-Muy
bien, ya he terminado de enjabonarte –declaró Shiina echando un barreño de agua
encima de Mai, quien cerró los ojos instintivamente al sentir el contacto del
líquido.
Tras
esto, la niña se metió en la bañera.
-¿Qué
tal está el agua?
-Caliente...pero
bien...
-Me
alegro...por cierto, ¿has cenado ya?
-Sí,
antes de venir aquí.
-Y,
¿por qué te has pelado con tu madre?
-...
–la niña mostró una expresión de molestia al escuchar la pregunta.
-¿No
quieres decírmelo?
-Sí
que quiero...
-¿Entonces?
-...hice
daño a otro niño...
-Pero
eso no está bien, Mai-chan.
-Fue
sin querer...
-¿Qué
ocurrió exactamente?
-Yo
estaba jugando en el parque cuando él se acercó y dijo que estaba en su sitio.
¡Eso no es verdad! ¡No es su sitio! ¡Puede estar quien quiera!
-¿Y
qué pasó después?
-Yo
no quería irme. Entonces él me empujó y me tiró al suelo. Entonces yo me enfadé
y lo empujé también y salió fuego de mis manos.
-¿Fuego?
¿Cómo que fuego?
-Sí,
salió fuego de mis manos y él se asustó. Su camiseta se había puesto negra y
lloraba porque decía que le dolía el pecho. Entonces mamá y la madre del niño
vinieron y nos separaron. Mamá no hacía más que disculparse, y luego nos
fuimos.
La
chica no terminaba de comprender lo que le estaba contando. ¿A qué diablos
podría referirse con que de sus manos había salido fuego? Desde luego, aquella
niña era muy imaginativa.
-Entonces
mamá se cabreó porque empujaste al niño.
-Al
principio mamá no dijo nada. Después me dijo que no volviese a hacer algo así.
Yo le dije que no había sido culpa mía, que él me había empujado. Pero mamá
dijo que daba igual, que no volviese a hacer algo así o se enfadaría mucho. Así
que me fui de casa. Estaba furiosa.
Shiina
resopló.
-Ya
veo...
Si
en ese momento intentaba hablar con ella probablemente no llegaría a ninguna
parte. Mañana mantendría una conversación con ella y le diría que su madre
tenía razón y que no era bueno pelearse con los demás niños...
“Parece
que mamá todavía no ha vuelto. Me pregunto qué es lo que habrá pasado.”
Ya
en la habitación, las dos se estaban preparando para irse a la cama.
“Quizás
debería llamarla...”
-Espera
aquí, Mai-chan.
-¿Qué
ocurre, Onee-chan?
-Tengo
que hacer una llamada. No tardo nada.
La
pequeña asintió.
-Cuando
vuelva te quiero ya en la cama, ¿de acuerdo? Que ya es hora de dormir.
-Sí.
Dicho
esto, la chica se dirigió al salón, donde cogió su teléfono móvil y se dispuso
a llamar. Fue en ese momento cuando el timbre sonó.
-Debe
de ser ella –se dijo a sí misma mientras negaba con la cabeza-. Desde luego,
esta mujer es un caso.
Acto
seguido se encaminó hacia la puerta.
-Mamá,
deberías tener más cuidado la próxima... –al abrir se dio cuenta de que quien
la esperaba al otro lado de la entrada no era su madre. En su lugar había un
hombre con dos cuernos en la cabeza y una expresión entre seria y enfadada en
su rostro- ¿Qu-quien eres tú?
-Vengo
a buscar algo que me pertenece...
Acostada
sobre su cama, Eri observaba su mano elevada hacia el techo. Acto seguido cerró
los ojos y volvió a recordar el momento en el que corría asustada siendo perseguida
por aquel “Dying Walker”. Se centró en aquella desesperación y tensión, en cómo
fue acorralada esperando morir en sus manos. Y cómo en ese momento Reima
apareció interponiéndose entre su perseguidor y ella, asesinándolo y
salvándola.
-¡Haaah!
–concentrándose lo mejor que pudo intentó crear una llama a partir de sus
manos, aunque sólo fuese una chispa pero seguía sin obtener nada.
-Ah...ah...
–jadeando por el esfuerzo no pudo más que sentirse frustrada por ello.
“¿Cómo
puedo pretender ayudar y proteger a los demás si ni siquiera puedo hacer
esto?”, pensó situando el antebrazo sobre su frente.
De
repente su móvil comenzó a sonar. Era una llamada.
-¿Quién
puede ser a estas horas? –se preguntó a sí misma mientras se levantaba para
alcanzar el aparato.
Al
mirar el número vio que se trataba de Shiina, lo cual le resultó todavía más
extraño si cabe. Esa chica era más del tipo de persona que tenías que llamarla
tú a ella en lugar de al contrario, por no decir que era lo suficientemente
considerada como para no llamar a esas horas de la noche.
-¿Shiina?
En
principio no escuchó nada al otro lado. Sin embargo poco a poco se empezaron a
oír interferencias como si alguien estuviese corriendo o moviéndose a gran
velocidad.
-¡Sh-Shiina!
–exclamó Eri esperando que de alguna manera contestase al móvil, no obstante,
en su lugar escuchó un fuerte grito. Fue entonces cuando se colgó.
La
joven observó el aparato como si fuese algo de otro mundo. Tras esto, empezó a
correr hacia el recibidor de su casa, abrió la puerta y se dirigió a la mayor
velocidad que le permitieron sus piernas a la casa de su amiga.
Asustada
ante las palabras del hombre, Shiina cerró la puerta, rompiéndose instantes
después y lanzando a la chica un par de
metros hacia atrás.
-¡No
intentes esconderla, humana!
Levantándose
lo más rápido que pudo fue a su habitación, donde la esperaba Mai.
-¿Ocurre
algo, Onee-chan?
-¡Tenemos
que irnos, Mai-chan!
-¡¿P-por
qué?! ¡¿He hecho algo malo?!
Parte
de las paredes de la habitación fueron destruidas junto con la puerta provocando
que Mai gritase asustada. Acto seguido el hombre apareció, atravesando la
polvareda causada por el destrozo.
Por
otro lado, Shiina cogió a la niña en brazos, ignorando el móvil que hasta
entonces había tenido en las manos y que en esos instantes caía al suelo,
perdiéndose debajo de uno de los muebles. Debía buscar una salida alternativa
de aquella habitación, y la única que se le ocurrió, visto el poco tiempo del
que disponía, fue la ventana, así que, lanzándose con todas sus fuerzas y
protegiendo a la niña en el proceso, rompió el cristal, cayendo hasta tomar
contacto con el suelo del jardín que rodeaba la casa.
Pese
a que había caído en suelo blando y la altura no era demasiada, la joven no
pudo evitar quejarse por el dolor causado tanto por los trozos de vidrio que se
hallaban clavados en algunas partes de su cuerpo como por haber aterrizado
sobre su propio codo. Pese a ello, Shiina hizo acopio de toda su fuerza de
voluntad para levantarse y, llevando a la niña con su brazo sano, encaminarse hacia
la salida. No obstante, de nada sirvieron sus esfuerzos ya que delante de su
camino se encontraba aquel hombre para cortarle el paso.
-¡Gah!
–se quejó la chica, impotente.
-¡Onee-chan!
-Creo
que ya nos hemos divertido bastante así que me encargaré de ti y absorberé el
Setten de esa niña.
-¿Se-tten?
No entiendo nada de...lo que estás...hablando...
-Nadie
dijo que tuvieses que hacerlo.
Disponiéndose
a acabar con la vida de la chica, levantó la mano, a partir de la cual comenzó
a salir una llama de considerable tamaño.
-¡Padre!
Girándose,
se dio de bruces contra la figura de un chico alto y fuerte.
-Akira...
-¿Ahora
ya no distingues entre demonios y humanos?
-¡Cállate!
¡Ahora mismo no me interesa pelear contra ti!
-¡Pues
me temo que te vas a tener que conformar!
Tomando
su forma demoníaca, Akira se lanzó contra su padre, quien hizo lo mismo a fin
de detener su avance.
-¡Maldita
sea! ¡¿Cuándo me vas a dejar en paz?!
-¡Una
vez que entres en razón o vuelvas a “Cerberos”!
Agarrándolo
por los brazos, Ryouta lanzó a su hijo hacia el suelo de una de las calles,
produciendo un gran ruido con el choque provocado por el gran cuerpo de éste.
Por
su parte, Shiina aprovechó la ocasión para huir junto con Mai. No comprendía
qué es lo que estaba pasando ni por qué, pero no iba a quedarse para
averiguarlo.
Ryouta
intentó moverse hasta su objetivo no obstante su hijo sujetó fuertemente sus
hombros por la espalda, inmovilizándolo.
-¡Aaaagh!
El
demonio intentó forcejar contra el agarre de su hijo.
-¡No
puedes vencerme! –tras esta declaración una corriente eléctrica se formó entre
los cuernos del padre, y, al poco tiempo, esa corriente recorrió todo su
cuerpo, impactando contra Akira, quien salió despedido hacia atrás.
Dándose
cuenta de que su presa pretendía huir y de que su hijo no lo dejaría en paz tan
fácilmente, el demonio se dirigió hacia Shiina y la niña, quienes, por
desgracia, no habían recorrido demasiado terreno por culpa del estado de la
primera. Así pues, el demonio las cogió a ambas y saltó fuertemente, escapando
de allí.
No
mucho tiempo después Eri llegó a la escena en la que se habían desarrollado los
hechos. Lo primero que vio fue las paredes destrozadas de lo que debía de ser
la habitación de su amiga así como las pisadas y grietas que había provocado la
pequeña pelea entre Akira y Ryouta.
Confusa
y alterada se dio cuenta de la presencia de un ser de gran tamaño junto a la
estructura, el cual no tardó en reconocer como su amigo.
-¡Akira-kun!
–corriendo hasta encontrarse con el medio demonio, Eri se situó frente a él-
¡Akira-kun! ¡¿Qué ha pasado?! ¡¿Dónde está Shiina?!
-Mi
padre... –murmuró el chico-...se las ha llevado...
Abriendo
los ojos como platos, la joven se dejó caer sobre el suelo.
-No...no...
Apretando
los dientes, golpeó con ambos puños el suelo.
-¡No,
no! –gritó fuertemente llamando aún más la atención de aquellos vecinos cuya
curiosidad les llevaba a ver a qué se debía tanto ruido.
Dándose
cuenta de que si seguían allí la cosa no haría más que ponerse peor, Akira
cogió a la demonio e hizo lo mismo que su padre, huyendo de la escena del
crimen.
-Todavía
no las ha matado, así que aún podemos encontrarlas.
-¿Encontrarlas?
–preguntó Eri un poco más serena.
-Sí,
además de Shiina mi padre también se ha llevado a una niña demonio.
-Creía
que tu padre sólo atacaba a los humanos.
-Y
así lo creía yo también...
-En
cualquier caso, ¿sabes dónde pueden estar?
-No
podría asegurarlo pero el rastro de mi padre es reciente por lo que quizás
pueda seguirlo. Pese a ello...
-¿Pese
a ello?
-Es
demasiado fuerte para mí...no sé si seré capaz de vencerle...
-Ahora
mismo eso no importa, Akira-kun. Lo importante ahora es ponerlas a salvo.
Avisaremos a Asari-sensei y a Derain para que nos echen una mano.
-Me
temo que ellos no podrán ayudarnos. Asari-sensei está investigando sobre lo que
ocurrió en “Cerberos”.
-¿Eh?
-Parece
que alguien ayudó a mi padre a escapar de prisión. Pero lo peor de todo es que
ese alguien es un humano.
-¡¿Qué?!
-Asari-sensei
está intentando seguir las pistas para encontrar al responsable.
-Ya
veo. ¿Qué hay de Derain?
-Ni
idea. No contesta a mis avisos...
-Entonces
esta vez estamos solos contra él.
-Así
es...
Nada
más tomar tierra, Ryouta lanzó a las chicas al suelo.
-¡Gah!
–gritó Shiina quien usó su cuerpo para proteger a Mai.
-¡Onee-chan!
–exclamó la pequeña con lágrimas en los ojos.
-Acabemos
con esto de una vez –declaró el demonio disponiéndose a aplastarlas con su
poderoso brazo.
-¡No
hagas daño a Onee-chan!
La
niña situó las palmas de ambas manos apuntando al demonio. De éstas surgió una
espiral de fuego que fue haciéndose cada vez más y más grande hasta rodearlo.
Sin embargo Ryouta no tardó en deshacerla como si estuviese espantando a una
mosca.
-Mai-chan...-
Shiina no podía creer lo que veían sus ojos. Entonces todo lo que le había
contado la niña...
-Hablas
de ella como si fuese alguien a quien debes proteger. Algún día ella te
abandonará e irá contra ti, pequeña.
-¡No!
¡Onee-chan nunca haría algo así!
-¿Acaso
no lo ves, niña? ¿Crees que después de haber visto lo que eres en realidad esa
chica podrá mirarte de la misma forma?
Con
ojos llorosos, Mai observó a Shiina quien le devolvía una mirada asustada y
confusa.
-¿Onee-chan...?
La
joven no entendía nada e, instintivamente, sentía la necesidad de huir del lado
de la pequeña.
“¿Qué
es ella? ¿Acaso no estuvo a punto de incinerar a un niño? Debo dejarla e irme,
debo dejarla e irme, debo dejarla e irme...”, le decía su mente una y otra vez.
-Onee-chan...
Fue
entonces cuando reaccionó. Es posible que aquella niña fuese diferente a un ser
humano pero no dejaba de necesitar padres que la cuidasen, no dejaba de querer
jugar todos los días con sus amigos o de querer ir a clase como cualquier otro
ser humano. Para ella sólo era una niña...
-¡No!
–al tiempo que esto salió de su boca, Shiina abrazó fuertemente a la pequeña-
¡No pienso ser como tu dices! ¡Nunca la dejaré de lado, no importa lo que sea o
el poder que tenga!
-Ja.
Me pregunto si serás capaz de mantener esas palabras para siempre.
-Hasta
que muera...
-Eso
tiene fácil solución...
-¡AAAAAAH!
Llegando
desde el cielo, Akira golpeó fuertemente a su padre, consiguiendo alejarlo de
allí mientras ambos rodaban por el suelo. Una chica se acercó hasta donde se
encontraban ambas.
-¡Eri!
¡¿Qué haces aquí?!
-¡¿A
ti qué te parece?! ¡He venido a sacaros de este sitio!
-Pero,
¿cómo es que?
Eri
apartó su cabello de las sienes mostrando los dos cuernos que sobresalían de
éstas.
-Tú...también...
-Siento
no haberte dicho nada de esto antes pero...no podía hacerlo...
Su
amiga se mantuvo en silencio.
-Por
favor, confía en mí, os llevaré a un lugar seguro.
Shiina
dirigió su mirada hacia Mai y luego asintió.
Tanto
Ryouta como Akira se levantaron del suelo y se encararon el uno al otro.
-¡Siempre
interfiriendo!
-¡Ya
te lo he dicho cientos de veces! ¡No voy a rendirme hasta que entres en razón!
Me cueste lo que me cueste.
Con
determinación en sus palabras, el chico se preparó para cargar otra vez contra
su padre. Éste por su parte profirió un largo suspiro.
-Entonces,
en verdad no me queda más remedio que eliminarte.
Ryouta
levantó la cabeza, apuntando al cielo con sus cuernos. De repente comenzaron a
formarse nubes en el cielo, tapando las estrellas y la Luna. Poco después se
observaba la luz procedente de relámpagos y el sonido estremecedor de los
truenos.
-¿Una
tormenta?
-Durante
todo este tiempo has estado siguiendo bien el juego, hijo mío. Es hora de que
te enfrentes a la realidad.
Un
rayo de gran tamaño atravesó el aire y cayó sobre Ryouta, provocando que Akira
se tapase la mirada, cegado.
Cuando
la corriente eléctrica se hubo disipado el medio demonio pudo ver lo ocurrido.
Su padre, rodeado de una electricidad que recorría todo su cuerpo, presentaba
además un mayor tamaño en sus cuernos.
-Prepárate.
Décimas
de segundo después de terminar la palabra, el demonio apareció frente a su hijo,
quien, sin tiempo a reaccionar, recibió un fuerte golpe en la cara con el que
salió volando por los aires dibujando una parábola mientras daba vueltas sobre
sí mismo. No obstante, antes de que llegase a aterrizar, su padre ya lo
esperaba allí, atacándolo de nuevo con ambos brazos y estampándolo contra el
suelo, el cual sucumbió ante la fuerza de la acometida.
-¡Gah!
–expulsando sangre por la boca, Akira sintió cómo sus huesos se rompían. En
apenas un par de segundos y dos ataques lo había dejado para el arrastre.
-Estoy
comenzando... –agarrándolo del cuello, Ryouta lo lanzó al aire. Acto seguido
saltó detrás y comenzó a sacudirle una y otra vez a una velocidad que excedía
cualquier capacidad normal de visión, hasta que finalmente volvió a lanzarlo
contra el suelo, dando lugar a un nuevo cráter.
El
cuerpo de Akira no se movía. Con gestos de dolor, intentaba que sus músculos
reaccionasen pero era totalmente imposible.
Situándose
a varios pasos del medio demonio, su padre lo miró con seriedad y cierta decepción.
-Con
este nivel jamás podrás capturarme...
-...
-Es
una pena que tenga que matarte. Y más de esta manera.
-¡Espera!
Al
darse la vuelta descubrió la figura de Eri.
-¡Es
tu hijo! –exclamó mientras jadeaba por el cansancio de haber corrido hasta
allí- ¡¿Acaso no te importa nada?!
-Por
mucho que sea mi hijo sólo pretende entrometerse en mi camino.
-¡Eso
es porque eres su padre! ¡Es porque te quiere, y no quiere que caigas a un
lugar del que ya no puedas volver!
-Para
mí ya es demasiado tarde. Es imposible eliminar el odio que siento hacia los
humanos.
-¡Sin
embargo un día los amaste!
-Eso
fue hace mucho tiempo.
-¡Eso
no importa! ¡Si los amaste una vez puedes volver a hacerlo!
-¡Cállate!
–una pequeña onda eléctrica se originó a partir de sus cuernos, no obstante
sólo provocó que la chica diese un par de pasos atrás.
-¡Tienes
que recordar aquello que te hizo creer en los humanos! ¡Aquello por lo que una
vez luchaste junto a ellos!
-...
–a Ryouta comenzaron a venirle imágenes de su mujer, del tiempo que pasó con
ella y de cuando vio por primera vez a su hijo. Dirigió la vista hacia Akira,
tendido en el suelo y sufriendo por el dolor que él mismo le había causado-
¿Por qué...?
-¿Eh?
-¿Por
qué empezó a odiarme? ¿Por qué se alejó de mí?
-...
-¡¿Por
qué me traicionó?! –elevando su voz al aire, varios rayos cayeron sobre la
zona, provocando que Eri cayese al suelo y se cubriese la cabeza con los
brazos.
Finalmente,
la oleada terminó.
-No
puedo perdonarlos...ya que lo que me hicieron a mí, es imperdonable...
Las
corrientes eléctricas que surcaban las nubes se concentraron en un solo punto.
-Lo
siento, Akira...
-¡No
lo hagas! –gritó Eri al tiempo que un relámpago gigantesco caía sobre el medio
demonio...
No hay comentarios:
Publicar un comentario