-¿Y bien? ¿Para qué nos has reunido? –preguntó Mammon
con el ceño fruncido.
-¿No ha venido As? –dijo Chaos en lugar de responder
a su pregunta.
-Parece ser que no estaba interesado en venir...
–declaró Luci.
-Ya veo –el creador de ángeles y demonios sonrió-.
Entonces encargaos vosotros de decírselo.
Todos los pecados habían sido convocados en casa de
Beelzebub, ya que éste seguía débil y no podía salir de su habitación. El único
que faltaba era Asmodeus. Los demás observaban a Chaos con miradas de
confusión, cuchicheando suposiciones entre ellos de vez en cuando.
-Contestando a tu pregunta, Mammon, el motivo por el
que estáis aquí es para pediros una tarea muy importante.
-¿Algún recado? –preguntó Levi.
-No. De hecho, es probablemente una gran
responsabilidad pero confío plenamente en vosotros para que la llevéis a cabo.
-¡Suéltalo! ¡No tenemos todo el día! –se quejó
Mammon.
-Quiero que seáis mis guardaespaldas.
Se produjo un momento de silencio en el cual los
pecados se miraron entre ellos.
-¿Perdón? –preguntó Luci.
-Lo que habéis oído. Quiero que me protejáis así
como que guiéis a los demonios en caso de que yo falte.
-¡¿Estás en tus cabales?! –exclamó Mammon.
-Lo estoy. Creía que querías ser alguien más
importante, Mammon –bromeó Chaos.
-¡S-sé lo que dije pero esto es...!
-¿Cómo se supone que vamos a hacer algo así?
Nosotros somos... –Levi miró al resto como con cierto miedo a pronunciar las
siguientes palabras, sin embargo, ellos, prediciendo lo que ella quería decir,
asintieron-. Nosotros somos unos buenos para nada. Somos aquellos que hemos
nacido diferentes entre los demonios, y que no encajan en su sociedad. No creo
que estemos cualificados para una tarea así.
-Además... –continuó Bel- ...dentro de unos meses
tendrás a un sucesor, ¿no es así? Estoy segura de que se encargará mejor que
nosotros de ese trabajo.
Chaos miró uno por uno a los jóvenes y luego
suspiró.
-Veréis. Durante todo este tiempo he hablado y me he
relacionado con muchos ángeles y demonios. Y en ningún momento he encontrado
quienes tengan más potencial que vosotros. Me habéis dicho que sois diferentes
entre los demonios. Que no encajáis en la sociedad. Y ése es precisamente uno
de los motivos por lo que sois ideales para esta tarea. Porque marcáis la
diferencia. Este mundo cambiará, y los demonios se tendrán que ir adaptando a
él conforme lo haga. Los únicos que podrán enseñarles cosas que desconocen sois
vosotros, porque sois los únicos que vivís diferente a los demás, que sabéis lo
que los demás no saben, aquellos que son distintos. Y una cosa más. Decís que
sois buenos para nada pero dudo mucho que alguien que no encaja en la sociedad
y, pese a ello, sigue viviendo y enfrentándose a ella, sea un bueno para nada.
¿O acaso alguno de vosotros ha huido de los otros demonios pese a ser tratado
de otra manera?
Aquella charla les dejó sin palabras, dando lugar a
expresiones melancólicas.
-No os subestiméis. Es posible que todavía os falte
experiencia pero lo esencial ya forma parte de vosotros. En cuanto a mi
sucesor, es posible que algún día esté sea capaz de dirigir a demonios y
ángeles pero eso será cuando crezca lo suficiente. Y durante su crecimiento,
espero que estéis ahí para apoyarle en todo lo que necesite –tras esto, Chaos
se levantó de su sitio- Pensaos vuestra respuesta y decídmela cuando
consideréis más oportuno. Al fin y al cabo es una petición, no una orden, por
lo que la decisión es vuestra. Eso sí, os encomendaré este trabajo sólo si
aceptáis todos. Ahora, podéis marcharos.
-Luci, ¿puedes venir un momento conmigo? –dijo Chaos
tras abandonar la casa de Zebub.
-Supongo...
-Hay algo que me gustaría enseñarte.
Dicho esto, Chaos comenzó a caminar hacia las
afueras seguido de cerca por el pecado, cuya cara mostraba preocupación.
Finalmente, no muy alejada del conjunto de casas que
acababan de abandonar, se encontraba otra de pequeño tamaño y que destacaba por
la presencia de una larga chimenea en el tejado de la que salía un humo gris
continuamente.
Sin pensárselo dos veces, Chaos entró,
descubriéndose un almacén con varias mesas de madera, paredes de piedra en la
que se hallaban colgadas numerosas herramientas, y la parte inferior de la
chimenea, frente a la que se encontraba un demonio de aspecto desgastado,
espalda curvada y dos cuernos, de los cuales uno estaba partido.
-¿Cómo estás, Mephisto? –preguntó Chaos, mientras
observaba tranquilamente las herramientas de la pared.
-Como siempre. Trabajando pese a que mi cuerpo ya no
es lo que era.
-¿Quién es? –preguntó Luci-. No me suena haberle
visto por el territorio de los demonios.
-Eso es porque apenas salgo de este lugar, chico
–respondió Mephisto sin girar la cabeza, mientras golpeaba con sus manos un
objeto alargado que tenía un color rojo intenso.
-Su nombre es Mephisto, y es uno de los primeros
demonios en nacer. Decidió dedicarse a la construcción y la forja de objetos, y
lleva muchísimos años trabajando en ello. El mejor artesano del mundo.
-No sabría decirte si por habilidad o por falta de
competencia –bromeó Mephisto.
-¿Dónde la tienes? –preguntó Chaos, sin más
preámbulos.
-Está en la habitación de al lado.
Los dos avanzaron hacia una puerta adyacente a la
chimenea en la que Luci no se había fijado al principio. Entrando por ésta,
encontraron otra sala más pequeña que la anterior donde se encontraban
acumulados ordenadamente más utensilios y herramientas. Sin embargo, uno en concreto
llamó la atención del demonio: una armadura de cuerpo entero, de colores gris y
negro, con dos cuernos sobre el casco.
-¿Una armadura? –se le escapó a Luci.
-Esto es precisamente lo que te quería enseñar.
El joven se acercó y deslizó sus dedos por ella. El
material estaba frío y liso.
-¿Por qué?
-Verás, esta armadura es especial. Mejora
considerablemente las capacidades defensivas y regenerativas de aquel que la
lleva. Además se adapta perfectamente a su cuerpo. Sólo hay un problema, y es
que esa adaptación impide que el usuario pueda quitársela hasta que éste muera.
-Entiendo...
-En cuanto a por qué te la enseño a ti. La respuesta
es simple: llegado el momento, me gustaría que la llevases.
-¿Llegado el momento? ¿A qué te refieres? ¿Tiene que
ver con lo que nos has propuesto antes?
-Este mundo cambiará, Luci. Y ni siquiera yo mismo
sé de qué manera. Si decidís guiar a los demonios, también necesitaréis más
poder. Aunque, debo decirte que ponerse esta armadura requiere también cierta
resistencia física.
-Pero yo... –el demonio hizo una pausa-. Yo soy
débil...
-Te equivocas, Luci. De todos, tú eres precisamente
el que más potencial tienes. Es por eso que tú eres el único que puede llevar
esta armadura. Pero, por supuesto, esa decisión, al igual que la otra, es tuya.
-¿Potencial?
Chaos asintió.
-Quizás todavía no lo veas pero llegará un día en el
que te darás cuenta de ello –tras esto, el creador de los demonios se dispuso a
irse-. Volvamos.
-Oye, Chaos.
-Dime.
-Todo esto...es como si hubieses predicho que algo
malo va a pasar...y te estés preparando para ello...
-No, Luci. Precisamente porque no sé lo que ocurrirá
en el futuro, he de estar preparado.
La escena volvió a cambiar a una en la que se veía a
Bel y Biblia leyendo un libro y tomando apuntes en un papel de aspecto alargado
y ancho.
-Mm... –de repente, Biblia se detuvo- No estoy
segura entender esto.
-Creo que se refiere a que puede usarse como
antibiótico en caso de pequeñas úlceras en el ojo.
-Ah, ya veo. Entonces estos son los que se
mezclarían en caso de que haya necesidad de reducir una inflamación.
-Así es...
-Uah, gracias, Bel. Se te da muy bien esto.
-No hay de qué...
Las dos volvieron a centrarse en su estudio, sin
embargo, Belphegor desviaba la vista de vez en cuando hacia Biblia.
-Esto...Biblia...
-¿Sí?
-¿Cómo va tu embarazo?
-¡Ah! ¡Me alegra que me lo preguntes! –exclamó
alegremente apartándose de la mesa sobre la que estudiaban para dejar que la
joven viese su vientre.
-Ha crecido mucho desde la última vez...
-¡¿Verdad?! ¡Espero que eso signifique que va a
nacer sano!
-Hay algo que me gustaría preguntarte...aunque puede
que resulte algo...incómodo...
-No pasa nada. Pregunta lo que quieras.
-Bueno, ¿cómo es que puedes tener hijos? Quiero
decir, en teoría no eres ni humana, ni demonio, ni ángel. Los más parecidos a
ti serían Chronos y Chaos, ¿no?
-Mm...si te soy sincera es algo que ni yo misma sé.
Es como si me preguntases por qué me pusieron sexo cuando me crearon, si fue
simple casualidad o hubo algún motivo en ello. Además, ¿nuestro hijo será de
sexo masculino o femenino? ¿Será ángel o demonio? Hay muchas preguntas que no
sé resolver pero me conformo con que nazca bien y crezca sano y feliz.
-...
-Siento no haber sido de mucha ayuda –se disculpó
Biblia sonriendo tímidamente.
-Para nada, sólo era curiosidad. A mí también me
gustaría que naciese sin problemas. De hecho...bueno...me gustaría
ayudarte...durante el parto...si no te importa...
-¡Claro que no me importa! ¡Me encantará que estés
conmigo! –exclamó mientras abrazaba a la demonio-. ¡Así también practicarás
para matrona! ¡Son todo ventajas!
Mientras tanto, fuera de la casa, Luci golpeaba
fuertemente el antebrazo de Chaos con una de sus patadas.
-¡Así! ¡Muy bien! ¡Continúa!
El demonio siguió con una combinación de puñetazos y
patadas a velocidad constante y marcando el golpe en las extremidades del que
actuaba como su entrenador. Algo más alejada de allí, Levi les observaba con
una expresión mezcla de preocupación y tristeza.
-¡Suficiente por hoy! ¡Buen trabajo, Luci!
-Gracias...
-Has mejorado mucho durante estos meses. Estoy
seguro de que dentro de un par de años será capaz de superarme hasta a mí.
-No digas tonterías, Chaos. Además, tampoco pretendo
llegar tan lejos. Con estar mejor preparado para el futuro, me conformo. No
quiero superarte o llegar a ponerme esa armadura. Lo entiendes, ¿verdad?
-Por supuesto. Ya dije que era decisión tuya.
-Bien. Nos vemos mañana.
Tras esto, Chaos se encaminó hacia la casa, pasando
por el lado de Levi.
-Creía que no te ibas a implicar en la evolución de
ninguno de los demonios –dijo Levi, sentada con los brazos cruzados sobre sus
rodillas.
-Je, eres dura con mis propias palabras, ¿eh?
–respondió él con una sonrisa irónica- Él mismo tomó la decisión de entrenarse
en combate conmigo como compañero. Quiero pensar que no fue por influencia mía.
-¿Lo dices por lo que nos pediste el otro día?
-Es posible...
-Odio esa parte de ti. Da la sensación que lo sabes
todo, pero en ocasiones no te das cuenta de nada...
-Hay muchas cosas que incluso yo desconozco. Si os pedí
ayuda y todavía os la sigo pidiendo es precisamente por eso.
-...
-Tú también eres importante en esto, Leviathan.
Fuiste la primera de vosotros en nacer, y has cuidado de los demás como si
fuesen tus hermanos. Juntos seréis grandes guías pero tú eres la mejor para
guiarles a ellos.
-¡Déjate de cumplidos! –gritó la joven, levantándose
de golpe-. ¡No digas cosas que al final no significan nada!
-¿Levi?
La joven tenía las manos apretadas fuertemente,
tanto que las uñas llegaban a clavársele, formando pequeñas heridas.
-Lo siento, tengo que irme...
Dándole la espalda, la demonio se marchó de allí,
dejando a Chaos confuso y sin saber qué decir.
Lo siguiente que se vio fue a Asmodeus, en su forma
femenina, caminando por territorio humano, sin embargo, esta vez se mostraba
más vigilante e insegura que la última vez.
-Ugh, esto no me gusta un pelo. Desde que llevé a
Aalis a territorio de los demonios, el entrar en el de los humanos se ha
acabado convirtiendo en una prohibición. Para más colmo, no la he vuelto a ver
desde entonces. Espero que no le haya pasado nada... ¡Ah! Si no fuese por esta
forma sería incapaz de dar un simple paso. Y pese a ello tengo que estar con
ojo avizor por lo que pueda pasar. Y luego está lo de Chaos, ¿ser sus
guardaespaldas y guiar a los demonios? Ni en broma me metería en algo tan
aburrido como eso.
Mientras se quejaba en voz alta de todos sus
problemas, de repente, se topó con una pequeña construcción. Ésta tenía el
mismo tamaño que una de las casas de los demonios, presentaba paredes blancas y
un tejado con forma triangular. No obstante, había algunas diferencias con
respecto a las que ella había visto, como los grandes ventanales con forma de
arco que la decoraban, y una extraña cruz justo encima de la puerta de entrada.
-¿Qué significará esa cruz? –se preguntó.
En ese momento, la puerta se abrió, asustando a
Asmodeus y provocando que se escondiese detrás de dos árboles solitarios y a
unos metros de la extraña “casa”. Desde allí, continuó observando.
-¿Son...ángeles...?
Dos ángeles, ataviados con una túnica blanca y cuyas
alas se encontraba recogidas sobre su espalda, se desplazaban andando a un
ritmo muy lento. Iban como atontados, con una expresión monótona en sus caras,
como si hubiesen perdido toda motivación.
-¿Qué es lo que les pasa? Es como si les hubiesen
chupado la energía. ¿Será por haber entrado en ese sitio?
La joven continuó mirando cómo se alejaban hasta que
fueron perdidos de vista colina abajo.
-¿Qué era eso? –cavilando durante unos momentos
sobre lo ocurrido, finalmente se encogió de hombros-. Bueno, no importa, tengo
mejores cosas que hacer. Además, prefiero
no meterme donde no me llaman –así pues, decidió abandonar aquella zona
mientras, detrás de ella, la puerta de aquella “casa” se cerraba.
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