-Chaos, ¿tienes un momento? –mientras Chaos y Luci
se encontraban en mitad de su entrenamiento, un ángel se acercó a ellos.
Éste vestía una tela de color negro que formaba
tirantes sobre sus hombros y unos pantalones del mismo color, sujetos a la
cintura mediante un cinturón rojo. Tenía el pelo castaño y corto y ojos azul
claro, junto a los cuales se observaba maquillaje de un rojo más claro que el
del cinturón, y que les daba un aspecto más fino y alargado.
-Gabriel, ¿qué te trae por aquí?
-Me gustaría hablar contigo en privado...
-Claro... –contestó Chaos, poniendo expresión de
preocupación-. Luci, espérame aquí. Vuelvo enseguida.
El demonio asintió, dejando que ambos se alejaran
hasta un lugar en el que consideraron que no les escuchaba nadie. Entonces,
llevado por la curiosidad, el joven demonio les siguió, escondiéndose detrás de
los troncos de unos árboles.
-¿Varios ángeles han desaparecido?
-Así es. Además, de una manera muy extraña. En
algunos casos, sus familiares los veían irse a dormir y, a la mañana siguiente,
no había ni rastro de ellos. Es más, nadie los ha visto salir de la casa o
caminar por las calles. Era como si hubiesen desaparecido en el sitio.
-¿Qué extraño? ¿Antes de eso habían visto algún
cambio en ellos?
-Todos me han dicho que en las últimas horas antes
de su desaparición se mostraban apáticos y deprimidos. Como si les faltase
energía.
-¿Y no saben de algún lugar al que pudiesen haber
ido o alguien con quien hubiesen tenido contacto?
-Nada. Todos coinciden en que algo habrá tenido que
ver pero no saben nada al respecto.
-De acuerdo, investigaré sobre ello. Si descubres
algo más, avísame –sentenció Chaos, despidiéndose del ángel mediante un gesto
con la cabeza y volviendo con Luci.
En ese instante, se dio cuenta de la presencia del
demonio.
-No eres muy bueno escondiéndote, Luci.
El aludido reaccionó con un pequeño salto, saliendo
de su escondite con la mirada desviada hacia otro lado por la culpabilidad.
-No deberías escuchar a los demás a escondidas –le
riñó Chaos.
-Lo siento...
-Bueno, ahora ya no importa. En cualquier caso, será
mejor que acabemos el entrenamiento por hoy. Iré al territorio de los ángeles,
a ver si encuentro algo relevante.
-Te acompaño.
-No, tú vuelve a casa. No quiero que te inmiscuyas
en esto. Al menos por el momento.
-Pero...
-Sin peros.
-...vale...
Sintiéndose rechazado, Luci se dispuso a marcharse.
-¡Ah, Luci! Ni una palabra de esto a nadie.
-Me pregunto si todavía no soy lo suficientemente
fuerte... –se dijo a sí mismo Luci mientras caminaba sobre las llanuras en
dirección a las casas de los demonios.
-¡Oh! ¡Luci! ¡Cuánto tiempo sin verte! –exclamó una
voz cerca de él que resultó ser la de Chronos. El creador de los humanos tenía
una sonrisa afable en su rostro pero, desde el punto de vista de Eri, ésta era
de lo más falsa. Por desgracia, el Lucifer del pasado no parecía haberlo
notado.
-¡Chronos! Es verdad. Hacía tiempo que no te veía.
¿Por qué no te has pasado por la casa de Chaos?
-He estado ocupado con los humanos. Ya sabes, ser un
buen líder cuesta lo suyo –rió Chronos-. ¿Y tú? ¿Qué tal estás?
-Ah, pues vengo de entrenar con Chaos.
-¿Entrenar? No me digas que mi hermano te está
enseñando al fin cómo defenderte de esos matones.
-¿Qué? ¡No! Es sólo que...bueno...creo que me puede
ser útil en el futuro.
-¿En el futuro? ¿Y qué hay del presente? No puedes
dejar que hagan lo que quieran contigo. Tienes que responder. Y a veces, un
buen castigo es la mejor respuesta.
-Pero Chaos siempre dice que...
-Mi hermano es un blando –dijo Chronos desplazando
el brazo de izquierda a derecha como para dejar claras sus palabras-. Si sigues
haciéndole caso no solucionarás nada.
-Bueno, hace poco hablé con ellos y...
-¿Y qué? ¿Han dejado de hacerlo?
-Bueno, no exactamente, pero parece que ya no lo
hacen tanto...
-Eso no suena muy convincente. En fin, haz lo que
quieras. No voy a obligarte. Pero mi consejo es éste: la próxima que vuelvan a
meterse contigo, enséñales quién manda. Te aseguro que te dejarán en paz.
-Ya...
-Me voy a seguir con lo que estaba haciendo. Un
placer verte de nuevo.
-Lo mismo digo...
Confuso por aquella conversación, Lucifer continuó
con su camino.
La escena cambió de nuevo a una en la que se veía a
Bel salir de una habitación cuya puerta estaba cerrada. En el exterior de ésta,
expectantes, se encontraban Chaos, Luci, Mammon y Zebub, este último lo
suficientemente recuperado como para salir al exterior.
-¿Qué tal ha ido todo? –preguntó Chaos, nervioso.
-Ha nacido sin contratiempos. Enhorabuena, Chaos
–dijo Bel con orgullo, algo que no solía ser propio de ella.
Tras recibir un abrazo del padre, Belphegor y los
demás presentes entraron en la habitación, encontrándose a Biblia acostada en
una gran cama, con varias sábanas encima y abrazada a un bulto cubierto por una
manta.
-¿Cómo estás, Biblia? –preguntó Luci mientras la
rodeaban. Chaos era el que más cerca se situaba de ella, mirando con curiosidad
lo que había en el interior de la manta.
-Perfectamente. Bel ha sido una gran comadrona
–indicó, sonriéndole a la joven.
-¡Genial! ¡A partir de ahora tendré un nuevo
sirviente en mi séquito! –exclamó Mammon.
-Sirvienta –corrigió Biblia.
-¿Huh?
-Es una niña.
Destapando un poco a la recién nacida, los demás
pudieron ver a un bebé con los ojos cerrados y dos pequeñísimos bultos en la
cabeza.
-Entonces, ¿es una demonio? –preguntó Zebub.
-Eso parece –declaró Chaos, acariciando sus mejillas
suavemente.
-¿Y cómo pensáis llamarla? –habló, esta vez, Luci.
Su madre la miró tiernamente.
-Eve.
En ese momento, Eri observó cómo Lilith se tapaba la
boca con ambas manos. Algo cuyo porqué no tardó en entender. Lo que su amiga
acababa de presenciar era el nacimiento de su propia madre, a la que todavía
seguía buscando. Ese momento debía de haber revivido recuerdos del tiempo que
pasó con ella, incluido el de su separación. Ella entendía muy bien ese
sentimiento, porque lo mismo había ocurrido con sus padres. Así pues, intentando
tranquilizarla, la abrazó, dejando que Lilith se desahogara sobre su hombro.
-Eve...es un bonito nombre –continuó Luci- Qué raro
que Levi no haya venido. Estoy seguro de que a ella le habría gustado
conocerla.
El rostro de Chaos se ensombreció, probablemente
rememorando lo que ocurrió con la joven.
-Bueno, será mejor que os dejemos solos –sugirió
Beelzebub, quien pareció percatarse de aquella expresión.
-¡¿Eh?! ¡¿Por qué?! –se quejó Mammon.
-No seas pesada. Vamos –dijo Bel encaminándose hacia
la puerta.
-¡Eh! ¡¿A quién estás llamado pesada, maldita
perezosa?! –exclamó Mammon, siguiéndola.
Al salir de allí, la imagen se oscureció de nuevo,
mostrando poco después a Luci en soledad junto al río.
Se le observaba pensativo, lanzando de vez en cuando
una piedra al agua y viéndola ser llevada por la corriente.
-Enfrentarme a ellos...me pregunto que pensaría él
de mí si lo hiciese...pero, ¿tan malo sería?
-¡Miradlo! ¡Ahí está! –dijo una voz situada detrás
de él.
Al darse la vuelta, se encontró con los mismos cinco
que le lanzaron al río la otra vez.
-Pensábamos que estarías acompañado pero parece que
estamos de suerte.
-¿Qu-qué queréis?
-¡Ya sabes lo que queremos, demonio sin poderes!
–dijo uno de ellos, poniendo una sonrisa arrogante.
-¡Hoy he tenido un mal día y me apetecía desahogarme
un poco! –le siguió otro.
De repente, dos se abalanzaron sobre él y le
cogieron de los brazos.
-¡Soltadme!
-¿Qué podríamos hacer con él para divertirnos esta
vez?
-Mm...
-¡Eh! ¡Se me ocurre una idea! ¡¿Y si lo desnudamos y
lo dejamos tirado en la plaza?! ¡La cara de la gente cuando lo vea va a ser
divertidísima!
-¡¿Qué estáis diciendo?! –gritó Luci.
-¡Sí! ¡Es una buena idea!
-¡¿Es que acaso nada de lo que os dije tuvo
sentido?! –preguntó el joven demonio.
-¿Aquella tontería sobre que era mejor hablar las
cosas?
-¿Eres idiota?
-¡Eso sólo lo haría alguien débil como tú!
¡Debilucho! –contestó otro de ellos mientras se disponía a quitarle la ropa.
-Ya veo...entonces Chronos tenía razón...sólo se os
puede hacer ver las cosas mediante la violencia... –murmuró Luci.
-¡¿Qué estás murmu...?!
Una patada golpeó la barbilla de aquel que se
disponía a desvestir al demonio, haciéndole sangrar por el labio y noqueándolo
en el acto.
El resto se quedó sin habla, observando a su
compañero como si hubiesen visto una ilusión.
-¡¿Có-cómo te atreves a...?! –intentó responderle
uno de los que lo tenía agarrado. Sin embargo, fue interrumpido por un fuerte
pisotón, el cual provocó que lo soltase, momento que aprovechó Luci para cogerle
de la cabeza y propinarle un rodillazo en la nariz, dejándolo en el suelo,
sangrando.
Acto seguido, esquivó un puñetazo del de al lado,
devolviéndoselo en dirección al estómago y luego propinándole otro en la
mejilla.
-¡Ya sólo quedan dos!
Corriendo rápidamente hacia los restantes, Luci
lanzó una patada hacia la rodilla del que estaba más cerca, haciéndole perder
el equilibrio y estampándole la cabeza contra tierra usando su mano izquierda.
-¡Ah! ¡Aah! –gritó el que quedaba, disponiéndose a
huir, no obstante, no fue lo suficientemente rápido, siendo embestido por el
joven demonio, quien lo obligó a ponerse boca arriba y comenzó a lanzarle a la
cara un puñetazo tras otro.
-¡No! ¡Lo siento! ¡Lo siento! –el demonio intentaba
protegerse frente a los golpes de Luci pero éste era más fuerte que él,
apartando sus dos brazos a base de fuerza bruta y continuando con la paliza.
-¡Vamos! ¡Sigue pidiendo perdón! ¡Suplícame que
pare! –dijo mientras una sonrisa comenzaba a dibujarse en su rostro.
-¡Por favor! ¡Perdóname! ¡Te lo suplico!
-¡Más alto! ¡Más alto!
Su contrincante estaba perdiendo la consciencia y
hasta los nudillos de Luci se estaban manchando de su sangre.
Fue entonces cuando una mano detuvo los golpes.
-¿Qué estás haciendo?
Era la voz de Chaos. Provocando que el aludido volviese
en sí y contemplase la gravedad de sus actos.
El rostro del otro muchacho estaba hinchado y lleno
de sangre y moratones. Casi irreconocible. Si hubiese seguido así, podría haber
llegado a matarlo.
-¿Por qué...? –se preguntó Luci a sí mismo mientras
se apartaba lentamente de su adversario-. Yo...
De repente, la rabia tomó control sobre él,
enfrentándose a Chaos.
-¡Yo sólo he hecho lo que tenía que hacer! ¡Ellos
pretendían continuar abusando de mí! ¡No tenía más remedio que demostrarle
quien es el más fuerte!
-Eso no soluciona las cosas, Luci.
-¡¿Y las palabras sí?! ¡Intenté hablar con ellos y
no ha servido para nada!
-¿Y matarlo si hubiese servido?
-Yo...no quería...
-La violencia sólo genera más violencia, Luci. Y a
la larga, eso sólo provoca sufrimiento y muerte.
-Te equivocas. Ahora ellos no se atreverán a ponerme
la mano encima. Porque ahora saben que soy mejor que ellos. ¡Ahora soy fuerte!
¡El más fuerte! ¡Deberías halagarme!
-Luci...
-...
Sin decir nada más, Luci se marchó corriendo de
allí.
-¡Eh! ¡Eh! ¿Adónde vas con tanta prisa?
Habiéndose alejado considerablemente de Chaos, el
joven demonio se encontró a Chronos, a quien le llamó la atención la actitud
del muchacho.
-No es nada...
-¡Oh, vamos! He visto muchas expresiones como la
tuya y puedo asegurarte que siempre pasa algo.
-...
-Veamos que pruebe. ¿Te has peleado con Chaos?
Tras unos segundos de silencio, el demonio asintió.
-Me lo imaginaba. Oye, ¿qué te parece si te invito a
algo y me lo cuentas?
-Vale...
-Ya veo. Sabía que mi hermano te diría algo así. Si
no hubieses hecho lo que has hecho esos matones seguirían con lo suyo.
-Algo así le dije yo pero...él no lo entiende...
-No te preocupes. Yo estoy contigo.
-Gracias.
Actualmente se encontraban en territorio humano, concretamente
en una extraña casa con ventanales en forma de arco y una cruz en la entrada.
En su interior se observaba una única sala en la que había varias filas de
bancos y que estaba presidida por un altar con una gran cantidad de flores a
ambos lados.
-¿Qué es este lugar? –preguntó Luci con curiosidad.
-Se llama iglesia.
-¿Iglesia? ¿Algún tipo de casa?
-Algo así. Digamos que aquí todos vienen a visitar
al ser más poderoso que existe.
-¿El ser más poderoso? ¿Y quien es?
-¿Quién sabe? Quizás podrías ser tú –dijo Chronos,
guiñándole un ojo y haciendo que el demonio se sonrojara.
-Qué va. No soy para tanto.
-¿Cómo que no? Ahora mismo eres alguien muy fuerte.
Recuerdo que antes te llamabas inútil a ti mismo y sin embargo, mírate ahora.
Eres capaz de vencer a esos demonios como si nada. No debes dejar que la
confianza que has ganado al derrotarles se desvanezca. Esa es la clave
principal para ser fuerte, confianza en uno mismo.
-Confianza en uno mismo...
-Eso es. ¡Ah! ¡Tengo una idea!
-¿Huh? –se sorprendió Luci ante la repentina
reacción de Chronos.
-El problema que ha habido con Chaos es que te has
descontrolado al pelearte con ese grupito, ¿verdad?
-Bueno...más bien ha sido el hecho de pelearme...
-¿Y si le demuestras que eres capaz de controlar tu
fuerza?
-¿Qué quieres decir?
-Aquellos que son fuertes de verdad son capaces de
controlar su fuerza a la perfección. Además de saber cuándo utilizarla y cuándo
no. Por tanto, si te considera preparado para manejar ese tipo de situaciones,
entenderá tus razones y recuperarás su confianza. De hecho, hasta harás que
ésta aumente.
-¿Y cómo puedo hacer algo así?
-¿Qué te parece si te enfrentas a él?
-¡¿Qué?! –exclamó Luci, a punto de saltar del banco
en que se encontraba sentado.
-Chaos es alguien con mucha fuerza. Si le demuestras
que puedes ser capaz vencerle, te considerará merecedor de su reconocimiento.
-¡Pero es imposible que lo venza! Además, no creo
que Chaos acepte un combate conmigo bajo esas circunstancias.
-No tienes por qué vencerle. Con que le enseñes de
qué material estás hecho es más que suficiente. Tomáoslo como un combate de
entrenamiento.
-Mm...incluso así...el combate no durará ni dos
segundos...
Durante un momento reinó el silencio en la sala.
-Puede que...si hubiese algo que te diese ventaja...
–comentó Chronos.
-¿Algo? ¿Cómo qué?
-Ya sabes...como un traje o una armadura...algo
así...
De repente, a Luci pareció encendérsele una
bombilla.
-¡La hay! –sin embargo, nada más decir esto, perdió
casi totalmente su brillo.
-¿Qué ocurre? –preguntó Chronos al darse cuenta de
este cambio.
-Si me pongo esa armadura no podré quitármela hasta
que muera. Además no sé si sería lo correcto usarla para esto.
-Dime, Luci, ¿quieres que Chaos vuelva a confiar en
ti?
-Sí...
-¿Quieres convencerle de que has madurado por ti mismo
y de que tu juicio es el correcto?
-Sí...
-Entonces confía en mí. Merece la pena intentarlo.
Al escuchar aquellas motivadoras palabras, el joven
miró fijamente a Chronos, quien le sonrió amablemente, como si de verdad
creyese en sus posibilidades de hacer frente a su hermano.
-De acuerdo...lo haré...
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