de todo tipo guardadas sobre sus estantes.

-Genial –se quejó Drake- ¿Cómo vamos a encontrar las nuestras?

-Lo que yo me pregunto es cómo pueden haber tantas. –preguntó Seph mientras comenzaba la búsqueda.

-Diría que todas son para vender –dijo Kai.

-¡¿Planeaban vender nuestras armas?! –se escandalizó Drake.

-Algo así.

-¡No! ¡No! ¡Eso sí que no! ¡Mis explosivos no los toca nadie!

-Entonces sólo tenemos que encontrarlos y salir de aquí. Y cuanta más prisa nos demos, mejor –apremió Valer.

 

Por otro lado, Runya y Miruru avanzaron por otro de los múltiples pasillos de ese edificio, llegando al punto de considerarlo un laberinto.

 

Miruru caminaba unos pasos detrás de la otra chica, envuelta en sus pensamientos.

-No me importa. Pensase lo que pensase en el pasado, sigo sin estar de acuerdo contigo.”

 

Seguía dándole vueltas a la discusión que habían tenido, así como a lo último que le había respondido a Runya.

-Hay una puerta más adelante. Vamos –dijo Runya, sacándola de su ensimismamiento.

 

Tras cruzarla, llegaron a una habitación del mismo tamaño que la primera en la que habían estado. Frente a ellas, y ocupando el centro de la sala, había escaleras que llevaban a niveles superiores e inferiores. La principal diferencia entre unos y otros, es que los superiores podían ser vistos desde donde estaban, ya que el techo se encontraba a una altura superior.

 

Apiladas ordenadas en filas separadas, había numerosas cajas, ocupando casi todo el resto de la sala.

-Debe de ser algún tipo de mercancía –determinó Runya.

-¿Radiar? –sugirió Miruru.

-A saber.

-¡Espera! ¡Creo que he visto a alguien! –advirtió Miruru, lo que las llevó a buscar un sitio en el que esconderse.

 

Entre dos filas de cajas, había un grupo de hombres hablando. En concreto, uno de ellos, probablemente de rango superior, parecía estar dándoles una serie de órdenes. Éste tenía el pelo plateado, salvo por el flequillo, color negro; era de complexión delgada, aunque fuerte, y su expresión denotaba arrogancia.

-Je –dejó escapar Runya.

-¿Qué te hace tanta gracia? –preguntó Miruru.

-Le conozco –dijo señalando al hombre de pelo plateado- Es mercenario. Deben de haberlo contratado para secuestrarnos y evitar que escapemos. Los demás supongo que serán sus subordinados.

-¿Subordinados? Creía que los mercenarios trabajaban solos –se extrañó Miruru.

-A veces forman grupos. Como manadas. El más fuerte toma el papel de líder y así establecen un orden. Manteniendo ese orden y cooperando entre ellos, consiguen ciertas ventajas a la hora de trabajar. En cualquier caso, si él está aquí, puede que la salida esté bajando esas escaleras.

-¡¿Y qué hay de los demás?! ¡¿Los vas a dejar tirados?! –preguntó Miruru

-¿Insinúas que deberíamos volver a buscarlos? Creo que son lo bastante listos como para arreglárselas solos. Además, si volviésemos, nos estaríamos poniendo en peligro.

-Entonces iré yo.

 

Runya miró de reojo a Miruru, quien había dado la vuelta.

-¿Qué estás haciendo?

-Ellos también quieren salir de aquí. No puedo abandonarlos, y mucho menos a Kai. El me ha ayudado cuando lo necesitaba, ¿qué clase de compañera sería si no hiciese lo mismo por él?

 

Runya rió.

-Eres demasiado buena.

-¿Eh? –Miruru se sorprendió por aquel repentino cambio de actitud.

-No quieres matar pese a que intenten matarte, y quieres ayudar a los demás pese a las consecuencias. Además, tienes carácter y eres impulsiva. Pareces del tipo de persona que hará grandes cosas en el futuro, pero déjame decirte algo –Miruru permaneció en silencio- Nosotros, los semidioses, tenemos un poder increíble, pero este conlleva una gran carga. Asegúrate de no arrepentirte cuando lo uses.

-Parece que estáis teniendo una bonita charla, ¿os importa si me uno? –dijo una voz cerca de ellas.

 

Al girarse, se toparon con los mercenarios que habían visto antes, incluido el de pelo plateado, provocando que ambas levantasen las manos de forma amenazante.

-Vamos, vamos, señoritas. No hace falta ponerse así –dijo el hombre de pelo plateado, intentando calmarlas. Entonces, desvió la vista hacia Runya- Cuanto tiempo, Runya.

-¿Quién me iba a decir que nos encontraríamos aquí, Jake?

-El mundo es un pañuelo. Supongo que ya te habrás imaginado por qué estoy aquí.

-El trabajo es el trabajo, ¿no? –contestó la chica.

-Lo mismo para ti, ¿me equivoco? –añadió Jake, esbozando una sonrisa- Bien, siento aguaros las fiesta, pero me temo que no voy a poder dejaros escapar. Espero que lo entendáis.

 

Tras esto, aparecieron más mercenarios a espaldas de las dos semidiosas, cortándoles la retirada.

-Tenéis dos opciones: la primera es entregaros pacíficamente y volver a la habitación de la que escapasteis. La segunda es la de resistiros y tener que usar la fuerza para reduciros, pudiendo llegar a mataros en el intento.

-Jajaja –rió Runya- No puedo dejar de reír de lo estúpido que suenas.

 

Al oír esto, Jake suspiró profundamente.

-Entiendo pues que habéis escogido la segunda opción –declaró, se encogió de hombros-. Ya os arrepentiréis luego.

 

Sin necesidad de una señal por parte de Jake, los mercenarios se lanzaron contra las dos, quienes lograron zafarse de ellos introduciéndose por los estrechos huecos que había entre los montones de cajas.

-Será mejor que busquemos un espacio más abierto –sugirió Runya.

-Me parece bien –respondió Miruru, mientras veía a más mercenarios rodeándolas.

 

Entonces, sin dejar de correr, cruzó sus brazos horizontalmente, haciendo que varias cajas se abalanzasen sobre ellos, derribando así a algunos.

 

Por su parte, Runya se defendió haciendo que saliesen volando por un fuerte vendaval o acabasen con cortes en todo el cuerpo.

 

Así, finalmente alcanzaron una zona en la que pudieron cubrirse las espaldas y hacer frente a sus perseguidores.

 

Por otro lado, los mercenarios continuaron atacando sin descanso pese su escaso éxito, pues por más que lo intentaban no lograban reducirlas.

 

La defensa de ambas parecía inexpugnable. Ya fuese por el viento de Runya, que impedía avanzar a todo aquel que se acercase, o por el poder de Miruru quien los levantaba en el aire y los noqueaba golpeándoles en la barbilla.

-No está mal –la halagó Runya sin desviar la vista del enemigo.

-Lo mismo digo.

 

La semidiosa que controlaba el viento, fue elevada con la ayuda Miruru, quien hizo que el suelo se modificase hasta formar un pilar debajo de sus pies. De esa forma, con un mayor radio de acción gracias a la altura, Runya logró que sus adversarios fuesen retenidos boca abajo contra el suelo, debido a la presión ejercida por su poder.

-¡Sois unos inútiles! –se burló la semidiosa

 

Fue en ese momento cuando escuchó el grito de Miruru, quien acababa de ser golpeada por unos guantes de acero, propiedad de Jake.

-¡Cough! ¡Cough! –habiendo sido alcanzada en el esternón, durante unos instantes se le cortó la respiración, provocando que arquease su espalda y comenzase a toser con fuerza.

 

Posteriormente, el hombre la golpeó en la mejilla haciéndole un pequeño corte en el labio y consiguiendo que se arrodillase.

-¡No importa lo poderosas seáis! ¡Si no os doy tiempo a reaccionar no os servirá de nada! –exclamó Jake, quien parecía estar disfrutando de ese momento.

 

Mientras tanto, Runya intentó lanzar una ráfaga de viento contra Jake, pero, de forma repentina, una de sus piernas le falló, perdiendo el equilibrio.

-¡No! –gritó, golpeándose la espalda contra el suelo- ¡Agh!

-¡Oh! ¡Así que has llegado a tu límite! ¡Qué pena! –se burló Jake.

 

Miruru levantó la vista, sin entender bien lo que acababa de pasar.

-Te estás preguntando por qué digo esto, ¿verdad? –dijo el mercenario, al darse cuenta de su expresión- El uso de una habilidad generada por el Radiar provoca que éste fluya con mayor rapidez sobre el sistema nervioso, degradando e incluso destruyendo neuronas. A veces, incluso puede ir más allá. Un arma de doble filo que causa un daño irreversible –explicó.

-¿Qué quieres decir? –preguntó Miruru.

-En el pasado, esa chica salvó la vida de alguien utilizando una gran parte de su poder. Cómo consecuencia, recibió un gran daño en el sistema nervioso.

 

Asegúrate de no arrepentirte cuando lo uses”, recordó Miruru.

-Pero, en fin, son cosas que pasan. No creáis que disfruto con estas cosas –mintió descaradamente-, pero tampoco voy a desaprovechar la ocasión. El trabajo es el trabajo, ¿no es cierto, Runya?

 

Justo en ese instante, como surgida de la nada, apareció una gran mano esquelética.

-¡¿Qué es esto?! –exclamó Jake sin poder reaccionar ante el golpe que recibió de ésta, llevándole a chocarse contra varias cajas.

-Esa mano. ¡No puede ser! –dijo Miruru, alegremente.

 

Haciendo su entrada por otra de las puertas que llevaban a aquella sala, apareció Kai, seguido de Valer, Seph y Drake.

-¡Ni se te ocurra tocar a mi compañera! –gritó el chico.