martes, 14 de marzo de 2017

A New World: Capítulo 4

-Decidido pues -dijo Razer, dando por finalizada la reunión para formar los diferentes equipos-. A la base de Genese irán Kareth, Remi, Ivel y Sarah.

 

Los recién nombrados asintieron.

 

Colgado de la espalda de Sarah, se observaba un arco de aspecto cristalino y gran longitud, adornado con una serie de dibujos geométricos de color azul. Éste había sido entregado por Normand unas horas antes.

-Como parte del grupo que se infiltrará en el “Distrito β” irán Jaryl, Sdren, Zen, Sen y Len.

 

Únicamente asintieron Sdren y los tres hermanos. Jaryl, por el contrario, desvió la mirada hacia Will, molesto.

-No pienso dar mi brazo a torcer, Jaryl. Y sé que él tampoco lo hará –declaró Ivel, al darse cuenta de la expresión del chico, quien, con una mueca de desagrado, se marchó- Disculpadle –pidió la líder nómada, suspirando.

-No te preocupes. Es normal que esté así. Todos aquí nos sentimos igual, aunque no queda más remedio que aceptarlo –contestó Razer.

-Supongo que sí...

-Por último, -prosiguió el líder de los Rebeldes- el equipo que se ocupará de retrasar a los tres ejércitos estará compuesto por Drake, Seph, Will y yo mismo. Tened en cuenta que, aunque cada misión tendrá su riesgo, la nuestra será la que más. Por tanto, los que quieran renunciar pueden decírmelo. Nadie les culpará por hacerlo. Ante todo, quiero que vosotros y el resto de soldados estéis seguros de vuestra decisión.

 

Se hizo el silencio durante unos minutos. En ellos, el líder de los Rebeldes observó las expresiones de cada uno de los presentes. En ninguno hubo atisbo de duda sobre lo que querían hacer.

-El plan se desarrollará de la siguiente forma: los grupos de infiltración serán los primeros en partir. Si todo va bien, llegaréis de noche, con lo que la oscuridad os ayudará a pasar desapercibidos.

-¿Crees que Detz pedirá ayuda a alguien más? –preguntó Ivel.

-No lo descartaría. No sabemos de qué será capaz con tal de defender ambos sitios. Aunque es de esperar que aquél donde se encuentre Nara sea el más protegido.

 

>>En el caso del grupo que se dirigirá a Genese, aprovechad los callejones y cualquier otro rincón donde esconderos. Los nómadas conocen mejor la zona, por lo que ellos serán vuestros guías.

 

>>En cuanto al “Distrito β”, serán los Rebeldes quienes vayan al frente. En este caso, recomiendo zonas altas para protegerse. Como tejados, terrazas, etc.

 

>>Actuad rápido y, en caso de ser perseguidos, que una parte del grupo defienda el área de entrada mientras otra continúa adelante. Vamos a contrarreloj, así que nuestra prioridad es la velocidad. Y, sobre todo, recordad que os estarán esperando. No os descuidéis.

-¡De acuerdo! –respondieron todos, al unísono.

-En cuanto a los demás, dividiremos el ejército en dos partes: la primera, liderada por Will y por mí, se enfrentará a la alianza entre Yohei Gakko y el imperio. Mientras que la segunda, cuyos líderes serán Seph y Drake, se enfrentará a la alianza entre la unión y la facción.

 

>>A su vez, cada bando se dividirá en otros dos grupos. La idea es emboscar a cada uno de los ejércitos desde los lados con el fin de separarlos. “Divide y vencerás”. Aunque en este caso, con suerte, los retendremos unas horas y reduciremos su número lo máximo que podamos para desbaratar los planes del proyecto Gaia –al terminar de explicar la operación, Razer volvió a mirarlos a todos, y puesto que no hubo ninguna objeción, sentenció la charla- Bien. Si estáis todos conformes, doy por terminada la reunión. Cualquier pregunta sobre el plan, no dudéis en hacérmela. Es importante que todos sepamos cuál es nuestro papel antes de iniciar la misión.

 

-Oye, Remi –dijo Kareth, una vez fuera-. Necesito pedirte un favor.

-Claro, ¿de qué se trata?

-Acompáñame. Te lo explicaré por el camino.

 

-¿Se sabe algo de Kai? –preguntó Seph a Razer- ¿Piensas contar con él?

-Los planes deben hacerse con lo que se tiene. No puedo esperar a que decida unirse. No contamos con ese tiempo –contestó- Aun así, quiero pensar que vendrá.

-Confía en él, Razer. Tengo un buen presentimiento.

-Por ahora, lo más importante es prepararse para lo que se avecina. Gracias a los nómadas y a Normand, contamos con un mayor arsenal de armas. También he hablado con grupos de Rebeldes en otras partes del mundo para que tomen posiciones –hizo una pausa antes de seguir y dirigió la vista a sus ojos- ¿Cómo está Drake?

-Mañana le dejaré andar por su propio pie.

-Eres dura con él, ¿eh? –bromeó, esbozando una sonrisa irónica.

-Tengo que serlo. No quiero que vuelva a darme otro susto y, visto lo visto, necesito que esté en plena forma.

-Oye, Seph...

-¿Sí?

-Si no quieres que vuelva a pasar lo mismo, ¿por qué habéis decidido venir en mi grupo?

-Nosotros fuimos víctimas del imperio. Si estuviésemos en alguno de los otros, nos sentiríamos al margen del que siempre ha sido nuestro objetivo. No queremos morir, pero preferimos luchar en el frente.

-Entiendo.

-Si me disculpas, tengo que irme. Alguien debe contarle a ese idiota lo que hemos hablado aquí.

 

Por otro lado, Will se acercó a Jaryl, quien estaba de brazos cruzados, apoyado en la pared del pasillo adyacente a la sala donde había tenido lugar la reunión.

-¿Por qué no me dijiste que ibas a ir con Razer? –preguntó Jaryl.

-Sabía que no te gustaría la idea.

-¡Es una misión suicida, Will! ¡Claro que no me gusta! ¡E Ivel ni siquiera me deja acompañarte con la excusa de que alguien debe liderar a los nómadas de cada uno de los equipos!

-Entonces ahí tienes tu respuesta. Alguien tenía que hacerlo de todos modos.

-Lo sé, pero aun así...

-Si hubieses sido tú, yo también me habría enfadado –dijo Will, a lo que su amigo respondió apretando los dientes y golpeando la pared con el puño- No moriré, Jaryl.

-Más te vale –sentenció él, alejándose de su amigo, quien lo estuvo observando hasta que desapareció tras una esquina.

 

-A ver si lo he entendido bien –resumió Remi-. Quieres alcanzar la misma forma que Detz y para eso necesitas encontrar una manera de que el Radiar te acepte.

-Eso es.

-¿Y qué pinto yo en todo esto?

 

Los dos se encontraban en el área en la que ya habían entrenado en otras ocasiones, a las afueras de la villa

-He pensado que quizás, al practicar contigo, consiga darme cuenta de lo que me falta.

-Mm... si fuese así, lo habrías conseguido antes. No es la primera vez que luchamos, ¿sabes?

-Ya, pero las otras veces no pensaba en usar todo mi potencial. Tú mismo lo dijiste. Si esta vez voy más en serio, puede que dé con lo que el Radiar quiere de mí.

-En fin, tampoco perdemos nada por intentarlo –dijo, finalmente, Remi.

 

Así pues, el chico sacó dos pistolas desde sus mecanizadas piernas y se preparó para el combate.

 

Al mismo tiempo, Kareth transformó su cuerpo en el de un Eraser.

 

El sonido del viento era lo único que rompía el silencio entre ambos mientras, poco a poco, la tensión entre ellos iba creciendo, haciéndoles contraer sus musculaturas, dispuestos a atacar o defenderse, dependiendo de quién hiciese el primer movimiento.

 

En ese instante, Remi dio inicio al combate, aprovechando la distancia que había entre ellos para disparar una ráfaga de balas que fueron esquivadas por su amigo, quien corrió hacia su lado izquierdo mientras trazaba una curva en dirección a su contrincante, al que atacó directamente con un puñetazo.

-¡Demasiado lento! –exclamó éste, saltando hacia atrás de manera que se levantó una nube de arena al impactar el golpe contra el suelo.

 

Por suerte, aquello le sirvió a Kareth de pantalla de humo, que utilizó para despistarle y caerle desde arriba, empujándolo contra el suelo poco después de que Remi errase al disparar al frente.

 

Desarmado, el chico transformó su brazo mecánico en un cañón con el que apuntó a su amigo, golpeando con un láser su estómago, a quemarropa, y generando una pequeña explosión con la que logró quitárselo de encima, volviendo a distanciarse de él.

 

-Oye, Kareth, dime una cosa –comentó Remi mientras recogía la pistola del suelo y se incorporaba, espolsándose arena de la ropa-. Cuando te transformaste por primera vez, ¿en qué estabas pensando?

-¿Qué quieres decir? –preguntó su amigo, poniéndose también en pie.

-Quiero decir que qué fue lo que te impulsó a transformarte.

 

El chico hizo memoria, viniéndole la imagen del momento en que Sarah estuvo a punto de ser asesinada. Ahora que caía, Quattuor también provocó su transformación al fingir matar a Nara.

-Proteger a mis seres queridos... sí, diría que ese fue el principal pensamiento que tenía.

-Ya veo –respondió, meditando unos segundos hasta que pareció dar con algo-. Quizás sea sólo una hipótesis, pero ¿y si el Radiar quiere más que eso?

-¿A qué te refieres?

-No estoy seguro, pero si por aquel entonces lo hiciste para proteger a quienes son más importantes para ti, y pese a ello no adoptaste esa forma, puede que el Radiar quiera que el motivo sea uno más grande.

-¿Y salvar a la humanidad no le basta?

-No lo sé. Si no ha funcionado, supongo que tampoco.

-Pues no sé qué más puede ser –dijo el chico, desconcertado.

 

Si se ponía a enumerar todos los motivos que le habían llevado a enfrentarse a Detz, proteger a los demás y la creencia de que la humanidad merecía una segunda oportunidad eran los únicos que se le ocurrían.

 

Había una parte de él que seguía pensando en cómo antes de que se originase del Radiar, el ser humano había mantenido una sociedad estable. Y si habían sido capaces de llegar a ese punto una vez, ¿qué les impedía volver a hacerlo?

 

Ahora que lo pensaba, todo empezó a ir mal cuando se observó que el Radiar producía efectos secundarios en los humanos. Antes de eso, Gaia estaba fascinada con ellos y con lo que habían conseguido. Por tanto, en realidad tanto ella como el Radiar tenían en cuenta el planeta en su totalidad.

 

¿Si se limitaba únicamente a salvar a la humanidad, de verdad se solucionaría todo? ¿Realmente la humanidad volvería a ser como antes? No, como antes no bastaría. ¿Podría llegar a mejorar?

 

La manera de pensar de los humanos debía ser corregida.

-Salvarlos y corregirlos –murmuró, de repente, Kareth.

-¿Qué?

-Creo que ya lo entiendo. Hasta ahora sólo estaba pensando en salvar a la raza humana. Sólo tenía en mente evitar su extinción. Pero eso no acabará con todos los problemas en el mundo. Tengo que mostrarles a Gaia y al Radiar un camino donde el ser humano cambie, para que todos podamos convivir en armonía.

-¿Y qué tienes en mente? –preguntó Remi.

-Todavía tengo que pensarlo a fondo, pero creo que sé por donde empezar...

 

En los territorios del la unión, los soldados fieles a Yorus, cerraron rápidamente las puertas que llevaban a la sala de reuniones.

 

Finalmente, sus mayores temores se habían cumplido. Una alianza entre parte del bajo mundo y los propios ciudadanos había dado lugar a milicias que habían provocado un golpe de estado.

 

Como gobernador en funciones, Yorus había tratado de apaciguar su sed de venganza, pero sabía que las probabilidades de conseguirlo eran muy escasas. A ello había que sumarle la influencia de los “Spheres”, capaces de llegar a esos extremos con tal de dar continuidad a aquella guerra que les permitía seguir negociando con el Radiar. No conocían la verdad que había detrás.

 

De esa forma, la situación se había complicado mucho. Y si bien las tácticas de las milicias eran más rudimentarias que las de los soldados fieles al gobierno, el número de sus efectivos era inmensamente más grande. Además, la dificultad que tenían muchos soldados por matar civiles, a los que siempre habían estado protegiendo, no mejoraba la situación. Por el contrario, ellos no parecían dudar al intentar derrocar al gobierno.

 

Así pues, de momento, lo único que podían hacer era ganar tiempo hasta que los Rebeldes se movilizasen.

 

-¡Usad todos los muebles que haya para bloquear la puerta! –ordenó Yorus mientras él mismo levantaba, con suma facilidad, una mesa de madera que ocupaba el centro de la habitación.

 

La fuerza del hombre era bien conocida entre sus súbditos y, de hecho, era gracias a él que habían conseguido mantenerse en pie durante tanto tiempo, pero hasta el propio Yorus tenía problemas para enfrentarse a los ciudadanos.

 

-Éste es el último sitio al que podemos ir dentro del recinto. El resto ha sido ocupado, y no creo que tarden mucho en encontrar una manera de entrar. Ahora mismo, lo único que podemos hacer es resistir.

 

Los soldados miraron a su superior, algunos con expresión de tristeza, otros con decisión. Ninguno de ellos pretendía echarse atrás. Al contrario, mantenían sus armas firmemente agarradas, dispuestos a seguirle hasta el final.

 

En ese instante, uno de ellos dio un paso al frente.

-Creo que debería escapar, señor –dijo, dejando sorprendido a Yorus, que no supo qué responderle-. Si no recuerdo mal, dentro de esta sala hay una trampilla que lleva al túnel de alcantarillado. Se construyó en caso de que el gobernador la necesitase. Por eso, qué mejor que usted para hacer uso de ella.

-¡¿Me estás pidiendo que os deje tirados?!

-Sé que está en contra de eso, pero usted era la persona más cercana al anterior gobernador. En caso de que, algún día, todo vuelva a la normalidad, no habrá otro mejor capacitado para ocupar el cargo. Es necesario que sobreviva.

 

Al acabar de escucharle, apretó ambas manos, una de ellas todavía sujetando su habitual doble martillo. Odiaba admitirlo, pero tenía razón. Aun así, su honor le impedía hacerlo.

-¡Señor! ¡Yo opino lo mismo! –dijo otro de los soldados, también avanzando al frente- ¡La unión le necesita! ¡Si usted cae, no habrá futuro para nuestro hogar!

-¡Yo también, señor! ¡Decidimos hacernos soldados para proteger al gobernador y a los ciudadanos, y sin embargo los ciudadanos se han rebelado contra nosotros y el anterior gobernador está muerto! ¡Por favor, deje que esta vez cumplamos con nuestra misión!

 

El hombre respiró hondo.

 

Puede que sus soldados no fuesen tan fuertes y numerosos como los de la facción, pero habían combatido a su lado en muchas ocasiones. Algunos, más de las que podía contar. Desde luego, no tenían nada que envidiarles en lo que a lealtad se refería.

-¿Estáis seguros? No tenéis que demostrarme nada. Sabéis que estoy dispuesto a dar mi vida junto a vosotros.

-Lo estamos, señor.

-En ese caso, dejadme que os diga algo. Vivid. Porque sólo los que tienen la fuerza suficiente para ello, lograrán superar cualquier adversidad. Avanzad. Porque sólo los que lo hagan, obrarán milagros. Pensad en vuestros compañeros. Porque sólo los que lo hagan, serán capaces de proteger. Y pensad en vosotros mismos. Porque sólo los que lo hagan, encontrarán la paz. Sois guerreros, amigos míos. No me llaméis señor nunca más. Tratadme con trataríais a otro camarada, pues es lo que sois para mí: amigos y valientes guerreros –sentenció, a lo que el resto respondió levantando sus armas.

-¡Por la unión! –gritó Yorus.

-¡Sí!

 

Mientras se introducía en la trampilla, el hombre echó un último vistazo atrás.

-Llevaré vuestros deseos conmigo –declaró, para sí mismo, antes de cerrar la compuerta.

 

Llegó el momento de partir para los grupos de infiltración.

 

Delante de los que se encaminaban a la que quizás fuese su última batalla, estaba Razer, preparado para despedirse. Entre los presentes, también se encontraban aquellos que partirían junto con él hacia la “misión suicida”, como algunos la llamaban.

-Recuerdo cuando se formó nuestra organización. Por entonces, nuestro único objetivo era salvar a las personas que el imperio estaba usando en sus experimentos. Éramos pocos, pero pronto nuestra influencia y número crecieron.

 

>>Tiempo después, supimos de una amenaza aún mayor. Y lo peor de todo, que nuestro mayor enemigo había unido fuerzas con ella. Todo con el fin de destruir la raza humana.

 

>>El día en que esos monstruos atacaron nuestra villa, todos sufrimos un golpe muy duro. Por ello, quiero pediros perdón. Sobre todo a quienes todavía no he tenido la oportunidad de hacerlo.

 

>>Durante nuestra larga batalla, algunos han caído, y otros hemos continuado hacia delante con sus sacrificios siempre presentes, buscando lograr que sus muertes no fuesen en vano. Y pese a ello, yo mismo olvidé ese sacrificio, y me rendí, apartándome de los sueños por los que siempre hemos luchado.

 

>>Sé que lo que he hecho no tiene perdón, pero es lo mínimo que puedo hacer –dijo mientras ponía una rodilla sobre el suelo y bajaba la cabeza-. Con esto, quiero demostraros lo avergonzado que me siento.

 

Al ver a su líder arrodillarse ante ellos, muchos soldados se sintieron confusos. Algunos simplemente callaron, mientras que otros cuchichearon entre ellos sus reacciones ante lo sucedido.

 

No obstante, nadie profirió insulto alguno.

 

De hecho, cuando uno de ellos levantó el puño, manteniéndolo en alto, el resto le siguió, hasta que, finalmente, todos hubieron alzado sus brazos, dejando atónito al propio Razer.

 

Aquel gesto era una muestra de que pensaban seguir a su lado y no había nada que perdonar.

 

-Gracias a todos –dijo el chico, incorporándose-. Amigos. Hermanos. Hoy nos hemos reunido una vez más para luchar. Pero esta vez es diferente, pues ésta será nuestra última batalla.

 

>>Después de todo lo que hemos pasado juntos. Después de tanto sufrimiento. Hemos llegado al final del camino.

 

>>Quiero que miréis al futuro, y lo veáis lleno de paz y felicidad. Un futuro hecho para todos nosotros, aquéllos dispuestos a enfrentarse a la extinción, y hacer lo que no todo el mundo es capaz.

 

>>Ése es nuestro legado. Somos Rebeldes. Remamos a contracorriente. Y aunque nuestro último tramo sea el más difícil, no dudaremos.

 

>>El futuro se escribirá con nuestras propias manos, para que todos aquellos que ahora descansan en paz, puedan también verlo.

 

Dicho esto, Razer también levantó el brazo.

-¡Por la humanidad!

-¡Sí!

 

Mientras tanto, en otra parte del mundo, Kai emprendía su viaje hacia Genese.

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