El
chico rubio levantó la cabeza.
-¿Qu-quien
diablos eres tú?
Tenía
el rostro magullado por el repentino ataque del recién llegado.
-Vaya,
me parece interesante que no me conozcas, debes de ser un recién llegado. Sin
embargo, aquí quien hace las preguntas soy yo. Dime quién eres y para quién
trabajas, y no me hagas repetirlo dos veces.
-¿Eres
idiota? ¡Morirás antes de sonsacarme algo!
Los
“Dying Walkers” se dispusieron a atacar a su objetivo. En ese momento, Reima
hundió la espada en el suelo.
-¡Arded!
Un gran
muro de fuego lo rodeó e incineró a los agresores, provocando que
desapareciesen.
-Si
eso es todo lo que puedes mostrarme me temo que lo llevas muy mal.
El
chico rubio hizo una mueca de desagrado.
-Dime
ahora mismo para quién trabajas. De lo contrario, acabarás como ellos.
-Chst...jamás
revelaré el nombre de mi señor.
Levantándose,
enarboló la lanza y la situó apuntando hacia su oponente.
-¡Ah!
Lanzando
un grito a la vez que atacaba, intento clavar la hoja de su arma en el cuerpo
de Reima pero este desvió el ataque sin mucho esfuerzo, haciéndole la
zancadilla y quitándole el arma.
-Eres
un completo principiante.
-¡No
me subestimes!
De
repente el arma comenzó a quemar la piel del espadachín, quien no tuvo más
remedio que soltarla por acto reflejo. Tras volver a empuñarla, el chico rubio
se alejó varios metros de su adversario, el cual abría y cerraba la mano
mirándola con incomodidad.
-Por
ahora me iré pero no pienses que será la última vez que nos veamos. Este lugar
está más lleno de demonios de lo que me esperaba. Mi señor quedará contento con
este descubrimiento.
-¡Espera!
Cuando
Reima intentó ir hacia él, el joven se quitó su atuendo, tapando la vista del
enemigo. Aunque la vestimenta fue devorada por las llamas provocadas por el
espadachín, su contrincante se había esfumado.
-Mierda...al
final se ha salido con la suya...
El
chico giró la vista hacia Eri, quien lo observaba con una expresión mezcla de
sorpresa y confusión. Por no hablar de los alumnos que había ido a refugiarse
tras recibir su libertad.
-¡Eri!
–Luka y Shiina corrieron junto a su amiga y la abrazaron- ¡Menos mal que estás
bien!
-¿Luka?
¿Shiina?
-Lo
estábamos viendo todo desde el salón de actos –una de las chicas señaló las
ventanas de la sala, por la que tanto ellas como el resto de alumnos habían
visto lo ocurrido.
Reima
se rascó la cabeza.
-Parece
que vamos a tener que apañar esto. Menudo problema...
Tiempo
después, los alumnos del instituto se encontraban todos reunidos en el salón de
actos. Muchos cuchicheaban y hablaban entre ellos. Al fin y al cabo era normal
teniendo en cuenta que lo que acababa de pasar no era algo que se viese todos
los días.
-¡A
ver! ¡Silencio, por favor!
Situado
encima de la tarima al fondo de aquella sala y de manera que todos pudiesen
verlo, Reima se dispuso a hablar a todos los que estaban allí.
-¡Silencio!
–repitió el chico.
Cuando
se hubieron callado todos, continuó hablando.
-Gracias.
Sé que muchos estáis confusos por lo que ha ocurrido hoy...
Un
gran número de alumnos levantó la mano.
-...y
sé que tenéis muchas preguntas que hacerme... –continuó hablando con cierta
irritación en su tono de voz-. No os preocupéis, se os explicará lo ocurrido y
de ello se encargará una persona especializada en este tipo de cosas. Os
presento a Derain.
La
gente observó expectante el lugar señalado por el profesor. Apareciendo desde
detrás de las cortinas color beis que servía de telón, un pequeño ser humanoide
y de color rojo intenso caminó hasta situarse en el centro de la plataforma,
donde antes había estado Reima. El ser no debía medir más de un metro, poseía
unos cuernos puntiagudos en su cabeza y una cola terminada en punta de flecha.
Sus piernas, que finalizaban en unas pezuñas propias de un rumiante, estaban
cubiertas de una masa de pelo granate.
Si
al profesor le había costado silenciar a aquella masa de gente, Derain lo había
conseguido en un tiempo récord. La cara de los alumnos al ver al pequeño ser
apenas podía ser interpretada.
Suspirando,
Derain hizo aparecer un puro como por arte de magia y lo encendió con la mano que
le había quedado libre.
-Bien,
chicos –inesperadamente, pese a su tamaño poseía una voz bastante grave-.
Quiero que todos me miréis –a Reima no le pareció una tarea muy complicada-.
Dormire insorgenza.
Tras
estas palabras, los alumnos cayeron al suelo profundamente dormidos. Derain dio
una pequeña calada al puro y se dirigió hacia donde se encontraba Reima.
-Ya
está, cuando despierten sus recuerdos serán sustituidos.
-Buen
trabajo, Derain. Recuérdame que te invite a algo la próxima vez.
-De
nada, compadre. La próxima vez procura que no ocurran este tipo de cosas. Es
una pesadez el tener que hacer esto –el ser dio otra calada a su puro.
-Jajaja...bueno,
reunámonos con la chica y el resto, creo que le debemos una explicación.
-Claro,
detrás de ti.
Entraron
en la sala de profesores Reima, Derain y Eri, quien en el momento de la
inducción del sueño a sus compañeros se hallaba fuera esperando.
-¿P-por
qué estaba todo el mundo en el suelo? Es más, ¿quien es este...esto...esta...?
–la chica no sabía bien cómo definir a Derain.
-Cuidado
con tus siguientes palabras, niña. Aunque no lo parezca, tengo sentimientos.
El
profesor se sentó en una de las mesas de la sala.
-Él
es un imp llamado Derain. Tal y como lo ves es un demonio considerablemente
fuerte. Es capaz de inducir el sueño en los seres humanos con el fin de
sustituir sus recuerdos.
-Luka
y Shiina...
-Ellas
también están durmiendo, aunque me costó el separarlas de ti. Tienes buenas
amigas.
-...
-Bueno,
en cualquier caso creo que será mejor que te cuente lo ocurrido. Tal y como han
salido las cosas...
-A
buenas horas –se quejó la chica.
-Para
empezar, ¿quieres preguntar algo?
-¿Quién
eres?
-Directa
al grano –Reima sonrió-. Mi nombre es Hioni Reima pero se me conoce sobre todo
por el apodo de “Darkblade”.
-¿¡”DARKBLADE”!?
-Eso
sí ha sido un buen grito de sorpresa –comentó Derain.
-Cálmate...
–pidió el profesor.
-¡¿Qué
me calme?! ¡Eso es imposible! ¡Lo que ocurrió con “Darkblade” es de hace más de
mil años! ¡¿Q-qué edad tienes?!
-Debo
de andar por los mil ciento veinte o así. No suelo llevar la cuenta...
-Pero...
-Has
de recordar que la edad de los demonios con respecto a los seres humanos es muy
diferente.
-Entonces...tú
también eres un demonio...
-Casi...
-¿A-a
qué te refieres?
-Hace
mucho tiempo fui maldecido por dos especies distintas: ángeles y demonios. Es
por eso por lo que he podido vivir tanto hasta hoy.
Eri
recordó lo que vio de las maldiciones de los ángeles.
-...esos
seres que me perseguían... ¿qué son exactamente?
-Se
llaman “Dying Walkers”. Son máquinas vivas por decirlo de alguna forma. Fueron
creados por la Inquisición
para destruir a los demonios. Después de la tregua perdieron su función como
destructores por lo que se convirtieron en guardianes de la Inquisición. Siguen
unas órdenes estipuladas, no dudan, simplemente obedecen, sin sentimientos y,
casi siempre, sin decir ni una palabra.
-Entonces
significa que la
Inquisición ha sido la que ha atacado.
-Lo
dudo...probablemente alguien está utilizándolos sin el permiso de ellos.
-...
–la chica demonio estaba confusa pese a que entendía lo que le quería decir.
-Básicamente,
no sabemos quien anda detrás de todo esto.
Alguien
apareció en la sala sorprendiéndola.
-¡¿A-A-A-Asari-sensei?!
-Vaya,
Eri, ni que acabases de ver algún tipo de fantasma –comentó la mujer.
Detrás
de ella iba un chico de la edad de Eri.
-¡¿Akira-kun?!
¡¿Tú también?!
El
joven se limitó a reír y a rascarse la nuca.
-¿Qué
es...?
-Ya
que conoces la leyenda de “Darkblade” sabrás que su aparición...bueno, mi
aparición, hizo que se estableciese la tregua entre la Inquisición y los
demonios.
-S-sí
-Por
supuesto, hubo gente en desacuerdo por parte de ambos bandos y aquellos que lo
estuvieron fueron expulsados y detenidos. Por tanto, para mantener la tregua y
procurar la seguridad de la misma decidí atrapar y ajusticiar a todo aquel que
pretendiese hacer algo en contra. Con los demonios hubo menos problemas debido
a mi buena relación con ellos y habían salido bastante perjudicados de la
guerra pero los humanos siempre han sido más...rebeldes. El caso es que, con el
tiempo, ha habido algunos que se han prestado voluntarios para ayudarme en mis
tareas, tanto aquí como en otras partes del mundo. Ellos dos –dijo mientras
señalaba a Asari y a Akira- son ejemplos de esos “algunos”.
-Entonces
sois algo así como un equipo defensor de demonios.
-Bueno,
técnicamente no es eso lo que defendemos pero en la práctica no puedo decir lo
mismo...
-Entonces
vosotros...
-En
mi caso yo también fui maldecida por un demonio –indicó mientras hacía aparecer
un rifle francotirador a partir de llamas surgidas de la nada.
-Y-ya
veo.
-Yo
podrías decir que soy un medio demonio. Hijo de una humana y un demonio. Debido
a ello no tengo cuernos al igual que tú, que eres hija de demonios –dijo Akira
señalando su cabeza-, aún así tengo algunas características de ellos.
-En
todo este tiempo...nunca me había dado cuenta...
-No
te preocupes por ese tipo de cosas –dijo Reima-. En cualquier caso ahora ya
sabes mejor que es lo que está pasando, y, en resumidas cuentas, es que alguien
o, probablemente, un grupo dentro de la Inquisición, y sin el consentimiento de ésta, ha
empezado a hacer algún tipo de movimiento en pos de una cacería de demonios. Si
sus intenciones son las de acabar con los demonios, hacer que renazcan las
llamas de la guerra o alguna otra cosa es algo que por el momento tampoco
sabemos.
-¿Has
avisado a Ettore? –preguntó Asari.
-He
intentado contactar con él pero no lo he logrado. Ese idiota seguramente esté
vagueando por alguna parte. Para ser el líder de la Inquisición hay veces
que se toma las cosas muy poco en serio.
-...
–Asari profirió un suspiro y se encogió de hombros.
-De
todas maneras me tocará hacer un viaje a Italia para recabar más información
sobre los sucesos que están teniendo lugar dentro de la Inquisición, así también
podré hacerle una visita a Ettore.
-Hace
poco que viniste y ya te marchas... –comentó Asari con sonrisa irónica.
-Serán
unos pocos días así que dejaré a Derain haciéndose pasar por mí.
-¿Huh?
–Eri frunció el ceño.
-No
te preocupes, gracias a sus poderes pasará desapercibido –aclaró Reima.
-Yo
me ocuparé, niña.
-Tengo
nombre.
-Y
yo que me acordaré de él –declaró mientras movía de un lado a otro la mano que
sujetaba el puro.
-¿Estaréis
bien sin mí?
-Sí,
podremos apañárnoslas en caso de que les de por realizar otro ataque.
-De
acuerdo, me voy más tranquilo.
-¡Un
momento! ¡¿Qué pasa conmigo?!
-¿Huh?
¿A qué te refieres?
-Yo
también quiero ayudaros.
-¿De
qué estás hablando?
-Por
culpa de los “Dying Walkers” la vida de mis amigos ha sido puesta en peligro. Yo
también quiero ayudar a evitar que algo así vuelva a suceder.
-Pero
ellos van detrás de ti...
-Van
detrás de todos los demonios.
-Mira,
niña. No es por ofender pero no eres fuerte y en una pelea sólo resultarías una
carga.
-Entonces
aprenderé. Me haré más fuerte. Así no seré ninguna carga. Podré defenderme yo
sola y defender a aquellos como yo.
La
chica estaba decidida a luchar y no parecía querer aceptar un no por respuesta.
-Ya
veo... –dijo finalmente Reima-. Akira.
-¿Sí?
-Tú
serás el encargado de enseñarle.
El
chico asintió.
-Hazle
caso en lo que te diga, ¿vale?
-Lo
haré –contestó Eri.
-Bueno,
partiré mañana. Será mejor que descansemos por hoy. Ha sido un día muy duro
para todos... ¡Agh!
De
repente Reima se llevó las dos manos a los costados y cayó de rodillas al
suelo.
-¡Hioni-sensei!
–exclamó la joven demonio.
Asari
se acercó al chico.
-Ya
deben de haber empezado los efectos secundarios. Apóyate en mí, me encargaré de
llevarte.
-¿Qué
le ocurre?
-No
debería haber tomado esta forma. Puesto que ha incumplido las normas de su
propio cuerpo está recibiendo su castigo. Esto no es la primera vez que le
pasa.
-¿Qué?
¡No entiendo nada!
-No
hay tiempo para explicarlo. Nos vemos mañana, Eri.
Dicho
esto, Asari hizo aparecer de nuevo el rifle y disparó hacia el suelo,
provocando que tanto ella como Reima desapareciesen entre las llamas.
-¿Qué...?
-No
te preocupes, niña. Mañana volverá a estar fresco como una rosa.
-...
-Ese
chico fue maldecido, es normal que esto le provoque consecuencias.
-Será
mejor que nosotros también nos vayamos, Akira. Mañana nos veremos, niña. Ten
cuidado.
-Nos
vemos mañana en clase.
Tras
despedirse ambos desaparecieron al cruzar la puerta que llevaba a los pasillos.
Su
cabeza todavía le daba vueltas. Acababa de descubrir muchas cosas y todas de
una sola vez por lo que tendría que tomarse algunos minutos para terminar de
asimilarlo.
“Darkblade”,
la Inquisición,
los “Dying Walkers”, aquel chico rubio...a partir de ese momento le esperarían
muchos acontecimientos y debía estar preparada para ellos. Dándose unos
pequeños golpes en las mejillas intentó despejarse un poco, acto seguido salió
de la sala...
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