viernes, 30 de mayo de 2014

Capítulo 10: Rompiendo barreras



Demonios. Alejada del área donde se estaba desarrollando la batalla entre Akira y Ryouta, Shiina se mantenía junto a Mai, observando aquella extraña tormenta. Hacía poco que Eri se había marchado diciendo que debía ayudar a Akira.
Demonios. Después de tanto tiempo, acababa de enterarse de que su amiga era un ser que sólo conocía de los mitos y leyendas de la cristiandad, y, además de ello, uno que solía asociarse con el mal. ¿Por qué no se lo había contado? Incluso si le contaba algo así ella la habría aceptado... ¿lo habría hecho? Hace un momento, al enterarse de que la niña que la acompañaba era igual que Eri su mente tuvo dudas sobre lo que debía hacer. ¿Realmente podía asegurar que no hubiese pasado nada? Es más, ¿cómo se sentía en esos instantes?
La cabeza de Shiina seguía dando vueltas debido a la confusión...
-Aquel día también hice otra promesa...

Una niña se encontraba sentada en el arenero de un parque. Con desgana, removía la arena con una pequeña pala de plástico. Pese a que no era la única en el parque, ninguno de los otros niños y niñas parecía estar interesada en acercarse a ella.
A su lado se situó una mujer. Tenía el pelo del mismo color que la pequeña, así como sus ojos.
-Eri-chan –empezó la mujer con tono amable- ¿Por qué no quieres jugar con los demás niños? Éste es un sitio genial para hacer nuevos amigos...
Eri levantó la cabeza de sus quehaceres.
-Dicen que soy muy rara y que doy miedo. Así que estoy mejor aquí sola.
-¿De verdad dicen eso?
La mujer, quien se había puesto de cuclillas para poder hablar mejor con ella, se levantó y dirigió la vista hacia los otros niños que jugaban animadamente.
-¡Eh! ¡Vosotros! ¡¿Cómo diablos os atrevéis a decir que es rara?! ¡Al próximo que diga algo malo sobre mi hija le voy a dar azotes en el culo hasta que se quede del mismo color que mi pelo! ¡¿Me oís?!
Haciendo ademán de ir a por los niños, éstos corrieron asustados junto a sus padres.
-No creo que así vayas a ayudarla mucho a que haga amigos.
Un hombre de pelo largo hasta el cuello y perilla hizo su entrada. Tenía las manos introducidas en el interior de los bolsillos de un traje, probablemente el que usaba para trabajar.
-Oh, cállate. No puedo creer que tan pequeños y ya puedan ser tan crueles.
-Tranquila, los niños no entienden el daño que pueden hacer sus palabras.
-Pues deberían –comentó ella refunfuñando.
-En fin, no hagas caso a tu madre.
-Pero tiene razón –dijo la pequeña.
-Oh, vamos, pon un poco de tu parte.
-¡Esa es mi niña! –exclamó la mujer chocando la mano de su hija quien rió en respuesta.
-Si sigues insistiendo en jugar con ellos ya verás como al final aparecerá alguien a quien no le importen esas cosas.
-¿Tu crees? –preguntó Eri tímidamente.
-Por supuesto, y tu madre opina lo mismo por mucho que no lo diga. No debes rendirte, pequeña.
Ella asintió.
Por otra parte, a cierta distancia de ellos, otra niña los observaba.

Al día siguiente, Eri decidió acercarse a un grupo de niños y niñas que jugaban junto a uno de los árboles del parque.
-Esto...hola... –saludó.
-¿Qué es lo que quieres, bicho raro?
-Yo sólo...quería preguntar si me dejaríais jugar con vosotros...
-No queremos con nosotros a un bicho raro como tú.
-Sí, lárgate de aquí.
Tras un largo resoplido, la niña se dispuso a marcharse de vuelta al arenero.
-Es inútil, papá... –murmuró tristemente para sí misma.
-¡Oye! ¿No crees que deberías disculparte por eso?
Al escuchar aquella voz, Eri se giró. Encarándose al grupo había una niña de su misma edad, pelo negro y ojos pardos. Su figura transmitía seguridad en sí misma, erigiéndose altiva y orgullosa, sin miedo a lo que pudiesen decirle.
-¿Qué es lo que haces Shiina?
-Sí, ¿por qué te pones de su parte?
-¿Por qué os ponéis vosotros en su contra? Y no me vengáis con tonterías como que es su color de pelo o algo parecido. Eso es una estupidez propia de un manga.
-E-es sólo que no nos cae bien...
-¿Ah sí? ¿Acaso sabéis cuando es su cumpleaños? ¿Qué comida le gusta? ¿Si tiene perro?
-No...
-Entonces, si no la conocéis, ¿cómo es posible que ya os caiga mal? ¿Habéis intentado siquiera mantener una conversación con ella?
Los niños cada vez se sentían más presionados por las palabras de ella, quien no cesaba en su lógica, propia de una persona más madura.
-¿Y bien? ¿Vais a disculparos?
-L-lo sentimos...
-¡No he oído nada!
-¡Lo sentimos!
-Eso está mejor –contestó asintiendo con la cabeza- Y la próxima vez quiero que le deis una oportunidad para unirse a vosotros, ¿queda claro?
-S-sí... –respondieron siguiendo las órdenes de la pequeña.
Tras esto, Shiina se dio la vuelta y se alejó de allí seguida de cerca por Eri.
-¿Huh? ¿Por qué me estás siguiendo?
-¡Ah! S-sólo quería darte las gracias. Me ha alegrado mucho el que me hayas defendido, aunque también estoy un poco sorprendida. No esperaba que alguien lo hiciera.
-Bueno, os escuché a tus padres y a ti ayer. Esos niños no son malos pero a veces necesitan un buen escarmiento. Por cierto, me llamo Ibuka Shiina.
-Kasaiga Eri –dijo la pequeña mientras estrechaba su mano.
-Un placer. Nos vemos –Shiina se dispuso a marcharse.
-¡Espera! Me preguntaba si...querías jugar conmigo...
-Ahora mismo me tengo que ir y no puedo quedarme...
-Ah...entiendo... –Eri bajó la cabeza apenada.
-...pero mañana vendré otra vez y entonces podremos jugar.
-¿De verdad?
-Sí. Yo me encargaré de avisar a más gente. Cuantos más seamos, mejor.
La demonio se mostró algo disconforme con las palabras de Shiina.
-No te preocupes. Ya verás como no pasará nada, yo estaré a tu lado.
-¿Me lo prometes?
-Claro. Si alguien se vuelve a meter contigo por lo que sea, yo estaré ahí para ayudarte. Es una promesa....

Una gran masa de humo impedía ver a la chica lo que acababa de ocurrir. El rayo le había hecho apartar la mirada del cuerpo de su amigo, dejándola a la espera.
Cuando el humo se hubo disipado, pudo observar la enorme figura de Ryouta quien, sin girar la vista hacia el cuerpo inerte y calcinado de su hijo, caminó lentamente hacia ella.
-¿Por qué...? –preguntó Eri mientras trataba de contener las lágrimas.
-No preguntes cosas de las que ya sabes la respuesta. Y ahora, dime dónde está esa niña.
La demonio se mantuvo en silencio, impotente, por mucho que escuchaba las palabras de Ryouta era como si no consiguiesen llegar hasta su cerebro.
-Veo que insistes en serme una molestia. Bien, tú también eres una demonio al fin y al cabo, me servirás al igual que ella.
-De...ten...te...
La voz de Akira logró llegar hasta los oídos de ambos. Incrédulo, Ryouta se giró hacia su hijo.
-¡¿Cómo es que sigues vivo?!
-Yo...no...pienso...morir...sin...haberte...derrotado... –haciendo un esfuerzo enorme, el chico levantó la mitad de su cuerpo, sin embargo no tardó en perder esa fuerza, apoyándose sobre sus codos para evitar darse contra el suelo.
-La misma palabrería de siempre. ¡Mírate! ¡Ni siquiera puedes tenerte en pie!
-¡Akira-kun! –exclamó Eri, mostrándose aliviada.
-En cualquier caso, da igual, mataré a esta chica y obtendré el poder que necesito.
-No...lo...hagas... –mientras decía esto, el chico, todavía transformado, intentó avanzar hacia su padre pero esta vez se dio contra el suelo, incapaz de moverse.
Por su parte, Ryouta apuntó con uno de sus dedos índice al corazón de la joven.
-¡No! –gritó Akira en vano.
Un rayo irregular de color azul atravesó el aire impactando contra el pecho de alguien, quien resultó no ser Eri.
-¿Shii...na...?
Siendo empujada por su amiga, la demonio pronunció aquellas palabras mientras era Shiina la que recibía el ataque, siendo atravesado su pecho...

-Eri...
Shiina y Luka se acercaron a la joven, sentada en un banco cercano al parque en el que solían jugar cuando eran pequeñas. Luka se sentó a su lado y la rodeó con los brazos. La expresión de ambas daba a entender que la situación no era muy alegre.
-¿Estás bien? –preguntó Shiina sentándose al otro lado.
-Se han ido, Shiina. Sólo me han dejado una nota de despedida pero no me han contado por qué ni dónde...
-Eri, seguro que si lo han hecho era por una buena razón. Tus padres te querían demasiado como para hacer algo así sin pensárselo.
-No lo sé...ahora mismo no sé nada... Me he quedado sola, Shiina.
-Eso no es verdad –dijo Luka.
-Luka tiene razón. Nosotras estamos a tu lado. Y no te vamos a abandonar nunca.
-... –Eri no dijo nada, limitándose a desviar la mirada.
-¿Recuerdas la promesa que nos hicimos?
-Sí...
-Me obligasteis a hacerla a mí también. Estabais tan serias las dos que casi entro en pánico
-No exageres, Luka.
-¡Pero es verdad!
-En todo caso, el pánico lo sufríamos nosotras. Lidiar contigo era como intentar controlar a un loco recién sacado del manicomio.
-¡¿Quién está exagerando ahora?!
De repente, Eri comenzó a reírse. Tras la sorpresa inicial, sus dos amigas la acompañaron.
-Gracias.
-Ya te lo dije una vez. Yo estaré ahí para ayudarte. No...mejor dicho...nosotras estaremos ahí para ayudarte...así que, pídenos lo que necesites...
-No. Esto es lo que necesito.

El cuerpo de la joven chocó contra el suelo mientras la sangre comenzaba a salir de su pecho. La escena quedó en silencio durante unos segundos, sin que nadie, ni siquiera Ryouta, moviese un músculo.
-Shii...na...
Eri, a gatas, se acercó lentamente a su amiga. Pese a que ésta todavía seguía con vida, la inminencia de su muerte estaba clara.
-Te...lo...dije...
Las manos de la demonio acariciaron temblorosamente las mejillas de ella.
-Shii...na... –con un hilo de voz que apenas sí conseguía salir por su boca, no pudo contener esta vez las lágrimas, repitiendo una y otra vez su nombre- Shii...na...
-Estaré...contigo...siem...
Sin poder terminar la frase, Shiina profirió su último suspiro. Como si alguien hubiese accionado algún botón, Eri rompió en sollozos, acercando su frente a la de su amiga, sin poder evitar que su llanto dejase pequeñas gotas en el rostro de ella.
Akira apretó los dientes con fuerza mientras cerraba los ojos por el dolor, sintiéndose inútil tal y como se encontraba.
-Una humana defendiendo a un demonio...
El acto realizado por la chica lo había pillado desprevenido. De repente, todo aquello que había odiado durante tanto tiempo, todas sus creencias, se habían visto contrariadas.
-Esa chica...
En ese momento, un gran vendaval lo empujó con fuerza hacia atrás, obligándole a enterrar sus dedos en tierra para evitar salir volando. Delante de él, Eri flotaba en el aire mientras dos alas y una cola aparecían a su espalda, aumentando también el tamaño de sus cuernos.
-¡Maldita sea! –exclamó Ryouta.
La súcubo se lanzó contra su estómago utilizando sus alas para tomar impulso. El golpe provocó que el demonio saliese despedido, chocándose contra varios árboles de la zona.
Akira consiguió levantar la cabeza para ver a Eri, quien se mostraba indiferente pese a que su rostro continuaba rojo por haber estado llorando.
-Eri...
Levantando las dos manos como si tratara de imitar a una balanza, hizo que de sus palmas apareciesen dos llamas que comenzaron a hacerse cada vez más y más grandes.
Ryouta terminó de incorporarse del ataque.
-He sido descuidado. No pensé que tendría esta clase de poder.
Un nuevo rayo cayó sobre él y, en décimas de segundo, logró situarse frente a ella, pretendiendo aplastarla con una de sus manos. No obstante, cuando tocó a la joven, ésta se deshizo en polvo, el cual rodeó a su contrincante e hizo presión sobre su cuerpo, dejándolo atrapado. Entonces apareció detrás, todavía sosteniendo dos llamas en sus manos. Éstas, sin embargo, sufrieron una implosión reduciéndose al tamaño de dos canicas, las cuales fueron lanzadas hacia la espalda del demonio.
Al recibir el impacto de las bolas, las llamas comenzaron a perforar lentamente piel y músculo. En mitad de su travesía por el músculo de Ryouta, lo que ya le causaba un gran dolor, la chica chasqueó los dedos. Fue entonces cuando las llamas fueron liberadas, volviendo a tener el mismo tamaño que antes y quemando desde dentro al demonio.
-¡¡Aaaaaaaah!! –el grito desgarrador hizo eco en la noche, dejando al demonio en el suelo medio muerto y casi calcinado. De no haberse tratado de él, habría muerto con total seguridad.
Eri se dispuso a rematarlo lanzándole otra bola de fuego, sin embargo alguien la embistió, estampándola contra la superficie e intentando sujetarla de los brazos pese a que la fuerza de la chica en esos momentos era muy superior a la suya.
-¡Eri! ¡Soy yo! –exclamó Akira haciendo acopió de toda su voluntad, la cual flaqueaba conforme más forcejeaba con ella- ¡Por favor! ¡Detente! ¡Sé lo furiosa que estás! ¡No puedo ni imaginar la tristeza que sentirás en este momento! ¡Pero incluso si lo matas, eso no cambiará el hecho de que Shiina haya muerto! ¡No cambiará nada, ¿me oyes?! ¡Por favor! ¡Tú no eres así!
El chico la abrazó haciendo un último intento por detenerla.
-¡Ella no querría haberte visto de esta forma!
La fuerza de la chica fue disminuyendo conforme sus rasgos físicos como súcubo desaparecían. Al final sólo quedaba la joven de pelo soleado de siempre, quien comenzó a llorar mientras intentaba ocultarse tras uno de sus brazos...

Por otra parte, y aprovechando la ocasión que se le había presentado. Ryouta se había alejado del lugar de la pelea. Lo más lejos que le había permitido su estado.
-Ha sido una suerte el que haya sido capaz de resistir esas llamas...
El demonio observó sus manos como si no las hubiese visto en mucho tiempo.
-Aquellas humana no dudó en defenderla incluso si eso le costaba la vida... –dijo mientras dejaba caer su espalda sobre la hierba de cara a la oscuridad de la noche- ¿Por qué no les hice caso? ¿Qué es lo que he estado haciendo hasta ahora?
Dicho esto cerró el puño y golpeo el suelo.
-¿Cómo he podido estar tan ciego?
-Vaya, vaya...no me digas que ahora te arrepientes -Judas, el hombre que lo había sacado de “Cerberos” apareció a su lado jugueteando con una pistola-. Creía que tu odio a los humanos era tan alto como el mío...
-Odio...sí...eso es lo que me ha llevado a esta locura...
-¿Locura? Vamos. Los humanos son los que están locos. Ellos fueron los que te destrozaron la vida. Fueron los que te vendieron. Tu propia mujer te traicionó. ¿Me vas a decir que has olvidado eso?
-Cuando vi a esa chica saltar delante de mí. Recordé algo que había permanecido en el lugar más recóndito de mi mente. Un día en el que ayudaba a “Darkblade” en la captura de unos humanos que habían atentado contra demonios, algunos de esos demonios y yo quedamos malheridos. En ese momento, recuerdo...lo preocupada que estaba ella... No sólo hizo lo posible por curarme a mí, veló por el estado de todos ellos. Se quedó tantas noches despierta cuidándonos que temí por su vida. No hay momento en el que me diera más cuenta de cuánto la amaba que ése. Su belleza, su amabilidad, el cariño que profesaba tanto a humanos como a demonios...
-Oh, por dios, ¿vas a seguir así mucho rato?
-No sé qué es lo que la hizo cambiar pero...sé que ella creía en que los humanos y demonios podría convivir juntos algún día...
-Ya veo...
-¿Qué es lo que ves?
Judas se levantó de su sitio y apuntó con el arma al demonio.
-Pues que parece que has dejado de servirme.
-¿Qué?
-Veo que no eres muy perspicaz...pero permíteme alumbrarte en tu día de hoy. Mi nombre es Judas Iscariote, y en realidad odio a los demonios más que a nada en este mundo. Pensé que si te convencía de que mataras demonios con el fin de destruir a los humanos conseguiría algo pero parece que he sido demasiado iluso. Una pena. Aunque no todo es en vano ya que he conseguido reunir algo de información interesante.
-Tú...me has engañado...
-¡Bingo! ¡Has dado en el clavo! Y como premio para el caballero te confesaré algo que te encantará escuchar. A quien sirvo no le gusta mucho eso de que humanos y demonios se lleven bien, ¿sabes? Hace algún tiempo se escuchaba algo sobre una pareja compuesta por una humana y un demonio que habían tenido un hijo medio demonio. Ese tipo de aberraciones que uno imagina pero prefiere que no pasen. Así que, ya que tenía que ayudar a mi señor, decidí actuar...
-No...no puedes estar hablando en serio... –la voz de Ryouta temblaba.
-Es increíble lo fáciles de engañar que son los humanos. Mucho más que los demonios. Lo cierto es que si soy sincero los humanos tampoco me caen muy bien. Incluso aunque yo sea uno.
-Ah...
-Las ilusiones son mi especialidad. Puedo hacer que incluso que la persona a la que amas se vuelva un ser despreciable. Ella intentó resistirse a verte como un monstruo. Tuve que esforzarme un mínimo.
-Yo...todo este odio...todo lo que he hecho...
-Exacto. Has caído en mi trampa dos veces.
-Maldito seas...
Judas le apuntó con el arma a la cabeza.
-Todo...ha sido una mentira...todo lo que le hice a ella...a mi hijo...yo...
-Tu patetismo es algo que podrás llevarte contigo a la tumba.
-Lo siento...Akira...Yuna...he sido un completo fracaso...
Tras esto, se escuchó el ruido de un disparo.

-Bueno, supongo que tendré que buscar otro medio para divertirme –caminando por las afueras de la ciudad, Judas limpiaba su arma-. Aunque creo que alguien ya ha venido a dármela.
Dos figuras aparecieron frente a él. Una llevaba un rifle francotirador, y la otra dos ballestas ajustadas a cada brazo además de un par de alas como las de un ángel saliendo de su espalda.
-¿Os puedo ayudar en algo?
-Por supuesto, siempre y cuando nos hagas el favor de morir.
Nada más decir esto quien llevaba el rifle francotirador realizó un disparo del que salió una cantidad anormal de balas que impactaron de lleno contra Judas, elevándolo en el aire.
-¡Agh! –gritó éste al recibir la inmensa cantidad de golpes.
Por su parte, la figura alada comenzó a concentrar Setten en las ballestas dando lugar a flechas de luz de enorme tamaño con las que apuntó a su adversario.
-¡¿Creéis que os lo voy a poner tan fácil?! –sonriente, Judas se dispuso a emplear su arma, sin embargo un misil apareció de la nada explotando al tomar contacto con él.
Habiendo perdido su pistola, el hombre quedó flotando en el aire durante unos segundos, suficiente como para que la otra persona disparase su flechas.
-Espero que te pudras allá donde te lleve la muerte.
Las flechas salieron despedidas hacia el cuerpo de Judas quien se desintegró entre gritos de dolor.
-¿Ha muerto? –preguntó Asari.
-No. Sólo era una más de sus ilusiones. Se ha burlado de nosotros al igual que se burló de Ryouta.
-Judas Iscariote. ¿Qué significa esto? –declaró Asari.
-No lo sé pero me temo que esto es sólo el comienzo...–contestó la otra figura.

Acostada sobre el regazo de Eri, quien había conseguido dejar de llorar, descansaba el cadáver de Shiina. Eri había cerrado los párpados de su amiga, y ahora acariciaba suavemente su larga melena negra sin apartar la vista de su rostro.
Akira por su parte se encargaba de consolar a Mai, quien a su edad había sentido la tristeza de perder a un ser querido.
-Ella era tan increíble...tan genial...era como si pudiese hacerlo todo...
-Lo sé...
-¿Qué voy a hacer ahora, Akira-kun? ¿Cómo voy a decírselo a sus padres? ¿Y a Luka? ¿Y al resto de la clase? Todos la queríamos...
-Lo sé...
-Es posible que todavía tengas una oportunidad de salvarla, chica.
Sin previo aviso, Derain hizo acto de presencia.
-¡Derain! ¡¿Dónde has estado todo este tiempo?!
-¡Espera, Akira-kun! ¿Qué es lo que acabas de decir?
-He dicho que todavía existe una manera de salvarla...

viernes, 16 de mayo de 2014

Capítulo 9: Tormenta de odio



-Muy bien, ya he terminado de enjabonarte –declaró Shiina echando un barreño de agua encima de Mai, quien cerró los ojos instintivamente al sentir el contacto del líquido.
Tras esto, la niña se metió en la bañera.
-¿Qué tal está el agua?
-Caliente...pero bien...
-Me alegro...por cierto, ¿has cenado ya?
-Sí, antes de venir aquí.
-Y, ¿por qué te has pelado con tu madre?
-... –la niña mostró una expresión de molestia al escuchar la pregunta.
-¿No quieres decírmelo?
-Sí que quiero...
-¿Entonces?
-...hice daño a otro niño...
-Pero eso no está bien, Mai-chan.
-Fue sin querer...
-¿Qué ocurrió exactamente?
-Yo estaba jugando en el parque cuando él se acercó y dijo que estaba en su sitio. ¡Eso no es verdad! ¡No es su sitio! ¡Puede estar quien quiera!
-¿Y qué pasó después?
-Yo no quería irme. Entonces él me empujó y me tiró al suelo. Entonces yo me enfadé y lo empujé también y salió fuego de mis manos.
-¿Fuego? ¿Cómo que fuego?
-Sí, salió fuego de mis manos y él se asustó. Su camiseta se había puesto negra y lloraba porque decía que le dolía el pecho. Entonces mamá y la madre del niño vinieron y nos separaron. Mamá no hacía más que disculparse, y luego nos fuimos.
La chica no terminaba de comprender lo que le estaba contando. ¿A qué diablos podría referirse con que de sus manos había salido fuego? Desde luego, aquella niña era muy imaginativa.
-Entonces mamá se cabreó porque empujaste al niño.
-Al principio mamá no dijo nada. Después me dijo que no volviese a hacer algo así. Yo le dije que no había sido culpa mía, que él me había empujado. Pero mamá dijo que daba igual, que no volviese a hacer algo así o se enfadaría mucho. Así que me fui de casa. Estaba furiosa.
Shiina resopló.
-Ya veo...
Si en ese momento intentaba hablar con ella probablemente no llegaría a ninguna parte. Mañana mantendría una conversación con ella y le diría que su madre tenía razón y que no era bueno pelearse con los demás niños...

“Parece que mamá todavía no ha vuelto. Me pregunto qué es lo que habrá pasado.”
Ya en la habitación, las dos se estaban preparando para irse a la cama.
“Quizás debería llamarla...”
-Espera aquí, Mai-chan.
-¿Qué ocurre, Onee-chan?
-Tengo que hacer una llamada. No tardo nada.
La pequeña asintió.
-Cuando vuelva te quiero ya en la cama, ¿de acuerdo? Que ya es hora de dormir.
-Sí.
Dicho esto, la chica se dirigió al salón, donde cogió su teléfono móvil y se dispuso a llamar. Fue en ese momento cuando el timbre sonó.
-Debe de ser ella –se dijo a sí misma mientras negaba con la cabeza-. Desde luego, esta mujer es un caso.
Acto seguido se encaminó hacia la puerta.
-Mamá, deberías tener más cuidado la próxima... –al abrir se dio cuenta de que quien la esperaba al otro lado de la entrada no era su madre. En su lugar había un hombre con dos cuernos en la cabeza y una expresión entre seria y enfadada en su rostro- ¿Qu-quien eres tú?
-Vengo a buscar algo que me pertenece...

Acostada sobre su cama, Eri observaba su mano elevada hacia el techo. Acto seguido cerró los ojos y volvió a recordar el momento en el que corría asustada siendo perseguida por aquel “Dying Walker”. Se centró en aquella desesperación y tensión, en cómo fue acorralada esperando morir en sus manos. Y cómo en ese momento Reima apareció interponiéndose entre su perseguidor y ella, asesinándolo y salvándola.
-¡Haaah! –concentrándose lo mejor que pudo intentó crear una llama a partir de sus manos, aunque sólo fuese una chispa pero seguía sin obtener nada.
-Ah...ah... –jadeando por el esfuerzo no pudo más que sentirse frustrada por ello.
“¿Cómo puedo pretender ayudar y proteger a los demás si ni siquiera puedo hacer esto?”, pensó situando el antebrazo sobre su frente.
De repente su móvil comenzó a sonar. Era una llamada.
-¿Quién puede ser a estas horas? –se preguntó a sí misma mientras se levantaba para alcanzar el aparato.
Al mirar el número vio que se trataba de Shiina, lo cual le resultó todavía más extraño si cabe. Esa chica era más del tipo de persona que tenías que llamarla tú a ella en lugar de al contrario, por no decir que era lo suficientemente considerada como para no llamar a esas horas de la noche.
-¿Shiina?
En principio no escuchó nada al otro lado. Sin embargo poco a poco se empezaron a oír interferencias como si alguien estuviese corriendo o moviéndose a gran velocidad.
-¡Sh-Shiina! –exclamó Eri esperando que de alguna manera contestase al móvil, no obstante, en su lugar escuchó un fuerte grito. Fue entonces cuando se colgó.
La joven observó el aparato como si fuese algo de otro mundo. Tras esto, empezó a correr hacia el recibidor de su casa, abrió la puerta y se dirigió a la mayor velocidad que le permitieron sus piernas a la casa de su amiga.

Asustada ante las palabras del hombre, Shiina cerró la puerta, rompiéndose instantes después  y lanzando a la chica un par de metros hacia atrás.
-¡No intentes esconderla, humana!
Levantándose lo más rápido que pudo fue a su habitación, donde la esperaba Mai.
-¿Ocurre algo, Onee-chan?
-¡Tenemos que irnos, Mai-chan!
-¡¿P-por qué?! ¡¿He hecho algo malo?!
Parte de las paredes de la habitación fueron destruidas junto con la puerta provocando que Mai gritase asustada. Acto seguido el hombre apareció, atravesando la polvareda causada por el destrozo.
Por otro lado, Shiina cogió a la niña en brazos, ignorando el móvil que hasta entonces había tenido en las manos y que en esos instantes caía al suelo, perdiéndose debajo de uno de los muebles. Debía buscar una salida alternativa de aquella habitación, y la única que se le ocurrió, visto el poco tiempo del que disponía, fue la ventana, así que, lanzándose con todas sus fuerzas y protegiendo a la niña en el proceso, rompió el cristal, cayendo hasta tomar contacto con el suelo del jardín que rodeaba la casa.

Pese a que había caído en suelo blando y la altura no era demasiada, la joven no pudo evitar quejarse por el dolor causado tanto por los trozos de vidrio que se hallaban clavados en algunas partes de su cuerpo como por haber aterrizado sobre su propio codo. Pese a ello, Shiina hizo acopio de toda su fuerza de voluntad para levantarse y, llevando a la niña con su brazo sano, encaminarse hacia la salida. No obstante, de nada sirvieron sus esfuerzos ya que delante de su camino se encontraba aquel hombre para cortarle el paso.
-¡Gah! –se quejó la chica, impotente.
-¡Onee-chan!
-Creo que ya nos hemos divertido bastante así que me encargaré de ti y absorberé el Setten de esa niña.
-¿Se-tten? No entiendo nada de...lo que estás...hablando...
-Nadie dijo que tuvieses que hacerlo.
Disponiéndose a acabar con la vida de la chica, levantó la mano, a partir de la cual comenzó a salir una llama de considerable tamaño.
-¡Padre!
Girándose, se dio de bruces contra la figura de un chico alto y fuerte.
-Akira...
-¿Ahora ya no distingues entre demonios y humanos?
-¡Cállate! ¡Ahora mismo no me interesa pelear contra ti!
-¡Pues me temo que te vas a tener que conformar!
Tomando su forma demoníaca, Akira se lanzó contra su padre, quien hizo lo mismo a fin de detener su avance.
-¡Maldita sea! ¡¿Cuándo me vas a dejar en paz?!
-¡Una vez que entres en razón o vuelvas a “Cerberos”!
Agarrándolo por los brazos, Ryouta lanzó a su hijo hacia el suelo de una de las calles, produciendo un gran ruido con el choque provocado por el gran cuerpo de éste.
Por su parte, Shiina aprovechó la ocasión para huir junto con Mai. No comprendía qué es lo que estaba pasando ni por qué, pero no iba a quedarse para averiguarlo.

Ryouta intentó moverse hasta su objetivo no obstante su hijo sujetó fuertemente sus hombros por la espalda, inmovilizándolo.
-¡Aaaagh!
El demonio intentó forcejar contra el agarre de su hijo.
-¡No puedes vencerme! –tras esta declaración una corriente eléctrica se formó entre los cuernos del padre, y, al poco tiempo, esa corriente recorrió todo su cuerpo, impactando contra Akira, quien salió despedido hacia atrás.
Dándose cuenta de que su presa pretendía huir y de que su hijo no lo dejaría en paz tan fácilmente, el demonio se dirigió hacia Shiina y la niña, quienes, por desgracia, no habían recorrido demasiado terreno por culpa del estado de la primera. Así pues, el demonio las cogió a ambas y saltó fuertemente, escapando de allí.

No mucho tiempo después Eri llegó a la escena en la que se habían desarrollado los hechos. Lo primero que vio fue las paredes destrozadas de lo que debía de ser la habitación de su amiga así como las pisadas y grietas que había provocado la pequeña pelea entre Akira y Ryouta.
Confusa y alterada se dio cuenta de la presencia de un ser de gran tamaño junto a la estructura, el cual no tardó en reconocer como su amigo.
-¡Akira-kun! –corriendo hasta encontrarse con el medio demonio, Eri se situó frente a él- ¡Akira-kun! ¡¿Qué ha pasado?! ¡¿Dónde está Shiina?!
-Mi padre... –murmuró el chico-...se las ha llevado...
Abriendo los ojos como platos, la joven se dejó caer sobre el suelo.
-No...no...
Apretando los dientes, golpeó con ambos puños el suelo.
-¡No, no! –gritó fuertemente llamando aún más la atención de aquellos vecinos cuya curiosidad les llevaba a ver a qué se debía tanto ruido.
Dándose cuenta de que si seguían allí la cosa no haría más que ponerse peor, Akira cogió a la demonio e hizo lo mismo que su padre, huyendo de la escena del crimen.

-Todavía no las ha matado, así que aún podemos encontrarlas.
-¿Encontrarlas? –preguntó Eri un poco más serena.
-Sí, además de Shiina mi padre también se ha llevado a una niña demonio.
-Creía que tu padre sólo atacaba a los humanos.
-Y así lo creía yo también...
-En cualquier caso, ¿sabes dónde pueden estar?
-No podría asegurarlo pero el rastro de mi padre es reciente por lo que quizás pueda seguirlo. Pese a ello...
-¿Pese a ello?
-Es demasiado fuerte para mí...no sé si seré capaz de vencerle...
-Ahora mismo eso no importa, Akira-kun. Lo importante ahora es ponerlas a salvo. Avisaremos a Asari-sensei y a Derain para que nos echen una mano.
-Me temo que ellos no podrán ayudarnos. Asari-sensei está investigando sobre lo que ocurrió en “Cerberos”.
-¿Eh?
-Parece que alguien ayudó a mi padre a escapar de prisión. Pero lo peor de todo es que ese alguien es un humano.
-¡¿Qué?!
-Asari-sensei está intentando seguir las pistas para encontrar al responsable.
-Ya veo. ¿Qué hay de Derain?
-Ni idea. No contesta a mis avisos...
-Entonces esta vez estamos solos contra él.
-Así es...

Nada más tomar tierra, Ryouta lanzó a las chicas al suelo.
-¡Gah! –gritó Shiina quien usó su cuerpo para proteger a Mai.
-¡Onee-chan! –exclamó la pequeña con lágrimas en los ojos.
-Acabemos con esto de una vez –declaró el demonio disponiéndose a aplastarlas con su poderoso brazo.
-¡No hagas daño a Onee-chan!
La niña situó las palmas de ambas manos apuntando al demonio. De éstas surgió una espiral de fuego que fue haciéndose cada vez más y más grande hasta rodearlo. Sin embargo Ryouta no tardó en deshacerla como si estuviese espantando a una mosca.
-Mai-chan...- Shiina no podía creer lo que veían sus ojos. Entonces todo lo que le había contado la niña...
-Hablas de ella como si fuese alguien a quien debes proteger. Algún día ella te abandonará e irá contra ti, pequeña.
-¡No! ¡Onee-chan nunca haría algo así!
-¿Acaso no lo ves, niña? ¿Crees que después de haber visto lo que eres en realidad esa chica podrá mirarte de la misma forma?
Con ojos llorosos, Mai observó a Shiina quien le devolvía una mirada asustada y confusa.
-¿Onee-chan...?
La joven no entendía nada e, instintivamente, sentía la necesidad de huir del lado de la pequeña.
“¿Qué es ella? ¿Acaso no estuvo a punto de incinerar a un niño? Debo dejarla e irme, debo dejarla e irme, debo dejarla e irme...”, le decía su mente una y otra vez.
-Onee-chan...
Fue entonces cuando reaccionó. Es posible que aquella niña fuese diferente a un ser humano pero no dejaba de necesitar padres que la cuidasen, no dejaba de querer jugar todos los días con sus amigos o de querer ir a clase como cualquier otro ser humano. Para ella sólo era una niña...
-¡No! –al tiempo que esto salió de su boca, Shiina abrazó fuertemente a la pequeña- ¡No pienso ser como tu dices! ¡Nunca la dejaré de lado, no importa lo que sea o el poder que tenga!
-Ja. Me pregunto si serás capaz de mantener esas palabras para siempre.
-Hasta que muera...
-Eso tiene fácil solución...
-¡AAAAAAH!
Llegando desde el cielo, Akira golpeó fuertemente a su padre, consiguiendo alejarlo de allí mientras ambos rodaban por el suelo. Una chica se acercó hasta donde se encontraban ambas.
-¡Eri! ¡¿Qué haces aquí?!
-¡¿A ti qué te parece?! ¡He venido a sacaros de este sitio!
-Pero, ¿cómo es que?
Eri apartó su cabello de las sienes mostrando los dos cuernos que sobresalían de éstas.
-Tú...también...
-Siento no haberte dicho nada de esto antes pero...no podía hacerlo...
Su amiga se mantuvo en silencio.
-Por favor, confía en mí, os llevaré a un lugar seguro.
Shiina dirigió su mirada hacia Mai y luego asintió.

Tanto Ryouta como Akira se levantaron del suelo y se encararon el uno al otro.
-¡Siempre interfiriendo!
-¡Ya te lo he dicho cientos de veces! ¡No voy a rendirme hasta que entres en razón! Me cueste lo que me cueste.
Con determinación en sus palabras, el chico se preparó para cargar otra vez contra su padre. Éste por su parte profirió un largo suspiro.
-Entonces, en verdad no me queda más remedio que eliminarte.
Ryouta levantó la cabeza, apuntando al cielo con sus cuernos. De repente comenzaron a formarse nubes en el cielo, tapando las estrellas y la Luna. Poco después se observaba la luz procedente de relámpagos y el sonido estremecedor de los truenos.
-¿Una tormenta?
-Durante todo este tiempo has estado siguiendo bien el juego, hijo mío. Es hora de que te enfrentes a la realidad.
Un rayo de gran tamaño atravesó el aire y cayó sobre Ryouta, provocando que Akira se tapase la mirada, cegado.
Cuando la corriente eléctrica se hubo disipado el medio demonio pudo ver lo ocurrido. Su padre, rodeado de una electricidad que recorría todo su cuerpo, presentaba además un mayor tamaño en sus cuernos.
-Prepárate.
Décimas de segundo después de terminar la palabra, el demonio apareció frente a su hijo, quien, sin tiempo a reaccionar, recibió un fuerte golpe en la cara con el que salió volando por los aires dibujando una parábola mientras daba vueltas sobre sí mismo. No obstante, antes de que llegase a aterrizar, su padre ya lo esperaba allí, atacándolo de nuevo con ambos brazos y estampándolo contra el suelo, el cual sucumbió ante la fuerza de la acometida.
-¡Gah! –expulsando sangre por la boca, Akira sintió cómo sus huesos se rompían. En apenas un par de segundos y dos ataques lo había dejado para el arrastre.
-Estoy comenzando... –agarrándolo del cuello, Ryouta lo lanzó al aire. Acto seguido saltó detrás y comenzó a sacudirle una y otra vez a una velocidad que excedía cualquier capacidad normal de visión, hasta que finalmente volvió a lanzarlo contra el suelo, dando lugar a un nuevo cráter.
El cuerpo de Akira no se movía. Con gestos de dolor, intentaba que sus músculos reaccionasen pero era totalmente imposible.
Situándose a varios pasos del medio demonio, su padre lo miró con seriedad y cierta decepción.
-Con este nivel jamás podrás capturarme...
-...
-Es una pena que tenga que matarte. Y más de esta manera.
-¡Espera!
Al darse la vuelta descubrió la figura de Eri.
-¡Es tu hijo! –exclamó mientras jadeaba por el cansancio de haber corrido hasta allí- ¡¿Acaso no te importa nada?!
-Por mucho que sea mi hijo sólo pretende entrometerse en mi camino.
-¡Eso es porque eres su padre! ¡Es porque te quiere, y no quiere que caigas a un lugar del que ya no puedas volver!
-Para mí ya es demasiado tarde. Es imposible eliminar el odio que siento hacia los humanos.
-¡Sin embargo un día los amaste!
-Eso fue hace mucho tiempo.
-¡Eso no importa! ¡Si los amaste una vez puedes volver a hacerlo!
-¡Cállate! –una pequeña onda eléctrica se originó a partir de sus cuernos, no obstante sólo provocó que la chica diese un par de pasos atrás.
-¡Tienes que recordar aquello que te hizo creer en los humanos! ¡Aquello por lo que una vez luchaste junto a ellos!
-... –a Ryouta comenzaron a venirle imágenes de su mujer, del tiempo que pasó con ella y de cuando vio por primera vez a su hijo. Dirigió la vista hacia Akira, tendido en el suelo y sufriendo por el dolor que él mismo le había causado- ¿Por qué...?
-¿Eh?
-¿Por qué empezó a odiarme? ¿Por qué se alejó de mí?
-...
-¡¿Por qué me traicionó?! –elevando su voz al aire, varios rayos cayeron sobre la zona, provocando que Eri cayese al suelo y se cubriese la cabeza con los brazos.
Finalmente, la oleada terminó.
-No puedo perdonarlos...ya que lo que me hicieron a mí, es imperdonable...
Las corrientes eléctricas que surcaban las nubes se concentraron en un solo punto.
-Lo siento, Akira...
-¡No lo hagas! –gritó Eri al tiempo que un relámpago gigantesco caía sobre el medio demonio...

viernes, 2 de mayo de 2014

Capítulo 8: Sospecha y traición



Sentada en clase, Eri observaba a Reima/Derain explicando la lección que tocaba pese a que no le prestaba mucha atención. Su mente estaba distraída por la historia contada el día anterior por Akira.
-Eri...Eriiiii...Eriiiiiiiiii... –después de intentar llamar su atención en tres ocasiones, Luka optó por lanzarle una goma de borrar a su amiga.
-¡Ay! ¡L-Luka!
-¿Estás bien, Eri? Pareces un poco baja de moral. ¡No me digas que Akira-kun te ha hecho algo!
-¡¿Por qué demonios iba a hacerme algo?!
-No sé...te veo a ti de esa forma y él no viene a clase. ¡Suena a que te acosó sexualmente y entonces vino la policía y...! ¡Ay!
Una mano golpeó la nuca de la chica.
-Deja de inventar sandeces, harás que la gente piense mal sobre los demás.
-No tenías que golpearme tan fuerte, Shiina... –se quejó su amiga acariciándose la zona afectada.
-En cualquier caso, Eri, si tienes algún problema no dudes en contar con nosotras. O por lo menos conmigo...
-¡Shiina, no seas cruel!
-Gracias, chicas.
Para su desgracia, la demonio no podía contar nada de lo que estaba ocurriendo. No era sólo que prefiriera mantenerlas al margen de todo aquello sino que tampoco era algo que pudiese decirse si que se diesen lugar a consecuencias.

Durante el descanso las tres amigas se reunieron, juntando sus respectivos escritorios.
-También es bastante raro que no haya venido Asari-sensei.
-Ni ella ni Akira-kun.
-¿Creéis que esos dos están en algún tipo de relación o...? ¡Ay!
-¡Qué no digas eso!
-Shiina...si sigues pegándome así me vas a arrancar la cabeza...
-La tienes demasiado dura como para que algo así suceda.
-E-en cualquier caso, seguramente no sea nada importante. Quizás sólo tengan que atender unos asuntos. Hioni-sensei, por ejemplo, sí que ha venido.
-¿Huh? ¿Qué tiene que ver él con todo esto?
-¿Eh? E-esto...nada...
-¿Seguro que te encuentras bien, Eri?
-S-sí, n-no hay ningún problema.
-Chicas...
Irrumpiendo en la conversación apareció Kaoru.
-¿Sabéis algo de Akira?
Las tres amigas negaron con la cabeza.
-Hace dos días que no aparece y cuando le llamé al móvil no me contestó.
-Qué extraño... –comentó Luka llevándose una mano a la barbilla- Esto cada vez se vuelve más sospechoso. Oíd, ¿qué os parece si vamos directamente a casa de Akira-kun? Seguro que sus padres saben algo.
-¡Pffff!
Eri escupió parte de su bebida sin querer, tosiendo poco después.
-¡N-no...!
Sus tres compañeros la miraron como si estuviera loca.
-¡N-no creo que sea buena idea!
-¿Por qué? –preguntó Shiina dándole un pañuelo a su amiga.
-Gracias...bueno...podríamos molestarlos...y más si él está enfermo...
-Pero al fin y al cabo le tendremos que dar los apuntes y deberes que nos han mandado, ¿no? Estoy seguro de que ni a él ni a sus padres les molestaremos si vamos con ese propósito –señaló Luka.
-Em...esto... –Eri no sabía como contrariar sus palabras.
-Por una vez estoy de acuerdo con Luka. Vayamos después de clases pues.
-¿Después de clases? No creo que pueda...he quedado con Hioni-sensei para preguntarle algo acerca de la asignatura y... –intentó objetar Eri.
-No te preocupes. Le pediremos a sensei que también venga con nosotros.
-Estoy segura de que estará demasiado ocupado como para poder venir con nosotros...

-Claro. Iré con vosotros –contestó Reima/Derain.
-Entonces decidido. Después de clases nos reuniremos en la entrada para dirigirnos a casa de Akira-kun –sentenció Shiina.
Por su parte, Eri se acercó al imp para poder hablarle sin que la escuchasen sus compañeros.
-¿Se puede saber por qué has aceptado?
-¿Por qué? ¿No debería?
-Si van a casa de Akira y hacen que sus padres se den cuenta de que no está, las cosas se pondrán muy difíciles.
-Ah...es por eso...no creo que tengas de qué preocuparte. ¿De verdad piensas que Akira haría algo sin cubrirse las espaldas?
-¿A qué te refieres?
-Ya lo verás. En cualquier caso ahora tengo excusa para largarme antes de aquí.
-No eres muy trabajador tú, ¿verdad? –comentó la demonio dando un resoplido.

Sin muchos contratiempos salvo los de convencer a Derain de que no fumara mientras fuese con alumnos, finalmente llegaron a la casa de su compañero. Shiina fue la encargada de llamar al timbre y contestar a la madre de Akira.
-Mi nombre es Ibuka Shiina. Soy compañera de Akira-kun y delegada de la clase. Unos compañeros y yo hemos venido para darle los apuntes y deberes de estos últimos días a Akira-kun. Nos gustaría saber también si se encuentra bien.
Eri esperaba una respuesta de sorpresa por parte de la mujer, sin embargo fue ella quien se sorprendió en su lugar.
-Claro, pasad, pasad.
La demonio miró a Reima/Derain quien, despreocupadamente, parecía distraerse con el jardín de la casa de los Haga...
-Un momento...el apellido del padre de Akira-kun también era Haga. ¿Significa que los padres adoptivos también son parientes?
-Parientes lejanos pero sí, lo son.
-¿Eso quiere decir que también son demonios?
-No, son humanos aunque no desconocen la existencia de los demonios.
-¿Cómo es eso posible?
-Los mestizajes han existido desde épocas lejanas. La posibilidad de que las raíces de una misma familia se dividan en una rama de demonios y otra de humanos no es algo imposible. Aunque puede resultar poco conveniente ya que ambas ramas pueden acabar odiándose debido a las diferencias entre especies.
-Ya veo.
-En cualquier caso no tienes de qué preocuparte. Esa mujer conoce bien a Akira, así que no dirán nada que suene extraño –explicó Reima/Derain.

Los invitados entraron en la casa donde los recibió una mujer de cuarenta y pocos, pelo negro y rasgos amables.
-Lamento deciros que mi hijo no se encuentra en este momento en casa. Estos días ha tenido que ocuparse de algunos recados por parte de mi marido relacionados con su trabajo. Últimamente ha estado muy ocupado y Akira le echa una mano para que pueda cumplir con todos los encargos. Siento las molestias causadas –dijo la madre de Akira dirigiéndose a Reima/Derain.
-No importa pero asegúrese de que se incorpora a las clases lo más rápido posible.
“Seguro que tú y Asari-sensei también habéis metido algo de mano en esto”, pensó Eri mientras posaba los ojos sobre su falso profesor.
-Entiendo. Entonces dejaremos aquí las cosas y nos marcharemos.
-¿No queréis tomar algo? Ya que os habéis molestado en venir hasta aquí.
-No, muchas gracias. Tenemos que irnos.
-De acuerdo, como queráis.
Cuando se disponían a marcharse, la madre de Akira le hizo una señal a Eri para que se quedase. Ésta se mostró algo extrañada pero hizo caso a la petición de manera que ambas se quedaron a solas.
-Tú debes de ser Eri-chan.
Ella asintió.
-Pese a que vosotras habéis sido amigas de mi hijo durante bastante tiempo me cuesta reconoceros –la mujer rió-. Habéis crecido mucho desde la última vez que os vi.
Si bien cierto era que ellas tres conocían al chico desde hacía tiempo, no había ocurrido lo mismo con sus familiares, a los cuales había visto en contadas ocasiones. Aunque tampoco es que Akira hablase mucho sobre ellos.
-Gracias por cuidar de mi hijo durante todo este tiempo.
-Bueno...en realidad debería decir que me ha cuidado más él a mí –comentó la chica recordando el incidente con Ryouta.
-Lo sé. Ese chico es demasiado amable. No dejes que haga ninguna tontería...
-Claro...
Por mucho que no fuese su madre biológica se notaba que estaba preocupada por él. La chica se sentía un poco mal de no estar todavía capacitada para ayudar a su hijo.

-¿Qué es lo que te ha dicho? –preguntó Luka una vez les hubo alcanzado.
-Nada importante...
-Bueno, ahora que ya sabemos donde se encuentra no tenemos motivos para seguir investigando...
-Mm...no sé...a mí me sigue pareciendo un poco raro...
Todos giraron la cabeza hacia Kaoru.
-¿A qué te refieres?
-No sé, puede que sólo sea una suposición pero tengo la sensación de que nos ha engañado.
-N-no digas tonterías. ¿Por qué su madre iba a hacer algo así?
-No lo sé...por eso digo que es una suposición...
-Dudo mucho que mintiera, y mucho menos sobre algo así. Dicho esto me voy, tengo cosas que hacer –dijo Shiina.
-Yo también me retiro –corroboró Luka- ¿Huh? ¿Y Hioni-sensei?
Cuando quisieron darse cuenta, el profesor ya había desaparecido.
-Parece que se ha esfumado en cuanto ha tenido oportunidad... –murmuró Eri- Será mejor que nosotros nos vayamos también, Fujita-kun.
-¿Eh? Ah, claro.
El chico parecía distraído. Probablemente pensando todavía en lo que acababa de decir. ¿Se habría imaginado algo sobre lo de Akira?
-Bah, tonterías... –se dijo a sí misma.

En un lugar apartado de la ciudad, Haga Ryouta estaba esperando a alguien. Para pasar más desapercibido había decidido adoptar una forma humanoide pese a que sus cuernos todavía eran visibles.
Al cabo de un tiempo apareció ante él un hombre. La oscuridad impedía verle bien pero sabía de quien se trataba: la persona que le había ayudado a salir de aquella prisión.
-Te veo bien, Ryouta.
-Cállate.
-Vaya, no eres un tipo muy amigable. Y eso que te ayudé a salir de “Cerberos”.
-Te estoy agradecido por ello pero eso no significa que confíe en ti, humano.
-Tu rencor hacia los humanos es temible...pero eso me gusta de ti.
-¿A qué te refieres?
-Verás pese a ser lo que soy estoy bastante harto de la sociedad humana. Ya sabes, siempre rechazando aquello que desconocen e iniciando guerras contra ello sin ni siquiera pararse a pensar en si realmente es bueno o malo. Los humanos son tan primitivos que dan pena.
-... –Ryouta se quedó en silencio mientras aquel hombre despotricaba contra su propia especie.
-Así que cuando me enteré de que tú también odiabas a los humanos pensé “¿por qué no pedirle ayuda? Quizás junto a él pueda darles a los humanos por fin una lección”. Como ves tenemos el mismo objetivo.
-Entiendo... ¿qué propones pues?
-Verás, existe una manera para obtener un poder el cual te permita destruir a los humanos sin que nadie pueda detenerte.
-No necesito coger poder de ninguna parte.
-¿Ni siquiera para enfrentarte a “Darkblade”?
-...
-Incluso con tu fuerza te sería imposible ganarle.
-... ¿cómo consigo ese poder?
-Necesitas absorber el Setten de los demonios que hay en esta ciudad.
-¿Absorber el Setten de los demonios?
-Exactamente. Matarlos y quedarte con su energía vital.
-Jamás haría algo así.
-Vaya, pues es una pena. Supongo que entonces tu venganza quedará reducida a sólo un estúpido deseo. En fin, iré a hacer tratos con otro demonio que sea capaz de matar a los humanos.
-¡Espera! ¡¿Acaso no me consideras capaz de cumplir mi venganza?!
-Bueno...no pareces muy dispuesto a ello por lo que veo...
-Bien. Dime qué tengo que hacer para absorber el Setten del resto de demonios.
-No te preocupes. De eso me encargo yo. Tú limítate a eliminarlos a fin de que el Setten pueda ser extraído.
-...de acuerdo...
-Así pues hemos cerrado el trato –juntando sus manos complacido, el hombre se dio la vuelta y se dispuso a marcharse.
-Una cosa más...
-¿Sí?
-Todavía no me has dicho tu nombre.
-Oh, cierto, que modales los míos por no haberme presentado –tras decir esto agacho la cabeza en señal de saludo-. Encantado de conocerte, Haga Ryouta. Puedes llamarme Judas...

Kaoru caminaba en soledad hacia su hogar.
-Te agradecería que dejaras de seguirme –dijo el chico deteniéndose en mitad de a calle.
-Me preguntaba cuánto tardarías en descubrir que te estaba siguiendo. La verdad es que no está mal para alguien tan joven.
Apareciendo detrás de él, un imp encendió un puro y se lo llevó a la boca.
-Derain “Dreambuster”...
-Ja. Hacía tiempo que nadie me llamaba por ese apodo. Ni siquiera “Darkblade”.
-¿Qué es lo que quieres de mí?
-Puesto que nos centramos en la búsqueda de demonios parece ser que no nos percatamos de tu presencia. Sólo me preguntaba qué busca alguien como tú en un lugar como éste.
-¿Sólo eso? Vaya pregunta más estúpida. Vivo aquí luego voy al instituto como cualquier adolescente normal y corriente...
-Pero no eres un adolescente corriente, ¿me equivoco?
-...
-Estoy seguro de que ese no es el único motivo...
Kaoru sonrió.
-Lo único que puedo decir es que tengas cuidado. No sé lo que es pero algo está empezando a cocerse, y es algo que escapa a todo control, incluido el del mismísimo “Darkblade”.
-¿Algo que ni siquiera “Darkblade” puede controlar?
-Así es. Defended a los demonios de este mundo, de lo contrario su extinción no tardará en llegar...
Dicho esto el chico continuó su camino, dejando al imp con los brazos cruzados y apoyado sobre una de las paredes que limitaban las calles. Su expresión se encontraba entre la confusión y la preocupación.
-Temo que las cosas se estén moviendo en nuestra contra. Será mejor que te des prisa, Reima...

-Buff...no hay nada como una ducha después de un largo día –dijo Shiina mientras se vestía e iba directamente a su habitación.
Fue en ese momento cuando la voz de una mujer la llamó.
-¡Shiina!
-¡Sí, mamá!
-¡Me tengo que ir a hacer un recado! ¡Cuida de la casa mientras tanto!
-¡Vale!
Se escuchó el ruido de la puerta cerrándose.
-Desde luego...seguro que se le ha olvidado algo y ha tenido que ir a comprarlo a última hora. Esta mujer no va a cambiar nunca...
No pasó mucho tiempo cuando el timbre de la casa sonó. Shiina se encontraba leyendo en ese momento por lo que se dispuso a recorrer el espacio que separaba su habitación del recibidor para abrir la puerta.
-¿Quién es?
Al abrirla una niña pequeña hizo acto de presencia frente a la chica.
-¿Mai-chan?
-¡Onee-chan!
La pequeña se lanzó a abrazarla, aunque debido a su pequeña estatura sus brazos sólo rodearon las piernas de la joven.
-¿Qué haces aquí?
Separándola de sí misma poco a poco, Shiina intentaba entender por qué aquella niña estaba allí en ese momento. La pequeña era una niña que vivía en su barrio. Sus padres y los de la pequeña tenían buena relación y más de una vez la chica había tenido que ocuparse de su cuidado mientras ellos estaban fuera.
Mai tenía un cabello muy largo y rubio. Según recordaba Shiina, debía de tener unos cinco o seis años y solía mostrarse como una niña muy cariñosa y simpática.
-Me he escapado de casa.
-¡¿Qu-qué diablos estás diciendo?!
El teléfono comenzó a sonar.
-Espera un momento, Mai-chan.
La niña asintió. Por su parte la chica se dirigió hacia el aparato y lo descolgó.
-¿Diga?
-¿Shiina-chan?
-¡N-Nomura-san! ¡Esto...Mai-chan...!
-Lo sé. Está allí, ¿verdad?
-Sí...
-Esa niña...
-¿Qué ha pasado?
-¡Hemos tenido una discusión y antes de que pudiese darme cuenta ha salido corriendo fuera de casa! ¡La he estado buscando por todas partes! ¡Menos mal que está allí!
Shiina resopló.
-¡Ahora mismo iré para allá y le daré una buen sermón!
-Quizás será mejor que espere. De lo contrario puede que vuelva a salir corriendo. ¿Qué le parece si esta noche se queda en mi casa y mañana la llevo yo misma para allá?
-¡Pero...eso sería...!
-No se preocupe. No me molesta. Ahora mismo estará enfadada pero estoy seguro de que mañana estará tan arrepentida que le pedirá disculpas por haberse escapado.
-...
Se hizo el silencio durante unos momentos al otro lado del teléfono.
-Bien...de acuerdo...cuídala bien entonces...y que no se acueste muy tarde...
-Tranquila. Ya sabe lo acostumbrada que estoy a cuidar de ella.
-Gracias.
-No hay de qué. Hasta mañana.
Colgando el teléfono, Shiina se acercó a Mai.
-Bueno, por esta noche te quedarás a dormir aquí pero mañana por la mañana tú y yo tendremos que mantener una buena charla, ¿vale?
Sin comprender del todo la situación, la niña asintió y acompañó de la mano a la joven.

Mientras tanto, un hombre que presentaba un par de cuernos en la cabeza se situó frente a la casa.
-Empezaré a reunir el Setten...