-Veamos...cebolletas,
azúcar, salsa de soja...creo que lo tengo todo... –saliendo del supermercado
con una bolsa en la mano, una chica de pelo rojizo revisaba la lista de la
compra.
Colgado
de su hombro y extendiéndose hasta el costado, había un bolso de color negro
desde el cual se asomó un zorro con pequeños cuernos en la cabeza.
-¿Estás
segura, Eri? No sería la primera vez que te despistas y tienes que volver atrás
para comprar alguna cosa que se te ha pasado por alto.
-¡Eso
sólo fue una vez! Además, estoy casi segura de que lo he revisado bien.
-Casi
segura, ¿eh? –recalcó el zorro mientras sacaba las dos patas delanteras del
interior del bolso-. Por cierto, hace un calor terrible.
-Estamos
en verano, incluso si estás acostumbrado a las altas temperaturas es normal que
te afecte.
-Bueno,
estar encerrado en esta cosa tampoco ayuda mucho.
-¿Y
qué quieres que haga? La gente vería raro a un zorro que habla caminar
libremente por la ciudad. Ni qué decir si además tiene tres colas y cuernos.
-Puede,
¿pero era necesario que fuese de color negro? Por culpa de eso el interior
parece una estufa.
-¡Es
el único que tengo, ¿vale?! ¡Deja de quejarte!
-Vale,
vale...
Habían
pasado casi tres semanas desde que un hombre que se denominó a sí mismo apóstol
decidió atacar la basílica del Vaticano con la intención de llevarse los
“Daying Walkers” que allí se encontraban, siendo destruida en el proceso. Por
entonces, también había aparecido una chica llamada Lilith, que resultaba ser
la nieta de Satán y a la cual estaban buscando para asesinarla.
Así
pues, Derain había decidido que mientras se preparaban para un posible ataque
por parte de los apóstoles y esperaban a que los pecados se reuniesen en la
ciudad, Lilith se quedaría en mi casa, según sus propias palabras: “Porque es la
que más espacio tiene, al fin y al cabo, solamente vivís ese zorro y tú.”
Por
su parte, ella apenas entendía algo de la profundidad de todo aquello, el hecho
de que los apóstoles quisieran resucitar a Dios, o Chronos, o como se llamara,
para iniciar otra guerra contra los demonios; el que Kaoru resultase ser un
ángel; quiénes eran los pecados...había muchas cosas que no entendía, y lo
único que había sacado en claro era que los pecados se encargarían de
explicárselo todo.
Para
colmo, pese a que estaban en vacaciones de verano, no había tenido mucho tiempo
para disfrutarlas. No en el sentido de no haber podido salir con sus amigas,
quienes ya estaban recuperadas tras su paso por el hospital, sino por estar más
pendiente de que apareciese algún atacante que de pasarlo bien. Y eso que
Derain le había dicho que no se preocupase, que en caso de que sucediese algo
la avisaría.
Si
lo pensaba bien, también estaban Akira y Asari. Y, por lo que había escuchado,
Hioni-sensei también había vuelto de su expedición a Italia, aunque no había
tenido tiempo de verle debido a que había tenido que ocuparse de otros asuntos.
En
cualquier caso, técnicamente no había motivos para estar preocupada pero, aun
así, no podía quitarse ese malestar del cuerpo.
Finalmente,
llegaron a casa.
-Ya
estoy de vuelta.
-Bienvenida
Una
chica de pelo azul celeste los recibió amablemente en la entrada.
-¿Quieres
que te eche una mano? Parece que pesa –se ofreció la joven.
-No,
tranquila, puedo yo sola –respondió Eri mientras dejaba el bolso colgado en una
percha cerca de la entrada y permitía salir a Agramón.
-Como
quieras pero esta vez te ayudaré a hacer la cena, te guste o no.
-De
acuerdo, de acuerdo.
Siguiéndola
hasta la cocina, Eri recordó los inicios de su convivencia con Lilith, la cual
comenzó con algunas dificultades ya que en un principio no se mostraba muy
confiada con ella y Agramón. Así pues, era difícil que aceptara comida de
buenas a primeras si era Eri quien la preparaba, cocinando sus propios
alimentos y comiéndolos después en un lugar lo más apartado posible de donde lo
hacía la chica de pelo rojo. Por entonces, la súcubo se había sentido bastante
incómoda ya que ni ella ni Agramón sabían cómo romper el hielo, o al menos no
sin que la conversación terminase a los pocos segundos con sequedad. No era
como que los tratase mal o algo por el estilo, de hecho era bastante ordenada,
tranquila e independiente, sino que por aquel entonces era bastante reservada.
Sin
embargo, al cabo de dos semanas había conseguido coger confianza con ellos y,
pese a que seguía teniendo sus cosas, se mostraba más cercana y participativa.
-No
se te ha olvidado nada, ¿verdad? –preguntó Lilith mientras la ayudaba a colocar
los productos en sus respectivos sitios.
-¡P-por
supuesto! ¡Repito que sólo me pasó una vez! –se molestó Eri.
-¿Y
las espinacas?
-¡No
puede ser! –exclamó la súcubo dirigiéndose a la bolsa que estaba mirando Lilith
para darse cuenta de que sí que se encontraban en el interior de ésta-
¡Lilith-chan!
La
otra chica esbozó una media sonrisa a la vez que cogía el alimento y lo
depositaba en el frigorífico.
-Eres
muy fácil de engañar, Eri –indicó Agramón.
-¡Tú
cállate!
De
repente el timbre de la casa sonó.
-Voy
yo –dijo la joven de pelo rojo mientras corría hacia la puerta.
Al
abrirla apareció al otro lado un chico de pelo negro, alto y fuerte.
-¡Akira-kun!
–exclamó Eri alegremente.
-Hola
–respondió él con un simple saludo alzando su mano derecha.
-¿Cómo
tú por aquí?
-Bueno,
pasaba por esta zona y decidí haceros una visita –explicó el joven rascándose
la cabeza.
-Por
supuesto...una visita de lo más casual... –comentó Agramón apareciendo detrás
de Eri.
-¡Tú
cállate! –replicó el medio demonio.
-Y
ya van dos...
-Entonces,
¿quieres cenar con nosotros? –preguntó la chica.
-Ah...n-no
hace falta, si ahora mismo me voy... –respondió él alterándose un poco.
-¡Nada,
nada! ¡Cuantos más, mejor! –declaró Eri cogiendo de la mano a Akira e
introduciéndolo en la casa.
-¡Lilith-chan!
¡Tenemos visita! –gritó la anfitriona mientras entraba en la cocina.
-Esto...hola...
–dijo su amigo apareciendo detrás de ella.
-Hola.
Tanto
la súcubo como el medio demonio notaron una mayor frialdad en el saludo de la
nieta de Satán, aunque era de esperar teniendo en cuenta que todavía no conocía
muy bien al chico.
En
parte había que decir que no era culpa suya. Debido a que apenas le permitían
salir de casa de Eri, Lilith no había conocido a mucha más gente además de ella
y Agramón. Pese a que era por su seguridad, a la súcubo no le gustaba mucho la
idea, por no decir que si iba a algún sitio tenía que ser bajo la supervisión
de alguien como Derain o Asari. Y eso que la demonio poseía la habilidad de
ocultar su Setten, pero no sería suficiente para lidiar con el poder de los
apóstoles.
-Bueno,
pongámonos manos a la obra –dijo Eri mientras empezaba a sacar utensilios de
cocina.
Acto
seguido, Lilith cogió uno de los cuchillos y comenzó a cortar las cebolletas.
-¿Puedo
ayudaros en algo? –preguntó Akira.
-No
te preocupes, tú siéntate y espera con Agra-chan –contestó Eri.
-Si,
eso, no sea que fastidies la cena –se burló el zorro.
-¿Sabes?
Me está empezando a apetecer zorro a la parrilla –declaró Akira mientras hacía
aparecer una llama en su mano. La vena de su frente parecía haberse hinchado
peligrosamente.
-¡Inténtalo!
¡No te tengo miedo! –respondió Agramón haciéndose ligeramente hacia atrás,
traicionando sus propias palabras.
El
chico disipó la llama y resopló. Acto seguido volvió la vista hacia Eri.
-¿Cómo
va el entrenamiento de Luka y Shiina?
-Luka
ha tardado poco en aprender a controlar sus habilidades demoníacas, de hecho
aprendió a concentrar el Setten antes que yo. Incluso ya utiliza habilidades
propias de su raza. Como las que utilizó cuando nos enfrentamos a ella, sólo
que sin descontrolarse en el proceso. Está superexcitada con eso de tener
poderes, ya sabes a lo que me refiero. Estaba deseando salir del hospital para
ponerse a experimentar.
-Suena
a algo muy propio de ella.
-¿Verdad?
Lástima que con Shiina las cosas no vayan tan bien...
-¿Ocurre
algo?
-Creo
que los efectos secundarios de la maldición la están bloqueando...
-Ya
veo...
Después
de que Eri maldijese a la chica para evitar su muerte, nadie notó nada fuera de
lo normal. No obstante, unos días después de que saliese del hospital, mientras
ambas caminaban hacia casa, ocurrió algo extraño cuando la súcubo tropezó y
cayó al suelo, golpeándose la rodilla. No es que el golpe fuese muy fuerte, ya
que era algo que podía pasarle a cualquier niño al no vigilar sus pasos durante
una carrera. El problema fue que, cuando Eri levantó la cabeza, descubrió a su
amiga acariciándose el mismo sitio que ella con una mueca de dolor en su
rostro.
Cuando
le preguntaron a Derain, éste les dijo lo que la chica de pelo rojo ya
sospechaba, y es que, debido a los efectos secundarios producidos por la maldición,
sus vidas estaban conectadas. No tenía por qué suceder siempre pero, en algunos
momentos la una sentiría el dolor de la otra, probablemente sería más
pronunciado en dolores agudos, y, además, existía una alta probabilidad de que
la muerte de una de ellas significase el final para ambas.
Pese
a que en un principio parecía que ambas se lo habían tomado con bastante
serenidad, Eri tenía la sensación de que su amiga había estado actuando de
manera un poco extraña, como si vigilase cada paso que diese para evitar sufrir
algún accidente o tropiezo. Conociéndola, seguramente no quería que Eri lo
pasase mal por su culpa.
-¿Has
hablado con ella del tema?
-No
lo admitirá. Dirá que está bien y que no pasa nada.
-Incluso
así, opino que deberías intentarlo –interrumpió Lilith sin apartar la vista de
sus tareas-. Si no te impones no lograrás hacer que entre en razón.
-Lo
sé...
Tras
terminar de hacer la cena, los cuatro continuaron la conversación sentados en
la mesa.
-¿Sabes
algo de Tsuchie-kun, Gakusa-san y Mizuki-chan? No los he visto desde el
campamento –preguntó Eri.
-Seguirán
con su aprendizaje, aunque me pregunto si traerá algo bueno. Al que tampoco se
le ve desde el campamento es a Kaoru. Creo que ha estado contactando con los
pecados estos últimos días.
-Me
pregunto cómo serán...
-¿Los
pecados?
-Sí.
-Yo
tampoco los conozco así que no puedo ayudarte...
-Yo
sí que los conocí –dijo de repente Lilith.
-¿En
serio?
-Fue
cuando era pequeña, por lo que no recuerdo bien su aspecto pero trataban a mi
madre con bastante respeto. No tenía miedo estando cerca de ellos aunque...
-¿Aunque...?
-Cómo
decirlo...no es un grupo que te gustaría encontrarte por la calle...
-¿A
qué te refieres?
-Por
decirlo de alguna forma, no daban miedo pero sentía que estaban fuera de lugar.
-Qué
conclusión más extraña... –comentó Agramón.
-Mm...
–Eri se mostró pensativa.
-En
cualquier caso será mejor no darle tantas vueltas. Ya nos encontraremos con
ellos tarde o temprano –sentenció Akira.
Tiempo
después de terminar de cenar, el chico se despidió de ellas y se marchó,
quedándose solos ellas y el demonio con aspecto de zorro.
-¿Quieres
tomarte un baño tú primero, Lilith-chan? –preguntó Eri.
-¿Eh?
Ah, puedes ir tú delante si quieres. Yo me encargaré de fregar los platos.
-No
seas así. Ya lo haré yo, venga.
-Pero...
-Ni
peros ni nada.
Sin
intención de discutir, la joven aceptó la proposición.
Mientras
tanto, la súcubo se dirigió hacia la cocina para comenzar su tarea. Agramón se
sentó en una silla cerca de ella.
-Parece
que lo lleva mejor. Este estilo de vida, quiero decir.
-Sí,
de alguna forma esa chica me recuerda un poco a mí, ¿sabes?
-¿Lo
dices por lo de su madre?
La
chica asintió a la vez que depositaba uno de los utensilios ya lavados.
-¿Qué
motivos podría tener una madre para abandonar a su hija sin decir nada?
-En
lo único en lo que quiero pensar es en que lo hizo para protegerla.
-Para
protegerla, ¿eh?
Tras
quedarse unos segundos en pausa, la chica elevó la mirada al techo.
-¿Has
oído algo?
-Sí...
–respondió el zorro levantando las orejas- ¿Es Lilith?
-No,
no lo creo.
Aunque
leves, se habían escuchado pequeños golpes en el tejado. Si se sumaba lo poco
usual que resultaba eso con el estado de alerta constante que tenía la joven,
no era de extrañar su reacción.
-Agra-chan,
ve a avisar a Lilith. Voy a salir fuera un momento.
-Espero
que estés segura de lo que haces –dijo el zorro mientras obedecía.
-Más
quisiera...
Abriendo
la puerta, observó cómo el cielo comenzaba a oscurecerse. Quizás se hubiese
vuelto paranoica con todo lo que había ocurrido últimamente pero no podía
evitar pensar que aquel momento era perfecto para un ataque.
Desechando
ese pensamiento, y, puesto que no distinguió nada que le pareciese sospechoso,
pensó que la mejor manera de comprobarlo sería llegar hasta allí.
Así
pues, haciendo aparecer unas alas a su espalda, emprendió el vuelo.
Lo
cierto es que era la primera vez que utilizaba aquellas alas para volar en una
situación seria, por lo menos siendo consciente de ello, pero las anteriores
veces que lo había intentado había sido durante entrenamientos.
Cuando
aterrizó en las tejas echó un vistazo a su alrededor, por si encontraba algo
sobre las casas del resto de vecinos, sin embargo su búsqueda seguía siendo
vana.
-Ah...
–resopló- Quizás sólo fuese algún pájaro o su imaginación le estuviese jugando
malas pasadas.
Fue
entonces cuando, al darse la vuelta, algo no identificado la acometió
fuertemente, saliendo despedidos ambos hasta chocar contra el suelo de la
calle.
Tras
rodar un par de metros, Eri se levantó para encarar a su adversario, el cual se
erigía frente a ella vestido con traje y dos halos rodeando sus muñecas.
-Un
“Dying Walker”... –o eso le hubiese gustado a ella, ya que, mientras decía
esto, tres más aparecieron junto al otro- Como mínimo, estoy segura de que
podré lidiar con algo así –continuó diciendo, ya en pie.
Al
momento, dos de ellos se lanzaron contra la chica con una de sus manos al
frente, disparando un rayo de energía blanco liberado a partir de su halo. Ella
se elevó en el aire para esquivarlos y, acto seguido, dibujando un símbolo en
el aire, hizo aparecer una lanza cerca de su posición, la cual cogió y arrojó
hacia uno de ellos, atravesándole el pecho y deteniendo su avance.
El
otro, por su parte, emprendió también el vuelo, recorriendo la distancia que
los separaba.
-¡No
sabía que pudiesen volar! –exclamó la chica elevándose aún más para no ser
alcanzada.
Segundos
después tenía a los tres “Dying Walkers” que quedaban pisándole los talones.
Uno
de ellos consiguió cogerle el tobillo, haciendo fuerza para lanzarla de nuevo a
tierra, sin embargo, reaccionando rápido, la súcubo formó una bola de fuego en
la palma de su mano derecha, la cual lanzó directamente a la cabeza de su
perseguidor, quien recibió el golpe, cayendo al suelo desde una altura considerable.
De
esta forma, habiéndose librado de su acosador más cercano, Eri pudo comenzar su
contraataque contra los dos restantes, para lo cual concentró sendas bolas de
fuego en las dos manos y las lanzó en su dirección, consiguiendo acertar con
una de ellas pero no con la segunda, la cual fue evadida por el “Dying Walker”.
-¡Maldita
sea! –exclamó Eri al observar cómo su enemigo apuntaba hacia ella.
Sin
perder ni un segundo, hizo aparecer un escudo justo cuando el rayo de energía
fue disparado, logrando desviarlo en el último momento. Tras esto, volvió a
hacer aparecer otra lanza a su lado mediante un rápido movimiento de su
extremidad anterior, agarrándola rápidamente y lanzándose de frente contra su
adversario con ésta en una mano y el escudo en la otra, consiguiendo acertarle
en el cuello.
Entonces,
haciendo desaparecer las armas, bajó a tierra donde la esperaban Agramón y
Lilith.
-¿Estás
bien? –preguntó la demonio de pelo azul con expresión de preocupación.
-Sí,
no han supuesto ningún peligro. Sin embargo debemos estar alerta, no sabemos si
aparecerán más.
-No
es de ellos de quien deberíais preocuparos... –una voz cercana provocó que los
tres girasen la cabeza, topándose con el cuerpo de un hombre sentado sobre la
pared que separaba el jardín de una de las casas y la calle. A su lado se
encontraba un doberman.
-¡¿Quién
eres tú?! –gritó Eri.
-Eso
no importa. Me han pedido que venga a por vosotras dos y me gustaría cumplir
con mi trabajo sin demasiadas complicaciones, así que, si gustáis... –dijo
mientras hacía una señal para que se acercasen a él.
-...
–ninguno de los tres se movió.
-Vaya...entonces
no me quedará más remedio que utilizar otros métodos... –chasqueando los dedos,
tres “Dying Walkers” hicieron acto de presencia justo delante de él, no obstante,
éstos no eran como los anteriores. Para empezar eran ligeramente más altos que
los normales, la parte de arriba de la ropa no existía, dejando ver un torso de
color gris y con varios tornillos de unos cinco centímetros de diámetro
distribuidos aleatoriamente por todo éste. Además, a su espalda presentaba una
única ala de aspecto robótico y otro halo sobre su cabeza.
-¿Qué...es
eso...?
-“Dying
Walkers”, sólo que un poco modificados por uno de mis compañeros.
-Y
que lo digas...
Sin
darles más tiempo para sorprenderse, el del centro avanzó rápidamente hacia
ellos realizando un ataque vertical con uno de sus brazos. Los tres esquivaron
el golpe, dividiéndose en el proceso, de manera que Agramón y Eri quedaron
situados en el lado derecho de la calle y Lilith en el izquierdo.
-¡Lilith-chan!
–exclamó Eri.
-Recordad
que los quiero vivos. De lo contrario no me servirán para nada... –indicó el
hombre.
Al
final, el escenario se había convertido en dos de los “Dying Walkers”
modificados yendo a por Lilith, y el restante a por Eri y Agramón.
-¡Trágate
esto! –reuniendo una bola de fuego de gran tamaño con ambas manos, la súcubo lo
lanzó contra el que tenía enfrente, el cual recibió el golpe directamente pero
no mostró indicios de verse afectado por ello.
Por
su parte, Lilith dibujó un símbolo en el aire y situó ambas manos al frente,
enviando un fuerte vendaval a sus enemigos, logrando frenar su avance. Acto
seguido, junto sus manos, provocando que el viento se volviese afilado como
cuchillas, cortándoles, pero, ignorando esto, los “Dying Walkers” levantaros
sus brazos y lanzaron un rayo de energía en su dirección, el cual fue desviado
a duras penas por el viento generado por la demonio, golpeando las paredes de
las casas.
Mientras
tanto, Agramón cambió su apariencia a la de un ser horrendo del tamaño de un
león, recibiendo el apoyo de Eri para que tomase forma física y embistiendo a
su contrincante. No obstante, este último respondió con un ataque procedente de
su única ala, con la que aplastó al zorro.
-¡Aaaah!
–Eri hizo aparecer un rifle con el que disparó al ser, el cual avanzó hacia
ella sin inmutarse por las balas y la golpeó en el estómago, lanzándola a
varios metros de distancia. No contento con ello, el “Dying Walker” levantó uno
de sus brazos y apuntó a la chica, quien trataba de ponerse en pie. Fue en ese
momento cuando un policía apareció en escena, atraído por el escándalo que se
acababa de formar.
-¡¿Qué
está pasando aquí?! –preguntó al ver a la joven en el suelo.
-¡Márchese
de aquí! –exclamó Eri al observar cómo su enemigo cambiaba el objetivo de
disparo- ¡Corra!
En
el momento del disparo, la chica saltó para interponerse entre éste y el
hombre, sin embargo el contacto no llegó a producirse, cayendo ambos al suelo
sin un rasguño.
Cuando
la súcubo levanto la cabeza se encontró con el rostro de una chica guapísima de
pelo largo recogido en una coleta al final.
-¿Estás
bien? –preguntó.
-Sí...
–respondió Eri anonadada- ¡Espera! ¡¿Qué...?!
Recomponiéndose
de la sorpresa, la demonio se levantó rauda para enfrentarse al “Dying Walker”
pero lo que encontró fue a éste detenido en seco, con la mano todavía apuntando
al aire.
-¿Qué
es lo que...? –dijo Eri sin tener ni la más mínima idea de lo que acababa de
pasar.
-No
te preocupes, no volverá a atacarte –declaró la otra chica con una tierna
sonrisa que hizo que la súcubo se pusiese colorada.
-¿Y
Lilith-chan? –preguntó de nuevo más calmada.
-Está
todo controlado.
Al
otro lado de la calle, un joven pelirrojo con el pelo de punta y una pequeña
coleta que le caía hasta la nuca apareció entre Lilith y los “Dying Walkers”,
crujiéndose el cuello. En sus manos había ocho pistolas, cuatro de ellas en
cada extremidad que estaban sujetadas a partir de un par de varas metálicas que
unían los mangos en un punto central, dando un aspecto de cruz. El chico giraba
entre sus dedos las varas metálicas haciendo dar vueltas los cañones de las
armas, de aproximadamente unos treinta centímetros cada uno.
Sin
esperar siquiera a que los “Dying Walkers” reaccionasen, el joven comenzó a
disparar, haciendo llover balas sobre las biomáquinas mientras los cañones
continuaban girando. Cuando cesó el fuego, sus enemigos habían quedado
reducidos a un montón de agujeros.
-¿Qu-quién
eres tú? –preguntó Lilith confusa.
-Mi
nombre es Ahren -dijo el chico girándose hacia ella-, me encargo de defender a
los demonios.
-¿Eh?
-¡Serah!
¿¡Has terminado por allí!?
-¡Sí,
Onii-chan! ¡Ya está! –exclamó a la vez que el “Dying Walker” que se encontraba
a su lado comenzaba a moverse de nuevo y lanzaba un ataque contra ella.
-¡Cuidado!
–gritó Eri, sin embargo, el puñetazo fue desviado hacia el suelo, como si
hubiese una barrera invisible a su alrededor- Ah...
Lo
que siguió a esto Eri no supo si considerarlo humillante o gracioso. La
biomáquina comenzó a lanzar ataques a diestro y siniestro contra la chica
mientras ésta observaba a su contrincante sin mover un solo músculo, no
obstante, todos los ataque eran desviados mágicamente sin que acertasen a su
objetivo.
Fue
entonces cuando ella desplazó su mano abierta hacia arriba, provocando que el
cuerpo del “Dying Walker se distorsionase y desapareciese en el aire sin dejar
rastro.
-De
ella es de quien menos hay que preocuparse... –dijo Ahren mientras plegaba las
dos varas metálicas para situar las cuatro pistolas de cada arma en línea y así
poder guardarlas.
-Así
que los pequeños vienen a echar una mano a su padre –se burló el hombre,
todavía sentado.
-Tú
eres el siguiente –amenazó Ahren.
-Por
favor, no quisiera enfrentarme contra los hermanitos. Seguro que en América
habréis aprendido muchos trucos.
-...
-Volveremos
a vernos. Y la próxima vez no vendré solo...
Dicho
esto, el hombre se esfumó, así como el doberman.
Ahren
suspiró y miró a Lilith.
-Tú
debes de ser la nieta de Satán, ¿me equivoco?
-...
–la chica se mantuvo en silencio, insegura y desconfiada.
-¡¿Quiénes
sois vosotros?! –preguntó Eri, quien no había recibido presentación por parte
de ninguno- ¡Ah!
De
repente se acordó del policía y se giró rápidamente para comprobar su estado,
encontrándoselo inconsciente en el suelo.
-Tranquila,
está bien. Sólo ha sufrido un ligero shock y se ha desmayado –dijo la chica-.
Mi nombre es Serah y el chico pelirrojo de allí es mi hermano, Ahren. Tú debes
de ser Eri-chan, ¿me equivoco?
-¿Cómo
sabes mi nombre?
-Derain
nos lo dijo.
-¿Conocéis
a Derain?
-Por
supuesto. Y ahora que lo pienso, quizás haya que llamarle para borrarle la
memoria a ese policía. Puede que a alguien más...
-Por
el momento entremos en tu casa, ¿quieres? Si nos quedamos aquí entonces sí que
le daremos trabajo a Derain –sentenció Ahren.
Posteriormente, los cinco, incluido Agramón,
entraron en la casa de Eri.
-¿Cómo
sabíais que estábamos siendo atacados? –pregunto la súcubo mientras, sentados
en los sofás del salón, Serah observaba sus heridas.
-Llegamos
a esta ciudad hace algunos días y, tras buscar un sitio donde hospedarnos,
contactamos con nuestro padre para reunirnos con él. Íbamos hacia allá cuando
notamos algo extraño por esta zona, así que avisamos sobre ello y no dirigimos
lo más rápido que pudimos hacia aquí. De hecho, es raro que nuestro padre no
haya llegado ya.
-¿Y
los detectasteis? Nosotros no supimos de ellos hasta que no los tuvimos encima.
-Tanto
mi hermana como yo somos bastante sensibles al Retten y Setten. No quiere decir
que podamos percibirlo todo pero somos hábiles en ese aspecto. Probablemente lo
mismo pasa en su caso, incluso si habéis sido lo suficientemente cuidadosos de
ocultar vuestro Setten no indica que no haya gente capaz de detectaros.
Asimismo, se encargaría de ocultar su presencia de vosotros. –explicó el chico
pelirrojo.
-Parece
que no tenéis nada grave. Cerrad los ojos un momento –dijo Serah situándose
frente a los tres.
Tras
asentir, cerraron los ojos y sintieron una especie de aire refrescante que
cubrió todo su cuerpo, encontrándose cada vez mejor.
-Ya
podéis abrirlos
Tanto
Eri como Lilith y Agramón observaron sus cuerpos como si los viesen por primera
vez.
-¡Me
siento genial! –exclamó Agramón.
-¿Qué
es lo que has hecho? –preguntó Lilith.
-Mi
Setten es un poco especial. Al transmitírselo a otros, como acabo de hacer, es
capaz de hacer que recobren sus fuerzas.
-Guau...eso
me recuerda, ¿qué fue lo que ocurrió cuando atacó el “Dying Walker”? –preguntó
Eri con curiosidad.
-Ah,
eso –Serah esbozó una sonrisa irónica.
-Podrías
decir que mi hermana es intocable para aquellos que la ven de esa forma.
-¿Eh?
-Es
parte de sus poderes de ángel.
-¡Espera!
¡¿Eres un ángel?!
De
repente se escuchó el timbre.
-¡Ese
debe de ser papá! –exclamó Serah mientras se dirigía corriendo a la puerta y se
escuchaba cómo la abría sin ningún reparo- ¡Papá!
Al
momento se oyó un golpe seco, como de alguien chocando contra una pared, cosa
que provocó que la súcubo saliera a ver lo ocurrido, encontrándose a Serah
abrazando a un hombre que presentaba una quemadura que recorría su mejilla
izquierda y llegaba hasta la frente.
-¿Hioni-sensei...?
-Cuánto
tiempo...
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