-¿Qué? ¿Quieres que yo me encargue de hacer la
medicina de Zebub? –preguntó Bel, confusa.
-Sí, incluso si ya está más recuperado, necesita
seguir tomando su tratamiento, y yo ahora mismo me encuentro ocupado con otra
cosa –contestó Chaos- Te he enseñado cómo hacerla, así que no deberías tener
problemas.
-Lo sé...pero es la primera vez que lo hago sola...
-Estoy seguro de que saldrá bien. Te doy mi palabra.
-Si tú lo dices...
Chaos acarició su cabeza con el fin de calmarla.
-Cuida de Biblia e Eve mientras no estoy –sentenció,
saliendo por la puerta y encontrándose a pocos pasos con Luci.
-Luci... –exclamó Chaos entre sorprendido y
aliviado.
-Chaos, quiero que te enfrentes a mí –soltó el
demonio con expresión decidida.
-¿Qué? ¿De qué estás hablando?
-Un combate de entrenamiento. Pero, esta vez, quiero
enseñarte todo lo que he aprendido así que será mejor que te lo tomes en serio.
-¿Por qué haces esto?
-Quiero demostrarte que soy merecedor de tu
confianza.
-Para eso, no necesitas combatir...
-Sí lo necesito. Si no aceptas, me marcharé de aquí
y no volverás a verme.
-¿Lo dices en serio, Luci?
-Muy en serio.
Fijando sus ojos en los del joven, se dio cuenta de
su determinación. Si no aceptaba su propuesta, le perdería. En el rostro de
Chaos podía verse claramente lo poco que le convencía aquella idea.
-De acuerdo...
-Bien. El combate será dentro de dos días, en el
bosque que hay siguiendo río abajo.
-¿Y por qué no hacerlo aquí?
-Ya he dicho que quiero que nos lo tomemos en serio.
No creo que luchando cerca de esta casa podamos concentrarnos como es debido.
Además, ¿no crees que luchar en otro lugar es mejor para mi entrenamiento?
-Supongo...
-Nos vemos entonces –dijo Luci, girándose para
marcharse.
-¡Espera, Luci!
El joven desapareció en la lejanía, ignorando a su
maestro y ante la triste expresión de éste.
Más tarde, la escena cambió a una en la que aparecía
Luci entrando en el almacén de Mephisto.
-Así que has vuelto, joven –dijo el anciano demonio
sin dejar de lado sus quehaceres y provocando que el recién llegado detuviese
su avance.
-He venido a por la armadura que vimos Chaos y yo el
otro día. Creo que ya estoy preparado para llevarla. Además, he recibido
permiso de su parte.
-Ya veo. Adelante pues...no se ha movido de su
sitio.
Pasando al lado de Mephisto con cierta desconfianza,
Luci continuó hasta la habitación contigua, situándose frente al objeto que le
permitiría enfrentarse a Chaos aun a riesgo de no poder quitársela durante el
resto de su vida. En ese instante, tuvo un atisbo de duda, reaccionando con un
paso atrás y tragando saliva.
¿Realmente estaba haciendo lo correcto? ¿Merecía la
pena todo aquello con tal de demostrar que no estaba equivocado?
Una vez se pusiese aquella armadura, no habría
vuelta atrás, por lo que era algo que debía pensar con más calma.
-Pero si no lo hago, no podré hacer que Chaos confíe
en mi fuerza. Además, tarde o temprano me la habría acabado poniendo, así
que... –pese a que todavía podía sentir un peso en las piernas que le
dificultaba dar el paso, Luci apretó los dientes e hizo uso de toda su fuerza
de voluntad, alargando las manos lentamente hacia el objeto y sacándolo del
lugar sobre el que se apoyaba.
Una vez la tuvo en sus manos, se dio cuenta de lo
fría que estaba, provocándole una ligera sensación de miedo. No obstante, esto
no fue suficiente para hacer que la soltase. Ya había tomado su decisión, ahora
sólo le quedaba salir de allí. Una vez se alejase, se la pondría y entrenaría
con ella para adaptarse, a fin de poder usarla a pleno potencial durante su
combate contra Chaos.
Con esto en mente, el joven volvió a la sala en la
que se encontraba Mephisto y se dirigió a la puerta.
-...chico...
La voz del anciano le hizo pararse en seco,
poniéndose nervioso de repente.
-Si los años me han enseñado algo, es a saber ver a
través de los demás. Por desgracia, soy ya demasiado viejo para poder hacer
frente a lo que veo. Así que, déjame darte un consejo...
Luci lo observó de reojo. Por primera vez desde que
lo conocía, le vio dejar de lado su trabajo y encararle, clavando sus blancas
pupilas sobre las suyas, como si realmente estuviese viendo lo que pensaba.
-Hagas lo que hagas...procura no arrepentirte...
Tras esto, continuó con su trabajo, dándole la
espalda de nuevo. No es como que lo que hubiese dicho fuese el mejor consejo que
le habían dado a lo largo de su vida pero, la manera en la que lo había
hecho...aquella mirada y aquella voz que se habían incrustado dentro de él como
una especie de maldición...habían llegado a provocarle un escalofrío.
De esa forma, Luci abandonó la construcción y fue
hacia el bosque donde, dos días después, Chaos y él se enfrentarían. Quería
ponerse la armadura en un lugar apartado, ya que prefería que nadie le viese en
esa forma hasta entonces.
Situándose en mitad de un claro, dejó la armadura en
el suelo y respiró hondo, preparándose para el último paso: ponérsela.
Fue entonces cuando Asmodeus apareció de entre los
árboles, haciéndole pegar tal brinco que por poco no se golpea contra una rama.
-¡A-As! ¡¿Qu-qué estás haciendo aquí?!
-¿Luci? –se extrañó el demonio, actualmente en forma
masculina y cubierto de hojas por todo el cuerpo-. Así que eras tú. Pensé que
podría tratarse de alguna joven perdida en el bosque. Entonces, sólo tendría
que aparecer y mostrarle mi galantería para encandilarla.
-Vaya...pues lo siento... –dijo Luci, mostrando una
sonrisa irónica.
-Por cierto, ¿qué es lo que tienes ahí? –preguntó
As, señalando la armadura que el otro trataba de esconder.
-¡¿Eh?! ¡Esto...! ¡Pues...!
-¿Una armadura? –cogiéndola con ambas manos, la giró
levemente, observándola con detalle- ¡Mola! A ver qué tal me queda...
-¡No! –exclamó Luci, asustando a Asmodeus al
agarrarle por los hombros- ¡Esta armadura...! ¡Chaos me ha pedido que se la
lleve! ¡Si le pasa algo, me llevaré una buena bronca!
-¿Huh? Entonces, ¿qué haces en este bosque?
-Ugh... –el joven demonio comenzó a agobiarse debido
a la falta de excusas.
-Oh, ya veo, así que planeabas probártela tú, ¿eh?
Je, no me esperaba esta travesura de ti, Luci. Siempre había creído que sólo
obedecías órdenes de Chaos.
-¡Yo no hago eso!
-Tranquilo, tranquilo. Como quieras, te dejaré en
paz. Al fin y al cabo, tengo cosas más interesantes que hacer, y Chaos ya tiene
su punto de mira demasiado puesto en mí por lo de escabullirme a territorio
humano como para empeorarlo aún más.
-Entonces, ¿me prometes que no le contarás nada?
-Claro, claro. Pero, si te importan las
consecuencias, aprende a esconderlo mejor –dijo sonriendo-. Buena suerte con
ello –tras esto, continuó su camino, perdiéndose entre los árboles.
Una vez solo, Lucifer desplazó la vista hacia la
armadura.
-Así que...sólo obedezco órdenes... –con expresión
melancólica, el demonio recogió el objeto y se lo puso.
De repente, éste ejerció una fuerte presión sobre
él, aunque no hasta el punto de llegar a causarle dolor. Fue un proceso que
debió de durar unos pocos segundos, provocando que se le nublase la vista y se
encogiese como un recién nacido.
Cuando recuperó la capacidad de tenerse en pie, se
sintió casi como si estuviese viendo a través de dos mirillas, la diferencia es
que todo frente a él se observaba con mayor detalle que antes. Además, se
sentía incluso más ligero, algo que le resultaba contradictorio dado el peso de
la armadura.
-Increíble... –se dijo a sí mismo.
Tentado de comprobar su fuerza, se acercó a uno de
los árboles y, tras una pequeña preparación, lo golpeó lateralmente con la
pierna derecha.
El ataque no sólo partió el árbol en dos, sino que
dio lugar a una onda expansiva que consiguió el mismo resultado en tres o
cuatro árboles adyacentes, lo cual le dejó impresionado.
-Si consigo controlar esto...la posibilidad de
vencer a Chaos quizás no esté tan lejos...
La escena cambió a otra del día anterior al combate
entre Luci y Chaos. En ella se podía observar a Levi, quien caminaba por la
calle absorta en sus pensamientos. Hacía tiempo que no visitaba a Chaos y
Biblia pero no se sentía con fuerzas de hacerlo después de lo ocurrido. Mucho
menos tras haberse enterado del nacimiento de su hija.
Se sentía fatal consigo misma por la manera en la
que estaba actuando. Lo normal hubiese sido darles la enhorabuena y apoyarles
en lo que necesitasen pero era una cobarde incapaz de enfrentarse a su derrota.
En ese momento, algo llamó su atención, cortando el
hilo de sus pensamientos. A varios metros de allí, Mammon se encontraba
hablando con otro demonio.
-Entonces, ¿si lo hago me darás lo que te pida?
–preguntó la niña con voz animada.
-Siempre y cuando esté dentro de mis
posibilidades... –respondió el otro demonio, temeroso de sus ocurrencias- ¿Lo
harás?
-Claro. No es como que sea una tarea difícil, así
que cuenta conmigo.
-¡¿De verdad?! ¡Muchísimas gracias! ¡Nos vemos allí!
-¡Hasta mañana!
Una vez se hubo marchado aquel demonio, Levi se
acercó a la pequeña.
-Hola, Mammon.
-¡Oh! ¡Levi! ¡¿Qué haces aquí?! ¡¿Por qué no has ido
a casa de Chaos?!
-He tenido mis problemas...pero más importante,
quien era ése, ¿algún conocido tuyo?
-Oh...así que quieres saberlo, ¿eh? –sonrió
maliciosamente- Te lo diré si tú me cuentas por qué no has ido durante todo
este tiempo.
-¡¿Q-qué?! ¡¿De qué estás hablando?! ¡V-vamos! ¡No
seas así!
-No, no. Tú me cuentas algo tuyo y yo te cuento algo
mío. Es un buen trato, ¿no crees?
-Mm...de acuerdo, empieza tú primero...
-¡¿Huh?! ¡Ni en broma! ¡¿Crees que me voy a tragar
esa jugarreta?!
-¡T-tú también podrías hacer lo mismo si empezase
yo!
-¡Entonces no hay trato! ¡Ya nos veremos! –exclamó
mientras se daba la vuelta y corría en dirección contraria.
-¡Espe...ra...! –Levi alargó la mano para intentar
detenerla pero su reacción resultó ser demasiado lenta-. Maldita sea...
Tras esto, observó la dirección por la que se había
marchado el otro demonio, sin embargo, no había ni rastro de él.
-Le he perdido de vista...
En la siguiente imagen que se mostró, apareció Chaos
entrando en su casa, en cuyo interior se encontraban Bel y Biblia. Encima de
esta última estaba Eve, un poco más crecida y observando su alrededor con
expresión de sorpresa.
-Nada... –dijo Chaos, sentándose al lado de Biblia-
He conseguido contactar con Chronos pero me ha dicho que no sabe nada sobre el
tema. Sin embargo, no me gusta nada su actitud.
-¿Qué quieres decir?
-Está más arisco y arrogante que la última vez que
le vi.
-No sabía que el incidente con aquella humana le
hubiese afectado tanto –dijo Biblia.
-Algo me dice que no es sólo eso...
-¿Qué piensas hacer entonces?
-No estoy seguro pero ya he descartado que lo que
les esté sucediendo a los ángeles sea cosa de una enfermedad. Sólo me queda
pensar que están siendo objetivos de alguien o algo que desconozco.
-¿Piensas que Chronos...?
-Si te soy sincero...no lo sé...pero, si fuese así,
¿qué motivos tendría para ello? Me cuesta pensar que sea capaz de algo tan...
–Chaos se detuvo antes de terminar-. En cualquier caso, veré si mañana puedo
entrar en territorio humano y continuar con la investigación.
-¿Mañana?
-Sí. Hoy tengo que arreglar algunas cosas con
Lucifer.
-¿Qué ha sucedido?
-Nada malo. No te preocupes. Tendré una charla con
él y ya está. Seguro que entrará en razón.
-Ya veo. Bueno, si se trata de ti, no creo que haya
problema.
Sonriendo cariñosamente, Chaos puso una mano sobre
la mejilla de su mujer. Posteriormente, hizo lo mismo con la cabeza de su hija.
-En fin, me voy. Tengo que hablar con Gabriel. A ver
qué me cuenta. Por cierto, Bel –dijo a la vez que se levantaba del sitio,
disponiéndose a salir-, ¿cómo va la medicina para Zebub?
-¡¿Eh?! ¡Ah! ¡Bi-bien! –contestó rápidamente ella.
-Buen trabajo. No te olvides de llevársela hoy.
-Sí...claro...
Una vez Chaos cerró la puerta detrás de sí, Bel
observó con expresión melancólica los instrumentos para hacer el medicamento,
todavía sin tocar...
-Bueno, será mejor que yo también me vaya –comentó
Biblia.
-¿Irte? ¿Adónde? –preguntó Bel.
-Mammon me ha dicho que me quería enseñar algo. Una
sorpresa, según ella. ¿Podrías cuidar de Eve mientras no estoy? No tardaré
mucho, no te preocupes.
-Sí, claro. Vete tranquila...
-De acuerdo. Entonces la dejo en tus manos –dicho
esto se la entregó- Sabes donde está todo lo necesario, ¿verdad?
-Que sí. Vete ya.
-Gracias. Nos vemos después.
Tras despedirse de Biblia, la joven demonio observó
la cara de la pequeña Eve.
-Ah...después de todo...no sirvo para nada...
Más tarde, y a mayor distancia de allí, Zebub se
levantaba de su cama, preocupado.
-Qué raro, se supone que Bel ya debería haber llegado
–dijo mientras echaba un vistazo a través de la ventana, intentando divisar la
silueta de la demonio- Quizás le haya surgido un imprevisto...ya sé, iré yo
mismo. Aunque me dijeron que hoy me quedase en la cama, no creo que pase nada
si sólo es salgo un rato.
Con esto en mente, el joven se dispuso a salir de su
habitación cuando, al abrir la puerta, se encontró con un hombre de pelo corto
y plateado mirándolo con sonrisa desagradable y ambas manos introducidas en los
bolsillos de un pantalón de tela blanca.
-¿Q-quién eres? –preguntó Zebub, dando un paso hacia
atrás.
-¿Quién soy? Sí, sin duda soy alguien. Alguien que
ha venido a visitarte, sí, ese soy yo.
Aquella extraña manera de responder no hizo sino
ponerle más a la defensiva.
-He venido porque Chronos te necesita para su plan.
Sí, él lo necesita. Nuestro señor lo necesita. Ese monstruo dentro de ti. Eres
un peón más para cumplir sus objetivos.
-¿Ch-Chronos? –se sorprendió el joven.
-¡Oh! ¿He hablado demasiado? Puede que lo haya
hecho, sí. No importa. No servirá de nada que lo sepas. Para entonces ya habrás
perdido la razón. Sí, te habrás vuelto loco –en ese momento, el hombre le
agarró y le obligó a tragarse una extraña sustancia líquida. La velocidad con
la que lo hizo fue tal, que al demonio no le dio tiempo a reaccionar.
Acto seguido, Zebub comenzó a toser. Sentía
irritación en la garganta, y un calor sofocante bajaba desde ésta hasta su
estómago, extendiéndose rápidamente al resto del cuerpo.
-¡¿Qué...me...has...hecho...?! –consiguió decir.
-Sólo te he liberado. Sí, te he liberado. Ha llegado
la hora de que te conviertas en un asesino. El asesino de tus semejantes. Un
gran asesino, sí.
Mientras decía esto, el cuerpo del joven se
transformaba poco a poco en el de un monstruo, haciéndose más y más grande a la
vez que toda su piel se llenaba de pelos negros y duros y sus dos alas,
anteriormente con distinta forma cada una, tomaba el aspecto de las de un
murciélago, adaptándose al volumen que tenía en ese instante.
De esa forma, el techo de la habitación, incapaz de
resistir la presión del cuerpo del chico, se rompió, destruyéndose toda la casa
en consecuencia y provocando que la atención de los demonios de la zona se
pusiese en él, quien había perdido el control sobre sí mismo, comenzando un
ataque sobre los demás.
La escena volvió a trasladarse, esta vez, al bosque
en el que Luci y Chaos iban a comenzar su pelea.
Situados el uno frente al otro, Luci se puso en
guardia.
-No tenemos por qué hacer esto, Luci. Podemos hablar
las cosas.
-No hay nada que hablar, Chaos...
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