-¡¿Cómo lo han conseguido?! –preguntó Levi.
-¡Habrá sido cosa de alguno de los apóstoles! ¡Creo
que podré arreglarlo pero necesitaré tiempo! ¡Mientras tanto, el mundo real
estará desprotegido! –avisó Mammon.
-Sin duda, se
trata de una trampa –dijo Zebub.
-Lo sé pero no podemos dejar que muera gente inocente
–replicó Levi.
-¡Espera! ¡¿Por qué acaso los demonios no están en
este sitio?! –se extrañó Luka.
-Sí, sin embargo no ocurre lo mismo con los humanos.
-¡¿Y por qué atacarían a los humanos?! ¡¿No buscan
exterminar a los demonios y que los humanos dominen este mundo?! –volvió a
preguntar la joven.
-Si es por conseguir su objetivo, no dudarán en
matar a las creaciones de Chronos. Al fin y al cabo, lo único que importa es
que él se convierta en la deidad de este mundo. Si eso ocurre, podrá volver a
generar tantos humanos como le plazca.
-¡Es horrible! –se escandalizó Shiina.
-Hasta esos límites llega la ambición de Chronos.
Será mejor que nos movamos rápido –dijo Levi.
-¿Y quienes irán? –preguntó Eri.
-Nosotros, los pecados, nos encargaremos de ellos –indicó
Levi-. Que alguien avise a Luci y a Bel.
-Yo lo haré –dijo Mammon-. Al fin y al cabo, tengo
que quedarme aquí.
Asintiendo a la pantalla, Levi les hizo una señal a
Zebub y As, quienes la siguieron hasta una de las paredes de la habitación, la
cual se abrió casi inmediatamente para dejarles salir al exterior. Tras
abandonar la casa, la pared retomó su forma original.
-¿Les irá bien? –preguntó Eri.
-¡¿Si les irá bien?! –se sorprendió Mammon- ¡Estás
hablando de los pecados! ¡Obsérvalo por ti misma!
Otra pantalla apareció al lado, mostrando un área
donde se habían comenzado a reunir numerosos “Dying Walkers”. Entre ellos se
podía observar a un hombre de piel morena y peinado militar.
-Es él... –dijo Derain.
-¿El que te venció? –preguntó Eri.
-Eso me temo.
Detrás del grupo de biomáquinas podía vislumbrarse
una distorsión en el aire, como un gran cristal roto, que debía de corresponder
con la conexión entre esa realidad y la verdadera.
No pasó mucho tiempo hasta que Levi, Zebub y As
llegaron allí, surcando el suelo sobre pequeñas corrientes de agua generadas
por la primera. Mammon había sido la encargada de guiarles hasta allí.
-¡Habéis venido! –gritó Andrew- ¡Se nota que sois
guerreros formidable! ¡Ahora podré mataros como es debido!
-¿Vosotros os acordabais de este tipo? –preguntó As.
-Creo que mi mente quiso borrarlo... –contestó
Zebub.
-Centraos, As-chan, Ze-chan. Puede que sea un idiota
pero consiguió debilitar a Dera-chan. No podemos tomárnoslo a la ligera.
En ese momento, los “Dying Walkers” se adelantaron
con intención de atacar primero a los tres pecados, quienes se habían colocado
uno al lado del otro.
-¡Oh! ¡Vienen a saludarnos! –se alegró As.
-No les hagamos esperar –sonrió Zebub.
Con un simple movimiento, Levi levantó un chorro de
agua por debajo de As, logrando que fuese elevado por encima de las biomáquinas.
Desde arriba, el pecado de la lujuria concentró una gran masa de energía que
liberó una vez tocó el suelo, creando una onda expansiva que desintegró a todos
los “Dying Walkers” en cuestión de décimas de segundo, haciendo retroceder
incluso al propio apóstol. Por su parte, Levi acababa de generar una barrera
con la que había protegido a Zebub y a ella misma del ataque de su compañero.
-¡Qué extraordinaria fuerza! ¡Propia de hombres!
–exclamó Andrew, con una sonrisa de oreja a oreja y las manos situadas sobre su
cintura.
-¡Eh! ¡Eh! ¡Eso no es así! ¡Yo tengo dos sexos! –se
quejó Asmodeus.
-¡Ahora te golpearé con tu propio ataque! –haciendo
aparecer sus características cuerdas, el apóstol las lanzó contra el pecado,
sin embargo, tres barreras de agua consecutivas lo impidieron, provocando que
los extremos de las cuerdas se hundiesen en ellas. De repente, en dichas
barreras se hizo un agujero por el que pasó Beelzebub, quien transformó su
brazo en el de un insecto.
-¡Devuelve esto! –exclamó el demonio mientras
golpeaba el estómago del apóstol que, al sentir el golpe, vomitó saliva,
saliendo despedido a una distancia considerable, atravesando una de las casas y
continuando hasta detenerse en la pared de la siguiente, quedando inerte en el
suelo.
-¡Es increíble! –se fascinaron los más jóvenes de la
sala.
-Ejem... –carraspeó Reima- Veo bien que os
emocionéis al ver su combate pero todo esto es para ganar tiempo para el
ritual. Será mejor que continuemos con ello cuanto antes.
-¡Uah! ¡Tienes razón! ¡Casi lo olvido! –se disculpó
Eri, encarándose con Lilith, quien se puso algo nerviosa-. No te preocupes,
Lilith-chan. Estoy lista.
Después de un largo suspiro, la nieta de Chaos
levantó el brazo hacia Eri y comenzó a recitar las palabras que le habían
dictado.
-En nombre de Lilith, nieta de uno de tus creadores,
impongo mi derecho a despertar tu poder, Biblia, a fin de obedecerme y destruir
aquello que rechaza a mi especie. Que así sea.
Nada más terminar de hablar, una serie de símbolos
surgieron del cuerpo de Eri hasta alcanzar la palma de la mano de Lilith,
deteniéndose en ese punto.
-¿Qu-qué hago ahora? –preguntó la joven, confusa.
-Vuelve a recitarlo –explicó Mammon-. Ahora que han
surgido los símbolos, tendrá efecto.
Tras asentir, la demonio pronunció de nuevo aquellas
palabras, dando esta vez como resultado que el cuerpo de Eri sintiese una
extraña sacudida desde su interior.
-¡Agh! –se quejó la súcubo.
-¡Eri! –exclamaron Luka y Shiina a la vez.
-¡Alejaos los más jóvenes! ¡El resto, preparaos para
lo que pueda suceder! –exclamó el pecado de la avaricia.
-¡Sí! –contestaron todos al ver cómo el cuerpo de
Eri recibía otra sacudida y tomaba la forma de una súcubo, siendo rodeada por
los símbolos de antes. Fue entonces cuando una luz la rodeó, cegando al resto
de los presentes.
-¡¿Qué está ocurriendo?! –gritaron de nuevo las
amigas de la chica.
-¡No entréis en pánico! ¡Esperad hasta que se haya
pasado! –les ordenó Mammon.
Finalmente, el brillo se redujo hasta que pudo verse
el cuerpo de la chica, descansando sobre el suelo.
-¡No os acerquéis a ella! –avisó Reima, prediciendo
la reacción de los demás y acercándose él en su lugar-. Eri...
Por su parte, la súcubo abrió los ojos, o al menos
ésa era la sensación que tenía, ya que el escenario a su alrededor estaba
completamente oscuro.
-¿Dónde estoy? –preguntó, sin embargo, esas palabras
no salieron de su boca sino que brotaron de aquel lugar, formándose eco.
-Estás dentro de ti misma –contestó otra voz,
apareciendo ante ella una mujer pelirroja de expresión afable.
-¿Eres Biblia?
Ella asintió. A diferencia de los recuerdos
mostrados por los pecados, en ese momento llevaba el pelo suelto y estaba
desnuda, algo que le hizo cerciorarse de que ella misma también lo estaba, haciéndola
sentir un poco incómoda.
-S-supongo que es la primera vez que nos vemos en...
¿persona?
-De hecho, es la primera vez que te veo. Siempre he
estado dentro de ti pero nunca he podido salir de este lugar. Aunque, en
momentos en los que tu mente se encontraba inestable o tenías problemas, podía
utilizar mi poder para ayudarte.
-Supongo que eso explica algunas cosas... –dijo la
joven, recordando la lucha contra el padre de Akira-. Dime, ¿por qué yo? ¿Hay
algún motivo por el que yo sea tu reencarnación?
-Jaja, me gustaría decir que sí pero me temo que es
algo que escapa de mi control.
-Oh, vaya... –Eri se sintió algo decepcionada.
-Siento todo lo que has tenido que vivir por mi
culpa. Sé que si no hubieses sido mi reencarnación, tu vida habría resultado
mucho más fácil.
-¡N-no hace falta que te disculpes! Tú misma has
dicho que escapa a tu control, además, lo pasaste peor que yo en el pasado... y
si no hubiese sido yo, otra chica habría tomado mi lugar... ¡Lo que quiero
decir es que no vale la pena lamentarse! ¡Ahora que hemos llegado a esto,
pensemos en vencer a Chronos! –exclamó la súcubo, intentando encontrar las
palabras exactas que desviasen la conversación.
-Jaja, tienes razón.
-Bueno... –continuó la joven, echando un vistazo a
su alrededor-. ¿Qué es lo que sigue? ¿Ahora tú pasarás a controlar mi cuerpo o
algo así?
-No, puedes estar tranquila. Digamos que dejaré de
ser una parte de tu mente para unirme por completo a ella. Serás tú y yo a la
vez –Biblia se llevó la mano a la barbilla, pensando en una manera mejor de
explicarlo-. Es como si le añadieses especias a la sopa.
-¿Algo así como una evolución?
-Exacto... aunque, dicho así puede que suene un poco
ofensivo.
-Sé bien que todavía me queda mucho por mejorar así
que no me lo tomo a mal. Si puedo ser de más ayuda a partir de ahora me da
igual si lo llamas evolución, subida de nivel o echarle especias a la sopa.
Sólo quiero proteger a los demás.
-Tienes un buen corazón, Eri. Y no es algo de lo que
me haya dado cuenta ahora.
-Gracias... –respondió la demonio, sonrojándose- Por
cierto, has dicho que has estado dentro de mí siempre, ¿no es así?
Biblia asintió.
-¡¿Eso significa que ha sabido en todo momento lo
que pienso?!
-Me temo que sí –contestó Biblia con una sonrisa
irónica.
-¡No puede ser! –gritó avergonzada- ¡No te atrevas a
decirle a nadie lo que hayas oído aquí dentro! –Biblia fue desapareciendo poco
a poco conforme ella hablaba- ¡Eh! ¡Has escuchado lo que he dicho, ¿verdad?!
¡Eh!
Momentos después, la joven despertó, sintiendo el
tacto de la mano de Reima en su hombro.
-¿¡Uh!?
Algo mareada, comenzó a levantarse ayudada por su
profesor. Las miradas de todos los demás estaban puestas en ellas. Algunas de
intriga y otras de preocupación.
-¿Te encuentras bien? –preguntó finalmente Reima.
-Sí... aunque tengo la sensación de haber vivido
mucho en muy poco tiempo...
-Será mejor que descanses un poco.
-Gracias. ¿Cómo están yendo las cosas fuera?
Reima señaló la pantalla de televisión con un gesto
de la cabeza. En ella se pudo observar la presencia de dos nuevos apóstoles
frente a Levi, Zebub y As. Uno de ellos era un anciano de barba blanca, calvo,
espalda encorvada, que vestía una toga blanca con líneas doradas formando una
cruz en su pecho y portaba un bastón de madera. El otro, era un hombre de entre
cuarenta y cincuenta años, pelo castaño y corto, quien vestía también una toga
blanca pero cuyas líneas eran de color plateado. Además, llevaba sujeto bajo el
brazo derecho una especie de pergamino.
Por lo que la escena daba a entender, no hacía mucho
que los dos habían llegado.
-Philip... –dijo Zebub, refiriéndose al anciano- De
ti sí que me acuerdo. No puedo decir lo mismo del otro.
-Este joven se llama Thomas –respondió
tranquilamente el mayor de los dos, posando ambas manos sobre el bastón.
-En uno de sus renacimientos, supongo –declaró Levi.
-Así es. Hacía tiempo que no os veía, pecados. Desde
que luchamos aquella vez por la supremacía de Chronos.
-Y os vencimos –sonrió As.
-Por desgracia he de admitir que así fue. No
obstante, aunque uno es viejo y tiene mucha experiencia sobre sus hombros, no
deja de aprender, y puedo aseguraros que no soy el mismo de entonces.
-Si es así, será mejor que lo demuestres –indicó
Zebub.
-Con mucho gusto.
De repente, un aura de color negro rodeó al anciano,
a la vez que su compañero desenrollaba su pergamino y dejaba que éste flotase
en el aire, recitando silenciosamente las palabras escritas en el mismo.
Entonces, el aura pasó a formar parte de Thomas, quien, habiendo
terminado de pronunciar el texto, hizo aparecer dos gigantes de color negro cuya
apariencia física recordaba a la de estatuas de piedra, con los brazos cruzados
y una corona sobre su cabeza.
Nada más ser creados, los gigantes se desplazaron
como autómatas hasta situarse enfrente de los pecados. Acto seguido, levantaron
una de sus piernas y se dispusieron a aplastarlos, obligando a Levi a generar
una barrera de agua para protegerse. Sin embargo, la fuerza del ataque superó
su escudo, provocando que los tres retrocediesen varios metros.
-El apoyo y el constructor –dijo Zebub-. Uno es
capaz de crear y modificar máquinas y autómatas que luchen a sus órdenes, y el
otro es capaz de mejorar y modificar las habilidades de todo lo que desee,
incluido el mismo. ¿Se me olvida algo?
-Veo que vuestra memoria se encuentra bien –dijo
Philip-. Una buena combinación la nuestra. Espero que no sobrepase demasiado
vuestro poder.
Los gigantes continuaron su acometida, esta vez,
golpeando hacia el suelo con sus puños. Mientras tanto, los demonios los
esquivaban, buscando la oportunidad para contraatacar, tarea complicada ya que
las aberturas que dejaba uno en su defensa eran suplidas por el otro.
-¡Ze-chan, permiso para transformarte! –exclamó
Levi.
-¡¿Estás segura?!
-¡Creo que, en esta situación, es la mejor opción!
Asintiendo, el cuerpo de Zebub comenzó a cambiar
justo cuando los gigantes intentaban un nuevo ataque con sus puños, impactando
de lleno contra el cuerpo del pecado de la gula. No obstante, en lugar de
quedar éste aplastado, fueron los autómatas los que se vieron impulsados hacia
el suelo, erigiéndose ante ellos una bestia de mayor tamaño, con alas de
murciélago y aspecto de insecto.
-¡As, transforma su energía! –volvió a gritar Levi.
-¡En ello! –siguiendo sus órdenes, Asmodeus adoptó
una forma mixta entre hombre y mujer y situó sus manos sobre los tobillos de
uno de los gigantes, absorbiendo el Retten que los formaba e intercambiándolo
por Setten, provocando que su estructura se desestabilizase. Tras esto, Zebub
golpeó el cuerpo del autómata con una de sus extremidades, destrozándolo en el
acto.
Por otro lado, el gigante restante, logró levantarse
justo antes de ser tocado por el pecado de la lujuria, retrocediendo hasta
situarse al lado de su creador.
-Nada mal –dijo Philip-. Pero, temo deciros que si
eso es todo lo que sabéis hacer, no lograréis acabar con nosotros.
Así pues, repitiendo el mismo proceso que habían
utilizado antes, los dos apóstoles hicieron aparecer más gigantes, llegando a
generar hasta ocho de ellos.
-Esto se pone interesante... –indicó As, con una
sonrisa irónica.
Fue entonces cuando, sin previo aviso, los gigantes
comenzaron a golpearse entre ellos.
-¡¿Qué...?! –se sorprendió Philip, viendo cómo las
creaciones de su compañero llegaban incluso a juntarse en grupos para destruir
a uno, el cual no oponía resistencia alguna.
-¡Eres muy oportuna, Bel-chan! –se alegró Levi al
ver llegar a su compañera, rodando por el suelo y con los ojos cerrados-.
Aunque tienes que cambiar esa costumbre de moverte así mientras duermes...
-Tsk... –chasqueando la lengua, Philip concentró un
aura de color rojo a su alrededor, transmitiéndosela posteriormente a Thomas,
quien se despertó de su ensimismamiento.
-¿Qué ha pasado? –preguntó el hombre, siendo la
primera vez que hablaba desde su aparición.
-Esa demonio se ha introducido en tu mente y ha
controlado a los gigantes. Has bajado la guardia, Thomas. Ten más cuidado.
-Lo siento, Philip.
-¿Y ahora qué, Philip? –preguntó As, señalando a los
gigantes medio destrozados.
-Yo que vosotros no cantaría victoria tan rápido.
-¡Eso! ¡Todavía no me habéis derrotado! -con su
característico grito, Andrew volvió al combate mientras se acariciaba la zona
en la que había sido golpeado por Zebub- ¡Tienes mucha fuerza! ¡Será
gratificante destruirte!
-Tres contra cuatro. No os veo con mucha ventaja.
-¿Tres? No. Nosotros no somos los únicos que hemos
venido. Y mientras estáis aquí, hay otro que se está infiltrando en vuestra
base.
-Matthew, ¿no es cierto? –dijo Bel, levantándose.
-Correcto.
-Ya veo. Vuestro propósito era el de atraernos para
reducir nuestro número en la base y entonces enviar dentro al único loco capaz
de superar el poder de Mammon –explicó Levi- Sin embargo, hay un problema en
esa ecuación. Y es que nosotros también contamos con dos monstruos en nuestro
equipo. Además, uno de ellos guarda bastante rencor hacia Matthew así que
estará feliz de volver a enfrentarse a él.
Mientras tanto, Mammon se encontraba en mitad de una
batalla mental para volver a cerrar la conexión. Fue entonces cuando la pared
de su habitación estalló en pedazos, apareciendo entre el polvo y los escombros
un hombre de pelo plateado y una venda cubriendo sus ojos.
-Bueno, pues ya estoy aquí. Ya he llegado, sí. Y
parece que he encontrado alguien con quien entretenerme. Me pregunto si lo
hará. Espero que lo haga. Tiene que hacerlo, sí.
-Matthew... –murmuró el pecado de la avaricia,
bajándole gotas de sudor frío por la espalda.
-Tienes miedo. Sí, puedo sentir tu miedo. Me tienes
miedo, ¿no es así? ¿Qué es lo que temes? ¿Eh? ¿Qué es? –continuó mientras se
acercaba a ella- ¿Quizás que llegue hasta los demonios que escondes? ¿Es eso?
¿Quizás que destruya a tus amigos? ¿Quizás es eso? ¿O puede que... temas por tu
vida?
-¡Ni la primera! ¡Ni la segunda! ¡Y mucho menos la
tercera! –exclamó una voz desde la puerta de la habitación. Allí se encontraba
Luci, con los brazos cruzados y pose altiva- ¡No dejaré que le hagas daño,
Matthew!
-¿A quien tenemos aquí? Si es el demonio sin
poderes, el demonio que no tiene habilidades, la vergüenza de los demonios.
-¡Si me halagas tanto vas a hacer que me sonroje!
–respondió Luci mientras se llevaba las manos a las mejillas.
-¡Oh! Ahora que me acuerdo. Reima está por aquí,
¿verdad? Sí lo está. Sé que lo está. Si me decís dónde, os mataré rápido y con
sólo un poquito de dolor. Sólo un poquito. No pasa nada por un poquito,
¿verdad? Sí, no pasa nada.
-Siento decirte que eso es información confidencial.
Así que no puedo decírtelo.
-Claro. Comprendo. Es información confidencial. Debí
imaginármelo. Debí hacerlo, sí. Entonces sólo tengo que sonsacárosla y torturaros
en el proceso. Será un buen calentamiento para cuando luche contra él. Sí, un
buen calentamiento.
-¡Estoy de acuerdo! ¡Será un buen calentamiento! –en
ese momento, el pecado de la soberbia adoptó una extraña pose en la que llevaba
las puntas de sus dedos a sus sienes y se mantenía sobre una sola pierna.
-Dos monstruos, ¿eh? –dijo Philip continuando a
partir de las palabras de Levi-. Deduzco que uno de ellos es “Darkblade”. En
cuanto al otro... te refieres a esa anormalidad que tenéis por compañero.
-Incluso Matthew recordará lo que significa luchar
contra alguien como Luci. Puede que, de todos nosotros, sea el único que no
tenga habilidades pero, precisamente porque se esforzó en suplir esa
desventaja, probablemente sea el más fuerte.
En el interior de la habitación de Mammon, el cuerpo
de Luci desapareció de la vista de los presentes. Una décima de segundo
después, Matthew recibía un fuerte golpe en la cabeza que lo hacía despegar
hasta chocar contra una de las paredes. Dando saltitos, el demonio volvió a
aparecer.
-¡Esto va a ser divertido!
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