-¡Hah! -gritó Kareth mientras se lanzaba contra una de las bestias que los perseguían, haciendo chocar su arma contra sus colmillos y saliendo despedido hacia atrás en el proceso, acabado por los suelos, cubierto de tierra y vegetación.
-¡Ugh! –se quejó, incorporándose-. Si las armas no les hacen efecto, tendré que utilizar otros... ¡Uah!
Sin dejarle terminar la frase, otra de aquellas bestias le atacó por el costado, obligándole a saltar a fin de evadir sus enormes fauces.
Entonces, el reflejo de un filo se observó justo sobre la cabeza del monstruo, aterrizando en su centro una lanza.
-¡Gracias, Ivel! –agradeció Kareth, con una sonrisa, a la joven chica pelirroja y con un tercer brazo a su espalda, quien lo miró de reojo. Su expresión parecía la de una profesora regañando a su alumno.
-¡Deja los agradecimientos para luego y larguémonos de aquí! –sugirió ella, echando a correr ante la inminente llegada de más bestias.
Asintiendo, el joven la siguió, introduciéndose más y más en aquel gran oasis.
Días antes
Se escuchó el sonido de varios disparos en el área de entrenamiento. Allí, Remi intentaba dar caza a Kareth, quien, con sus piernas transformadas, esquivaba cada uno de sus tiros.
A una distancia prudente, Quattuor y Sarah les observaban mientras ella movía sus labios de vez en cundo, como pronunciando las palabras mágicas de un hechizo.
En ese momento, uno de los disparos consiguió alcanzar a Kareth, que acabó rodando por el suelo, llenándose la ropa de arena.
-¿Cuántos, Sarah? –preguntó Quattuor sin dejar de observar a los dos combatientes.
-Cincuenta y dos disparos evadidos. Alcanzado en el cincuenta y tres –contestó la chica.
-Mejor marca que la de ayer, pero sigues sin ser lo suficientemente rápido como para enfrentarse a Detz.
-¡¿Lo intentamos de nuevo?! –preguntó Kareth, espolsándose la arena que llevaba encima.
-No. Dejémoslo estar por hoy –contestó el hombre, disponiéndose a volver a la villa cuando, de repente, se quedó unos instantes pensativo, con la mirada puesta en el chico- Me pregunto si esa transformación... -murmuró
-¿Eh? ¿Has dicho algo? –preguntó Sarah.
-No. No es nada...
Mientras tanto, Remi ayudó a su amigo a levantarse.
-¿Qué opinas, Remi?
-¿Dices sobre tu habilidad en combate? –contestó el chico, devolviéndole la pregunta. A lo que Kareth asintió.
-Creo que has mejorado mucho durante este mes. Aun así, no sé, tengo la sensación de que no has desarrollado todo tu potencial.
-Ya veo. Yo pienso lo mismo –se lamentó el joven.
Hacía aproximadamente un mes desde que volviesen de los territorios de la facción. Durante ese tiempo, las relaciones entre ésta y la unión habían mejorado pese existir todavía algunas diferencias entre ellas.
La intervención de Alder había ayudado a incrementar los recursos de la facción que, al haber dejado las armas, podía centrarse en cumplir las necesidades de los ciudadanos, pactadas gracias en parte a Razer, y mejorar así sus condiciones de vida.
Por otro lado, los gobernadores de ambas regiones habían contactado con el emperador para comunicarle su renuncia a la guerra y determinar un día para pactar las condiciones de su final. O lo que era lo mismo, contarle sobre la aparición de un enemigo común.
Por suerte, el emperador no se había opuesto a dicha reunión.
-Hay un par de cosas que no me da buenas vibraciones –declaró Quattuor mientras volvían a la villa.
-¿A qué te refieres? –preguntó Sarah.
-Primero están los miembros del proyecto Gaia, a quienes seguro encontraremos en el imperio, o por lo menos a algunos de ellos. Y segundo, el emperador. Dada su personalidad, no sé si lograrán convencerle.
-Si no podemos convencerle con palabras, no nos quedará más remedio que usar la fuerza –respondió Kareth, haciendo que los demás le mirasen.
-Te has vuelto más agresivo, chico. Aunque no me parece mal –respondió Quattuor, sonriendo-. Pero sí. Debemos estar preparados para todo. Y es precisamente por eso que dudo. Porque es imposible estarlo.
En ese momento, divisaron la figura de alguien corriendo hacia ellos. Se trataba de Drake, quien se detuvo frente al grupo, arqueando su espalda y poniendo las manos sobre sus rodillas, intentando recuperar el aliento.
-¡Kareth! –consiguió decir después de unos segundos.
-¡¿Qué pasa, Drake?! –preguntó el chico, preocupado.
-Es Nara.
-¡¿Le ha pasado algo?!
-No. Ella se encuentra bien, pero será mejor que vengas.
Mirándose los unos a los otros, los cuatro corrieron en la dirección de la que había venido Drake, quien, agotado, se quedó rezagado.
-¡Esperadme! –gritó con el poco aliento que le quedaba- ¿¡No podríamos usar un sistema de comunicación más moderno o algo!?
Cuando llegaron, se encontraron a Kai frente a una puerta cerrada, apoyada su espalda contra la pared de enfrente, y de brazos cruzados.
-¡Kai! –exclamó Kareth al verlo, haciendo que el nigromante se incorporase.
-Por fin habéis venido.
-¡En cuanto Drake nos ha avisado! ¡¿Qué ha pasado?!
-No lo sabemos todavía. Estaba tan tranquila cuando, de repente, le han entrado nauseas y ha tenido que marcharse corriendo. Ahora mismo Seph y Miruru están con ella –explicó Kai, señalando la puerta.
-¡Voy a entrar! –dijo Kareth, con decisión, y dispuesto a abrirla.
-¡Eh! ¡Eh! ¡Eh! ¡Espera! –exclamó el nigromante, deteniéndolo- Entiendo que estés preocupado, pero deja algo de tiempo hasta que se calme la situación.
-¡¿Cómo quieres que espere?! ¡¿Y si está así por lo que le hizo Detz?!
-Mira, sé cómo te sientes, pero ya te he dicho que Seph y Miruru están con ella. Si algo grave pasa, seguramente ellas...
En ese instante, la puerta se abrió de golpe, interrumpiendo al joven y a punto de golpear a ambos.
-¡Queréis callaros de una vez! –gritó Miruru, enfadada. Tras esto, echó un vistazo a todos los que estaban fuera de la habitación- Entrad todos. Sobre todo tú –dijo, señalando a Kareth, quien se mostró confuso y asustado.
Una vez dentro, vieron a Seph sentada al lado de Nara, quien parecía conmocionada pero, al mismo tiempo, con mejor aspecto del que habían dado a entender las circunstancias.
Al instante de verla, el guerrero se acercó a ella y la cogió de las manos.
-¡¿Cómo estás?! –preguntó.
-Bien. Aunque todavía no me lo termino de creer –contestó ella, provocando que el joven frunciese el ceño. Por otro lado, la expresión de Seph, quien sonreía de oreja a oreja, no ayudaba a aclarar la situación.
-Será mejor que se lo digas –indicó Miruru, agarrándose al brazo de Kai, inquieta, mientras Nara asentía y miraba a Kareth a los ojos, tragando aire antes de hablar.
-Estoy embarazada –dijo con seriedad, dejando a todos en silencio durante unos segundos.
-¡¿Qué?! –fue la reacción del grupo, salvo Seph y Miruru, quienes ya lo sabían; y Quattuor, a quien no pareció importarle.
Justo entonces apareció Drake, apoyándose en la puerta para evitar caerse del agotamiento.
-¿Me he perdido algo? –preguntó.
-Pero, ¡eso es genial! –exclamó Sarah, abrazando a su amiga-. ¡Enhorabuena!
-Gracias.
-¿Estás bien, Kareth? –preguntó Seph, quien agitaba su mano enfrente del joven.
-Se ha quedado de piedra –comentó Kai.
-Espera, ¡¿que Nara está embarazada?! –se sorprendió Drake.
-Descansa, Drake. Ahora te cuento –le dijo Seph, viendo lo retrasado que iba en aquella serie de acontecimientos.
Finalmente, le llegó el turno a Kareth, quien, lentamente, se señaló a sí mismo.
-¿Y yo soy el padre?
-¡¿Y quién si no pedazo de imbécil?! –replicó Miruru, golpeándole en la nuca.
-Voy a ser padre. Voy a ser padre -repitió el chico, todavía ensimismado.
-¿Kar? –preguntó Nara, quien empezaba a asustarse.
-¡Voy a ser padre! –exclamó, cogiendo en brazos a la chica y girando sobre sí mismo, eufórico- ¡Voy a ser padre! –continuó durante un tiempo hasta detenerse a observar la expresión de ella, quien le devolvió una bella sonrisa.
-Bueno, será mejor que les dejemos solos. Seguro que tendrán mucho de qué hablar –interrumpió Quattuor, saliendo de la habitación, seguido por el resto.
-¡¿Cuándo vamos a tener uno nosotros?! –preguntó Miruru, subiéndose a la espalda de Kai.
-¿Te gustaría intentarlo? –preguntó el chico, acomodándola, mientras sonreía maliciosamente.
-¡Por supuesto!
-Así que Nara va a tener un hijo –se quejó Drake mientras era arrastrado por Seph.
-¿Y eso qué tiene que ver contigo? –dijo Seph.
-Ya no podré ligar con ella.
-¡Ni ahora ni antes, imbécil! –exclamó la chica, golpeándole en las partes bajas y dejándole tirado en el suelo.
La última en salir fue Sarah, quien guiñó un ojo a la pareja antes de cerrar la puerta.
-¿Quién nos iba a decir que acabaríamos siendo padres? –dijo Nara, sentada sobre la cama, con la cabeza apoyada en el hombro de Kareth y una mano sobre su propio vientre.
-¿Y sabes cuando fue que...? –preguntó el chico, haciendo un gesto con la cabeza que ella entendió.
-No estoy segura, pero probablemente cuando regresamos a la villa, hace como un mes o así.
-¿Cuándo volvimos de los territorios del oeste?
-Sí –respondió ella, sonrojándose ligeramente.
-Vaya. Todo esto es tan extraño. Quiero decir que nunca me había planteado tener hijos, pero, cuando me lo has dicho, ha sido como si lo llevase esperando décadas.
-¡Ja ja! A mí me pasa lo mismo –dijo la joven alegremente, aunque, poco después, su expresión se ensombreció.
-¿Ocurre algo?
-Tengo miedo. Este mundo no está hecho para un bebé. Y nosotros tampoco somos padres normales –se sinceró mientras acariciaba la joya de su frente-. No puedo evitar angustiarme por cómo será el futuro.
-Entonces debemos cambiar este mundo. No, lo haremos. Acabaremos con esta guerra y crearemos un lugar donde nuestro bebé pueda vivir feliz y libre. Como sus padres, también lucharemos por él.
-Sí.
-Sarah.
La joven se giró al escuchar una voz diciendo su nombre. Frente a ella encontró a un hombre de avanzada edad subido a una máquina que utilizaba para desplazarse.
-¡Normand! Creía que estabas ayudando a Razer con el plan de reunión con el emperador.
-Y así era, pero parece que mi papel ha terminado. Al menos, de momento. Además, ese chico sabrá encargarse solo de los temas políticos. Quería hablar contigo sobre el arco que me pediste.
Al darse cuenta de que Sarah se había quedado atrás, el resto del grupo volvió sobre sus pasos y se unieron a ella en su conversación con el hombre, curiosos por lo que éste le estaba contando.
-He hecho inventario de los materiales que necesito y hay uno en concreto que, por desgracia, no es fácil de conseguir, ya que se obtiene a partir de una planta que crece en un gran oasis, a varios kilómetros al nordeste de aquí.
-¿Te refieres al que vimos durante nuestro viaje hacia aquí? –preguntó Seph.
-Ése mismo.
-Entonces sólo hay que ir, buscar esa planta, conseguir ese material y volver –declaró Miruru, contando cada punto con los dedos de sus manos.
-No es tan sencillo. En ese oasis viven criaturas con las que hay que llevar mucho cuidado. Además, la planta que debéis encontrar es difícil de diferenciar de otras que habitan allí, y existe un rumor bastante preocupante sobre esa zona.
-¿Un rumor? –preguntó la semidiosa.
-Sí. Gente que afirma que, en lo más profundo del oasis, hay un ermitaño que es capaz de controlar a esas criaturas y que, pese a su gran sabiduría y poder, no le gustan mucho los humanos, por lo que, quien intente llegar hasta él, sufrirá una muerte horrible.
-Qué mal rollo –declaró Miruru.
-Como he dicho antes, sólo es un rumor. Aunque es cierto que se hacer raro que haya tantas bestias vigilando el oasis.
-Mm...
-¿Qué ocurre, Kai? –preguntó Drake.
-Es que, según lo que has contado, tengo el presentimiento de que haber estado allí antes.
-¡¿En serio?! –se sorprendió Miruru.
-Sí, aunque tendría que comprobarlo en persona. Si se cumple mi presentimiento, creo que sé quién es la persona a la que se refieren los rumores.
-¿Y quién crees que es?
-Mi maestro.
-¡¿Tu maestro?! –exclamaron todos.
-Ya dije que fue un hombre que vivía en un oasis quien me enseñó a controlar a los espíritus.
-Espíritus... –intervino, esta vez, Quattuor.
-¿Ocurre algo, Quattuor?
-Hace un tiempo, te comenté que me sonaba haber visto ese poder tuyo, pero, cuando mencionaste lo de tu maestro, no caí. No existen muchas personas que sepan invocar los espíritus que tú utilizas. Tribus y Duobus, por ejemplo, invocan espíritus de guerreros y armas respectivamente, pero no son de la misma categoría.
-Así es –afirmó Kai-, los espíritus que yo invoco, los que también invocaba May, son de una categoría especial. Se diferencian por ser invisibles al ojo humano y servir como apoyo más que para el combate. Incluso pueden ser utilizados para el día a día, al contrario que los Infernos o los que has nombrado antes.
-Ahí quería llegar. Tan sólo recuerdo a tres personas que hayan hecho contrato con ese tipo de espíritus: una eres tú; otra es esa chica, May; y la tercera fue un hombre que participó en el proyecto Gaia junto a Detz, Darker y la pareja de científicos.
-¿Dices que mi maestro podría ser ese hombre?
-Es una hipótesis, pero, si estoy en lo cierto, ir a ese oasis podría servir para más que encontrar ese material.
Ante aquella revelación, el grupo se quedó en silencio, en parte confusos, pero también emocionados por aquel giro de acontecimientos.
-¡Entonces, decidido! –dijo Miruru- ¡Iremos allí, buscaremos esa planta, conseguiremos el material, buscaremos a ese hombre, conseguiremos información y volveremos!
-Algo me dice que no eres muy buena planeando estrategias, Miruru –señaló Seph.
-Antes de nada, tendremos que informar a Razer, Nara y Kareth. Luego decidiremos quiénes vamos –comentó Sarah.
Tras reunirse todos, incluido Razer, quien había logrado sacar algo de tiempo para ellos, hablaron sobre el oasis y el rumor del hombre que vivía allí.
-La fecha para reunirse con el emperador se ha fijado para dentro de tres semanas. Será mejor que el grupo que parta hacia el oasis no sea muy numeroso. Eso agilizará el viaje –propuso Razer.
-Tú deberías quedarte, Nara –sugirió Kareth, a lo que la chica quiso responder quejándose, pero fue interrumpida por Sarah
-Esta vez, estoy de acuerdo con Kareth. En tu estado, no puedes arriesgarte a un viaje así.
-¿En su estado? –preguntó Razer.
-¡Va a tener un bebé! –informó Miruru, felizmente, ante el desconcierto del líder de los Rebeldes.
-Lo que hay que oír. Desaparezco unos días y mira lo que me pierdo. Enhorabuena –celebró, sonriente.
-Gracias.
-Aunque, después de esto, he de ponerme del lado de Sarah y Kareth. Por mi parte, tengo que quedarme aquí, así que puedes ir tranquilo. Me encargaré de que reciba los mejores cuidados.
-No quiero que se me dé un trato especial –indicó Nara.
-Toda persona que viva en esta villa lo tendrá, sin excepciones –sentenció Razer.
-Nosotros también nos quedaremos –confirmó Remi, señalando también a Seph y Drake.
-Entonces decidido, irán Kareth, Kai, Miruru, Quattuor y Sarah. Buena suerte y tened cuidado.
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