martes, 30 de julio de 2013

Gaia Project: Capítulo 13

Quattuor esquivó otro de los tentáculos de Sead, siguiéndole a éste un segundo de mayor tamaño que se abalanzó sobre su cabeza, obligándole a detenerlo con sus brazos. La fuerza del golpe fue tal, que el suelo bajo sus pies mostró signos de romperse.

-¡Te aplastaré! –declaró Tribus.

-¡Que te lo has creído! –respondió el hombre, haciendo un gran esfuerzo para quitarse de encima aquel tentáculo, sólo para encontrarse rodeado de un gran número de ellos, que se enroscaron alrededor de su cuerpo y lo estrujaron como serpientes- ¡¡¡Aaaah!!! –gritó con fuerza, llegando a provocar una onda expansiva con la que logró liberarse de sus ataduras.

-¡Deberías hacerte mirar esa monstruosa fuerza tuya! –se quejó Tribus.

-¡Mira quién fue a hablar! ¡Ni que tú fueses normal!

 

En ese momento, el hombre escuchó un ruido, descubriendo un torrente líquido precipitándose sobre dos siluetas de color blanco y, encima de una estructura cilíndrica, dos chicas, entre las que estaba Sarah.

-¿Pero qué acaba de pasar? –se preguntó.

 

Mientras tanto, Sarah comprobó el estado de su amiga, quien, pese a estar inconsciente, no parecía correr peligro.

 

Suspirando aliviada, la cargó sobre sus hombros lo mejor que pudo y, con la mayor rapidez posible, bajó las escaleras.

 

Fue en el primer piso, donde encontró a un par de esqueletos cerrándole el paso.

-¡¿Qué crees que estás haciendo?! –exclamó Tribus, igual de sorprendida que Quattuor ante lo que acababa de ocurrir, mientras sus invocaciones se disponían a golpear a Sarah.

 

Sin embargo, en lugar de eso, ambos fueron aplastados contra el suelo por Quattuor, quien había saltado sobre ellos para ayudar a la chica.

-¡La pelea es entre tú y yo! –exclamó el hombre.

-¡Imbécil! –replicó Tribus.

-¡¿Se puede saber que ha pasado?! –preguntó Quattuor, dirigiéndose a Sarah.

-Esta chica es amiga mía. Al parecer, la han utilizado en sus planes –explicó ella.

-Así que han encontrado un recipiente para Gaia –concluyó Quattuor.

-¡Yo que tú soltaría a esa chica! –exclamó Detz, quien acababa de incorporarse y ahora tenía a Kareth, inconsciente y en su forma humana, cogido por el cuello.

-¡Kareth! –gritó Sarah.

-¡Hagamos un trato! ¡Esa chica por su vida! –propuso Detz, señalando a Kareth.

-¡¿Has conseguido su núcleo?! –preguntó Quattuor.

-¡Así es! ¡Y tú serás el siguiente!

-¡Muy optimista por tu parte!

-¡En cualquier caso, si de verdad os importa la vida del chico, será mejor que dejéis en el suelo al contenedor de Gaia y os separéis de ella!

-Da igual lo que hagas, peliazul –murmuró Quattuor-. En cuanto la dejes, nos atacará.

-Aun así, no puedo dejarle morir. No puedo abandonar a ninguno de los dos –contestó Sarah, mordiéndose los labios debido a la impotencia producida por aquella situación.

-Creo que tengo un plan para escapar –dijo Quattuor tras meditar unos segundos.

-¡¿En serio?!

-Sí, pero tendrás que agarrarme fuerte –prosiguió, a lo que ella respondió asintiendo.

-¡Se os acaba el tiempo! –les apremió Detz.

 

En ese instante, Quattuor observó a sus dos contrincantes. Por un lado estaba Tribus, esperando pacientemente a cualquier movimiento para lanzar su ataque contra ellos. Y por el otro, Detz, cuya mano empezaba a apretar el cuello de Kareth, mostrando que iba en serio.

-Allá voy. ¡HAAAAAAAAH! –gritó Quattuor, levantando ambos brazos, y juntando sus manos, para después golpear fuertemente el suelo con ellas.

 

Entonces, se produjo un temblor, el cual fue en aumento, dando lugar a que la sala comenzase a venirse abajo. Paredes, suelo y techo se rompieron; y parte de la estructura cayó sobre ellos.

 

Aprovechando la distracción que había provocado, Quattuor agarró a Sarah con un brazo y se lanzó a por Detz, embistiéndolo con fuerza y rescatando a Kareth. Tras esto, realizó un potente salto hacia la salida y logró escapar antes de que los tentáculos de Sead lo alcanzasen.

 

-¡E-eso ha estado genial! –le halagó Sarah, sujetándose fuertemente al hombre. Una vez se hubieron alejado lo suficiente, éste la soltó.

-Bien. Hemos conseguido algo de tiempo, pero las invocaciones de Tribus pueden aparecer en cualquier área de este subterráneo, por lo que dudo que tarden en seguirnos. Hay una salida cerca. Huiremos por ahí –indicó Quattuor.

 

Justo al acabar la frase, pudieron escuchar el trotar de caballos a lo lejos.

-¡Maldita sea! ¡Es más rápida de lo que pensaba! ¡Deprisa, larguémonos de aquí!

 

Sin perder más tiempo, ambos continuaron recto por un pasillo hasta llegar a una bifurcación. Al girar la vista hacia atrás, Sarah pudo observar a unos seres incorpóreos, montados a caballo, que les recortaban distancia.

-¡¿Qué es eso?! –exclamó la joven.

-¡Además de a ese monstruo tentacular, Tribus puede invocar las almas de difuntos guerreros! ¡Los que nos persiguen debe de ser la caballería! –respondió Quattor.

 

Girando a la derecha, el grupo se introdujo en un extenso pasillo donde había varias puertas mecanizadas y grandes ventanales a su lado, en cuyo interior podían verse habitaciones con camillas en el centro y material de laboratorio. A Sarah, aquello le recordaba mucho a algo que ya había visto en el centro de control de Yohei Gakko. ¿Qué era exactamente ese sitio?

 

Finalmente, llegaron a un callejón sin salida.

-¡¿Estás seguro de que no te has equivocado de camino?! –preguntó Sarah, preocupada al ver a sus perseguidores cada vez más cerca.

-No, es por aquí, pero necesitaremos una contraseña para poder pasar.

-¡¿Hablas en serio?!

-Sí, pero tranquila, no es muy difícil –señaló Quattuor mientras golpeaba la pared de enfrente y abría un boquete sobre ella.

-¿Lo ves? No era difícil.

-Recuérdame que no te contrate de cerrajero –comentó ella.

 

En ese momento, los guerreros invocados por Tribus, montados sobres sus oscuros caballos, les alcanzaron.

-¡Vamos! –apremió Quattuor, a la vez que ambos se introducían en el boquete, que daba a otro pasillo más estrecho que el anterior, si bien, aparentaba ser más moderno, constituido por paredes metálicas de color blanco. Probablemente, habían sido construidas hacía relativamente poco en comparación con el calabozo donde había sido encerrada.

 

Finalmente, llegaron frente a una compuerta circular.

-¡Si la atravesamos, estaremos fuera de su territorio! –indicó Quattuor.

-¡Oh, dios! –exclamó Sarah, quien, al girarse, había visto a sus perseguidores a apenas un metro de distancia de su espalda.

-¡Rápido!

-¡No voy a conseguirlo! –advirtió la chica, a lo que el hombre reaccionó cogiéndole la mano y lanzándose contra la compuerta para derribarla, poco antes de que uno de los guerreros la agarrase de la ropa. Tras esto, todo se volvió oscuro.

 

-Lo siento, Detz. Han escapado –se disculpó Tribus.

Tanto ella como el científico estaban en una habitación llena de monitores desde los que podían ver otras habitaciones. Ambos habían salido ilesos del caos provocado por Quattuor.

-No importa. –dijo el científico-. Al menos hemos conseguido el núcleo de Kareth. Informa a los demás de que necesito que me traigan de vuelta a esa chica y el núcleo de Quattuor. Ahora que está perfeccionada, puedo hacer varias copias de la “Errantia”.

-De acuerdo –contestó Tribus, marchándose de la sala.

-Habéis ganado esta batalla, pero no ganaréis la guerra –murmuró Detz.

 

Cuando Sarah abrió los ojos no fue capaz de ver nada. Al tantear con su mano tras de sí, tocó el frío metal de lo que parecía una escalera.

-¿Qu-Quattuor? –preguntó tímidamente.

-Estoy aquí –dijo una voz a su lado.

-¡Ah! –exclamó asustada, golpeando al hombre por acto reflejo, pese a que éste ni se inmutó- ¿Dónde estamos?

-En un conducto de alcantarillado. A más profundidad que en el subterráneo.

Eso explicaba las escaleras, aunque ellos no las hubiesen utilizado para bajar.

-¡¿Y los demás?! –preguntó de nuevo, refiriéndose a Kareth y Nara.

-Tranquila. He comprobado su estado. No han sufrido daños al caer. El único que se ha llevado un buen golpeado he sido yo, así que no hay problema.

-Me sorprende que digas algo así con esa tranquilidad.

-¿Mm? ¿Has dicho algo?

-Nada. Olvídalo.

-Está bastante oscuro. La única luz que tenemos viene de la entrada. Por lo demás, tendremos que arreglárnoslas

-Una vez me acostumbre, ése será el menor de nuestros problemas –contestó la chica, notándose, de repente, un peso sobre sus hombros- ¿Eh?

-Encárgate de llevar a uno de ellos. Yo llevaré al otro –dijo Quattuor.

-¡Eh! ¡Ten más de cuidado!

-Ya. Lo que tú digas. En marcha.

 

Al principio, sus pasos fueron más lentos, pero una vez se hubieron acostumbrado a la oscuridad, pudieron moverse con más seguridad.

-¿Sabes adonde lleva esto? –preguntó Sarah.

-No. Pero quizás conecte con algún pueblo o alguna ciudad en los territorios de las tres potencias.

-¡Ugh! –se quejó la joven tras tropezar y caer al suelo-. Lo siento. Creo que todavía no me he recuperado de lo de antes.

-Sigamos un poco más. Si no encontramos nada, no habrá más remedio que parar a descansar aquí mismo. Aunque lo tendremos difícil sin agua ni agua.

 

Así pues, continuaron recto por el conducto durante un buen rato. Aquello era interminable. Por más metros que recorriesen el mismo escenario se repetía una y otra vez.

 

Finalmente, llegaron a una zona algo más iluminada gracias a un agujero en el techo, situado al final de otro conducto, a unos treinta o cuarenta metros sobre sus cabezas. El área era cuadrada y de ella partían varios pasillos en distintas direcciones, incluyendo por donde habían venido.

-Al menos es algo diferente –se alegró Quattuor.

-Coincido.

-El problema será decidir el camino correcto.

-Hay tres opciones: derecha, izquierda o seguir al frente.

-¿Tú cuál sugieres?

-¿Me preguntas a mí? Tú eres quien nos ha traído hasta aquí. Qué mínimo elegir por donde seguir, ¿no?

-Ya te he dicho que no tengo ni idea de adonde lleva esto. Sirvo para lo mismo que tú –contestó el hombre, sonsacándole un suspiro a la chica.

-Lo que está claro es que no vamos a llegar a ningún lado discutiendo. En fin, si hay que elegir, seguiremos por el camino de enfrente.

-Mm... No me convence. Mejor el de la derecha.

-¡¿Acaso alguna vez escuchas a los demás?! –se quejó Sarah.

-No se me da bien ir en grupo.

-¡Entonces no sé ni para qué te molestas en preguntarme! –le gritó.

 

Tras continuar por el pasillo de la derecha, Quattuor se detuvo.

-¿Qué pasa? –preguntó Sarah.

-Silencio. Me ha parecido escuchar voces –respondió calmadamente.

 

La joven agudizó el oído. A lo lejos podía oírse a un grupo de personas conversando.

-Quizás puedan ayudarnos –concluyó la chica.

-O también puede que nos ataquen.

-Teniendo en cuenta que necesitamos agua y comida, y un lugar donde tratar a Nara y a Kareth; creo que merece la pena intentar hablar con ellos –propuso Sarah.

-No me convence.

-Bien, quédate aquí. Iré yo.

-¡¿Estás loca?!

-Quédate aquí con ellos –repitió Sarah mientras le entregaba el cuerpo de Nara, con quien había estado cargando todo el camino hasta allí.

-Como te maten no me hago responsable –le advirtió Quattuor.

-Lo que tú digas.

 

Una vez dada por sentenciada la conversación, la chica se acercó al origen de la conversación. A pocos metros, divisó luces de linternas.

-Ya hemos revisado la zona. Este conducto puede llevarnos a los territorios del norte –escuchó decir a una voz masculina.

-¿Estás seguro? –dijo una segunda voz.

-Bueno, es verdad que no he llegado tan lejos, pero...

-Es importante tenerlo claro. No conviene dar información a medias.

-Lo sé, pero no es fácil llegar hasta allí. Si nos cogen, podrían considerarnos espías o algo peor, y acabar muertos.

-Oye, no nos unimos a los Rebeldes para huir a la primera de cambio.

-¡Entonces, ¿por qué no vas tú?!

-¡¿Yo?!

-¡Sí, estoy hablando contigo!

-Yo... Bueno...

-¡Lo sabía, tú tampoco te atreves!

-¡Sois un par de cobardes! –intervino una tercera voz, que al parecer se había mantenido en silencio durante todo el intercambio.

-¡Y vas a decirme que tú no! –le recriminó la primera voz.

-¡Por supuesto! ¡Yo sería capaz de ir sin problemas!

-¡Entonces ve ahora mismo y demuéstranoslo! –le desafió la segunda.

-¡¿Hoy?! Eh... Me duele un poco la cabeza.

 

“Rebeldes. Escuché sobre ellos antes de acompañar a Yami a Yohei Gakko”, pensó Sarah. En ese momento, sin darse cuenta, pisó un pequeño trozo de metal, lo que hizo saltar una alarma cerca de donde estaban los Rebeldes.

-¡La alarma se ha activado! –exclamó la primera voz

“¡Mierda! ¡Qué descuido!”, se maldijo Sarah para sus adentros.

-¡¿Quién anda ahí?! –preguntó la segunda voz.

 

Momentos después, la joven era apuntada por tres rifles, sin dejarle otra opción que levantar los brazos. Al tenerlos enfrente, pudo ver que todo ellos tenían cubiertas sus cabezas con cascos, probablemente para proteger su identidad.

-¡No busco problemas! ¡Sólo quiero hablar! –intentó explicarse.

-¡Identifícate! –le ordenó la tercera voz.

-Me llamo Sarah. Viajo junto a otro compañero y dos personas que ahora mismo están inconscientes. Por favor, necesito vuestra ayuda.

-¡No te fíes de ella! ¡Quizás sea una espía del imperio! –dijo la segunda voz.

-¡No soy una espía! ¡De verdad, no quiero haceros daño!

-¡Dispara! –ordenó la segunda voz.

 

Segundos después, una bala impactaba en el torso de Quattuor, quien se había interpuesto en su trayectoria.

-Te dije que era peligroso –señaló Quattuor girándose hacia la chica, quien se mantuvo en silencio en pleno ademán de esquivar el disparo- Todavía no estás recuperada, y la próxima vez puede que no esté ahí para salvarte el trasero.

-¡¿Qué es ese tío?! ¡¿Acaba de recibir un balazo y ni se ha inmutado?! –exclamó uno de los Rebeldes, a lo que Quattuor respondió con una sonrisa.

-¿Que quién soy? Vuestra peor pesadilla.

 

Nada más acabar la frase, los tres dispararon al unísono, vaciando el cargador mientras el hombre se acercaba a ellos calmadamente, sus heridas regenerándose con rapidez.

-Así que sois de gatillo fácil –dijo Quattuor, sin detener su avance.

-¡No! ¡Para! –gritó uno ante la inutilidad de sus balas.

-Se acabó –sentenció el hombre, levantando el puño para golpearles.

-¡Espera! –le detuvo Sarah, abrazándolo por delante. Entonces, se dio la vuelta y encaró a los tres Rebeldes- Por favor, tan sólo queremos ayudar a nuestro amigos. Por favor. –suplicó la chica.

 

Tragando saliva, los tres se miraron. Sus piernas, temblando por el miedo. Por otro lado, Quattuor bajó el brazo.

-No queremos haceros daño. Estamos en una situación muy complicada. Por favor, se que es difícil creernos, pero ahora mismo necesitamos vuestra ayuda –repitió la chica.

-D-de acuerdo. V-venid con nosotros –respondió uno de ellos, tras un breve suspiro.

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