-¿Quinque? -repitió Miruru-. ¿Fuiste tú quien intentó eliminarnos del torneo para que Arks se convirtiese en el líder?
-Si hubiese ganado, habría tenido al próximo líder del bajo mundo en mis manos. Pero, por desgracia, no salió bien, así que tuve que utilizar otros métodos.
-¿Otros métodos?
-Eliminar a todos los aspirantes.
En ese momento, a Miruru se le apareció en su cabeza la imagen de Anna, llevándose una mano a la boca mientras ponía una expresión de desagrado.
-No te pongas así. No tuve más remedio que hacerlo para llegar hasta el gobernador.
-¡¿De verdad no había otra opción?! –preguntó Miruru, enfadada.
-A lo largo de esta guerra se ha derramado mucha más sangre que la que mancha mis manos. Por el bien de nuestro objetivo, haremos lo que sea necesario.
Al escucharla, la joven no pudo evitar apretar los dientes debido a la rabia que sentía. Entonces, recordó algo de lo que había dicho Quinque. Algo que una parte de su cerebro parecía haber ignorado, protegiéndola, y que volvió a sus oídos, repitiéndose como un eco continuo.
Al mismo tiempo, Quinque se dio cuenta de en qué estaba pensando y sonrió. Una malvada sonrisa que dejó a la joven con ojos llorosos y abiertos como platos.
-Antes has dicho “lo que ocurrió en Yohei Gakko” –dijo Miruru finalmente, pese al miedo que tenía de saber la respuesta- ¿También fue culpa tuya?
-Tus compañeros no se volvieron locos sin motivo. Hubo alguien que provocó el desastre en la Yohei Gakko donde vivías.
Una mujer. Eso fue lo que vio cuando escapó en la nave de evacuación. La figura de una mujer que, alejada de la destrucción, lo observaba todo.
-¡Fuiste tú! –gritó la chica, entre lágrimas, lanzándose contra los barrotes de la puerta.
-Los semidioses sois demasiado inestables -explicó Quinque a la vez que daba un pequeño paso hacia atrás, ligeramente sorprendida por aquella agresividad-. Sois difíciles de controlar –al mismo tiempo, las paredes situadas justo detrás empezaron a quebrarse. El techo de los pasillos a venirse abajo. Todo ello debido a que el poder de Miruru estaba fuera de control-. Un estorbo para el plan. Aunque he de admitir que eliminaros no era el único objetivo. Algunos de los dirigentes de allí habían tenido contacto con Darker –continuó Quinque, con calma, a pesar de que parte de la estructura se estaba arremolinando a su alrededor, disponiéndose a aplastarla. Suavemente, deslizó su mano hacia el bolsillo de su pantalón, de donde sacó un pequeño aparato circular con un botón en el centro. Entonces, al apretarlo, Miruru sintió un fuerte mareo, seguido de debilidad corporal.
Desobedeciendo sus órdenes, sus pies tropezaron entre sí, de manera que cayó hacia atrás, acabando de espaldas al suelo.
-De hecho, también intenté matarte a ti –confesó Quinque mientras volvía a guardar el aparato, como si no hubiese pasado nada-, pero eres más dura de lo que pensaba. Por suerte, tendré una segunda oportunidad –continuó, dándole la espalda y marchándose de allí-. Será mejor que descanses, ahora que puedes.
Poco tiempo después, un grupo de soldados, alertados por lo que había estado a punto de ocurrirle al edificio, fueron a comprobar la situación, encontrándose a Quinque por el camino, quien les contó que Miruru había intentando escapar, y que había sido ella quien se había encargado de evitarlo.
Por otro lado, entre sollozos y con la cabeza todavía dándole vueltas, la joven de pelo rubio logró alcanzar la cama de la habitación.
Cubriéndose sus ojos con el edredón, la imagen de lo que ocurrido aquel día en Yohei Gakko se mantuvo firmemente aferrada a ella.
-¿Por qué? –preguntó- ¿Por qué?
Encogiéndose sobre sí misma, y tras varias horas temblando en esa misma posición, consiguió conciliar el sueño.
Mientras tanto, Kai observaba la verja que lo separaba del recinto del gobernador.
Llevaba tiempo sentado en el mismo tejado desde el que había saltado su amiga, esperando encontrar algún modo de entrar allí sin que le viesen los soldados del gobernador.
Ya era de noche, y el nigromante no podía evitar sentirse ansioso. Una sensación que le instaba a saltar aquella barrera y meterse de lleno en territorio enemigo, ignorando las consecuencias.
-¿No puedes dormir? –dijo una voz, sacándolo de sus pensamientos.
-Eres tú, Kareth. Sí. Es que... necesitaba mantenerme ocupado –contestó Kai mientras su compañero se sentaba a su lado.
-No hagas sobreesfuerzos o luego lo notarás.
-Lo sé.
-Estás preocupado por ella, ¿verdad?
-No puedo evitar pensar que yo tengo la culpa.
-Ya lo dijo Sarah. Lo decidió ella misma. Nadie tiene la culpa. Pero dime, ¿por qué crees que cambió de opinión así, de repente? Creía que, desde el principio, estaba de acuerdo.
-Al contrario. Probablemente no lo estaba desde el principio, pero no se opuso por lo mismo que yo –contestó Kai- La Yohei Gakko de esa chica fue totalmente destruida. Dejó atrás a sus compañeros, a los investigadores, al científico que la salvó e incluso al único ser vivo que la acompañó tras la evacuación. No quería dejar a nadie más atrás, y cuando se dio cuenta de que si seguía por ese camino alguien más sufriría lo mismo que ella, no pudo soportarlo más. Cuando me lo contó, esperaba que la apoyase, pero no lo hice. Pensaba que lo más importante era detener el proyecto Gaia y olvidé por completo por qué quise hacerme más fuerte: para no ver morir a nadie más.
Tras escucharle, Kareth se mantuvo unos segundos en silencio, inseguro de qué responderle.
-¿Sabes? Yo también perdí a dos personas en Yohei Gakko. De hecho, hasta que me enteré de que Nara había sobrevivido, pensaba que habían sido tres. A Sarah también le ocurrió lo mismo. En su caso, ella misma fue quien mató al quien había sido como su padre durante años –al mismo tiempo que hablaba, juntó sus manos y observó aquel el cielo nocturno desprovisto de estrellas-. En esta guerra es fácil sentirse culpable por quienes hemos dejado atrás. Al final, lo único que nos queda es morir o seguir avanzando...
-...y hacer todo lo posible por evitar pasar por lo mismo. O, al menos, evitar que otros lo hagan –añadió Kai.
-No creo que lo olvidases. Sólo tuviste en cuenta otras prioridades. Si lo habláis, estoy seguro de que podréis entenderos. Al fin y al cabo, a ella le pasó lo mismo.
-Sí. Tienes razón. –respondió Kai, volviendo la vista de nuevo hacia la verja.
-¡Kai! ¡Kareth! –exclamó Garth, quien los llamaba desde abajo, apoyando sus manos sobre las rodillas por el cansancio de haber ido corriendo- Creo que ya hemos encontrado una forma de entrar –declaró.
A la mañana siguiente los guardias acompañaron a Miruru hasta la sala en la que iba a tener lugar la reunión. Pese a no ir esposada, tampoco tenía intención de escapar. Ya no sólo porque, si lo hacía, no conseguiría contarles a los gobernadores sobre el proyecto Gaia, sino también porque su mente seguía distraída por lo ocurrido con Quinque el día anterior.
Pese a ello, intentó mantenerse despejada. Estaba ahí dentro por un motivo.
Tras un recorrido que casi se le hace eterno, llegaron frente a una puerta custodiada por dos soldados, quienes la abrieron para darles paso a una gran sala con dos mesas en el centro, una de ellas larga y rectangular, la que ocupaba mayor espacio; y la otra ligeramente separada de la primera, de muchísimo menor tamaño, e ideada para una persona, dada la única silla que había junto a ella, y donde se sentaba el gobernador del territorio anfitrión.
El resto de invitados estaban sentados en la más grande, algunos con una serie de documentos frente a ellos, y otros, además, con copas llenas de un líquido rosado y algo para picar.
Miruru también fue llevada a la mesa más grande, al lado del hombre pelirrojo que acompañaba al líder de la unión y cuya arma descansaba apoyada en su silla, que daba la sensación de que en cualquier momento iba a ceder a su peso.
Debía admitir que la imagen de aquella reunión era menos ostentosa de lo que había pensado en un principio. Aun así, tampoco podía considerarla humilde.
Una vez reunidos todos los asistentes, el gobernador de la facción le hizo un gesto a Sextus, sentado a su lado, quien asintió y, agarrando uno de los documentos que tenía delante, dio comienzo a la reunión.
-A partir de este instante se dan por comenzadas las negociaciones entre los territorios pertenecientes a la Unión Imber y la Facción Nix. El objetivo será establecer un acuerdo para formar una alianza en contra del Imperio Salve y su actual aliado, la organización “Comhairle”, así como las escuelas que comanda: las Yohei Gakko. Una vez se haya llegado a consenso, se procederá a firmar un tratado que recibirá el nombre de “Tratado Meilan”. En base a esto, y para introducir dichas negociaciones, se empezará leyendo una cronología de los eventos más importantes desde el comienzo de la guerra hasta la actualidad, incluidos los demás tratados, a fin de establecer un recordatorio de la situación.
Al escuchar su monólogo, Miruru recordó algunos de los conocimientos que aprendió en Yohei Gakko. Más concretamente, en relación a las tres treguas que habían tenido lugar durante la guerra, así como los tres tratados que se habían firmado en cada una.
-En el año 0 tiene lugar el comienzo de la guerra. Durante esa época, hay un gran número de naciones que deciden tomar parte en la misma.
>>En el año 15 tras el comienzo de la guerra (en adelante t.c.g), se produce la unión de varias de las naciones del sur, debido a las pérdidas generadas en muchas de ellas, lo que dará lugar a la creación de la por entonces conocida como Unión Salve.
>>En el año 25 t.c.g., la Unión Salve se hace por completo con el sur del territorio mundial y comienza su ascenso hacia el centro.
>>En el año 27 t.c.g., se produce una alianza entre las naciones del territorio central, denominada Alianza Mane, para hacer frente a la Unión Salve. Al mismo tiempo en el oeste y norte se erigen la Facción Nix y la Unión Imber respectivamente.
>>En el año 50 t.c.g., la Unión Salve consigue derrotar a la Alianza Mane, quienes se retiran al este, donde pasan a forma parte de la recién surgida Alianza Nox. De esta forma, se hacen con el centro del territorio y restauran la por entonces casi destruida ciudad del comienzo, a la que denominan Genese.
>>En el año 60 t.c.g., se producen ataques por parte de la Facción Nix, la Unión Imber y la Alianza Nox contra la Unión Salve que hacen mermar el territorio ocupado por este último.
>>En el año 80 t.c.g., la Unión Salve finalmente se retira al sur y el territorio central queda dividido entre las otras potencias, las cuales acaban enfrentándose entre ellas por el monopolio de dicho territorio, así como el control de Genese.
>>En el año 100 t.c.g., tiene lugar una tregua donde se dispone el primer tratado: “Tratado Unheil”, mediante el cual se busca restaurar los recursos naturales consumidos durantes los primeros cien años, promoviéndose métodos para la fertilización de las tierras. Asimismo, se aprovecha dicha tregua para la reconstrucción de ciudades.
>>En el año 180 t.c.g., la tregua se rompe durante el ataque de la Unión Salve a la Alianza Nox en los territorios del este. Por otro lado, la Facción Nix ataca los territorios centrales de la Unión Imber y de la Alianza Nox.
>>En el año 220 t.c.g., la alianza es derrotada, habiendo perdido todos sus territorios, pasando a formar parte de la Unión Salve sus territorios en el este, y de la facción Nix sus territorios en el centro. Mientras tanto, la Unión Imber mantiene a raya el ataque de la Facción Nix, que decide avanzar hacia el este.
>>En el año 235 t.c.g., la Facción Nix se retira del este debido al detrimento de sus tropas durante el asedio a la Unión Salve. Casi al mismo tiempo, comienzan a aparecer las primeras lluvias ácidas en los territorios centrales.
>>Hasta el año 275 t.c.g., sólo se producen conflictos menores entre las tres potencias. Las lluvias ácidas han acabado con la mayor parte de los recursos de los territorios centrales, provocando su abandono por parte de la Unión Imber y de la Facción Nix. Genese queda en el más absoluto olvido.
>>En el año 280 t.c.g., se detienen las lluvias ácidas en los territorios centrales, produciéndose de forma ocasional a partir de ese entonces. Se da lugar a la segunda tregua, en la que se firma el segundo tratado: “Tratado Ánima”, por el cual se reconstruye por segunda vez la ciudad de Genese y se le otorga un gobierno independiente para enlazar el comercio a través de los territorios centrales, que pasan a llamarse tierras yermas o los yermos. Debido a la contaminación producida durante más de cuatro décadas, este proceso resulta lento y costoso.
>>En el año 330 t.c.g., se termina por completo la reconstrucción de Genese. Durante ese mismo año, se produce un golpe de estado en la Unión Salve, que, como resultado, pasa a denominarse Imperio Salve.
>>En el año 332 t.c.g., el Imperio Salve rompe la tregua y comienza una serie de ataques a los territorios del norte y del oeste.
>>En el año 350 t.c.g. el imperio consigue ganar terreno en el oeste. Por el contrario, el norte permanece inamovible.
>>En el año 360 t.c.g., el imperio retira sus tropas del norte. Al mismo tiempo, la Unión Imber dejan de mostrar interés en la conquista territorial, asentándose en el norte.
>>En el año 365 t.c.g., la Facción Nix consigue, finalmente, evitar ser conquistados al cortar las comunicaciones de la avanzadilla del imperio con su base en los territorios del sur. Asimismo, inician un avance para recuperar el terreno perdido.
>>En el año 375 t.c.g., la facción recupera sus territorios e inicia un nuevo ataque hacia el sur utilizando el sistema L-Drill.
>>En el año 390 t.c.g., la facción se retira del sur sin lograr que su ataque fructifique. Por otro lado, el imperio comienza a tener conflictos internos en el este.
>>En el año 397 t.c.g., se resuelve parte de los conflictos internos en el imperio, producidos por espías de la unión. En respuesta a esto, el imperio corta el comercio entre Genese y el norte.
>>En el año 405 t.c.g., surge una organización denominada “Comhairle” y se inicia la tercera tregua en la que se firma el último tratado hasta la fecha entre las tres potencias: el “Tratado Ruhe”, en el cual se reinicia el comercio en el norte, se solucionan los conflictos dentro del imperio, se comienza la construcción de ciudades en las tierras yermas, donde se ha observado la existencia de humanos descendientes de aquellos que fueron abandonados tras la retirada de tropas de los territorios centrales; y se le otorga libertad a “Comhairle” para establecer relaciones diplomáticas.
>>En el año 462 t.c.g., se rompe la última tregua, desarrollándose conflictos menores tanto internos como externos y que afectan tanto a ciudades en las tierras yermas como a territorios de cada nación.
Al acabar, el chico levantó la vista del documento donde acababa de leer la cronología. Sin duda, quinientos años habían dado para mucho.
-Y así, se resumen los eventos que se han desarrollado hasta el día de hoy –sentenció.
-El imperio ha sido el que nos ha mantenido más ocupados durante los últimos dos siglos. Supongo que esta alianza estaba destinada a producirse –comentó el líder de la unión.
-Yo no creo en el destino. Sólo en lo que me conviene –replicó el soberano de la facción.
Miruru no pudo evitar sentir curiosidad por la persona que se escondía debajo.
-Como quieras –contestó el gobernador del norte, encogiéndose de hombros.
Haciendo caso omiso a su reacción, el dirigente del oeste dio pasó de nuevo a Sextus.
-Siguiendo con la reunión, pasaremos a tratar las cláusulas de cada parte.
-Estarás de acuerdo conmigo en que un intercambio de bienes será primordial para establecer el acuerdo. Debido a vuestros problemas para conseguir alimento, nosotros podríamos aportar un porcentaje de los que obtengamos a cambio de que comparáis vuestra tecnología militar –propuso el gobernador de la unión.
-Me parece bien. Además, solicito relaciones con el bajo mundo y la mitad del Radiar que se obtenga –contestó el líder del oeste.
-Creo que ahí te estás excediendo –replicó el soberano del norte. La armadura levantó la cabeza, algo que Miruru interpretó como una reacción de sorpresa- La relación con el bajo mundo es nuestra mejor baza.
-Lo mismo digo con nuestra tecnología militar.
-Sí, pero relacionarse con ellos supondría el apoyo de gran parte del comercio existente en el mundo, y eso se paga más caro. Si quieres un trato así, entonces tendré que exigirte un mayor porcentaje de Radiar, además de los diseños de vuestras armas.
En ese momento, Sextus se acercó y susurró algo al oído del gobernador de la facción, quien asintió y prosiguió la conversación.
-¿De qué porcentaje estaríamos hablando?
-Un 60% para nosotros y un 40% para vosotros.
-En ese caso olvidaos de los diseños. Con el intercambio tenéis de sobra.
-Unas pocas armas nos ayudarían sí, pero los diseños nos permitirían su fabricarlas por nuestra cuenta. El sistema L-Drill es de lo más sugerente.
-Si queréis el sistema L-Drill entonces tendréis que inclinar los porcentajes de Radiar a nuestro favor.
La cabeza de Miruru se movió de uno a otro durante la discusión. Aquello era un claro ejemplo de por qué, después de quinientos años, todavía no se había hallado una solución a la guerra.
-Si me lo permitís, ¿y si lo dejamos en la mitad del Radiar para cada uno y se ofrecen las otras dos con algunas limitaciones? –interrumpió la semidiosa, recibiendo la atenta mirada de todos los allí reunidos, lo que la hizo encogerse hacia atrás, algo intimidada por la tensión- Sé que me estoy metiendo donde no me llaman, pero pensé que sería una buena forma de llegar a un acuerdo.
“¿Por qué no me habré quedado callada?”, se preguntó mentalmente mientras reinaba el silencio en la sala.
Tras unos segundos que se le hicieron interminables, el líder de la unión continuó por donde lo habían dejado.
-Me parece bien. Permiso para poder entablar relaciones con el bajo mundo, con ciertas restricciones, a cambio del 50% del Radiar obtenido y los diseños de vuestras armas.
-Mm... –meditó el gobernador de la facción, cruzándose de brazos, tras lo que asintió a la propuesta- Bien, siempre y cuando podamos hacer lo mismo en cuanto a nuestros diseños.
“¡¿Han aceptado?!”, se sorprendió Miruru, sintiéndose aliviada a su vez. De repente, notó un ligero pinchazo en la cabeza, lo que le hizo darse cuenta de la mirada que le acababa de lanzar Quinque.
Tras haber terminado de dictar todas las cláusulas del tratado, ambos gobernantes lo firmaron y cada uno se guardó una copia.
-Así pues, queda firmado el “Tratado Meilan”, el cual será puesto en funcionamiento a partir de este instante –dijo Sextus-. A continuación, y para el segundo punto de esta reunión, cedo la palabra a mi señor.
Una vez el joven de pelo extravagante hubo terminado de hablar, el dirigente del oeste asintió y su mirada, o eso creyó Miruru, se posó sobre ella.
-Antes dijiste que tenías información sobre esta guerra que podía interesarnos.
-Así es –respondió Miruru, intentando imitar el mismo tono y lenguaje que ellos.
-En ese caso, creo que a todos nos gustaría escucharte.
Tras respirar profundamente y cerrar los ojos durante unos instantes, la chica se vio capaz de hablar.
-Si seguís con esta guerra, la humanidad va a ser destruida –dijo, de manera contundente y provocando el silencio en la sala.
-Nos gustaría que fueses más concreta –respondió el gobernador de la unión.
-Existe una organización llamada proyecto Gaia cuyo plan consiste en utilizar las dos alianzas, tanto la de “Comhairle” con el imperio como ésta, para iniciar una batalla que dé lugar a la invocación de Gaia en este mundo.
-¿Gaia? ¿Hablas del núcleo de este planeta? ¿La diosa de los cuentos y leyendas?
-Sí. Sé que es difícil de creer, pero el objetivo de esa diosa es el renacimiento de este mundo, borrando de la existencia al ser humano. Esta guerra está siendo alimentada por el proyecto Gaia para cumplir con los requisitos de su invocación. Los miembros de esa organización se hacen pasar por vuestros consejeros y asesores para que hagáis lo que ellos quieren.
-Pero, ¿por qué esa diosa iba a querer eliminar a la raza humana? –preguntó Sextus, interpretando su papel a la perfección.
-Por las consecuencias de la guerra que nosotros hemos empezado.
-Entonces, esos supuestos miembros se hacen pasar por nuestros consejeros. ¿Serías capaz de decirnos quines son? –preguntó el líder de la facción, mostrándose sarcástico.
-Por supuesto –contestó con decisión, señalando a Quinque y a Sextus, quienes apenas se inmutaron ante su acusación-. Son ellos dos.
Tras unos instantes de sorpresa, Quinque rió como si aquella revelación le pareciese una broma de mal gusto.
-¡Es ridículo! ¡¿Estás loca?! ¡No creo que haga falta escuchar nada más! –dijo, dirigiéndose al gobernador del norte.
-Tienes razón. Esperaba algo mejor, pero esto no es más que un cuento de niños –añadió éste.
De repente, se produjo un fuerte golpe en la mesa que sobresaltó a los presentes, quienes observaron a la semidiosa, en pie frente a ellos.
-¡Es la verdad! ¡Estáis siendo engañados! ¡Si seguís así os condenaréis a vosotros mismo y al resto de la humanidad!
-Por lo que nos ha revelado Marie, no has venido sola a estos territorios, y hay una alta probabilidad de que estés con los Rebeldes, aunque pensaba que estaban más interesados en el imperio. Dicho esto, y habiendo escuchado lo que acabas de contar, no me inspiras muchas confianza –replicó el soberano de la unión mientras Miruru apretaba los dientes, fruto de la rabia y la impotencia.
-Puede que lo mejor sea ejecutarla, gobernador –propuso Quinque.
-No. Por el momento, la mantendremos con vida. Puede que nos sea útil para capturar a los Rebeldes.
Hubo una ligera mueca de desagrado por parte Quinque, algo que la semidiosa interpretó como una muestra de su enfado ante su intento fallido de matarla.
-Si eso es todo por hoy, volveré a mis aposentos. Mañana finalizaremos lo que queda del tratado. –dijo el gobernador de la unión.
-Bien, damos por terminada la reunión –sentenció el líder de la facción-. Lleváosla.
Obedeciendo las órdenes de su señor, los soldados que la habían escoltado hasta allí la acompañaron de vuelta a su habitación/celda. Furiosa, pero manteniendo la cabeza bien alta, Miruru echó un último vistazo a la sala, momento en que vio cómo Quinque esbozaba una sonrisa triunfante.
-¿Esto es lo que vamos a usar para entrar? –preguntó Kai, frunciendo el ceño.
-Exacto –respondió Garth mientras le enseñaba un cañón de pequeña altura pero gran longitud-. Aunque primero tendremos que repararlo.
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