De una patada a su pecho, Kareth consiguió hacer retroceder a Detz, quien se transformó y agarró de la pierna al chico, lanzándolo contra una de las paredes de la sala.
En otras circunstancias, eso habría sido un duro golpe, pero su último entrenamiento le hizo mantener el equilibrio en mitad del aire, logrando así apoyar los pies en la superficie vertical e impulsarse hacia el líder del proyecto Gaia, asestándole un puñetazo que fue fácilmente detenido por éste.
Su contraataque no se hizo esperar y, con su mano libre, arremetió contra el joven, quien se agachó para esquivarlo y dirigió su talón hacia el mentón del hombre, elevándolo en el aire. Entonces, saltó tras él y continuó con una serie de puñetazos a su abdomen que sentenció con otro talonazo en el centro de su cráneo, arrojándolo de nuevo contra el suelo y levantando con ello una gran cantidad de polvo y escombros.
Ahora tenía vía libre. Pensó mientras corría hacia Nara. Pero, para su desgracia, un rayo de energía rojiza se cruzó en su camino y le hizo detenerse. Aunque éste era más pequeño que otros que había visto antes, supo que, de haberle alcanzado en un punto vital, hubiese significado su muerte.
No contento con ello, su adversario disparó más proyectiles, obligándolo a desplazarse en dirección contraria para así evadirlos.
-¡No creerías que te lo iba a poner tan fácil! –exclamó Detz, apareciendo a su lado, casi como salido de la nada, y acometiendo contra Kareth por uno de sus costados, haciéndole rodar por tierra hasta que pudo ponerse en pie de nuevo, con una mueca de dolor en su rostro.
Mientras tanto, Unum y Kai seguían con su particular combate, con el primero protegiéndose de los ataques del segundo, gracias a una plataforma de hierro que había creado a partir de varios de sus mecheros.
Los ataques eléctricos se sucedían uno tras otro mientras se combinaban con los poderes de Hel, sin pretender dar tregua al descendiente. Y fue al término de uno de ellos cuando finalmente consiguió que bajase la guardia, aprovechando el electromagnetismo de End para atraer la plataforma hacia sí durante unos instantes que utilizó para atacar con varios cortes llameantes, los cuales impactaron contra una gran llamarada producida por Unum y otro de sus encendedores.
-¡Vas a tener que trabajártelo más para vencerme con fuego! –declaró, mientras dividía las llamas en diferentes corrientes que se precipitaron sobre el chico desde todos lados, habiendo de cubrirse con la armadura de su invocación- ¡Aún no he acabado! –continuó, mientras le arrojaba otra plataforma de hierro, transformada esta vez en una lanza, candente por la alta temperatura a la que había sido expuesta, que fue penetrando poco a poco su defensa.
-¡Maldita sea! –se quejó el nigromante, quien, en un intento desesperado por librarse del objeto, desvió su trayectoria al magnetizarlo contra el suelo.
Pese a ello, había quedado desprotegido contra las llamas, por lo que ordenó rápidamente que las espadas, ayudadas por el poder de Hel, realizasen un potente corte con el que logró acabar con la técnica de Unum, salvándose por los pelos.
-¡Oh! ¡Nada mal! –se sorprendió el descendiente, aunque en él pudo notar un gesto de desdén- ¡Me pregunto si serás capaz de repetirlo!
Momentos después, se hallaba en mitad del aire, condensando una pequeña cantidad de líquido en una masa redonda que emitía vapor. De ella, surgieron multitud de gotas, formando una lluvia que se precipitó sobre Kai, quien corrió hacia un lado para evitar ser congelado.
-¡Primer espíritu: Kagami! –exclamó, desviando algunas de ellas- ¡Octavo espíritu: Sázam! –esta vez aumentó la velocidad de su cuerpo, situándose detrás de Unum para inmovilizarlo, aunque sin éxito, ya que éste interpuso una plataforma de hierro entre los dos- ¡Tercer espíritu: Etheria! –continuó Kai, tocando dicho objeto y devolviéndole la forma de varios mecheros, tras lo que dirigió una patada a la mandíbula de su adversario, seguida de una coz a su abdomen, con la que lo lanzó de espaldas a tierra.
Unum no tardó en recuperarse, arrojando lo que quedaba del líquido sobre el nigromante, que, tras incorporarse de la patada, apenas tuvo tiempo para esquivarlo, salpicándole algunas gotas en uno de sus tobillos y provocándole graves quemaduras.
-¡Ugh! –se quejó el chico, arrodillándose en el suelo con expresión de dolor y cojeando poco después, al levantarse.
-¡Así jamás conseguirás vengar a nadie! –se burló Unum.
-Dime, First, ¿de verdad no queda nada dentro de ti que te recuerde tus sentimientos por May?
-¿Recuerdos? Claro que los tengo. Eso no significa que me importen.
-Entonces, ella ya no significa nada para ti...
Ante aquella afirmación, Unum se quedó callado. Por su aspecto, dio la sensación de que dudaba en su respuesta.
-¡¿Esa chica?! ¡Antes preferiría a una rata de cloaca! –sentenció.
-Supongo que ya no queda nada de quien una vez fuiste. Si es así, me encargaré de liberarte para que, una vez muerto, vuelvas a ser él mismo.
-¡Cállate! –gritó el descendiente, descargando una lluvia de lanzas sobre él.
Kai intentó desviarlas todas con Kagami, pero, pese a lograrlo al principio, su contrincante retomó el control de algunas, desplazándolas hasta su espalda y clavándoselas en un costado, pierna y una última en el hombro izquierdo, volviendo a hacer que se arrodillase.
-¡Se acabó! –sonrió el descendiente mientras se preparaba para quemarlo vivo.
Casi al mismo tiempo, Kareth continuaba esquivando los rayos de Detz, buscando hueco para contraatacar. Sin embargo, no era una tarea sencilla. Cada vez que creía tener una oportunidad, su instinto le avisaba de que se trataba de una trampa, debiendo reconsiderarlo.
Si seguía así, se le acabaría el tiempo y Gaia acabaría poseyendo el cuerpo de Nara. Entonces, la humanidad desaparecería por completo.
Justo en ese instante, observó la situación en la que se encontraba su amigo, quien estaba a pocos segundos ser calcinado bajo el poder de Unum. Ahí fue cuando se le ocurrió una idea. Sería complicada de llevar a cabo, pero, si concentraba todo su poder en sus piernas, quizás lo consiguiese.
Con ello en mente, esprintó hacia un área cercana al combate entre los otros dos, situándolos en el campo de visión de Detz. Acto seguido, esperó al momento en que le lanzase otro rayo y saltó al frente, esquivándolo a tiempo, de forma que continuase su trayectoria hasta llegar a Unum, que, sorprendido, logró evitarlo, pero se distrajo lo suficiente como para que Kai invocase de nuevo a los Infernos en un fuerte ataque que hizo salir despedido a su adversario.
-¡Gracias, Kar! –agradeció.
Sin pararse a responder, Kareth se lanzó contra Detz, brevemente ensimismado con su propio error, y le propinó un golpe que a duras penas pudo detener, haciéndole retroceder. Posteriormente, encadenó una combinación de puñetazos y patadas que acabaron fatigándole y aprovechó para correr de nuevo hacia el cilindro donde estaba Nara.
No obstante, su empeñó quedó frustrado por el líder del proyecto Gaia, interponiéndose con rapidez en su camino y embistiéndole de tal forma que acabó en el mismo lugar que Kai.
-¡¿Estás bien?! –preguntó el nigromante al verlo.
-Creo que sí... –contestó éste, apretando los dientes- Pero a este ritmo no la alcanzaremos.
De repente, la expresión de Kai cambió. Era como si se hubiese dado cuenta de algo.
-Kar, ¿podrías entretenerlos durante un minuto? Sólo necesito ese tiempo –dijo mientras se sentaba, cruzado de piernas- ¡Décimo espíritu: May! –exclamó, haciendo aparecer a aquella chica de cabello largo y ondulado, quien cerró los ojos mientras se situaba junto a él. Al mismo tiempo, las manos de Hel hicieron desaparecer ambas espadas, abrazando la armadura de End, la cual se encargaba de protegerlos.
-¡¿Un minuto?!
-Confío en ti –declaró el nigromante antes de entrar en una especie de trance.
-¡Oye! ¡Tienes que estar de broma! –se quejó Kareth, girándose hasta tener enfrente a Unum y Detz.
-Esa chica... –murmuró el primero al ver el espíritu de May, lo que provocó que le hirviese la sangre- ¡Desaparece de mi vista! –gritó, sacando varios de sus mecheros, que fueron dispersados rápidamente de una patada por Kareth, prosiguiendo su ataque con un puñetazo a la mejilla al descendiente. Tras esto, esquivó otro disparo de Detz, pasando éste a escasos centímetros de su nariz.
-¡Más te vale darte prisa! –pidió Kareth.
En los territorios del imperio, Jaryl, tras ser el primero en introducirse en la residencia del emperador, ató la soga a la cornisa de una de las ventanas de los pisos bajos.
Acto seguido, hizo una señal a sus compañeros, quienes se agarraron con ambas manos a la cuerda y se desplazaron hasta reunirse con el nómada.
-Bien, la idea es buscar una forma de llegar al subterráneo –comentó Sdren, que iba en el grupo de Jaryl.
-¿No sería mejor esperar a que el grupo de las alcantarillas detone los explosivos? Seguramente, la mayoría de los soldados vaya a ver lo ocurrido. Entonces, sólo tendremos que seguirles –propuso Jaryl.
-E incluso podríamos emboscarles –añadió otro de los Rebeldes.
-No es mala idea. Aun así, ahora mismo estamos en mitad del pasillo. Si no queremos que nos descubran, debemos encontrar un sitio donde escondernos y esperar hasta entonces.
-De acuerdo.
Dicho esto, se pusieron manos a la obra, vigilando cada rincón desde donde pudiesen sorprenderles los soldados del imperio.
-¿Cómo estás, Jaryl? –murmuró Sdren.
-¿Cómo estás? ¿A qué te refieres?
-Lo de que tu compañero haya ido a la batalla. No te lo tomaste demasiado bien, ¿cierto?
-Will ha sido mi amigo desde que tengo memoria. Juntos hemos hecho tantas cosas, que ni puedo contarlas. No puedo evitar tener miedo, incluso si intento no pensar mucho en ello.
-Lo comprendo. He perdido a muchos compañeros desde que estoy con los Rebeldes.
-¿Cómo consigues soportarlo?
-Pensando que sus muertes no serán en vano y esforzándome al máximo por cumplirlo. Quizás no sea la mejor excusa, pero te ayuda a seguir adelante.
Justo en ese instante, se escuchó el ruido de una explosión debajo de ellos.
-Ya ha empezado –dijo Sdren.
-¡He encontrado una habitación! –exclamó otro de los Rebeldes, golpeando la puerta para abrirla y descubriendo a tres soldados imperiales dentro, asustados y sorprendidos tanto por la explosión como por los intrusos.
-¡Matadlos! ¡Rápido! –ordenó Sdren, apartando a su compañero, a la vez que sacaba su arma y la clavaba en el cuello de uno de los soldados.
Reaccionando a la situación, los otros dos se dispusieron a contraatacar, sin embargo Jaryl fue más rápido, acabando con sus vidas antes de poder hacer nada.
-¡Cerrad la puerta!
Apenas medio minuto después, escucharon pasos procedentes del pasillo donde acababan de estar.
-Creo que van en dirección opuesta adonde íbamos nosotros –susurró Jaryl.
Así pues, una vez consideraron que se habían alejado lo suficiente, salieron de allí y los persiguieron.
-¡Vamos, perrito! ¡Ven, perrito! –en mitad de la batalla entre las tres potencias, Yorus llamó la atención de Naithan. Por desgracia, aunque éste cayese en sus provocaciones, en el momento en que Razer intentaba recoger su estoque, la atención volvía a él, impidiéndoselo.
-¡¿Quieres estarte quieto?! –se quejó el líder de los Rebeldes.
-¡Aaah! –gritó Yorus, lanzándose contra él con intención de golpearle con su doble martillo. Sin embargo, habiendo aprendido de lo que era capaz la fuerza del hombre, el Eraser utilizó sus garras para levantar tierra y así cegarlo, ganando tiempo para reunir energía en su boca y lanzarla contra él.
Pese a no recibir él mismo el impacto, no pudo evitar que su arma fuese casi desintegrada, escapando de entre sus dedos la mitad de ésta y cayendo a tierra con un golpe seco. Tras esto, Naithan le propinó un manotazo que le hizo salir despedido por los aires.
En ese momento, Will volvió con uno de los vehículos rebeldes. Sus dueños, probablemente, ya caídos en combate.
-Lo he traído –dijo el nómada.
-¡Bien! ¡Ahora sólo falta que ese idiota me deje recoger de una vez mi estoque! –contestó enfadado Razer.
-Yo me encargo –declaró Will mientras arrancaba el motor y rodeaba al Eraser, sujetando una de sus espadas con una mano mientras conducía con la otra.
Así pues, logró infligió pequeños cortes en las extremidades. Muy superficiales, pero lo suficientemente efectivos como para que Naithan lo considerase una molestia.
Siendo distraído por aquella improvisada jugarreta, el emperador no vio venir un martillo volando hacia su clavícula, golpeándole con tal fuerza que cayó de espaldas, despejando el camino hacia el estoque.
-¡Will! –gritó Razer mientras recuperaba por fin su arma, a lo que el nómada respondió asintiendo con la cabeza y conduciendo el coche hasta situarse junto a él.
Mientras el Eraser trataba de incorporarse, el líder de los Rebeldes disparó a su cuello el gancho de su pistola, recogiéndolo lo suficiente como para iniciar un ligero balaceo, que fue incrementándose con el movimiento de la bestia al intentar quitárselo. De esa manera, logró dar la vuelta a su alrededor, haciendo que la cuerda formase un lazo que sólo faltaba asegurar. No obstante, nada más tocar tierra, un movimiento brusco de Naithan lo tumbó, dejándole a disposición del monstruo y obligándole a soltar el arma.
Entonces, el monstruo levantó su pata, dispuesto a acabar con su vida.
-¡No llegaré a tiempo! –exclamó Yorus, intentando recoger el martillo para volver a lanzárselo.
Instintivamente, Razer alzó su mano para protegerse, pero alguien se puso en medio y recibió el golpe en su lugar.
Se trataba de Will, quien había saltado del coche, anticipándose a los movimientos del Eraser, y cuyo pecho fue atravesado por una de sus enormes garras, dejando perplejos tanto al líder de los Rebeldes como a Yorus.
-Dile a Jaryl... que lo siento... –fueron sus últimas palabras, antes de que la bestia se deshiciese de su cuerpo, arrojándolo a un lado.
“Cuando Kai abrió los
ojos, se vio de nuevo en el más allá. Frente a la fuente donde estaba el
holograma de su planeta.
No estaba solo, ya que
a cada lado del monumento se encontraban los Infernos con los que todavía no
había formado contrato. Un golem de tierra de aproximadamente tres metros y un
par de cuernos sobre su cabeza, y una serie de grandes y largos tentáculos cuya
cantidad no dejaban ver el núcleo del que se originaban.
-Así que has venido para
hacer un contrato con nosotros –dijo el que, bajo el mando de Tribus, había
sido Sead.
-Así es. Y tengo poco
tiempo, así que agradecería que fuese rápido –explicó Kai.
-¿Qué te hace pensar
que aceptaremos? Nosotros sólo luchamos por quienes merecen la pena.
-Si lucháis a mi lado
os mostraré un poder que salvará el mundo.
-¿Un poder que salvará
el mundo?
-El poder de Jared.
-Comprendo. Entonces
estás preparado para usarlo. Si es así, estamos en tus manos. Dinos tu nombre y
el nombre por el que nos invocarás.
-Mi nombre es Kai. En
cuanto a vuestros nombres... me gustaría que conservarais los últimos que
tuvisteis.
-Que extraño. Es la
primera vez que alguien nos pide eso.
-Considéralo una forma
de recordar a vuestras anteriores dueñas.
-¿Y por qué querrías
recordarlas?
-Porque, aunque fueron
mis enemigas, no tenerlas en cuenta sería lo mismo que dejar de lado a quien
una vez fue mi amigo.
-Los humanos sois
extraños... pero como desees...
Dicho esto, Kai desvió
la vista hacia Gem.
-¿Él no está de
acuerdo? No ha dicho nada –comentó.
-No te preocupes por
él. Nunca habla.
-Ah...
Confuso, se despidió de
los Infernos, quienes desaparecieron dejando que Jared ocupase su lugar.
-Me alegro de que hayas
logrado formar contrato con todos.
-Ya he cumplido con lo
que me pediste. Ahora, préstame tu fuerza.
-Siento que tengas que
hacer esto, Kai.
-Ya me pediste perdón
la última vez. Recuerda que también es algo que quiero hacer yo. Limítate a
cumplir con tu parte del trato.
-Lo haré.
-Volveremos a vernos....”
Habiendo inutilizado a Unum durante unos segundos, Kareth embistió a Detz poco después de esquivar su ataque. Incluso si Kai estaba protegido por dos Infernos y un espíritu, no había certeza de que no sufriese daños en caso de que un rayo de energía lo alcanzase.
Su enemigo ni se inmutó al recibir el placaje, agarrándolo de uno de sus brazos con la intención de estamparlo contra el suelo. Por suerte, el chico ya había reunido toda su fuerza en las piernas, manteniendo el centro de gravedad y evitando ser levantado. Desde ahí, utilizó el peso de su adversario en su contra y lo obligó a hacerse hacia delante para después, con su espalda como apoyo, traccionar de la extremidad hacia abajo y aplicarle una llave de forma que su adversario terminase en el suelo y boca arriba.
Acto seguido y sin soltarle el brazo, se dispuso a golpearle en la nariz con su otro puño, pero éste fue detenido por la mano libre de su contrincante, que levantó ambas piernas, situando una a cada lado de su cabeza, en tenaza, y realizando un movimiento en parábola inversa, hasta hacer que ésta chocase contra tierra.
Mientras se reincorporaban, Unum volvió al combate, provocando que Kareth se pusiese sobre aviso, decidiendo destruir de un puñetazo parte del suelo para así alejar a Detz, y después, mediante un giro de 180º hacia su izquierda, recoger con su mano pequeños escombros y arrojarlos contra el descendiente, quien se defendió con una de sus plataformas.
Tras esquivar el contraataque de Unum por medio de una acrobacia, el joven se dirigió de frente hacia él, distanciándose del líder del proyecto Gaia. Sin embargo, viéndose venir su ataque, forjó un gran puño metálico con el que lo acometió, obligándole a desplazarse a un lado, donde recibió una gran llamarada.
-¡Aaaaaagh! –gritó de dolor el chico, rodando por el suelo, con quemaduras por todo el cuerpo.
-¡Jajajaja! ¡Has caído en mi trampa! –se rió Unum, aplaudiendo su propio chiste.
-He de reconocerlo, Kareth. Has mejorado mucho. Pero, al final, la justicia siempre gana –afirmó Detz.
-¡¿Justicia?! ¡Ja! ¡Sólo consideráis justo lo que se adapta vuestra forma de pensar! ¡¿Acaso los demás no merecen también justicia?!
-Es demasiado tarde. El daño que han causado es irreparable.
-No. Todavía se puede arreglar... –declaró el joven, convencido, a lo que el hombre respondió negando con la cabeza.
-¿Hasta cuando piensas seguir soñando? Deja atrás las utopías. Ésta es la realidad.
-¡Que tú no lo consiguieses, no significa que los demás tengamos que darnos por vencidos!
-Entiendo –suspiró el científico-. Te demostraré lo equivocado que estás –continuó, apuntando con su mano a Kai y disparando de nuevo.
-¡No lo permitiré! –exclamó Kareth, interponiéndose en la trayectoria del proyectil, que penetró en su abdomen y formó un pequeño agujero por el que comenzó a brotar sangre. Pese a ello, aún tuvo la fuerza de voluntad para correr hacia ellos, ignorando un segundo disparo que atravesó su costado derecho, cerca de las costillas, y atacando a la desesperada a Detz, que no tuvo más remedio que protegerse de sus golpes.
-Yo me encargó del otro –indicó Unum mientras hacía que varias lanzas apuntasen al nigromante, encontrándose cara a cara con el espíritu de May, que se había situado en medio, con los brazos extendidos.
-¿Qué haces? ¿Protegerle? Eres un espíritu. Las lanzas pasarán a través de ti como si fueses aire –se rió el descendiente, cuyas palabras cayeron en oídos sordos, ya que la chica se mantuvo quieta, mirándole fijamente. Aquello consiguió irritarle.
-¡Deja de mirarme así! –gritó mientras daba la orden para que sus armas se precipitasen sobre su objetivo.
Entonces ocurrió lo inesperado. Durante unos segundos, Unum dudó. Ni siquiera él mismo se dio cuenta, pero la velocidad de su ataque se redujo poco antes de atravesar a May.
En otras circunstancias, aquello no habría significado nada, pero, ese tiempo fue el necesario para que Kai acabase de establecer su contrato con Jared.
Así pues, todos pudieron ver cómo un aura de color negro rodeaba al nigromante, reflejando las lanzas, que cayeron al suelo, inmóviles. La intensidad de su poder era tal, que lo único que pudo hacer el resto de los presentes fue cubrirse los ojos.
Finalmente, dicha aura se disipó, dejando como resultado a un joven ataviado con una gabardina y capucha oscuras que tan sólo dejaban ver la mitad inferior del rostro.
Su brazo izquierdo se había transformado en una garra del mismo color que su ropa, rodeado por el aura que antes había cubierto su cuerpo. Por otro lado, su mano derecha, de aspecto humano, asía una espada, también del mismo color.
-¡¿Qué es eso?! –alcanzó a decir Unum, antes de que la espada atravesase instantáneamente su corazón.
Cayendo al suelo de rodillas, la expresión del descendiente era de incredulidad; y así se mantuvo hasta que todo su cuerpo se desplomó.
Poco después, Kai se agachó junto a él y situó su mano izquierda sobre el cadáver, apareciendo de pie sobre éste un espíritu con su misma forma, sólo que su expresión era afable y sonreía agradecido.
-Veo que te has vuelto más fuerte, Kai –dijo el espíritu de First.
-Ha sido gracias a ti.
-¡Ja! ¡Mentiroso! ¡No he hecho más que causarte problemas! –replicó- Y pese a todo, me has hecho volver a quien una vez fui. Aunque haya sido en mi muerte. Gracias. Muchas gracias –continuó, derramando lágrimas de alegría.
El espíritu de May se acercó a él, situando sus manos sobre sus mejillas.
-¡May! ¡Lo siento! ¡Lo siento mucho! ¡Por mi culpa tuviste que morir! ¡Fui débil! ¡Incapaz de contradecir aquellas voces en mi cabeza, acabé convirtiéndome en otra persona! No te pediré que me perdones. Sólo espero que la muerte me dé el castigo que merezco, y a ti, el descanso que llevas esperando tanto tiempo –dijo First, tratando de apartarla de él. Sin embargo, la chica se negó a hacerlo y, acercándose lentamente a él, lo besó.
-“Por mucho que cambies, siempre serás tú. Siempre te amaré”. Eso es lo que dice –expresó Kai.
-¡Que puedas querer a alguien como yo...! No lo merezco... –indicó el espíritu, compungido.
Tras esto, May se giró hacia Kai.
-Supongo que esto es una despedida –dijo el chico-. Gracias por haber cuidado siempre de mí, May. Has sido como una hermana para mí. Y siempre lo serás. Ahora, espero que puedas descansar en paz. Y tranquila. Lo que me queda... sabré recorrerlo solo -sonriéndole, ella asintió- Hasta siempre, May, First. Os quiero.
-Hasta siempre, Kai.
Instintivamente, el chico alargó su mano hacia ellos, quienes desaparecieron poco a poco entre haces de luz.
De esa forma, emprendieron su camino hacia al más allá.