Mientras los otros cuatro se preparaban para entrenar, Kai y Miruru comenzaron con el suyo.
-¿Qué sugieres? –preguntó Miruru.
-Lo más lógico sería que uno tomase un papel defensivo y el otro uno ofensivo. En ese caso, tenemos dos opciones: que yo sea el atacante y tú la defensora, o al contrario; que tú seas la atacante y yo el defensor.
-¿Y cuál crees que es la mejor?
-Las dos.
-¿Eh? –se sorprendió la chica.
-Siguiendo esa estrategia, el atacante se enfrentaría directamente al enemigo, despreocupándose por su seguridad, ya que ése sería el trabajo del defensor. No obstante, eso daría lugar a que sólo luchase uno de nosotros. Además, en caso de que el adversario llegase hasta el defensor, puesto que éste se habría centrado en proteger a su compañero, le resultaría difícil evitar su ataque.
-Ya veo.
-Así pues, si alternamos nuestras posiciones...
-...siempre habrá un defensor y un atacante.
-Exacto. En mi caso, el uso de espíritus podría tener un rol más defensivo mientras que el de Hel sería más ofensivo. Tu poder es mucho más versátil que el mío, por lo que deberías tener menos problemas en cambiar de un rol a otro.
-Es posible, pero aún sigo teniendo problemas en el cuerpo a cuerpo. Puede que lo que me enseñaste me valga para mercenarios o soldados normales, pero no sé si sería capaz de hacer lo mismo contra usuarios de Radiar.
-Entonces también tendremos que encontrar una solución para eso. Aunque, en caso de que yo sea el defensor, siempre puedo invocar a Kagami.
-Es una buena opción. Creo que también podría usar mi poder para poner obstáculos a modo de defensa. En cuanto al ataque...
-Creo que ya eres bastante destructiva en ese rol –sentenció Kai con una sonrisa, gesto que le devolvió la chica.
-El trabajo en equipo puede resultar más difícil que en solitario –señaló ella.
-En parte puede que tengas razón, pero siempre depende de la coordinación que haya entre las personas que lo formen. Si es buena, puede ser más letal que cualquiera por sí mismo. De momento, repasemos la autodefensa. Será muy útil para emergencias.
Tras asentir a la proposición de su compañero, Miruru alzó los puños, imitándole. En ese momento, una silueta pasó volando justo a su lado, chocando contra la arena.
Al girar la cabeza hacia el origen del que procedía, descubrieron a un monstruo de gran tamaño, color blanco, hocico alargado y garras afiladas.
-¡Eso es...! ¡Es igual que aquello en lo que se transformó Jake! –exclamó Miruru.
-¡No, es diferente! ¡¿Por qué es de color blanco?! ¡¿Y de dónde ha salido?! –preguntó Kai.
-Ese es Kareth –explicó Quattuor, apareció detrás de ellos y revelándose como la persona que acababa de ser arrojada contra el suelo.
-¡¿Kareth?! ¡¿Qué le ha pasado?! –se sorprendió Kai
-Digamos que le he hecho enfadar un poquito.
Mientras tanto, Sarah se acercó al cuerpo de Nara, alargando el brazo hasta tocar el rostro de su amiga, todavía incapaz creerse lo sucedido.
-Nara –murmuró, apretando los dientes y permitiendo que sus lágrimas cayesen sobre su pecho.
En ese instante, su amiga abrió los ojos e incorporó la mitad superior de su cuerpo, asustando a Sarah, quien dio un salto hacia atrás y la apuntó con el arco. Su respiración estaba agitada.
-T-tranquila –dijo Nara, levantando las manos para que se detuviese-. Estoy bien.
-¿Qué? ¡¿C-cómo es posible?! ¡Kareth y yo vimos cómo Quattuor te atravesaba! ¡Espera! ¡¿Dónde está tu herida?! –preguntó la joven de pelo azul, quien no daba para disgustos, buscando el agujero que debería estar en el estómago de su amiga.
-Creo que lo que buscas es esto –aclaró Nara, señalando una pequeña herida en el costado, donde situó su mano para curarla.
-¡¿Qu-qué significa esto?!
-C-cálmate, Sarah. Esto es algo que decidimos ayer. Deja que te lo explique...
“Nara entró en la
habitación que compartían Kareth y ella. Allí, se dejó caer sobre la cama.
-Ese Quattuor... Hay
algo que no me gusta de él. Parece buena persona, pero siempre hace lo que le
da la gana –se quejó la chica.
-Sí. Creo que alguien
debería decirle cuatro cosas –contestó una voz cerca de ella.
-¿Verdad? Quiero decir.
Le agradezco todo lo que ha hecho por nosotros, pero ésa no es manera de tratar
a la gente. Y luego está aquella vez que me pidió curar a ese hombre para
torturarlo. ¿Realmente era necesario?
-Eso, eso, debería
haberlo matado y ya está.
-No quería decir eso.
Con asustarlo un poco bastaba.
-¿Y cómo debería
haberlo hecho?
-No sé. Cuando
trabajaba con mi tío, no dar de comer a alguien así solía servir para llamarles
la atención.
De repente, la joven se
dio cuenta de que estaba manteniendo una conversación con alguien cuando
debería estar ella sola. Al ver de quién se trataba, descubrió a Quattuor a su
lado, con los brazos cruzados.
-¡Aaaaah! –gritó,
asustada, mientras gateaba hacia atrás hasta golpearse la cabeza contra la
pared y acabando por sujetarse la zona dolorida- ¡¿Es que no sabes llamar?!
-Primero, la puerta
estaba abierta. Y segundo, me impresiona lo que has tardado en darte cuenta
–respondió el hombre.
-¡Aun así, hay que
llamar antes! ¡¿S-sabes el susto que me has dado?!
-Bah, lo que tú digas.
He venido porque necesito tu ayuda.
-¿Eh? –confusa, y
todavía con lágrimas en los ojos por el dolor del golpe, alzó la mirada-
¿P-para qué?
Tras cerrar la puerta,
el hombre se acercó aún más y se sentó en la cama, provocando que la chica se
alejase todo lo posible.
-No voy a morderte
–dijo Quattuor.
-Dime ya lo que
quieres- replicó ella, logrando que el hombre profiriese un suspiro.
-Supongo que antes me
has escuchado hablar sobre la transformación de Kareth.
-Sí. ¿Qué quieres decir
con eso?
-Tú no llegaste a verla
porque estabas inconsciente, pero estoy seguro de que tiene que ver con el
Radiar.
-¿El Radiar puede
transformarte?
-Si lo piensas, no es
descabellado. A lo largo del tiempo, ha habido muchos efectos secundarios, y no
todos son conocidos.
-¿Y qué tiene que ver
esa transformación conmigo? –preguntó la chica, preocupada.
-Sólo es una hipótesis,
pero creo que lo que provocó aquella transformación fue la necesidad de hacerse
más fuerte para protegeros. Es por eso que quiero que se repita la misma
situación y vuelva a transformarse.
-¿Repetir la misma
situación? ¡Espera! ¡¿Entonces quieres atacarnos?!
-Con fingirlo, bastará.
-¡¿Qué?! ¡No, no, no,
no, no! ¡Ni muerta pienso engañarle! ¡Mucho menos para algo así!
-Aunque te pueda
parecer extraño, entiendo cómo te sientes.
-¿En serio? –dijo Nara,
sorprendió.
-Sí. Pero necesitamos
hacerlo. De lo contrario, no podremos hacer frente al proyecto Gaia.
-Me estás pidiendo que
engañe y haga daño a la persona que amo para que se transforme en algo que ni
siquiera he visto. No puedo aceptarlo –respondió ella, decidida.
-Si Kareth no se
transforma, no podrá proteger a nadie, y entonces puedo asegurarte que sufrirá
de verdad. Créeme, para mí, esto tampoco es un juego. Es una medida drástica,
lo sé, pero no tenemos opción.
Ambos se mantuvieron en
silencio con la mirada fija el uno en el otro. Como si ninguno de ellos
quisiese echarse atrás en su postura.
Durante ese tiempo, el
ambiente se volvió tenso, hasta que, finalmente, ella dejó escapar un profundo
suspiro.
-Sigo sin estar de acuerdo,
y probablemente no me perdone por esto, pero lo haré. Sin embargo, tengo dos
condiciones.
-Dime.
-La primera es que no
vuelvas a pedirme algo así nunca más.
-¿Y la segunda?
-Quiero que protejas a
Kareth, pase lo que pase.
-¿Para eso sí confías
en mí?
-Si accedo, sí, te
confiaré su vida –contestó ella, dejando impresionado al hombre.
-Pensaba que eras una
niña debilucha, pero supongo que me equivocaba.
-¡Eh! ¡Si tienes que
insultarme, al menos hazlo cuando no esté delante!
-¿Y a su espalda sí?
–dijo Quattuor mientras esbozaba una maliciosa sonrisa.
-Ugh... –se quejó la
chica, dándose por aludida.
-Por cierto, antes
necesito comprobar algo.
-¿Qué vas a hacer?
De repente, el hombre
sacó una pequeña daga que llevaba escondida cerca del tobillo y extendió su
mano para que ella le tendiese la suya.
-Sólo voy a hacerte una
pequeña herida. Apenas te dolerá –explicó él.
-Creo que ya me estoy
arrepintiendo de esto –respondió Nara mientras levantaba tímidamente su mano.
Entonces, Quattuor acercó el filo del arma a su piel e hizo un pequeño corte.
-Bien, ahora utiliza tu
poder para regenerarla.
Obedeciendo, la joven
acercó su mano a la herida y la curó.
-Tal y como pensaba,
también funciona contigo misma.
-¿Y por qué necesitabas
saberlo exactamente? –preguntó la joven, poniéndose algo nerviosa.
-Aunque finjamos,
tendremos que hacer que sea lo más realista posible, por lo que no tendré más
remedio que herirte. Cuando lo haga, tendrás que morder esto –respondió
Quattuor, entregándole una pequeña bolsita rellena de un líquido rojizo- Ponlo
debajo de la lengua, y cuando te ataque, muérdelo.
-¿Qué pasa si no
funciona?
-Pues que se descubrirá el pastel. Pero no te preocupes. Funcionará.”
-¡¿Así que todo ha sido idea de ese imbécil?! –exclamó Sarah, enfadada.
-S-sí. Aunque también ha sido culpa mía.
-¡Para nada! ¡Es culpa suya! ¡¿Pero qué le pasa?! ¡¿Sabéis el susto que me habéis dado?! ¡¿Y qué planea ahora para detener a Kareth?! ¡¿Qué piensa hacer?!
-S-Sarah. Me estás asustando.
-Aaah... –suspiró la joven de pelo azul, dejándose caer sobre la arena- Maldita sea...
-Así que esa es su transformación. –dijo Nara, observando al monstruo contra el que se estaba enfrentando Quattuor.
-Por desgracia, sí –le respondió Sarah, incorporándose y mirando al mismo sitio.
-Me pregunto si está sufriendo. –dijo Nara, llevándose una mano al pecho y apretándola fuertemente contra sí.
Mientras tanto, la lucha entre Kareth y Quattuor continuaba, con una de las garras del primero precipitándose sobre el segundo, quien logró esquivarla en el último momento.
-¡No está nada mal, pero vas a necesitar ser más rápido! –se burló el hombre, abalanzándose sobre su contrincante y golpeándole en el hocico, sin éxito, pues éste ni se inmutó. Al contrario, lo único que consiguió fue que le devolviese el ataque, enviándolo de un zarpazo al suelo.
-¡Veo que también te has vuelto más resistente! –dijo al levantarse, recibiendo un segundo ataque de frente con los dos brazos que detuvo a duras penas.
La fuerza que ejercía la bestia sobre él era tan fuerte que sus pies empezaban a hundirse en la arena. Por suerte, en ese momento, un brazo esquelético la golpeó por el costado, consiguiendo derribarla.
-Gracias, chico –agradeció Quattuor, aprovechando aquel pequeño lapso de tiempo para recuperar el aliento.
-Agradécemelo más tarde –dijo Kai, poniéndose a su lado. Tras él estaban los brazos de Hel, mientras a su lado se incorporaba Miruru, quien mantenía la mirada fija en Kareth, sin bajar la guardia.
-¿Qué estás intentando hacer? –preguntó el joven.
-Inmovilizarlo –contestó Quattuor.
-¡¿Inmovilizarlo?! ¡La última vez que vi una bestia como esa se necesitaron como cuatro personas para hacerlo!
-Bueno, estáis vosotros dos y yo, que valgo como dos.
-¡Contad también conmigo! -añadió Sarah apareciendo detrás de ellos, arco en mano- Cinco deberían de ser suficiente.
-¡Cuidado! ¡Ahí viene! –advirtió Miruru.
Moviéndose a más velocidad de la que esperaban, sobre todo, teniendo en cuenta su tamaño, el monstruo se acercó y se lanzó hacia ellos de un salto, obligándoles a dispersarse para evitar ser aplastados.
-¡¿Y qué vas a hacer cuando lo inmovilices?! –preguntó Kai.
-¡¿No es obvio?! ¡Hacerle entrar en razón! –contestó Quattuor.
-¡Pues no sé cómo vas a conseguirlo!
-¡Ya se me ocurrirá algo!
Al haber demasiada gente contra la que enfrentarse, al principio, la bestia no supo cómo actuar, mostrándose ligeramente confusa. En ese momento, una fuerza invisible la elevó, intentando, posteriormente, lanzarlo contra el suelo boca abajo.
-¡Bien hecho, Miruru! –exclamó Kai, animando a su compañera. Pese a ello, tanto el peso como la fuerza de la bestia le impidieron lograrlo.
Entonces, Sarah, aprovechando que estaba ocupada con la semidiosa, le disparó una de sus flechas dirigida a su abdomen. Por desgracia, fue reflejada por la dureza de su piel.
-Todavía no consigo acostumbrarme a transmitir el Radiar –se quejó la joven de pelo azul a la vez que Kareth levantaba una gran cantidad de arena, cegándolas a ambas, y recuperando así el equilibrio.
Libre del yugo de Miruru, fue ella la primera a la que atacó, cogiéndola medio recuperando la visibilidad, pero, por suerte, consiguiendo protegerse al levantar un montículo de tierra delante de ella. Aunque no pudo evitar recibir la onda expansiva que provocó el golpe, de manera que acabó en el suelo.
Casi al mismo tiempo, las manos de Hel agarraron la cabeza del monstruo y la golpeó contra el suelo, apareciendo Quattuor desde arriba atacándole por su espalda hasta dejarle con el vientre apoyado en la superficie.
-¿Lo hemos conseguido? –preguntó Kai, viendo que Kareth no se movía. Pero, lejos de rendirse, se levantó con fiereza, deshaciéndose del agarre de Hel y de Quattuor.
Libre por segunda vez, saltó hacia atrás, y empezó a concentrar una luz de color rojo en su boca.
-¡¿Qué está haciendo?! –preguntó Kai mientras la energía concentrada se hacía cada vez más grande.
-¡Cuidado! –exclamó Miruru.
Una especie de láser fue disparado hacia Kai, quien, sorprendido, no tuvo tiempo de esquivarlo. Fue Miruru quien, mediante su poder, logró desviar su trayectoria, salvándole la vida. Sin embargo, al hacerlo, éste se dirigió a la villa.
-¡No! –exclamó Kai.
Fue entonces cuando Quattuor, de un salto, se situó justo enfrente del rayo de energía y, tensando la musculatura de su brazo, lo golpeó fuertemente desviándolo, esta vez, hacia el suelo, causando una explosión de arena.
-¡Quattuor! –gritó Sarah, corriendo hacia él mientras el resto todavía se preguntaba qué había sido esa energía.
-Podría haber destruido la villa... –dijo Miruru.
Entre la polvareda, la chica peliazul encontró a Quattuor, quien seguía en pie pese a sujetarse el brazo con expresión de dolor. Pese a su primera reacción de alivio, la joven no pudo evitarse llevarse una mano a la boca al ver el lamentable estado que presentaba la extremidad, ensangrentada y visiblemente fracturada por varios sitios.
-Quattuor... –dijo Sarah, conmocionada.
-Esa cosa... –respondió él, ensimismado.
La pesadilla no había acabado. Sin intención de detener su ataque y sintiendo su debilidad, la bestia concentró energía de nuevo para un segundo ataque.
-No puede ser. No podemos desviar otro ataque como ése –dijo Miruru, pues parecía que el próximo haz de luz iba a ser incluso más potente que el anterior.
-¡Miruru! –exclamó Kai, abrazando a la chica para cubrirla con su cuerpo a la vez que invocaba a Kagami, pese a no saber si funcionaría.
Justo en ese momento, algo impidió que Kareth disparase.
Delante de la bestia, con los brazos abiertos y expresión de terror, estaba Nara.
-¡Kareth! ¡Ya basta, por favor! ¡Para! –gritó la chica, con lágrimas en los ojos.
Pese a que el monstruo no daba señales de entenderla, poco a poco dejó de concentrar energía.
-¡Sé que estás sufriendo, pero tienes que ser fuerte! ¡No debes dejar que te controle! –continuó, acercándose cada vez más a él- ¡Soy yo! ¡Estoy bien, no pasa nada! ¡Todo saldrá bien, estoy contigo! ¡Puedes conseguirlo!
Finalmente, llegó hasta ella, acariciando suavemente su dura piel, lo que provocó que emitiese un pequeño gruñido y que su cuerpo empezase a reducirse hasta recuperar su forma humana.
Una vez la bestia hubo desaparecido, tan sólo quedó el cuerpo inconsciente de Kareth, que se dejó caer sobre los brazos de Nara.
-Bien hecho. Ya pasó todo –dijo la chica.
Suspirando aliviado, Kai deshizo su invocación.
-Menos mal. ¿Estás bien, Miruru? –preguntó mientras volvía la vista hacia ella, a quien seguía sujetando con fuerza- ¡Ah, lo siento! –se disculpó, separándose de ella suavemente, quien sin apartar la mirada del suelo, negó con la cabeza.
-Muchas gracias, Kai –respondió Miruru, mostrándole una bella sonrisa que hizo que su pulso se acelerase.
-N-no, gracias a ti.
Por otro lado, Sarah y Quattuor observaron desde la distancia la escena entre Nara y Kareth. El segundo apoyado sobre el hombro de la primera.
-Sin duda, esa chica es más interesante de lo que pensaba –dijo Quattuor.
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