En el momento en que la espada se introdujo en su abdomen, empezó a emitir ondas eléctricas que finalizaron con una luz cegadora, obligando a los demás a taparse los ojos.
Una vez disipada aquella luz, se pudo observar, imantada al extremo del filo de la espada, una esfera de color verde.
-Es precioso, ¿no crees, Tribus? –dijo Detz, a lo que la chica se limitó a asentir.
Tras esto, el hombre revisó el estado del abdomen de Kareth, que no presentaba ningún corte en la piel, tan sólo en su camiseta.
-Perfecto. No ha dejado ninguna marca en el sujeto. No habrá problema al usarla con vosotros –indicó, orgulloso- Preparemos a Quattuor. Él será el siguiente.
-¿Qué hay de la chica? –preguntó Tribus.
-Pensaba que podría tener parte del núcleo. Por eso la mantuve viva. Pero, a la vista de que está entero, ya no la necesitaremos. Tampoco le necesitaremos a él –aclaró, refiriéndose a Kareth.
-De acuerdo. Entonces también me encargaré de eliminarlos.
-Bien. Después, manda a tus amiguitos a la zona de los calabozos.
Nada más acabar la frase, el hombre se dirigió de nuevo a las escaleras que llevaban al segundo piso. Mientras tanto, Tribus se detuvo a escasos centímetros de Kareth, quien levantó ligeramente la cabeza al darse cuenta de su presencia.
-Así que eso es todo, ¿no? Una vez ha conseguido lo que quería, soy desechable. Dime una cosa, ¿no te importa que pueda hacer lo mismo contigo? –preguntó el joven.
-Para nada. Y no espero que entiendas nuestra manera de pensar, Kareth. Al contrario que tú, hace tiempo que perdí mi propia conciencia. Si hubieses sido afectado por el núcleo, te habría pasado lo mismo, y tu nombre habría pasado a ser Septem. Pero en lugar de eso, sigues siendo quien eres.
-¿No recuerdas nada de quien eras antes?
-Claro que sí. Lo recuerdo todo. Los recuerdos anteriores a que el núcleo me cambiase se mantuvieron, pero ya no tienen el significado que tenían. Ahora sólo lucho por el objetivo para el que he sido destinada. Independientemente de cómo me sienta, es mi único propósito.
-Es triste –declaró Kareth.
-Es posible –sonrió Tribus-. En fin, fue divertido mientras duró. Me hubiese gustado jugar contigo un poco más, pero las cosas no siempre son como nos gustaría.
-No sé como tomármelo –replicó el joven.
-Tómatelo como una última broma de mi parte –respondió ella, poco antes de que uno de los tentáculos de Sead asomase por encima su hombro, apuntando directamente al corazón del joven- Adiós, Kareth. Quizás no tardemos mucho en volver a vernos.
De repente, la puerta de entrada a la sala salió volando por los aires, levantando una gran polvareda y llamando la atención de todos.
Una vez se hubo aclarado el ambiente, se hizo ver la silueta de un hombre alto sujetando a otra persona sobre su espalda.
-¡No! ¡No es posible! –se sorprendió Tribus.
-¡Te veo bien, Tribus! –exclamó Quattuor, sonriendo maliciosamente- ¡¿Me echabas de menos?!
-¡¿Cómo te has escapado?! ¡Yo misma me encargué de hacer esa celda indestructible! –se quejó Tribus, señalándole con el índice de su mano derecha.
-¡No es sido yo! ¡Esta chica me ha echado un cable! –respondió, girándose para que todos pudieran ver bien a Sarah.
-¡Sarah! –gritó Kareth.
-¡¿Qué?!¡¿Ella ha destruido la celda?! –preguntó, incrédula, Tribus.
-¡Oye! ¡Oye! ¡Si yo no he podido cargármela, ¿cómo esperas que lo haga ella?! Lo que hizo fue abrirla utilizando el mecanismo. De alguna forma, parece que se las arregló para esquivar a tus pequeños.
-¡Maldita sea! ¡Con lo que costó encerrarte ahí dentro! –se quejó Tribus llevándose las manos a la cabeza, en un gesto cómico.
-¡Tranquila! ¡Otra vez será! ¡Hiciste lo que pudiste, pero hasta en la suerte es difícil vencerme! –se burló Quattuor.
-¡No es justo! ¡Siempre ganas a todos los juegos! ¿¡Y ahora encima también te las has apañado para salir de ésta!? –continuó Tribus.
-¡Ya sabes lo genial que soy! ¡No tengo la culpa de ser mejor que tú!
-¡¿Mejor que yo?! ¡Estoy segura de que hiciste trampa en el combate que hicimos antes de que cambiases!
-¡No me vengas ahora con esas! ¡Fue una lucha justa, como todas las anteriores! ¡Además, sigo siendo el mismo, sólo he cambiado mi punto de vista!
-¡Es cambiar igualmente, imbécil!
-¡Me da igual! ¡El caso es que he ganado y punto!
Mientras, Kareth observaba a ambos con ojos muy abiertos. ¿Qué clase de relación tenían esos dos? De hecho, ¿quién era ese hombre?
-Tribus –interrumpió Detz con expresión seria-. Déjate de tonterías y encárgate de él.
Entonces, la chica respiró hondo y se calmó.
-Bien. Tú lo has querido. Ya lo logré una vez, puedo volver a encerrarte. Quien ríe el último ríe mejor, Quattuor –le desafió.
-Eso lo veremos –respondió el hombre, girándose hacia Sarah-. ¿Puedes moverte, peliazul? Necesito aligerar peso.
-Sí –contestó ella, permitiendo que la dejase en el suelo.
-¡Bien! ¡Empecemos! –gritó Quattuor.
-¡No te pongas tan contento! –replicó Tribus, haciendo que se abalanzasen sobre él cuatro tentáculos a la vez.
-¡Cuidado! –exclamó Kareth.
-¡Pulpos a mí! –contestó el hombre, con sonrisa arrogante, mientras echaba una pierna atrás y se preparaba para golpear con el puño derecho.
Entonces, justo cuando los tentáculos estaban a punto de alcanzarle, atacó, con el reverso de su mano, el lateral de uno de ellos, provocando que chocase contra los demás, y desviándolos de su trayectoria, de forma que quedaron encajados en la pared.
-¡Haah! –gritó Quattuor, levantado su brazo y dejándolo caer con fuerza sobre dos de ellos, cortándolos sin ninguna resistencia.
-¡Ah! ¡¿Cómo te atreves?! –se quejó Tribus
-¡Cosas que pasan! –se burló el hombre, encogiéndose de hombros.
Tras esto, dio un pisotón con el que agrietó y rompió el suelo, e hizo que pequeños trozos de hormigón quedasen suspendidos en el aire, los cuales golpeó con las palmas de su mano, enviándolos como balas en dirección a Tribus.
Viendo esto, la chica ordenó que dos tentáculos apareciesen delante de ella, aumentando de tamaño y haciendo de escudo. Acto seguido, un tercero la agarró de la cintura y la lanzó hacia arriba, desde donde hizo un gesto con sus dedos hacia Quattuor, lo que provocó que otro tentáculo se precipitase desde el techo hasta él, cayendo en picado como un misil.
Para su desgracia, el hombre logró esquivarlo haciéndose a un lado, viéndose obligado a correr para evadir el resto de ataques que le sucedieron, quitándose el último tentáculo de encima al golpearle con un puñetazo.
“¡Son monstruos!”, pensó Kareth mientras observaba el combate, justo cuando Quattuor acababa de introducir sus dedos en el suelo y había levantado parte del mismo, dejando un boquete en su lugar, para lanzarlo contra Tribus.
La chica, que acababa de hacer su aterrizaje, ayudado de Sead; realizó otro movimiento con su brazo, surgiendo del suelo un esqueleto de entre tres y cuatro metros de altura, vestido con yelmo y armadura, que interpuso su gran escudo en la trayectoria del trozo de concreto, deteniendo el ataque, pese a no poder evitar ser arrastrado por la fuerza del choque.
Tras hacer desaparecer su propia invocación, la chica se topó con su adversario, quien había aprovechado el punto ciego generado por el esqueleto para abalanzarse sobre ella.
La lucha continuó con Tribus esquivando el primer golpe e invocando a otro tentáculo delante de ella, justo donde estaba Quattuor, quien tuvo que dar un paso atrás para poder esquivarlo.
Por otro lado, Sarah aprovechó que Tribus estaba distraída para acercarse a Kareth, todavía inmovilizado por Sead.
-Me alegra que estés bien –dijo el chico al verla.
-He tenido días mejores, pero tengo suficiente con seguir viva. Te sacaré de aquí –contestó mientras se disponía a liberarle.
-Necesito pedirte algo más importante –dijo Kareth.
-¿Más importante? –se sorprendió ella.
-Sí. ¿Ves aquel cilindro de ahí? –le señaló el joven, haciendo que Sarah se girase y por poco cayese sobre sus rodillas del shock, al ver quien estaba dentro.
-¿C-cómo es posible?
-Quieren utilizarla. Tenemos que sacarla de ahí.
-Es horrible.
-Lo sé. Por eso es más importante que la salves a ella primero. Ya me las arreglaré para escapar.
-Pero Kareth...
-Por favor...
Indecisa durante unos segundos, finalmente decidió hacer caso al chico y corrió hacia la estructura. No obstante, a mitad de camino, un disparo la hizo retroceder. Detz estaba delante de ella, apuntándole con una pistola, tras haber dejado la “Errantia” en un lugar seguro.
-Si lo que quieres es llegar hasta ella, antes tendrás que derrotarme –la desafió el hombre.
Sarah chasqueó la lengua en señal de desagrado. Pese a que en otras circunstancias no habría tenido problemas con ese tipo de arma, el combate contra los esqueletos la había dejado más débil de lo que le gustaría.
“Tengo que llegar como sea”, pensó, antes de lanzarse a por Detz, quien esquivó su ataque y la inmovilizó sin apenas esfuerzo, apuntándole a la nuca.
-Eso ha sido muy imprudente, Sarah. Pensaba que Darker te había enseñado mejor –dijo Detz.
-¡¿Yami?! ¡¿De qué le conoces?! ¡¿Quién eres?! –se sorprendió la chica, forcejeando por escapar.
-Era una buena persona. Una lástima que se rebelase contra mí.
-¿Qué quieres decir?
-Darker llevaba una gran carga a sus espaldas. Haber permitido, junto con sus compañeros, que el proyecto Gaia se llevase a cabo.
-¿El proyecto Gaia?
-Puede que, después de todo, le hicieses un favor al matarlo.
-¡Yo no lo maté!
-¿Acaso no fue tu propia espada la que le atravesó?
-¡Cállate!
-Tu ejecución nos habría dado la respuesta a si el núcleo se encontraba dentro de ti, pero Kareth consiguió evitarla, pese a que eso también entrase en nuestros planes. Aun así, he de reconocer que me sorprendió. No sólo logró salvarte, sino que superó el resto de pruebas que se le pusieron, incluso enfrentarse a aquello que puede destruir a un descendiente con núcleo: el Radiar.
-No lo entiendo.
-Tranquila. Ahora ya no importa –respondió Detz, disponiéndose a apretar el gatillo.
Desde la distancia, Kareth observó cómo Sarah era inmovilizada.
-¡Maldita sea! ¡Necesito salir de aquí! –se dijo a sí mismo, tratando de forcejear, en vano, contra los tentáculos.
“¡¿Por qué no puedo hacer nada?! ¡Quiero salvarlos a todos! ¡Tengo que salvarlos a todos!”, pensó, desesperado.
“¿Quieres salvarlos?”, le contestó una voz dentro de su cabeza.
“¡¿Quién eres?! ¡¿Quién habla?!”
“Tú eres diferente a los demás”
“¡¿Qué?!”
“Quizás merezcas dar el siguiente paso. Toma nuestra fuerza y protege aquello que amas”
De repente, su cuerpo se convulsiono, sintiéndolo como si ya no fuese suyo.
-¡Agh! –gritó mientras, poco a poco, todo su cuerpo adquiría un color blanco puro y su musculatura se ensanchaba y endurecía, creciendo en tamaño. Al mismo tiempo, surgieron garras afiladas a partir de sus uñas y su rostro se alargó, formándose un hocico con dientes afilados.
Los tentáculos que lo tenían preso no pudieron soportar la presión sobre su cuerpo transformado y cedieron, liberándolo.
Nada más soltarse, la bestia que hace un momento había sido Kareth, se abalanzó contra Detz, embistiéndolo y alejándolo de su compañera, quien, tras incorporarse, se detuvo unos segundos a intentar entender lo que acababa de ocurrir.
Por otro lado, el científico fue arrastrado por el suelo hasta lograr levantarse, sólo para encontrarse de frente con otro ataque de Kareth, el cual consiguió evitar a duras penas.
-Increíble, que hayas adquirido esa forma significa que has sido aceptado –se sorprendió Detz, pese a que su voz no dio signos de ello, mientras se situaba enfrente de Kareth y se quitaba las gafas- Sin embargo, siento decirte que no eres el único –continuó, a la vez que las tiraba al suelo y su cuerpo sufría también una transformación, sólo que, al contrario que la del joven, ésta adquiría la misma altura que la de un humano corriente, pese mantener el hocico, las garras en los extremos de sus manos y el color blanco puro de su piel.
En ese momento, Kareth, sin aparente muestra de racionalidad, atacó de nuevo al hombre, quien detuvo el golpe con facilidad y contraatacó con una patada a la cabeza, que lo envió de vuelta contra la pared.
-Ya entiendo. Así que no has sido aceptado del todo –murmuró Detz
-¡Kareth! –exclamó Sarah, concluyendo que aquella bestia era su amigo, pero insegura de si ir a ayudarle o continuar su camino hacia Nara. Finalmente, se decantó por la segunda, ya que, estando distraídos tanto Detz como Tribus, aquella era la oportunidad perfecta para liberarla.
Con ello en mente, subió las escaleras y llegó frente la maquinaria que controlaba la estructura en forma de tubo.
-¿Cómo se maneja esto? –dijo mientras observaba el centro de mandos- No sé cómo me las arreglo para siempre encontrarme con cosas como ésta.
En ese instante, una idea le vino a la cabeza...
En el piso de abajo, Detz había conseguido reducir a Kareth. Pese a la fuerza que había mostrado tras su repentina transformación, el chico no había sido rival para el científico.
-Admito que ha sido algo inesperado. Lástima que no te haya servido de nada –declaró el hombre.
-¡Eh! ¡Tú!
-¡¿Qué?! –se sorprendió Detz, girándose hacia Sarah, quien tenía en sus manos la pistola que anteriormente había pertenecido al científico, y que se le había caído tras la transformación; apuntando con ella directamente a los controles.
-¡No! –exclamó Detz.
-¡Predice también esto! –se burló mientras disparaba a la máquina, provocando un malfuncionamiento en la corriente eléctrica que mantenía cerrado el cristal de la estructura, lo que hizo que se abriese y todo el líquido de dentro saliese al exterior como una cascada, llevándose por delante tanto a Kareth como a Detz.
Tras esto, Sarah se acercó al cuerpo de su amiga y desconectó los cables que la sujetaban.
-¡Te tengo! –dijo sonriente mientras la abrazaba.
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