Los Rebeldes. Un grupo cuyo principal objetivo era la
liberación de las personas secuestradas por el imperio y utilizadas para la
experimentación con Radiar.
Se asentaban en una villa situada entre los territorios la
Unión Imber y la Facción Nix. Sobre un área que no pertenecía a ninguno de los
dos. Lo suficientemente alejada para pasar desapercibida.
Además, utilizaban túneles de alcantarillado, estuviesen
todavía funcionales o no, para moverse sin ser descubiertos.
-Ya hemos explorado los conductos que llevan al oeste, pero
todavía hay problemas con los que llevan al norte –explicó su líder, Razer, al
grupo de cuatro-. Es ahí donde entráis vosotros.
Al escucharle hablar, Kareth no pudo evitar sentirse confuso.
Nada más entrar en la habitación, el líder de los Rebeldes les había explicado
lo que hacían y, sin siquiera preguntar, había dado por hecho que le ayudarían.
-Por si te lo estás preguntando -dijo Quattuor al verle la
expresión-. Digamos que para que nos dejasen permanecer aquí, prometimos
echarles una mano. Yo habría optado por convencerles a la fuerza, pero la
peliazul insistió en que me quedase quieto.
-¡Hazme el favor de no decirlo en ese tono! ¡Parece que me
consideres una idiota! –se quejó Sarah.
-Jamás se me ocurriría algo así... –replicó el hombre, con
notable sarcasmo, recibiendo una mirada asesina por parte de la joven mientras,
por otro lado, Kareth agradecía, para sus adentros, que la chica hubiese
intervenido en aquel trato.
-¿Qué problemas hay en el norte? –preguntó Kareth al líder de
los Rebeldes, cuyo aspecto despreocupado llamaba su atención.
Aparentaba unos veinte años, pelo negro y de punta, rasgos y
complexión bastante normales, aunque de brazos y piernas fuertes. Lo que más
destacaba de él era la sensación optimismo que le rodeaba. Como si tuviese
mucha confianza en sí mismo.
-Mis hombres temen ser descubiertos si se acercan demasiado
–explicó Razer- El bajo mundo, como los “Spheres”, también utilizan esos
conductos. Y nuestras fuentes nos han informado de que gente como ellos tiene
buen trato con el gobierno de la unión, por lo que, si no llevamos cuidado,
podría haber un conflicto con ellos e incluso acabar descubriendo nuestra
posición.
-¿Y no temes que nos descubran a nosotros? –preguntó Kareth.
-Por supuesto, existe esa posibilidad, pero necesitamos
encontrar una vía segura que nos lleve hasta allí. Para ello hace falta
arriesgarse y, siéndoos franco, prefiero arriesgar vuestras vidas a las de mis
hombres –respondió el líder de los Rebeldes, sin titubear- También hay una persona
con la que me gustaría contactar. La última vez que escuché sobre él, me
dijeron que estaba en el norte y, aunque la información es de hace tiempo,
necesito asegurarme.
-Es decir, que además de despejaros el camino, también
tendremos que buscar a esa persona.
-Correcto.
-Bueno, un trato es un trato.
-Luego os daré los detalles –indicó el joven-. Una cosa más.
-¿Qué?
-Me gustaría saber acerca de lo que hablabais antes.
Solo en la habitación, Kareth se puso algo de ropa, ya que la
que llevaba antes había quedado destrozada después de transformarse. Los demás,
incluida Nara, habían ido con Razer, para que les diese los detalles de la
misión.
Al observar sus propias manos, se preguntó sobre el
significado de aquella transformación y si estaba relacionada de alguna forma
con la de Detz.
-Tienes muchas preguntas, ¿eh? –dijo una voz a su espalda,
que resultó ser la de Quattuor.
-Ahora que sé un poco más sobre mi pasado, no puedo evitar la
sensación de que aún hay muchas piezas fuera del puzzle –respondió Kareth,
bajando la mirada.
-Me hago una idea. De hecho, con respecto a eso, hay algo que
me gustaría decirte –comentó Quattuor, acercándose a él- Es posible que uno de
los miembros del proyecto Gaia todavía siga con vida.
-¿Te refieres al usuario de Radiar de tu historia?
-Sí. Si lo encontramos, quizás te responda a esas preguntas.
-Tú, ¿sabes donde está?
-Ni idea. Si no, habría ido a buscarle. Yo también quiero
entender mejor qué ocurrió ese día –dijo el hombre, sacando su colgante, igual
que los de Sarah y Kareth, y acariciándolo con los dedos. Tras esto, lo volvió
a guardar.
-Será mejor que te des prisa. No tardaremos en irnos.
Horas después, Razer los llevó hasta la entrada que conectaba
con los conductos de alcantarillado. Mientras se dirigían allí, Kareth aprovechó
para echar un vistazo a la villa.
Le recordaba un poco al campamento de los nómadas, a
excepción de que sus habitantes vivían en casas en lugar de en tiendas de campaña.
Hombres, mujeres, niños e incluso pequeñas mascotas; vivían
allí alegremente. O, al menos, esa era la sensación que transmitían.
-¡Son fenrirs! –indicó Nara, señalando a uno de ellos,
mientras éste jugueteaba con algunos niños.
-Algunas personas han encontrado refugio aquí. Muchos fueron
salvados del imperio, otros decidieron unirse a nuestra causa. Bajo nuestra
protección, han sido capaces de empezar una nueva vida –explicó Razer.
Al desplazar la vista de un lado a otro de la villa, pudo
observar a varios grupos de hombres armados. Hablaban animadamente entre ellos
mientras vigilaban.
-Es aquí –dijo, finalmente, el líder de los Rebeldes,
mientras entraba en lo que parecía un pequeño almacén. Allí, se situó delante
de un agujero (anteriormente tapado por un bloque de cemento situado justo al
lado) que llevaba a una zona subterránea- Puesto que esta villa era
antiguamente una ciudad, conserva túneles de alcantarillado que conecta con
otros territorios. Ese fue uno de los motivos por los que decidimos establecer
nuestra base aquí. Por supuesto, también tenemos a otros grupos dispersos por
distintas zonas del mundo.
Tras esto, uno de sus hombres se acercó a Razer y le dio un
objeto que, poco después, ofreció a Kareth.
-Esto es para comunicarnos con vosotros. Si ocurre cualquier
cosa, informadnos.
-Bien –aceptó el chico.
-Tened cuidado, y aseguraos de que no haya nadie antes de
salir de los túneles.
-Gracias por los consejos, pero ¿no desconfías de nosotros?
Quiero decir, podríamos aprovechar esta oportunidad para marcharnos sin cumplir
nuestro acuerdo.
-Es verdad –contestó Razer, sonriente-. Y también podrías
informar de nuestra posición, ser espías del imperio o incluso chantajearnos
desde un lugar seguro. Pero llevo bastante tiempo en esto, y sé cuando una
persona miente o no. Estoy seguro de que volveréis. Y cuando lo hagáis, espero
que podáis contarme el trasfondo de esta guerra.
-¿Le dijiste algo sobre el proyecto Gaia? –preguntó Kareth a
Sarah mientras bajaban las escaleras que llevaban a los túneles de
alcantarillado.
-No. Le dije que primero resolveríamos esto y, una vez
terminásemos le contaríamos lo que sabemos. Lo consideré más conveniente.
-¿Crees que es de fiar?
-Bueno, si bien es cierto que lo acabamos de conocer, él ha
decidido confiar en nosotros. Por no hablar de que se ha encargado de que tanto
tú como Nara recibáis tratamiento. Creo que desea encontrar la forma de acabar
con esta guerra tanto como nosotros. Incluso si su principal propósito es
salvar a los prisioneros de guerra del imperio. No sé si podemos confiar en él
al 100%, pero cuanta más ayuda tengamos, mejor.
-Tienes razón. Aunque no tenemos muy claro por dónde empezar.
-Puede que lo mejor sea intentar convencer a las tres
potencias de que están siendo controladas por el proyecto Gaia –propuso
Quattuor.
-¡¿Estás loco?! ¡Para ello, tendríamos que hablar con cada uno
de los gobernadores! ¡Es imposible que lo consigamos! ¡No tenemos ninguna
conexión con ellos! –replicó Sarah.
-Eso no es del todo cierto –contestó Quattuor.
-¿Qué quieres decir? –preguntó, esta vez, Nara.
-¿Recordáis que en un principio yo me encargaba de avivar la
guerra influyendo en los gobiernos?
-No me digas que... –se sorprendió Sarah.
-Aunque, con el tiempo haya perdido la mayor parte de esa
influencia, conozco formas de llegar hasta ellos.
-Eres más útil de lo que creía –se sinceró la chica de pelo
azul.
-No me tenían encerrado por nada.
-¿Nunca supieron que eras un impostor?
-Me hacía pasar por soldado, consejero, guardaespaldas...
Posiciones que me permitían desarrollar nuestros planes sin que sospechasen. Es
lo mismo estarán haciendo ahora el resto de descendientes.
-Ya veo.
-¡Mirad esto! –les interrumpió Nara, frente a una puerta
situada en una de las paredes de los túneles.
-¿Una puerta? ¿Adónde lleva? –preguntó Sarah.
-Comprobémoslo –dijo Kareth, abriéndola sin esfuerzo.
Así pues, se introdujeron en una habitación vieja con un
colchón en el suelo. Parecía haber sido utilizada anteriormente, pero, fuese
quien fuese, hacía tiempo que se había marchado.
-¿Qué es esta habitación? –preguntó Sarah.
-Probablemente perteneciese a algún trabajador que ayudó a
construir estos túneles. Al menos al principio –especuló Quattuor.
-¿Piensas que otra persona la utilizó después como refugio?
-¿Quién sabe?
-Por cierto, ¿a quién nos han pedido buscar? –preguntó
Kareth.
-Normand Hadder. Por lo que aparenta en la foto que me han
dado, es un hombre de avanzada edad y aspecto descuidado. No me han dicho por
qué lo buscan y lo cierto es que tampoco he querido indagar –respondió Sarah.
-Normand Hadder... –caviló Kareth.
-¿A ti también te suena? Tengo la sensación de haber
escuchado ese nombre en alguna parte.
-Bueno, ahora eso no importa. Movámonos o no acabaremos
nunca. Nara, tú deberías quedarte aquí.
-¿Eh? –se extrañó la chica.
-Conforme nos acerquemos a los territorios de la unión, mayor
será el peligro. Al contrario que nosotros, no has sido entrenada para
combatir. Además, no te has recuperado del todo y éste parece un lugar seguro.
-Lo de “no haberse recuperado del todo” también se aplica a
ti.
-Pero tú y yo somos diferentes.
-Kar, no quiero quedarme atrás. También quiero ayudar, y
estoy segura de que podré hacerlo. Sé que es lo dices por mi bien pero, si
vuelvo a quedarme sola...
Al escuchar su petición, el chico miró a sus compañeros,
quienes no dijeron nada, recayendo así la decisión sobre él.
-De acuerdo, pero no te alejes de mí –respondió finalmente, a
lo que ella asintió.
Tras echar un último vistazo a aquella habitación,
continuaron su camino.
-Debemos de estar cerca –dijo Kareth.
-Eso parece una salida –añadió Sarah.
Tras un buen rato andando, llegaron a unas escaleras de mano
que daban al exterior.
-Razer, ¿me recibes? –encendiendo el comunicador que les
habían dado antes de partir, Kareth intentó contactar con el líder de los
Rebeldes.
-Aquí Razer, ¿qué ocurre?
-Hemos llegado.
-Bien, id con cuidado y asegurad la zona. Informadme de lo
que veáis.
-Entendido.
Tras el ascenso, abrieron la tapa metálica que cubría la
salida, entrando en un espacio situado entre dos edificios, uno de ellos con un
boquete en la pared que permitía introducirse dentro.
-La salida se encuentra entre dos edificios. Uno de ellos
parece abandonado. Por el momento, no vemos a nadie.
-¿Exploramos dentro? –preguntó Sarah.
-Sí, quizás nos sea útil –respondió Razer.
-¿Y bien? –preguntó el líder de los Rebeldes, minutos después
de introducirse en ese edificio.
-Pese a su aspecto, es estable. No creo que se venga abajo.
No vemos a nadie, pero hay escaleras que llevan a un piso superior, por lo
que...
De repente, un disparo acertó en el comunicador, lanzándolo
al suelo y rompiéndolo al instante.
Al dirigir la vista hacia el origen, descubrieron a dos
hombres, con sendas armas de fuego en sus manos, apuntándoles desde arriba.
-¡¿Quiénes sois y qué hacéis aquí?! –inquirió uno de ellos.
-¡S-sólo estábamos de paso! –intentó explicarse Kareth, haciéndose
el inocente.
-¡Vuestra identificación! –gritó uno de ellos, con tono
autoritario, y acercándose poco a poco, sin bajar el arma.
-Guardas... –murmuró Quattuor- No tenemos forma de
identificarnos. Lo mejor será acabar con ellos antes de que den la alarma.
-¡¿Qué estáis tramando?! –gritó el otro poco antes de
disparar a Kareth, quien recibió la bala en su hombro, cayendo al suelo de
rodillas debido al dolor.
Aprovechando que estaban distraídos, Sarah se situó con
rapidez frente a ellos y, desenvainando la espada que llevaba a su espalda,
inutilizó sus armas, reduciéndolas a pedazos.
Pese a que los hombres intentaron contraatacar, Quattuor se
lanzó contra ellos y los redujo, chocando sus cabezas contra la pared del
edificio y dejándolos inconscientes.
Tras esto, corrieron a comprobar el estado Kareth, con quien
ya se encontraba Nara.
-¡Kar! ¡Kar! –exclamó la joven, viendo al chico acostado en
el suelo y sujetándose el hombre, del que emanaba una gran cantidad de sangre.
-Ahora que ha perdido el núcleo, no puede regenerarse. Y que
me temo que las balas que han usado son perforadoras, hechas para enfrentarse a
usuarios de Radiar –explicó Quattuor.
-¡¿Y qué podemos hacer?! –peguntó Nara, al borde de la
histeria mientras trataba de detener la hemorragia.
-Lo primero es sacarle la bala. Aunque puede que sea
complicado si ha penetrado en el hueso –advirtió el hombre.
-¡Espera, Quattuor! –le detuvo Sarah, al darse cuenta de que,
poco a poco, la sangre dejaba de fluir.
Sin saber bien qué estaba pasando, Nara apartó las manos,
dejando ver un agujero en la vestimenta bajo el que la herida se había
regenerado completamente.
-¿Qué es lo que has hecho? –preguntó Sarah, incrédula,
mientras su amiga negaba con la cabeza, en señal de que ni ella misma conocía
la respuesta.
Por otro lado, Quattuor se dirigió a uno de los guardias y lo
trajo a rastras frente al resto, soltándolo con un movimiento brusco que asustó
a Nara.
-Pon tus manos sobre su cabeza –pidió Quattuor.
-¿P-por qué? –preguntó Nara.
-Hazlo. Quiero asegurarme de algo.
Tímidamente, la chica obedeció, situando sus manos donde le
habían pedido. Segundos después, el guardia recobró la consciencia y abrió los
ojos.
-Mm... –gimió mientras, lentamente, levantaba la mitad
superior de su cuerpo, percatándose, poco después, de las presencia de ellos
cuatro.
-¡Vosotros...! –gritó, siendo interrumpido por Quattuor,
quien lo cogió del cuello y lo levantó.
-¡Quiero que me contestes a una pregunta! –amenazó el hombre-
¡¿Por qué estáis aquí?!
-¡¿Qué?!
-¡No te hagas el tonto! ¡Guardias armados investigando un
edificio abandonado! ¡¿Esperas que piense que sólo estáis patrullando?!
-¡No sé de que me hablas!
-¡A ver si así lo sabes!
De repente, Quattuor agarró la espada de Sarah y la hundió en
el brazo del guarda, haciéndole gritar de dolor.
-¡Chica! –exclamó, dirigiéndose a Nara- ¡Cúraselo!
Insegura de qué hacer, ella se levantó y se situó a su lado.
-No creo que esto sea buena idea –dijo la joven.
-No te preocupes, acabaré rápido. –sentenció él.
Temblando ligeramente, puso sus manos sobre la herida del
brazo e hizo que ésta desapareciese.
-Puedo hundir esta espada tantas veces como quiera. Mientras
esta chica esté aquí para curarte, el dolor no hará que te desmayes. ¡¿Quieres
que estemos así todo el día?! –amenazó Quattuor, observando que el guardia se
mantenía en silencio- ¡Muy bien! ¡Como quieras! –dijo, mientras se disponía
usar de nuevo el arma.
-¡Espera! –gritó el guardia- ¡Recibimos un chivatazo de que
había fugitivos cerca de aquí! ¡Pensamos que podían tener algo que ver con los
Rebeldes!
-¿Fugitivos? ¿Os dijeron que aspecto tenían?
-¡Esa información la tiene nuestro jefe de escuadrón! ¡Mi
compañero y yo decidimos investigar este edificio por nuestra cuenta!
Antes de que siguiese hablando, Quattuor lo noqueó. Dejándolo
otra vez en el suelo.
-¿Ves? Ya he terminado –tranquilizó a Nara, pese a que la
mirada de ella no decía lo mismo- Tienes un poder interesante. En todos mis
años, nunca había visto ni oído algo similar.
-¿Estás mejor? –preguntó Nara a Kareth, una vez éste pudo
levantarse.
-Sí. Gracias.
-No hay de qué. No entiendo bien lo que ha pasado, pero
parece que todo ha salido bien.
-Estaba preocupado de que te pudiera pasar algo, pero al
final he sido yo a quien han herido. Francamente, me alegro de que hayas venido.
Aunque ésta no es la primera vez que pasa, ¿verdad? –sonrió él.
-¿Era necesario? –preguntó Sarah a Quattuor, refiriéndose al
interrogatorio.
-Cualquier información es poca, peliazul. Que hayan sido
avisados de que en esta zona han aparecido fugitivos, significa que ya no es un
lugar seguro. Encima está la posibilidad de que esos fugitivos pertenezcan a
los Rebeldes.
-¿Qué quieres decir?
-El hombre al que buscamos. Que los Rebeldes quieran dar con
él puede significar que pertenece o pertenecía a su grupo. O que, aunque no
forme parte de ellos, colabore de alguna forma. Puede que esos guardias estén
buscando a la misma persona –sentenció Quattuor, pensativo- Por cierto, ¿de
dónde has sacado esa espada?
-¿Eh? ¡Ah! Me la dio Razer. Dijo que me sería útil. Es
curioso, ya que es el tipo de armas que mejor manejo.
-Mm...
-¿Qué pasa?
-Nada. Ese tipo.... me da la sensación de que sabe leer
bastante bien a los demás.
Tras esto, salieron del edificio.
-¿Qué hacemos ahora? –preguntó Kareth. Roto el comunicador,
no podían informar a Razer de lo ocurrido.
-Deberíamos encontrar a esos fugitivos antes de que lo hagan
los guardias –sugirió Quattuor.
- Queridos ciudadanos del mundo, ya viváis en los territorios
de la unión, la facción o el imperio. Mi nombre es Rokudo...
-¡No puede ser! –exclamó Kareth al escuchar la voz de Unum a
lo lejos, como si hablase desde un altavoz. Entonces, se asomó a la calle más
cercana, desde donde observó su rostro en una gran pantalla- ¡Es él!
-... Así pues, yo, líder de las fuerzas militares, declaro la
guerra a las grandes potencias de este planeta y, por tanto, “Comhairle”, así
como Yohei Gakko, dejará la diplomacia atrás para establecerse como
organización beligerante. Eso es todo.
-Ya ha empezado –dijo Quattuor-. El siguiente paso en el proyecto
Gaia.
-Será mejor que nos demos prisa –apresuró Sarah, al ver
moverse a un gran número de guardias.
-Movámonos a un sitio alto –sentenció Quattuor-. Desde allí,
podremos ver mejor la ciudad y estaremos más seguros. ¿Creéis que podréis
escalar este edificio? –preguntó, señalando arriba, a lo que tanto Sarah como
Kareth asintieron.
Minutos después, los cuatro llegaron hasta la azotea (Nara
con la ayuda de Kareth), ayudándose de las paredes de ambas construcciones.
-¿Ves algo raro? –preguntó Kareth a Sarah, quien se había
acercado al borde.
-Sólo veo a los guardias –respondió Sarah- Están bloqueando
la carretera.
-Querrán evitar que huyan por ahí. ¿Acaso llevan vehículo?
–preguntó Quattuor.
-¡Ah! ¡Veo una moto y dos personas subidas en ella!
Los demás corrieron hasta situarse a su lado. Una vez allí,
pudieron avistar un vehículo de dos ruedas yendo de frente contra el bloqueo,
logrando atravesarlo y siendo perseguidos poco después.
-¿Qué propones, chico? –preguntó Quattuor.
-¡¿No está claro?! ¡Tenemos que ayudarles!
-¡Bien! ¡Es la hora del show!
Mientras tanto, después de su discurso, Unum se levantó de su
asiento.
-Ha sido un gran discurso –dijo uno de los miembros de
“Comhairle”, trabajando como su ayudante.
-Lo sé, pero éste es tan sólo el primer paso –respondió Unum
-¿Eh?
-Contacta con el gobernador del Imperio Salve.
-S-sí, claro. ¿Puedo preguntar para qué?
-Es obvio. Para formar una alianza.