sábado, 19 de abril de 2014
Capítulo 7: Padre e hijo
-Parece que no fui tenida en cuenta –comentó Eri algo decaída.
-Ríndete, Ryouta.
-Jajaja. ¡Dejad de decir sandeces y demostradme de lo que sois capaces!
Ryouta placó a su hijo lanzándolo al suelo. En ese momento, Asari, quien tenía su rifle en las manos, disparó al demonio el cual se protegió colocando uno de sus brazos en medio. Varias explosiones se dieron lugar en su extremidad.
-¡Gaah!
-¿Creías que eran balas normales? –preguntó la mujer con expresión orgullosa.
Ryouta golpeó el suelo con ambos brazos provocando que se abriese una grieta en el suelo que se extendió hasta situarse debajo de la profesora.
-¡Direct Fire!
Varias llamas, tomando la forma de espadas, emergieron del suelo, no obstante Asari consiguió evadirlas teletransportandose fuera del alcance de ellas.
-La morte si annida.
Situándose a uno de los laterales del demonio, Derain recitó estas palabras. Acto seguido alrededor de su contrincante aparecieron varias sombras amorfas que se aferraron a él. Ryouta empezó a ser afectado por la presión de aquellas figuras que hicieron que se postrara en el suelo.
-¡Haaaah!
Una espiral de electricidad se elevó alrededor de él alejando a aquellas sombras de su alrededor.
-¡Maldito imp!
-No es la primera vez que me consideran de lo más molesto pero yo que tú gastaría mi tiempo en otras cosas.
Akira volvió a realizar otra embestida contra su padre quedándose ambos con las manos unidas haciendo fuerza hacia lados opuestos.
-Nunca lo entenderás, ¿verdad, Akira? La verdadera naturaleza de ellos...
-¿Cómo es que la venganza te ha corrompido de esta manera?
-Pregúntaselo a aquellas personas que la provocaron.
En los cuernos del padre comenzó a concentrarse electricidad formando una corriente que circulaba entre ambas astas. Tras esto apuntó a la cabeza de su hijo causando que un gran rayo fuese lanzado en su dirección. Akira consiguió esquivarlo por los pelos.
-Bien hecho pero, ¿qué hay de tu amiga?
El rayo se dirigía hacia Eri.
-¡Eri!
Alcanzando la zona en la que se encontraba la chica, se produjo una gran explosión que retumbó por toda la calle, provocando un gran cráter que ocupaba casi todo el parque.
-Eri...
-¡No te preocupes, Akira!
Asari y su alumna se encontraban a salvo situadas en una zona fuera de peligro. La segunda todavía sorprendida por lo ocurrido.
-¡He conseguido teletransportarla antes de que le sucediese algo!
Akira suspiró, tranquilizándose.
-Mal momento para distraerse.
Golpeándolo en la mejilla, Ryouta lanzó a su hijo al suelo. En ese momento Derain se dispuso a atacarlo de nuevo sin embargo el demonio realizó un gran salto, perdiéndose en la oscuridad de la noche...
-Ha escapado... –señaló Asari.
-Padre...
-Chicos, será mejor que salgamos de aquí cuanto antes.
-Sí, larguémonos.
Escuchando los gritos de la gente de la zona, los cuatro decidieron desaparecer.
Momentos después todos se encontraban en el lugar donde Eri había estado practicando su entrenamiento. Derain cogió uno de sus puros y, sentándose en un lugar medianamente apartado.
Akira y Asari hicieron lo mismo mientras que Eri decidió quedarse de pie.
-Akira-kun, tu padre...
No sabía cómo empezar la conversación pese a que quería saber lo que estaba pasando.
-Es de lo más insensato, ¿eh? –dijo el chico con la pretensión de romper el hielo que se había formado tras el combate.
-¿Qué...qué es lo que ha ocurrido?
-Mi padre era un preso en la cárcel subterránea “Cerberos”, hecha específicamente para la retención de demonios.
-¿Una cárcel en la que se encierran demonios?
-Ya lo dijo Reima. Tanto por parte de los humanos como por parte de los demonios los hay que no están de acuerdo con la tregua que impuso. Los demonios se encargan de evitar que los demonios rebeldes disturben esa paz, a su vez, la Inquisición se encarga de custodiar a los humanos que son capturados. Digamos que cada uno tiene su jurisdicción –respondió Asari.
-Ya veo...pero, ¿por qué tu padre fue encerrado?
-Mi padre era un demonio que estaba a favor de la tregua entre humanos y demonios. Luchó para proteger a ambas partes de aquellos que estaban en contra así como de los grupos de humanos que cazaban demonios para venderlos. Llegó a luchar al lado de Reima para mantener el orden entre ambas partes.
Un día se enamoró de una mujer humana. Ella sabía que él era un demonio pero terminó correspondiendo su amor.
Todo se desarrolló de la mejor manera posible. Tiempo después decidieron casarse y, más tarde, terminé naciendo yo.
Aquello era una preciosa muestra de cómo el amor podía superar las barreras entre humanos y demonios. Éramos una familia que se había vuelto un símbolo, un paso adelante hacia el camino de la comprensión. A partir de entonces el número de incidentes disminuyó. Demonios y humanos decidieron entregarse para expiar sus pecados y quedar absueltos. Para poder empezar una vida nueva ya que la paz en verdad era posible. Fueron momentos de auge para establecer completamente la paz. Sin embargo, un día, todo cambió...
Aquel día mi madre comenzó a tratar a mi padre de forma totalmente distinta. Primero empezó mostrándose más distante hacia él, poco a poco empezó a rechazar su compañía, y posteriormente empezó a querer que se alejara de mí. Empezó a llamarlo monstruo o engendro y terminó por apenas pisar la casa que compartíamos.
Mi padre no entendía nada. No sabía por qué había cambiado de esa manera, por qué lo repudiaba de aquella forma. Fue entonces cuando aquel odio dio un paso más hacia adelante...
A mi padre le tendieron una emboscada. Pese a que se defendió como pudo el efecto sorpresa hizo mella en él y tuvo que ser salvado por Reima de la muerte. Los atacantes al parecer habían sido humanos.
-¿Fue eso lo que terminó de provocar su odio por los humanos?
Akira negó con la cabeza.
-Aquello fue algo normal para mi padre. Un nuevo caso aislado de humanos que no apoyaban la tregua.
Por otra parte mi madre terminó alejando a mi padre totalmente de mí. Al ser un niño a veces tenía problemas con mi transformación por lo que llegaba a causar pequeñas quemaduras a mi madre y ella...las utilizó para alegar malos tratos hacia mi padre...
-¡¿Qué?! ¡P-pero eso es horrible! ¡¿Cómo es que la justicia nunca supo que él no tenía nada que ver?!
-Bueno, ya sabes, en principio sólo la Inquisición y los propios demonios tienen constancia sobre la existencia de estos últimos. Fuera de ellos, los humanos que saben sobre la existencia de demonios están muy controlados de forma que son vigilados y capturados en caso de que se observe alguna acción mediante la cual pretendan desvelar la existencia de éstos o atentar contra los mismos, sustituyendo su memoria en el mejor de los casos como ya pasó en nuestro instituto.
Eri asintió ante la respuesta de Akira.
-No había manera de decirle a la justicia que un niño medio demonio le había provocado aquello a su madre por lo que mi padre perdió mi custodia.
Aquello fue un duro golpe para él. Pese a ello todavía seguía creyendo que todo podría solucionarse, que las cosas irían a mejor...
Finalmente, terminó enterándose de la verdad...una verdad que le hizo perder la fe en los humanos.
-¿Qué pasó?
-Mi padre se enteró de que mi madre...había estado relacionada con la emboscada que le tendieron...no directamente...pero básicamente ella fue quien dio toda la información para que pudiesen enfrentarse a él...al fin y al cabo, ¿quién mejor conocía a mi padre que su propia esposa?
Mi padre perdió la razón fue directamente al lugar en el que nos hospedábamos mi madre y yo en ese momento y la atacó. Prendió fuego a la casa y a todo lo que la rodeaba. Todo ser humano que se acercó a intentar apagar el incendio fue reducido a cenizas y, poco después, el número de casas ardiendo se había incrementado considerablemente.
Reima y su equipo llegó y, tras luchar contra mi padre, consiguieron reducirlo, pero para entonces un gran desastre se había producido.
Pese a que consiguieron que aquello se adjudicara a un mero accidente doméstico que se había ido de las manos, la tensión entre humanos y demonios volvió a aumentar dando lugar a que todo volviese a ser como antes o que incluso la situación empeorase. Por no hablar de aquellas personas que podrían haber visto lo ocurrido y a las que no se les había podido sustituir la memoria.
Mi padre fue encarcelado por lo ocurrido. En ese momento el prometía una y otra vez que algún día saldría de allí y se vengaría de los humanos.
Por otro lado, mi madre consiguió sobrevivir milagrosamente al fuego. La teoría más acertada es que, de alguna forma, yo la protegí. Ella quedó en un estado de coma que, después de diez años todavía mantiene.
-¿Tú padre sabe que todavía sigue viva?
Akira negó.
-Se procuró que no supiese nada sobre ello. De lo contrario...
-...
Todo quedó en silencio en ese momento.
-Durante un tiempo, los demonios cuidaron de mí hasta que aprendí a mantener mis habilidades a raya. Más tarde fui adoptado por una pareja humana que se encargó de criarme como tal y sería al mismo tiempo cuando conocí a Reima quien me explicó la relación con mi padre así como lo que sabía sobre su pasado.
A partir de ahí ya no hay mucho que contar. Decidí unirme al equipo de Reima y comencé a hacerles visitas a mi padre y a mi madre. Al primero en un principio para saber su estado, después empecé a contarle cosas sobre mi vida diaria con la esperanza de que pudiese volver a ser quien era...pero fue inútil...hasta la fecha nunca ha cesado de su venganza...
-Vaya...yo...no sabía nada...bueno, hasta hace poco ni siquiera sabía que fueses un medio demonio que ayudaba a “Darkblade”.
-Hay caras que preferimos no mostrar a los demás.
-Te entiendo...
-Sé que algún día conseguiré que entre en razón. No pienso rendirme tan fácilmente pero, tal y como está ahora, lo primero que debemos evitar es que ande suelto.
-...
-Bueno, en cualquier caso me encargaré de avisar para que se limpien el estropicio que hemos causado –dijo Asari-. Nos vemos.
Acto seguido desapareció de nuevo entre las llamas.
-Derain...
-Sí, sí, yo continuaré haciendo mi papel como sustituto. Sería muy sospechoso que dos profesores comenzasen a faltar a su trabajo.
Akira asintió.
-Yo también quiero ayudar –declaró Eri.
-Imposible. Ya has visto lo que casi te pasa. Actualmente no tienes la suficiente habilidad como para meterte en combates. Ni siquiera puedes canalizar tu propio poder.
-Pero...
-No. No quiero que te pongas en peligro y mucho menos por esto. Cuando estés capacitada entonces no habrá problemas pero tendrás que seguir entrenando hasta entonces.
-...
-Yo también me marcho. Me dirigiré a “Cerberos” para ver si ya tienen algún dato sobre lo ocurrido.
-De acuerdo –respondió Derain-. Yo me encargaré de acompañar a la chica.
Tras esto Akira también se marchó.
-Nos hemos quedado tú y yo solos.
-¿Realmente esto está bien?
-¿Huh?
-Que Akira-kun tenga que luchar contra su propio padre...
-Para evitar males mayores a veces se necesitan males menores. Ocurre lo mismo con los demás humanos y demonios que hemos encarcelado. Realmente no podemos juzgar que esté o no equivocados pero es necesario hacer esto para evitar desastres peores.
-¿Crees que algún día demonios y humanos llegarán a comprenderse realmente?
-¿Quién sabe? Ten una cosa clara. Si ese día llega, dejaré los puros –Derain rió sonoramente.
Cuando Akira llegó a “Cerberos” los investigadores ya habían acabado con la búsqueda. La mayor parte de ellos se encontraban reunidos discutiendo dando lugar a un gran alboroto.
-¿Qué ha pasado aquí? ¿Habéis encontrado algo?
Ante la aparición del chico los investigadores se callaron y se miraron los unos a los otros.
-Dejadme hablar con él. Podéis iros.
Un hombre adulto, en apariencia de unos cuarenta y pocos, aunque tratándose de un demonio podía tener cientos de años más, se acercó al joven.
-Blake.
-Ven conmigo.
El medio demonio acompañó al investigador. Éste tenía el pelo rapado de manera que sus cuernos podían observarse plenamente y una barba larga y densa de color castaño.
Finalmente llegaron frente a la celda de Ryouta. Las cadenas habían desaparecido, probablemente se las habían llevado para recoger más información.
-Dime una cosa, ¿sabes si además de ti había alguien más que visitara a tu padre?
-Además de mí el único que le ha visitado ha sido Reima. ¿Por qué lo preguntas?
-¿Estás seguro de eso?
-Completamente. Como sabes, suele hacerse un registro de visitas a los que se encuentran encarcelados a fin de evitar que alguien intente liberar a los presos. En el caso de mi padre sólo figuramos Reima y yo.
-Entonces no sé cómo pero parece ser que alguien consiguió burlar la seguridad y llegó hasta tu padre.
-Pero eso es imposible. Había varios guardias vigilando por no hablar de que yo mismo me encontraba allí. No vimos que nadie se acercara a la celda en la que él se encontraba.
-Pues me temo que así es. Alguien debió de romper las cadenas.
-¿Cómo puedes estar tan seguro de eso? Si nadie vio a nadie, ¿cómo puedes estar tan seguro de que fue otro el que rompió las cadenas?
-Hemos encontrado restos de Retten en la zona en la que las cadenas se habían roto, Akira.
-¿Qué? No puede ser...
-Me temo que no hay ninguna duda. Tu padre fue ayudado a escapar por alguien que consiguió llegar hasta la celda sin que fuese visto, y, lo más extraño de todo...es que ese alguien era un humano...
viernes, 4 de abril de 2014
The three global powers: Capítulo 1
“El chico salió
despedido tras recibir su ataque. De su pecho, sangrando a partir del corte que
le había sido infligido, cayeron pequeñas gotas de líquido rojo.
-Deberíamos dejarlo por
hoy –dijo el hombre que estaba con él.
-¡No! ¡Todavía quiero
continuar!
-Mírate. Estás agotado
y tus reflejos empiezan a fallar. Si seguimos, acabarás peor de lo que estás.
Con una mueca de
desagrado, asintió. Hacía días que entrenaba bajo su supervisión. Quería ser
más fuerte, mucho más fuerte, para dar con su paradero y no ver morir a nadie
más.
-Ven conmigo, te
vendaré la herida –dijo el hombre, haciéndole señas con la mano.
Ambos entraron a una
pequeña choza, situada en uno de los oasis que podían encontrarse en mitad de
los yermos. Tras esto, el hombre se acercó a un pequeño armario mientras el
joven se sentaba.
Poco después, estaba el
uno al lado del otro, curándole las heridas
-No ha sido muy
profunda pero probablemente deje cicatriz –advirtió el hombre mientras el chico
se mantenía en silencio- ¿Ocurre algo?
-Es que no parece que
esté avanzado mucho.
-Llevas dos semanas de
entrenamiento. No esperes tanto en tan poco tiempo.
-Lo sé.
-Si quieres ser más
fuerte, debes mejorar física y mentalmente. Dolor, miedo, cansancio... todo
ello ha de formar parte de ti. Y una vez lo haga, serás capaz de superarte. Ya
te dije que no sería fácil –respondió el hombre a la vez que hacía girar la
venda alrededor de su torso- Conseguiste controlarle, pero si quieres encontrar
a los demás y aprender lo mismo que yo, aún te queda mucho por hacer.
-¿Cuánto tiempo más
crees que necesitaré?
-Jaja... ¿Quién sabe?
Pero mucho me temo que tendrás que aguantarme durante bastante tiempo.
-Ugh...
-Mejor así. Cuando
salgas de aquí, serás casi invencible. Al fin y al cabo, estás hablando con
alguien que tiene muchísima experiencia en esto.
-Ya, seguro...
-En fin, descansa un
poco. A partir de mañana, el entrenamiento será más duro, así que prepárate.
-De acuerdo –murmuró el
chico-. Oye. Hay algo que quiero preguntarte.
-¿De qué se trata?
-¿Por qué decidiste ser
mi maestro?
Nada más terminar de
vendarle, guardó los utensilios en el armario de donde los había sacado.
-Digamos que hay algo
en tu poder que me perturbó la primera vez que lo vi.
-¿Qué quieres decir?
-No estoy seguro
pero... es como si fuese más allá de las reglas.
-No lo entiendo.
-Ahora mismo yo tampoco
soy capaz de entenderlo, pero algo me dice que el destino de depara un papel
importante.
-Suena a cuento de
hadas –señaló el joven, con cinismo.
-Puede que sólo sean
delirios de un solitario como yo.
-Je.
-Que descanses, Kai.”
-Los encontramos siendo perseguidos por las fuerzas de seguridad de la unión, por lo que decidimos ayudarles y traerlos aquí. Quattuor y Sarah se están ocupando de la búsqueda de Normand –dijo Kareth.
-Va a ser difícil después de la que se ha liado –contestó Razer.
-Tranquilo, se las arreglarán.
Sentado en la cama, Kai escuchaba la conversación que mantenían los dos. A su lado, Miruru seguía durmiendo. Pese a la intervención de Nara, se había recomendado que descansase para recuperarse por completo.
Preocupado por su estado, había decidido estar a su lado. Además, alguien tendría que explicarle lo sucedido cuando despertase.
-Os asegurasteis de que nadie os siguiese ¿verdad? –preguntó Razer
-Quattuor hizo añicos parte de la calzada. Dudo que tuviesen ojos suficientes como para saber de donde habíamos venido. Aun así, les he dicho que intenten buscar otra ruta. Esa ya no nos parece segura.
-De acuerdo. En cuanto a ellos, no me molesta darles refugio por el momento. Cuando vuelvan Sarah y Quattuor nos reuniremos y decidiremos qué hacemos.
-Me parece bien.
Una vez terminada la conversación, se escucharon pasos alejándose y, poco después, Kareth entró en la habitación.
-¿Qué tal está? –preguntó.
-Sigue dormida. Parece os hemos complicado las cosas. Lo siento.
-No te preocupes. Además, lo hicimos por propia voluntad.
-No se fían mucho de nosotros, ¿eh?
-Bueno, por si te sirve de consuelo, es igual para vosotros. En cualquier caso, por lo menos sabemos que no sois espías de la unión. Y me atrevería a decir que tampoco de las otras dos potencias.
-Sí. Somos algo así como almas libres. Tenemos un objetivo concreto. Bueno, más bien soy yo quien lo tiene. Ella simplemente ha decidido ayudarme.
-Ya veo. Supongo que tendrás muchas preguntas. Cuando vuelvan mis compañeros procuraremos responderte lo que podamos –le dijo, poco antes de marcharse.
Mientras tanto, en otro sitio, una figura esperaba en un callejón a que su compañero volviese. Entonces, algo aterrizó a pocos centímetros frente a ella, asustándola.
-¡¿Qué?! –exclamó, alzando los puños.
-Tranquila. Soy yo –dijo Quattuor.
-¡Maldita sea, Quattuor! ¡¿No podrías aparecer como las personas normales?! –se quejó Sarah.
-Para empezar, no se puede decir que sea muy “normal”. Pero es que si además me toca bajar de lo alto de un edificio ocultándome, pocas opciones tengo que no sean saltar. Todavía no he aprendido a andar por las paredes.
-En fin, ¿has encontrado algo? –preguntó la chica, respirando hondo para intentar calmarse.
-No mucho, pero, por lo poco que he encontrado, diría que ese tal Normand abandonó este sitio hace ya varios meses.
-¿Se sabe adonde fue?
-No, pero parece ser que estaba empeñado en obtener información acerca de tecnología militar.
-Tecnología militar... –repitió Sarah, pensativa.
-¿Pasa algo?
-Es por su nombre. Sé que lo he escuchado antes, pero no consigo recordar cuándo ni dónde.
-Eso ahora no importa. No nos queda nada por hacer aquí. Ya es una suerte que hayamos encontrado otra ruta segura.
-Sí. ¡¿Eh?! ¡¿Qué estás haciendo?! –se sorprendió ella cuando el hombre la agarró y cargó sobre su hombro.
-Así iremos más rápido.
-¡Puedo ir sola! ¡Suéltame!
Pese a sus gritos, Quattuor prosiguió y volvió a saltar sobre el edificio.
-Ugh –se quejó Miruru mientras abría los ojos poco a poco, encontrándose en una habitación desconocida- ¡Ah! ¡Kai! –gritó al incorporarse, sobresaltada, tras recordar estar siendo perseguidos. Entonces se dio cuenta de que su compañero estaba justo al lado.
-Tranquila. Soy yo.
-¿Eh? ¿Qué hago aquí? –preguntó, confusa.
-Un grupo de personas nos rescató. Tú quedaste inconsciente al caerte de la moto y, después de tratarte, pensaron que sería conveniente que descansases.
-Entiendo... –dijo al mismo tiempo que se llevaba una mano a la cabeza.
-¿Te encuentras bien?
-Sí, sólo me he mareado un poco al levantarme tan rápido.
-Ahora mismo estamos en la base de los Rebeldes.
-¿Rebeldes?
-Probablemente sea el grupo del que hablaron Seph y Drake.
-¡Ah! Creo que me acuerdo. Dime, ¿has estado aquí todo este tiempo?
-Claro, tenía que cuidar de mi compañera –dijo Kai, sonriéndole.
-Jeje. Gracias. –contestó ella, algo avergonzada-. Perdona por haberte causado molestias.
-No tienes por qué ser tan educada. No es propio de ti.
-¡Oye! ¡Yo soy la mar de educada!
-¿Ves? Eso sí suena más a ti.
De repente, Kareth entró en la habitación.
-¿Interrumpo algo? –dijo al verlo conversar.
-No, adelante.
-Veo que ya has despertado. Me llamo Kareth, aunque puedes llamarme Kar. Yo y mis amigos fuimos quienes os trajimos hasta aquí –dijo el chico, alargando la mano para saludar.
-Miruru –respondió ella, estrechándosela.
-Mis compañeros han vuelto, así que, si os parece bien, nos gustaría hablar con vosotros.
-Claro –asintió Kai.
-¡¿Eh?! ¡¿Por qué?! ¡¿Pasa algo?! –preguntó Miruru, poniéndose nerviosa.
-Tranquila. Te lo explicaré de camino –contestó Kai.
Después de recorrer un largo pasillo, llegaron a una sala el doble de que la habitación de donde venían.
En el centro, había una vieja mesa ovalada, lo suficientemente grande como para que pudiesen sentarse junto a ella las cinco personas allí reunidas, y todavía sobrasen tres huecos para los recién llegados.
-Bien, ya estamos todos. Antes de nada, quería presentaros a Donell, quien me asesora en todas las decisiones que tomamos aquí. Espero que no os importe que nos acompañe en esta reunión –dijo Razer.
Un hombre de avanzada edad, poco pelo y bigote cano, hizo un ligero gesto con la cabeza a modo de saludo.
-Para nada. Tu casa, tus normas –dijo Kareth.
-Bien, pues empecemos. Primero de todo, me gustaría que me contaseis lo que sabéis sobre el trasfondo de esta guerra.
-De acuerdo, al fin y al cabo, cuanta más gente lo sepa, mejor.
Así pues, Kareth relató lo que sabía del proyecto Gaia, los descendientes, Detz y Yohei Gakko.
-¿Quieres decir que ahora mismo las tres potencias están siendo manipuladas por ellos? –preguntó Razer.
-Sí. Es por eso que debemos advertir a los gobernantes de que, si continúan con esto, sólo conseguirán llevar a la raza humana a su extinción.
-Ahora comprendo lo que dijo First cuando apareció en pantalla –dijo Kai.
-¿First? –preguntaron los demás, confusos.
-Es ese Unum del que has hablado. Cuando le conocí, se llamaba First. Asesino a una persona que era como una hermana para mí. Un día, de la noche a la mañana, su personalidad cambió, volviéndose sádico. No sé qué fue lo que le hizo a May, pero tenía una especie de joya color esmeralda como la de ella –continuó el chico, refiriéndose a Nara.
-Lo que hizo fue intentar convertirla en contenedor de Gaia. Y si no sobrevivió, fue porque no era compatible. En cualquier caso, si First pasó a ser Unum en ese momento, significa que el Núcleo de Jade hizo efecto en él –explicó Quattuor.
-O eso, o fingía ser quien no era –comentó Sarah.
-Creo que no.
-¿Qué quieres decir? –se extrañó Sarah.
-Ese día, fui yo quien recogió a Unum. Puesto que sabíamos que otro de los descendientes iba a despertar, fui enviado allí para llevármelo a Genese. Aunque no sabía que, en ese momento, estaba intentando conseguir un contenedor para Gaia.
En ese momento, Kai cayó en la cuenta de quién era Quattuor.
-¿Tú eras el tipo que entró por la ventana? –preguntó- ¡¿Por qué?! –gritó, golpeando la mesa y poniéndose en pie- ¡¿Por qué no nos ayudaste?!
-Mi identidad, aunque en menor proporción, seguía ligada a Gaia. Además, debía guardar las apariencias delante de ellos hasta que tuviese un plan.
-¡¡Aun así, debiste hacer algo!! ¡¿Acaso ni te inmutas cuando alguien muere delante de ti?! ¡Ella podría haber sobrevivido!
-¡Kai! ¡Cálmate, por favor! –exclamó Miruru, cogiéndole del brazo.
-¿Sobrevivido? Ella habría muerto de todas formas. Ninguna mujer a la que hayan sometido a esa transformación, y haya fracasado, ha vivido para contarlo. ¿Y acaso tú crees que estaría aquí si me hubiese rebelado entonces?
-¡Calmaos los dos! ¡Esto no lleva a nada! –interrumpió Sarah.
Apartando a Miruru, Kai volvió a sentarse, cruzado de brazos y en silencio.
-Hay algo que no entiendo. Habéis dicho que cuando los descendientes despiertan su identidad cambia, pero ¿cómo es que a vosotros no os ha pasado? –preguntó Razer.
-Eso es algo que ni nosotros sabemos. Tanto eso como por qué, de todas las personas, Gaia decidió contactar con Detz –respondió Kareth. Su mente seguía dándole vueltas a las voces que había escuchado cuando perdió el control de sí mismo, así como las transformaciones de Detz y la suya propia- Cambiando de tema. Si se ha confirmado la participación de Yohei Gakko en esta guerra, significa que ya han dado el siguiente paso en su plan.
-Debemos intervenir cuanto antes –añadió Quattuor.
-Pero, convencer a los gobernantes, y más teniendo en cuenta que habrá descendientes de Gaia con ellos... ¿cómo pretendéis conseguirlo? –preguntó Razer.
-Por ahora sólo contamos con la ayuda de Quattuor. Gracias a él, puede que tengamos la opción de llegar hasta ellos y hacerles entrar en razón. Él conoce el proyecto Gaia mejor que nosotros –aclaró Kareth.
-Aun así, decirles que confíen en nosotros en lugar de ellos... no será fácil.
-Mejor eso que nada. Además, tampoco sabemos realmente hasta qué punto confían en ellos.
-Es demasiado arriesgado.
-Lo sé, y no te estoy obligando a que nos ayudes, pero estamos decididos a actuar. Por ahora, tenemos ventaja con Nara y Quattuor aquí, pero no creo que tarden en venir a por ellos. Cuanto antes consigamos que se haga saber esta información, más posibilidades tendremos de ganar. Y, si nos ayudáis, será más fácil conseguirlo.
Una vez Kareth hubo acabado de hablar, Razer se dejó caer sobre el respaldo de su silla, pensativo y callado.
-Deja que me lo piense. Mañana prometo darte una respuesta.
Tras finalizar la reunión, Kai entró en su habitación seguido de Miruru. Al rato, se sentó en el suelo, apoyando su espalda contra la pared, cabizbajo.
-Kai... –dijo Miruru, preocupada.
-Si nos hubiese ayudado, puede que May aún estuviese viva.
-Ya le oíste. No se hubiese podido hacer nada por ella.
-¡¿Eso crees?! ¡¿Y si no hubiese sido así?! ¡¿Y si todo hubiese sido diferente?!
-Pero no lo fue, Kai –replicó la chica-. No puedes dejar que eso te persiga.
-¡Es lo que lleva haciendo durante años! ¡Todo lo que he hecho ha sido por eso!
-¿Todo? –preguntó Miruru, sintiéndose herida por sus palabras- ¿Entonces lo que hemos vivido hasta ahora no ha significado nada?
-No me refería a eso –respondió él, ligeramente sorprendido.
-Mira, Kai. Cuando he despertado hoy y te he visto a mi lado, me he puesto muy contenta. Porque he comprendido que estarías ahí cuando te necesitara. Eres mi amigo y te considero alguien muy importante para mí, pero puede que para ti haya otras cosas más importantes.
-Miruru, yo...
Sin darle tiempo a explicarse, la joven se marchó, dejándole con la palabra en la boca.
Mientras tanto, Quattuor estaba sentado en la azotea del mismo edificio, observando el cielo, que ya empezaba a oscurecerse.
-Vaya, ¿a quién tenemos aquí? –dijo Sarah, abriendo la puerta de madera que daba acceso a aquel área, y dando algunos pasos hasta sentarse a su lado- Pareces preocupado por algo.
-Debes de estar ciega si piensas eso, peliazul –contestó el hombre.
-Quién sabe. Quizá esté perdiendo facultades con la edad –bromeó-. ¿Qué haces aquí entonces?
-Sólo quería que me diese el aire.
-Ya.
Desde allí, todavía podían verse a niños jugando. Interpretando a soldados, luchaban entre ellos mientras liberaban supuestos civiles de una prisión del imperio, hecha de piedras en el suelo, ordenadas de forma caótica. Algunos fenrirs correteaban junto a ellos sin saber bien a qué estaban jugando, pero contentos de participar a su manera.
No muy alejados de ellos, una pareja los observaba, conversando alegremente de vez en cuando.
-Siete niños y cuatro fenrirs. Parecen tan felices... –comentó Sarah-. Y sin embargo, puede que más de uno haya perdido a su familia.
-Así es la guerra. Cambian los métodos, pero la muerte siempre está presente. Y por más que lo desees, nunca podrás salvarlos a todos –dijo Quattuor.
-Aún así, nunca es tarde para seguir intentándolo. Incluso si estás solo. Al seguir adelante, habrás ganado la partida –dijo Sarah-. Tú nos salvaste. A Kareth, a Nara, a Kai, a Miruru y también a mí. Que no pudieses salvar a otros en el pasado, no significa que lo que has hecho no haya servido. La mejor forma de honrar a los que no pudiste salvar es creando un futuro para los que sí.
En ese instante, se escuchó el grito de una mujer de mediana edad. Parecía estar diciéndole algo a los pequeños, quienes con desgana y algún que otro berrinche, volvieron a sus casas.
-En fin, será mejor que yo también vuelva –sentenció la chica, levantándose de su sitio y marchándose igual que había venido.
Por su parte, Quattuor continuó observando la zona de juego. Los fenrirs, ajenos a la llamada de la mujer, se habían reunido y ahora estaban acicalándose.
Entonces, se dio cuenta de que sólo había tres de los cuatro que había contado Sarah.
Al fijarse mejor, se dio cuenta de que había una cría encaramada al dorso de su madre. Algo difícil de distinguir desde aquella distancia.
-Parece que, después de todo, no estabas tan ciega como pensaba –murmuró el hombre, con una ligera sonrisa.
-Ha sido un día duro –dijo Razer, desperezándose mientras se dirigía a su habitación.
De repente, observó la silueta de una joven que, preocupada, miraba de un lado a otro del pasillo.
-¿Va todo bien? –preguntó el joven.
-¡¿Eh?! ¡Sí! ¡No hay ningún problema! -exclamó Nara, viéndose sorprendida, y desviando la mirada al no saber qué hacer.
-¿Te has perdido?
-¡N-no! Aunque, bueno, en realidad se podría decir que no encuentro a alguien.
-Kareth, ¿cierto? –respondió Razer, viendo que la chica asentía con timidez- No te preocupes. Ha querido acompañarme al almacén de armas. Me ha preguntado si sería posible que les proporcionásemos algunas a tu grupo. Supongo que, tanto si decidimos ayudaros como si no, las necesitaréis; así que he aceptado. Aunque dudo que sean muy útiles. Si Normand estuviese aquí, las cosas serían diferentes.
-¿Eh? –la chica ladeó la cabeza, confusa.
-Nada, olvídalo –señaló, riéndose.
-Entonces, ¿todavía no te has decidido?
-No es fácil, ¿sabes? Soy responsable de una organización bastante numerosa. No puedo tomar decisiones a la ligera.
-¡Ah! ¡Lo siento! ¡No quería...!
-No, tranquila –la interrumpió el chico, levantando los brazos para calmarla- Por otro lado, Kareth parece bastante decidido. ¿Siempre ha sido así?
-Je. Bueno, es el tipo de persona que, cuando se le mete una cosa en la cabeza, intenta conseguirla por muy difícil que sea. Un cabezota.
-Jaja.
-Aun así, se puede confiar en él. Puede que, precisamente por cómo es, dé la sensación de que puede hacerlo.
-Mm... Debes de estar hasta las trancas por él.
-Sí. –respondió Nara, con la cabeza en otro sitio, cambiando de expresión al darse cuenta de lo que acababa de decir, y poniéndose roja de la vergüenza.
-No tienes de qué avergonzarte. Me gusta ver que os lleváis tan bien –bromeó Razer, entre risas.
-B-bueno, no es que seamos... aunque él dijo que lo estaba... pero no hemos tenido tiempo para hablarlo... y yo...
-Jaja. Eres una chica interesante.
-Ugh... –se quejó ella, cabizbaja.
-En cualquier caso, tendré en cuenta lo que me has dicho. Buenas noches.
-B-buenas noches.
Tras esto, ambos se separaron. Desde la distancia, la chica se quedó observándolo hasta darse cuenta de algo.
-¡Espera! ¡Al final no me has dicho dónde está Kar!
A la mañana siguiente, todos volvieron a reunirse para conocer la respuesta de Razer.
-Veamos. Después de darle muchas vueltas, he decidido ayudaros –resolvió el líder de los Rebeldes, viendo la sorpresa en los rostros de los demás.
-¿Estás seguro? –preguntó Kareth.
-De nada serviría intentar salvar a los demás si acabasen desapareciendo. Además, si el proyecto Gaia anda detrás de las acciones del imperio, entonces nos incube; y un pajarito me ha dicho que eres una persona de confianza –sonrió Razer, mirando a Kareth.
-¿Eh? –se extrañó el chico, frunciendo el ceño, mientras Nara sufría un repentino ataque de tos- Bueno, no importa. Si estás de acuerdo, no tengo mucho más que decir. Te agradezco que nos ayudes.
-No hay de qué.
Por su parte, Kai observó a Miruru, quien, al cruzarse sus miradas, giró la cabeza hacia otro lado. En contestación, el joven exhaló un profundo suspiro.
-Oye, Miruru... –dijo Kai, acercándose a su compañera una vez terminada la reunión.
-¿Qué quieres? –preguntó ella, de mala gana.
-Lo siento.
-Ah... –dejó escapar ella, aparentemente sin esperarse aquella disculpa.
-Tenías razón. Me dejé llevar por mi pasado. Es algo que quiero olvidar, pero no puedo dejar que me posea de esa forma. Aún así, tengo que aclarar que hay algo que no es cierto. No rechazo lo que he vivido hasta ahora, y eso te incluye a ti. Tú también eres importante para mí –hizo una pausa antes de continuar, como intentando recordar todo lo que quería decir- Y, bueno, si quieres, me gustaría contar contigo tanto para ayudar a Kareth y a los demás a acabar con el proyecto Gaia, como para el resto de asuntos que todavía me quedan por resolver.
-Kai... –contestó ella, quien, tras un pequeño lapso de tiempo, suavizó sus gestos y se serenó-. Claro. Cuenta conmigo.
-Gracias.
Tras dar por finalizada la conversación, el chico se marchó, dejando a Miruru sola. Ella, con algo de temblor en sus piernas, se llevó una mano al pecho, pues por un instante, al decirle que era importante para él, su corazón había empezado a latir rápidamente.