martes, 4 de octubre de 2016

Capítulo 30: Cambios



-¿Y bien? ¿Para qué nos has reunido? –preguntó Mammon con el ceño fruncido.
-¿No ha venido As? –dijo Chaos en lugar de responder a su pregunta.
-Parece ser que no estaba interesado en venir... –declaró Luci.
-Ya veo –el creador de ángeles y demonios sonrió-. Entonces encargaos vosotros de decírselo.

Todos los pecados habían sido convocados en casa de Beelzebub, ya que éste seguía débil y no podía salir de su habitación. El único que faltaba era Asmodeus. Los demás observaban a Chaos con miradas de confusión, cuchicheando suposiciones entre ellos de vez en cuando.
-Contestando a tu pregunta, Mammon, el motivo por el que estáis aquí es para pediros una tarea muy importante.
-¿Algún recado? –preguntó Levi.
-No. De hecho, es probablemente una gran responsabilidad pero confío plenamente en vosotros para que la llevéis a cabo.
-¡Suéltalo! ¡No tenemos todo el día! –se quejó Mammon.
-Quiero que seáis mis guardaespaldas.

Se produjo un momento de silencio en el cual los pecados se miraron entre ellos.
-¿Perdón? –preguntó Luci.
-Lo que habéis oído. Quiero que me protejáis así como que guiéis a los demonios en caso de que yo falte.
-¡¿Estás en tus cabales?! –exclamó Mammon.
-Lo estoy. Creía que querías ser alguien más importante, Mammon –bromeó Chaos.
-¡S-sé lo que dije pero esto es...!
-¿Cómo se supone que vamos a hacer algo así? Nosotros somos... –Levi miró al resto como con cierto miedo a pronunciar las siguientes palabras, sin embargo, ellos, prediciendo lo que ella quería decir, asintieron-. Nosotros somos unos buenos para nada. Somos aquellos que hemos nacido diferentes entre los demonios, y que no encajan en su sociedad. No creo que estemos cualificados para una tarea así.
-Además... –continuó Bel- ...dentro de unos meses tendrás a un sucesor, ¿no es así? Estoy segura de que se encargará mejor que nosotros de ese trabajo.

Chaos miró uno por uno a los jóvenes y luego suspiró.
-Veréis. Durante todo este tiempo he hablado y me he relacionado con muchos ángeles y demonios. Y en ningún momento he encontrado quienes tengan más potencial que vosotros. Me habéis dicho que sois diferentes entre los demonios. Que no encajáis en la sociedad. Y ése es precisamente uno de los motivos por lo que sois ideales para esta tarea. Porque marcáis la diferencia. Este mundo cambiará, y los demonios se tendrán que ir adaptando a él conforme lo haga. Los únicos que podrán enseñarles cosas que desconocen sois vosotros, porque sois los únicos que vivís diferente a los demás, que sabéis lo que los demás no saben, aquellos que son distintos. Y una cosa más. Decís que sois buenos para nada pero dudo mucho que alguien que no encaja en la sociedad y, pese a ello, sigue viviendo y enfrentándose a ella, sea un bueno para nada. ¿O acaso alguno de vosotros ha huido de los otros demonios pese a ser tratado de otra manera?
Aquella charla les dejó sin palabras, dando lugar a expresiones melancólicas.
-No os subestiméis. Es posible que todavía os falte experiencia pero lo esencial ya forma parte de vosotros. En cuanto a mi sucesor, es posible que algún día esté sea capaz de dirigir a demonios y ángeles pero eso será cuando crezca lo suficiente. Y durante su crecimiento, espero que estéis ahí para apoyarle en todo lo que necesite –tras esto, Chaos se levantó de su sitio- Pensaos vuestra respuesta y decídmela cuando consideréis más oportuno. Al fin y al cabo es una petición, no una orden, por lo que la decisión es vuestra. Eso sí, os encomendaré este trabajo sólo si aceptáis todos. Ahora, podéis marcharos.

-Luci, ¿puedes venir un momento conmigo? –dijo Chaos tras abandonar la casa de Zebub.
-Supongo...
-Hay algo que me gustaría enseñarte.

Dicho esto, Chaos comenzó a caminar hacia las afueras seguido de cerca por el pecado, cuya cara mostraba preocupación.

Finalmente, no muy alejada del conjunto de casas que acababan de abandonar, se encontraba otra de pequeño tamaño y que destacaba por la presencia de una larga chimenea en el tejado de la que salía un humo gris continuamente.

Sin pensárselo dos veces, Chaos entró, descubriéndose un almacén con varias mesas de madera, paredes de piedra en la que se hallaban colgadas numerosas herramientas, y la parte inferior de la chimenea, frente a la que se encontraba un demonio de aspecto desgastado, espalda curvada y dos cuernos, de los cuales uno estaba partido.
-¿Cómo estás, Mephisto? –preguntó Chaos, mientras observaba tranquilamente las herramientas de la pared.
-Como siempre. Trabajando pese a que mi cuerpo ya no es lo que era.
-¿Quién es? –preguntó Luci-. No me suena haberle visto por el territorio de los demonios.
-Eso es porque apenas salgo de este lugar, chico –respondió Mephisto sin girar la cabeza, mientras golpeaba con sus manos un objeto alargado que tenía un color rojo intenso.
-Su nombre es Mephisto, y es uno de los primeros demonios en nacer. Decidió dedicarse a la construcción y la forja de objetos, y lleva muchísimos años trabajando en ello. El mejor artesano del mundo.
-No sabría decirte si por habilidad o por falta de competencia –bromeó Mephisto.
-¿Dónde la tienes? –preguntó Chaos, sin más preámbulos.
-Está en la habitación de al lado.

Los dos avanzaron hacia una puerta adyacente a la chimenea en la que Luci no se había fijado al principio. Entrando por ésta, encontraron otra sala más pequeña que la anterior donde se encontraban acumulados ordenadamente más utensilios y herramientas. Sin embargo, uno en concreto llamó la atención del demonio: una armadura de cuerpo entero, de colores gris y negro, con dos cuernos sobre el casco.
-¿Una armadura? –se le escapó a Luci.
-Esto es precisamente lo que te quería enseñar.
El joven se acercó y deslizó sus dedos por ella. El material estaba frío y liso.
-¿Por qué?
-Verás, esta armadura es especial. Mejora considerablemente las capacidades defensivas y regenerativas de aquel que la lleva. Además se adapta perfectamente a su cuerpo. Sólo hay un problema, y es que esa adaptación impide que el usuario pueda quitársela hasta que éste muera.
-Entiendo...
-En cuanto a por qué te la enseño a ti. La respuesta es simple: llegado el momento, me gustaría que la llevases.
-¿Llegado el momento? ¿A qué te refieres? ¿Tiene que ver con lo que nos has propuesto antes?
-Este mundo cambiará, Luci. Y ni siquiera yo mismo sé de qué manera. Si decidís guiar a los demonios, también necesitaréis más poder. Aunque, debo decirte que ponerse esta armadura requiere también cierta resistencia física.
-Pero yo... –el demonio hizo una pausa-. Yo soy débil...
-Te equivocas, Luci. De todos, tú eres precisamente el que más potencial tienes. Es por eso que tú eres el único que puede llevar esta armadura. Pero, por supuesto, esa decisión, al igual que la otra, es tuya.
-¿Potencial?
Chaos asintió.
-Quizás todavía no lo veas pero llegará un día en el que te darás cuenta de ello –tras esto, el creador de los demonios se dispuso a irse-. Volvamos.
-Oye, Chaos.
-Dime.
-Todo esto...es como si hubieses predicho que algo malo va a pasar...y te estés preparando para ello...
-No, Luci. Precisamente porque no sé lo que ocurrirá en el futuro, he de estar preparado.

La escena volvió a cambiar a una en la que se veía a Bel y Biblia leyendo un libro y tomando apuntes en un papel de aspecto alargado y ancho.
-Mm... –de repente, Biblia se detuvo- No estoy segura entender esto.
-Creo que se refiere a que puede usarse como antibiótico en caso de pequeñas úlceras en el ojo.
-Ah, ya veo. Entonces estos son los que se mezclarían en caso de que haya necesidad de reducir una inflamación.
-Así es...
-Uah, gracias, Bel. Se te da muy bien esto.
-No hay de qué...

Las dos volvieron a centrarse en su estudio, sin embargo, Belphegor desviaba la vista de vez en cuando hacia Biblia.
-Esto...Biblia...
-¿Sí?
-¿Cómo va tu embarazo?
-¡Ah! ¡Me alegra que me lo preguntes! –exclamó alegremente apartándose de la mesa sobre la que estudiaban para dejar que la joven viese su vientre.
-Ha crecido mucho desde la última vez...
-¡¿Verdad?! ¡Espero que eso signifique que va a nacer sano!
-Hay algo que me gustaría preguntarte...aunque puede que resulte algo...incómodo...
-No pasa nada. Pregunta lo que quieras.
-Bueno, ¿cómo es que puedes tener hijos? Quiero decir, en teoría no eres ni humana, ni demonio, ni ángel. Los más parecidos a ti serían Chronos y Chaos, ¿no?
-Mm...si te soy sincera es algo que ni yo misma sé. Es como si me preguntases por qué me pusieron sexo cuando me crearon, si fue simple casualidad o hubo algún motivo en ello. Además, ¿nuestro hijo será de sexo masculino o femenino? ¿Será ángel o demonio? Hay muchas preguntas que no sé resolver pero me conformo con que nazca bien y crezca sano y feliz.
-...
-Siento no haber sido de mucha ayuda –se disculpó Biblia sonriendo tímidamente.
-Para nada, sólo era curiosidad. A mí también me gustaría que naciese sin problemas. De hecho...bueno...me gustaría ayudarte...durante el parto...si no te importa...
-¡Claro que no me importa! ¡Me encantará que estés conmigo! –exclamó mientras abrazaba a la demonio-. ¡Así también practicarás para matrona! ¡Son todo ventajas!

Mientras tanto, fuera de la casa, Luci golpeaba fuertemente el antebrazo de Chaos con una de sus patadas.
-¡Así! ¡Muy bien! ¡Continúa!

El demonio siguió con una combinación de puñetazos y patadas a velocidad constante y marcando el golpe en las extremidades del que actuaba como su entrenador. Algo más alejada de allí, Levi les observaba con una expresión mezcla de preocupación y tristeza.

-¡Suficiente por hoy! ¡Buen trabajo, Luci!
-Gracias...
-Has mejorado mucho durante estos meses. Estoy seguro de que dentro de un par de años será capaz de superarme hasta a mí.
-No digas tonterías, Chaos. Además, tampoco pretendo llegar tan lejos. Con estar mejor preparado para el futuro, me conformo. No quiero superarte o llegar a ponerme esa armadura. Lo entiendes, ¿verdad?
-Por supuesto. Ya dije que era decisión tuya.
-Bien. Nos vemos mañana.

Tras esto, Chaos se encaminó hacia la casa, pasando por el lado de Levi.
-Creía que no te ibas a implicar en la evolución de ninguno de los demonios –dijo Levi, sentada con los brazos cruzados sobre sus rodillas.
-Je, eres dura con mis propias palabras, ¿eh? –respondió él con una sonrisa irónica- Él mismo tomó la decisión de entrenarse en combate conmigo como compañero. Quiero pensar que no fue por influencia mía.
-¿Lo dices por lo que nos pediste el otro día?
-Es posible...
-Odio esa parte de ti. Da la sensación que lo sabes todo, pero en ocasiones no te das cuenta de nada...
-Hay muchas cosas que incluso yo desconozco. Si os pedí ayuda y todavía os la sigo pidiendo es precisamente por eso.
-...
-Tú también eres importante en esto, Leviathan. Fuiste la primera de vosotros en nacer, y has cuidado de los demás como si fuesen tus hermanos. Juntos seréis grandes guías pero tú eres la mejor para guiarles a ellos.
-¡Déjate de cumplidos! –gritó la joven, levantándose de golpe-. ¡No digas cosas que al final no significan nada!
-¿Levi?
La joven tenía las manos apretadas fuertemente, tanto que las uñas llegaban a clavársele, formando pequeñas heridas.
-Lo siento, tengo que irme...
Dándole la espalda, la demonio se marchó de allí, dejando a Chaos confuso y sin saber qué decir.

Lo siguiente que se vio fue a Asmodeus, en su forma femenina, caminando por territorio humano, sin embargo, esta vez se mostraba más vigilante e insegura que la última vez.
-Ugh, esto no me gusta un pelo. Desde que llevé a Aalis a territorio de los demonios, el entrar en el de los humanos se ha acabado convirtiendo en una prohibición. Para más colmo, no la he vuelto a ver desde entonces. Espero que no le haya pasado nada... ¡Ah! Si no fuese por esta forma sería incapaz de dar un simple paso. Y pese a ello tengo que estar con ojo avizor por lo que pueda pasar. Y luego está lo de Chaos, ¿ser sus guardaespaldas y guiar a los demonios? Ni en broma me metería en algo tan aburrido como eso.

Mientras se quejaba en voz alta de todos sus problemas, de repente, se topó con una pequeña construcción. Ésta tenía el mismo tamaño que una de las casas de los demonios, presentaba paredes blancas y un tejado con forma triangular. No obstante, había algunas diferencias con respecto a las que ella había visto, como los grandes ventanales con forma de arco que la decoraban, y una extraña cruz justo encima de la puerta de entrada.
-¿Qué significará esa cruz? –se preguntó.

En ese momento, la puerta se abrió, asustando a Asmodeus y provocando que se escondiese detrás de dos árboles solitarios y a unos metros de la extraña “casa”. Desde allí, continuó observando.
-¿Son...ángeles...?

Dos ángeles, ataviados con una túnica blanca y cuyas alas se encontraba recogidas sobre su espalda, se desplazaban andando a un ritmo muy lento. Iban como atontados, con una expresión monótona en sus caras, como si hubiesen perdido toda motivación.
-¿Qué es lo que les pasa? Es como si les hubiesen chupado la energía. ¿Será por haber entrado en ese sitio?

La joven continuó mirando cómo se alejaban hasta que fueron perdidos de vista colina abajo.
-¿Qué era eso? –cavilando durante unos momentos sobre lo ocurrido, finalmente se encogió de hombros-. Bueno, no importa, tengo mejores cosas que hacer. Además, prefiero  no meterme donde no me llaman –así pues, decidió abandonar aquella zona mientras, detrás de ella, la puerta de aquella “casa” se cerraba.

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