jueves, 2 de febrero de 2017

Capítulo 33: El nacimiento de los pecados



-¡¿Qué está pasando aquí?! –exclamó Levi, llegando al lugar en el que Zebub estaba causando el caos- ¡¿Zebub?! ¡¿Qué?! ¡¿Por qué?!

En ese momento, el demonio se dispuso a aplastar a un semejante y su hijo, quienes poco podían hacer además de abrazarse y esperar su inminente final. Sin embargo, una barrera de agua detuvo el ataque, sorprendiendo tanto al ejecutor como a las víctimas.
-¡Corred! ¡Rápido! –indicó Levi, haciéndoles gestos para que se marchasen.

Otro ataque de la bestia fue dirigido, esta vez, directamente hacia ella, quien intentó protegerse en el último momento pero no fue suficiente para evitar salir despedida contra una de las casas.

Tras esto, el gigantesco monstruo continuó destruyendo su alrededor. Cuando conseguía atrapar a alguno de los demonios, ya fuese intentando huir por su vida o defendiéndose de su ataque, éste terminaba siendo devorado entre gritos de dolor y miedo.

Levi, habiendo conseguido ponerse en pie, alzó ambos brazos al frente, provocando que una gran corriente de agua apareciese desde sus manos y golpease fuertemente la cabeza de su amigo, desequilibrándolo y logrando que cayese al suelo. Aprovechando la ocasión, utilizó su poder para crear un muro de agua justo a su espalda el cual fue extendiéndose hasta formar una cúpula dentro de la que sólo se encontraban ellos dos.
-Espero que aguante lo suficiente... –murmuró la joven, avanzando hacia Zebub, quien ya se estaba incorporando- ¡Zebub! ¡No sé qué es lo que ha ocurrido pero, por favor, vuelve en ti!

Haciendo caso omiso de sus palabras, la bestia le plantó cara, preparándose para otra acometida.
-¡Por favor, Zebub! ¡Despierta! ¡Si sigues así vas a destruirlo todo!

El demonio se lanzó de cabeza contra ella, quien hizo aparecer otro muro de agua justo enfrente que logró evitar el golpe pero fue destruido en el proceso.

Distanciándose de él saltando hacia atrás, Levi volvió a lanzar otra corriente de agua hacia el mismo punto, seguida de una segunda y una tercera. Sin embargo, pese a que las tres impactaron sobre su adversario, éste no cedió. Había aprendido la lección desde la primera vez, hundiendo bien sus patas en tierra para evitar ser empujado por la fuerza del agua. Acto seguido, su boca se ensanchó considerablemente y, desde dentro, surgió una gran llamarada, de la cual Levi tuvo que defenderse creando otro muro, generándose vapor de agua.
-¡No puedo ver nada! –gritó la demonio.

Fue entonces cuando, a su izquierda, apareció una de las patas de Zebub, golpeándola de lleno y lanzándola por los aires.

Acabando de nuevo en el suelo, Levi apenas podía moverse, observando cómo Beelzebub se ensañaba con la cúpula que les separaba del resto de los demonios, intentando echarla abajo.

Mientras tanto, la lucha entre Luci y Chaos continuaba.

Por el momento, ninguno de los dos parecía tener ventaja. Aquello se había convertido en un mero intercambio de puñetazos y patadas.
-¡Sigues subestimándome, ¿verdad?! –exclamó Luci mientras lanzaba una patada al costado de su adversario, que era detenida por el antebrazo de éste.
-¡Déjalo ya, Luci! ¡No te confié esa armadura para que la usases contra mí! –contestó Chaos encadenando una serie de puños hacia el pecho y el abdomen de Luci.
-¡Lo único que estoy haciendo es demostrarte que soy digno de llevarla! –el demonio esquivó los golpes sin demasiada dificultad.
-¡Si no te hubiese considerado digno, no te la habría confiado! –golpeándose mutuamente en la mejilla, se distanciaron unos metros.
-¡Entonces, ¿por qué no crees en que pueda controlar mi fuerza?! ¡¿Por qué no crees en mi justicia?!
-Luci... cuando se tiene un gran poder, siempre se corre el riesgo de que éste te supere. Incluso Chronos y yo necesitamos la ayuda de Biblia para poder controlar los nuestros. De lo contrario, quién sabe de lo que habríamos sido capaces. Quizás, en un descuido, os podríamos haber matado a todos.
Nadie es perfecto, Luci, tenemos debilidades, por pequeñas que parezca. Y cuando tienes seres queridos a los que proteger... más fuerte y, a la vez, más débil te haces. Es por eso que el camino que quieres seguir no es el correcto. Porque desatar tu fuerza y utilizarla llevado por la ira y la venganza no significa ser más fuerte, y mucho menos tener control sobre uno mismo. Yo te considero fuerte pero no así.

Aquellas palabras hicieron dudar al joven. Una parte de sí mismo se preguntaba por qué estaba luchando. Chaos tenía razón, aquello carecía de sentido. Luchando contra él no demostraría que era lo suficientemente fuerte como para controlar su propia fuerza. Todo lo contrario, estaba enrabietado como un niño al que no le han dado el juguete que quería. Estaba actuando como alguien débil, alguien que terminaría haciendo daño a los demás en lugar de protegerlos...

Sin embargo, hubo un sentimiento más fuerte que se impuso a ese pensamiento: orgullo. El orgullo de salir victorioso en aquel combate, de demostrar que él tenía la razón y que su justicia era la correcta y, por tanto, no podía permitirse perder. Ese sentimiento era lo suficientemente fuerte como para apoderarse de alguien tan débil como él.

-Lo siento, Chaos.

Desplazándose a gran velocidad, Luci se acercó de frente a su oponente, lanzando una patada a su estómago.

Chaos, viéndose sorprendido, recibió el ataque directamente, saliendo despedido hacia atrás y rodando varias veces por el suelo.

Saltando sobre su adversario y reteniéndolo contra el suelo, el demonio comenzó a golpear las mejillas de éste al igual que hizo con uno de los abusones.
-¡Ellos se estaban metiendo conmigo! ¡Lo justo es que yo haga lo mismo con ellos! ¡Soy más fuerte que ellos! ¡¿Por qué no pagarles con la misma moneda si es así?!

Recibiendo todos los golpes, su contrincante se mantuvo en silencio, sin mover ni un músculo, y así continuó hasta que Luci redujo el ritmo de sus puñetazos.
-¡¿Por qué no te defiendes?! ¡¿Por qué no utilizas todo tu poder contra mí?! –preguntó desesperado.
Entonces, Chaos sonrió.
-Porque soy fuerte...

Al escucharle, el joven demonio se detuvo. El sentimiento de orgullo que había guardado durante todo ese tiempo, el mismo que le había hecho actuar de manera irracional y que le había hecho pensar que era el más fuerte, se esfumó como un ave siendo liberada de su jaula.

De repente, Luci se sintió vacío, desmotivado. Durante esos días, había puesto tanto empeño en defender su justicia que, una vez desaparecida, le costaba creer en algo más.

Fue en ese instante cuando una fuerza de procedencia desconocida lo empujó hacia atrás, dejándolo inmovilizándolo en el suelo.

Confuso, y todavía conmocionado por el reciente suceso, observó que Chaos parecía estar teniendo el mismo problema, pues era incapaz de levantarse pese a sus esfuerzos por ello.
-No puede ser... este poder... –dijo el creador de ángeles y demonios.

El sonido de aplausos se escuchó por encima de su voz, apareciendo en escena Chronos, quien sonreía felizmente.
-Buen trabajo, Luci. Si te soy sincero, no estaba seguro de si serías capaz de hacer que mi hermano bajase la guardia pero el resultado ha sido fascinante.
-Chronos...
-Por tu expresión diría que no estás tan sorprendido como cabría esperar, hermano. Sabía que tarde o temprano sospecharías de mí, así que supuse que aprovecharme de este pobre imbécil sería lo más conveniente –explicó Chronos mientras señalaba a Luci.
-¿Qu-qué? –reaccionó el joven demonio, con voz temblorosa.
-¿De verdad creías que te iba a empujar a hacer eso sin segundas intenciones? Menos mal que eres idiota. De lo contrario, no habría ido tan bien.
-Yo... yo sólo... quería... –la mente de Luci, incapaz de asimilar bien los acontecimientos, comenzó a llenarse poco a poco de arrepentimiento. Aquella parte de sí mismo que, durante la lucha contra Chaos, había intentado detenerle, penetraba como una aguja en el corazón, provocando que se sintiese la peor escoria del mundo- Qué... yo... ¿qué he...?
-Bla, bla, bla... tonterías... –se burló Chronos, sonriendo con malicia.
-¡¡Chronos!! ¡¡Bastardo!! ¡¡Cómo te atreves a utilizarle de esa forma!! –gritó Chaos, con ira en su voz.
-Tranquilo, hermano. Él no es el único al que he utilizado. ¡Traedlas!

Dicho esto, de entre los árboles apareció un encapuchado acompañado de una mujer y una niña, quienes también se encontraban inmovilizadas por el poder de Chronos.
-¡Mammon! ¡Biblia! –exclamó Chaos.
-¡Chaos! ¡Ah! –contestó Biblia a la vez que ella y la niña eran empujadas contra el suelo.
-¡¿Qué hacen aquí, Chronos?! ¡¿Qué es lo que pretendes?!
-Con respecto a la primera pregunta, necesitaba capturarla en un lugar apartado y sin que sospechase, así que convencimos a la pequeña para que la trajese a este bosque. Fue de lo más simple, sólo hubo que prometer darle lo que pidiese y ni siquiera se cuestionó el porqué...
La expresión de Mammon mostraba su vergüenza y su odio por haber sido engañada.
-En cuanto a la segunda pregunta, ¿acaso no es obvio, hermano? ¡Lo que pretendo es eliminarte, hermano! ¡A ti y a todas y cada una de tus creaciones!
-¿Por qué? ¡No tiene sentido!
-¡¿Por qué?! ¡Porque estoy harto de ti! ¡Siempre tan perfecto! ¡Siempre mejor que yo! ¡Tenía que aguantar el sentirme inferior por haber creado una especie más débil y manipulable que las tuyas! ¡Una que evoluciona lentamente y que necesitan ser controlados constantemente!
-¡Quizás si les permitieses salir de su territorio serían capaces de aprender más...!
-¡Jamás permitiré que se relacionen con tus sucias criaturas!
-¡Entonces el único culpable de sus errores, eres tú!
-¡Cállate! ¡No quiero escuchar hablar de errores a un traidor como tú!
-¡¿Traidor?!
-¡Si no hubieses ido más allá, quizás lo hubiese tolerado! ¡Pero no! ¡También tenías que llevarte a la mujer que amaba!
-No puede ser... ¿te refieres a Biblia? ¡¿Estás diciendo que todo esto es por un estúpido ataque de celos?!
-¡Tú no lo entiendes, Chaos! ¡No sabes lo que es estar por debajo de alguien! ¡Ser incapaz de superarlo y ver cómo se lleva todo lo que deseas! ¡Por eso voy a eliminarte de una vez por todas, y así yo seré el único líder que reine sobre este mundo!
-¡Esto es absurdo, Chronos!

La escena volvió a situarse en la batalla contra Beelzebub, donde éste seguía golpeando la cúpula de agua, que cada vez se hacía más y más delgada.
-No aguanto más... –dijo Levi, tras lo cual la barrera fue destruida, cayendo el agua, en forma de lluvia, sobre casas y escombros.

De esa forma, su amigo siguió avanzando en la misma dirección que habían tomado el resto de demonios al huir. No obstante, un nuevo obstáculo se interpuso en su camino, golpeándole en el abdomen y empujándole unos pocos metros hacia atrás.
-¡¿Estás bien, Levi?! –preguntó Asmodeus desde la distancia.
-¡As! –exclamó la chica, feliz por la presencia del demonio.

Encarando a Zebub, quien ya se había recuperado del golpe, As evadió su ataque realizando un gran salto hacia arriba hasta situarse a una altura lo más cercana posible de la cara. Posteriormente, giró 360 grados, finalizando dicho giro con una patada lateral en el aire que dio lugar a una oda expansiva, golpeando el pecho de su rival a media distancia. Esto logró que cayese de espaldas contra el suelo, aplastando las pocas construcciones que quedaban en pie.

Poco después de aterrizar, se acercó a su amiga.
-¿Puedes levantarte?
-A duras penas –respondió ella apoyándose en su hombro para incorporarse.
-¿Qué es lo que le ha pasado?
-No lo sé. Acababa de llegar a la villa observé a varios demonios huyendo a las afueras. No tardé en enterarme de qué lo había provocado.
-No, desde luego no es difícil de ver.
-Tenemos que hacer algo, As. Si sigue así...
-Creo que tengo una idea pero es arriesgada...
-Llegados a este punto, no hay más remedio que probarla. ¿De qué se trata?
-Bueno... –As dudó unos instantes antes de continuar- Necesito que me coma.
-¡¿Qué?!
-¡No me grites al oído!
-¡¿Estás loco?! ¡Si te come se acabó!
-No si tú me proteges. Mira, me introduzco dentro de él gracias a una de tus corrientes de agua. Una vez dentro, me liberas, y entonces sólo tengo que transformarme y descargar todo mi Retten en su estómago.
-¡¿Y qué pretendes con eso?!
-Provocarle una intoxicación.
-¡¿Es que piensas matarle?!
-¡Oh, vamos, seré lo más suave que pueda!
-Esto no me gusta.
-A mí tampoco, créeme, pero si no podemos vencerle desde fuera lo mejor es hacerlo desde dentro. Ya sabes que el estómago es el órgano más especializado que tiene Zebub, si cambiamos la energía en su interior lograremos debilitarle en gran medida.
-¿Y qué pasa contigo?
-Pues... con suerte... vomitará...

Levi le lanzó una mirada asesina a su amigo, quien esbozó una sonrisa irónica, como pretendiendo disculparse.
-Ah, en fin... –desistió la demonio-. Lo haremos. Eso sí, ni se te ocurra morir o te mato.
-Un poco ilógica tu frase, ¿no?
-¡Cállate!
-Si, señora.

La charla fue interrumpida por el sonido de Zebub al levantarse. Éste, cansado de que le impidiesen el paso una y otra vez, decidió tomarles como objetivo.
-¡Prepárate, Levi! –dijo Asmodeus mientras dejaba a la joven apoyada sobre la pared de una casa cercana- ¡A mi señal!

Corriendo de frente contra la bestia, As esperó a que atacase, cosa que no tardó en hacer usando una de sus patas.

Así pues, evadiendo de nuevo el golpe con un salto, el demonio se dirigió directamente hacia la cabeza, provocando que su adversario abriese instintivamente la boca.
-¡Ahora!

Una corriente de agua surgió de las manos de Levi, formando un remolino y curvándose anormalmente hasta atrapar a Asmodeus e introducirse con fuerza en la boca de Zebub.

De esa manera, el demonio fue llevado a gran velocidad hasta el estómago, donde el remolino estalló en pequeñas gotas, liberándolo.

Tras esto, pudo ver lo que había a su alrededor: una gigantesca cueva de paredes blandas, rosadas y pegajosas de las que no tardaron en brotar extrañas vellosidades que le agarraron por sus extremidades.
-¡Esto es asqueroso! –gritó a la vez que se transformaba en mujer- ¡No es nada personal, Zebub, pero espero que la comida te siente fatal!

Así pues, desató una gran cantidad de Retten que se extendió por toda la cámara, chocando contra la mucosa del estómago y haciendo vibrar las vellosidades.

Desde el exterior, Levi pudo ver cómo el monstruo gritaba de dolor y se movía de un lado a otro, golpeándose la cabeza contra el suelo hasta que, finalmente, vomitó, haciendo salir por su boca una gran cantidad de agua de coloración amarillenta y verdosa. Finalmente, acabó boca abajo en el suelo, dejando de moverse.

Acercándose muy lentamente a su inconsciente amigo, el cual estaba empezando a volver a su tamaño anterior, Levi buscó con la mirada a Asmodeus entre los restos de vómito que se extendían por casi toda el área.

De repente, una figura cubierta de amarillo y verde surtió de entre la viscosa mezcla, caminando extrañamente hacia ellos.
-¡Nuca más! ¡Ya puede ser muy peligrosa la situación para que yo me vuelva a meter ahí dentro!

Levi suspiró aliviada.
-Me alegro de que haya salido bien.
-Sí, sí, yo también... –contestó As mientras intentaba limpiarse sin éxito-. Aun así, hay algo que me parece más raro que la transformación de Zebub.
-¿El qué?
-¿Por qué sólo hemos venido tú y yo? ¿Y los demás?
Dándose cuenta de lo que decía As, Levi desplazó su mirada hacia el horizonte.
-Tengo un mal presentimiento...

Mientras tanto, en el bosque, el encapuchado le susurraba algo al oído de Chronos.
-Ya veo. Bien, acabemos cuanto antes –dijo mientras creaba una espada de la nada.
-¡Chronos! ¡Si vas hacerlo, libera a los demás!
-Me temo que eso no va a ser posible, Chaos. Cuanto más tarden los demonios y ángeles en darse cuenta de la procedencia de sus atacantes, más indefensos estarán –contestó, acercándose a Biblia y extendiendo uno de sus brazos hacia ella. Entonces, apareció una serie de símbolos a partir de su cuerpo que se proyectaron en el aire hasta alcanzar la mano de Chronos-. En nombre de Chronos, uno de tus creadores, impongo mi derecho a relegar a mi hermano, Chaos, de su ocupación e impedirle el uso de sus poderes hasta que se le haya dado muerte. El cargo por el que se le acusa es el de alta traición. Que así sea.
-¡No! ¡Chronos! –exclamó Biblia, con lágrimas en los ojos.

Ignorándola, Chronos, continuó con el rito, utilizando la espada para hacerse una herida en su mano libre y dejar caer su sangre sobre los símbolos, los cuales brillaron con luces blancas antes de volver al cuerpo de Biblia.

Poco después, era el cuerpo de Chaos el que brillaba, al tiempo que este convulsionaba, preso de un terrible dolor.

Una vez las convulsiones se hubieron detenido, Chronos se acercó a su hermano, situándose a escasos centímetros de él.
-¡Chronos! ¡Por favor! ¡Haré lo que me pidas! ¡Por favor, no lo hagas! –gritó Biblia.

Tanto Mammon como Luci sollozaban mientras su creciente arrepentimiento se mezclaban con una sensación de impotencia y odio, impidiéndoles articular palabra.
-¿Tu última voluntad, hermano?

Chaos extendió el brazo hacia Biblia tanto como le permitió su estado y pronunció unas palabras que Eri reconoció: “Te quiero”

Fue entonces cuando la espada de Chronos penetró su corazón, acabando con su vida.
-¡Nooooo! ¡No, no, por favor! –Biblia rompió a llorar con expresión desencajada.
-No te preocupes. Eres la siguiente –indicó el asesino, mientras sacaba la espada del interior de su hermano y caminaba hacia Biblia-. Es una pena, Biblia. Me hubiese gustado hacerte mía. Seguramente hubieses sido más feliz que con mi hermano.
-No sabes lo equivocado que estás.
-Jajaja, te mantendrás aferrado a él hasta el final, ¿eh? Bueno, ya me lo figuraba, por eso decidí matarte a ti también. Por eso y porque de esa forma, no habrá nadie que pueda destruirme.
-No vencerás, Chronos. Algún día regresaré para que pagues por tu maldad.
-Uh, qué miedo me das. Avísame cuando llegue ese día –Chronos levantó su espada.
-¡Mammon! ¡Lucifer! –gritó Biblia- No es culpa vuestra.
Y así, el arma se llevó también la vida de la mujer...

-Bueno, quitemos de en medio a estos dos y dirijámonos a la siguiente villa. Los “Dying Walkers” ya estarán de camino para eliminar a los demonios que han conseguido huir –declaró Chronos, disponiéndose a matar a Luci y Mammon.

De repente, un objeto salió disparado de entre los árboles y penetró en el cuerpo del asesino, provocando que éste cayese de rodillas al suelo.

Poniendo una mano en su costado, se dio cuenta de la presencia de sangre. Acto seguido apareció Gabriel, lanzando un par de flechas en su dirección, clavándose una en su hombro y consiguiendo desviar la segunda con su espada.
-¡Chst! ¡Maldita sea! ¡Judas! ¡Sácame de aquí!
El encapuchado agarró del hombro al creador de los humanos y ambos desaparecieron en el aire sin dejar rastro.

Cuando Gabriel se dio cuenta de lo que había ocurrido, dejó caer la ballesta y fue a socorrer a Chaos pero, al darse cuenta de que estaba muerto, comenzó a golpear el suelo hasta que sus nudillos se desgastaron.
-¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! –gritó, adoptando un comportamiento impropio de él.

Con la mirada perdida en el cielo azul, que poco coincidía con su estado de ánimo, Luci era capaz de moverse de nuevo. No obstante, no tenía deseos de levantarse, porque sabía que no le iba a despertar de su pesadilla...

La siguiente escena tuvo lugar en la casa de Chaos. En ella se encontraban los seis: Zebub, acostado sobre un sofá y todavía mareado pese a que ya había pasado un tiempo desde lo ocurrido; Levi, sentada sobre una silla con la mirada perdida y las mejillas húmedas de haber estado llorando; Bel, abrazada a Eve de manera que era imposible ver su rostro; As, quien estaba sentado en el suelo, con la espalda apoyada sobre la pared y una de sus manos sobre la frente; Mammon, con la cabeza apoyada sobre las piernas de Luci, agotada por el cansancio que le habían provocado sus propios gritos y sollozos; y el propio Luci, cuya armadura impedía ver su expresión pero que se mantenía inmóvil sobre su asiento, acariciando suavemente el pelo de su amiga.

La escena era, sin duda, deprimente. Ninguno podía quitarse de la cabeza las muertes de quienes habían cuidado de ellos pese a sus rarezas y les habían dado un lugar donde poder ser ellos mismos. Aquella casa nunca volvería a ser la misma.

En ese momento entró Gabriel, quien, al darse cuenta del malestar que reinaba en el ambiente, exhaló un largo suspiro.
-Por lo que sé, el territorio de los demonios está siendo atacado por unos seres que portan halos blancos rodeando sus muñecas. No estoy seguro pero es posible que la desaparición de los ángeles haya tenido que ver con su aparición. He informado a los ángeles sobre los actos de Chronos pero, mientras algunos se han mostrado a favor de luchar contra él, otros han aprovechado el momento para dejarse llevar por su odio a los demonios, alegando que son ellos los culpables de la desaparición de los ángeles y que Chronos intentaba defenderles al matar al perpetrador del plan: Chaos.
Luci cerró uno de sus puños al escucharle, sin embargo, continuó en silencio.
-Para colmo de males, debido a lo que ocurrió con Beelzebub, los demonios no confían en vosotros como sucesores de la voluntad de Chaos. Básicamente, os repudian.

Gabriel desplazó la vista hacia cada uno de ellos. Su estado era tan lamentable que no pudo evitar irritarse.
-¡Ya está bien! ¡Todos hemos perdido a nuestro líder! ¡Yo también me siento inútil por no haber sido capaz de llegar a tiempo para salvarles! ¡Pero ahora mismo estamos en guerra! ¡Si no os recuperáis y lucháis contra Chronos van a exterminar a todos los de vuestra especie!
-Tú mismo lo has dicho antes... –dijo Luci con voz monótona-...que ellos nos repudian. No tenemos nada por lo que luchar...
La expresión de Gabriel pasó de la irritación a la ira.
-¡Sois patéticos! –exclamó, cerrando de un portazo al marcharse.

Aquella charla no había cambiado nada. El ambiente seguía siendo igual de deprimente que antes de que entrara Gabriel. La única que no se daba cuenta de nada era Eve, quien había comenzado a juguetear con las mejillas de Bel. Ésta, notando las pequeñas manos del bebé, separó lentamente su cara de éste.
-Si sólo... hubiese ido a entregarle la medicina a Zebub... podría haber evitado que se transformase... –dijo Bel.
-No es culpa tuya, Bel. Yo no avisé en ningún momento de lo que vi en territorio humano. Y cuando tuve la ocasión de detener a Luci, tampoco lo hice... –indicó As.
-Aquí el único culpable soy yo... –declaró Luci- Fui yo quien se dejó engañar por Chronos y se enfrentó a Chaos. Si hay alguien que merece ser repudiado... ése soy yo...

Levi reaccionó a los lamentos de los demás, volviendo ligeramente en sí. De todos, ella era la que más tiempo había permanecido junto a Chaos y Biblia. Habían sido como unos padres para la demonio, e incluso había llegado a albergar sentimientos de los que, actualmente, se arrepentía.

Paseando la vista por la casa, su mente se llenaba de recuerdos, en los que escuchaba sus historias, les ayudaba con sus deberes o dormía plácidamente bajo su cuidado. Recuerdos tiernos y felices que nunca volverían.

Finalmente, su mirada se posó sobre Eve. El único recuerdo vivo que quedaba de ellos dos. Tan inocente y con toda una vida por delante.
Fue entonces cuando, como si una pequeña llama se hubiese prendido en su interior, la joven recordó las palabras de Chaos: “Tú también eres importante en esto, Leviathan. Juntos seréis grandes guías pero tú eres la mejor para guiarles a ellos”
-Creo... que todos somos culpables –dijo, atrayendo la mirada de los demás-. Todos cometimos errores, ya fuese dejarnos llevar por nuestro orgullo, ignorar nuestros deberes, dejarnos llevar por el ocio y la lujuria, o por la avaricia, devorar a nuestros semejantes o envidiar a otros por conseguir lo que nosotros deseábamos. Todos cargamos con nuestro propio pecado pero eso no significa que nuestra causa haya terminado. Has dicho que no teníamos nada por lo que luchar, Luci. Dime, ¿eres capaz de mirarle a la cara y decirle algo así?

El aludido observó a Eve que, felizmente, movía sus diminutas manos, intentando alcanzar las mejillas de Bel. Los demás hicieron lo mismo, incluso Zebub y Mammon, quien nuca había llegado dormirse del todo.
-Ella no nos repudia. No nos teme. Porque es sangre de aquellos que cuidaron de nosotros y confiaron en que algún día nos convertiríamos en los guías de nuestra especie. Por ella... lucharé cargando lo que sea...

Dicho esto, hubo unos segundos de silencio. Los otros cinco parecían indecisos. Una parte de ellos no se consideraba digna de esa responsabilidad. Pese a ello, As se levantó de su sitio y se situó al lado de Levi.
-Yo también lucharé –declaró con un tono lo más firme que pudo-. Sé que no soy merecedor de protegerla pero es la única manera que veo para poder redimirme.
-Tienes razón –dijo Bel-. Ellos creyeron en mí y yo no hice nada para cambiar las cosas. No quiero que esta niña sufra esa decepción.
-Yo también –añadió Zebub-. Incluso si no fui consciente de ello, asesiné a los de mi especie y extendí el miedo hacia nosotros. Necesito hacer que los demonios depositen en nosotros la fe que tenían sobre Chaos.
-Mi forma de ser siempre me ha traído problemas pero nunca pensé que mis seres queridos morirían por ello.
-Mammon... –intentó consolarla Levi.
-Dije que algún día convertiría a los demás en mis sirvientes, y juro por mi vida que haré que ese bastardo me bese los pies.
Aunque era la declaración más agresiva de las cinco, ninguno mostró sentimientos en contra. Tan sólo quedaba Luci.
-Nunca estuve orgulloso de mí mismo, sin embargo Chaos confiaba en mí y me hizo pensar que yo también podía llegar a ser fuerte. ¿Y qué fue lo que hice? Traicionarle al dejarme llevar por esa estúpida fuerza. Quiero morir... quiero pagar por lo que he hecho... pero si tengo que morir... prefiero que sea por una causa.
Levi extendió su mano hacia el frente y, poco a poco, los demás hicieron lo mismo.
-Nos haremos más fuertes. No será fácil, ni rápido, pero algún día venceremos a Chronos y ese día, lo haremos juntos...

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