-¿A qué te refieres exactamente? –preguntó Kareth.
-No es frecuente encontrar a dos jóvenes inconscientes en el interior de un vehículo desconocido –se explicó Argo.
-Ya. En eso tengo que darte la razón –respondió Kareth.
-¿Y bien? –continuó el hombre, haciendo señas para que procediesen a contar su situación.
Kareth miró a Sarah, quien hizo un gesto de afirmación con la cabeza, mostrándose de acuerdo en relatarles lo sucedido. Así pues, intentó hacerlo de manera resumida y ahorrando algunos detalles.
-Tanto mi compañera como yo venimos de un lugar llamado Yohei Gakko. Es como una academia para formar guerreros –aclaró-. Allí, pasaron algunas cosas que la llevaron a ser acusada falsamente de asesinato, por lo que otros compañeros y yo decidimos ayudarla a escapar. Por desgracia, cuando pensábamos que lo conseguiríamos, apareció... –en ese momento, el joven calló, generando confusión entre sus oyentes. La imagen de Unum asesinando a sus amigos había regresado a su cabeza, perdiendo el habla durante unos instantes.
-Kar... –murmuró Sarah, apoyando una mano sobre su hombro para tranquilizarlo.
-Ah, l-lo siento –dijo finalmente, aclarando un poco la garganta antes de continuar-. Apareció ante nosotros alguien que... mató a mis amigos... Ellos se sacrificaron para que consiguiésemos escapar. No estamos seguros, pero seguramente, al forzar la nave de evacuación, no se pudo calcular bien el aterrizaje y quedamos inconscientes al chocarnos contra tierra –sentenció el chico, provocando el silencio en aquella tienda- Puede que no os creáis nuestra historia, pero es la verdad.
Al terminar, Argo cerró su ojo sano durante unos segundos, meditando qué responder.
-Os creo –dijo, volviendo a abrirlo y mirándolos fijamente-. No parece que hayáis mentido, aunque tengo la sensación de que tampoco nos lo habéis contando todo.
“Así que sabe que he ocultado información”, pensó Kareth.
-Tengo bastante experiencia en tratar con la gente, y sé decir si alguien miente o no según los gestos de su cara y cuerpo. Entenderéis que el hecho de que estéis con nosotros nos pone en una situación complicada. Al fin y al cabo, aunque ella fuese acusada falsamente, si no se demostró, la considerarán una criminal a la fuga, y tú, su cómplice.
-Lo sé –dijo Kareth.
-Por suerte para vosotros, no somos del tipo de personas que dejan a alguien en la estacada. Actualmente, nos dirigimos a Genese.
-¡¿Genese?! –se sorprendió Sarah.
-¿La conoces? –preguntó Argo
-Claro. Es la ciudad donde Emil Greenard descubrió el Radiar. Es donde comenzó todo –explicó la chica.
-Exacto. Se ha convertido en un lugar de comercio y trueque en mitad de los yermos, por lo que para nosotros supone un punto esencial donde abastecernos de provisiones y otros materiales más difíciles de obtener. Si queréis, podemos llevaros hasta allí –propuso Argo.
-Sería muy amable por vuestra parte –agradeció Sarah.
-Decidido entonces. Por ahora, os quedaréis con nosotros. Y una vez en Genese, cada uno irá por su lado. Si os soy sincero, preferiríamos tener que ver lo menos posible con vosotros.
-Es lo más razonable.
-Pues ya está –sentenció Argo, abriendo sus manos con un gesto una sonrisa cordiales- Podéis marcharos.
Tras terminar la conversación, volvieron a la tienda en la que dormía Kareth, acompañados de nuevo por Jaryl y Will.
-¿Qué tenéis pensado hacer una vez nos separemos? –preguntó Jaryl con curiosidad.
-Todavía es un poco pronto para decidirlo. Lo mejor será que mantengamos un perfil discreto mientras vivamos con vosotros. Así no causaremos problemas –contestó Kareth-. Para empezar, nos gustaría ayudaros de alguna forma. Ya sabes, nos dais cobijo y transporte, qué menos que aportar algo de mano de obra –Sarah asintió, mostrándose de acuerdo con el joven- Será también una buena manera de pasar desapercibidos como dos miembros más de vuestra sociedad.
-Mm... sí... parece lógico, pero no sé en qué podríais ayudar –dijo Jaryl, pensativo.
-Bueno, tanto ella como yo somos buenos peleando, así que creo que podríamos ayudar en la caza y en vuestra seguridad –sugirió el joven.
-¿Estáis seguros? Ya sabéis cómo es Ivel –avisó el nómada, a lo que Sarah y Kareth se miraron
-Tranquilo, nos irá bien –contestaron al unísono.
-¿Dicen que quieren ser cazadores? –preguntó Ivel, frunciendo el ceño como si acabase de escuchar una locura.
-Bueno... sí, ¿no es así, Will? –preguntó Jaryl, apoyándose en su compañero para reforzar su afirmación
-Sí –contestó Will, secamente.
-¿Lo ves?
Ivel, quien en ese momento estaba entrenando al resto de cazadores, miró en dirección a Sarah y Kareth.
-Je. En ese caso, me gustaría comprobar de lo que son capaces –dijo mientras esbozaba una sonrisa pícara. Entonces, se acercó a los dos aspirantes- Ya que parecéis bastante confiados, haremos una cosa. Tendréis que enfrentaros vosotros solos al resto de cazadores, incluidos Jaryl y Will, y desarmarlos. En el hipotético caso de que consiguieseis hacerlo, os enfrentaréis a mí.
-¿Dos contra nueve? ¿No es eso un poco injusto? –preguntó Sarah.
-Si no podéis con esto, dudo mucho que seáis dignos de llamaros “guerreros” –se burló la nómada.
Al escucharla, la chica de pelo azul la fulminó con la mirada, molesta
-Kar –dijo, dejando a su compañero sorprendido por su cambio de carácter- Vamos a demostrarle a ésta lo que es un guerrero de verdad.
-¿Sarah? –se asustó Kareth, dando un paso atrás.
-Me gusta esa actitud, pero será mejor que la guardes para después –contraatacó Ivel.
-Desde luego que lo haré.
Por alguna razón, entre ambas se acababa de formar una especie de rivalidad.
-Creo que es la primera vez que la veo así –murmuró Kareth para sí mismo, refiriéndose a su compañera.
No pasó mucho tiempo hasta que Jaryl, liderando a los nueves cazadores, les llevó a un lugar apartado donde pudiesen realizar la prueba. Ivel, un poco más alejada de allí, hacía arbitraba el encuentro.
-¡Las reglas son simples! ¡Debéis desarmar al contrario utilizando únicamente vuestras habilidades físicas y las espadas de las que disponéis –explicó, refiriéndose a las armas utilizadas por los cazadores-, por lo que está prohibido usar el rifle! ¡Por supuesto, quien haga trampas será descalificado, ateniéndose a las consecuencias! –dijo mientras se crujía los nudillos, lo que aclaró perfectamente sus intenciones-. ¡No es un “todos contra todos”, así que el trabajo en equipo será importante! ¡Tenedlo muy presente!
Pese a que aquel combate estaba hecho para probar sus habilidades, Kareth se dio cuenta de que la chica lo estaba aprovechando para entrenar a los suyos.
-¡Si lo habéis entendido, empezad!
Nada más darse el comienzo, ninguno de los dos bandos se atrevió a tomar la iniciativa. Kareth podía ver la clara desventaja en la que se encontraban, por no hablar de que ya había observado lo bien que los cazadores trabajaban en equipo. Aun así, también sabía que podía confiar en la habilidad de Sarah.
-¡Formación en círculo! –exclamó Jaryl, dando el primer paso a la vez que sus compañeros rodeaban a los dos guerreros de Yohei Gakko, bloqueando cualquier vía de escape.
-Empezamos fuerte –murmuró Kareth, con una media sonrisa.
Espalda contra espalda, ambos encararon a sus adversarios.
-Quieren reducir nuestra movilidad desde el principio –comentó Sarah.
-En ese caso, nosotros también tendremos que ponernos serios –respondió Kareth.
-¿Tienes un plan?
-Sí, atacar de frente, cada uno por su lado –propuso el joven.
-No lo has meditado mucho, ¿verdad? –replicó ella.
-Puede, pero ahora mismo es lo mejor que tenemos. ¿O prefieres quedarte aquí mientras esperas a que nos den una paliza?
-¡¿Estás loco?! ¡Antes muerta que darle ese placer a Ivel! –dijo Sarah, claramente enfadada.
-Debo decir que nunca había visto esta parte de ti –indicó Kareth.
-Tampoco es que me conozcas desde hace mucho. Es sólo que no me gusta perder. Mucho menos después de lo que pasó en Yohei Gakko –aclaró con tono serio.
-Sí. En eso estoy de acuerdo.
-¿Y bien?
-¡A mi señal!
Manteniéndose alerta, los cazadores avanzaron cautelosamente, siempre con sus espadas al frente.
-¡Ahora! –exclamó Kareth, quien adoptó una posición más aerodinámica para emprender carrera, echando hacia delante la mitad superior de su cuerpo.
Cada uno corrió en dirección contraria, yendo de frente a por los nómadas. Entonces, justo cuando éstos les atacaron, realizaron una voltereta a ras del suelo, esquivando la acometida, para, acto seguido, hincar la hoja de una de sus espadas en el suelo y apretar el gatillo que llevaba incorporado.
El resultado final fue que ambos salieron despedidos hacia arriba, llevándose cada uno por delante a un nómada, quienes fueron desarmados al recibir una fuerte patada en el esternón.
Aterrizando fuera del perímetro formado por los cazadores, devolvieron la hoja de la espada a su tamaño normal.
-Dos menos. Nada mal –dijo el joven inmortal, sonriente.
-Esta espada es más fácil de manejar de lo que pensaba –comentó Sarah para sí misma.
-¡Preparaos! ¡Ahora somos nosotros quienes os han rodeado! O eso me gustaría decir, pero, siendo sólo dos, no imponemos mucho –bromeó Kareth.
Decididos a no dar tregua a los dos guerreros, cuatro de los nómadas restantes se coordinaron en un ataque dirigido a Kareth, quien se defendió como pudo, deteniendo algunos de los filos y esquivando otros por los pelos.
-¡¿Cuatro contra uno?! ¡¿Por qué sólo a por mí?! ¡¿Es que queréis matarme?! –se quejó el chico.
Pese a mantenerlos a raya, los cuatro combinaban muy bien ataques. Si la situación seguía así, terminarían desarmándolo. Así pues, una vez encontró un hueco en sus defensas, se agachó y, girando sobre sí mismo, manos apoyadas en tierra, logró acertar con el talón en la barbilla de uno de ellos, utilizando el impulso del golpe para escapar con otra voltereta. Tras ponerse en pie, apretó de nuevo el gatillo de su espada, de forma que ésta se alargó hasta chocar contra el metal de otras dos, desarmando a su usuario.
Mientras tanto, Sarah ya se había deshecho de dos de los cazadores con facilidad, quedando sólo uno frente a ella.
-¡¿Qué estás haciendo, Kar?! ¡Estás tardando mucho! –se burló la chica.
-¡Céntrate! –replicó Kareth.
Will, el restante de los tres que había ido a por la chica, inició su ofensiva contra ella, quien no tuvo muchos problemas en esquivarle y golpearle en la nuca con el canto de la mano abierta, haciéndole perder el equilibrio y cayendo al suelo.
-No me considero alguien arrogante, pero con ese nivel no me llegas ni a la suela de los zapatos –dijo Sarah con frialdad.
Esto no desanimó al cazador, que se levantó y acometió de nuevo contra ella, siendo esquivado por segunda vez sin aparente esfuerzo.
-Ya te lo he dicho. Tendrás que probar de otra forma –le aconsejó la joven peliazul, mientras Will se disponía a intentarlo una tercera vez.
-Entendido. Cambio de técnica –respondió con indiferencia.
-¿Eh? –se sorprendió la chica, al ver cómo el nómada, en lugar de atacarla, se alejaba de ella- ¿Qué estás...?
Antes de que pudiese terminar la pregunta, Will apretó el gatillo de su espada, lanzando el filo hacia la chica, quien consiguió esquivarlo a escasos milímetro de que golpease su espada. Viendo una oportunidad, Sarah corrió hacia él con sus armas al frente. Sin embargo, con un rápido movimiento, el cazador recogió la hoja, situándola esta vez mirando en dirección contraria y volviendo a apretar el mecanismo, clavándola en una leve elevación del terreno y lanzándose el mismo hacia delante.
-¡Oh, no! –sorprendida por ello, Sarah no tuvo más remedio que apartarse, intentando buscar un hueco donde contraatacar. Por desgracia, Will ya había pensado en esa posibilidad, recogiendo el filo de su espada y girando sobre sí mismo en el aire, creando una suerte de peonza humana intocable.
Al poco de aterrizar, volvió a hacer uso de la hoja extensible para distanciarse de ella.
-¡Qué escurridizo! –se quejó la chica.
-No te daré tiempo –replicó Will
Repitiendo el mismo movimiento, Will continuó con su ofensiva.
-¡¿Otra vez?! –exclamó Sarah mientras lo esquivaba- Yo también puedo hacerlo, ¿sabes? –dijo, disponiéndose a apretar el gatillo de su espada para contraatacar.
Al ver esto, el nómada, desplazó la hoja de su espada, todavía estirada, horizontalmente, consiguiendo que a Sarah le fuese arrebatada de las manos una de sus armas.
-Así que pretendes huir y atacar a distancia todo el rato, ¿eh? Muy inteligente, pero bastante irritante –se enfadó la joven, cuya expresión había cambiado al ver que sólo le quedaba una espada, al tiempo que Will recogía el filo y se preparaba para otro ataque.
Mientras tanto, Kareth ya había acabado con parte del grupo al que se estaba enfrentando. Tan sólo quedaba Jaryl.
-Parece que sólo quedamos Will y yo –indicó el cazador, animadamente.
-Has sabido arreglártelas para que no te desarme –le halagó Kareth.
-¿Acaso esperabas que me dejase vencer tan fácilmente?
-Supongo que si Ivel ha puesto expectativas en ti no es por nada.
-¡Vas a ver de lo que soy capaz! ¡Prepárate! –gritó Jaryl, segundos antes de quitarse la capa que cubría su cuerpo.
En ese momento, Kareth pudo ver su aspecto. Se trataba de un chico joven, canoso, con algunos mechones color castaño, algo delgado pese a sus brazos tonificados y de postura un poco encorvada. Llevaba pantalones ligeramente arrugados, cubiertos de vendas en el área las espinillas. En cuanto al torso, iba al descubierto.
-Así que éste es tu verdadero yo –dijo Kareth.
-Casi. No todas las mutaciones son un inconveniente, ¿lo sabías? –respondió Jaryl mientras algo surgía de su espalda, sorprendiendo a Kareth, quien, a su vez, sintió cierta emoción, como cuando se ve una cosa por primera vez.
Allí estaban, dos pares de alas de mediana anchura y longitud, propias de un ave rapaz, reluciendo sus plumas color marrón y blanco.
-¡Ahora es mi turno! –exclamó el nómada.
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