-Bien,
hoy vamos a continuar con la clase por donde lo dejamos ayer – Reima, con una
venda en su cabeza comenzó su lección con una calmada sonrisa.
-Es
increíble que pueda seguir así de bien después del golpe que se dio ayer –
susurró Luka a Eri.
-Qu-quizás
no fue para tanto...
-¿Qué
no fue para tanto? A mi me pareció escuchar un ligero “¡Croc!” cuando se
estampó contra el suelo.
-...
Eri
sonrió con preocupación.
-En
cualquier caso, está bien y eso es lo importante – sentenció Shiina.
-...o
eso es lo que parecía...
A la
hora del almuerzo Eri y sus dos amigas acababan de juntar sus mesas como solían
hacer siempre, sólo que aquella vez alguien se les había unido.
-S-sensei...
-intentó decir Shiina mientras observaba a Reima, quien comía
despreocupadamente frente a las chicas.
-¿Mm?
¿Ocurre algo? – preguntó.
-¿P-por
qué está comiendo aquí?
-¿Yo?
Sólo estoy aquí como uno más. Con gente es más divertido almorzar, ¿verdad?
-No
es eso... – comenzó Luka – Es que normalmente los profesores no comen con los
alumnos.
El
resto de compañeros de clase se encontraba mirando la escena un tanto alejados
de los otros cuatro.
-¿En
serio? No sabía que fuese algo tan raro. Creía que aquí todos erais compañeros
y hablabais entre vosotros, incluidos los profesores. Una conversación es
importante para llevarse bien, por ejemplo, ¿qué tal te ha ido con el resto de
asignaturas este día, Kasaiga?
-¿Huh?
B-bien, supongo.
-¿No
has tenido ningún problema últimamente?
-N-no
que yo sepa...
-Me
alegro, ¿y vosotras?
-E-esto,
tenemos que ir al baño.
-¿Eh?
¿Las tres a la vez?
-¡Sí!
¡Somos tan amigas que cuando una tiene que ir al baño el resto va detrás!
-Ya
veo, id con cuidado entonces.
-C-claro
– contestó Luka mientras empujaba a sus dos amigas fuera del aula.
-¿Qué
es lo que le pasa a ese tío? – situadas en el patio exterior, junto a un par de
árboles de tronco grueso y suficiente altura como para dar lugar a dos extensas
sombras, Luka se quejaba.
-Tampoco
es que haya hecho algo malo – dijo Eri.
-Pero
debes admitir que es raro – indicó Shiina quien rara vez coincidía en opiniones
con Luka.
-Bueno,
puede que al ser más joven que otros profesores se sienta más cómodo entre los
alumnos.
-Mm...incluso
así me siento bastante incómoda de esa forma.
-¡Ah,
chicas, por fin os encuentro!
Una
voz procedente de una de las ventanas de la planta más baja del edificio les
hizo girar la cabeza hasta toparse con Reima, cuya mitad superior del cuerpo
sobresalía por una de ellas.
-No
sabía que estabais aquí, quería seguir conversando con voso... – cuando se fija
mejor se da cuenta de que las chicas ya se han marchado - ¿Cuándo se han ido?
-Hah,
hah, hah...
-¿N-nos
ha estado siguiendo?
-¿Aún
sigues diciendo que eso es normal, Eri?
-Y-ya
no lo tengo tan claro...
-Qui-quizás
deberíamos decirle algo –comentó Shiina.
-Pe-pero,
me sabe mal...p-parece muy simpático...
-Hah...
–suspiró Luka–. Supongo que entonces tendremos que buscar un lugar donde no nos
pueda encontrar.
-¿Qué
os parece la terraza? –propuso Shiina–. Generalmente nadie suele ir allí por lo
que podría ser un buen lugar donde esconderse. Además, podemos hacer una
especie de barricada para atrancar la puerta o algo así.
-Yo
creo que deberíamos seguir como siempre...es cierto que es raro pero quizás
estemos sacando las cosas de quicio...
Los
días fueron pasando y las chicas veían que la insistencia del profesor seguía
sin disminuir. Si decidían ir al patio aparecía por allí con algún snack o
aperitivo en sus manos, si decidían estar en los pasillos aparecía por las
escaleras y se unía a ellas, si se quedaban en clase ahí estaba él para agarrar
una silla y juntarla a la de las chicas...
En
cualquier caso, por más que lo intentaban no podían evitar que Reima las
encontrara e intentara entablar conversación con ellas u ofrecerles algo para
almorzar.
-Uuuuh,
en un principio, dentro del sinsentido tenía hasta sentido pero esto... – dijo
Luka apoyando los codos sobre su mesa.
-Creo
que debería decirle algo a Asari-sensei sobre esto. ¡Esto empieza a llamarse
acoso!
-Parece
que se os ha pegado a la espalda, el profesor sustituto – un chico de pelo
negro, alto, musculoso, y un poco regordete hizo acto de presencia.
-Akira-kun,
Fujita-kun – dijo Eri.
Haga
Akira, un amigo de las tres chicas desde hacía bastante tiempo se encontraba
junto a Fujita Kaoru, otro chico un poco más bajo que su compañero, de pelo
castaño, corto y alborotado, apuesto y algo inexpresivo. Éste último era un
nuevo compañero que habían conocido ese mismo año.
-¿Qué
es lo que ha pasado para que esté de esa manera con vosotras? – preguntó Akira.
-¿Y
a nosotras que nos cuentas? De repente empezó a hacerlo. En un principio nos
pareció raro pero pensamos que Eri tenía razón y que quizás nos lo estábamos
tomando demasiado en serio...pero esto...
-¿Tú
que opinas, Kaoru? – preguntó Akira a su compañero.
Tuvo
lugar un pequeño silencio hasta que decidió contestar.
-Creo
que si lo hace es por una buena razón. Parece ser un buen tipo...
-¡Pues
ya podría decirnos la razón! –exclamó Shiina– Como sea, hablaré con
Asari-sensei. Ya que ella lo conoce más quizás pueda echarnos una mano.
-¿Huh?
¿Os está siguiendo en los recreos?
-B-bueno,
dicho así suena mal...
-Mm...
–Asari-sensei se cruzó de brazos-. Quizás sólo quiera ser más cercano a sus
alumnos y piense que vosotras sois el mejor ejemplo.
-En
ese caso lo entendería de Eri y de mí pero, ¿qué hay de Luka?
-¡Oye!
¡Shiina!
-Jajaja...lo
que quiero decir es que no os preocupéis demasiado por ello, además, ¿por qué
no se lo preguntáis a él mismo? Quizás entonces os aclare todo.
-Tienes
razón –declara Eri-. Perdón por las molestias.
-No
pasa nada, para eso estoy –respondió la mujer sonriendo.
Las
chicas se despidieron de Asari-sensei y se marcharon de la sala de profesoras.
-¡Shiina!
¡¿Qué querías decir con lo de antes?! –exclamó Luka mientras salían por la
puerta.
Al
salir del instituto, Eri se despidió de sus amigas y comenzó a andar en
dirección a su casa.
“¿Por
qué no se lo preguntáis a él mismo?”, la chica recordaba las palabras de su
tutora. Aquel chico era bastante extraño, no sólo la forma de actuar tan
cercana que había adoptado con ellas, también en las clases demostraba ser
alguien inusual. Se le veía una persona torpe, despistada y algo olvidadiza. No
era la primera vez que se caía o llegaba a clase y no recordaba por donde se
había quedado la última vez. Aun así, no es como si se sintiera incómoda con su
presencia, más bien es como si destellara cierto optimismo, una manera
diferente de ver las cosas, otro punto de vista...
Cavilando
sobre esto y aquello la chica llegó a una zona que le sonaba. Se trataba del
lugar donde fue atacada por aquel extraño individuo trajeado. En su mente
todavía figuraba como un mal sueño, uno muy real.
Desde
aquello, más de una vez se había sentido insegura al estar sola, como si de
nuevo alguien fuese a perseguirla.
“Qué
tontería...”, pensaba mientras movía la cabeza de un lado para otro, “...no
debería estar asustada de algo así.”
Intentando
borrar de su mente ese tipo de pensamientos se alejó de allí...
Al
día siguiente, como tantas otras veces, Reima se sentó junto a las chicas.
-Hola, ¿qué hay?
-Hioni-sensei...
-¿?
-Verá,
¿por qué es que nos está siguiendo a todas partes? –preguntó Eri, directa al
grano.
-¿Mm?
Ya os lo dije. Es más divertido almorzar junto a alguien y es importante el
acercamiento entre el profesor y el alumno.
-Entiendo
que sea importante el acercamiento al alumno y el profesor pero es raro que
siendo tantos alumnos en clase nos sigas sólo a nosotras –indica Shiina
frunciendo el ceño.
-Ah...
–de repente Reima se queda algo sorprendido-. Eh, bueno...esto...quizás...puede
que...tengas razón...esto...si me disculpáis...
Dicho
esto el profesor se levantó de la mesa y desapareció tras la salida de la
clase.
-¿Cómo
se supone que debemos interpretar eso? –preguntó Luka extrañada.
-Ni
idea, quizás se ha dado cuenta de la situación... –contestó Shiina.
Eri
se quedó observando durante unos instantes cómo se marchaba.
Las
clases continuaron aquel día sin que sucediese nada destacado. La reacción del
profesor había sido extraña, dejando un poco confusa a la demonio. ¿Sería simplemente
que había entendido la incomodidad que sentían las chicas?
Cuando
sonó la sirena los alumnos se levantaron de sus pupitres y recogieron sus
libros y apuntes dispuestos a volver a sus casas.
-Te
estamos esperando, Eri –comentó Luka.
-Ah,
no hace falta que lo hagáis, tengo que ir a la biblioteca a mirar unas cosas.
Ya nos vemos mañana.
-Bien.
Como veas. Hasta mañana.
La
joven se dirigió a la biblioteca del instituto. Ésta no destacaba demasiado en
tamaño pero, pese a ello, la información que recogía era bastante rica, aunque
gran parte estaba en formato digital.
Al
entrar a la sala se encontró con Reima, quien estaba frente a uno de los
ordenadores.
-¿Hioni-sensei?
El
chico se asustó al escuchar la voz de ella, cayéndose de la silla y golpeándose
fuertemente con la cabeza en el suelo.
-¡Hioni-sensei!
–exclamó Eri situándose junto a él- ¿E-está bien?
-Ah,
s-sí, no te preocupes. A propósito, ¿qué haces aquí?
-He
venido para buscar cierta información sobre una de las clases de hoy, quería
tomar algo de apuntes extra.
-Ah,
jajaja, ya veo...eres una buena estudiante...
Reima
se incorporó, levantando la silla y volviendo a sentarse en ella.
-¿Y
usted, sensei?
-¿Eh?
Sólo estaba buscando un poco de información sobre algunos hechos históricos de
hace varios siglos. Nada importante. De hecho estaba por irme –comentó mientras
cerraba lo que estaba en pantalla-. Procura no quedarte hasta muy tarde. Es
peligroso vagar sola de noche.
-¿Eh?
C-claro. Gracias por el consejo.
-No
hay de qué. Nos vemos mañana.
-Hasta
mañana.
Una
vez se hubo marchado la chica se sentó frente al mismo ordenador que había
utilizado él. Buscando en los archivos digitales de la biblioteca se dispuso a
seleccionar aquello a lo que había venido, si embargo sus dedos se detuvieron
antes de hacer clic.
Movida
por una imperiosa curiosidad, Eri decidió mirar el historial de búsqueda, de
manera que apareció ante ella una lista en la que se encontraba los archivos
abiertos por anteriores usuarios, dándole al primero que había anterior a su
búsqueda.
-N-no
debería estar haciendo esto... – se dijo a sí misma.
Al
abrirse vio un artículo en cuyo título se podía leer: “La maldición de un
ángel”.
-¿La
maldición de un ángel?
Al
leerlo más detalladamente se dio cuenta de que en él se hablaba sobre la
existencia de diversos tipos de maldiciones provocadas por diversas criaturas,
entre ellas algunas como los demonios o los llamados ángeles.
-Ángeles...
De
pequeña sus padres le dijeron que hace mucho tiempo habían existido unos seres
llamados así. Se supone que se consideraban seres neutrales ante la batalla
entre la Inquisición y los demonios. Este estatus les daba libertad de opinión
y decisión sobre aquello que consideraban más justo, por lo que algunos se
ponían de parte de un bando, otros del contrario, incluso los había que
simplemente estaban en contra de la guerra e intentaban actuar como mediadores.
Sin
embargo, parece ser que algo ocurrió con ellos, pues un día terminaron
desapareciendo. Nadie supo el por qué.
Eri
continuó leyendo. En el texto se hablaba de estas maldiciones como una manera
de traspasar poderes a la persona que era maldecida, pero, como es común en
este tipo de cosas, provocaba efectos secundarios en aquellos que eran
maldecidos.
-No
sabía que algo así pudiese ocurrir...me pregunto, ¿por qué Hioni-sensei estaba
leyendo esto?
En
el artículo también se nombraba a los demonios. Se les tachaba de seres crueles
y despiadados que atacaban a los seres humanos, considerados inferiores y, para
algunos, alimento. No hacía falta decir que todo aquello se publicaba desde un
punto de vista espiritual y en referencia a varias leyendas.
Eri
puso una expresión de descontento. No estaba orgullosa del pasado de los
demonios. No llegaba a entender por qué atacaron a la especie humana y llegaron
a provocar su propia decadencia.
Tras
la lectura, la chica llevó una de sus manos hasta uno de sus cuernos,
acariciándolo suavemente. ¿Por qué “Darkblade” impuso la paz entre la
Inquisición y los demonios? ¿Realmente aquellos demonios lo merecían?
La
joven movió la cabeza de un lado para otro para intentar despejarse.
Probablemente, incluso su especie necesitaba otra oportunidad, al fin y al cabo
no todos lo demonios eran malos. De repente la imagen de una espada
ensangrentada le vino a la mente, provocando que se llevara una mano a la
cabeza.
“¿Qué
ha sido eso?”, se preguntó a si misma. Había sido un breve dolor, pero muy
intenso.
Confusa
por la imagen que acababa de aparecer en su mente y el dolor de cabeza
momentáneo, observó el reloj de la biblioteca.
-¡Ah!
¡Es más tarde de lo que pensaba! ¡Será mejor que acabe lo que había venido a
hacer y me marche de aquí!
Tras
terminar su trabajo la chica abandona la biblioteca. El cielo ya estaba
oscurecido.
-Maldita
sea... –murmuró para sí misma – Esto no me gusta...
Saliendo
por la puerta externa de entrada al instituto, la chica continuó calle abajo en
dirección a su casa.
Puesto
que no quería pasar por el lugar de su sueño, decidió dar un rodeo. Incluso
así, tenía un mal presentimiento.
-Es
la misma sensación que tuve en el sueño...alguien me está observando...
Asustada
miró a su alrededor pero no divisó nada poco frecuente, mucho menos algo
parecido a aquel individuo trajeado.
“Sólo
es mi imaginación, sólo es mi imaginación...”, pensó mientras continuaba
caminando.
Fue
entonces cuando escuchó un extraño ruido detrás de ella. Al girar su cabeza en
dirección al foco descubrió algo que la horrorizó. Una especie de líquido
viscoso y de color negro comenzaba a amontonarse. El líquido no parecía
proceder de algún lugar en concreto, simplemente se encontraba ahí en medio y
no dejaba de salir.
Sin
pensárselo dos veces, la chica comenzó a correr en dirección contraria, pero se
topó contra algo que impidió su paso. Echándose atrás descubrió que se trataba
de aquel individuo trajeado que la había perseguido en su sueño, sólo que esta
vez venía acompañado de otros tipos completamente iguales a él.
Aquellos
personajes comenzaron a avanzar pausadamente hacia ella. Centrándose en lo que
tenía delante, cometió el error de no fijarse en el líquido negro, el cual,
como si de una cuerda se tratase, se enganchó a la pierna de la joven,
provocando que cayese al suelo.
-¡¿Qué
diablos es esto?! –exclamó la chica sintiendo como aquel líquido amordazaba su
cuerpo e impedía que pudiese hacer cualquier movimiento.
-No
te preocupes, chica demonio, pronto acabaremos.
Los
individuos levantaron sus manos en dirección a ella, las cuales comenzaron a
brillar.
-¡Cómo
si fuese a dejaros!
La
voz de alguien se escuchó desde arriba. Aterrizando a gran velocidad sobre aquellos
tipos, una figura cortó con su espada a la mayor parte de ellos.
Eri
se cubrió los ojos debido al viento que acababa de levantar la entrada en
escena del joven.
-Tú...
-Deberías
tener más cuidado, menos mal que me he asegurado de vigilarte.
¿Vigilarla?
¿Qué quería decir con eso? Se preguntaba Eri mientras le venía a la mente la
imagen de un acosador.
Aquel
chico tenía la misma quemadura en la mejilla izquierda que ya vio la primera
vez que se encontró con él. Exceptuando eso, era físicamente igual a su
profesor de historia.
-¿Q-qué
es lo que pasa? –fue la primera pregunta que se le vino a la mente a la chica.
-Una
fiesta, ¿a ti qué te parece?
Desde
luego no parecía igual de agradable...
El
chico alzó la espada y esta quedó envuelta en llamas. Tras esto apuntó con ella
en dirección a Eri.
-¡Espera!
¡¿Qué estás haciendo?!
-No
te preocupes, no te dolerá.
Al
bajar su espada, una línea de fuego se extendió por toda la calle partiendo
desde la punta del arma. Ésta atravesó a la joven sin dañarla, disipando el
líquido negro y liberándola de sus ataduras.
-Oh...
-No
está mal, ¿eh?
Aún
quedaban más de aquellos tipos de traje blanco por lo que el chico se encaró
hacia ellos poniendo su espada por delante.
-¿Y
bien? ¿Quién quiere morir el primero?
Sus
contrincantes, haciendo caso omiso de las provocaciones, levantaros sus brazos
y dispararon a partir de sus halos lo que parecían unas extrañas esferas del
mismo color que cubría prácticamente todo su cuerpo.
El
espadachín las esquivó sin dificultad y se situó detrás de ellos.
-Acabemos
de una vez.
Volviendo
a alzar la espada, que todavía seguía envuelta en llamas, la clavó en el
cemento que cubría el suelo.
-Rest
in peace.
Con
estas palabras un remolino de fuego se alzó bajo los pies de sus adversarios,
elevándose hacia el cielo y provocando su incineración.
Después
de haber acabado con ellos el chico realizó un movimiento rápido con su arma,
lo que provocó que se apagase la llama que la cubría. Al mismo tiempo también
se apagaron las llamas que cubrían a Eri.
-¿Estás
bien? – preguntó el chico mientras le tendía la mano.
-Creo
que sí...
-Me
alegra el haber llegado a tiempo.
-Tú...
¿por qué estás aquí?
-Ya
te lo dije la primera vez. Yo me encargo de defender a los de tu especie. Mi
nombre es Hioni Reima, encantado.
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