Viendo que se encontraban en
desventaja numérica, Thomas, aprovechando el apoyo de Philip aumentó el número
de gigantes, a los que añadió una serie de autómatas con forma de tigre, sólo
que ligeramente más grandes que los originales, de color gris y ojos completamente
blancos, faltos de pupilas.
Debían de haber como unos quince
gigantes y ocho tigres. Un ejército de veintitrés individuos a los que se sumó
Andrew, quien estaba preparado para lanzar sus cuerdas en cuanto se le
presentase la oportunidad.
No hacía falta hablar de cómo
había quedado el área del combate, con las casas reducidas a escombros y
cualquier otro elemento del paisaje, como árboles o jardines, destrozado. La
mayor parte de la culpa la tenían los gigantes, que ocupaban una buena parte del
espacio, pero también había que adjudicársela a Beelzebub, cuyo tamaño superaba
al de éstos. Si no hubiese sido porque se encontraban en la realidad de Mammon,
aquello se habría convertido en un desastre.
Así pues, fueron los gigantes los
que tomaron a iniciativa, esta vez, ayudados de un aura azul que rodeaba todo
su cuerpo. Los tres que estaban al frente cargaron contra Beelzebub, quien los
contuvo lo mejor que pudo, notando una diferencia en su fuerza con respecto a
la de antes.
-Así que para eso sirve el aura
azul –dijo mientras retrocedía un par de pasos-. ¡No me subestiméis!
-consiguiendo detenerlos, el pecado extendió sus patas hasta rodearles con
ellas- ¡Veamos que tal se os da volar!
Dicho esto, alzó el vuelo,
llevándoselos consigo lo más alto que pudo y, tras girar sobre sí mismo, los
lanzó hacia el suelo, chocando contra otros dos. Acto seguido, se dejó caer
encima de ellos, descendiendo como un misil, con sus extremidades posteriores
por delante. De esta manera, terminó destruyendo el cuerpo de cuatro, quedando
rodeado por los demás.
Mientras tanto, a una altura mas
baja, los tigres se dividieron en dos grupos y acometieron contra los tres
pecados restantes. Sin embargo, se detuvieron en el acto, encarándose unos con
otros, dispuestos a pelearse.
-¡Oh, no! ¡Otra vez no! –exclamó
Philip, volviendo a aplicar el aura de color rojo alrededor de ellos,
liberándolos del control de Bel.
Al ver que su técnica no había
tenido efecto, la demonio se puso en pie pese a seguir, aparentemente,
durmiendo.
-¡Dejémosle esos animales a
Bel-chan y encarguémonos de los demás gigantes y de Andrew! –le dijo Levi a As,
quien asintió a la vez que observaba al apóstol acercarse.
Bel caminó hacia los tigres, los
cuales la observaban con expresión fiera aunque manteniendo las distancias.
Pasaron unos segundos hasta que uno saltó hacia ella, quien lo esquivó
dejándose caer sobre el suelo.
Un segundo fue detrás,
aterrizando en superficie, ya que su objetivo rodó por el suelo lo suficiente
como para evadirlo, incorporándose sin siquiera utilizar las manos y
devolviéndole el ataque por el costado, lo que provocó que el tigre saliese
despedido por el aire hasta chocar contra los escombros de una de las casas.
Tras esto, se acercó a otro de
ellos, dando giros sobre sí misma como un tiovivo y finalizando el último con
una patada en la mandíbula del autómata, dejándolo K.O. Esto último provocó que
sus enemigos se volviesen más precavidos, decidiendo rodearla entre cuatro y
embestirla en diagonal uno tras otro, con el fin de no darle tiempo para
contraatacar. Por desgracia para ellos, Bel resultó ser más rápida, ya que,
tras saltar para evitar las fauces del primero, se deshizo del que vino después
con una patada giratoria en el aire, aterrizando posteriormente con la planta
de sus dos pies sobre la espalda del que le había atacado antes. Previendo el
ataque de un tercero, arqueó su espalda para evadirlo. Entonces, aprovechando
que el abdomen del autómata había quedado indefenso, dirigió un rodillazo al
mismo, levantándolo en el aire al mismo tiempo que daba una voltereta hacia
atrás para crear espacio y lo sentenciaba con una patada hacia delante, una vez
situado a su altura.
Por otro lado, Levi puso varias
barreras de agua para protegerse de la carga de otros cinco gigantes.
-¡As-chan! ¡Plan de inundación!
¡Necesito que les entretengas hasta entonces! –pidió la demonio.
-¡Espera! ¿¡Yo solo!?
-¡Bel-chan y Ze-chan están
ocupados ahora mismo! ¡Eres al único al que puedo recurrir para que me cubra!
-¡Más vale que me lo pagues
después!
-¿Estás seguro de que quieres
hacer así las cosas? –preguntó ella cambiando el tono de voz.
-Vale, lo siento...
Deshaciendo las barreras de agua,
se echó hacia atrás y comenzó a concentrar Setten en su cuerpo, tomando una
postura en la que tenía ambas rodillas en el suelo.
Asmodeus se vio frente a frente
contra los gigantes y contra Andrew, siendo éste el primero en avanzar y
combatir contra el pecado, propinándole un fuerte puñetazo, el cual fue
encajado de lleno por el demonio, pese a que no consiguió moverle de su sitio.
Sin embargo, no se detuvo ahí sino que continuó acertando un golpe tras otro
mientras su adversario no hacía más que utilizar sus brazos como única defensa.
-¡Tienes miedo de atacarme! ¡Eres
un cobarde después de todo! –exclamó Andrew.
De lo que todavía no se había
dado cuenta era de la transformación que estaba sufriendo su contrincante, cuyo
cuerpo había tomado de nuevo el aspecto de una mujer. Fue entonces cuando notó
que su fuerza había menguado.
-¡¿Qué?! –se sorprendió el hombre
justo cuando As le agarraba de las muñecas.
-Puedo cambiar mi energía a
voluntad, ¿recuerdas? Es de lógica el que pueda absorber tu Retten –explicó
mientras le daba un cabezazo en la nariz y le golpeaba en el vientre con su
puño derecho para, acto seguido enviarlo de vuelta con los gigantes de una
patada.
Tras esto, volvió a cambiar su
energía y aspecto físico y desplegó una onda expansiva de Setten que obligó a
los gigantes a protegerse. Entonces, se lanzó contra uno de ellos y situó una
mano sobre su cabeza, dejando salir una gran llamarada que la hizo estallar, no
obstante, otros dos lograron golpearle, enviándole contra el suelo.
-Maldita sea... –se quejo éste
mientras veía dos pies abalanzarse sobre él, apartándose en el último segundo.
Alternando de nuevo a la forma
intermedia, apoyó sus manos sobre el suelo, dando lugar a que la tierra de
debajo de los gigantes se hundiese, cayendo cuatro de ellos como consecuencia y
quedando atrapados.
-¡Os voy a demostrar de lo que es
capaz una técnica demoníaca combinada con una humana! –exclamó el pecado
mientras el brazo situado en su lado masculino quedaba cubierto de fuego y el
situado en su lado femenino era rodeado por una serpiente dorada con el símbolo
de una manzana en su cabeza.
A continuación, levantó su brazo
femenino a media altura y realizó un gesto dirigido a los gigantes, el cual
consistió en hacer como que agarraba algo y lo atraía hacia sí. Esto provocó
que el aura que les rodeaba desapareciese y se arrodillasen al igual que si
estuviesen saludando a un ser superior.
Posteriormente, alzó su brazo
derecho y lanzó un gigantesco tornado de fuego que barrió a los cuatro gigantes
que habían quedado atrapados.
-¡As-chan, cinco segundo para la
inundación! –exclamó Levi, quien había terminado de concentrar Setten.
-¡En ello! ¡Zebub! ¡Bel!
¡Evacuación! –gritó mientras se situaba detrás de su compañera.
Al mismo tiempo, Beelzebub
consiguió apartar a uno de los gigantes y, cual rinoceronte en plena embestida,
se dirigió, junto con Bel, quien se subió a su espalda al verlo pasar cerca de
ella, al mismo lugar en el que se encontraban As y Levi.
En ese momento, Levi unió ambas
manos dando una palmada que provocó que una ola de unos doscientos metros de
alto y largo apareciese delante de ella, abalanzándose sobre los gigantes,
tigres, apóstoles y las casas de la zona.
-¡Cuidado! –exclamó Philip poco
antes de que la gran masa de agua impactase sobre ellos y destrozase todo lo
que encontraba a su paso.
Lo que quedó después fue
escombros cubiertos de líquido elemento junto a los cuerpos destrozados de los
autómatas creados por Thomas. No se veía a los apóstoles por ninguna parte.
-No bajéis la guardia –aconsejó
Levi, observando su alrededor.
-En cualquier caso, te has
pasado, Levi –dijo Asmodeus-. Menos mal que estamos en la realidad de Mammon,
de lo contrario habrías sido reconocida como desastre natural.
-¡As! –le avisó Beelzebub.
-¡Ups! –el pecado de la lujuria
se llevó una mano a la boca, mirando de reojo a su compañera.
-No voy a molestarme por algo
como eso, tranquilos –indicó la demonio-. Aunque me fastidia un poco que
penséis de esa manera sobre mí.
-No es que pensemos de esa
manera. Bueno, no exactamente. Al ser la mayor de todos, supongo que te
consideramos algo así como la mayor autoridad aquí... –intentó explicar Zebub.
-Ya vienen –le interrumpió ella.
De repente, un individuo salió
del agua. Éste presentaba una musculatura mucho más grande en brazos y torso,
lo que contrastaba con el tamaño normal de su cabeza y mitad inferior. Además
de eso, estaba rodeado por un aura blanca.
-Philip... –dijo Asmodeus con
cara de asco-. Qué poco erótico...
-Yo tampoco me siento muy a gusto
con esta forma. Por no decir el desgaste que supone para alguien de mi edad.
-Quizás morirte te pegaría más
–sugirió el pecado de la lujuria.
-Lo tendré en cuenta. Pero antes,
tendré que preparar mi comité de bienvenida –respondió el apóstol señalando a
los pecados.
Poco después, se lanzó hacia
ellos, interponiéndose Beelzebub en su camino. Sin embargo, éste fue repelido
hacia un lado por un puñetazo de Philip, quien continuó avanzando como si nada
hasta situarse frente a Levi.
-No me gustaría que volvieses a
hacer algo como lo de antes. Así que será mejor eliminarte primero –declaró el
anciano levantando su brazo derecho. Sin embargo, en lugar de a ella, se golpeó
a sí mismo, seguido este ataque por una patada de Belphegor, que consiguió
derribarlo.
-Puede que hayas aumentado tu
poder. Pero nuestros lazos son más fuertes.
-¡¿Tu crees?! –exclamó una voz al
mismo tiempo que dos sogas se agarraban a los brazos de Asmodeus- ¡Ahora te
haré sentir el poder de vuestros ataques!
Al instante, una corriente de
agua las recorrió a partir del extremo sujeto a Andrew, impactando contra el
demonio sin que este pudiese defenderse y finalizando con una onda de choque
que lo envió contra los escombros, quedando inconsciente.
-¡As-chan! –exclamó Levi.
-Buen trabajo, Andrew. ¿Qué ha
sido de Thomas?
-¡Lo utilicé como escudo para
defenderme de ese tsunami! ¡Murió como un hombre! –contestó el apóstol.
-Que seáis capaces de matar a un
compañero en vuestro provecho. Sólo demuestra lo envenenadas que están vuestras
mentes –se quejó el pecado de la envidia.
-Mientras nuestro señor siga
vivo, volverán. No hay de que preocuparse –comentó Philip.
-¡Aaaaaah! –gritando, Beelzebub,
cuyo tamaño había aumentado aún más, le embistió, arrastrándolo varios metros.
-¡Bel-chan, cuida de As-chan!
–ordenó Levi- Yo me encargaré de éste –señaló a Andrew.
-¡Akira-kun! –exclamó Eri al ver
al medio demonio, quien, tras dejar a Shiina en un lugar seguro, se encaró a
Matthew junto con Reima y Luci.
El apóstol tardó poco en
incorporarse tras recibir el ataque de Reima. Mientras tanto, los escombros que
habían sido elevados por el agujero negro, volvían a la superficie.
-¡Oh! ¡Pequeño discípulo! ¡Parece
que has conseguido superar mi gran prueba! –dijo el pecado del orgullo,
refiriéndose a Akira.
-¿Su gran prueba? –los demás se
quedaron extrañados al escucharle.
-Ah, así que por eso se había ido
con Luci.
-Eso creo –respondió Akira a la
pregunta de Luci-. Ahora podré demostrar si realmente ha servido de algo.
“-¿Un
favor? –preguntó Luci.
-Sí –dijo Akira, con mirada decidida-. Me gustaría que me hicieses más
fuerte.
-¿Por qué?
-Quiero ser alguien en quien ella pueda buscar apoyo siempre que lo
necesite.
-Ella, ¿eh? Supongo que te refieres a Eri.
-¡¿Qué?! ¡Y-yo no he dicho nada!
-¡Oh, yo lo sé todo! ¡Soy el mejor! Es por eso por lo que me lo estás
pidiendo a mí, ¿verdad?
-B-bueno, en realidad es porque... al ver vuestros recuerdos, me di
cuenta de lo débil que eras entonces y cómo, pese a ello, llegaste a
convertirte en uno de los pecados que luchó contra Chronos.
-Déjame darte un consejo, Akira. La mayor fuerza reside en la seguridad
en uno mismo. Si eres capaz de ello, todos confiarán en ti.
El medio demonio asintió en silencio, pese a que no había recibido una
respuesta positiva a su petición.
-Por ahora, acompáñame, después de hablar con Levi te llevaré a otro
sitio donde existe un método rápido para conseguir poder. Eso sí, no será nada
fácil.
-De acuerdo.
Después de haber completado su recado y de que los demás se dirigiesen
hacia el cuarto creado por Mammon. Luci y Akira fueron a una habitación más
pequeña donde había una armadura en el centro, dispuesta encima de una silla.
Ésta era de color azul oscuro y sólo cubría la parte de arriba del cuerpo. En
el centro del pecho había sido insertado un cristal redondo de un color azul
más claro que el de la indumentaria.
-¿Voy a tener que ponérmela? –preguntó el joven al verla.
-Exactamente. Esta pequeña es de las pocas cosas que se han conseguido
rescatar de la guerra contra Chronos. La última armadura que Mephisto creó
antes de morir: Chrysalis.
-¿Mephisto? ¿El mismo que fabricó la tuya?
-Así es. Aunque no es tan buena como la mía. Tampoco se pegará a tu
cuerpo de por vida por lo que, en ese aspecto, puedes estar tranquilo. Eso sí,
como no consigas superar la prueba a la que te someterá, morirás aplastado.
-¿Aplastado?
-Ya te dije que no sería fácil. Si quieres conseguir poder en poco
tiempo, necesitas poner tu propia vida en juego. Todavía estás a tiempo de
retirarte.
El chico observó el objeto con expresión seria y tragó saliva.
-No voy a rendirme. Me pondré la pondré.
-¡Bien dicho!
Tras apartar la armadura para que Akira pudiese sentarse, el pecado del
orgullo se ocupó de ajustarla a su cuerpo.
-Dices que te somete a una prueba pero, ¿por qué la hicieron de esa
forma?
-Digamos que Mephisto no la diseñó para que fuese llevada sino para
potenciar las habilidades individuales de cada uno. Por eso es perfecta para
este caso.
-¿Y a qué clase de prueba me tendré que someter?
-No llegué a preguntárselo al único que se la puso pero, al terminar de
fabricarla, Mephisto dijo que uno debía enfrentarse a sí mismo si quería
sacarle todo su potencial a la armadura. El resto supongo que lo tendrás que
descubrir por ti mismo –sentenció Luci, haciendo los últimos ajustes y
situándose frente al chico- ¡Que tengas suerte!
De repente, la imagen del pecado desapareció, volviéndose todo oscuro
hasta que el escenario se transformó en su propio instituto, sorprendiéndole.
-¿Qué hago aquí? –preguntó a la vez que se daba cuenta de que ya no se
encontraba sentado ni llevaba puesta la armadura. Es más, ni siquiera vestía la
misma ropa, sino que ésta había sido sustituida por su uniforme.
Otro detalle era el hecho de que no había
nadie en los pasillos y, si intentaba mirar por la ventana, un escenario
completamente blanco se mostraba ante él, como si no existiese nada más.
Intrigado y con la guardia alta por lo que
pudiese suceder, caminó hacia delante hasta llegar a una de las aulas, abriendo
la puerta y encontrándose con que tampoco había nadie dentro de ésta.
-¿Qué significa esto? –se preguntó girando
la vista a su alrededor, siguiendo las filas de mesas y sillas así como
dirigiéndola a la pizarra que se encontraba en uno de los extremos. Ningún
hecho más que le pareciese fuera de lo normal.
Fue entonces cuando escuchó unos pasos a su
espalda y alguien entró por la puerta. Al volverse, descubrió a Eri.
-¿Eri? ¿Qué haces aquí? –preguntó extrañado.
-¿A qué te refieres? ¿No habíamos quedado
aquí?
-¿Eh? ¿P-para qué?
-¿No te acuerdas? El otro día me llamaste
para que tuviésemos una cita al salir de clase.
-Ah... –aquella información le resultó
difícil de procesar, quedándose con la boca entreabierta y completamente
inmóvil.
-¿Akira-kun?
-E-espera un momento... –dijo, dándole la
espalda e intentando organizar su mente. ¿Qué quería decir con tener una cita?
¿Como pareja? ¿Qué tenía que ver esto con enfrentarse a uno mismo?
Tras uno segundos de deliberación, consiguió
entablar conversación.
-Con cita, ¿te refieres a una cita de
verdad?
-¿De verdad? ¿Existen de otro tipo?
-Quiero decir... ¿somos p-pareja...?
–preguntó tímidamente.
-Estás un poco raro. Por supuesto que lo
somos. ¿Acaso tampoco te acuerdas de cuando me pediste salir?
-C-claro... –respondió por acto reflejo.
Aquello parecía más un sueño que una prueba. Y un sueño de los buenos.
-Vamos, que se nos hace tarde –dijo ella,
cogiéndole de la mano y tirando de él.
Entonces, el escenario cambió cuando
atravesaron de nuevo la entrada de la clase, apareciendo sentados en un
restaurante con comida enfrente de cada uno. Eri hablaba animadamente, contando
anécdotas cotidianas.
-...esas dos siempre están discutiendo. Le
he dicho a Shiina que no sea tan dura con Luka pero dice que no aprenderá de
otra forma. ¿Qué opinas, Akira-kun?
-Eh... lo siento... estaba distraído...
-Eso no es propio de ti, ¿ha ocurrido algo
hoy? Sabes que puedes contármelo –sugirió ella, sonriendo.
Una ola de felicidad inundó el corazón del
joven. Sabía que aquello no era real pero no podía evitarlo. Aquella situación,
que parecía tan normal, era probablemente lo que más había desead. Tener el
valor y la oportunidad de estar con ella. Incluso si era una mentira, no había
nada de malo en disfrutarla, ¿verdad?
-¿Estás seguro de que serías capaz? -una voz
surgió de la nada y, poco después, una cuchilla atravesó el pecho de Eri,
salpicando de sangre tanto la comida de ambos como a Akira- Si no puedes
ayudarla, ¿cómo planeas que algo así suceda?
-Ah... ah... –la voz del medio demonio
tembló al ver el cuerpo inerte y ensangrentado de la súcubo devolverle la
mirada con ojos vacíos.
-No eres lo suficientemente bueno. Por eso
no puedes superar tus límites...
Antes de que pudiese reaccionar, volvió a
aparecer en el instituto, en el mismo sitio donde había empezado aquella
visión. Ya no había salpicaduras de sangre y Eri tampoco estaba.
-Esto es... no puede ser... –teniendo un mal
presentimiento, Akira corrió hacia la misma aula, encontrándosela otra vez
vacía. Poco después, Eri hizo acto de presencia.
En ese momento, sin mediar palabra, el chico
la cogió de la mano y continuó su carrera por los pasillos.
-¡¿Akira-kun?! ¡¿Qué ocurre?! –exclamó ella
mientras intentaba seguir su ritmo.
-¡Te lo contaré cuando estemos en un lugar
seguro!
Instantes después estaban en el restaurante,
sentados uno frente al otro. La única diferencia con respecto a la vez anterior
era la confusión dibujada en la expresión de Eri.
-¿Estás bien, Akira-kun?
Apretando los dientes y haciendo caso omiso
de su pregunta, el medio demonio cogió su mano de nuevo y se dirigió a la
salida.
Una vez fuera, se dio cuenta de que, a igual
que en su instituto, no había nadie en la calle. De hecho, no había tenido
tiempo de fijarse, pero probablemente también había sido así en el restaurante.
Sin detenerse a pensar mucho en ello,
continuó calle abajo hasta que llegó a un cruce. Justo cuando se disponía a
tomar una decisión, Eri le soltó la mano, haciendo un movimiento brusco.
-¡¿Me puedes decir ya qué está pasando?!
-¡Alguien quiere matarte! ¡Por eso tenemos
que irnos! ¡No hay tiempo que perder!
-¡¿Matarme?! ¡Pero, ¿por qué?!
-¡P-porque...!
¿Qué podía decirle exactamente? ¿Porque era
una prueba que tenía que superar? ¿Mentirle diciéndole que un apóstol quería
matarla?
-Las dudas son parte del débil –dos
cuchillas atravesaron el vientre y el pecho de Eri, mientras la desconocida voz
hablaba-. Así sólo conseguirás que muera.
-¡Ah! ¡Aaah! ¡Aaaaaaaah! –gritó Akira,
cayendo de rodillas sobre el suelo del instituto.
Otra vez el mismo escenario. Otra vez la
misma historia. Quizás, si se quedaba en ese pasillo y no iba al aula, algo
cambiaría. Es posible que sólo ocurriese si estaba junto a ella.
-¿Akira-kun? No habíamos quedado en el aula.
Por supuesto que no. No iba a ser tan fácil.
Pues ella seguiría encontrándole independientemente de las acciones que tomase.
Fue entonces cuando decidió echar a correr.
Alejarse de ella en un intento desesperado por separarla de su maldición.
-Qué estupidez... –declaró la voz,
provocando que el chico volviese la vista justo para ver a Eri siendo cortada
por la mitad.
Con lágrimas en los ojos y desesperación en
la mirada, Akira volvió una vez más al punto de partida.
Desde fuera de aquella visión, Luci observaba
cómo la armadura apretaba cada vez más fuerte el cuerpo del medio demonio.
-Esto no me gusta. Si sigue así, morirá.
-¡Luci! ¡Tenemos problemas!
-¡¿Mammon?! –se sorprendió el pecado al ver
a su compañera aparecer en una pantalla flotante recién salida de la nada.
-¡Los apóstoles han creado una conexión
entre mi realidad y la verdadera! ¡Los demás ya han ido a enfrentarse a ellos
pero puede suceder cualquier cosa!
-Me encuentro en una situación un poco
complicada ahora mismo –intentó explicar.
-¡Esto sí es complicado! ¡Mueve ese culo si
no quieres quedarte sin él! –contestó ella, desapareciendo la pantalla.
-Buff... –el pecado del orgullo se cruzó de
brazos, exhalando un largo suspiro- Me temo que no voy a poder seguir
vigilándote durante mucho más tiempo, amigo...
Había perdido la cuenta de las veces que
ella había muerto delante de sus ojos. Y, lo peor de todo, es que nunca
conseguía acostumbrarse a algo así. Conforme transcurrían las mismas escenas,
su ánimo disminuía, así como su capacidad de pensar y actuar. Era un verdadero
infierno.
Además, estaba aquella voz que no dejaba de
recordarle sus debilidades.
Quizás, hubiese sido mejor arrancarse los
sentidos o morir allí mismo.
-Sigues siendo débil. Intentaste entrenar y
hacerte más fuerte para protegerla, para apoyarla, pero fue sólo una excusa
para esconder tu miedo a no ser capaz de conseguirlo. Como tampoco pudiste
evitar que tu padre fuese un criminal y acabase muriendo. Sí, todo porque eres
demasiad débil.
Estaba en lo cierto. Era demasiado débil.
Incluso si había mejorado, al final tuvo que ser salvado por Luci. Ni en broma
sería capaz de estar a la par con un apóstol. No servía para nada.
-La mayor fuerza reside en la seguridad en
uno mismo... –susurró, acurrucado en la pared de uno de los pasillos.
Ése era el consejo que le había dado Luci.
Si uno tenía fe en sus habilidades, conseguiría ser más fuerte.
Al fin y al cabo, él lo sabía mejor que
nadie. Había sido considerado un demonio débil y sin ninguna habilidad,
entrenando para hacerse más fuerte. E incluso después de perder a Chaos, su
propio padre y creador, continuó luchando para hacer frente a Chronos.
-Confianza en mí mismo, ¿eh?
-¿Akira-kun? ¿Qué haces aquí? ¿No habíamos
quedado en el aula?
Al levantar la cabeza volvió a verla, con
esa aura brillante que la rodeaba y que tanto le había atraído, con su
amabilidad y capacidad de sacrificio por sus seres queridos, por todos aquellos
sentimientos que, desde que la conocía (sobre todo, después de empezar a luchar
a su lado), se habían profundizado aún más.
En ese instante encontró su resolución,
levantándose y cogiéndola de la mano.
-Pase lo que pase, estaré a tu lado.
-¿Eh? –se sorprendió la súcubo.
-¡Oye! ¡Voz de las narices! ¡No sé quién
eres y no me importa! ¡Pero si quieres venir a por nosotros, da la cara y
lucha! ¡Te haremos frente con lo que haga falta!
-Oh, parece que has dejado tus dudas atrás,
¿eh?
Sintiendo una presencia cerca de ellos, el
chico se transformó y apartó a Eri hacia un lado, recibiendo el corte en su
lugar. Por suerte, su grueso brazo sirvió de escudo contra el arma, que quedó
clavada en éste.
El usuario de la cuchilla era una sombra
oscura cuya silueta representaba a alguien muy conocido: él mismo.
-Así que a esto es a lo que se refería con
enfrentarse a uno mismo, ¿eh?
Contrayendo la musculatura, rompió la
cuchilla, golpeando a su adversario con el otro brazo. Éste, sacó otro par de
cuchillas, una en cada mano, y se lanzó de nuevo contra Akira, realizando un
corte detrás de otro. El medio demonio, sin inmutarse por los ataques
recibidos, destruyó sus armas con un par de golpes. Entonces, la sombra optó
por pasar a su lado y dirigirse hacia Eri, sin embargo, se topó con él, quien
lo cogió con su brazo derecho y lo lanzo contra la pared, agarrándolo del
cuello poco después.
-Jaja, ¿crees que serás capaz? –preguntó.
-¡Lo seré!
-Eres débil...
-¡Ya no! ¡No volveré a dudar de mí mismo!
¡Soy mejor que tú y seré mejor todavía! ¡No te necesito!
Apretando su cuello con todas sus fuerzas,
despertó en la habitación a la que había entrado con Luci, quien ya no estaba
allí. La armadura se separó de su cuerpo, cayendo al suelo, mientras que él
arqueó la espalda hacia delante, intentando recuperar el aliento.
Había superado la prueba y había
sobrevivido. Se sentía aliviado y orgulloso de sí mismo.
-¿Dónde está Luci? –preguntó una vez estuvo
lo suficientemente despejado como para darse cuenta de lo que sucedía a su
alrededor-. Quizás haya pasado algo...
De repente se escuchó el ruido de una pared
destruyéndose a lo lejos. Levantándose de la silla, miró una vez más a la
armadura y cruzó la puerta de la cámara”
-¡Reima!
¡Lánzame un ataque de fuego! –pidió Akira.
-¡¿Estás seguro
de esto?!
-¡No lo he
estado más en toda mi vida! –declaró sonriente mientras se erguía sobre sus
piernas y situaba los brazos formando una cuña.
Entonces, su
compañero le lanzó una llamarada, la cual comprimió entre sus dos manos.
-¡Charge!
–gritó, a la vez que su cuerpo quedaba cubierto de electricidad- ¡Gracias!
¡Eri! ¡Hay una cosa que quiero que sepas! –sorprendiendo a la joven, trasladó
dicha energía a uno de sus brazos- ¡Estoy enamorado de ti!
Lanzando una
fuerte descarga eléctrica hacia Matthew, el apóstol fue enviado contra la pared
que había detrás de él, sufriendo una colisión.